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INSTITUTO TECNOLOGICO

SUPERIOR DE HUAUCHINANGO.

PROYECTO DE INVESTIGACIÓN

“IGUALDAD ENTRE GENEROS Y EL RESCATE


DEL LUGAR DE LA MUJER EN LA SOCIEDAD
DEL SIGLO”

INGENIERIA INDUSTRIAL

P R E S E N T A :

M AR I C R U Z F R A N C O M A T A

G-18310039

m a ri c r u z f r a n c 0 3 @ g m a i l . c o m

ITZEL TORRES GARCIA

G-18310130

itzelt039@gmail.com
INSTITUTO TECNOLOGICO
SUPERIOR DE HUAUCHINANGO.

MARCO TEORICO.
1.1 Antecedentes.

La violencia es fruto de la voluntad y capacidad que los sujetos tienen sobre el


control de otros sujetos. Voluntad, libertad sea ésta de pensamiento o movimiento,
producción reproducción y corporalidad son algunos de los espacios del sujeto
humano que son usurpados y controlados mediante la violencia. La vulnerabilidad
que genera esa usurpación conduce al sufrimiento y como no a la pérdida de la
dignidad humana, reduciendo al sujeto a la vida nuda (AGAMBEN, 1998) a la
mera existencia, a la carnalidad deshumanizada, donde los derechos dejaron de
existir y donde el sujeto humano queda reducido a nada más que un cuerpo
sin capacidad y control sobre sí mismo.

La violencia también introduce los términos tolerancia/intolerancia, una


contradicción políticamente correcta que se hace latente en los grandes
desplazamientos poblacionales de los siglos XVIII, XIX y XX y que es en el siglo
XXI cuando toma una fuerza a modo de“forma social” de convivencia. Vivir junto a
quien rechazas y admitir o “tolerar” sus costumbres, estilos de vida, ideologías,
etc., no choca con las formas sociales de interculturalidad y multiculturalidad,
más bien conviven a modo de espacios “polvorín” pues ante el primer choque
estalla el conflicto y se mantienen en los límites de lo políticamente correcto
(ZIZEK, 2007).
La violencia sólo cabe ser interpretada en términos de lo nodado como herencia o
elemento cuasi-natural, ha de ser comprendida como algo en movimiento, en
continuo proceso de cambio y fruto de las relaciones e interacciones humanas,
fruto de los intereses de poder y producción. El sujeto frente a la violencia está
constituido, hecho o deshecho por las relaciones sociales. No es inerte, inmutable,
inalterable e intacto. Butler (2006) señala que el sujeto se relaciona con la

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violencia de dos maneras, a través del duelo y como no del deseo o el éxtasis
estar fuera de sí.

Estos últimos términos para Butler tienen dos significados a considerar: ser
transformadomás allá de uno mismo por la pasión o estar fuera de sí a causa de la
rabia o el duelo. El hecho de apelar a nuestra condición estática sugiere que, pese
a que en el lenguaje ordinario a menudo hablamos de “mi cuerpo”, “mi género”, lo
cierto es que no los poseemos totalmente, son modos de estar desposeídos pues
el sujeto es lo que es para el otro o en virtud del otro, no de sí mismo.

“El cuerpo implica Aun con todo ello hablar de violencia en el siglo XXI es harto
complicado, pues no sólo se ha convertido en un espectáculo (MUCHEMBLED,
2010), en una manera de producir capital, en una coartada perfecta para seguir
con los postulados biologistas y cientifistas de la conducta humana, una manera
de generar miedo y control sobre todo desde la violencia terrorista, es una perfecta
forma de mantener las vulnerabilidades sociales intactas y con ello la pobreza, la
desigualdad y el poder, se extiende más allá de lo inmutable para ser
extremadamente cambiante en formas y modos de actuación.

Lo que sí debemos de dejar claro que libertad, vulnerabilidad, pobreza y exclusión


están unidas a ella y que son fruto de la voluntad, el deseo y el poder sin negar
aspectos en los que entra en juego la agresividad como acto individual y no
colectivo moralidad, vulnerabilidad agencia la piel y la carne nos expone a la
mirada de los otros pero también al contacto y a la violencia y los cuerpos también
nos exponen al riesgo de llegar a ser agentes e instrumentos de ellos. Mi
cuerpo es y no es mío” (BUTLER, 2006,)

La violencia es colectiva, es social y conductual. Ejercicio de poder y deseo.

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Domina todos los espacios sociales y establece lenguajes que diferencian la forma
en la que nos constituimos.

Se debe diferenciar la violencia de género de la violencia contra la mujer violencia


machista, de la violencia doméstica y de la violencia familiar. No son violencias
sinónimas, aunque en ocasiones sí sonviolencias que se entrecruzan (OSBORNE,
2009).

La violencia de género vendría marcada por las negociaciones, relaciones y


pugnas entre los sexos con el fin de conseguir y/o mantener el poder.
Violencia que es ejercida tanto por hombres como por mujeres. Pues el género
es un constructo cultural que debería estar separado de la corporalidad. El género
tal y como lo describe Scott (1986) es el “lugar” social donde a través del cual se
articula el poder. Desdeeste punto de vista la violencia de género es una
expresión de las relaciones desiguales de poder entre los sexos, manifestada
en los ámbitos económicos, sociales, políticos, ideológicos, de espacios y
simbólicos.

Quedaría más o menos claro que violencia de género no tiene por qué ser de
manera directa y única violencia contra la mujer, violencia doméstica y violencia
familiar. Son tipos de violencias que han sido confundidas y entre mezcladas entre
sí, llegando a extenderse la idea de que violencia de género es sinónimo de
violencia contra la mujer y ésta está íntimamente relacionada con lo doméstico y
lo familiar.

Son errores que se han colado en la enunciación de las leyes, en la conformación


de las políticas públicas y en la construcción de los discursos públicos y
mediáticos. El no haber establecido definiciones sólidas desde los espacios de

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poder fáctico y simbólico, nos ha conducido a la actual situación de incomprensión,
invisibilidad de las injusticias, confusión entre víctimas y victimarios, vulnerabilidad
y falta de oportunidades para poder diseñar medios que establezcan una línea
clara entre la legislación y la acción socio-política para con esas violencias.

Dejando clara que la violencia contra la mujer es de género, pero sobre todo
es contra la mujer, por su significado corporal y la esencia misoginia que está
instalada en el imaginario social colectivo desde los orígenes del patriarcado,
perdurado hasta la fecha.

A diferencia de género, mujer está relacionado con corporalidad. Género son


actos del ser y del estar que culturalmente sehayan inscritos a un género
determinado, reiteraciones de conductas, de actos, verbalización del sujeto en una
identidad concedida culturalmente por la reiteración o repetición de esos actos
(BUTLER, 2003).

Género se aleja en demasía de la reproducción y la producción, es político más


que fáctico, es mucho más “espacio” que carnalidad la violencia contra las
mujeres se propone destruir las prácticas de creación y recreación de la vida y la
convivencia humana, la apertura a la relación, la apertura a lo otro de sí, que el
cuerpo señala: “señala sin determinar nada, pues una mujer es libre de ignorar
ese signo” (RIVERA GARRETAS, 2001).

Es un tipo de violencia que generalmente es ejercida por varones que no pueden


soportar los vínculos que la mujer tiende y atiende a su alrededor, familia,
amigos/as, novios/as, etc. Esta violencia es una violencia ejercida directamente
contra el cuerpo de la mujer aunque en ocasiones sea psicológica y simbólica, así
como política toda ella es ejercida contra la materialidad de la mujer, no contra “su
espacio” como identidad de género.

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Una violencia que atenta contra la libertad del sujeto sea esta libertad corporal,
psicológica. La violencia contra las mujeres es ejercida por combinación de
factores. Desde la coacción directa y violencia fáctica hasta la simbólica y moral.
Responde a una situación de dominación en todos los órdenes sociales.

Dominación que sólo tiene sentido desde el orden patriarcal al cual ya hemos
hecho referencia anteriormente pero que lo definiremos como el “sistema de
organización social en el que los puestos clave de poder político, económico,
religioso y militar se encuentran, exclusiva o mayoritariamente, en manos de
varones” (PULEO, 2005).

Un sistema de poder que ha ido generando estrategias para dominar, controlar y


someter la voluntad, los cuerpos y las vidas de las mujeres desde diversas
tecnologías de poder haciendo mención a la biopolítica en Foucault y estrategias
de usurpación y posesión.

La violencia contra la mujer atraviesa como una serie de factores herencias y


reminiscencias activas de los orígenes de la distribución de poderes, es decir de
los orígenes mismos de las sociedades patriarcales.

La violencia contra la mujer es un mecanismo de control de todas las mujeres,


según Osborne (2008) responde al principio de que cualquier mujer puede ser
agredida siempre que haya una sola mujer que lo es.Un control que genera dos de
las estrategias fundamentales para el dominio de los sujetos: el miedo y la
vulnerabilidad.

La violencia contra las mujeres es continua y representa a un conjunto de


conductas que han sido normalizadas por la sociedad. La costumbre, la cultura,
el folklore, las normas sean éstas de la naturaleza quesean derivan de la raíz
del sistema patriarcal, donde muchas de las conductas que marginan,

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discriminan y denigran a la mujer queda invisibilidades por haber sido
normalizadas y admitidas como cotidianas, normales o propias de unos estilos de
vida admitidos por todos y por todas.

Esta normalización de conductas machistas y violentas crea en la sociedad una


gran tolerancia hacia la violencia contra la mujer. La violencia contra la mujer
no entiende de clases sociales, económicas ni culturales. Todas las mujeres, e
incluso las más elevadas en la escala social, las diosas, eran de naturaleza
inferior.

Véanse las vejaciones y los sometimientos por los que pasan diosas tan
importantes como Démeter, Tetis, Hera, las mismas figuras mitológicas como las
sirenas, las gorgonas, la esfinge, etc., todas sufrían de abusos físicos,
psicológicos, simbólicos, etc., (VERMANT, 2001).

La diosa Tetis es el ejemplo por excelencia de la subyugación absoluta de la mujer


al patriarcado, independientemente de su posición como diosa, ella tuvo que
obedecer y ceder dominada por un simple mortal, una denigración máxima para
toda una diosa (MOSSÉ, 1995). Sí existen excepciones en mujeres nobles, según
época y contexto, que vivieron fuera de las normas y leyes impuestas al común
social, aun así los juicios y la violencia ejercida contra ellas son severas y
desproporcionadas en comparación con sus congéneres masculinos. Qué importa
el dinero y la posición social cuando a lo largo de miles de años sobre la imagen
de la mujer ha estado el peso de su debilidad, inferioridad, etc., el discurso
patriarcal se ha permeado tanto que ninguna mujer está exenta de ser víctima de
violencia machista
.

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La posesión sigue siendo uno de los argumentos de la violencia contra la mujer,
sea ésta originada por la idea de posesión carnal violencia sexual, posesión
sentimental, acoso y violencia amorosa, posesión psicológica y control violencia
psicológica, posesión administrativa y ciudadana violencia administrativa o estatal,
posesión reproductiva violencia sexual, rapto y matrimonio forzado y como no
posesión de la vida de una persona violencia fáctica, asesinato.

La subyugación y opresión física y simbólica de la mujer en la sociedad. El miedo


Infringido por las normas-valores-leyes y costumbres sociales a romper con los
estereotipos y roles sociales inferidos por el sistema patriarcal mediante la
performatividad de actos del ser y del estar, lo cual crea una identidad degénero
dada por la sociedad y que la hacen a imagen y semejanza de los intereses y
necesidades del sistema de poder de ese momento. “El miedo a sufrir violencia en
los espacios públicos genera la creencia de que la casa es el lugar más seguro.

Eso disuade a las mujeres de participar en actividades sociales, políticas o incluso


laborales. Esto se refleja en el gran número de mujeres que dijeron que “nunca”,
“casi nunca” o “solamente cuando era necesario” salían de casa. Otras mujeres
dijeron que, si salían de casa, vivían en un estado continuo de ansiedad”
(RADFORD, 1987).

El poder de performativizar la identidad de la mujer tambiéninfluyeen su papel en


la sociedad: su eterna relación con lo doméstico, lo íntimo y la debilidad. Esa
capacidad de sujetar al sujeto viviente en una persona con miedo se sigue
manteniendo en la actualidad como una manera de violencia, la de la
imposibilidad de tener libertad de identidad, de acción y transgresión de las
normas del patriarcado por miedo al peligro de lo que está afuera.

1.2. Bases teóricas de estudio.

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La violencia contra la mujer es una forma de injusticia que, lamentablemente, ha
llegado a incrustarse en la vida cotidiana de millones de personas alrededor del
mundo. Aunque se trate de un fenómeno más prevalente en unas culturas que en
otras, no existe un Estado que pueda jactarse de haberlo erradicado por completo.

Por eso, las medidas para enfrentarse a la violencia contra la mujer deben ser
constantes y crecientes. Un paso fundamental radica en la creación y aplicación
de normas jurídicas encaminadas a la prevención, sanción y erradicación de este
tipo de vejámenes.

Aunque los derechos de las mujeres han tenido una constante evolución, esto no
ha evitado la violencia contra ellas en sus diferentes tipos y modalidades, siendo el
feminicidio la manifestación más extrema de la violencia contra las mujeres en
franca violación a sus derechos.

Ante las nuevas necesidades y el reto de las sociedades democráticas por


consolidar espacios de igualdad y desarrollo que impulsen y garanticen los
derechos humanos de las mujeres emergen nuevos compromisos, y exigencias
éticas que interpelan a los Estados y sus instituciones, para modificar los
esquemas culturales y sociales que perpetúan los estereotipos de género. En
diferentes latitudes, mujeres y niñas de todo el mundo aún padecen algún tipo de
exclusión o marginación que vulnera sus derechos fundamentales. Simplemente
por su condición (Ros Bosch, J.2019).

El orden social funciona como una inmensa máquina simbólica que tiende a
ratificar la dominación masculina en la que se apoya: es la división sexual del
trabajo, distribución muy estricta de las actividades asignadas a cada uno de los

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dos sexos, de su espacio, su momento, sus instrumentos; es la estructura del
espacio, con la oposición entre el lugar de reunión o el mercado, reservados a los
hombres, y la casa, reservada a las mujeres, o, en el interior de ésta, entre la parte
masculina, como del hogar, y la parte femenina, como el establo, el agua y los
vegetales; es la estructura del tiempo, jornada, año agrario, o ciclo de vida, con los
momentos de ruptura, masculinos, y los largos períodos de gestación femeninos
(Bourdieu, [1998] 2000: 22).

La situación de desigualdad de las mujeres se agudiza por sus mayores niveles de


pobreza. La pobreza es un problema estructural e histórico en nuestro país. Desde
finales de los años noventa del siglo pasado, la política social se reorientó hacia
programas focalizados con transferencias monetarias condicionadas. El gasto en
programas sociales se ha incrementado, sin embargo, la población en situación de
pobreza sigue creciendo hasta llegar a 53.3 millones de personas en el 2012, lo
cual representa el 45.5% de la población total (CONEVAL, 2013).

Cabe destacar que en México, en los últimos años ha disminuido el número de


pobres entre los pobres. Sin embargo, esta disminución en los índices de pobreza
extrema no modifica de forma significativa la desigualdad social en nuestro país.
Lo anterior lo corroboran tanto los valores que presenta el índice de Gini como la
brecha entre los ingresos de los decirles. Por ejemplo, aunque entre 1984 y 2012
todos los decirles modificaron su participación en el ingreso e incluso la
desigualdad presentó reducciones discretas en algunos períodos (Cortés, 2011 y
CONEVAL, 2012), los valores del índice de Gini en dicho lapso son similares: en
1984 fue de 0.446 y en el 2012 de 0.498. En síntesis, la desigualdad en México no
se ha modificado realmente en las últimas tres décadas (CONEVAL, 2012).

La prevención es central para ONU Mujeres, con énfasis en la armonización


legislativa, el acceso de las mujeres a la justicia, la prevención de la violencia
contra las mujeres con miras a conseguir un cambio cultural y social y la

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producción y gestión del conocimiento. Impulsamos la campaña Únete para
erradicar la violencia contras las mujeres y niñas bajo la campaña “Pintar México
de Naranja.
El proceso por el que las mujeres se ven forzadas a transitar se encuentra inmerso
en diferentes formas de agresión y violencia que trastocan aspectos más allá de lo
laboral.

La humillación, denigración, la agresión psicológica y física son algunas de las


acciones más comunes que enfrenta esta población por la única razón de haber
decidido de manera libre y voluntaria ejercer su derecho a la maternidad y a la
familia”, subrayó.

La desigualdad de género prevalece: las mujeres siguen trabajando más y


ganando menos, tienen menos opciones de desarrollo y sufren múltiples formas
de violencia en el hogar y en los espacios públicos. La desigualdad que enfrentan
genera que estos niveles de violencia se incrementen de manera alarmante.
La ONU reconoce que en México desde la adopción de la Declaración y
Plataforma de Acción de Beijing hace 25 años ha habido logros en el avance hacia
la igualdad sustantiva entre hombres y mujeres, pero ni este ni ningún otro país
puede presumir de haberla alcanzado (Guzmán, M. R. (2016).

Por eso la ONU en México llama a hacer un balance de los progresos y reducir las
desigualdades persistentes con acciones audaces y decisivas, poniendo atención
urgente a la creciente violencia contra niñas, jóvenes y mujeres.

El feminicidio es la manifestación más extrema de la violencia que viven las


mujeres y las niñas. En América Latina y el Caribe se ubican 14 de los 25 países
con mayor incidencia de feminicidios en el mundo. En México, 3,825 mujeres

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fueron víctimas de homicidio en 2019, lo que significa que 10 mujeres son
asesinadas cada día.
“El núcleo del problema es el poder, ya que las estructuras de poder dominadas
por los hombres sustentan todo, desde las economías nacionales hasta los
sistemas políticos, el mundo corporativo y más allá. El patriarcado también tiene
un impacto en los hombres y los niños, atrapándolos en estereotipos de género”,
ha dicho Antonio Gutiérrez, Secretario General de las Naciones Unidas.

1.3. Marco conceptual

1.3.1 Generalidades.
El marco contextual, también es conocido como parte del planteamiento del
problema. Para efectos de la investigación se le observa y se adopta ser una guía
de la tarea y proceso de investigación; lo anterior con la intensión de dar
seguimiento congruente y específico a lo que se desea investigar; por ello resulta
ser una parte integral de la investigación que se realiza. (Arias, 2000)

Según Tafur (2008) el marco conceptual es el conjunto de conceptos que expone


un investigador cuando hace el sustento teórico de su problema y tema de
investigación. La expresión marco conceptual, tiene connotación metafórica, traída
del empirismo humano porque los retratos se inscriben en un marco, así también
el problema y el tema de investigación se inscribe, están incluidos en el contexto
de un conjunto de conceptos induciendo a enfocarlos y apreciarlos.

1.3.2 Definición de conceptos.

1.3.2.1 Empoderamiento.

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Según Rappaport (1990), la noción subyacente al empoderamiento es la
conflictividad, la percepción de una sociedad conformada por grupos separados,
cada uno de los cuales posee diferentes niveles de poder y control sobre los
recursos. El empoderamiento se interesa en las personas excluidas de la
sociedad.
Como dice Carlos Acuña (2002): “Si hablamos de producir poder, de contribuir a la
construcción de un poder para un actor que hoy no lo tiene, estamos hablando de
la inclusión de ese actor con autonomía en un proceso de toma de decisiones del
que hoy está excluido. Este proceso es netamente político”

Mauricio García (2005) afirma que existen dos tipos de empoderamiento,


el primero basado en la delegación del poder y el segundo en la representación
política. El define a este último como “ascendente” porque está inspirado en la
participación y discusión de las personas en asuntos públicos. Esta noción de
empoderamiento tiene íntima relación con el concepto de ciudadanía. `

1.3.2.2. Empoderamiento de la mujer.

Batliwala (1997), el empoderamiento es el “proceso de desafiar las relaciones de


poder existentes y obtener un mayor control sobre las fuentes de poder… (y) se
manifiesta como una redistribución del poder, ya sea entre naciones, clases,
razas, castas, géneros o individuos”.

Gita Sen (1993) ha definido el empoderamiento de las mujeres como la “alteración


de las relaciones de poder construir las opciones y autonomía de las mujeres y
afectan negativamente su salud y bienestar”

Un segundo rasgo esencial del empoderamiento es su carácter procesual: se trata

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de un proceso de cambio que no tiene meta final ya que nadie llega nunca a estar
empoderado en un sentido absoluto. Es este sentido de proceso el que hace que
“ningún otro concepto exprese tan claramente como el empoderamiento la
progresión desde un estado (la desigualdad de género) a otro (la igualdad de
género)” (Malhotra 2002).

1.3.2.3 Igualdad de género.


Para la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la
Cultura, (Unesco) la igualdad de género significa iguales derechos, beneficios,
obligaciones, oportunidades, e igual valoración a pesar de diferencias y roles
distintos. En este marco, la igualdad de género es la meta final y estado ideal.

Mientras que la equidad de género implica imparcialidad, y por tanto alude a un


principio de justicia para corregir la ley. La equidad de género es un medio, un
proceso, los programas dirigidos a lograr la igualdad.

Para la Organización mundial de la salud , OMS, la Igualdad de Género es la


ausencia de discriminación basada en el sexo de la persona en materia de
oportunidades, asignación de recursos y beneficios o acceso a los servicios,
mientras la Equidad de Género: refiere a la imparcialidad y la justicia en la
distribución de beneficios y responsabilidades entre hombres mujeres. El concepto
reconoce que hombre y mujer tienen distintas necesidades y gozan de distinto
poder, y que esas diferencias deben determinarse y abordarse con miras a
corregir los desequilibrios entre los sexos.

Para la antropóloga Marta Lamas (1986), género es una categoría en que se


articulan tres instancias básicas: (1) La asignación de género se realiza en el
momento en que nace la guagua a partir de la aparición externa de los genitales;
(2) La identidad de género se establece más o menos a la misma edad en que el
infante adquiere el lenguaje entre los dos y tres años y es anterior a un

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conocimiento de la diferencia anatómica entre los sexo; y (3) El rol de género se
forma con el conjunto de normas y prescripciones que dicta la sociedad y la
cultura sobre el comportamiento femenino y masculino.

La discriminación hacia las mujeres es estructural. Este 51.4 por ciento de la


población mexicana (INEGI 2015a) históricamente ha sido víctima de exclusión en
México: en la escuela, en el trabajo, en el hogar, en las calles, en la política, en los
medios, en la academia y en las actividades científicas y tecnológicas, entre
muchos otros espacios (Ros Bosch, J.2019).

REFERENCIAS.
 Arias, F. (2000). Introducción a la Metodología de Investigación en ciencias de la
 administración y del comportamiento. México: Trillas.
 Tafur, Raúl. (2008). Tesis Universitaria. Editorial Montero. Tercera Edición. Lima
Perú.
 Iturralde, Pablo. 2005. “Memoria del Taller de diseño de la estrategia de
empoderamiento de Empresas Campesinas”. Proyecto Emprender. COSUDE.
Fundación Marco, FEPP-Latacunga, Intercooperation. Riobamba.
 Batliwala, S. “El significado del empoderamiento de las mujeres: nuevos conceptos
desde la acción”, en León, M. (comp.): Poder y empoderamiento de las mujeres.
Santafé de Bogotá: TM Editores.
 Malhotra, A., Schuler, S. y C. Boender. 2002. “Measuring Women’s Empowerment
as a Variable in International Development”. Gender and Development Group,
Banco Mundial.
 Gender Equality and development. Gender Equity. http://en.unesco.org/ (Junio,
2014).
 Política de la OMS en materia de género. Integración de las perspectivas de
género en la labor de la OMS. 2002 www.who.int/gender/docum ents/en
/sppolicy.pdf (Junio, 2014)

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 Guzmán, M. R. (2016). La presencial del género en la vida personal y laboral de
académicas-investigadoras universitarias. Géneros, 23(19), 7-30.
 CEPAL. (2012). Cambio estructural para la igualdad. Santiago de Chile: Naciones
Unidas.
 CEPAL (Chile). ¡Ni una más! El derecho a vivir una vida libre de violencia en
América Latina y el Caribe. Santiago de Chile: CEPAL; octubre de 2007
 García B. Mujer, género y población en México. México: El Colegio de México,
Sociedad Mexicana de Demografía; 1999.
 García-Moreno, C. Violencia contra la mujer. Género y equidad en la salud.
Organización Panamericana de la Salud y Harvard Center for Population and
Development Studies; 2000 [consultado 05/11/2003].

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