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. Mi Novela Favorita .

El caballero
Abraham Valdelomar Pinto

Carmelo
PRIMER BLOQUE Esta, hombre, sí, esta.
NARRADOR NARRADOR
Un día, justo después del desayuno, cuando el sol empezaba El árbol había crecido y se mecía, armoniosamente, con la
a calentar, desde la reja vimos aparecer, en el fondo de la brisa marina. Mi hermano lo tocó, limpió cariñosamente las
plazoleta… un jinete. Venía en un bellísimo caballo de paso y hojas que le rebozaban la cara…
llevaba un pañuelo al cuello que se agitaba al viento. ROBERTO
ANFILOQUIO Gracias, papá. (conmovido) Vengan, hermanitos, vengan a
Creo que es…¡Mamá! ¡Mamá, ven! ¡Mamá! ¡Mira una cosa! ver lo que les he traído.
NARRADOR (continúa) NARRADOR
Bajo su montura lucía un pellón sampedrano de sedosa ANFILOQUIO:¿Nos has traído regalos?
cabellera negra y, detrás de su montura, una alforja ROBERTO :Sí. Les he traído regalos.
rebosante. NARRADOR
MADRE (entonces) ¡Sí! (ahora) Sí. Se ha acordado de nosotros todo
Dios mío, es… el tiempo. Sobre la mesa del comedor está su alforja llenecita
ANFILOQUIO de regalos. Y Roberto fue sacando, y fue entregando a cada
¡Roberto! ¡Es el hermano Roberto! uno de nosotros cada cosa. ¡Y qué cosas tan ricas que eran!
NARRADOR (continúa) ROBERTO .Este quesito es para la mamá.
El jinete picaba espuelas en dirección a la casa. Le MADRE :Ay, hijito, te acordaste de lo que me gusta, muchas
reconocimos. Era el hermano mayor que volvía después de gracias, eres tan bueno.
años. Corrimos atropelladamente, gritando: NARRADOR
JESUSA: ¡Hermano! Tres quesos frescos y blancos envueltos por la cintura con
HÉCTOR: ¡Hermanito! paja de cebada en la quebrada de Humay…
ROSA : ¡Ha vuelto, ya ha vuelto! ROBERTO :¡Y esto es para la golosa de Jesusa…!
MADRE :¡Por fin llegó! ¡Hijito, ay hijito! JESUSA :(feliz) ¡Mmm! ¡Para mí hermano! ¡Gracias, muchas
SE HA IDO ACERCANDO CABALLO DE PASO SOBRE gracias!
CALLE EMPREDRADA. NARRADOR
ROBERTO Eran chancacas hechas con cocos, nueces, maní y
¡Hola chicos, qué emoción! Buenos días, madre. almendras…
MADRE :Entra, entra al patio, hijo… ¡Hijo! ¡Déjame abrazarte! ROBERTO
Y esto…
ROBERTO :Buenos días, papá. ANFILOQUIO
CAMINAN POR LA CALLE DE TIERRA ACOMPAÑANDO AL ¡Por dónde no habrá viajado!
CABALLO. COMENTANDO. ROBERTO ¡Por todas partes, y esto es para ti, Anfiloquio!
PADRE :Bienvenido, hijo. ANFILOQUIO :Gracias, hermano.
NARRADOR
NARRADOR Le dio unos frijoles colados en sus hermosas calabacitas,
Con su ropa empolvada aún, Roberto recorría las pintadas encima con un rectángulo de su propio dulce, eran
habitaciones rodeado de nosotros. de Chincha Baja.
PASEO DE ROBERTO. ROBERTO
ROBERTO Y esto para Héctor.
¿Y la higuerilla? HÉCTOR
NARRADOR ¡Gracias, hermanito, gracias!
Buscaba entristecido aquel árbol cuya semilla sembrara él ROSA
mismo antes de partir. Hermano, ¿te vas a quedar a vivir?
PADRE ROBERTO
¡Estás parado debajo, hijo! Me voy a quedar un tiempo, hermanita, sí me voy a quedar.
ROBERTO NARRADOR
¿Qué? ¿Esta es la higuerilla que yo sembré? ¿Y para papá? le preguntamos cuando terminó de repartir.
PADRE ROBERTO

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Nada…
NARRADOR
(entonces) Cómo ¿nada para papá? (ahora) Y Roberto
sonrió, y llamó al sirviente y le dijo:
ROBERTO ¡Ya puedes traer al Carmelo!
PADRE ¿El Carmelo?
NARRADOR
A poco volvió el sirviente con una jaula con un gallo adentro.
ROBERTO ¡Para papá!
NARRADOR
… Dijo mi hermano.
PADRE ¿Un gallo, hijo?
ROBERTO Sí, papá. Un gallo fino. Muy fino es, papá.
Para que mejores la raza, pues, papá. ¡Para que juegues y
ganes como antes, como siempre nos has contado! Míralo.
¡Mira qué estampa que tiene!
NARRADOR
El gallo, ya libre, estiró sus cansados miembros, agitó las alas
y cantó.
CANTA EL CARMELO. MÚSICA.
NARRADOR (continúa)
Esbelto, magro, musculoso y austero, la afilada cabeza roja
del Carmelo era la de un hidalgo altísimo, caballeroso,
justiciero y prudente. Agallas bermejas, delgada cresta de
encendido color, ojos vivos y redondos, mirada fiera y
perdonadora, acerado pico agudo… La cola hacía un arco de
plumas tornasoles, su cuerpo de color carmelo avanzaba en
el pecho audaz y duro. Las piernas fuertes, cubiertas de
escamas, parecían las de un armado caballero medieval.
MÚSICA. CANTA EL CARMELO.

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. Mi Novela Favorita .
Esta tarde hablo con él, papá.
SEGUNDO BLOQUE NARRADOR
El gallero comenzó a venir dos veces por semana, pero antes
NARRADOR de la pelea vino seis días seguidos a preparar al Carmelo. A
Pasaron los días, y los meses se fueron convirtiendo en años. nosotros ya no nos permitían ni verlo.
El Pelado murió de muerte natural, es decir que no nos lo NARRADOR
comimos nunca… y el Carmelo siguió jugándose la vida Y llegó el día terrible. El 28 de julio, día de la independencia
ganando más y más jugadas, y luego menos, y luego se fue de la Patria. Nunca más tristes las fiestas. Amaneció nublado
retirando de las galleras, intacta su fama de invicto y de y frío. La mañana pasó con todos en casa pensando en una
valiente. Pero una tarde, mi padre, después del almuerzo, nos sola cosa. Después del almuerzo vino don Justo, el gallero y,
dio la noticia. con cuidado y parsimonia, trajo del corral al patio la jaula
ALCALDE donde vivía el Carmelo, con el Carmelo dentro. Luego, de una
No es de raza, pues, don Anfiloquio, se lo digo con todo caja llena de algodones, sacó una media luna de acero con
respeto. No es de raza. unas pequeñas correas.
PADRE :Por favor, don Ramiro, no diga esas cosas usted. Era la navaja, la espada del soldado.
ALCALDE PADRE
Más bien mi Ajiseco sí es un gallo de raza. ¿Está bien afilada?
Ha ganado más peleas que su Carmelo. GALLERO
PADRE Por supuesto, don Anfiloquio. Mire usted.
El Carmelo, tal como está, liquida a su Ajiseco, Alcalde. Con NARRADOR
los años también viene la experiencia. Ese gallo está invicto El gallero probaba la navaja con la uña, delante de mi padre.
de treinta y cuatro peleas, y peleará treinta y cinco, Alcalde, PADRE
para liquidar a su Ajiseco. Estoy hablando en serio. Está buena.
ALCALDE GALLERO
¿El 28 de julio, en San Andrés? Es la misma navaja que usa el Carmelo desde chico, don
PADRE Anfiloquio. Esta navaja le ha dado sus buenos triunfos a ese
En San Andrés el 28, don Ramiro. Hecho. gallito.
PADRE NARRADOR
Que no era un gallo de raza me dijeron del Carmelo. Qué El gallero cargó al Carmelo en sus brazos como a un niño. Y
podía yo hacer. se pusieron en camino. Iban por delante mi padre con
ROBERTO Roberto… un paso detrás caminaba el gallero con el Carmelo
en brazos y los seguía un criado llevando la cuchilla.
Sólo lo que hiciste, papá. No había otra. ¿Dentro de un mes?
Cerraban el silencioso cortejo mis dos hermanos mayores,
NARRADOR Anfiloquio y Héctor. Mi madre, con el rostro serio, los miraba
Sí. Dentro de un mes mi padre tocaría al Carmelo con el partir con mis dos hermanas prendidas de sus manos.
Ajiseco del alcalde Ramiro. Ese era un gallo vencedor, como (pausa)
el nuestro, en muchas lides singulares.
Yo los miraba irse sin saber qué hacer. Yo era hijo hombre, y
ROSA por tanto podía ir a las peleas de gallos, pero era el hijo
Pero papá… el Carmelo está ya viejito el pobre. menor, menor que mi hermana Rosa, y eso me tenía en duda.
PADRE A lo mejor mi padre me hacía volver. Eso sería terrible. Pero a
Por eso mismo sabe más que ese otro. lo mejor yo no quería ir a ver morir al Carmelo. Ya el cortejo
HÉCTOR se había ido pero mis hermanas y yo todavía estábamos
como alelados, mirando el portón de la calle, cuando mi
Pero es que… pero es que no va a poder, papá. hermanita Jesusa se soltó de la mano de la mamá, corrió
NARRADOR hacia mí y me dijo un secreto.
El Carmelo iba a entrar en combate, iba a luchar a muerte, JESUSA
cuerpo a cuerpo, con un gallo más fuerte y más joven. Hacía (en voz baja) Anda junto con él… ¡Anda y cuídalo, pobrecito!
ya tres años que estaba en casa, envejeciendo mientras
crecíamos nosotros. ¿Por qué esa crueldad de hacerlo NARRADOR
pelear? Y se llevó la mano a los ojos y se echó a llorar en silencio. Yo
PADRE salí precipitadamente. Se alejaba el cortejo del Carmelo. Tuve
que correr unas cuadras para poder alcanzarlos. Y nos
El Carmelo siempre ha ganado y por eso mismo sabe mucho, pusimos camino al famoso coliseo de gallos de San Andrés.
hijos. No se preocupen. Va a ganar otra vez.
ROBERTO
TERCER BLOQUE
¿Quieres que traiga al gallero, papá?
MÚSICA. SONIDO DEL MAR. CACAREO QUEDO.
PADRE
Sí. Trae a don Justo. Es el mejor. Y conoce bien al Carmelo.
NARRADOR
ROBERTO

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La pequeña procesión que llevaba al gallo Carmelo se puso Así es la vida de los gallos de pelea, pues. Ella tiene que
en camino a buen paso al pequeño puerto de San Andrés. entender eso.
Quien sale de Pisco, de la plazuela sin nombre, salitrosa y HÉCTOR
tranquila, que está vecina a la Estación… si dobla por la calle Mi mamá no lo entiende.
del Castillo que se alarga hacia el sur, pues se encuentra con
ROBERTO
una plazuela donde queman a Judas el Domingo de Pascua
de Resurrección. Al lado del poniente extiende el mar su Porque nadie le explicó de chica, pues, hermanito. Por eso no
manto verde, y se puede ver su espuma tejiendo complicados le gustan los gallos.
encajes al besar la orilla. Caminamos, acompañando al HÉCTOR
Carmelo, por esa playa. Ah…
ROBERTO CAMINAN EN SILENCIO.
Es largo el camino, papá. ¿No te vas a cansar? NARRADOR
PADRE En estas horas del medio día, cuando el aire invita al sueño
Con tal de que no se canse el Carmelo, yo estoy bien… en la sombra, junto a su bote está un pescador abuelo
GALLERO remendando una red, y sus toscos dedos anudan el lino que
mañana quizás va a enredar al sorprendido pez. Más allá,
Aquí va bien comodito, don Anfiloquio.
una abuela raspa el lomo plateado de los pescados que esta
NARRADOR
madrugada trajo la lancha de su hijo. Saltan al sol, como
Siguiendo hacia el sur, se va por un camino estrecho y chispas, las escamas, y un perro husmea en los despojos.
arenoso, con el mar a la derecha, y a la izquierda una
CAMINAN EN SILENCIO.
angostísima faja, a ratos fértil, a ratos infecunda, detrás de la
cual se extiende el desierto cuya entrada vigilan, de trecho en NARRADOR
trecho, como centinelas, una que otra palmera desmedrada y ¿Dónde es la pelea?
alguna higuera nervuda y enana. Las palmeras se unen en ROBERTO
pequeños grupos, como si fueran peregrinos con miedo de En la gallera de la plaza. ¿Nunca has estado?
cruzar el desierto. NARRADOR
HÉCTOR No. Nunca.
Para allá está San Andrés, ¿no papá? ROBERTO
PADRE Ya era hora.
Sí. Para allá. NARRADOR
ANFILOQUIO De llegar sería ya hora. Qué curioso, no hay nadie por las
Falta un montón. Ya ves, ¡yo te dije que no ibas a aguantar! calles.
CAMINAN EN SILENCIO. ROBERTO
NARRADOR Es mediodía.
Siguiendo el camino, se divisaba, en la borrosa y vibrante NARRADOR
vaguedad marina, el puerto de San Andrés de los (ahora)
Pescadores. Es una aldea que eleva sus casuchas entre la
Al medio día no transitan las personas y nada turba la paz en
rumorosa orilla y el estéril desierto. Allí las palmeras se
aquella aldea, cuyos habitantes no son más numerosos que
multiplican y las higueras le dan a los hogares una sombra
los dátiles de sus veinte palmeras.
plácida y fresca y todas sus flores dan higos que al madurar,
revientan. HÉCTOR
HÉCTOR ¿Esto ya es San Andrés?
Los higos son de verano, ¿no papá? GALLERO
PADRE Sí, niño. Es tito no más es.
Sí, hijo. NARRADOR
CAMINAN EN SILENCIO. Habíamos llegado. Banderas peruanas se agitaban sobre las
casas por el día de la Patria, que allí sabían celebrar con esa
HÉCTOR
gran jugada de gallos en la que estaba por participar nuestro
(serio) Y si se muere el Carmelo, papá… Quién se lo dice a la Carmelo. Irían con sus gallos y a apostar los hacendados y
Jesusa. hombres ricos de todo el valle.
PADRE HÉCTOR
Yo se lo digo, hijo. Yo se lo digo. ¿Por dónde es?
HÉCTOR GALLERO
Va a llorar. Por acá.
ANFILOQUIO PADRE
Ya estaba llorando cuando salimos de la casa. Por allá.
HÉCTOR ANFILOQUIO
Por eso. ¿Don Justo, está bien el Carmelo?
PADRE GALLERO

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Esperando no más está, joven. Vamos a ver.
HÉCTOR NARRADOR
¿Usted cree que tendrá miedo? Algunos traían botellas de aguardiente, otros—los hombres
GALLERO ricos— sacaban de sus bolsillos grandes habanos que
Él sabe dónde estamos yendo. Y quiere llegar rapidito. prendían con mucho alarde.
HÉCTOR GENTE LLEGANDO. (segundo plano)
¿Para pelear? PÚBLICO UNO
PADRE Por acá, no demasiado cerca.
Para ganar, hijo. El Carmelo está yendo a ganar. PÚBLICO DOS
NARRADOR Chico, tráeme una botella de cerveza.
Yo espié, a la disimulada, la cara del Carmelo, que miraba PÚBLICO UNO
todo desde su cuna en los brazos de don Justo. Sí… por la ¿Quién tiene fósforos?
forma en que miraba y movía la cabeza hacia todos lados… NARRADOR (continúa)
parecía como que estuviera ansioso por jugarse la vida. Al frente de nosotros entró y se sentó el juez, en primera fila,
PADRE y a nuestra derecha entró y se sentó don Ramiro, el dueño
Aquí es. del enemigo, el Ajiseco. Un cortés movimiento de cabeza y un
NARRADOR leve toque al sombrero fue el saludo que le hizo a mi padre,
quien le correspondió de igual manera. El coliseo ya estaba
Una frondosa higuera con sus ramas enarcadas daba acceso
casi lleno cuando sonó una campanilla, se acomodaron las
al coliseo de los gallos.
gentes y empezó la fiesta.
AMIGO DOS
JUEZ
Buenas tardes, don Anfiloquio.
¡Primera!
NARRADOR
NARRADOR
Entramos.
Salieron por lugares opuestos dos hombres, cada uno con un
AMIGO DOS gallo en los brazos. ¿Dónde estaba nuestro gallo? No me
Lo estábamos esperando. atreví a preguntárselo a mi padre, quien conversaba con sus
PADRE amigos, evaluando las posibilidades de uno y otro contendor.
Buenas tardes. EVALUANDO A LOS GALLOS
NARRADOR (segundo plano)
No había mucha gente aún. PADRE
AMIGO TRES Qué piensa usted, amigo.
Tome asiento por aquí, don Anfiloquio. AMIGO UNO
AMIGO UNO Creo que el flaco, don Anfiloquio. Lo veo más fuerte.
Don Anfiloquio, buenas tardes. PADRE
PADRE Y más joven.
Buenas tardes. NARRADOR (continúa)
AMIGO UNO Los dos hombres lanzaron a sus gallos al ruedo con un
Buenas, joven. singular ademán. Brillaban las cuchillas que tenían amarradas
ROBERTO en sus espolones. Se miraron los adversarios. Eran dos
gallos de débil contextura, y uno de ellos cantó. Colérico
Buenas tardes, señor. respondió el otro echándose en medio del circo.
PADRE (pausa)
(de buen humor) Buenas tardes, buenas tardes. Los dos gallos se miraron fijamente, alargaron los cuellos,
AMIGO UNO erizadas las plumas, y se acometieron.
Don Ramiro me pidió que le participara sus saludos, don ALAS, PLUMAS QUE VUELAN, GALLOS ATACÁNDOSE.
Anfiloquio. Y quiere apostar con usted. GRITOS DE MUCHEDUMBRE.
PADRE MUCHEDUMBRE
Salúdelo de mi parte y pregúntele cuánto quiere apostar, don (entre otras voces)
Alberto. ¡Ahí van! ¡Cinco libras al rojo! ¡Aquí las tiene!
AMIGO UNO NARRADOR
Ya vuelvo, entonces, don Anfiloquio. Muchas gracias. Hubo ruido de alas, plumas que volaron, gritos de la
NARRADOR muchedumbre, y a los pocos segundos de jadeante lucha
Se acercaba la hora programada para la primera pelea, y la cayó uno de ellos.
gente comenzaba a llegar y sentarse. MUCHEDUMBRE SE CALMA.
ROBERTO NARRADOR (continúa)
Te va a querer apostar mucha plata, papá. La cabecita afilada y roja del gallo perdedor besó el suelo, y
PADRE se oyó la voz del juez:
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JUEZ Quién a quién.
¡Ha enterrado el pico, señores! HÉCTOR
NARRADOR No sé.
El vencedor batió las alas. Aplaudió la multitud, no sé bien a NARRADOR
quién ni a qué, y ambos gallos, sangrando, fueron sacados (entonces) Quizá no muera nadie.
del ruedo. La primera jornada había terminado. (ahora) Soltaron a los dos rivales sobre la arena. Nuestro
HÉCTOR Carmelo, comparado con el otro, era un gallo viejo y
Ahora viene el Carmelo. achacoso. Todos apostaban al enemigo, como augurio de
ANFILOQUIO que nuestro gallo iba a morir.
No, todavía. APUESTAS POR EL AJISECO. (segundo plano)
HÉCTOR APOSTADOR UNO
Vas a ver. Veinte soles al Ajiseco.
NARRADOR APOSTADOR TRES
Quién te ha dicho. Cinco soles al Carmelo.
HÉCTOR APOSTADOR CUATRO
Está en la pizarra al entrar. Cincuenta soles al Ajiseco.
NARRADOR DON RAMIRO
Jura. (fuerte)
HÉCTOR ¡Suerte, don Anfiloquio!
Anda míralo, si quieres. PADRE
ROBERTO ¡Suerte al que más la necesite, don Ramiro!
Ahora viene. NARRADOR
NARRADOR Una vez frente al enemigo, el Carmelo agitó las alas y cantó.
Efectivamente. El otro, que en verdad parecía ser un gallo fino de distinguida
sangre y alcurnia, hacía cosas tan petulantes como humanas:
JUEZ
miraba con desprecio a nuestro gallo y se paseaba como
¡El Ajiseco y el Carmelo! dueño de la cancha.
NARRADOR HÉCTOR
Un rumor de expectación vibró en el coliseo. Sonó la (susurro) ¿Cuánto dura una pelea?
campanilla del juez y yo empecé a temblar.
ROBERTO
AMIGO UNO
(susurro) Comienza y termina.
Don Ramiro dice que apuesta cien soles, don Anfiloquio.
NARRADOR
PADRE
Se endurecieron los ánimos de los adversarios, los dos gallos
Cien soles será, pues, entonces. Aquí tiene. llegaron al centro y alargaron sus erizados cuellos, tocándose
AMIGO UNO los picos.
Ya. Voy a participarle, don Anfiloquio. ROBERTO
NARRADOR (susurro para sí) Ese Carmelo sabe lo que hace.
Esos cien soles que había apostado mi padre por nuestro NARRADOR
Carmelo. El Ajiseco dio la primera embestida. Se entabló la lucha.
¿Eran una muestra de confianza en nuestro gallo o apenas BATIR DE ALAS SOBRE SILENCIO.
un signo de vanidad o de orgullo?
ORACIÓN POR EL CARMELO:
En medio de la expectación general, salieron don Justo, con
(susurro inaudible) Dios te salve María, llena eres de Gracia…
nuestro gallo, y otro hombre con el Ajiseco en los brazos.
NARRADOR
ANFILOQUIO
Las gentes presenciaban la singular batalla, mientras yo, para
Dios, ahí está.
mis adentros, rogaba a la Virgen que sacara con bien a
HÉCTOR nuestro viejo paladín.
¿Qué va a pasar? ROBERTO
ROBERTO (susurro)
Tranquilos, chicos. Tranquilos. Pase lo que pase, nada de llorar. Están en la gallera y papá
NARRADOR es el dueño de ese gallo. Se aguantan hasta que lleguen a la
Yo tenía los ojos cerrados. Pero se hizo un profundo silencio casa. ¿Me han escuchado?
que me obligó a abrirlos. Los dos entrenadores se estaban ANFILOQUIO
mirando y los dos gallos se miraban también. Sí.
HÉCTOR ROBERTO
Lo van a matar. Palabra, entonces.
ANFILOQUIO HÉCTOR Y ANFILOQUIO
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Palabra. HÉCTOR
HÉCTOR ¡Eso!
Ya. ANFILOQUIO
ROBERTO ¡Bravo, eso!
¿Anfi? ROBERTO
ANFILOQUIO ¡Ese es mi gallo!
Ya, está bien, no voy a llorar tampoco. NARRADOR
ROBERTO ¡Bravo! ¡Bravo! (pausa) Pero se recuperó el Ajiseco y
¿Y tú? ¿Vas a llorar? entonces la lucha fue cruel e intensa.
NARRADOR HÉCTOR
(ahora) Roberto, Roberto, van a morir los dos.
No. No voy a llorar. Porque el Carmelo no se va a morir, ¿ya? ROBERTO
¡El Carmelo no se va a morir! Tranquilos, hermanitos, tranquilos.
NARRADOR
(ahora más fuerte) Dios te salve María, llena eres de Gracia…
CONTINÚA EN SEGUNDO PLANO LA ORACIÓN DEL
NARRADOR.
NARRADOR
El Señor es contigo, bendita Tú eres entre todas las mujeres y
CUARTO BLOQUE bendito
NARRADOR
GALLERA LLENA. MUCHEDUMBRE. APUESTAS. Por fin, una herida grave hizo caer al Carmelo, jadeante…
CACAREO. CAÍDA DEL CARMELO. (segundo plano)
HÉCTOR
NARRADOR ¡Dios mío!
Se batía el Carmelo con todos sus aires de experto luchador, ANFILOQUIO
acostumbrado a las artes azarosas de la guerra. APUESTAS. ¡Ay, ay Dios, ay Dios…!
NARRADOR (continúa) ROBERTO
Cuidaba poner las patas armadas en el pecho enemigo. Tranquilos, tranquilos.
COMENTARIOS DEL PÚBLICO. NARRADOR (continúa)
HÉCTOR ¡Bravo Ajiseco! comenzaron a gritar sus partidarios, creyendo
El Carmelo nunca pica. ganada la pelea.
ROBERTO FALSO TRIUNFO DEL AJISECO.
No pica porque eso es de cobardes, hermanito, los gallos (segundo plano)
bravos nunca pican. HOMBRES
NARRADOR —¡Bravo,Ajiseco!
El Ajiseco, bravucón y necio, todo quería hacerlo a punta de —¡Vayan sacando su plata!
aletazos y golpes de fuerza. —¡Ganó el Ajiseco!
(pausa) Jadeantes, se detuvieron un segundo. —¡Hace unos años, ese Carmelo era bueno…!
HÉCTOR —¡Siempre supe que no tenía casta!
Está sangrando, mira, mira, está sangrando. —¡Pura pinta es ese Carmelo!
NARRADOR NARRADOR (continúa)
Un hilo de sangre corría por la pierna del Carmelo. Pero el juez, atento a todos los detalles, dijo:
ROBERTO JUEZ
Ni lo siente, tranquilo, ni lo siente. ¡Aún no ha enterrado el pico, señores!
DON RAMIRO NARRADOR
¡Cien soles más, don Anfiloquio! En efecto, se incorporó el Carmelo. LOS CHICOS SIGUEN
PADRE LA PELEA. (segundo plano)
¡Cómo le gusta perder a usted, don Ramiro! HÉCTOR
DON RAMIRO Ahí está
Veremos, veremos. ANFILOQUIO
NARRADOR Levántate, levántate, Carmelito…
Algunos ya felicitaban a don Ramiro. En un nuevo encuentro, ROBERTO
nuestro Carmelo cantó, se acordó de sus tiempos y acometió ¡Ahí está!
con tal furia, que desbarató al Ajiseco de un solo impulso.
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ANFILOQUIO PADRE
No está bien, creo que no está bien. Cómo anda.
HÉCTOR GALLERO
Qué va a pasar, Roberto, qué va a pasar. Se va a salvar, don Anfiloquio, este gallo es muy bravo, es
ROBERTO un gallo de pelea de verdad.
Tranquilos, tranquilos ROBERTO
NARRADOR (continúa) Lo compré en Caucato, de un criador famoso.
Su enemigo, como para humillarlo, se acercó a él, pero sin GALLERO
hacerle daño. Nació entonces, en medio del dolor de la caída, ¿Cómo se llamaba,joven?
todo el coraje de los gallos de Caucato. Incorporado el ROBERTO
Carmelo, como un soldado herido, acometió de frente y en
Salinas.
definitiva sobre su rival, con una estocada mortal.
GALLERO
(presente) ¡Bravo, bravo Carmelo!
Salinas, sí, buena cría, muy buena raza.
TRIUNFO DEL CARMELO.
PASOS SOBRE ARENA, EN SILENCIO. SONIDO DE MAR.
ROBERTO
HÉCTOR
(grito de júbilo)
Papá. Papá. Qué le decimos a la mamá.
¡Eso es! ¡Ese es mi gallo!
PADRE
NARRADOR
Cómo qué le decimos.
El Carmelo había triunfado con lo último de sus fuerzas. Se
quedó de pie un momento, esperando que el Ajiseco plantara HÉCTOR
el pico. Sólo cuando lo vio enterrar la cabeza se dejó caer. Qué le decimos, pues, si se muere el Carmelo.
Había ganado la jugada. Felicitaron a mi padre mientras PADRE
resonaba un grito: No se va a morir, hijo.
FELICITACIONES A DON ANFILOQUIO: HÉCTOR
AMIGO UNO ¿Seguro?
Lindo gallo, lindo gallo, don Anfiloquio. (segundo plano) PADRE
AMIGO DOS Seguro. Lo vamos a salvar, ya vas a ver.
Felicitaciones por ese gallo, amigo. PASOS SOBRE ARENA, SEIS PERSONAS EN SILENCIO.
DON RAMIRO ANFILOQUIO
Debo felicitarlo, don Anfiloquio. Pero el algo intervino la Roberto. Oye, Roberto…
suerte, creo yo. ROBERTO
PADRE Qué.
(contento) ANFILOQUIO
En algo, en algo siempre interviene… ¿El Carmelo tiene hijitos?
ROBERTO ROBERTO
¡Viva el Carmelo! ¿Qué dices?
HOMBRES ANFILOQUIO
—¡Viva el Carmelo! Que si el Carmelo tiene hijos.
—¡Viva el Carmelo! ROBERTO
—¡El mejor gallo de todo Ica! Claro que tiene. Varias nidadas tiene.
—¡Carmelo, Carmelo, Carmelo, Carmelo! ANFILOQUIO
NARRADOR (alivio) Ya.
Yo y mis hermanos lo recibimos y lo condujimos a casa, ROBERTO
atravesando por la orilla del mar el pesado camino, y Por qué preguntas eso.
soplando aguardiente bajo las alas del triunfador, que
ANFILOQUIO
desfallecía.
No, nada, por saber.
PADRE
ROBERTO
Vamos, chicos, vamos, vamos, apuren.
Qué te pasa.
GALLERO
ANFILOQUIO
Sóplele, sóplele bajo el ala, joven.
Nada, nada.
SOPLIDO CON AGUARDIENTE.
ROBERTO
ROBERTO
El Carmelo no se va a morir,¿me escuchas?
No se angustien, chicos, el Carmelo es bravo, el Carmelo va
a morir de viejo. ANFILOQUIO
PASOS SOBRE ARENA, SEIS PERSONAS EN SILENCIO. (impaciente)
¡Ya, ya!
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ROBERTO No me gusta, no me gusta que mueran los gallos, no me
¿No me crees? gusta, yo nunca voy a ir a ver pelear a los gallos.
ANFILOQUIO NARRADOR
(igual) ¡Sí, ya, te creo…! Dos días estuvo el Carmelo sometido a toda clase de
NARRADOR cuidados.
Cuando llegamos a la plazoleta, vimos que la Rosa y la MADRE
Jesusa estaban esperándonos a la puerta de la casa. Habían ¿Cómo ha amanecido?
estado ahí toda la tarde, y en cuanto nos vieron, vinieron a ROBERTO
nuestro encuentro, corriendo en silencio. No sé, mamá. No he ido a verlo todavía.
DOS NIÑAS CORREN. MADRE
JESUSA (sin cariño) Llévale este maicito.
¿Está… el Carmelito se ha…? ROBERTO
ROBERTO Gracias, mamá.
Está vivo, hermanita. NARRADOR
OCHO PERSONAS CAMINAN EN SILENCIO SOBRE LA Mi hermana Jesusa y yo lo alimentábamos. Le poníamos el
VEREDA. maíz en el pico, pero el pobrecito no podía comer ni
ROSA incorporarse.
¿Ganó? NARRADOR
PADRE (entonces) Dale otro granito, Jesusa.
Claro que ganó, Rosita. Por supuesto que ganó. JESUSA
CAMINAN EN SILENCIO ¿Y si lo agarrabas y lo parabas?
JESUSA NARRADOR
Y por qué no se mueve. (entonces) Le puede hacer mal.
GALLERO JESUSA
Está cansado, niña. Fue una pelea muy fuerte. No parece que me viera, oye…
CAMINAN EN SILENCIO NARRADOR
NARRADOR (entonces) Sí te está mirando con su ojito.
Mi madre estaba a la puerta. Con un gesto le preguntó a mi MADRE
padre cómo le había ido. Y mi padre, con otro gesto, le dijo Anfiloquio, ¿te das cuentade lo que les has hecho a los
todo. chicos?
MADRE PADRE
(resignada) Ay, Dios mío, Dios mío, Dios mío, ¡para qué hizo ¡Pero mujer, qué les he hecho!
Dios los gallos de pelea! MADRE
GALLERO Les vas a dar la pena más grande de sus vidas.
¿Tendrá usted un poquito de agua caliente, señora? PADRE
MADRE ¡No se va a morir, mujer, por favor!
Por supuesto. (grito) ¡Eulogia…! MADRE
ROSA Se va a morir. Y cuando se muera, no quiero que estés en la
Óyeme. Cómo estuvo. oficina ni en la plaza conversando con tus amigos. Quiero que
ROBERTO estés aquí en tu casa y que los consueles tú. Rosa se va a
Valiente. Estuvo valiente. Pero casi pierde. poner mal, y la Jesusita, ni que se diga.
ROSA PADRE
¿Casi lo matan? Tienen que irse formando en las penas, mujer. La vida trae
ROBERTO sus penas.
Casi. Pero al final… MADRE
HÉCTOR Las trae. No las buscamos. Tú se las has buscado con esa
afición salvaje.
Al final sacó fuerzas y se tiró sobre ese gallo y le clavó la
navaja en medio del pecho. PADRE
ROSA Ay por favor, mujer…
¿Y ese gallo murió o enterró el pico? PASOS QUE SE ALEJAN.
ANFILOQUIO MADRE
Enterró el pico y murió. Pues cuando se muera el Carmelo, tú aquí, en tu casa,
consolando a tus hijos, ¿me escuchas?
JESUSA
PADRE
(muy afectada)
(de lejos)

2
. Mi Novela Favorita .
No se va a morir, mujer, el Carmelo no se va a morir… ¡Se ha muerto, se ha muerto el Carmelo, mamá!
NARRADOR NARRADOR
El segundo día, cuando regresamos del colegio, fuimos yo y Mi madre nos tomó de las manos, nos llevó al comedor y nos
mi hermana a verlo y lo encontramos muy decaído. sentó a la mesa y sacó del aparador un gran biscochuelo que
(entonces) No está bien, Jesusita, el Carmelo no está bien. había horneado especialmente esa tarde. Llegó mi padre,
JESUSA lentamente, y se sentó a la cabecera, como siempre. Nos
miró… miró a mi madre… carraspeó y dijo:
¿Se va a morir?
PADRE
NARRADOR
(carraspea)
(entonces)
Lo siento mucho. Lo siento de verdad, hijos. Era un buen
Quien sabe, hermanita.
gallo. Pero era un gallo de pelea y… pues así es la vida.
JESUSA Tiene su parte de muerte también. Y la vida de los gallos de
Se va a morir. Pobrecito, se va a morir. pelea… tiene mucho más.
NARRADOR HÉCTOR
Le dábamos agua con nuestras manos, lo acariciábamos, le Yo creo que no voy a criar gallos, papá.
poníamos en el pico rojo granos de granada. Ni siquiera se ROBERTO
movía. Pero de pronto el Carmelo se incorporó.
Nadie te va a obligar, hermano. Es una cosa de afición.
JESUSA
JESUSA
Mira, mira, se está parando.
Yo tampoco voy a criar gallos de pelea.
NARRADOR
ROSA
(sale corriendo) ¡Papá! ¡Roberto! ¡Héctor! ¡Anfi! ¡El Carmelo
No sé por qué tuviste que llevarlo a pelear, papá. ¿No sabías
se ha parado! ¡Vengan, vengan, el Carmelo se ha parado!
que podían matarlo?
ROBERTO
ANFILOQUIO
¿Qué dices?
Sí sabía, Rosa. Pero los gallos de pelea tienen que pelear,
NARRADOR pues…
Vengan, vengan… el Carmelo parece que está mejor… MADRE
NARRADOR Ya está bueno. Conversemos de otra cosa.
Todos vinieron corriendo y se pusieron alrededor del NARRADOR
Carmelo.
Y en silencio, sin decir una sola palabra más, nos pusimos a
(pausa) Caía la tarde, y por la ventana del cuarto entraba la comer el biscochuelo. Y ya nunca volvimos a ver al Carmelo.
luz sangrienta del crepúsculo. El Carmelo se acercó a la Ni preguntamos tampoco por él. Pero sentimos un gran alivio
ventana… miró la luz… agitó súbitamente las alas y estuvo —que, sin embargo, ninguno quiso expresar— cuando esa
largo rato en la contemplación del cielo. noche notamos que, para la cena, Eulogia nos presentaba un
PADRE estofado de res. El Carmelo descansaba en paz.
(susurro) Carmelito, bravo, bravo, Carmelito… (pausa)
NARRADOR Al día siguiente, en el alba, en la agonía de la sombra
Luego el Carmelo abrió nerviosamente las alas de oro, se nocturna, no se oyó su canto alegre.
enseñoreó y cantó. (escucha)
CANTO DEL GALLO. Lo que sí se oyó, muy a lo lejos, fue un canto de gallo que
NARRADOR para algunos de nosotros… (pausa, susurro) Ahí está.
Estábamos todos allí. Todos mirando al Carmelo cuando Escuchen. Escuchen.
retrocedió unos pasos… inclinó el tornasolado cuello sobre el CANTO DE GALLO MUY A LO LEJOS.
pecho… tembló… se desplomó… estiró sus débiles patitas NARRADOR
escamosas y… Ese canto… a algunos de nosotros nos pareció que era el
JESUSA canto del Carmelo.
Papá. Papá. Me está mirando. MÚSICA CON CANTO DE GALLO.
NARRADOR NARRADOR
Sí, mirándonos, mirándonos amoroso, el Carmelo expiró Y así pasó por el mundo aquél héroe ignorado, amigo tan
apaciblemente. querido de nuestra niñez, el Caballero Carmelo, flor y nata de
TODOS paladines y último vástago de aquellos gallos de sangre y de
(llamado, a lo lejos, que se acerca) Mamá. raza cuyo prestigio unánime fue el orgullo, por muchos años,
JESUSA de todo el verde y fecundo valle del Caucato.
(llamado que se acerca) Mamá, mamá…
ROSA
(llamado que se acerca)
Mamá, se ha muerto el Carmelo.
HÉCTOR
2
. Mi Novela Favorita .

Fin

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