Resulta asombroso analizar el comportamiento de las partículas subatómicas, ya que
estamos acostumbrados a darle una explicación a los fenómenos físicos partiendo desde nuestra intuición y el comportamiento al que estamos acostumbrados a esperar de ellos, sin embargo, estas propiedades típicas son en realidad producto de la interacción entre si de un montón de partículas diminutas, que, a diferencia de sus consecuencias macroscópicas, al observarlas de cerca notamos que no se comportan de manera para nada intuitiva.
De esto se percataron los físicos al estudiar a detalle la luz, identificando una
característica de aleatoriedad en un experimento en el que se iluminaba un gas, cuyas moléculas se encontraban en constante movimiento, y el paradero de los fotones se volvía impredecible. Cabe recalcar que comprender los fotones de la luz también representó un gran reto, ya que estas partículas no solo se comportaban como ello sino en ocasiones también como ondas. Posteriormente se demostró que los electrones que poseen los fotones, eran los determinantes del color de la luz, dependiendo de la frecuencia de onda con la que se propaga la energía que irradian y que, además, al someterse a variaciones en la temperatura presentaban un fenómeno denominado “salto cuántico”, consistente en el salto de los electrones entre una órbita y otra dentro de un mismo átomo.
Varios de estos fenómenos fueron evidenciados en un experimento llamado
“experimento de la doble rendija”, en el cual una lamina con dos ranuras que permitían el paso de las partículas era sometida a un riego de electrones, luego, se observaban los resultados en una placa a la que iban a parar los electrones que pasaban por las dos rendijas dejando una marca que delataba su posición, lo interesante ocurre cuando el experimento se da a lugar sin observadores, ya que el patrón que se esperaría ver en la segunda placa (dos líneas semejantes a las ranuras de la lámina) no se encuentra, en su lugar se ve uno muy distinto, mas parecido a una serie de líneas verticales cuyo grosor decrece respecto a la línea central a medida que las otras líneas son más alejadas de esta. A primera vista los físicos vieron esto como algo completamente absurdo, pero mas adelante se le dio una explicación lógica que daba pie a una de las teorías ya mencionadas, y es que, al entender a los electrones como partículas granulares, en efecto los resultados no tenían sentido, pero al entenderlos como ondas, el patrón coincidía perfectamente con las predicciones. Validando un postulado que afirma que los fotones y los electrones se comportan a su vez como partículas y como ondas, sin que esto sea imposible o incoherente.
Este comportamiento fue entendido como el producto de unos “estímulos” de
aleatoriedad que influían sobre la ubicación en el espacio que adoptaban los electrones, y se estableció una formula que permitía realizar cálculos teniendo en cuenta esta aleatoriedad, cosa que otros físicos como Einstein no asimilaban debido a que para ellos las matemáticas eran una ciencia exacta que no tenía lugar para el azar. Sin embargo, de manera irónica, esta inconformidad y las intenciones de invalidar la teoría cuántica, terminaron por aportar un pilar fundamental a la misma; se trata del entrelazamiento cuántico, el cual a grandes rasgos asegura que cada partícula esta entrelazada a otra, de ninguna manera física, sino meramente cuántica, provocando que alteraciones en una, influencien directamente a la otra, independientemente del espacio que las separe.
En definitiva el mundo de la cuántica es completamente denso a primera vista, ya
que suena contradictorio y ajeno a las leyes de la física que todos conocemos y percibimos en nuestro día a día, sin embargo gracias a él y a su estudio hoy disponemos de muchas herramientas como por ejemplo el servicio de GPS, sin mencionar el avance científico que nos ha significado conocer el curioso comportamiento de las moléculas subatómicas, e incluso las alocadas teorías que al analizarlas resultan no ser tan descabelladas como parecen, tales como computadoras cuánticas capaces de ejecutar a la vez incontables procesos o incluso, el mismo viaje en el tiempo.