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Título: El daño punitivo como sanción a las malas prácticas bancarias


Autor: Spanghero, Marcelo U.
Publicado en: DCCyE 2010 (noviembre), 01/11/2010, 73
Cita Online: AR/DOC/7499/2010
Sumario: I. Introducción. II. De los sujetos vinculados en la relación de servicios bancarios y la valoración de
sus actos. III. La mecánica típica de la contratación bancaria con particulares. IV. La actividad bancaria. V. Las
Tasas de Interés - La Cuenta Corriente Bancaria - Los Cargos y Comisiones por los Servicios Permitidos -
Incidencia en la Ganancia de los Bancos. VI. Sobre la Contratación Bancaria - Los Contratos por Adhesión y La
costumbre. VII. La responsabilidad agravada de los bancos. VIII. La Protección del Consumidor Bancario -
Conductas Disvaliosas - Sanciones. IX. El Daño Punitivo - Multa Civil. X. Fallo sobre Daño Punitivo. XI.
Conclusiones
"Las malas prácticas bancarias e inconductas conocidas y reiteradas por su autor, no pueden ser tomadas con
ligereza ya que de lo contrario, la confianza del público se vería nuevamente perjudicada".
I. Introducción
El presente trabajo está referido a la viabilidad de la aplicación de la sanción de Daño Punitivo o Multa Civil
a las entidades bancarias, como penalidad a las malas prácticas en las relaciones de consumo bancario con sus
clientes, cuando estas conductas son reiteradas e intencionales. A tal fin se analizan y confrontan distintos textos
legales, normas de autorregulación bancaria, doctrina nacional y extranjera, jurisprudencia comercial y bancaria
general y, asimismo, la reciente jurisprudencia nacional al respecto.
Sin perjuicio de resaltar que en la actualidad no existen fallos por los cuales se hubiera aplicado la sanción
analizada a una entidad bancaria, se concluye en favor de su aplicación, tomándose en cuenta las opiniones que
en contrario se expresan en la doctrina y el fallo analizado.
Transcribo aquí, el artículo 52 bis, incorporado a la Ley nº 24.240, Ley de Defensa del Consumidor (o LDC
indistintamente en adelante), por art. 25 Ley N° 26.361 B.O. 7/4/2008, que determina el instituto en estudio.
ARTICULO 52 bis: Daño Punitivo. Al proveedor que no cumpla sus obligaciones legales o contractuales
con el consumidor, a instancia del damnificado, el juez podrá aplicar una multa civil a favor del consumidor, la
que se graduará en función de la gravedad del hecho y demás circunstancias del caso, independientemente de
otras indemnizaciones que correspondan. Cuando más de un proveedor sea responsable del incumplimiento
responderán todos solidariamente ante el consumidor, sin perjuicio de las acciones de regreso que les
correspondan. La multa civil que se imponga no podrá superar el máximo de la sanción de multa prevista en el
artículo 47, inciso b) de esta ley. (1)
II. De los sujetos vinculados en la relación de servicios bancarios y la valoración de sus actos
En la relación que vincula al dador del servicio bancario y al usuario del mismo, se encuentran dos sujetos
que, una vez comparados en cuanto a su profesionalismo y deber de cuidado, puede concluirse que no guardan
una relación de igualdad, toda vez que el primero se encuentra en una posición de superioridad técnica frente al
segundo. Ello es así, aunque los clientes bancarios sean sujetos no comerciantes, comerciantes o personas
jurídicas (entidades colectivas).
La actividad bancaria es considerada, adecuada y pacíficamente, como el máximo exponente profesional de
la actividad comercial y su responsabilidad se mide conforme a las pautas de mayor cuidado establecidas en el
art. 902 del Cód. Civil.
En tal sentido se destaca, a modo de ejemplo, un reciente fallo de la Cámara Nacional de Apelaciones en lo
Comercial, en el cual se ratifica esta pacífica interpretación de desigualdad entre las relaciones del cliente y del
banco: "... En tal sentido se ha dicho: "...destácase que la entidad bancaria demandada es un comerciante de alto
grado de especialización, con obvia superioridad técnica sobre la actora. Ello la obliga a obrar con prudencia y
conocimiento de su actividad profesional (conf. arts. 512, 902, y 909 Cód. Civil.; CNCom., esta Sala, in re:
"Jinkus, Juan c/ Citibank N.A", del 15/06/2004; ídem, Sala B, in re: "Del Giovannino, Luis G. c/ Banco del
Buen Ayre", del 01/11/2000, LA LEY y ED, diarios del 12/12/2000, conf. Benélbaz, Héctor A.,
"Responsabilidad de los bancos comerciales..."). Consecuentemente, como principio, no es dable apreciar la
conducta de la accionada con idénticos parámetros a los aplicables a un neófito, pues su actividad profesional
debe ajustarse a un standard de responsabilidad agravada. En este sentido, el cliente de un banco usuario de sus
servicios se haya colocado, frente a la institución, en una situación de consumidor y, como pauta interpretativa
general, autorizada doctrina sostuvo que el art. 954 del Código Civil admite una nueva lectura, en cuanto al
consumidor: la inexperiencia es la ineptitud negocial, la falta de habitualidad en el intercambio y la ligereza
surge nítida en la sociedad actual. No es ocioso destacar que el proveedor de bienes o servicios en estos tiempos
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no puede alegar el desconocimiento de errores o defectos, ni escudarse en su falta de intención maliciosa. En tal
línea de pensamiento, señala Mosset Iturraspe que el derecho del consumidor guarda relación íntima con el
mercado y con sus "fallas"; cuanto mayor e importantes sean éstas, mayor será el rol que debe desempeñar
como ordenamiento tuitivo (conf. CNCom., Sala B, in re: "Molinari Antonio Felipe c/ Tarrabuela Cía.
Financiera S.A.", del 24/11/1999; conf. Mosset Iturraspe, Jorge, "Introducción al derecho al consumidor",
Revista del Derecho Privado y Comunitario, Rubinzal-Culzoni, 1996, Santa Fe, pp. 14 y 55, Doctrina
Societaria, Errepar, t XI, p. 905). (2)
III. La mecánica típica de la contratación bancaria con particulares
En el momento en que un particular se acerca a una entidad bancaria requiriendo algún tipo de servicio, sea
por una motivación personal, o llevado por algún sistema de promoción publicitaria, se encontrará con una
gama de servicios conexos y relacionados con el objeto de su interés que, sin ser el buscado, guardan una
relación de proximidad que los tornan necesarios, a fin de obtener aquel. A veces le serán ofrecidos; otras,
estarán dispuestos como condición de acceso al servicio querido.
Sólo como ejemplo se indica que, para obtener un préstamo con garantía hipotecaria a fin de adquirir un
inmueble o cualquier otro tipo de préstamo o tarjeta de crédito, el banco pondrá como requisito la apertura de
una cuenta a la vista (Caja de Ahorro o Cuenta Corriente) para efectuar las transacciones necesarias para el
otorgamiento del préstamo y el pago de las cuotas correspondientes; o la entrega de la Tarjeta de Crédito y pago
de los consumos. A estos "productos" como se los llama en lenguaje bancario, se adicionarán otros como los de
Tarjeta de Débito para la utilización de Cajeros automáticos y compras en negocios comerciales.
Si se realiza la operación, obsérvese que inicialmente el sujeto pretendió adquirir un préstamo para la
compra de una vivienda y contrató: a) una Cuenta Corriente Bancaria (que tiene su propio costo de
mantenimiento); b) el servicio de Cheques (la impresión de las fórmulas tienen su costo); c) Tarjetas de Débito
para retiro de efectivo en los cajeros automáticos propios o de la red interconectada (cuyo uso tiene un costo
extra); d) Tarjetas de Crédito (con costos extras por renovación y financiación, seguro de vida, etc.); e) el pago
de las cuotas del préstamo que fue a contratar.
IV. La actividad bancaria
Esta mecánica hace al desenvolvimiento propio de la actividad bancaria. El banco trabaja con dinero, y su
producto final es el dinero.
En términos del Código de Comercio "adquisición a título oneroso de una cosa mueble o de un derecho
sobre ella, para lucrar con su enajenación, bien sea en el mismo estado que se adquirió o después de darle otra
forma de mayor o menor valor" (art. 8 inc. 1º).
Sin perjuicio que el mismo art. 8º del Código de Comercio en sus inc. 3º y 4º complementa esta actividad y
declara actos de comercio a toda operación de cambio, negociación sobre letras de cambio o de plaza, cheques o
cualquier otro género de papel endosable o al portador, es la Ley 21.526 (Ley de Entidades Financieras) quien
define técnicamente qué debe entenderse por actividad financiera.
Allí se indica que será toda intermediación habitual entre la oferta y la demanda de recursos financieros que
realicen las personas o entidades privadas o públicas oficiales o mixtas de la nación, de las provincias o
municipalidades, para indicar luego que quedan expresamente comprendidos los bancos, entre otras entidades.
Sin ahondar en otros análisis de la actividad bancaria, que excederían el presente trabajo, queda claro que la
actividad bancaria es la intermediación habitual entre la oferta y la demanda de recursos financieros.
Es decir que la actividad bancaria "natural" estaría dada por la obtención de dinero de algún sujeto, a título
oneroso —o gratuito en casos de depósitos a la vista—, para entregarlo a otro sujeto, también a título oneroso,
pero por una suma mayor, la que se estima como necesaria para cubrir los costos, los riesgos y la ganancia
esperada. En tal situación, el banco "inter-media" entre ambos sujetos, con su recursos financieros.
Por un lado tomará el dinero de los depósitos que se le confían (depósito irregular ya que recibe el dinero en
propiedad y puede disponer de él, reintegrándolo en el plazo estipulado). Esta toma de dinero será a título
oneroso y el banco pagará una tasa de interés por la utilización de ese dinero brindando el servicio de custodia
(como ejemplo se cita el contrato de Depósito a Plazo Fijo, la Caja de Ahorro y la Cuenta Corriente Bancaria).
Las operaciones por las cuales el banco toma dinero y paga por él se denominan Operaciones Pasivas y la
autoridad de aplicación y control, el Banco Central de la República Argentina, las individualiza en sus
Comunicaciones como OPASI.
Por otro lado el banco presta, en sus distintas modalidades, esos recursos financieros (el dinero) y cobra una
tasa de interés a cambio. Las operaciones por las cuales el banco toma dinero y paga por él, se denominan

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Operaciones Activas y la autoridad de aplicación y control, el Banco Central de la República Argentina las
individualiza en sus Comunicaciones como OPRAC. (3)
La Ley de Entidades Financieras complementa esta actividad, al indicar en su Título II - Operaciones (arts.
20 a 29) qué otras operaciones pueden realizar los bancos, según la clase de entidad financiera de que se trate,
con un sistema de tipo legal abierto, ya que remite a "otras que el Banco Central de la República Argentina
considere compatible con su actividad"; a su turno el art. 21 indica que los bancos comerciales "podrán realizar
todas las operaciones activas, pasivas y de servicios que no les sean prohibidas por la presente Ley o por las
normas que con sentido objetivo dicte el Banco Central de la República Argentina en ejercicio de sus
facultades".
Como resumen de este apartado, podríamos decir entonces que la actividad bancaria se desenvuelve entre
las operaciones pasivas, las activas y los servicios que no les sean prohibidos por la Ley de Entidades
Financieras y las normas que dicte el Banco Central de la República Argentina.
V. Las Tasas de Interés - La Cuenta Corriente Bancaria - Los Cargos y Comisiones por los Servicios
Permitidos - Incidencia en la Ganancia de los Bancos
Las tasas de interés
Habíamos adelantado que la actividad natural de los bancos es la intermediación habitual entre la oferta y la
demanda de recursos financieros. Tomar prestado a un precio y prestarlo a otro, en ambos casos por distintas
modalidades y plazos.
En esa diferencia, radica la ganancia de la actividad bancaria.
Analicemos seguidamente cómo sería esa relación, en el cuadro que sigue: las tasas nominales anuales que
las entidades financieras pagan por un depósito a plazo fijo a treinta días; las tasas efectivas anuales que las
entidades financieras cobran por un préstamo personal de $ 5.000 (que en los hechos se reduce en promedio a $
4.800 luego de deducidos los gastos, cargos y comisiones); las tasas de interés de los préstamos hipotecarios y
por último, las tasas de interés cobradas por los bancos por la utilización de Tarjetas de Crédito
INSERTAR CUADRO
(Fuente. "http://www.zonabancos.com/ar/productos-bancarios/")
De este simple cuadro se extracta la inclinación natural por parte de las entidades financieras a la elección de
un producto determinado, tipo de cliente y destino, al que van dirigidos.
Claramente se observa que la mayor cantidad de ofrecimientos se encuentra en las tarjetas de crédito (101
entidades) luego los préstamos personales (41 entidades) y, en menor cantidad, los préstamos personales (sólo
20 entidades).
Debe resaltarse, por último, que las tasas de interés son reguladas, en cuanto a los porcentajes de referencia,
por el Banco Central de la República Argentina. Toda aquella tasa que esté por encima de la tasa de referencia
autorizada, quedará ajena a la Garantía de los Depósitos.
La Cuenta Corriente Bancaria
Nota: En este apartado, no se analizará en profundidad la Cuenta Corriente Bancaria ya que es ajeno al
presente y su desarrollo claramente lo excede. Sólo se hará referencia a la misma, en la medida de su utilidad,
para desarrollar el tema que nos convoca.
Sin lugar a dudas, la Cuenta Corriente Bancaria es el producto de mayor uso en las entidades bancarias, ya
que, como contrato normativo, se concibe como un acuerdo que no sólo sirve a la utilización de cheques, sino
que además, hoy no se concibe, por ejemplo, un comerciante que contrate cualquier producto con un banco, sin
contar con dicha cuenta (también entendida como "producto" ofrecido).
Si a ello se suma que las tarjetas de crédito sólo son emitidas, previa contratación de una Cuenta Corriente y
atento el cuadro anterior, fácilmente habrá de colegirse su masiva utilización por parte de los clientes.
No es un dato menor y, entiendo debe resaltarse, que luego de la bancarización forzada de los pagos de
haberes, muchos sujetos que hasta ese momento no habían contratado con los bancos, comenzaron a utilizar en
su relación con éstos, no sólo la caja de ahorro, para el cobro de sus sueldos. Los bancos comenzaron a ofrecer,
con todo éxito, productos completos que contenían: Cuenta Corriente Bancaria, Caja de Ahorro, Tarjetas de
Débito y Tarjetas de Crédito.
Como se había adelantado, los productos ofrecidos por los bancos difícilmente sean contratados sin la
existencia de una Cuenta Corriente Bancaria. Ello es así, toda vez que esta forma de contratación es la que
mejor y más fácilmente se adecua, a las distintas contrataciones bancarias, ordenándolas en un mismo ámbito.
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Es la forma más ágil en la que la entidad y el cliente centralizan y muestran sus distintas operaciones con un
mutuo control, mediante los resúmenes periódicos que debe enviar el banco, donde se exhiben los diversos
créditos y débitos que compondrán su saldo parcial, referidos al universo de productos contratados entre banco
y cliente.
Puntualmente el art. 793 del Código de Comercio, cuarto párrafo, autoriza, convención expresa mediante, el
débito en la cuenta corriente bancaria de importes generados en operaciones distintas al libramiento de cheques.
Se deja sentado como aclaración que, actualmente, no puede ejecutarse el saldo deudor, si se incluyen los
débitos de los consumos de las tarjetas de crédito, en la Cuenta Corriente Bancaria, por expresa prohibición del
art. 42 de la ley 25.065. Recordemos que esta modalidad había comenzado a hacerse habitual por parte de los
bancos desvirtuando el mecanismo típico de la Tarjeta de Crédito y, a fin de evitar estas conductas bancarias, la
ley antes citada remedió tal conducta y, en favor de los consumidores de Tarjetas de Crédito, prohibió esta
mecánica por entenderla un uso abusivo.
El saldo definitivo de la Cuenta Corriente Bancaria, del mismo modo que la Cuenta Corriente Mercantil,
sólo existirá al cierre de la misma, momento éste en que las cuentas arrojarán un saldo deudor o acreedor y se
tornará exigible (en su caso).
Como nota extra, debe resaltarse que los saldos parciales y finales los determina el banco y, legalmente, se
encuentra facultado para emitir un certificado de saldo deudor de Cuenta Corriente Bancaria, el cual tiene
habilidad ejecutiva (conf. Art. 793 inc. 3º del Código de Comercio) siendo inviables las defensas causales
(composición del saldo) que pretendan argüirse en juicio ejecutivo, ya que ello implicaría violentar las claras
previsiones de la ley procesal (art. 544 del Cód. Procesal Civil y Comercial de la Nación y Doctrina y
Jurisprudencia pacífica del Fuero Comercial de la Ciudad de Buenos Aires. Idénticas disposiciones se
encuentran en los diversos códigos procesales de todo el país).
Esta facultad y facilidad con la que cuentan los bancos para conformar un saldo y lograr el cobro de los
saldos deudores de sus clientes, no es más que el correlato lógico del nivel de especialización y profesionalismo
con que cuentan las entidades bancarias.
Reiteramos, en la Cuenta Corriente Bancaria se centralizan todas las operaciones y productos contratados
entre cliente y banco y, por este medio, el banco debita las distintas comisiones y cargos por los servicios
prestados. Ello surge asimismo, en detalle, del punto 1.5.2 de la Comunicación OPASI "A" 5068 ,
Reglamentación de la Cuenta Bancaria , T.O. del 19 de abril de 2010.
Cargos y Comisiones por los Servicios Permitidos - Incidencia en la Ganancias de los Bancos
Como ya se dijo, las tasas de interés se encuentran referenciadas y limitadas por el Banco Central de la
República Argentina pero los Cargos por Comisiones y Gastos por los Servicios Permitidos (es decir sus
montos) no tiene limitación alguna.
No es ajena a la actividad bancaria, como a toda actividad desarrollada por los comerciantes, el ánimo de
lucro. Así, será exitosa (comercialmente hablando) la entidad que mayor cantidad de productos venda, a la
mayor cantidad de clientes.
Pero al no estar regulada la cuantía y montos permitidos a cobrar por los diversos servicios, mediante los
Cargos por Comisiones y Gastos por los Servicios Permitidos y, atento el nivel de organización de la actividad
bancaria por las distintas Federaciones, Asociaciones y Cámaras que las nuclean, se produjeron aumentos en sus
precios que tornaron más lucrativa esta actividad, en desmedro de la mera intermediación habitual entre la oferta
y la demanda de recursos financieros.
Esta distorsión del aumento de las comisiones y cargos de los servicios bancarios, incluyendo el uso del
servicio de cajeros automáticos, fue tomada en cuenta por diversos analistas. Sólo como ejemplo para el
presente trabajo, se destaca que entre los meses de junio de 2006 a julio de 2007, se registró una fuerte suba de
las comisiones bancarias, del orden del 15,6%. Efectuada la misma medición para el período 2007 a 2008 la
suba se ubicó en un 22,5% respecto de la anterior medición.
Esta suba no se encuentra limitada a nuestro país. Un informe de la Asociación de Bancos e Instituciones
Financieras de Chile señala que cerca del 38% de los ingresos de las instituciones financieras de ese país está
dado por las comisiones que cobran a sus clientes.
En la Argentina, esa proporción se eleva al 60% entre los bancos más grandes, tal vez como resultado de la
necesidad que tuvieron las entidades de generar ingresos tras la última crisis, cuando sus beneficios por el
negocio de intermediación (entre depósitos y préstamos) o inversiones (básicamente, bonos públicos) se
redujeron de manera dramática.

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El Banco Central de la República Argentina había discontinuado desde fines del año 2007 (sin razón
aparente) sus informes sobre el costo promedio de los productos bancarios básicos que difundía desde 2006 a
partir de datos colectados por el Régimen de Transparencia, que se había lanzado en 2005, a fin de poder
consultar y cotejar los precios de estos servicios. (4)
La distorsión apuntada, como se dijo, no es privativa de nuestro país. Se unen a los reclamos de
consumidores, Brasil, España, México y otros. El día 26 de mayo de 2010, el gobierno mexicano publicó
diversas reformas que autorizan al Banco de México a regular y fijar las tasas de interés activas y pasivas, así
como de las comisiones bancarias, para evitar un mayor impacto a los usuarios del crédito.
Por su parte en nuestro país se acaba de sancionar una modificación de la ley de Contrato de Trabajo que
expresamente prohíbe a los bancos debitar los cargos por uso de cajeros automáticos en las cuentas sueldo
debiendo en su caso devolver dichos importes, vía acreditación en esas cuentas de los débitos indebidamente
realizados.
Debe tomarse en consideración la masividad que implica la utilización casi excluyente de los servicios
bancarios para acreditar sueldos en el universo de trabajadores, de los jubilados y del público en general
mediante el uso, cada vez más habitual, de las tarjetas de crédito y débito a fin de adquirir productos de
consumo.
En este enorme número de clientes, un cargo mal cobrado, por pequeño que sea, implica una enorme
ganancia (sin causa) para las entidades bancarias en tanto para el usuario individual, un cargo mal cobrado por
el banco, digamos como ejemplo de $20,00 representa un determinado gasto indebido en sus ingresos, y su
reclamo, rectificación y devolución (en caso que el banco acceda) implica un gasto mayor que el gasto mal
debitado (en tiempo, viaje, espera, presentación de notas, pérdida de presentismo en su trabajo o en su caso los
honorarios de un abogado).
Esta virtual desprotección del cliente bancario en particular y, de los usuarios en general, encontró remedio
en la Constitución Nacional (arts. 42 y 43) y en la Ley de Defensa del Consumidor nº 24.240 reformada y
sustituida parcialmente por la Ley 26361 del 07-04-08.
VI. Sobre la Contratación Bancaria - Los Contratos por Adhesión y La costumbre
Sin adentrarnos en un detallado estudio de los Contratos por Adhesión, podemos definirlos como aquellos
que, por su masividad, contienen cláusulas preestablecidas en sus condiciones generales de contratación. En
tanto deberá entenderse por Condiciones Generales de Contratación a las cláusulas predispuestas por alguna de
las partes, con alcance general y para ser utilizadas en futuros contratos particulares, sea que estén incluidas en
el instrumento del contrato o en otro separado. La redacción de las cláusulas del contrato corresponde a una sola
de las partes —el predisponente— mientras que la otra parte — el adherente— debe aceptarlas o rechazarlas,
sin poder modificarlas.
El origen de este fenómeno es la necesidad de bajar costos de transacción: si un comerciante vende un
producto, podrá hacer un contrato para cada acto, pero si debe haber muchas contrataciones, necesariamente
intentará recurrir a un formulario. Se trata entonces de una técnica, pero no de un nuevo tipo de contrato. (5)
La contratación por adhesión es la utilizada en forma excluyente por los bancos, ya sea por su dinámica o
por su posición, es casi improbable contratar cualquier tipo de servicio bancario sin que lo hagamos por vía del
contrato por adhesión.
La larga utilización, sin embargo, no significa consenso sobre su adopción. Dos posiciones aparentemente
no conciliables, entre otras, orbitan alrededor de él: una que lo distingue como un vehiculizador de cláusulas
abusivas por excelencia; otra que lo considera como uno de los instrumentos más eficientes para la contratación
masiva en la post modernidad. (6)
La falta de posibilidad de análisis y comprensión por parte del público en general, de los términos de la
contratación bancaria, llevó a errores de interpretación por parte de los clientes y en algunos casos a prácticas
abusivas por parte de los bancos que fueron en parte corregidas por la Jurisprudencia, atendiendo a los
lineamientos de "indemnización" y/o "reparación", que incluye el daño emergente, lucro cesante y el daño
moral, previstos en el Código Civil.
Habíamos establecido al inicio que la actividad bancaria es una típica actividad comercial y por tal razón,
tanto para el comerciante "banco", cuanto para el no comerciante "cliente", son de aplicación las previsiones del
Código de Comercio, por el sólo hecho de contratar con un banco.
En este orden de ideas, debemos resaltar que para los comerciantes en caso de duda, podrá estarse a la
costumbre, al momento de evaluar la conducta de las partes, su intención y sus efectos.

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En tal sentido el Código de Comercio, Título Preliminar establece: "... 2º En las materias en que las
convenciones particulares pueden derogar la ley, la naturaleza de los actos autoriza al juez a indagar si es de la
esencia del acto referirse a la costumbre, para dar a los contratos y a los hechos el efecto que deben tener, según
la voluntad presunta de las partes... 5. Las costumbres mercantiles pueden servir de regla para determinar el
sentido de las palabras o frases técnicas del comercio; y para interpretar los actos o convenciones mercantiles";
el art. 218 "Siendo necesario interpretar la cláusula de un contrato, servirán para la interpretación las bases
siguientes: ... inc. 6. El uso y prácticas generalmente observados en el comercio, en casos de igual naturaleza, y
especialmente la costumbre del lugar donde debe ejecutarse el contrato prevalecerán sobre cualquier inteligencia
en contrario que se pretenda dar a las palabras". Se suma a ello lo dispuesto en el art. 219 al indicar que cuando
en el contrato se hubiese omitido "alguna cláusula necesaria para su ejecución y los interesados no estuviesen
conformes en cuanto al verdadero sentido del compromiso, se presume que se han sujetado a lo que es de uso y
práctica en tales casos entre los comerciantes en el lugar de ejecución del contrato".
Son numerosos los fallos de la Justicia Comercial, que se refieren a la costumbre y a su obligatoriedad
cuando, no obstante alguna disposición específica o a falta de ella, las partes actúan de un modo distinto o de un
modo no previsto y, no obstante ello, la tornan exigible por el solo hecho de reiterar la conducta. (7)
En los hechos ocurrió reiteradamente que, recordemos la masividad que estamos analizando, existían cargos
mal debitados en las cuentas y, ante el silencio por parte del usuario bancario, lo cual implica consentimiento
tácito de los resúmenes de cuenta, (8) la cuenta se consideró reconocida, con el agregado que en algunos casos se
entendió que era costumbre de contratación (consentida tácitamente) el modo de efectuar algunos débitos.
Si cruzamos las diversas variables expuestas hasta aquí: tipos y cantidad de productos en aumento
destinados al consumo, cargos y comisiones por cada operación, montos de los intereses, retracción del crédito
(en parte generado por la falta de confianza en las instituciones bancarias luego de 2000), aumento generalizado
de los costos bancarios, masividad de los sujetos que contratan con los bancos (en su gran mayoría no
comerciantes) y la forma de contratación, era de preverse que comenzaran a aflorar las dificultades del sistema
bancario en relación al vínculo "Proveedor-Usuario" (en términos de la Ley de Defensa del Consumidor nº
24.240 modificado y sustituida parcialmente por ley nº 26.361) con especial hincapié en el análisis específico de
los servicios bancarios (art. 36) y los contratos con cláusulas predispuestas (arts. 37 y 38).
VII. La responsabilidad agravada de los bancos
Como habíamos anticipado, al momento de analizar la responsabilidad por los perjuicios y daños causados
entre contratantes, el Código Civil y para la pacífica Doctrina y Jurisprudencia aplicable al caso (como la citada
al inicio) el banco, por su profesionalidad, cuenta con un deber de mayor cuidado y responsabilidad que su
cliente co-contratante, cliente.
Abonan esta conclusión, no sólo los artículos y jurisprudencia citados, si no también las normas de
autorregulación existentes entre las entidades bancarias. Esta normativa, obligatoria para los adherentes, se
encuentra plasmada en el Código de Prácticas Bancarias, cuya última versión es de este año y cuenta con la
adhesión absoluta de las distintas entidades bancarias del país. En su prefacio, se indica:
"Código de Prácticas Bancarias: El presente Código ha sido elaborado con la participación de todas las
Asociaciones de Bancos y Entidades Financieras de la República Argentina, como una iniciativa de
autorregulación destinada a promover las mejores prácticas bancarias en el país. Las Instituciones que
adherimos voluntariamente al Código de Prácticas Bancarias lo hacemos en la convicción de que su adopción
habrá de contribuir a afianzar los derechos del usuario de servicios y productos financieros acrecentando, al
mismo tiempo, la transparencia de la información provista por las instituciones financieras a sus clientes y los
lazos de quienes proveemos servicios financieros y la comunidad a la que pertenecemos. En tal sentido,
entendemos que la incorporación de un Código al quehacer financiero contribuirá a que los derechos del
consumidor, de reciente recepción legal en nuestro ordenamiento jurídico, se sigan consolidando hasta
convertirse en una tradición que prevalece más allá del marco legal que la regula. El Código es el resultado de
un acuerdo de voluntades que reconoce que las relaciones que nacen con la celebración de contratos y
operaciones bancarias conllevan un contenido ético que excede los compromisos formales. Pensamos también
que las condiciones que brinda una economía de mercado en la que prevalece la competencia es el marco más
favorable para que los derechos del cliente queden plenamente asegurados. La adopción de las prácticas
bancarias que complementan el presente prefacio, constituye un instrumento dinámico que se enriquecerá a
través de necesario tamiz del tiempo. Por otra parte, el Código será un distintivo de calidad. Las entidades
adherentes tendrán el derecho a promocionar esta pertenencia y podrán incluir en cualquier medio de difusión el
distintivo que importa la adhesión al Código. Se ha previsto que su cumplimiento será monitoreado en forma
permanente tanto por la propia entidad, a través de un Responsable de Cumplimiento, como por un ente

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independiente de las entidades, el Consejo de Autorregulación, que representará los intereses de la industria
bancaria en lo que hace a la aplicación del Código. Los incumplimientos reiterados al Código traerán aparejada
la pérdida de la condición de adherente de la entidad".
Analizadas las expresas previsiones del art. 902 del Código Civil que, juntamente con los arts. 900 a 905
complementan el ámbito, extensión y consecuencia de una conducta indebida sumada, en cuanto a su
intencionalidad y efectos, los arts. 931, 932 y 933 del Código Civil, y el nivel de profesionalismo con que
cuentan las entidades bancarias, y sus normas de autorregulación, habremos de colegir que:
a) si existe un cargo mal debitado, existe un enriquecimiento sin causa en favor de la entidad y en perjuicio
del cliente;
b) si luego existe constancia de un reclamo justo del cliente al respecto y éste no fue atendido y rectificado
adecuadamente existe, además, un enriquecimiento sin causa doloso.
VIII. La Protección del Consumidor Bancario - Conductas Disvaliosas - Sanciones
Las normas tuitivas de los consumidores tuvieron su primera legislación en el año 1993, con la sanción de la
Ley de Defensa del Consumidor (en adelante LDC), nº 24.240, luego recibieron cobertura constitucional al
sancionarse la modificación de la Carta Magna en el año 1994 donde se incorporaron los Nuevos Derechos y
Garantías, y en particular los arts. 42 y 43 previéndose incluso una Acción de Amparo al respecto. Luego en el
año 2008, mediante la ley 26.361 que la modificó y sustituyó parcialmente. Debemos recordar que la LDC es de
Orden Público, conforme lo establecido en su art. 65.
La LDC, encuentra su estructura normativa el siguiente índice:
TITULO I: Normas de Protección y Defensa de los Consumidores
Cap. I: Disposiciones Generales; donde se definen, al consumidor, al proveedor, la relación de consumo,
leyes complementarias y su preeminencia.
Cap. II: Información al Consumidor y Protección de su Salud; donde se establece que la información que el
proveedor al consumidor debe ser gratuita, clara y comprensible; y otros aspectos ajenos al presente;
Cap. III: Condiciones de la Oferta y Venta; donde se indican las consecuencias de las promociones
publicitarias y su incidencia en las ventas; la atención, trato digno y equitativo que se le debe al consumidor y
usuario de servicios; intimaciones de pago; y las sanciones previstas para el proveedor que no siga las conductas
esperadas; entrega de documentación de venta y estado de los productos, y efectos; rescisión con la misma
mecánica que se utilizó para captar al usuario;
Cap. IV: Cosas Muebles No Consumibles;
Cap. V: Prestación de Servicios;
Cap VI: Usuario de Servicios Públicos Domiciliarios;
Cap. VII: De la Venta Domiciliaria, por Correspondencia y Otras;
Cap. VIII: De las Operaciones de Venta de Crédito; allí se indica que será competente, para entender en el
conocimiento de los litigios relativos a contratos regulados por el presente artículo, siendo nulo cualquier pacto
en contrario, el tribunal correspondiente al domicilio real del consumidor.
Cap. IX: De los Términos Abusivos y Cláusulas Ineficaces; donde se establece que los contratos de
adhesión deberán ser revisados por su autoridad de aplicación;
Cap. X: Responsabilidad por Daños;
TITULO II: Autoridad de Aplicación Procedimiento y Sanciones
Cap. XI: Autoridad de Aplicación;
Cap. XII: Procedimiento y Sanciones; donde se establecen entre otras, una multa de $ 100 a $ 5.000.000;
pautas a tomar en cuenta para la aplicación de estas sanciones, donde se establecen entre otras el perjuicio
resultante de la infracción para el consumidor o usuario, la posición en el mercado del infractor, la cuantía del
beneficio obtenido, el grado de intencionalidad, la gravedad de los riesgos o de los perjuicios sociales derivados
de la infracción y su generalización, y las demás circunstancias relevantes del hecho; la reincidencia y la
prescripción de las acciones judiciales, que se establece en 3 años;
Cap. XIII: De las acciones; sujetos legitimados y tipo de acciones previstas, incluyéndose las acciones de
incidencia colectiva; el Daño Punitivo y las pautas para analizar su aplicación y alcance limitándola al monto de
$ 5.000.000 por remisión a las multas previstas en el art. 47 inc. b); las normas del proceso (conocimiento
abreviado salvo resolución fundada del juez); obligaciones de los proveedores en el proceso; beneficio de
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gratuidad para estos procesos, salvo prueba en contrario de la solvencia del consumidor, a cargo del demandado;
la acción de clase y los efectos de la sentencia y sus efectos;
Cap. XIV: De las Asociaciones de Consumidores;
Cap. XV: Arbitraje;
TITULO III: Disposiciones Finales
Cap. XVI: Educación al Consumidor;
Cap. XVII: Disposiciones Finales; donde se establece que la presente ley es de Orden Público.
Del detalle que antecede, surge con simpleza que ante la demostración de la ejecución por parte del
proveedor de las conductas disvaliosas descriptas, corresponderá, previo juicio de conocimiento abreviado, la
aplicación de una sanción. A fin de establecer la misma, la ley aporta las pautas valorativas a tomar en cuenta
por el juez que entienda en el proceso para la aplicación de estas sanciones, donde se establecen entre otras el
perjuicio resultante de la infracción para el consumidor o usuario, la posición en el mercado del infractor, la
cuantía del beneficio obtenido, el grado de intencionalidad, la gravedad de los riesgos o de los perjuicios
sociales derivados de la infracción, su generalización y reincidencia.
Dentro de las acciones, se prevé que a instancia del damnificado el juez podrá aplicar al proveedor que no
cumpla sus obligaciones legales o contractuales con el consumidor, una multa civil (Daño Punitivo) en favor del
consumidor, la que se graduará en función de la gravedad del hecho y demás circunstancias del caso,
independientemente de otras indemnizaciones que correspondan, fijando el tope en el máximo de la multa
prevista en la ley ($ 5.000.000).
IX. El Daño Punitivo - Multa Civil
Podemos definir a los daños punitivos como multas privadas impuestas para castigar una conducta
gravemente reprochable y disuadir su futura imitación.
Según el Legal Dictionary "Lawinfo"...los Daños Punitivos son "el pago de daños excepcionalmente altos y
especiales, ordenados por un tribunal contra un acusado cuyo acto u omisión causante de la demanda, fue de
naturaleza particularmente negligente, malicioso o despótico."
Los que se oponen a su aplicación en el ámbito del Derecho Civil indican que esta sanción excede la
necesaria para reparar el daño que causó. Esto implica que la víctima va a recibir una suma que, según expresan
los opositores, de acuerdo a la lógica del Derecho Civil, va a tener un enriquecimiento sin causa. Y por tal
razón, se dice, el sistema de daños punitivos sería inaplicable. (9)
Según expresa Dan B. Dobbs: "...los daños punitivos son aquellas sumas otorgadas en adición a cualquier
daño compensatorio o nominal, usualmente como castigo o disuasorio impuesto contra un demandado
encontrado culpable de una particularmente agravada inconducta, unida a un malicioso, temerario. Algunas
veces esos daños son llamados ejemplares, en referencia a la idea que son un ejemplo para el demandado". (10)
Nuestra legislación procesal ya las contempla en las multas procesales, previstas en el art. 45 del Cód.
Procesal Civil y Comercial de la Nación y sus resoluciones Jurisprudenciales. (11) No obstante ello, y aún antes
de su inclusión en la Ley de Defensa del Consumidor, su aplicación ya fue había sido discutida. (12)
Esencialmente suscitó distintas objeciones, justificándose su rechazo por el hecho de ser una institución
ajena a nuestro sistema jurídico y porque los conceptos de disuasión y punición son ajenos a la reparación
integral que conforman la teoría de la Responsabilidad Civil.
Lo cierto es que, no obstante su origen en el derecho anglosajón, las multas ejemplares no son ajenas a
nuestra raigambre legal, toda vez que ya, en las siete partidas del Rey Alfonso el Sabio, Tomo 4°, se disponía
que quién negara haber causado el daño lo pagara doblado. El dispositivo legal existe y, como veremos más
adelante, ya tuvo favorable acogida en sede judicial, sin haber merecido la tacha de inconstitucionalidad.
Queda entonces por analizar, respecto del consumidor bancario, en qué casos procederá su petición judicial
y en su caso su aplicación, qué pautas valorativas deberán tomarse en cuenta para su graduación; y por último el
modo en que entiendo podría solicitarse en justicia, a fin de evitar los gravosos costos que por imposición de
costas en caso de rechazo, podría sufrir el consumidor.
Como un caso típico, tomemos como ejemplo, la inclusión de un cargo indebido que es protestado por el
consumidor y que no obstante su razón el banco se niega a revertir.
Si analizamos las pautas dadas por la LDC, habremos de analizar la responsabilidad que genera el deber de
reparar. El presupuesto de la responsabilidad se conforma con cuatro elementos: el incumplimiento objetivo; el
factor de atribución; el daño; la relación de causalidad.
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El factor de atribución es la imputación al dañador y es fundante de la obligación de responder. Otaegui,


siguiendo en gran medida las enseñanzas de Bustamante Alsina, aporta un sintético y preciso catálogo de
definiciones de los factores de atribución que nos permitimos, en parte, reproducir. Así tenemos en primer lugar
al dolo, que debe ser entendido como "el incumplimiento consciente y deliberado de la obligación cuando el
deudor no está impedido de cumplir". La culpa grave consiste en la "omisión de aquellas diligencias que
exigieren la naturaleza de la obligación, y que correspondan a las circunstancias de personas, del tiempo y del
lugar". (13) La culpa grave o lata supone la omisión de las diligencias más eleven tales; la culpa leve in abstracto
en la omisión de las diligencias propias de la previsibilidad general de un tipo abstracto; la culpa leve in
concreto en la omisión de las diligencias que ponen en los propios negocios, y la culpa levísima en la omisión
de aquellas diligencias propias de un excelentísimo modelo abstracto.
En la conducta analizada en la p. 12 (creada como ejemplo pero que lamentablemente es moneda corriente)
y, tomando en cuenta las leyes específicas que rigen su responsabilidad agravada, las normas de autorregulación
y la necesaria demostración del actuar intencional del banco, mostrarían que él estaría actuando dolosamente y
por tal razón se vería incurso en las conductas sancionadas por la LDC, haciéndose viable la aplicación de la
Multa Civil bajo estudio.
Sentado el punto, corresponderá al juez analizar las pautas de graduación de la pena sopesando el perjuicio
resultante de la infracción para el consumidor o usuario, la posición en el mercado del infractor, la cuantía del
beneficio obtenido, el grado de intencionalidad, la gravedad de los riesgos o de los perjuicios sociales derivados
de la infracción, su generalización y reincidencia y luego establecer su cuantía entre los $ 100 y $ 5.000.000.
Por último, baste decir que se analizó la gratuidad del procedimiento, y la posibilidad que el consumidor, en
forma liviana, solicite un monto exorbitante en concepto de multa a modo de extorsión al contrario, para lograr
un rápido acuerdo favorable.
Creo seriamente que la queja carece de basamento técnico y argumentativo, ya que si la imposición de la
multa es facultativa del juez, nada obsta que esta sea pedida en la demanda sin indicación de monto alguno y,
para el caso que la misma sea procedente, se determine su cuantía por vía incidental, en función de los demás
elementos que la ley prevé al respecto (perjuicio resultante de la infracción para el consumidor o usuario, la
posición en el mercado del infractor, la cuantía del beneficio obtenido —analizando su conducta con el resto de
los consumidores en idéntica situación—), el grado de intencionalidad, la gravedad de los riesgos o de los
perjuicios sociales derivados de la infracción, su generalización y reincidencia.
X. Fallo sobre Daño Punitivo
El reclamante es una persona discapacitada que intentó objetar diversos cargos de sus consumos telefónicos
sin ser adecuadamente atendido por el proveedor.
Se omiten los considerando referidos a los hechos y daño moral reclamado. Baste decir que se tuvieron por
probados tanto los hechos cuando el daño sufrido.
Seguidamente se analizó el Daño Punitivo requerido, a la luz de la LDC.
CAMARA DE APELACIONES EN LO CIVIL Y COMERCIAL DE MAR DEL PLATA
(Buenos Aires) - SALA II - 27/05/2009
En la ciudad de Mar del Plata, a los 27 días del mes de mayo de dos mil nueve, reunida la Excma. Cámara
de Apelaciones en lo Civil y Comercial, Sala Segunda, en acuerdo ordinario a los efectos de dictar sentencia en
los autos caratulados "MACHINANDIARENA HERNANDEZ NICOLAS C/ TELEFONICA DE
ARGENTINA S/ RECLAMO CONTRA ACTOS DE PARTICULARES", habiéndose practicado
oportunamente el sorteo prescripto por los artículos 168 de la Constitución de la Provincia y 263 del Código de
Procedimientos en lo Civil y Comercial, resultó que la votación debía ser en el siguiente orden: Dres. Ricardo
D. Monterisi, Nélida I. Zampini y Roberto J. Loustaunau.//-
f) Multa civil. Daño punitivo.- Aquí también, al igual que en el daño moral, existe agravios de ambos
litigantes. El demandado cuestiona su procedencia y su monto; el actor se aflige exclusivamente de lo último.-
Más allá de la exigua fundamentación en la aplicación de este instituto que exhibe la providencia principal
atacada, considero de todas formas -y a despecho del plausible esfuerzo que la letrada de la demandada realiza
en su pieza de agravios- que debe ser mantenida por los argumentos que a continuación señalo.-
Se ha definido al daño punitivo como las "sumas de dinero que los tribunales mandan a pagar a la víctima de
ciertos ilícitos, que se suman a las indemnizaciones por daños realmente experimentados por el damnificado,
que están destinados a punir graves inconductas del demandado y a prevenir hechos similares en el futuro"
(Pizarro, Ramón D., "Derecho de Daños", 2° parte, La Rocca Buenos Aires, 1993, pág. 291 y ss.).- Se trata de

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una institución de sólido predicamento en el derecho anglosajón, que tiene adeptos y detractores, que ha
comenzado a proyectarse, gradualmente, también dentro del sistema del derecho continental europeo y en
Canadá y que ahora hace su aparición entre nosotros. Participa de la naturaleza de una pena privada, que se
manda a pagar por encima de los valores que se condene en calidad de daños y perjuicios, destinadas en
principio al propio damnificado. Y ésta existe cuando por expresa disposición de la ley o por la voluntad de las
partes, sin acudir a los principios, normas y garantías del derecho penal, se sancionan ciertas graves
inconductas, mediante la imposición de una suma de dinero a la víctima de un comportamiento ilícito o, más
excepcionalmente, al propio Estado o a otros terceros (liga de consumidores, organizaciones de tutela del medio
ambiente, etc.). La pena privada está estrechamente asociada a la idea de prevención de ciertos daños, y también
a la punición y al pleno desmantelamiento de los efectos de ilícitos que, por su gravedad o por sus
consecuencias, requieren algo más que la mera indemnización resarcitoria de los perjuicios causados (Stiglitz,
Rubén S. y Pizarro, Ramón D., "Reformas a la ley de defensa del consumidor", LL 2009-B, 949), Si bien, como
dice el juez, se han escrito voces en contra de la introducción del instituto de la multa civil -o daño punitivo- a la
legislación argentina por medio de la Ley de Defensa del Consumidor (ver por caso Jorge Mayo, "La
inconsistencia de los daños punitivos", en LL periódico del 04/03/09, pág. 1 y ss.; Sebastián Picasso, "Nuevas
categorías de daños en la ley de defensa del consumidor", en Sup. Esp. Reforma de la Ley de defensa del
consumidor, abril de 2008, pág. 123 y ss.), lo cierto es que la mayoría de la doctrina autoral la ha recibido con
elogios (Stiglitz, Rubén S. y Pizarro, Ramón D., ob. cit.; Ghersi, Carlos y Weingarten, Celia, "Visión integral de
la nueva ley del consumidor", Sup. Esp. Reforma de la Ley de defensa del consumidor, abril de 2008; Alterini,
Atilio Aníbal, "Las reformas a la ley de defensa del consumidor. Primera lectura, 20 años después", Sup. Esp.
Reforma de la Ley de defensa del consumidor, abril de 2008; Alvarez Larrondo, Federico M., "La incorporación
de los daños punitivos al Derecho del Consumo argentino", JA 2008-II, Núm. Esp. "Régimen de Defensa del
Consumidor. Análisis de su reforma"; mismo autor, "La consistencia de los daños punitivos", LL 2009-B, 1156;
entre otros).- Se ha considerado, además, que la inclusión de esta figura es absolutamente compatible con la
finalidad de las normas de consumo, las que despliegan su actividad tanto en el área de la prevención como de
la reparación (Farina, Juan M., ob. cit., pág. 567).- Ahora bien, para que la actuación del proveedor merezca la
citada sanción, la norma sólo exige el incumplimiento por parte de éste de sus obligaciones legales o
contractuales para con el consumidor. Nada más. En consecuencia, el daño punitivo resulta aplicable a todos los
casos en los que se de cualquiera de los citados extremos, es decir, a todo vínculo jurídico dentro de la relación
de consumo. Entonces, allí donde haya un reclamo por un derecho violado, dentro de esta relación, existirá a la
par la potestad de exigir daños punitivos (Álvarez Larrondo, "Contrato de paseo en un shopping, deber de
seguridad, daños punitivos y reforma de la ley 26.361", LL 2008-D, 58).- Se ha señalado que la ley 26.361,
evidentemente, se apartó del restrictivo criterio que sostenía que sólo debía condenarse a pagar daños punitivos
cuando existiera un previo cálculo de que los beneficios a pagar eran superiores al costo de hacer el producto
más seguro. EL nuevo artículo 52 bis dice que se pueden imponer daños punitivos "Al proveedor que no cumpla
sus obligaciones legales o contractuales con el consumidor". La norma tiene un indudable acierto que es la
mención de obligaciones legales para terminar de despejar las dudas sobre si la responsabilidad por daño
punitivo es contractual o legal (López Herrera, Edgardo, "Los Daños Punitivos", Abeledo Perrot, Buenos Aires,
2008, pág. 365).- Si bien es cierto que ha sido criticado el alcance amplio con el que ha sido legislada la multa
civil, en cuanto se alude a cualquier incumplimiento legal o contractual, existe consenso dominante en el
derecho comparado en el sentido de que las indemnizaciones o daños punitivos sólo proceden en supuestos de
particular gravedad, calificados por el dolo o la culpa grave del sancionado o por la obtención de
enriquecimientos indebidos derivados del ilícito o, en casos excepcionales, por un abuso de posición de poder,
particularmente cuando ella evidencia menosprecio grave por derechos individuales o de incidencia colectiva
(Stiglitz, Rubén S. y Pizarro, Ramón D., ob.cit.).- En esta última categoría -a mi criterio- se sitúa el supuesto
bajo estudio: se encuentra acreditado el incumplimiento a normas de distinta jerarquía (universales, regionales,
nacionales, provinciales y municipales) en el marco de la relación de consumo que ligaba a las partes y un
derecho superior menoscabado del consumidor al no proporcionarle un trato digno en los términos del art. 8 bis
de la ley 24.240, lo que determina la aplicación de la multa civil (conf. art. 52 bis de la ley citada -t. o. Ley
26.361-).-
Finalmente, el argumento expuesto por el demandado a fs. 178 referido a que ya no tiene sus oficinas en el
local objeto de autos, no puede ser atendido, toda vez que -además de no existir elemento alguno que lo
acredite- no ha sido puesto a consideración del magistrado de la instancia anterior (conf. art. 272 del CPCC).-
Por lo demás, entiendo más que prudente la suma de $30.000 fijada por el Magistrado de la instancia de
origen, atento la gravedad del incumplimiento, la envergadura de la empresa demandada y las demás
circunstancias personales del actor, por lo que estimo debe confirmarse. (Fallo provisto por elDial.com - Expte.
Nº 143.790 - "Machinandiarena Hernández Nicolás c/ Telefónica de Argentina s/ reclamo contra actos de

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particulares" -
XI. Conclusiones
La actividad financiera y la bancaria en particular, tienen su base fundamental en la confianza pública. La
actividad bancaria es base y sustento de un sistema monetario y productivo sano, en cualquier sociedad
moderna.
Por tal razón, las malas prácticas bancarias e inconductas conocidas y reiteradas por su autor, no pueden ser
tomadas con ligereza ya que de lo contrario, la confianza del público se vería nuevamente perjudicada. Tenemos
aún fresco en nuestra memoria, lo ocurrido años atrás y los efectos que, en la confianza del público produjo,
respecto de las instituciones financieras.
La inconducta reiterada e intencional de una entidad, realizada con ánimo de lucro, perjudica no sólo al
cliente, sino al colectivo de entidades bancarias en su conjunto ya que, justamente, minan su confianza.
Luego de analizar los institutos en juego, los datos sobre el desenvolvimiento de las relaciones de consumo
bancario en la práctica, y algunos argumentos a favor y en contra del Daño Punitivo con fines de castigo y
prevención, considero que su reclamo y aplicación son herramientas útiles y me atrevería a decir necesarias,
para lograr el desenvolvimiento natural y de buena fe, que debe privar en toda relación.
(1) Artículo incorporado por art. 25 de la Ley N° 26.361 B.O. 07/04/2008.
(2) "Cusanelli, A. P. c/ BBVA Banco Francés s/ Amparo", CNCom Sala A, del 14/08/2009.
(3) Conf. "http://www.bcra.gov.ar "
(4) Diario La Nación, Suplemento de Economía, Javier Blanco, 19 de junio de 2007 y 05 de marzo de 2008.
(5) Lorenzetti, R. L. Tratado de los Contratos: parte general. Rubinzal, Culzoni, 2004. p. 62.
(6) João Alves Silva, Contratos Bancarios por Adhesión en la Jurisprudencia Brasileña, Ponencia en el 1º
Congreso Internacional de Derecho Comercial y de los Negocios. Universidad de Buenos Aires, Facultad de
Derecho, 2005.
(7) CNCom en Pleno, in re "Banco Sidesa, S. A., c. Cementera Comercial, S. A. s/ Ejecutivo" del
05/12/1986" entre otros.
(8) Art. 793 párrafo 1º y 2º del Código de Comercio.
(9) Dra. Marilyn Flórez Villaverde. Directora Académica. CIJEDAE - IPDA.
(10) Dan B. Dobbs, "Law of remedies" (1983), citado por Flórez Villaverde M.
(11) C.N.Com. Sala A "Banco de Crédito Argentino S.A. c/Quintunan S.A. S/Ejecutivo" del 13/10/1995;
Juzg. Nac. de Primera Instancia en lo Comercial. Nº 3, Secretaría Nº 5, en autos "Banco del Buen Ayre S.A. C/
Demierre, Aldo Enrique y otro s/Ejecutivo", de Octubre de 1997, Nº 79.773.
(12) Art. 1587 del Anteproyecto de 1998, de unificación de los Códigos Civil y Comercial.
(13) Cód. Civil Art. 512.

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