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UNIVERSIDAD RAFAEL LANDIVAR

CAMPUS SAN PEDRO CLAVER S. J.DE LA VERAPAZ


FACULTAD DE CIENCIAS AGRÍCOLAS Y FORESTALES
LICENCIATURA EN INGENIERÍA FORESTAL CON ÉNFASIS Y MANEJO DE
BOSQUES
PROTECCIÓN FORESTAL II
JOSÉ RAFAEL VICTORIA DAETZ 2105414

DAÑOS IDENTIFICADOS:

La degradación, la deforestación y el cambio climático:

Los cálculos de la degradación de los espacios boscosos en general no son


precisos sino a nivel local, en sitios de superficie limitada. En niveles superiores
la estimación de las superficies afectadas, cuando existe, es muy aproximativa.
De modo que si para calcular la deforestación son instrumentos muy útiles las
diferentes formas de teledetección, sirven mucho menos para evaluar la
degradación, que necesita más a menudo de observación directa.

La dificultad de cálculo de la degradación estriba también en la necesidad de


distinguir las formas y los grados de gravedad de ésta. La variable de la
deforestación es binaria -0 o 1-, mientras que la de la degradación no lo sería,
a riesgo de simplificar demasiado: no hay nada de comparable, por ejemplo,
entre las repercusiones del "entresaque" de un bosque húmedo denso por la
recolección de madera para construcción, y la de la sobreexplotación
permanente (leña, pastizal) de las formaciones forestales mediterráneas que
pueden llegar a una verdadera deforestación.

RAÍZ DE CÓMO SON PROVOCADOS:

Cuando un bosque se degrada significa que aún existe pero ya no funciona


bien. Se convierte en una versión reducida de lo que solía ser y su salud
disminuye hasta que ya no puede sustentar a las personas y la vida silvestre.
Por ejemplo, filtrando el aire que respiramos y el agua que bebemos, o
proporcionando alimento y refugio a los animales. La degradación de los
bosques, en términos de masa de tierra, es un problema aún más grave que la
deforestación: aproximadamente 6.5 millones de millas cuadradas de bosques
tienen un alto riesgo de degradarse en los próximos 10 años.

Hay algunos factores principales que detonan la degradación de los bosques.


Uno de ellos es el cambio climático: las temperaturas más altas y los
impredecibles patrones climáticos aumentan el riesgo y la gravedad de los
incendios forestales,.

El cambio climático es un factor de gran incidencia sobre el desarrollo normal


de los diferentes ecosistemas debido al aumento de la temperatura y los
cambios sustanciales en los patrones de precipitación, que hacen necesario
repensar los paradigmas silvícolas desde esquemas estáticos y poco plásticos
hacia esquemas dinámicos que se adapten a estos cambios potenciales. La
magnitud y dirección del cambio en el clima no es homogénea para las
regiones forestales del país (ej. hay áreas donde el cambio es positivo y en
otras es negativo).

El cambio climático y los bosques están íntimamente ligados. Por una parte, los
cambios que se producen en el clima están afectando a los bosques debido a
que las temperaturas medias anuales son más elevadas, a la modificación de
las precipitaciones y a la presencia cada vez más frecuente de fenómenos
climáticos extremos. Al mismo tiempo, la capacidad de los bosques y
plantaciones forestales de almacenar dióxido de carbono, contribuyen
considerablemente a mitigar el cambio climático.

El cambio climático y los bosques están íntimamente ligados. En su


crecimiento, los árboles absorben el dióxido de carbono (un GEI) de la
atmósfera y lo convierten, a través de la fotosíntesis, en carbono que
"almacenan" en su tronco, raíces, hojas y otros tejidos vegetales.
Adicionalmente, también queda carbono almacenado en el suelo y en la
materia orgánica al ras del suelo. Sin embargo, cuando son destruidos por el
cambio de uso de suelo, por la explotación excesiva o por el incremento en la
frecuencia y severidad de los incendios, el carbono almacenado es liberado
nuevamente hacia la atmósfera contribuyendo a agravar el problema del
cambio climático.

Se ha demostrado que la deforestación ha contribuido aproximadamente en un


tercio del calentamiento de los extremos cálidos en algunas regiones de
latitudes medias desde la época preindustrial. Los cambios antropogénicos en
la superficie terrestre continental, como la deforestación, la forestación, la
conversión a tierras de cultivo, el manejo de la tierra (por ejemplo, riego y
labranza), la urbanización y la construcción de represas artificiales pueden
tener grandes impactos en el clima local y regional.

El estrés combinado por el calor y la sequía puede reducir la productividad


primaria del bosque y causar la mortalidad de los árboles. Los bosques
amazónicos son vulnerables a la sequía. La sequía sin precedentes del año
2010 resultó en altas tasas de mortalidad de árboles y variaciones en la
productividad forestal. El efecto combinado de ambos impactos conduce a una
disminución a largo plazo de las reservas de Carbono (C) en la biomasa
forestal, comprometiendo su papel como sumidero de C. Este ecosistema, con
una de las biodiversidades más ricas de la región, está amenazado por la
retroalimentación positiva entre el cambio climático y el cambio en el uso del
suelo. Este ecosistema regula el clima regional, el ciclo hidrológico local y, a
través de la teleconexión, el clima global. 

MANEJO Y CONTROL DE LOS DAÑOS:

La historia muestra que el hombre a menudo ha considerado el bosque como


un espacio que se deba desmontar para desarrollar otras actividades no
forestales (sobre todo agrícolas), y utilizar en ocasiones más allá de su
capacidad de regeneración, como recurso para obtener leña y forrajes. Sólo
cuando hay gran escasez de madera para construcción o de leña, o cuando la
degradación de las tierras producida por la deforestación o la explotación
excesiva de los bosques, sólo entonces se ejecutan políticas nacionales
voluntaristas con miras a reconstruir el bosque, por lo general en forma
autoritaria. Después de una fase de disminución más o menos rápida, la
superficie forestal del país comienza a estabilizarse, después a repoblar
espacios antiguamente boscosos, evolución amplificada por el desarrollo
económico, la urbanización y el abandono del campo. Este panorama general,
con variables y rupturas, se desenvuelve en épocas diferentes según las
regiones del mundo. Los países industrializados y los emergentes están
actualmente en la fase de reconquista de los bosques, a diferencia del mundo
en desarrollo que todavía está mundialmente en la etapa de deforestación.

Los responsables de la ordenación forestal saben que su margen de maniobra


es limitado: la ocupación y la utilización forestales de tierras son de índole en
esencia "residual" y dependen mucho de lo que se produce en los otros
sectores de la actividad humana. Tienen, sin duda alguna, donde los intereses
forestales son fuertes en bien de la población local y de la colectividad
nacional, que defender los bosques y su gestión sostenible, aceptando que
desaparezcan donde se puede justificar el desmonte en el marco del desarrollo
sostenible.

De cualquier país que se trate, las decisiones sobre ocupación forestal de las
tierras y la utilización y ordenación forestales necesitan un buen conocimiento
en todo momento y en los niveles apropiados de la situación y de los cambios.
Esto supone, en cada país y en el ámbito internacional, la creación de recursos
humanos y el fortalecimiento de las unidades encargadas del inventario
forestal, tomando globalmente esta actividad con todas sus disciplinas, las más
modernas y atractivas, como la teledetección y los sistemas de información
geográfica, así como las más clásicas y a veces desatendidas, como la
dendometría y la taxonomía.

Desacelerar, parar y revertir la pérdida del carbono en los bosques requiere


alcanzar un desarrollo rural sostenible que incorpore y refuerce el manejo
comunitario de los bosques, la conservación de su biodiversidad y la mejora en
las condiciones de vida de los habitantes de las zonas boscosas del país. Esto
a su vez requiere de una mayor coordinación de políticas pùblicas no
forestales, particularmente las agropecuarias y fortalecer los mecanismos de
gobierno y participación a nivel local con arreglos institucionales y mecanismos
de finan- ciamiento adecuados. Adicionalmente, es necesario continuar
fortaleciendo las capacidades técnicas, incluyendo las de monitoreo forestal a
todos los niveles.

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