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CAUSAS: Cuando nos acercamos a Dios de labios, pero nuestro corazón está lejos de él. (Is 29:13) Cuando venimos ante la
presencia de Dios de forma religiosa. (Is 29:13) Cuando nuestros ojos y oídos están viendo y oyendo lo que no deben, adentro y
afuera. Cuando estamos desenfocados. (Hch 20:9)
EFECTO: Muerte espiritual
INDICACIONES: Conocer el tiempo. (Ro 13:11) Despertar del Sueño. (Ef 5:14) Levantarnos, clamar y obedecer. (Jon 1:6)
CAUSAS: Cuando llevamos una pesada carga que no debemos llevar, (pecado) y (peso) cosas que nos quitan el tiempo, y no
nos dejan caminar en libertad plena. Cuando nos volvemos pesados por la grosura de la carne.
INDICACIONES: Descargar el peso en él y votar lo que no sirve. Hacer ejercicio espiritual. (Oración, ayuno, vigilia, estudio
bíblico, congregarse)
CAUSAS: La desobediencia al no avivar el fuego. (1 Tes 5:19). La indiferencia y la falta de entrega para con Dios.
INDICACIONES: Obedecer el mandato de avivar el fuego del don de Dios en nuestra vida. (2 Tim 1:6). Dejar la indiferencia
y meternos en el fuego.
5. TIBIEZA ESPIRITUAL: Mediocridad.
CAUSAS: Presunción: Creer que se tiene algo, cuando no se tiene nada, creer que tenemos suficiente y no necesitamos más.
(Ap 3:15-18) (Laodicea) Viene cuando nuestros vestidos espirituales se manchan y cuando nuestros ojos espirituales están
cegados.
INDICACIONES: Buscar la pureza a través del fuego de lo alto, suplicar por un nuevo vestido = Renovación, ungir nuestros
ojos espirituales a través del aceite de su presencia.
CAUSAS: Cuando la alabanza y adoración se hace sin pasión, y cuando no le damos lo mejor de nuestras vidas a él.
INDICACIONES: Dejar de lado la neutralidad, y darle a Dios, lo mejor de nuestras vidas en alabanza, adoración y
consagración
CAUSAS: Cuando el corazón se llena de orgullo, se torna rebelde a las cosas de Dios, y ya no queremos oír las cosas de Dios.
EFECTO: Quien la padece se convierte en un enemigo de Dios pues provoca a Dios con su actitud. (Heb 10:31)
Las Biblias que se leen sin oración, los sermones que se oyen sin oración, los matrimonios que se
contraen sin oración, los viajes que se emprenden sin oración, las amistades que se forman sin
oración, las lecturas bíblicas y devocionales con oraciones rápidas y que no salen del corazón; todo
esto constituye una serie de escalones descendentes por los cuales muchos creyentes bajan a un
plano de apatía espiritual, o al borde mismo de una terrible caída.
Por este proceso se forman las personas lánguidas como Lot; las de carácter inestable como
Sansón; las inconsistentes como Asa; las flexibles como Josafat; las cuidadosas en extremo como
Marta, etc. A menudo la causa que motiva todos estos casos es ésta: descuido de la oración privada.
No dudemos del hecho de que los que caen, primero caen en su vida espiritual privada, y más tarde
su caída es pública. Primero caen en su vida de oración, y luego a los ojos del mundo. Al igual que
Pedro, primero descuidan la amonestación del Señor de velar y orar, y luego, también como ese
Apóstol, pierden las fuerzas y en la hora de la tentación niegan al Señor.
SINTOMAS
Cansancio en el servicio: El servicio es la muestra de mi gratitud y amor a Dios. Por tanto, no debemos de
perder el ánimo de servir. El Señor hoy por su Espíritu nos pregunta lo que en su momento preguntó a
Pedro: “… Simón, hijo de Jonás, ¿me amas más que éstos? Le respondió: Sí, Señor; tú sabes que te
amo. El le dijo: Apacienta mis corderos” (Jn. 21:15).
Pérdida de valores espirituales: Sólo recordemos cómo fue nuestro inicio en el llamado de Dios a nuestras
vidas. Recuerdo en lo personal que todo el anhelo era conocer y buscar solamente de Dios, las posibilidades
al éxito académico y material estaban allí a la orden, pero mis decisiones eran firmes, había encontrado en
Dios un verdadero tesoro. Cuando esto sucede todo lo que es fuera de Dios se considera vano; traigo a mi
mente y corazón parte de una alabanza: Cuando pienso en tu amor tan bello y te veo a ti en Santidad, y tu
dignidad excede las riquezas de este mundo… la razón por la cual yo vivo es para adorarte. El apóstol Pablo
es un claro testigo de lo que en su vida sucedió el día que Cristo se le manifestó, siendo él una eminencia
renunció a todo por amor a Cristo. “Pero cuantas cosas eran para mí ganancia, las he estimado como
pérdida por amor de Cristo. Y ciertamente, aun estimo todas las cosas como pérdida por la
excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor, por amor del cual lo he perdido todo, y lo
tengo por basura, para ganar a Cristo” (Fil. 3:7-8). No dejemos que se apague esa llama que un día Dios
encendió en nosotros, retomemos todo sentimiento de renuncia a lo terrenal, por amor a él.
Hermanos y amigos hoy vamos a retomar el tema que habíamos estudiado la última
vez antes sobre la frialdad espiritual. Y quisiera que repasáramos algunas de las cosas que ya
dijimos la última vez que tratamos este tema.
Cuando Dios nos salva El implanta en nuestros corazones un nuevo principio de vida
espiritual. Esa naturaleza nueva busca crecer, lucha por vivir. Como todo niño que viene a
este mundo, desde el momento que nace, lucha por sobrevivir, de igual manera lo hace la
nueva naturaleza en los creyentes.
Pero aunque esto es así si esta nueva naturaleza no es cuidada, no es alimentada
propiamente entonces sin lugar a duda comienza a enfriarse, comienza a debilitarse. Su vigor
espiritual, su pasión por las cosas de Dios comienzan a declinar, a decaer. Y vimos que esta
debilidad espiritual es llamada por Jesús mismo en Apocalipsis 2:4 como el perder el primer
amor. Un creyente genuino puede perder ese primer amor, esa pasión y entrega por las cosas
de Dios que antes poseía.
Dijimos que este perder el primer amor se manifiesta por una falta de apetito
espiritual. Ya no le apasionan las cosas de Dios como antes. Lee la Biblia y siente que Dios
no le habla. No tiene deseos para orar y aunque puede asistir a la iglesia lo hace más por
cumplir que por deseo de estar cerca de Dios y de disfrutar del mensaje que Dios tiene para
él o ella.
De igual manera lo es para Dios. El nos llama a que le amemos con todo nuestro
corazón, con toda nuestra mente, con toda nuestra alma y con todas nuestras fuerzas
(Marcos 12:30-31). ¿Le amamos así? ¿Cómo no debemos amarle con todo nuestro ser y
todas nuestras fuerzas a aquel que dio su vida en la cruz del Calvario, sufrió el mismo
infierno y llevó sobre el madero nuestra maldición?
Hermanos y amigos, hay miles de razones para amar a Dios con todo nuestra alma y
fuerzas. Pero aunque esto es así, un genuino creyente puede enfriarse espiritualmente.
Puede desarrollar una actitud indiferente a las cosas de Dios. Puede venir a la Santa Cena y
participar de ella y salir vacío de Dios. Puede escuchar un buen sermón y no movérsele un
pelo de la cabeza. Y esto es triste. Y es serio. Tan serio que Jesús mismo reprendió a la
iglesia de Éfeso por tal frialdad espiritual. Apocalipsis 2:4 “Pero tengo contra ti”. Tengo
una queja contra ti. Esto no está bien en ti. ¿Es esa tu actitud ante esa condición espiritual?
Ahora bien.
¿Cuáles son causas de esta frialdad espiritual en la vida de un genuino creyente? Hay
varias causas. Y el conocerlas nos ayudará a saber cómo recuperarnos si nos hemos enfriado.
O el de ayudar a otros si les ha ocurrido. Nuevamente, ¿Cuáles son causas de esta frialdad
espiritual en la vida de un genuino creyente?
I. La Mano de Dios
Eso es lo que tenemos aquí en 2 Crónicas 32:31. ¿Qué es lo que está pasando aquí?
El pasaje nos habla del último rey de Judá Ezequías. El fue un buen rey. Trajo muchas
reformas para el pueblo de Dios. Pero un día enfermó de muerte. Y Dios envió al profeta
Isaías para decirle que tenía que poner en orden su casa ya que iba a morir. A lo cual
Ezequías respondió en humillación. Clamó a Dios y El escuchó su ruego. 2 Reyes 20:4
“Vuelve, y di a Ezequías, príncipe de mi pueblo: Así dice Jehová, el Dios de David tu
padre: Yo he oído tu oración, y he visto tus lágrimas; he aquí que yo te sano; al tercer
día subirás a la casa de Jehová.” Y no solo eso. Dios le añadió 15 años más de vida a
Ezequías y lo libraría a él y a Jerusalén del rey de Asiria. Junto con ello le daría una señal:
haría retroceder la sombra del sol 10 grados atrás.
Pero luego de haber sido sanado por Dios Ezequías se enorgulleció. Y nos dice el
autor de Crónicas y Dios lo dejó. Dios se apartó de Ezequías, dejó de sostenerle. ¿Con qué
propósito? Dice el versículo “para probarle, para hacer conocer todo lo que estaba en su
corazón”. Para ver si Ezequías confiaba plenamente en Dios para que lo librara de sus
enemigos o confiaría en los hombre y en hacer tratos con ellos.
¿Qué ocurrió cuando Dios lo dejó? Vinieron los enemigos de Dios para visitar a
Ezequías y saber sobre el milagro. Y Ezequías abrió su palacio y les mostró sus riquezas.
Ezequías se comportó como si todo lo que tenía lo había logrado por sí mismo. Y Dios se
enojó contra Ezequías.
Hermanos, Dios hace lo mismo con nosotros. Dios nos pone a prueba
constantemente para que nosotros demostremos nuestra absoluta fidelidad a Dios. Para que
demostremos que confiamos plenamente en Dios no importa lo que pase en nuestras vidas.
Pero muchas veces fallamos. Y en vez de agarrarnos por la fe en Jesús y buscar más de El
por medio de la oración, el estudio de la Palabra y aprender a decir como dice el Salmo 27:3
“Aunque un ejército acampe contra mí, No temerá mi corazón; Aunque contra mí se
levante guerra, Yo estaré confiado.” comenzamos a descuidar la oración y nuestra fe se
desvía de Dios y se deposita en otra cosa.
Y cuando esto ocurre nuestra vida espiritual comienza a decaer. Y cuando vemos que
lo que le pedimos a Dios no llega nos desesperamos y dejamos de confiar en Dios, nos
ausentamos de la iglesia, dejamos de leer la Biblia, dejamos de negarnos a nosotros mismos
y tomar la cruz.
Hermanos Dios es justo al ponernos a prueba. El es sabio al hacerlo. Que nadie dude
de esto. Cuánto tú y yo necesitamos de Él. Sin El nada podemos hacer. Si Él no nos sostiene
nos caemos con gran rapidez. En toda nuestras pruebas jamás dejes de confiar en Dios.
Jamás dejes de buscarle aunque no veas tu petición cumplida. ¿O le servimos meramente
porque nos bendice? Si El decide contestarnos un No a una petición grande en nuestras
vidas, ¿le seguiremos sirviendo?
Dios nos suelta muchas veces para que hagamos como los niños pequeños cuando
los padres los sueltan, buscan agarrase más rápido que ligero de ellos. Así debemos hacer
nosotros.
El pasaje de Crónicas solo menciona una causa de la frialdad espiritual. hay otras
más en otros pasaje bíblicos. ¿Qué otras causas?
Vivimos en una época en donde todos quieren las cosas fáciles. Pero a mí me
enseñaron que las cosas fáciles, fáciles se van. La vida espiritual requiere trabajo espiritual.
Buscar a Dios, estudiar su palabra, orar, meditar en la Biblia, venir a la iglesia etc. dan
trabajo. Y conlleva que tú y yo nos esforcemos en luchar hacia delante. Por eso
dice Filipenses 2:11 “Ocupaos en vuestra salvación con temor y temblor”. La palabra
ocupaos en el original griego [katergatzomai] significa trabajar, ocuparse, producir mediante
esfuerzo, llevar a cabo la obra. Y esto implica fajarnos. Es un mandamiento que todos
nosotros nos fajemos por el bienestar de nuestra alma. Pero la naturaleza humana caída se
resiente, lucha, es vaga, tiende a lo terrenal más que a lo espiritual.
¿Cómo se traduce esto? Se traduce en descuidar nuestra alma. Sacar tiempo para
todo lo demás y poco tiempo para cuidar, alimentar nuestra alma. Se traduce en poner una
alarma para que no se me olvide la novela, pero no ponemos una alarma para que no se nos
olvide orar, leer la Biblia. Se traduce en ver una detenimiento una revista o una película pero
leemos la Biblia con suma rapidez y no sacamos tiempo para meditar en lo leído. Se traduce
en estar más pendiente de lo que hacen los niños de lo que se predica aquí. Y todo esto
produce frialdad espiritual.
Lo triste del caso es que como toda enfermedad que no se atiende ni se le pone un
freno, la misma se sigue apoderando hasta que postra en la cama a su víctima.
¿Cuán dedicado eres a las cosas de Dios? ¿Sacas más tiempo para ellas que para las
cosas del mundo? No es que no vayamos al cine, o ver una película, o ir a divertirnos. ¿Pero
te ocupas más de tu alma de lo que te ocupas de otras cosas? Esto no está bien. No lo tomes
como poca cosa porque no lo es.
Uno de los males en nuestra época es la falta de sensibilidad al pecado. Algunos
piensan que solo debemos preocuparnos por los pecados grandes y no por los pequeños. Por
ejemplo, ponemos nuestra mirada en el mundo y la quitamos de Dios, y podríamos pensar
que es poca cosa. Y no confesamos nuestro pecado. O codiciamos a una mujer o a un
hombre, pero como no hicimos nada más podríamos pensar que no es gran cosa. Y cuando
se actúa así tal actitud nos enfría cada día más y nos hacemos más insensibles a las cosas de
Dios. Tal actitud nos aleja de Dios quien es la fuente de nuestra vida espiritual y nos lleva a
perder poco a poco el vigor espiritual.
En otros casos, la frialdad espiritual viene por haber cometido un gran pecado el cual
ataca nuestra conciencia. Como David cuando pecó con Betsabé y Urías heteo. En este caso
hay una herida enorme. La caída es tan grande y de momento que debilita con mayor rapidez
y fuerza la vida espiritual de ese cristiano. Y no solo su caída es grande sino que su
recuperación es más difícil.
1. Reconocer que nosotros mismos somos la causa de esa frialdad. Somos nosotros lo que no
nos hemos esforzados. Somos nosotros lo que hemos jugado con el pecado. Somos nosotros
los que hemos quitado nuestra confianza con Dios. Eso fue lo que Jesús le dijo a la iglesia de
Éfeso en Apocalipsis 2:5 “Recuerda, por tanto, de dónde has caído, y arrepiéntete”. Si
nos hemos enfriado espiritualmente, y todos hemos experimentado esto en nuestras vida en
algún momento u otro, lo primero que tenemos que hacer es reconocer que nosotros nos
hemos caído por nuestro propio peso. Tú y yo somos responsables por nuestra vida
espiritual. Tú y yo somos responsables por habernos enfriado. Y la solución es una clara:
pídele perdón a Dios por haberle amado poco, por no haberle buscado con pasión. Confiesa
tu pecado.
Lo maravilloso de esto es que Dios te ama o cristiano. Él te anhela. El quiere estar a
solas contigo. El quiere recibir tu amor como El quiere darte de su amor. Ve a El pronto.
2. Busca cuidar tu alma con temor y temblor. No vengas a la casa de Dios para adorarle sin
preparar tu corazón. Antes de venir: háblale a tu alma yo voy a la casa de Dios y allí Dios
está. Allí debo buscarle con fe creyendo que su amor es quien me invita, que mi amado
quien murió por mí me está esperando para cenar conmigo. Allí lo encontraré por la fe
cuando se lee la Biblia, cuando tomo la Santa Cena, cuando dirijo mis cántico para alabarle.
Saca tiempo para estar a solas con Dios. ¿Cuándo fue la última vez que sacaste tiempo, pero
tiempo de calidad para estar a solas con Dios en oración, en alabanza, en el estudio serio de
la Palabra. Si no lo haces te debilitarás más y más. Y aunque un genuino creyente jamás
podrá perder su salvación Dios le hará la vida difícil por no amarle con pasión.