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“Existe, por tanto, una práctica de la teoría. La teoría es una práctica específica que se ejerce
sobre un objeto propio y desemboca en su producto propio: un conocimiento…” Luis Althusser, Por
Marx. La Habana, 1966.
"Es necesario, pues, retener que no hay ciencia posible sin la existencia de una práctica específica,
distinta de las otras prácticas: la práctica científica o teórica. Hay que retener que esta práctica es
irreemplazable y que como toda práctica posee sus leyes propias, y exige medios y condiciones
propios de actividad..." Luis Althusser. "Práctica teórica y lucha ideológica", incluida en el vol. La
filosofía como arma de la Revolución. Cuadernos del Pasado y Presente. Córdoba, p. 38.
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El concepto de praxis, no obstante su relevancia en el pensamiento marxista, ha dado lugar a
puntos de vista muy diferentes. Para conocer la problemática planteada al respecto, ver
especialmente en Adolfo Vásquez, La filosofía de la praxis, Ed. Grijalbo, México, 1967.
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Esto no quiere decir que la emergencia de la teoría marxista de la sociedad no haya sido
preparada y condicionada, incluso teóricamente, por el desarrollo acumulativo del pensamiento
precedente. Así, por ejemplo, la trayectoria de la ideología sobre el trabajo, desde la concepción
naturalista medieval hasta la noción de trabajo abstracto de Adam Smith, pasando por la
interpretación fisiocrática, prepara, condiciona y torna posible la formulación de la teoría marxista
del valor-trabajo y de la plusvalía.
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Marx se refiere en esta tesis a la filosofía como reflexión filosófica sobre la sociedad, excluyendo
la filosofía de la naturaleza. Cuando habla de "mundo", se refiere al mundo social, con la reserva
de que la transformación del mundo social, también influye en la acción sobre la naturaleza,
profundizándola, pero no determinándola.
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Carlos Marx, La cuestión judía, Ed. Coyoacán, Buenos Aires.
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Usamos el término "ciencia" en el sentido de reflejo veraz en la conciencia de una realidad
objetiva, sin ninguna otra connotación, para oponerlo al conocimiento "ideológico" o "falsa
conciencia".
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Carlos Marx, La cuestión judía, p. 58.
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"...la conciencia de la clase obrera no puede ser sino aquel sistema de ideas y representaciones
a partir del cual se hayan comprendido las contradicciones del capitalismo, el movimiento general
de la historia y la vocación del proletariado como clase destinada a promover la liberación general
de la humanidad". Víctor Flores Olea, Política y dialéctica, Ed. Universidad Nacional Autónoma de
México, México. 1964, p. 111.
"En La ideología alemana, Marx afirmó proféticamente: '...el comunismo empíricamente sólo puede
darse como la acción coincidente y simultánea de los pueblos dominantes, lo que presupone el
desarrollo universal de las fuerzas productivas y el intercambio universal que lleva aparejado...' El
proletariado sólo puede existir en un plano histórico mundial, lo mismo que el comunismo, su
acción sólo puede llegar a cobrar realidad como existencia histórico-universal. Para Marx, en otras
palabras, el comunismo no es posible como puro fenómeno local, como hecho aislado que
consistiese simplemente en arreglar cuentas con los explotadores 'puertas adentro'. La misma
naturaleza y sentido de la revolución comunista -la universalización del hombre- implica
necesariamente el desarrollo universal de las fuerzas productivas, su internacionalización y la
participación de la humanidad entera en la obra revolucionaria". Víctor Flores Olea, op. cit., p. 120.
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En su prólogo al Lenin de Lukács, el estudioso marxista francés, J. M. Brohm, alude en
penetrantes términos al desgarramiento de la visión empirista del mundo, bajo el impacto de la
concepción del mismo que arrastra la conciencia revolucionaria: "...pero la aparición de esta figura
autónoma histórica que es la conciencia de clase, significa que el velo de lo empírico se desgarra y
que, detrás de las apariencias inmediatas y atomizadas del edificio capitalista, se perfila la
revolución. Ésta se vuelve 'visible' en todas las tendencias que llevan al derrumbe de la sociedad.
Los 'hechos' adorados por los revisionistas y que, de acuerdo con el pensamiento positivista
momificado, testimonian el carácter inquebrantable del ambiente inmediato, se vuelven movientes
y su separación mecanicista se vuelve fluida. Lo real se convierte así en un entrecruce de procesos
revolucionarios o contrarrevolucionarios. Es así que la razón dialéctica capta todo acontecimiento
en función de esa totalidad concreta que es la revolución. Ésta no es ya más un objetivo final,
lejano, motivo de culto y de sermones dominicales, una utopía, sino más bien una fuerza motriz
real implicada en cada movimiento práctico. Se convierte en la categoría reguladora de la acción.
La actualidad de la revolución significa, entonces, que a partir de aquí, los 'hechos' son captados a
través de la mediación del 'todo'. La apariencia fenomenal de las cosas queda quebrada y los
'hechos' aparecen en un proceso ininterrumpido de revolución", Ed. Rosa Blindada, Buenos Aires,
1968, p. 17.
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Esta síntesis teórica lograda como resultado de la profundización de la crítica a la economía y a
la sociedad capitalista lleva implícita -y Marx y Engels además lo explicitaron- una teoría de las