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Proyecciones del Movimiento

Estudiantil Chileno

Por Fernando Molina Cuevas

El Movimiento Estudiantil Chileno dentro de la historia y los devenires de la política


nacional ha sido un actor importante en muchas materias y épocas. Eso hasta la vuelta de
la democracia. Parece ser que las consignas de lucha y la unión estudiantil desde los 90 ha
ido en franca decadencia y perdiendo voz y notoriedad pública y política.

La “Revolución de los Pingüinos” podría tomarse como la última gran lucha y


acción colectiva y sincera del movimiento estudiantil, liderada por secundarios que no
estaban conformes con el sistema heredado desde la época de Pinochet. Si vencieron o
fueron vencidos, incluso puede llegar a ser secundario en función de la sorpresa y fuerza
que tomaron en comparación a movimientos de trabajadores y estudiantiles
universitarios. O al menos así fue en parte expuesto a través de los medios de
comunicación.

Después de estos dos antecedentes, la baja actividad real universitaria desde la


democracia y aquellos secundarios hayan sido los grandes “revolucionarios” solo queda
decir una cosa: Estamos en un momento clave. Como las políticas públicas educacionales
en este país no han mejorado sustancialmente y desde que el gobierno fue alcanzado por
los sectores más conservadores de nuestro “mundillo” político no se ha revertido y hasta
podría sostenerse que se han ido acelerando en la misma línea discutible e insatisfactoria
por parte del estudiantado en general solo queda pronosticar un alza y un repunte de las
acciones estudiantiles. Podrían lanzarse consignas incluso aludiendo a ser los herederos
de aquel movimiento que logró sacar a Federici y que provocó más de algún dolor de
cabeza a aquel gobierno dictatorial pero considero que en diversos factores los futuros
actores serían más diversos de lo esperado.

Chile no es el mismo desde aquella vez, y tanto las oportunidades como las
condiciones son radicalmente distintas. Antes los partidos políticos tenían muchos
militantes en las universidades, partidos de todos colores. Ahora la militancia juvenil no es
tan bien vista y más de una voz crítica las acusa y al sistema político general. No solo hay
un rechazo sino una desidentificación con la política partidista en general, tanto en su
fondo como puede ser en su forma. Los pingüinos son un reflejo de ello, su lucha generó
adeptos porque más que ser una lucha partidista fue entendida como una “causa justa”,
se logró llegar a la gente desde el discurso de lo bueno o malo más que desde las
ideologías. Para ayudar a esta situación debemos considerar que desde que volvió la
democracia la militancia en los secundarios no es la misma que antes, de modo que fue
muy fácil el no identificar a las tomas de colegios con algún partido político en específico.

¿Y que son estas “causas justas”?, ¿son distintas de las causas ideológicas? Me
atrevo a decir que son las mismas pero en las primeras son abismalmente lógicas y
comprensibles. Las segundas requieren algún grado de introducción a la ideología que las
impulsa. Pero esta diferenciación también requiere entender que en mayor o menor
medida la condición de “causa justa” es más una característica adquirida que una
intrínseca del tema. Es posible en mayor o menor dificultad transformar toda causa
ideológica a una “justa” y sin tener que introducir al espectador en la ideología
previamente. En este punto, es importantísimo entender el nuevo rol de los medios de
comunicación, de difusión, ya sea escrita, radial, visual o virtual. Estas herramientas
adquieren un valor supremo para poder llegar con un mensaje claro y en distintos niveles
y que permitan que estas causas sean escuchadas y generen respaldo.

Pero no solo ha cambiado el estudiante y su participación política y la forma de


entender las luchas y comunicarse. Ha cambiado el universo estudiantil universitario. La
generación de las universidades privadas más la desmembración de la Universidad de
Chile y de la UTE, ahora USACH, genera que movimientos que antes eran totalizadores
como la FECH ahora sean más bien vistos como uno más dentro del universo. La creación
de las universidades privadas genera una ampliación importante del universo estudiantil y
que actualmente es pasivo ya sea desde la baja participación misma así como de políticas
por un lado del Estado de no exigir una organización estudiantil decente y por otro de las
propias universidades que no ven con buenos ojos ese tipo de organización. En el mundo
privado los centros de estudiantes deben centrarse en la organización de las fiestas de
inicio y final de semestre y alguno que otro paseo. ¿Discusión, debate y critica? Solo si es
para decidir en qué local o con que distribuidora asociarse para los eventos.

Y he aquí porque digo que estamos en un punto clave. Es deber de las


universidades con una organización estudiantil completa y funcional estimular y exigir que
todo el universo estudiantil en su conjunto también sea parte. Que los estatales exijan que
las privadas también tengan voz y voto y merecen las herramientas, las instituciones para
ser oídas. Y aquí el llamado y los retos deben ser tomados ya no a nombre de la FECH, la
realidad nos indica que la FECH ha sido reducido a uno más dentro de un universo
ampliado, uno importante, pero uno más. Con la democracia es la CONFECH quien debe
tomar las riendas y no sólo la CONFECH, es hora de las privadas, llámese CONFESUP o
como sea. El estudiante es estudiante independiente de donde estudie y su voz y derecho
a debate y discusión debe ser total.

¿Y porque incluirlos en la discusión? Sencillo, entre más amplia sea la discusión, debate y
luego respaldo de las consignas, más fácil es transformarlas en “causas justas”, en
necesidades que penetran más fácilmente a la opinión pública y generan la posibilidad
real de cambios. ¿Y porque ahora?, porque aquellos que lucharon y fueron partícipes de la
“Revolución de los Pingüinos” ya ingresaron a la Universidad y no todos entraron a
universidades estatales. Y es desde ese punto la base para demandar esta construcción
igualitaria.

En síntesis, este momento clave no es más ni menos que la oportunidad real de ampliar el
movimiento estudiantil a todos los actores, de modo que ya no sea patrimonio exclusivo
de las universidades estatales. Este es el reto que se tiene como “Movimiento Estudiantil”
si se quiere que las luchas sean transversales y lleguen a todos.

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