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Fernando Lolas Temas de Bioética Este volumen presenta de modo siscemético y sencillo los les aspectos de la concebida como el Empleo del dilogo en la formulacén y resolucion de dilemas generados por la ciencia y la tecnologia. Encre cotros temas, se abordan definiciones fundamentales, las otras disciplinas y los requisitos para el i Temas de Bioética Coleccion CIENCIA, TEENOLOGIA Y CULTURA (© 02 FERNANDO LOLAS. Inscripein N* 126.453, Santiago de Chile. Derechos de edicion reservados pata todos los paises por (© EDITORIAL UNIVERSITARIA SA Maria Luisa Santander 0447, Santiago de Chile woreuniversitara.el ceditor@universitaria.l [Ninguna parte de est libro, incluide el disefo dela portada, puede ser reproducida,transmitida o almacenada, sea por procedimientos mecinicos, opticos, quimicos © ‘electronios,incluidas las fotocopias, sin permiso escrito del editor ISBN 956-11-1608.0 “Texto compuesto en tipogra Palatino 10/13 Se terminé de imprimir esta ‘SEGUNDA EDICION ‘de 1.000 eemplares, en os tallees de Editora e Imprenta Maval Ltda ‘San José 5862, San Miguel, Santiago de Chile en diciembre de 2003, Becultara de Marta Colvin. Instituto de Neurocirugta, Universidad de Chile Fernando Lolas Stepke Temas de Bioética Una introduccion V1 EDITORIAL UNIVERSITARIA {INDICE Una introduccién ALGUNAS DEFINICIONES PROCESO, PROCEDIMIENTO, PRODUCTO 8) Movimientos protobioéticos ») Procedimientos para crear clima ético y para tomar decisiones: bioética relacional y decisional ©) Productos tangibles ¢ intangibles [LAS FORMAS DE LA BIOETICA a) Heterogeneidad de discursos constituyentes b) Heterogeneidad de contextos ©) Heterogeneidad de fines, 4) Superar heterogeneidades: ;tarea necesaria? LOS METODOS DE LA BIOETICA Casuistica Situacionismo o particularismo Principialismo o principismo Narrativa Observaciones sobre procedimiento INSTITUCIONALIZACION DELA BIOETICA (COMPETENCIAS Y HABILIDADES BIOETICAS 2 15 15 19 26 26 29 32 37 4 41 46 7 49 51 58 a LA BIOETICA Y LA MEDICINA La asistencia médica La dimensién social y administrativa La investigacion en medicina CONVICCIONES, CONSECUENCIAS, RESPONSABILIDAD ENSENANZA DE LA BIOETICA ALGUNOS HECHOS HISTORICOS RELEVANTES El comité de Seattle Fl articulo de Beecher El caso Barnard Bl caso Tuskegee El impacto piiblico Lareflexién teol6gica [REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS 70 Sesssergagan i 102 Una Introduccién Una tarde de diciembre, en el afto 2001, recibi una llamada telefénica de Eduardo Castro, de Editorial Universitaria. Me preguntaba si reeditarfa un volumen sobre bioética pre- parado para la coleccién “Orientaciones en Ciencia, Tecno- logia y Cultura”, texto de divulgacién ya agotado. Contesté que no. A cambio, ofrect preparar otro texto, diferente del anterior, manteniendo el caracter sencillo y su propésito de divulgacién. El resultado es el presente volumen. Hubiera convenido que este libro se titulara Conversa- ciones sobre bioética, pero he preferido el més neutral de Temas bioéticos para indicar dos cosas. Primero, que es un texto simple, destinado a ser leido por personas de toda condicién que deseen tomarlo como punto de partida para reflexiones propias. Por eso mismo, es breve y esta escrito de manera sencilla. En segundo lugar, he querido mante- ner una suerte de relacién personal con el texto y sus lec- tores, e incluyo comentarios, apuntes biogréficos y digresiones cuando se presenta la ocasién. Quiero decir que me he sentido muy libre al escribirlo y deseo compar- tir, més que una colecci6n de datos 0 una seleccién de ideas, la atmésfera intelectual y afectiva en que se ha desenvuel- to mi trabajo en los tiltimos anos. En realidad, desde 1986, 9 en que por primera vez of hablar de bioética, las estaciones de mi ingreso a este discurso disciplinario estan jalonadas de avatares biogréficos varios. Casi cada tema me trae re- ccuerdos, de os que por cierto liberaré a lectores y lectoras.. Hay, junto a la personal, una historia institucional que acom- Pafia estas sencillas palabras. Asi, cuando fundamos el Cen- tro Interdisciplinario de Estudios en Bioética en la Universidad de Chile 0 cuando, tras una exitosa alianza con la Organizacién Panamericana de la Salud, se instalé cen Santiago el Programa Regional de Bioética, muchos de los temas hoy populares ni siquiera inquietaban a doctos 0 rofanos. Y aunque se decia que esto de la bioética es im- pPortante, lo cierto es que parecia una mas entre las veleida- des y modas a que nos tiene acostumbrados el trabajo académico en nuestras latitudes. Debo consignar aqui la sorprendente expansién de la demanda en los tiltimos afios, el interés universal por “temas” y argumentos bioéticos y, desde luego, la apropiacién licitae ilicita del término para designar las mas diversas actividades intelectuales y pro- fesionales. Seftal evidente de que el término aludia a un conjunto genuino de preocupaciones y de que en su va- guedad permitia diversas interpretaciones. Sefial eviden- te, también, de que cualquiera se siente autorizado para hablar de estos asuntos. Lo cual es bueno y es malo. Pero asi es. A menudo digo a mis amigos y colaboradores que eneste campo el riesgo no es la escasez sino la abundancia, Desde que asumi la direccién del Programa Regional de Bioética de la Organizacién Panamericana de la Salud, las, demandas por cursos, orientacién y estudios no han cesa- do de crecer. ¥ cuando no han crecido organica 0 sisteméticamente, lo han hecho en forma azarosa y desor- denada. Hemos asistido a muchos “re-bautismos” y ala 10 ‘manifiesta 0 solapada confusién entre adoctrinamiento y formacién en bioética. Confusién que por supuesto no es ‘nueva, pero que con esta disciplina se ha renovado de modo ejemplar. En ocasiones, discutiendo éstos y otros asuntos, mi argumentacién se destiza hacia lo que yo creo 0 espero ver y no a la situacién real. Estoy cierto, no obstante, de que los lectores sabran discernir las diferencias. ‘Abrigo la esperanza que la lectura de este breve libro inspirara a algunas personas en la nocién de didlogo, cen- tral en el quehacer bioético y fuente inagotable de renova- dos y renovadores descubrimientos. Aunque se ha omitido buena parte del material contenido en el libro anterior, que éste en cierta forma amplia, accediendo a la sugeren- cia de algunos amigos he decidido reproducir al final et capitulo relativo a algunos hechos hist6ricos de interés. Asi se entienden mejor algunas peculiaridades de la bioética estadounidense, que es la mejor conocida en el continente american. Santiago, marzo 2002 ul ALGUNAS DEFINICIONES El Diccionario del Espafiol Actual, de Manuel Seco, Olimpia Andrés y Gabino Ramos define bioética como “el estudio de los aspectos éticos de la investigacién biolégica y de sus aplicaciones, especialmente en medicina”. Por su parte, el Diccionario de la Real Academia Esparto- ‘a, en su vigesimoprimera ediciOn, define bioética como la “disciplina cientifica que estudia los aspectos éticos de la medicina y la biologia en general, asi como las relaciones del hombre con los restantes seres vivos”. En la vigesimo- segunda se remite a la concisa definicién “aplicacién de la ética a las ciencias de la vida”. Es recomendable iniciar el anélisis con las definicio- ines de los diccionarios generales porque ellos reflejan aque! sentido que se ha hecho universal para los hablantes de tuna lengua. Por cierto, son insuficientes para los expertos, quienes introducen acepciones y connotaciones mas dife- renciadas en las propias. Asi, en la primera edicién (1978) dela influyente Enciclopedia de Bioética se la define como el “estudio sistemético de la conducta humana en el drea de las ciencias de la vida y la atencién de la salud, en cuanto dicha conducta es examinada a la luz de los principios y valores morales” En estas definiciones, generales 0 especializadas, se destaca el caracter disciplinario, cientifico o sistemético de la bioética. Dos de ellas suponen que el hablante en- tiende qué son los “aspectos éticos” aludidos. La menos 12 informativa es la de la tiltima edici6n del diccionario aca- démico, que exige una consulta por la voz “ética”, no de- masiado ilustrativa El vocablo parece apelar a intuiciones elementales. Cuando alguien lo escucha por primera vez, entiende que se trata de un compuesto entre “bios”, que significa vida, enel sentido de vida humana, y “ethos”, que significa ha- ito, comportamiento o cardcter. El vocablo pareciera res- ponder a una vieja y sentida aspiracién de fusionar las Ciencias humanas 0 la dimensién humanistica del queha- cer y la cultura cientifica-, tal como se perfilé en las déca- das posteriores al positivismo. E] bioeticista colombiano Alfonso Llano, en una reco- pilacién titulada “Qué es bioética?”, no s6lo agrupa textos relevantes para comprender la historia del vocablo. Apor- ta también perspectivas conceptuales dignas de examen. En los aspectos histéricos, seftala que la paternidad del término debe ser compartida por al menos dos perso- nas. La més citada es el oncdlogo estadounidense Van Rensselaer Potter, quien la us6 en un articulo de la revista Perspectives in Biology and Medicine en 1970 y luego en otras publicaciones, culminando con el libro “Bioethics: Bridge to the Future”, aparecido en 1971. Pero también la palabra fue empleada al fundarse un instituto en la Universidad de Georgetown en Washington DC. Aunque se atribuye al médico holandés André Hellegers la denominacién del centro de estudio, la sugerencia habria provenido de Sargent Shriver, Sin duda alguna, entre proponer una palabra y fun- dar una institucién que la corporice hay diferencias. Pero no son las tinicas. Potter pensaba en una cosmovisién am- plia, en que tuvieran cabida todas las preocupaciones del 13 ser humano en su relacién con los semejantes y con la biosfera. Hellegers proponia un vinculo entre la medicina, la filosofia y la ética, Si se reexaminan las definiciones generales 0 de diccio- nario se observa que el uso habitual recoge la segunda acep- in més que la primera. La voz bioética evoca en el priblico 1a ligazén de las humanidades con la medicina y la biologia aplicada més que la preocupacién global que Potter quiso destacar. No sorprende que éste haya luego rebauitizado su propuesta como “ética global” para separarse del énfasis “medicalizante” que la tradicién emanada de Georgetown terminarfa por imponer. La apariencia bifronte de la bioética inicial se complica més tarde con la emergencia de muchas “formas” de bioética 0 de “us0s del discurso bioético”. Mas adelante nos detendremos en estos aspectos. ‘Mas importante que disputar sobre la paternidad del término conviene preguntarse a qué aludfa en realidad la Preocupacién social que en él cristaliz6 y por qué la pala- bra ha tendo el resonant dito que se demuesta ens uuso y abuso. Asistimos a una proliferacién de cursos, re- vistas, institutos, asociaciones que la emplean. Tal hetero- geneidad parece ser propia de las disciplinas nacientes, ues también se comprueba en la historia de otras. Sin embargo, todo esfuerzo de orientacién pasa por examinar qué hay detrés de la palabra, 4 PROCESO, PROCEDIMIENTO, PRODUCTO a) Movimientos protobioéticos Suelo utilizar la triada proceso-procedimiento-producto para explicar la emergencia de lo que cabe lamar la “pre- ‘ocupacisn biostica’ ‘Como proceso social, mucho de lo que hoy constituye esta preocupacién nacié de emociones compartidas. El movimiento social producido por abusos de la medicina y la ciencia empez6 a manifestarse hacia la mitad del siglo xx. Es tal vez correcto decir, con Viktor von Weizsicker, que el juicio debe recaer no en toda medicina y cualquier ciencia sino en una forma especial debida al répido predo- minio de la imagen mecanistica del mundo y los aparentes logros dela racionalidad instrumental. El “desencantamien- to del mundo” concebido como simple medio para satisfa cet inclinaciones humanas tiene muchas causas y diversos origenes. El examen de los “casos” que suelen citarse como antecedentes inmediatos del “movimiento bioético” revela que todos consistieron en una confrontacién entre lo desea- do y lo logrado. En nombre de ideales tan valiosos como el amor a la patria, el aumento del conocimiento, e! bienestar de la humanidad y la felicidad de las comunidades, las per- sonas han estado, en todo tiempo y lugar, dispuestas a co- meter los més increfbles actos. La deseada “neutralidad val6rica”de las tecnociencias, un fundamento de su legiti- midad, propiciaba una imagen del experto y del cientifico que no solamente deja la imaginacién fuera del laboratorio, 15 como queria Claude Bernard. También separa tajantemente los “hechos” de los “valores” o las “emociones”. La medici- ‘na que se senté en el banquillo de los acusados en Nirenberg fue aquella de los mas notables avances técnicos, cultivada or cientificos eminentes. Los experimentos més inhuma- ‘nos no fueron siempre ni necesariamente producto de malé- volas intenciones 0 perversos propésitos. Fueron fruto de la neutralidad valérica que se suponta propio cardcter las cien- cis y las técnicas. El “movimiento” protobioético encontré numerosas expresiones, No todas han sido suficientemente estudia- das. Algunas no suelen vincularse en forma explicita al nacimiento de la biogtica y su discurso disciplinario. Por de pronto, una sensacién de “crisis” en la medici- ra fue el origen de numerosos intentos por humanizar su practica. Cabe mencionar las formas que adopté la incorpaci6n del “punto de vista del paciente” o la intro- duccién del sujeto en la medicina y la ciencia, expresiones cemblematicas que atin hoy resuenan con ecos programéti- os y se han convertido en lugares comunes dentro y fue- ra de la medicina. La conversin de la medicina a “ciencia natural” se vio contrapesada por su concepcién como “ciencia de la psiquis profunda’ 0, como sefalara Rudolph Virchow, fundador de la patologia celular, “ciencia social” Ninguna de tales expresiones se entiende hoy cabalmente sin reconstruir el clima espiritual de la primera mitad del siglo xx, la soberbia comprobacién de los expertos de que sus predicciones no solamente anticipan sino literalmente crean el mundo y la confiada esperanza de que tiempo, dinero y razén derrotarian toda enfermedad y todo ma- lestar, devolverian a las culturas el florecimiento que reludia la felicidad de todos y acabarian para siempre 16 con la pobreza y las penurias. La sencilla ecuacién, no por manida menos convincente, era: conocimiento es poder, poder es riqueza y progreso, riqueza y progreso llevan a la felicidad. “Ver para prever, prever para prover”, fue el ema de Augusto Comte al fundar y difundir la concepcion positiva (y positivista) de las ciencias. Aunque Tuego la expresién desarrollo y sus tecnicismos asociados reemplazaran la ingenua nocién de progreso, esta idea de Ja felicidad a través de las asépticas tecnociencias, compli- cada con el auge de la mentalidad pecuniaria y el espiritu ‘mercantil (expresiones, en realidad, del mismo proceso de tecnificacién de la vida) se mantiene hasta el presente. Las “expertoctacias” se caracterizaron, en cualquiera de sus versiones, por la conviccion de que s6lo el saber técnico produce certidumbres validas y no simples creencias. Aquéllas, que no éstas, son lo tinico valioso en la prosecu- ci6n del bienestar y la felicidad. El movimiento protobioético tuvo, en alguna de sus facetas, un cardcter anticiencia y antimedicina y se con- funde con los “alternativismos” que de tiempo én tiempo proclaman algunos iluminados o algunos estafadores. Cier- tamente, no debe concluirse que las supercherias y mistificaciones son parte de lo que después seria la biostica, Sélo debe sefialarse que el “malestar en la cultura’, feliz expresion de Sigmund Freud, escondié los gérmenes de muchos movimientos de protesta y algunos intentos de cambio social. Muchas protestas fueron simples rebelio- nes contra el orden establecido, no verdaderas revolucio- nes, Esta util distincién de José Ortega y Gasset puede resumirse diciendo que una rebelisn corrige, o intenta co- rregir, abusos, en tanto una revolucién cambia usos. Aun- que tal vez sea prematuro decirlo, to que luego seria la 17 bioética, en su estadio germinal de movimiento, constitu- y6 una revolucién. En parte visible, en parte silenciosa. El proceso social que cristalizé en la bioética tuvo, por ende, el caracter de un movimiento, tal y como otras disci- plinas. Comparable al psicoandlisis, por ejemplo, que pre- vio a su institucionalizacién definitiva y a su aceptacién como saber legitimo en el imaginario social, fue también ‘un movimiento. Comparable al movimiento psicosomatico que transité desde la timida insinuacién de holismo o la rotunda reduccién a psicodinamia de todo padecimiento a la mansa incorporacién al establishment académico como una especialidad més. En muchos sentidos, el nacimiento de lo bioético fue semejante al movimiento, social mas que académico, que fundara las ciencias humanas como aproxi- maciones empiricas a la decadencia social y la crisis de la civilizacion Movimientos protobioéticos se encuentran también aso- La distin entre aproximcisn iirc, centrada ene aso individ y nomotetea, buscadora de lees generale, ve remonta a Windelband, aes 34 luye los momentos tesricos en ese trabajo, pero la finalidad oes acrecentar 0 refinar el discurso disciplinario sino resol- vver cuestiones tan imperiosas como conectar o desconectar, un ventilador mecénico, comunicar la verdad sobre sti do- lencia a un enfermo o asistr en la toma de decisiones en las tiltimas semanas de vida. Existe una variedad de biaética normativa y regulatoria, concentrada en forma principal en la formulacién de mar- cos de aplicacién de principios. No interesan tanto los ca- 80s individuales, salvo como ilustracién de circunstancias y reglas 0 normas. Interesa sentar bases moralmente ‘ostenibles para regular, por ejemplo, la investigaciGn cien- tifica, la formulacién de politicas puiblicas, la disposicién de recursos escasos. La contribucién se hace a través de un activo dislogo con el derecho y las précticas legislativas, peronoesen modo alguno reducible aellas. El“legalismo”, 0 la reduccién de lo bioético a lo juridico, es una tentacién ‘que debe resistirse. Entre otras razones, porque la norma juridica se formula con aspiraciones de permanencia y ca- rece de la suficiente capacidad de autocorreccién que la re- flexién bioética, basada en la mudable realidad del dislogo interhumano debiera, idealmente, poseer. Esta dimension de praxis normativa que caracteriza a algunas variedades de bioética puede exigir algunos métodos no presentes en otras. Finalmente, cabe hablar de una bioétca cultural, Es fas- cinante el campo de las ciencias sociales empiricas cuan- do se interpreta desde las conceptualizaciones éticas. Desde el punto de vista de los fines, puede considerarse esta forma de bioética una que expresamente tome en ‘cuenta los contextos a que se alude més arriba. El “modo de ser”, la peculiaridad de una sociedad particular, de una 35 institucién determinada, de una época hist6rica entran en una relaci6n dialéctica y fertilizante con las creencias y las convicciones morales. Se ha dicho, por ejemplo, que el lima liberal de Estados Unidos de América del Norte, unido a las peculiaridades de su sistema judicial, esen- cialmente adversarial, explicaria por qué la autonomia tie- he mayor vigencia alli que en otros paises. Cuando se examinan los principios universales se observa que en todas las sociedades conocidas puede identificarse algo como la justicia, la beneficencia, el respeto a la dignidad de las personas, la autonomia. Sin embargo, la arquitec- tura y la configuracién que estos principios adopten, sien- do los mismos, pueden llevar a consecuencias sociales distintas, A este respecto, es ttil recordar el concepto qui- mico de isomerfa. Compuestos isomeros son aquellos que teniendo los mismos constituyentes los tienen en formu- las estructurales distintas. De este modo, es posible pro- poner que si bien en todas las sociedades pueden identificarse semejantes principios, la estructura de sus relaciones y las prioridades relativas que ellos exhiben pueden cambiar. En la bioética cultural se produce una fusion entre la investigacién empirica y la reflexién filo- s6fica. Puede hacerse una sociologia “de” la bioética en cuanto proceso social o grupo de expertos o puede Practicarse la sociologia “en” la bioética, tomando como titerios moduladores lo que sabemos de la cultura de! ‘grupo, de la época o de la institucién de que se trate! ‘ Bruchhausen, W. "Medizin und Moral ohne Kontext. Die ethnomediznische Kritikan der Biothsk",Ethkin der Medizin 198): 176- 192,20 36 ) Superar heterogeneidades: ;tarea necesaria? ‘No pocas veces, al explicar las heterogeneidades examina~ das, alguna persona pregunta por el sentido que tiene ha- blarde “la” bioética. Opinan, por ejemplo, que toda decision ética es situacional y que, por ende, un cuerpo unitario de fincipios y normas no seria conveniente ni necesario. Como con otros conceptos, el de personalidad por ejemplo, tal vez sobre la bioética no pueda predicarse nada definitivo y exis- tan s6lo momentos bioéticos en todo quehacer, impregnan- do la medicina, las técnicas y las ciencias. Tradicionalmente se habla de que la bioética, aparte de dialégica y secular, es también interdisciplinaria, pues su misma condiciGn de puente 0, como deciamos antes, su estatuto “intersticial”, entre los saberes consagrados, la obliga a una multiforme apariencia. Dedicaremos algunas lineas a examinar modelos de integracién aplicables a la bioética. Construir la disciplina del futuro puede implicar escoger alguno de ellos. Hablamos de multidisciplinariedad para referimos a una forma de interaccidn en que un grupo de distintos expertos decide compartir una tarea. Digamos, un cometido. Si de derrotar la delincuencia se trata, entonces habr que reunit juristas, policias, psiquiatras, economistas, sociélogos, traba~ jadores sociales, profesores, entre otros especialistas. Cada ‘uno retiene su identidad profesional o laboral, su cuerpo de nociones basicas y la autoridad que su grupo experto ha ga- nado en la sociedad. Si tienen carisma, los miembros de una profesion logran “traducir” el problema a sus términos pre- feridos y familiares. En el ejemplo, la delincuencia pasa de ser asunto policial a ser tema médico o sociolégico. El grupo tiene un cometido, pero sus miembros no comparten conte- 37 nidos ni tampoco contextos. Estos tiltimos, como indicamos | antes, son importantes para calibrar la “legitimidad” de un discurso, toda vez.que una sociedad que valore en extremo lo juridico asignaré mayor valor a lo que dice el abogado y me- nos a lo que dice el médico. El modelo interdisciplinario agrega un elemento: la comparticién, no solamente del cometido sino también de | ciertos contenidos. Esto significa que los diferentes acto- res e interlocutores comparten significados en Tos concep- tos que deciden utilizar. El experto en economia accede, por ejemplo, a dar una significacién menos exclusiva y excluyente a algunas nociones que usa, y lo propio hacen otros, renunciando a aquella parte de su identidad basada en las definiciones “operacionales” de sus nociones basi- cas, Estas definiciones recortan, de la masa semédntica de tuna lengua, las potencialidades especificas de que se sirve una disciplina o profesién. El lenguaje especializado pue- de alcanzar dimensiones inicidticas, a veces no aparentes, que dificultan mas que ayudan el entendimiento de las materias. Puede, por ende, postularse un modelo en el cual, junto con reconocer y aceptar la comtin tarea, exista un } acuerdo basico sobre contenidos, esto es, definiciones. La tercera opcién es la construccién transdisciplinaria. ‘Aqui se comparten no s6lo cometido y contenido sino tam- | bién contexto. Esta iltima dimension agrega algo que esta- | ba ausente. Se trata de la legitimacién social del respectivo discurso disciptinario. Ya hemos aludido a la importancia de los contextos para dar valor y relieve a los intercambios sociales y a los textos que producen las culturas. Lograr que personas con formacién muy diferente concuerden en compartir tareas, nociones y mérito social de sus discursos fundantes de identidad es un dificil logro. 38 Este tiltimo modelo puede significar una “desprofe- sionalizacién” de la toma de decisiones y la eliminacién de jerarquias basadas en profesiones o discursos discipli- narios. Ya hemos insinuado que estas jerarquias varian se- ‘giin el tiempo y el lugar. En algunas épocas, en ciertas regiones o para algunas personas, hay discursos que pro- ducen mayor respeto y concitan mayor adhesién. No es de extrafiar que los profesionales que se sirven de ellos gocen de mayor respetabilidad. Cabe mencionar como ejemplo el extraordinario prestigio de que goz6 el discur- s0 cientifico en los Estados Unidos de la Segunda Post- ‘guerra Mundial. Fue la época de oro de la inversion en ciencia. Todo se esperaba de la creacién de un potente aparato tecnocientifico: la solucién a los problemas médi- cos, a las dificultades en la convivencia, a los problemas del medio ambiente. El cardcter cientifico de algo lo hacia de inmediato més atractivo. La propaganda lo us6 y usa para destacar nuevos productos. Igual prestigio ha tenido ¥ tiene el lenguaje de la economia en ciertos sectores. Lo que es comin a la modernidad es el auge de las expertocracias. Solamente los “expertos” deben ser con- sultados. Quien no posea ese caracter, avalado por diplo- ‘mas y credenciales, no puede permitirse hablar o intervenir piiblicamente. ‘Sin embargo, uno de los hechos mas significativos de Ja emergencia de la bioética fue precisamente reducir las distancias entre expertos y entre expertos y no expertos. Digamos, entre especialistas y publico. Las grandes pre guntas de la vida social, los problemas producidos por el desarrollo de las tecnociencias, no pudieron ser aborda- dos por ningtin especialista en particular ni tampoco por ‘una coalicién de ellos. Tampoco fueron anticipados por 39 futurdlogos eminentes. Los grandes problemas son aque- | los que parecen renovarse en cada nueva generacién. Los | que estan asociados a la condicin humana, al nacer y al | morit. Para ésos, que en realidad pertenecen al mundo de la vida, no hay discursos que los neutralicen o eliminen. Son problemas humanos, no técnicos. A eso se refiere la conocida sentencia de que la técnica crea problemas cuya solucién ya no es técnica (non-technical solution problems). De all que la generacién de un espacio semédntico en que las voces, sin ser iguales, valgan igual, es desafio central de la bioética. De allf también que la respuesta més apro- piada a la polifonia moral y a la diversidad epistémica (de saberes) sea un discurso transdisciplinario. Dificil de ob- tener, probablemente imposible de perpetuar. Pero digno de ser buscado. 40 LOS METODOS DE LA BIOETICA Mis que hablar de métodos en sentido estricto, lo cual pre- supondria haber aclarado el “objeto” de una disciplina es- pecifica, deseo presentar perspectivas sobre aspectos 0 dimensiones metédicas que han sido relacionadas con el quehacer bioético. Al hablar de esta materia se corre el riesgo de destacar los aspectos tecnificantes y sugerir que ‘tomar decisiones es lo més importante en bioética. Un ries- {80 distinto es propalar vagas admoniciones sobre formas de conducir la reflexién moral Se observaré que puede afirmarse que ninguna de es- tas perspectivas excluye por completo a las demas. Casuistica Desde los albores de la reflexién préctica, orientada a re- gir y conducir la vida, los ejemplos han servido para deri- ‘var moralejas y éstas para formular maximas o aforismos ‘que condensan el saber. Muchas disciplinas estén mejor servidas por el método casuistico que por cualquier otro, ‘Tal método, segtin Jonsen y Toulmin, consiste en “el andli- sis de los asuntos morales usando procedimientos de ra-

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