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UNIVERSIDAD CATÓLICA LUMEN GENTIUM

FACULTAD DE TEOLOGÍA
TEOLOGÍA DE LA GRACIA – Pbro. Francisco Javier Osorio Osorio
Presenta: Cervantes Ferreyra Emmanuel 2°
Tlalpan, Ciudad de México a 06 de octubre de 2021

Carta 187 de San Agustín

El obispo de Hipona, por medio de su Carta 187, explica de una manera especifica la
presencia de Dios en toda la creación, de una manera particular en el hombre. Teniendo en
cuenta, por su puesto, la jerarquía gradual en cuanto al Ser (Essere). Me atrevo a escribir,
con el miedo a errar, que, para tener una mejor comprensión y entendimiento de esta carta,
es necesaria una preparación filosófica, sobre todo en la rama de la metafísica.
Ahora bien, dicho lo anterior entendamos que Agustín afirma que la presencia de Dios
se encuentra de una manera íntegra omitiendo toda clase de divisiones y, por supuesto, de
limitaciones. Con esto podríamos entender que, por el simple hecho de ser Autor o Creador
de todo, su presencia es trascendental. Una vez entendido así, podríamos elaborar un par de
distinciones de esa presencia, de manera especial sobre la Gracia, esta gracia gratuita que se
nos da por la llamada ley de la fe, en la cual no recibimos la gracia por los méritos que
podamos hacer como seres humanos, sino porque estamos participando de esa ley de la fe
estamos sujetos obrar con méritos sumamente agradables al Padre.
Por otro lado, también podemos encontrarnos con esa gracia que Dios no ha otorgado
y que claramente l apodemos reflejar en los dones y talentos, ante esto la presencia de Dios
es notoria y manifestada, obvio, con nuestra limitación sujeta al grado de ser. Agustín
también habla sobre la predestinación, siendo el pilar de unión Cristo, pues el reúne a todos
lo que están dispersos y que, en su debido momento Dios los hará participes de su Gracia,
para su salvación, esto se lograra únicamente si el hombre tiene ese sentido de disposición,
de lo contrario Dios no podre obrar.
Con referencia al Pecado Original, podríamos entender que, la transmisión del pecado
original por medio de la carne pero que estamos llamados a vivir un nuevo nacimiento en el
bautismo.

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