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CONCEPTO DEL ESPACIO ARQUITECTÓNICO ANDINO

De la Waka a la Urbe
Epistemología del Espacio Simbólico

Alfredo Lozano Castro 1

INTRODUCCION

“Conocer nos es copiar objetos, ni tampoco crear la realidad, sino constituir el objeto de conocimiento organizando la
información que se recibe en la intuición”.
E. Cassirer

Los estudios referentes al ordenamiento de centros poblados y tipologías arquitectónicas de las naciones andinas, descubiertos por las
excavaciones arqueológicas, así como, las transformaciones, o mejor transmutaciones de aquellos que sufrieron la fundación de ciudades y
superposición de tipologías edificatorias procedentes de una distinta matriz cultural, carecen de un enfoque propiamente desde la concepción
cultural del espacio andino2, siendo una asignatura pendiente, por parte de los investigadores, en estas materias, que a todas luces, requiere
de un enfoque innovador, que ponga atención, por una parte, hacia instrumentos básicos que den coherencia a estas expresiones y, por otra,
se orienten a una rigurosa renovación conceptual metodológica y una ampliación de sus objetivos y de sus campos de estudio habituales.
Empeñados en esta tarea, desde la aparición de los primeros estudios sobre la ciudad andina 3: su forma, símbolo y significados; que nos
abrieron un amplio horizonte, para indagar su relación con la Cosmología Andina 4, y entender su carácter cosmogónico, e implicaciones
míticas, rituales y simbólicas, no hemos dado tregua. En esta ocasión, nos atrevemos a presentar un trabajo que creo proporciona más
argumentos para circunscribir nuevos estudios, en esta misma dirección, a pesar que hemos tenido que sortear algunas dificultades, como el
poco conocimiento de las lenguas nativas 5, que sin duda, están estrechamente ligadas con su pensamiento y filosofía. La formación
académica que recibimos fue en idioma castellano, por tanto, la experiencia social académica está estructurada, y modelada, en el
pensamiento occidental, lo que dificultó en principio la comprensión de un pensamiento que se expresa desde distintas categorías. Sin
embargo, gracias a la comprensión de los mitos, símbolos y ritos, hemos encontrado el mecanismo para el entendimiento del pensar mítico-
simbólico, y de la epistemología del espacio andino (arquitectónico), que ahora se comparte y pone a consideración del lector.

En el ámbito cultural andino, en estas últimas décadas, han proliferado los estudios sobre la configuración de centros poblados de menor y
mayor complejidad6, y sus manifestaciones arquitectónicas, a partir de enfoques predominantemente histórico arqueológicos, que evidencian
diversas fases culturales (catalogadas por los hallazgos arqueológicos de turno), a lo largo y ancho del continente sudameric ano, (de forma
particular de la antigua confederación del Tawantinsuyu), heredadas de la periodización cronológica propuesta, por determinados
representantes de las escuelas de arqueología, que se han sucedido a través del tiempo, en nuestro ámbito territorial. Fases culturales, que

1
Docente Investigador FAU-UCE. El presente trabajo plasmado en el libro del mismo nombre, que espero salga a la luz este primer trimestre del año 2021, es producto de
los proyectos de investigación Semilla 4 (2018), y Senior (2019), convocados por la Dirección de Investigación de la UCE, como apoyo a la investigación en nu estra
universidad. Agradezco a las autoridades pertinentes y colegas de dicha dirección: Roberto De la torre, y Luis Bossano, por el apoyo brindado.
2
El término Andino, comprende básicamente tres categorías: físico-espacial o geográfica, cultural y étnica, es decir, el territorio del subcontinente suramericano, atravesado
por la cordillera de los Andes, escenario del desarrollo de diversas naciones o pueblos originarios, con sus respectivas culturas, en un proceso autárquico y bajo una misma
matriz civilizatoria.
3
Quito Ciudad Milenaria. Forma y símbolo. Ediciones Abya yala, Quito 1991. Cuenca Ciudad Prehispana. Significado y forma. Ediciones Abya yala, Quito 1991.
4
Cusco -Qosqo- Modelo simbólico de la Cosmología Andina. Madrid 1994. Ciudad Andina. Concepción cultural. Implicaciones simbólicas y técnica s. CONAIE, FAD-
PUCE, FEPP. CIUDAD, Quito 1996.
5
El lenguaje representa simbólicamente al mundo, y el quechua, quichua o runa simi, es un idioma eminentemente simbólico, por tanto, su contenido debe ser de velado;
necesidad imperativa, para comprender: el pensamiento que se forma y expresa a través de él, y mundo que se oculta.
6
En esta línea, existen diversos estudios, entre los que podemos citar: Urbanismo Andino. Centro Ceremonial y Ciudad en el Perú Prehispánico. Krzysztof Makowski. Apus
Graph Ediciones, Lima 2016. “Arquitectura y Construcción Incas en Ollantaytambo”. Jean-Pierre Protzen. Fondo Editorial PUCP. Segunda edición, Lima 2014. Ciudad y
Territorio en los Andes. Contribuciones a la Historia del Urbanismo Prehispánico. José Canziani Amico. Fondo Editorial PUCP. Segunda edición, Lima 2017. “Arquitectura
prehispánica tardía: construcción y poder en los Andes centrales. Kevin J. Lane y Milton Luján. Fondo Editorial UCSS, Lima 2011.
han dado lugar a enfoques parcelarios basados en modelos teóricos interpretativos de procesos culturales de otras latitudes que pretenden
ser universalizadas, utilizando un instrumental conceptual y operativo muy diverso, que presenta una panorámica descontextualizada de la
propia disciplina arquitectónica y su realidad cultural. Precisamente, el estudio de los centros poblados, que aparecen registrados en distintas
crónicas coloniales; desde las “guacakuna”, centros sagrados o adoratorios; pasando por los pueblos o “llactakuna”, hasta las “cabeceras
provinciales”, o guamaní, han tenido diversas interpretaciones, según el enfoque parcelario de los estudiosos de turno.

En su gran mayoría los autores que han tratado sobre la configuración de los centros poblados y sus expresiones arquitectónic as, antes y
después de la invasión española, las muestran desligadas entre sí, menos aún del proceso civilizatorio andino y por consiguiente de su legado
cultural y formas simbólicas, (lenguaje, mitos, ritos, ciencias, artes y tecnología); que al parecer, no las consideran conocimientos dignos de
ser tomados en cuenta, por tanto, las han desechado, o, no están interesados en conocer la información proveniente de otras fuentes, ni
mucho menos, incorporar aquellas que consideran acientífica, carente de validez, según su formación particular, como la tradición mítico -
simbólica, el arte en todas sus manifestaciones (cerámica, textiles, lítica, metalurgia); las prácticas rituales, que con motivo de las
celebraciones de carácter astronómico (solsticios y equinoccios), se siguen practicando hasta la actualidad. Hechos que indudablemente, nos
conducen a reflexionar sobre, la concepción cultural de los centros poblados, o ciudades 7, y por supuesto, la epistemología del espacio
arquitectónico andino. Al parecer, la formación de los especialistas (de indiscutible capacidad en su campo), en las correspondientes
disciplinas modernas: historia, arqueología, antropología, sociología, filosofía, etnología, economía, urbanismo, arquitectura, etc., según un
modelo universal y paradigmas científicos que niegan los conocimientos que se expresan desde otros supuestos y realidades; impiden,
acercarse a las formas de ver y entender el mundo de las naciones originarias, pues se basan en determinados presupuestos considerados
tan evidentes que nunca se cuestionan, o no son conscientes de que sus disciplinas, siguiendo a J. A. West (1991) 8, se sustentan en los
presupuestos siguientes:

 Que la civilización y por tanto el progreso de la sociedad, se inició con los griegos, que inventaron la filosofía (especulativa) y ciencia
racional; y que sin ellas no hay auténtica civilización;
 Que la ciencia racional y las disciplinas en ella basadas constituyen los únicos instrumentos válidos para llegar a la “verdad objetiva”;
 Que bajo la égida de la civilización occidental la humanidad ha progresado significativamente en relación al pasado; es decir, que la
civilización actual ha implicado progreso y que este es su medida y justificación directa; además, no hay nada que supieran los
antiguos que nosotros no sepamos o comprendamos mejor.

Estos presupuestos han guiado el trabajo de gran parte de científicos y eruditos, que se han ocupado de la “ciencia americanista”, durante los
últimos ciento cincuenta años 9; como corolario, han permeado en todos los ámbitos de la educación. Nadie aprende otra cosa distinta en la
escuela o en la universidad. Sin embargo, todos estos presupuestos, sustentados en un marcado acento colonial que considera a una matriz
cultural, encarnada en el “viejo mundo” como la cuna y la aurora de la civilización y de las ciencias en general carecen de fundamentos, o son
verdades a medias. Demostrar esto según las reglas académicas predominantes ha sido una de nuestras tareas, como se podrá ver ificar en
todos los apartados de este estudio. En este sentido, interesa en el presente trabajo, demostrar que las naciones originarias que estuvieron
asentadas durante milenios en este territorio, conocido ahora como América Andina, lograron configurar una gran civilización, que se
evidencia en la organización de sus centros poblados de menor y mayor complejidad, según una particular concepción del espacio y sus
formas simbólicas, la Arquitectura, en diversos tipos y tipologías, sistemas y técnicas constructivas, las manifestaciones artísticas reflejadas en
la cerámica, metalurgia, lítica, textiles, etc., por citar, los temas de nuestro quehacer investigador.

7
En esta perspectiva, la ciudad, puede ser entendida no sólo, como un concepto procedente de una determinada civilización, sin o, como una organización espacial compleja
de los asentamientos de población, que sintetiza el proceso socio-político, administrativo y cultural de una formación social, según sus particulares presupuestos civilizatorios
y formas de ver y entender el mundo. Por lo tanto, no es posible homologar la idea y forma de ciudad vigente en la Europa medieval o renacentista, con aquella que
encontraron los conquistadores en la confederación de naciones, conocida como Tawantinsuyu.
8
Jhon Anthony West (2000). La Serpiente Celeste. Los Enigmas de la Civilización Egipcia. Grijalbo Mondadori, Barcelona.
9
La ciencia americanista, surge a partir del interés de estudiosos europeos por conocer el pasado precolombino, mediante las e xpediciones arqueológicos y otros estudios,
cuyos resultados se empezaron a presentar en los Congresos Internacionales de Americanistas, que se iniciaron en Nancy Francia, 1875, sucediendó se cada 3 años, hasta la
actualidad.
Al respecto, se puede constatar que algunos académicos propios y extraños, que se dedican a su estudio, inventan explicaciones alejadas de
los presupuestos civilizatorios andinos, manifestando que los antiguos pueblos que habitaron y habitan esta parte del continente, configuraban
el “imperio inkaiko”, similar al romano o español, ignorando que este último, surgió después de la conquista y apropiación de las riquezas y
territorios de estas naciones, cuyos gobernantes tuvieron una guerra fratricida, hasta el punto que el último inka, mató a su hermano, para
adueñarse del poder, curiosamente similar a la historia entre Rómulo y Remo, y otros reinos europeos; habían grandes señoríos, regentados
por caciques, a manera de los señoríos feudales europeos del medioevo; los centros poblados no llegaron al rango de urbe o ciudad; sus
obras artísticas y arquitectónicas, han sido incomprendidas, por tanto no son consideradas como expresiones cultas, equiparables al arte del
viejo mundo, ni a las construcciones como la acrópolis griega, o coliseo romano. Además, se casaban entre hermanos, (es decir , no tenían
noción del incesto); habían élites guerreras y sacerdotales que dominaban a la sociedad; eran idolatras, adoraban el sol, rendían culto a la
tierra, mediante sacrificios humanos, preferible niños; veneraban a los muertos, en momias; tenían un grotesco panteón de dioses, entre los
que figuraban diversos animales, ignorando que el zodíaco astral, en las antiguas civilizaciones que los han ideado, está pletórico de ellos; y
estaban desprovistos de ciertos conocimientos y avances tecnológicos, como el uso de la rueda, las armas de fuego, determinado tipo de
escritura, la religión verdadera, etc., llegándose, en algún caso, a manifestar, que vivían en permanentes fiestas, celebraciones y embriaguez.

Sin embargo, la realidad es muy distinta, desde los cientos de evidencias arqueológicas de todo tipo, los num erosos centros sagrados en
orden a una propia concepción del espacio, la grandiosa producción de Arquitectura monumental, las manifestaciones artísticas expresadas
en la cerámica, metalurgia, lítica, textiles, etc, cuyas piezas de inigualable factura, adornan numerosos museos nacionales e internacionales
en varios países del mundo, los conocimientos en diversas ciencias, técnicas y tecnologías, que expresan un alto grado de des arrollo cultural,
han sido invisibilizados, discriminados e ignorados, principalmente en la educación de la juventud, abonando en el desinterés por conocer este
legado. Huelga decir, que mostrar agravios comparativos, donde las culturas ancestrales andinas eran carentes de tal o cual “ avance
civilizatorio”, que se produjo en otras culturas, no sólo, atenta contra la autoestima e identidad de los pueblos renacientes, sino, que conlleva a
la creencia ingenua de que gracias al encuentro con otra civilización de “mayor desarrollo”, dichos pueblos han progresado significativamente.
Aunque, esto tampoco ha sucedido, pues la paupérrima situación, a la cual han sido condenados los sobrevivientes de las naciones
originarias, y gran parte de la población, que se identifica como mestiza, cuya vacilante identidad, desconoce sus raíces culturales, producto
del proceso colonizador, hoy están insertas en pésimas condiciones, en los Estados nación modernos que continúan el proceso de
colonización y discriminación a sus formas de ser, ver y entender el mundo, iniciado hace alrededor de 500 años.

Desafortunadamente los juicios que ciertos eruditos consciente o inconscientemente, han proclamado y proclaman, en sendos estudios que
desdicen el pensar original, menoscabando el legado patrimonial andino y sus distintas manifestaciones culturales, son repetidos sin criticidad,
por diletantes e intelectuales desafectos a su cultura, siendo difundidos y enseñados en todos los niveles educativos (primar io al superior), de
nuestros países. Dichos juicios abonan en desacreditar su proceso cultural, dando lugar al posicionamiento de versiones que muestran a las
culturales ancestrales, con una serie de carencias y desde un enfoque evolucionista, en un estadio de desarrollo inferior a las culturas
invasoras, y si hacemos actos de fe, a todo este cúmulo de despropósitos antojadizos, que desdibujan y dejan en mal predicamento a las
naciones originarias, resulta que no es necesario aprender nada de su legado cultural cuyo “bajo nivel de desarrollo” no motivan ningún interés
por conocer dicho legado, lo cual, curiosamente no sucede con el pasado de los griegos o romanos. Entonces, frente a estos agravios
comparativos que abundan en contradicciones, que impiden comprender el legado cultural andino, ¿Qué es lo que se debe hacer para
visibilizar dicho legado desde una propia visión interpretativa? ¿Cómo contrarrestar la triunfante imposición de juicios mal fundados sobre el
proceso cultural andino?; ¿Será que debemos cuestionar la aplicación de enfoques disciplinares basados en teorías o premisas defectuosas,
cuyos resultados dejan en mal predicamento al proceso cultural andino, frente a otros procesos similares?.

En el campo de la configuración de centros poblados y expresiones arquitectónicas, se constata la vigencia de enfoques histór ico-
arqueológicos exógenos que pretenden ser universalizados, a partir de la premisa que las culturas o civilizaciones deben transitar por los
mismas etapas del proceso cultural acaecido en el proclamado “viejo mundo” donde se argumenta un desarrollo lineal de corte evolutivo con
un principio y un final, que, por lo tanto, los grupos sociales, pueblos o naciones atraviesan y transitan desde el salvajismo o barbarie a la
civilización, siendo la aparición de la urbe o ciudad, y el mercado, el punto culminante del desarrollo socio cultural urbano. Estos argumentos,
que han guiado la explicación del proceso de configuración del espacio cultural andino, desde nuestra perspectiva necesitan una urgente
revisión, pues han conducido a un callejón sin salida: ¿Para qué molestarse en el estudio de la Arquitectura y centros poblados, “centros
ceremoniales o de poder, si representan un estadio inferior de desarrollo”?; ¿Qué sentido tienen sus instituciones, políticas , sociales y
religiosas que perpetuaban el trabajo de tipo esclavista en la construcción de las obras monumentales?; ¿Qué necesidad existe de mostrar
pueblos y culturas atrasados, frente al progreso moderno, signado por lo nuevo, a todas luces, mejor que lo viejo caduco?, y podríamos añadir
una larga retahíla de cuestionamientos, desde el pensar moderno: racional e ilustrado.

En efecto, dichos enfoques, deben ser, no sólo, puestos en cuestión, por el agotamiento de determinadas formas de estudiar el pasado
dominado por el fetichismo del documento escrito, el fracaso de las otrora “escuelas histórico-arqueológicas dominantes” debido a las
contradicciones generadas por sus enfoques de tinte colonial; sino que también deben ser remplazadas, por nuevos enfoques
epistemológicos deconstructivos y decoloniales, para desentrañar las expresiones culturales cargadas de confesionalismo judeo cristiano que
han teñido el pensar, el saber y creer ancestrales. En este sentido, se requiere una transición y renovación epistemológica, acordes con los
presupuestos de la matriz civilizatoria andina, siendo pertinente proponer, la adopción de nuevas propuestas epistemológicas que
complementen las que hasta ahora se han seguido, incorporando a su estudio, un marco interpretativo, que permita conocer, sus propias
nociones o forma de ver y entender el mundo (episteme), e instrumentos específicamente culturales (formas simbólicas), lo cual, sin lugar a
dudas, darán inicio a nuevos campos del conocimiento, y de una visión crítica, al tradicional abordaje de sus manifestaciones culturales, para
superar la dependencia de dichos modelos interpretativos importados por arqueólogos e historiadores, proclamados como científicos, aunque,
aderezados desde su propia subjetividad o forma de ver y entender el mundo, que desdice su pretendida cientificidad.

Al respecto, destacar que desde los últimos años del siglo pasado, frente a la limitación de los enfoques histórico arqueológicos tradicionales
y apoyados en las nuevas evidencias que aparecen en diversos lugares, han surgido otras lecturas del proceso cultural andino, que desde
posiciones epistemológicas e instrumentales distintos, han dado paso a nuevos campos de conocimiento, como las ciencias del territorio y
simbólica del espacio (Lozano, A. 2004) 10, que se ocupan de la ordenación territorial, la Arquitectura y concepción del espacio aplicado en las
diversas edificaciones, el Arte y simbología, etc., cuyas manifestaciones concretas, expresadas en multitud de centros poblados, diversidad de
edificaciones o tipologías arquitectónicas, han sido objeto de burdas simplificaciones, intentando acomodarlas a los cánones del Urbanismo11
y Arquitectura occidental, valorándolas desde esta perspectiva, con lo cual se ha desvirtuado sus aportes y originalidad, lo que ha generado
monumentales confusiones, antes que reconocimientos, a las ciencias y técnicas que las fundamentan. Además, estas interpretaciones han
servido para que las expresiones espaciales concretas en estos campos no sean consideradas como parte de las ciencias dignas a impartir en
la formación profesional de carreras universitarias afines, pues se consideran expresiones que no cumplen los cánones de la cientificidad,
basta revisar los pensums académicos o mallas curriculares de varias facultades de Arquitectura y Urbanismo, en la región andina12.

La interpretación de los preceptos fundamentales o concepción del espacio y ordenación de los centros poblados andinos de diversas culturas
y períodos espacio temporales, basada en la forma de ver y entender el mundo de las naciones originarias, como hemos apuntado al inicio de
esta introducción, ha estado ausente, por lo cual, debe impulsarse la formulación y creación de enfoques integrales y multidisciplinares, que si
bien complican los procesos metodológicos, sus resultados son mucho más ricos y satisfactorios. En este orden, requieren de un proceso
metodológico que reconozca el pensar mítico-simbólico sustentado en un paradigma diferente al racionalismo, es decir, apelar también, a la
intuición, percepción y el corazonar (Guerrero P. 2018). Investigar, por tanto, la arqueología del conocimiento, o arquitectura mental de sus
creadores, respaldados entre otras ciencias, como la simbólica presente en la infinidad de expresiones artísticas de excelente factura, en

10
“Recuperación del Espacio perdido. Liripampa, capital ancestral de la nación Puruhá”. Edito rial Pedagógica Freire. Riobamba 2004. “Ordenación del Territorio y
concepción simbólica del espacio en la ciudad prehispana de Quito”. Quito Prehispánico. MAE. CAE-P. Quito 2008. Colección Ciencia y Simbólica del Hábitat Andino,
Quito 2016.
11
El término Urbanismo –Urbano- procede de la palabra latina “URBS -URBIS” (ciudad), la cual se desarrollo en la antigüedad se refería por antonomasia a la capital del
mundo, Roma (753 A.C). Sin embargo no fue en Roma donde las aglomeraciones urbanas, tuvieron su origen . Su antecedente más remoto se encuentra en Mesopotamia
sobre los valles del Indo Nilo Amarillo, donde apareció la ciudad de UR, producto del desarrollo cultural y tecnológico con la división del trabajo hicieron posible su
aparición. La revolución urbana tuvo importancia equivalente a la revolución agrícola que la precedió y a la revolución industrial que la seguiría. Lo intere sante de la palabra
es la raíz UR para referirse a la ciudad. De acuerdo con este significado etimológico, el Urbanismo es el conju nto de conocimientos que se refieren al estudio de la creación,
desarrollo, reforma y progreso de los poblados, en orden a las necesidades materiales de la vida humana.
12
En Ecuador, la revisión de los pensum de las Facultades de Arquitectura y Urbanismo, presentados en la SENESCYT (2018), registran en el rediseño de las mallas
curriculares, las asignaturas de: Historia y Teoria de la Arquitectura (tres niveles), e Historia y Teoría del Urbanismo (dos niveles), tienen como contenidos, a partir de
Vitrubio y los órdenes clásicos griegos, estilos;, se pasa a la industrialización y movimiento y arquitectura moderna, para atiborrar de forma repetitiva de estas teorías a los
futuros profesionales, y se finaliza con la postmodernidad y la arquitectura contemporáne a, todas a partir de textos escritos, en su gran mayoría, por los especialistas europeos
o norteamericanos
distintos materiales y épocas, lo cual informa de la relación integral del pensar mítico, los rituales, y los símbolos, que están plasmados en el
espacio cultural andino. Por ello, los hechos arquitectónicos, no sólo deben estar ligados al estilo, forma o funcionalidad, donde cada edificio
es representación de un modelo de estudio, sino, que deben atender al entorno natural y cultural, como resultado de una experiencia
comunitaria de manejo del espacio, y sobre todo, de la expresión de la facultad simbólica del espacio cultural andino.

Precisamente, en el presente trabajo toman forma, reflexiones, convicciones e intuiciones, referidas al valor del símbolo en sí, y a la
importancia de lo simbólico en la cultura andina; la búsqueda de la identidad del runa (ser humano), siguiendo las huellas dejadas por las
formas simbólicas, entre ellas, el Arte y Arquitectura, los lugares sagrados (guaca o waka), para llegar a considerar el símbolo en su plena
función, como entidad autónoma capaz de generar sugerencias, y como medio de comunicación, o forma de lenguaje, que pone al s er
humano en relación con aquella parte de la realidad que solamente el símbolo puede facilitar. Hemos concentrado la atención sobre lo más
concreto, tanto en el ámbito teórico del pensar mítico-simbólico, cuanto en los campos donde el símbolo se hace uso para ir más allá de su
"primer significado", con la intención de evidenciar aquella función vinculante, la que permite ver en el símbolo, un puente entre la realidad del
ser humano y su significado, sea cuando trata de la relación con lo profundo del ser humano que cuando trata de la relación con el
trascendente y el más allá de la naturaleza. Se debe reconocer al símbolo su característica de ser puente para la comunión y la comunicación:
ver y aceptarlo como una forma de lenguaje, de instrumento privilegiado de comunicación del cual el ser humano desde siempre se ha servido
en relación al misterio que lo interpela, con lo profundo de sí mismo, con la naturaleza que está a su rededor y con la cultura y valores del
acontecer humano. Nuestra convicción es que el símbolo constituye un elemento esencial del pensamiento andino, y de su identidad
comunitaria.

En este sentido, se argumentan nuevas posibilidades de interpretación, explorando el amplio terreno de la filosofía de la cultura y sus formas
simbólicas (pensar mítico, arte, ritualidad, lenguaje, ciencias), destacando la importante contribución del pensar mítico y simbólica del espacio,
poniéndose al lado de las demás ciencias humanas para un mejor entendimiento de las culturas ancestrales, y de forma particular, el terreno
fértil de la imaginación y capacidad de síntesis, pues, lo simbólico ha sido desdeñado, invisibilizado y peor entendido en el Arte y Arquitectura
Andina. Estos y otros aspectos fundamentales serán desarrollados, a través de ocho capítulos 13, que tratan diversas temáticas, con la

13
CAPIT ULO I. PENSAMIENTO MÍTICO-SIMBÓLICO; COSMOVISIÓN O “FILOSOFÍA MITOCÉNTRICA”
I.1. EL PENSAR MÍT ICO – SIMBÓLICO: ¿ES FILOSOFÍA O COSMOVISIÓN?
I.2. EL CORPUS MIT ICO - SIMBÓLICO ANDINO SOBRE LA CREACIÓN DEL MUNDO
I.3. ET IMOLOGIA DE LOS LUGARES, Y PERSONAJES DEL ACONT ECER MIT ICO
I.4. PENSAMIENT O MÍT ICO-SIMBÓLICO Y CICLOS CÓSMICOS ANDINOS
CAPIT ULO II. PACHA, LA CAT EGORÍA DEL ESPACIO T IEMPO EN LAS CULT URAS ANDINAS
II.1. PACHA, COMO CAT EGORÍA ANDINA DE ESPACIO – T IEMPO
II.2. PACHA EN SU MULT IDIMENSIONALIDAD CÓSMICA
II.3. PACHAYACHACHIC SABIO QUE ENSEÑA COMO ES EL MUNDO
II.4. PACHAKUTIK, REVERSIÓN DEL ESPACIO – T IEMPO DEL GRAN CICLO CÓSMICO
CAPIT ULO III. GUACA (HUACA), O WAKA, EXPRESIÓN SIMBÓLICA DE LA COSMOGONÍA ANDINA
III.1. LA GUACA, EXPRESIÓN SIMBÓLICA DE LA REALIDAD VISIBLE E INVISIBLE
III.2. LA GUACA, PRIMIGENIA MORADA DEL SER ESENCIAL Y T RASCENDENT E
III.3. LA GUACA, COMO LUGAR SAGRADO ESCENARIO DE LA RIT UALIDAD
III.4. LA GUACA SE T RANSMUT A EN IDOLAT RÍA Y COSA DEL DEMONIO
CAPIT ULO IV. EPIST EMOLOGÍA DEL ESPACIO CULT URAL ANDINO
IV.1. EPIST EMOLOGÍA DEL ESPACIO CULT URAL DESDE EL CORAZONAR ANDINO
IV.2. EXPRESIÓN SIMBÓLICA DEL ESPACIO CULT URAL ANDINO
IV.3. EPIST EMOLOGIA DEL ESPACIO EN OT ROS CONT EXT OS CULT URALES
IV.4. ESPACIO CULT URAL ANDINO; LUGAR Y PAISAJE
CAPIT ULO V. ORDENACIÓN T ERRIT ORIAL Y SIMBÓLICA DE LOS CENT ROS POBLADOS ANDINOS
V.1. ENFOQUES T EÓRICOS E INT ERPRET ACIONES DE LA ORGANIZACIÓN T ERRIT ORIAL ANDINA
V.2. T IWANAKU, CUSCO -QOSQO-, PACHACAMAC, MODELOS SIMBÓLICOS DEL ESPACIO CULT URAL ANDINO
V.3. LA CONFEDERACIÓN DEL TAWANTINSUYU; LLAKTAKUNA, Y GUAMANÍ O CAPIT ALES PROVINCIALES
V.4. CONFIGURACION SIMBÓLICA DE LAS CABECERAS PROVINCIALES EN LA REGIÓN ECUAT ORIAL: QUIT O,
TUMIPAMPA (CUENCA), LIRIPAMPA (COLT A, CAJABAMBA), Y CARANQUI (IBARRA.
CAPIT ULO VI. FUNDAMENT OS DE LA CONCEPCIÓN SIMBÓLICA DEL ESPACIO ARQUIT ECT ÓNICO ANDINO
VI.1. CONCEPT O DEL ESPACIO ARQUIT ECT ÓNICO ANDINO
VI.2. ARQUIT ECT URA MONUMENT AL Y ESPACIOS ABIERT OS
VI.3. T IPOLOGÍAS ARQUIT ECT ÓNICAS Y PAT RONES DE COMPOSICIÓN
VI.4. LAS FORMAS SIMBÓLICAS DEL ART E Y ARQUIT ECT URA ANDINAS EXPRESIÓN DE UNA VISIÓN INT EGRAL
pretensión de tejer una urdimbre que refleje la forma simbólica e integral de concebir el espacio cultural andino y sus trans formaciones fruto de
la irrupción de otra forma de concepción, uso y manejo del espacio.

El Capítulo I. Enfoca el pensamiento, como la capacidad del ser humano de conocer y representar el mundo en su consciencia. La concepción
del mundo, vigente en las culturas andinas, esta codificada en las narraciones mítico – simbólicas 14, que aluden a hechos de índole
astronómica, ocurridos en el tiempo original, luego de una catástrofe que destruyo a la humanidad y que sirvieron para establecer un nuevo
orden cósmico. Dicha concepción, es una visión primordial del mundo y se sustenta en la creencia del accionar de fuerzas sobr enaturales, lo
cual puede ser explicado por lógicas heterodoxas, que admiten la producción de conocimiento no sólo con el concurso de la raz ón; en tal
sentido, difiere de la moderna concepción filosófica del mundo, ideada en occidente, que responde a una reflexión racional, teorética,
abstracta, crítica y trascendental, propia de una racionalidad lógica, sustentada por la pretensión de la universalidad, distinta de la racionalidad
mítica-simbólica. En relación a esta controversia, E. Cassirer (1972), ya postuló que el hombre no es sólo un ser racional sino simbólico; es
decir, que los seres humanos no se agotan en la racionalidad, son además, voluntad y sentimiento.

En este contexto, las naciones originarias andinas han elaborado sus modelos de conducta, prácticas sociales y religiosas, pautas
comunitarias y familiares en virtud del mito, como parte y fundamento de su cultura. El mito es la revelación del origen secreto de las cosas; es
siempre el relato de una creación, de cómo una realidad vino a la existencia, una realidad total como en el caso del mito cosmogónico
(explicación del origen del universo). El mito, es origen de la vida y base de la organización política, social y cultural. En él se expresa una
realidad superior. El runa o ser humano, sabe de otro tiempo: el tiempo de la creación, de la eternidad, el tiempo en que las fuerzas creadoras
de la naturaleza dieron origen al universo y sus criaturas. La recreación del mito a través de la práctica ritual conduce al hombre al contacto
con las fuerzas superiores, al tiempo sagrado de la creación del cosmos; el runa, constituido por el mito necesita recrearlo, recuperar el
sentido de cada uno de sus actos en la repetición ritual, la renovación de la historia sagrada.

Capítulo II. En el pensamiento andino el vocablo, Pacha, simultáneamente designa al espacio-tiempo; es el principio, la fuerza cósmica
invisible que anima a la materia y se mueve por sí misma, abarca todo lo que alienta o está inmóvil, así, el universo se entiende como una
totalidad. Pacha15, síntesis de materia y energía en perpetuo movimiento da origen a los cuatro mundos: Awa, Anan, Kay y Uku Pacha, se
transforma a partir de la oposición constante de dos principios activos de signo contrario: el Kausay y el Supay, que significan vida y no vida,
en el orden natural. Para el habitante de estas tierras el universo siempre existió, no tiene principio ni fin y está en cons tante transformación,
debido a la existencia de estas fuerzas generatrices en permanente oposición. La evolución de Pacha va de lo más simple a lo más complejo,
sin pausa ni retroceso. Los cuatro mundos que conforman la Pacha, coexisten, son interdependientes e indesligables. Precisan una
comunicación constante y armónica, a riesgo de alterar el orden natural y provocar el caos. El tiempo es consubstancial a la materia, y por

CAPIT ULO VII. T RANSMUT ACION DE LA GUACA -WAKA- CENT RO SAGRADO A LA URBE HISPANA
VII.1. LA URBE HISPANA: FUNDACIÓN, OCUPACIÓN DE CENT ROS POBLADOS Y EDIFICACIONES NAT IVAS
VII.2. ANALISIS DE LA IMPLANT ACIÓN DEL T RAZADO CUDRICULAR, EN REFERENCIA A LOS EJES DE
ORIENT ACIÓN AST RONÓMICA DEL CENT RO SAGRADO Y ENT ORNO CIRCUNDANT E
VII.3. PROCESO DE SUPERPOSICIÓN DE LAS EDIFICACIONES HISPANAS SOBRE LAS
T IPOLOGÍAS EDIFICAT ORIAS EN LOS CENT ROS SAGRADOS ANDINOS
VII.4. ANÁLISIS DE LA IMPLANTACIÓN DE LAS EDIFICACIONES DE LAS ORDENES MENDICANTES Y
T RANSFORMACIÓN DEL ESPACIO ARQUITECTÓNICO ANDINO EN LA REGIÓN ECUATORIAL
CAPIT ULO VIII. EL ART E DE CONCEBIR EL ESPACIO CULT URAL ANDINO
VIII.1. EL SENT IPENSAR COMUNIT ARIO DEL RUNA
VIII.2. PREMISAS CONCEPT UALES DEL ESPACIO ARQUIT ECT ÓNICO ANDINO
VIII.3. MET ODOLOGIA PROYECT IVA DEL ESPACIO ARQUIT ECT ONICO ANDINO
VIII.4. MODERNIDAD EN LOS ANDES Y NUEVAS EXPRESIONES ARQUIT ECT ÓNICAS
BIBLIOGRAFÍA
14
Los mitos de creación son relatos de ordenación del caos, de separación de lo indiferenciado o de formación de lo informe. Mu chos mitos cosmogónicos vinculan
explícitamente el edificio sagrado o la ciudad sagrada con el origen de los tiempos y con el acto creador de las divinidades. (M. Eliade. 1992).
15
Pacha; su significado se amplía cuando está relacionada con otras palabras. Tiene una dimensión temporal cuando simboliza al tiempo histórico pasado (ñawpa pacha),
reciente (qepa pacha), presente (kunan pacha) y futuro (paqarin pacha), mientras que wiñak pacha es el tiempo inmemorial que asemejaría a la eternidad. En la dimensión
espacial hawa o hanan pacha es el espacio sideral, kay pacha es el mundo superficial donde opera el hombre y el uku pacha es el mundo interior, las entrañas de la
naturaleza.
consiguiente, lleva el mismo nombre: Pacha. Es la otra forma en que se manifiesta la existencia y es, por tanto, eterno e increado como el
universo.

En la concepción del espacio tiempo, el runa andino, “metafóricamente”, va caminando de espaldas al futuro, pero teniendo siempre presente
ante su vista lo vivido; de allí la importancia del pasado y la forma de recordar, el tiempo original de la creación, mediante los mitos, y los ritos.
En las culturas andinas primigenias se concibe lo antiguo, lo primario, como lo anterior, lo que está delante de los ojos; en cambio lo posterior
es considerado como lo ignoto, lo que recién va a ocurrir y que no puede saberse, sino por adivinación, es decir lo que corresponde saber solo
a las deidades, ya que como creadoras del tiempo son trascendentes a él. En este marco se consideran el wiñay y ñawpa pacha (ñawpa,
significa pasado, como también futuro), esta última considerada como la rectora del futuro, de ahí la importancia de la tradición y la historia.

Capítulo III. La documentación histórica hispana referida a las guacakuna presenta sesgos epistemológicos que influyen en su cabal
comprensión, por tanto, deben leerse de modo crítico y deconstructivo. De forma general, las descripciones tienen como denominador común,
que estas manifestaciones culturales, son cosas del demonio, y por tanto había que extirparlas, para el éxito de la misión evangelizadora. El
análisis del término, Guaca, o Waka, que conlleva una acepción profunda requiere, alejarse del credo confesional cristiano, para desglosar
que significan sus partículas componentes; siguiendo el análisis de los términos, establecido por Pachakuteq Niwanturmanya (2009): la base:
Gua o Wa, y el complemento ca o ka; en función de su compresión podremos entender su connotación “sagrada” (noción distinta al de la
religión católica), en el mundo andino amazónico. Los significados de las partículas Wa, y Ka, podemos determinar que hacen referencia a los
mundos o planos del Awa Pacha (mundo incognoscible, no lo vemos, pero que lo percibimos), y el Kay Pacha (mundo material que lo vivimos
y percibimos), que definen sus características: el “plano Wa”, alude a lo oculto, lo invisible, lo intangible, lo esencial, representa a la dimensión
sagrada. En el orden metafísico, Wa, tendría un significado primordial: trascender el tiempo y el espacio, de lo material a lo inmaterial y
viceversa; también está presente en los verbos existenciales más importantes, ligados a la vida, la muerte, al nacim iento, etc. El “plano Ka”,
por su parte, se refiere, al: ser, estar, lo material, lo tangible, lo sustancial. La combinación de estas dos partículas: Wa-ka, nos muestra el
lugar cercano de aproximación, símbolo del punto de confluencia y contacto entre el plano sagrado Wa y el plano material Ka. En la expresión
Waka, vemos la unidad binaria de complementos opuestos, entre el plano físico y el metafísico, el plano visible e invisible, el plano humano y
el sagrado de nuestra existencia.

En este orden, desde sus formas ancestrales, la Waka ocupa un lugar determinado y se expresa de forma concreta y duradera en la
Arquitectura. Todavía se reconocen como lugares, con cualidades especiales, son entidades religiosas y sagradas desde los orígenes de la
civilización andina, basta citar los principales santuarios primigenios: Tiwanaku, luego Cusco, y Pachacamak, cuya concepción se corresponde
con una misma forma de ver y entender el mundo, todas parten de una misma tradición mítica simbólica y cosmogónica, representan el
asiento del hacedor o criador del universo, Con Illa Titi Viracochan Pachayachachik, por ello, en los diferentes procesos culturales que se
sucedieron (Tiwanaku, Chavin, Wari, Paracas, Nazca, Moche, Chimu, Inka, etc.), se comparten, lugares sagrados, prácticas rituales y formas
arquitectónicas, que la imposición cultural hispana, y las interpretaciones modernas de los estudios arqueológicos, las trasm utan a urbes,
perdiéndose la comprensión de la concepción cultural simbólica del espacio andino.

Capítulo IV. Indagar sobre la arqueología del espacio, desde un enfoque descolonizador, plantea que el espacio físico soporte de las acciones
humanas, no sólo, contiene el medio construido por los seres humanos, donde se dan las relaciones entre personas y grupos de personas,
sino, que debe ser pensado simbólicamente, para representar el orden cósmico; este pensar, sirve de base para sacralizar el entorno y la
compenetración del ser humano con la naturaleza, en orden a su forma de ver y entender el mundo. Este enfoque integral del espacio cultural
andino, permite deducir en su concepción: una armonía, una coherencia tras el pensamiento conceptual y el pensamiento simbólico, pues los
dos son indispensables para el correcto funcionamiento del runa y el sentido de la comunidad. Estos rasgos peculiares, lo distancian de los
enfoques habituales para la comprensión de los procesos de configuración espacial, y acercan a otros marcos operativos menos usuales en la
tradición académica, por su carácter cosmogónico o cosmocentrico, y de querencia por los espacios abiertos para uso lúdico ritual, escenario
de un tipo de monumentalidad arquitectónica escultórica (pirámides, templos, etc.), como expresión de una concepción cultural del espacio, y
ciencia simbólica que está en la base de su ordenación y sacralización.

Dicha concepción o enfoque cultural, permite entender el espacio andino, como contenedor de las primigenias guacakuna o centros sagrados
(Tiwanaku, Cusco, Pachacamak), y de diversas tipologías arquitectónicas, que se han sucedido a través del tiempo. Tomando como pretexto
la indagación sobre el espacio arquitectónico andino, se intenta proponer una estructura que evidencie la radical diferencia entre los conceptos
de waka o centro sagrado, y el de urbe o ciudad. La confrontación y el discernimiento sobre dichos conceptos, permiten dejar al descubierto la
transformación de la forma de ver y entender el mundo de las naciones originarias, por la imposición española, a través de la ocupación de los
lugares o centros sagrados, la superposición de tipologías edificatorias, so pretexto de extirpación de idolatrías; quizás por ello, digno de ser
estudiado en profundidad en estos tiempos de crisis de la ciudad y Arquitectura moderna, donde el “espacio público”, carece de importancia,
perdiéndose su carácter simbólico o lo que algunos denominan el genio o sentido del lugar.

Capítulo V. Investigaciones precedentes, han dado cuenta de un corpus de conocimientos de las ciencias del territorio y simbólica del hábitat
andino, que demuestran que las naciones que constituyeron la confederación del Tawantinsuyu, respondían a una estructuración integral con
el cosmos (Garcilaso de la Vega 1977); acorde a su propia forma de ver y entender el mundo. En este orden, en la waka principal o centro
sagrado del Cusco, heredera del prístino santuario de Tiwanaku, y sus principales centros provinciales , es posible encontrar las huellas de
una singular concepción cultural de manejo del espacio y relaciones con el entorno natural, mediante un sistema de líneas o rumbos (ceques),
que conectaban los distintos hitos sagrados, principalmente ríos, lagunas, montañas o cerros, y el cielo estelar, que viene desde épocas
antiquísimas, en el marco del continuum proceso civilizatorio andino, y se convierten en hitos imperecederos que determinan la ubicación de
los centros sagrados, pueblos, o centros provinciales, que devienen en centros cosmogónicos, a escala local, y regional, cuya configuración
no se reduce únicamente al espacio interno; sino que principalmente atiende, al espacio abierto, grandes plazas, que resultan indispensables
para sus prácticas rituales, festivas, y comunitarias, que sirven para religar a las comunidades al origen, así como, una íntima comunicación
con la Pachamama, según su particular pensamiento mítico y conciencia estética.

Los centros poblados o llaktakuna, y guamaní o capitales provinciales, todavía existentes y aquellos que son parte de vestigios arqueológicos,
son vistos como: aldeas, pueblos, centros ceremoniales, centros político-administrativos, o ciudades, entendida esta última, como una
organización espacial compleja que surgió en el seno de una determinada civilización y que marcaría el grado de desarrollo de los
asentamientos de población, estableciéndose agravios comparativos cuando no se encuentran los componentes espaciales equiparables al
término ciudad en el contexto cultural europeo, que se toma como referencia. Esta universalización del concepto ciudad, se torna atemporal,
porque al parecer se toman los componentes de la ciudad moderna y se trata de encontrarlos en los asentamientos de las distintas épocas,
sin siquiera establecer como estaban organizadas las llamadas ciudades en la Europa del siglo XVI y los centros poblados andinos, en el
momento del choque civilizatorio, para establecer una línea de tiempo del análisis espacial, el volumen arquitectónico que contenían,
concepto, uso y manejo del espacio y paisaje circundante; funciones, y servicios, a la población, etc., etc. Por lo tanto, es pertinente destacar
que la idea y forma de ciudad vigente en la Europa medieval o renacentista, con aquella organización espacial: llacta, waka o guamaní, que
encontraron los conquistadores en la confederación de naciones, conocida como Tawantinsuyu, obedecían a distintos presupuestos en su
configuración, y desde esos supuestos deben ser analizadas para dar cuenta del proceso que se suscitó y cuales han sido sus r esultados, a
partir del proceso de superposición de trazados debido a la fundación española de ciudades.

Capítulo VI. El estudio de la Arquitectura y sus fundamentos conceptuales, entendiéndola, como una expresión cultural o forma simbólica,
igual que el arte, el lenguaje, los mitos, la religión, y la ciencia; a partir, de la propia forma de ver y entender el mundo de quienes la
produjeron, es decir, desde su propia episteme tienen poca tradición en los países andinos. Destaca, la carencia de un enfoque desde la
concepción del espacio en general y la concepción del espacio arquitectónico en particular, a pesar, que en esta última, se reconocen como
componentes básicos a la naturaleza e historia, sin embargo, es importante recalcar que lo fundamental son las formas de ver y entender el
mundo que las sociedades tienen, lo que determina su concepción del espacio arquitectónico (G.C. Argan 1982). En este contexto, las
investigaciones, o estudios arqueológicos, antropológicos, historiográficos, etc., hasta ahora, de forma preponderante, hacen análisis de los
objetos arquitectónicos, poniendo énfasis en su forma y función; han descrito las edificaciones y sus detalles arquitectónicos o, rasgos típicos
del “estilo inka”, como la forma trapezoidal y ubicación de los vanos de acceso, nichos y ventanas, forma de los techos; los materiales y
métodos de construcción, elementos tecnológicos, diseño, etc.
En este contexto, es imprescindible, abordar los fundamentos o concepción del espacio, en la obra de Arquitectura 16, su valor y su significado,
por ahora divorciado de otras manifestaciones culturales o formas simbólicas, expresadas en el arte (lítico, cerámico, metalúrgico, textil), los
rituales (celebraciones de los acontecimientos astronómicos), el lenguaje, la ciencia, y el pensamiento mítico que lo concibió. A partir de un
enfoque integral para analizar las expresiones de la Arquitectura Andina (Pirámides truncadas, pirámides con rampa, Templos, observatorios,
y otras; a las que en el transcurso del tiempo se han ido agregando: complejos de edificaciones; casas de aposentos, casas de conocimiento,
casas de elaboración de objetos y bienes para el culto), ordenados en grandes espacios abiertos, dispuestas en kanchakuna, y kallankakuna,
producto del sentir y hacer comunitario, pues ellas nos acercan a comprender: ¿Cuáles eran las costumbres domésticas, sociales, y
espirituales de quienes la edificaron?; ¿Cuáles eran sus dudas, preocupaciones, y aspiraciones?; es decir, toda su cultura y formas
simbólicas, las cuales reflejan, sus formas de ser, pensar, y ver el mundo y su genio creador. Precisamente, la Arquitectura Andina, como
creación cultural, constituye una forma simbólica que representa y comunica la forma de concebir el espacio – tiempo; fruto del pensamiento
mítico simbólico, expresa, una concepción cosmogónica, a la que corresponde una serie de nociones de representación e identificación,
dimensiones espacial y temporal, formas de uso, manejo y ordenación; sentido y significación, entre otras, que tuvieron como máxima
expresión en la confederación de naciones conocida como Tawantinsuyu, por cierto heredera de otras grandes confederaciones que se
sucedieron en el milenario proceso de evolución autárquica de la civilización andina.

Capítulo VII. Los teóricos del Urbanismo Hispanoamericano o Iberoamericano17, plantean y reivindican como logro de la conquista española
en tierras americanas, la fundación de ciudades, con su respectivo modelo cuadricular, Arte y Arquitectura colonial como corolario, que tendría
sus antecedentes en la cultura occidental, remitiéndose, en el caso del trazado cuadricular, al griego Hipodamo de Mileto (Siglo V. a.C), el
esquema del cardo y decumanus romano, y otros ejemplos posteriores (Bastillas francesas; campamento de la reconquista española en
Santa Fé de Granada); dicho planteamiento tiene entusiastas seguidores entre los historiadores nacionales de la ciudad y Arquitectura,
quienes sin tener en cuenta los antiguos centros poblados, donde se muestran grandes establecimientos planificados y construidos mediante
un diseño que no sólo responde a características geométricas formales, que dicho sea de paso son fruto de la aplicación de conocimientos
astronómicos, sino también, y fundamentalmente a características de orden mítico simbólica, cosmogónica, y astronómica, en épocas mucho
más anteriores a la atribuida a Hipodamo, no se cansan de repetir esta teoría, y bien cabe una pregunta: ¿Por qué entre los estudiosos del
Urbanismo y Arquitectura colonial en el área cultural andina tiene aceptación dicho planteamiento?.

La respuesta, a nuestro parecer responde a dos aspectos fundamentales: en primer lugar, el enfoque metodológico en la mayoría de los casos
es aplicado y visualizado de forma sectorial; es decir, los esfuerzos realizados para comprender el proceso fundacional que ocurrió en la
confederación del Tawantinsuyu (actual sur de Colombia, Ecuador, Perú, Bolivia, Noroeste de Argentina, y norte de Chile), adolece de un
sesgo historicista que tiende a magnificar los acontecimientos estudiándolos como hechos estáticos aislados de su contexto y en base
únicamente a la consideración de un tipo determinado de fuentes documentales (Actas de fundación y Actas de cabildos, estudios
arqueológicos o antropológicos, etc.), lo cual, no permite establecer un enfoque integral o multidisciplinar que se apoye en una concepción
global del proceso socio espacial y cultural, en mutua y constante interacción, para entender el proceso de configuración tan complejo como
es la transmutación de la waka a la urbe. En segundo lugar, concomitante con lo anterior, la interpretación del fenómeno urbano-arquitectónico
que surge avanzada la primera mitad del siglo XVI, en los Andes, ha sido realizado en el marco de un esquema conceptual de referencia que
de forma implícita o explícita hace alusión a una concepción etnocéntrica de dicho fenómeno, unificando a partir de este siglo sobre los
mismos rieles, el proceso cultural andino, con la historia de la civilización occidental e integrándolo en condición subordinada a un proceso
civilizatorio único, desde donde es analizado bajo unos mismo parámetros, pautas, creencias, valores y tradiciones.

La herencia colonial registra la presencia de los monumentales complejos religiosos de las órdenes mendicantes que desde los organis mos
internacionales han merecido diversos enfoques teóricos e innovadoras técnicas para la conservación y restauración del patrim onio edificado,

16
Existen contados estudios, que introduzcan nuevos enfoques para la comprensión d e la Arquitectura Andina, entre los más recientes, podemos citar: “Arquitectura Andina.
Formas e historia de los espacios sagrados”. Adine Gavazzi. Apus Graph Ediciones, Lima 2010.
“Planificación de antiguas ciudades en la costa central peruana. Entre dio ses, rituales y estructuras simbólicas”. Miguel A. Guzmán Juárez. Proyecto libro digital. Primera
edición, Lima 2012; “Arquitectura Chancay. Espacios rituales del tiempo sagrado”. Miguel A. Guzmán. Editorial Universitaria Universidad Ricardo Palma, Lima 2016.
17
Urbanismo Español en América. Javier Aguilera R; Joaquín Ibañez M; Luis Moreno R. Madrid 1979. Estudios sobre la ciudad Iberoamericana. Francisco de Solan o.
CSIC, Madrid 1983. Arquitectura y Urbanismo en Iberoamerica. Ramón Gutierrez. Ediciones Cát edra, Madrid 1983. La ciudad Iberoamericana, CEHOPU, MOPU, Madrid
1987. La ciudad Hispanoamerica. El sueño de un orden. Fernando de Terán, CEHOPU, Madrid 1989. La ciudad Iberoamericana. Generalitat Valenciana, Valencia 1992.
desde las primeras preocupaciones por el objeto arquitectónico, se ha dado paso a la consideración del espacio público y entorno urbano,
pasando por la valoración de la arquitectura popular, las manifestaciones tangibles e intangibles de los pueblos, y últimamente el énfasis en el
paisaje histórico cultural. De la misma manera, hace falta una renovación de los enfoques interpretativos que dieron lugar, s iguiendo con el
símil arquitectural, al edificio de la Historiografía urbana hispanoamericana, en particular andina, de manera que pueda ser reconstruido,
mediante nuevas interpretaciones desde la propia forma de ver y entender el mundo de las culturas andinas o epistemología del espacio
cultural y arquitectónico, es decir, la arqueología mental de sus creadores, que exige una interpretación descolonizadora del fenómeno en
cuestión, que a todas luces aparece como una contraposición, a los criterios sobre el origen de la ciudad hispanoamericana que tienen
pretensiones de afirmación categórica al uno y otro lado del continente, impartiéndose a través de la historia oficial en los centros educativos
desde la enseñanza básica a la superior.

Capítulo VIII. La configuración del espacio arquitectónico andino, parte de la concepción que el macrocosmos se refleja en el microcosmos, lo
que alude a la multidimensionalidad de Pacha (Awa, Anan, Kay, y Uku Pacha); la identificación de un centro a partir del cual efectuar la
división del espacio que permite determinar la orientación de las cuatro regiones cardinales (Anti, Cunti, Chinchay y Colla suyu), y el recorrido
(hacia arriba, Anan saya; y hacia abajo, Urin saya) de las figuras celestes particularmente el Sol para el control de los principales eventos
astronómicos relacionados con el ciclo agroecológico y las festividades rituales, durante el año. Estas dimensiones del espacio, se
complementan con los cuatro cuerpos de los que se compone el ser humano o microcosmos, a saber: Cuerpo físico, es la materia, agua,
minerales, que constituyen el cuerpo humano (runa). Cuerpo energético, es el “sinchi o kamasa”, la energía vital, que hace mover al cuerpo
físico, está bordeando al cuerpo físico de la cabeza a los pies, cuando una persona muere, el “sinchi”, ya no está en su cuerpo que ha
quedado inerte. Cuerpo astral, propio del inconsciente, aparece en el mundo de los sueños, y se expresa a través de imágenes simbólicas.
Cuerpo espiritual, conforma la esencia del “atun runa” realizado, que distingue su personalidad y plenitud de vida.

En consecuencia, se postula que el hábitat o espacio arquitectónico, debe expresarse en cuatro dimensiones, considerando que la
Arquitectura, es una forma simbólica que responde a una creación cultural, en orden a una forma de ver y entender el mundo. Entonces:
¿Cuáles serían las cuatro dimensiones del espacio arquitectónico andino?; al respecto, desde Marco Vitrubio, en la cultura occidental se
consideran tres principios básicos en la obra arquitectónica: Firmitas (materialidad), Utilitas (funcionalidad), y Venustas (Belleza). En la cultura
andina, teniendo en consideración que la morada de los runas, es una obra viva que responde a su concepción cultural (representación del
macrocosmos, en el microcosmos), el espacio arquitectónico andino, debería reflejar, esta particularidad; es decir, se expresaría, a través, de
cuatro dimensiones, a saber: la tectónica (materialidad o resistencia); la sacra (funcionalidad, orientada a la ritualidad); la cosmogónica –
contextual (representatividad del mundo celeste en el mundo terrestre, lo que es arriba es abajo, e integración con el paisaje, belleza); y la
mítico-simbólica (rememoranza del hecho originario y del orden cósmico), cada una, respondiendo a su propia particularidad, pero integradas
e interrelacionadas, como ocurre en la correspondencia entre el macro y microcosmos.

Finalmente, decir que la elaboración de este trabajo, ha resultado arduo e intrincado, luego de varios años de estar bregando en estos
campos, considero, que aquellos primeros esfuerzos por entender: la forma, símbolo, y significado cultural del espacio vivencial, sentaron las
bases, para la comprensión del pensar el espacio andino, desde su propia concepción cultural, o mejor, de las naciones originarias y sus
correspondientes culturas, que ha significado, al mismo tiempo, sino, romper con el paradigma teórico, abstracto, conceptual y universal de la
razón instrumental moderna, al menos un alejamiento, que ha permitido, reconocer el lenguaje de lo analógico, participativo, simbólico, y
metafórico, es decir, establecer la conexión con el olvidado lenguaje del ser y estar, por la doble vía del logos de la razón y el logos del mito,
que se reflejan en el arte de concebir el espacio andino.

Destruir una nación, no requiere el uso de bombas atómicas, o misiles de largo alcance, sólo se precisa ocultar su
legado ancestral, fomentar el desprecio a su Patrimonio cultural e ignorancia de su propia historia milenaria.
Por ello debemos escuchar la voz de piedra que retumba con alcance continental:
PUEBLOS Y NACIONES ANDINAS, RECONQUISTAD VUESTRA CULTURA.

Quito, Tiempos de Pandemia, 2020-2021

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