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Estudiantil Chileno
Chile no es el mismo desde aquella vez, y tanto las oportunidades como las
condiciones son radicalmente distintas. Antes los partidos políticos tenían muchos
militantes en las universidades, partidos de todos colores. Ahora la militancia juvenil no es
tan bien vista y más de una voz crítica las acusa y al sistema político general. No solo hay
un rechazo sino una desidentificación con la política partidista en general, tanto en su
fondo como puede ser en su forma. Los pingüinos son un reflejo de ello, su lucha generó
adeptos porque más que ser una lucha partidista fue entendida como una “causa justa”,
se logró llegar a la gente desde el discurso de lo bueno o malo más que desde las
ideologías. Para ayudar a esta situación debemos considerar que desde que volvió la
democracia la militancia en los secundarios no es la misma que antes, de modo que fue
muy fácil el no identificar a las tomas de colegios con algún partido político en específico.
¿Y que son estas “causas justas”?, ¿son distintas de las causas ideológicas? Me
atrevo a decir que son las mismas pero en las primeras son abismalmente lógicas y
comprensibles. Las segundas requieren algún grado de introducción a la ideología que las
impulsa. Pero esta diferenciación también requiere entender que en mayor o menor
medida la condición de “causa justa” es más una característica adquirida que una
intrínseca del tema. Es posible en mayor o menor dificultad transformar toda causa
ideológica a una “justa” y sin tener que introducir al espectador en la ideología
previamente. En este punto, es importantísimo entender el nuevo rol de los medios de
comunicación, de difusión, ya sea escrita, radial, visual o virtual. Estas herramientas
adquieren un valor supremo para poder llegar con un mensaje claro y en distintos niveles
y que permitan que estas causas sean escuchadas y generen respaldo.
¿Y porque incluirlos en la discusión? Sencillo, entre más amplia sea la discusión, debate y
luego respaldo de las consignas, más fácil es transformarlas en “causas justas”, en
necesidades que penetran más fácilmente a la opinión pública y generan la posibilidad
real de cambios. ¿Y porque ahora?, porque aquellos que lucharon y fueron partícipes de la
“Revolución de los Pingüinos” ya ingresaron a la Universidad y no todos entraron a
universidades estatales. Y es desde ese punto la base para demandar esta construcción
igualitaria.
En síntesis, este momento clave no es más ni menos que la oportunidad real de ampliar el
movimiento estudiantil a todos los actores, de modo que ya no sea patrimonio exclusivo
de las universidades estatales. Este es el reto que se tiene como “Movimiento Estudiantil”
si se quiere que las luchas sean transversales y lleguen a todos.