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Tratamientos térmicos.
El metal es sometido a procesos térmicos en los que no varía su composición
química, aunque sí su estructura.
Tratamientos termoquímicos. Los metales se someten a enfriamientos y
calentamientos, pero además se modifica la composición química de su
superficie exterior.
Tratamientos mecánicos. Se mejoran las características de los metales
mediante deformación mecánica, con o sin calor.
tratamientos superficiales. Se mejora la superficie de los metales sin variar su
composición química másica. En estos tratamientos, a diferencia de los
termoquímicos, no es necesario llevar a cabo calentamiento alguno.
Recocido.
El metal se calienta durante cierto tiempo a una temperatura determinada Y, a
continuación, se enfría lentamente. Se consigue una mayor plasticidad para
que pueda ser trabajado con facilidad. La temperatura y la duración de este
tratamiento dependerán del grado de plasticidad que se quiera comunicar al
metal.
Temple.
Consiste en el calentamiento del metal, seguido de un posterior enfriamiento
realizado de forma brusca. Con esto se consigue obtener un metal muy duro y
resistente mecánicamente. El endurecimiento adquirido por medio del temple
Se puede comparar al que se consigue por deformación en frío.
Revenido.
Se aplica exclusivamente a los metales templados, pudiendo considerarse como
un tratamiento complementario del temple. Con ello se pretende mejorar la
tenacidad del metal templado, a costa de disminuir un poco su dureza.
Tratamientos termoquímicos
Los tratamientos termoquímicos consisten en operaciones de calentamiento y
enfriamiento de los metales, completadas con la aportación de otros elementos
en la superficie de las piezas.
Tratamientos mecánicos
Mejoran las características de los metales por deformación mecánica, con o sin calor.
Existen los siguientes tratamientos mecánicos:
Tratamientos superficiales
Los más utilizados son:
Metalización. Se proyecta un metal fundido, pulverizándolo sobre la superficie
de otro. Con esto se consigue comunicar a la superficie de un metal las
características de otro diferente.
Cromado. Se deposita cromo electrolíticamente sobre el metal; de esta
manera, se disminuye su coeficiente de rozamiento y se aumenta su resistencia
al desgaste.
Acero.
La mezcla siguiente sirve para proteger la superficie de los objetos, de modo que no
pierdan su brillo o mate al calentarlos al rojo: jabón blanco 1 parte, ácido bórico
químicamente puro 6 partes, fosfato sodico 4 partes, agua 2.5 partes, para formar una
pasta que se aplica a los objetos antes de recocerlos.
d) Se calienta en acero al rojo, se pone en sitio oscuro, enfriándolo al aire hasta que no
se vea el rojo en la oscuridad, y por ultimo se enfría en agua caliente.
b) Sal amoniaco 1 kg, bórax 3 kg, prusiato potasico ½ kg, resina 120 gr, a esta
mezcla, pulverizada, se añade ½ litro de agua y la misma cantidad de alcohol y
se hierve hasta formar una pasta espesa en una cacerola de hierro. Se sumerge
en este liquido el acero caliente y se martillea un poco.
Hierro forjado.
Hierro colado.
Se calienta en fuego lento de carbón hasta el rojo oscuro, después se recubre con un
espesor de 1.5 de carbón fino y finalmente con ceniza, hasta que se enfrié. La
fundición endurecida puede reablandarse de este modo para que admita el trabajo de
la lima y del taladro.
recuperación de metales
También el truco del amoníaco suele funcionar muy bien para mantener en perfectas
condiciones tus artículos de joyería. Por ejemplo, colocas tus alhajas en agua caliente
con unas gotas de amoníaco, dejas actuar, escurres, dejas secar y luego lustras. Ya
verás como se removerá cualquier indicio de opacidad. Un par de gotas de amoníaco
en un litro de agua caliente bastan para devolver todo su brillo a cualquier joya de oro.
La pasta dental puede ayudarte. Este truco sirve para oro pero también para plata.
Simplemente frotas usando un cepillo suave y luego enjuagas con agua tibia, pasando
luego un paño para terminar el trabajo y dejar tus joyas relucientes.
El cobre y el latón
Se debe calentar una taza de vinagre y 1/2 tacita de sal en un cazo durante unos
minutos hasta que la sal se haya disuelto por completo. Luego se retira el cazo del
fuego, se impregna un trapo de algodón en esta mezcla y se frota el objeto de cobre o
latón. Se deja secar unos minutos y se le saca brillo.
PLATA
Para renovar el brillo de los objetos de plata, hay que seguir un proceso que
comprende tres pasos:
- Desengrasar el metal.
- Eliminar la capa de óxido;
- Reavivar el brillo del objeto, con un producto que retrase la oxidación ulterior
y asegure su protección.
Para desengrasar, sumerja el objeto de plata en un baño de agua con cualquier
líquido para vajillas.
Para quitar la capa de oxidación, frote el objeto con un paño embebido en una
preparación limpiadora. No frote nunca los objetos de plata con un producto
abrasivo, los rayaría irremediablemente.
Puede elegir diversas sustancias para limpiar la plata:
. La crema líquida clásica, compuesta por agentes limpiadores y un polvo
abrasivo muy fino;
. La crema de «larga duración», que contiene además, agentes que retrasan la
oxidación del metal;
. El líquido instantáneo, en el cual se sumerge el objeto que desee limpiar y que
actúa en algunos segundos por reacción química.
. La tela de limpieza, impregnada de una solución y lista para ser usada.
. Las bolsas de felpa impregnada son muy prácticas. En ella pueden guardarse
fuentes y cubiertos para tenerlos al abrigo de la oxidación hasta que vuelva a
necesitarlos
. La gamucilla es especialmente recomendable para dar brillo a los objetos
plateados