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Presentación

Motivos de Ars Logicorum.

Hay que reconocer que existen brechas entre los distintos ámbitos de la
filosofía, y que el vínculo común y natural entre todos ellos es la lógica.

El lógico auténtico sabe lógica y filosofía, y el filósofo auténtico no puede no


comprender de lógica, si bien no es obligación de todos ser diestros en los
sistemas lógicos, sí es un deber insoslayable del filósofo comprender los
distintos movimientos de la razón, de no hacerlo es muy probable que el
quehacer filosófico en que se afana sea vacuo, y en consecuencia estéril.

En la vida académica y en la filosofía en sí, no existe un afán unificador que


sea fin en sí mismo. Si en años recientes se ha considerado una necesidad
replantearse el papel de las humanidades, de la filosofía y, en este caso, de la
lógica, ha sido por considerar que es obligación del humanista ejercer su papel
con mayor responsabilidad en la sociedad.

Los procesos tecnócratas son una realidad de la que el humanista no puede


juzgarse exento. Existen tendencias en la actualidad que juzgan innecesario el
papel de las humanidades en la formación de los jóvenes y en la sociedad en
sí, porque no es evidente el beneficio que un humanista aporta a la sociedad.

Sostenemos sin embargo, que el papel de las humanidades es importante para


una formación integral del ser humano. Existen aspectos de la naturaleza
humana que sólo pueden ser cultivados por las humanidades.

El beneficio que significa para la humanidad todo el desarrollo científico y


tecnológico sólo puede ser evaluado en su justa dimensión desde una
perspectiva humana integral -que considere, por supuesto aspectos
económicos pero que no se limite a ellos.

Es cierto que dedicarse a la vida contemplativa no es posible si las


necesidades materiales inmediatas no están solventadas; a este hecho alude
aquel célebre filosofema que presume al ocio como madre de la filosofía. Pero
sería equivocado decir que la propensión al pensar y al quehacer filosófico son
consecuencia necesaria del ocio, basta con considerarlo brevemente para
concluir que existen espíritus tales que, así tuvieran por tiempo de ocio la
eternidad, no se dedicarían a la filosofía, al cultivo de las humanidades ni a otra
cosa distinta de la inercia.

¿Qué persigue el estudioso de las humanidades? El auténtico inquirir, el


preguntarse honesto por los asuntos menos inmediatos es aquello que
determina la orientación del humanista. Pero también es su responsabilidad

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propiciar la comprensión y la difusión de los estudios humanísticos en la


sociedad.

Uno de los triunfos de las humanidades consiste en defender y mejorar el nivel


de su enseñanza. Estar consciente de la naturaleza de este triunfo implica
también comprometer esfuerzos para que así sea. Con esto en mente los
miembros del Programa de Apoyo a Proyectos de Innovación y
Mejoramiento de la Enseñanza (PAPIME) PE 400709 “Lógica: herramientas
para su aprendizaje y para la comprensión de sus relaciones con los
distintos campos de la Filosofía”, ofrecemos a la Universidad Nacional el
producto de nuestros esfuerzos con la intención y la esperanza de cumplir así
con el papel que como humanistas nos corresponde.

Ars Logicorum, “El arte de la lógica”, es una herramienta de apoyo para


docentes y estudiantes de la ciencia de las segundas intenciones, pero más
allá de su utilidad, es la materialización del trabajo de una nueva generación de
investigadores que estoy orgulloso de haber encausado.

Dr. Guillermo González Rivera

Santa Cruz, Acatlán, mayo de 2010

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INTRODUCCIÓN

Guillermo González Rivera

A) Objetivo y estructura de Ars Logicorum.

El texto que el lector tiene en sus manos es una introducción a problemas de la


Lógica. Está destinado a aquellos estudiantes que ya se han iniciado en esta
disciplina –y, en este sentido, no es una introducción a secas- y que están
interesados en ir más allá de las meras técnicas de cálculo lógico mediante las
cuales, tradicionalmente, se comienzan estos estudios.

Nuestro objetivo es ofrecer una herramienta que facilite la entrada a un mundo


de preguntas y reflexiones en torno a consideraciones que tienen que ver con
la Lógica y, por tanto, que tienen que ver con el pensamiento en particular, y
con el hombre en general.

La estructura del texto está conformada por capítulos que siguen el orden
histórico del desarrollo de la disciplina, pero que, al mismo tiempo, pueden ser
leídos como ensayos independientes.

Cada capítulo acota –como ya se dijo- un momento del desarrollo de la Lógica,


con la intención de destacar algún aspecto o problema que ayude a
comprender al lector tanto la finalidad del estudio en ese momento como las
peculiaridades que le diferencian de otros. Debemos advertir que, en ningún
caso, se trata de textos especializados ni dirigidos a especialistas, lo cual
implica que los problemas o aspectos destacados en cada capítulo se traten
como sugerencias para futuras investigaciones; y así, aunque de ningún modo
se trataron con ligereza, tampoco ofrecemos exhaustividad.

A grandes rasgos, el contenido del texto es el siguiente:

El capítulo 1 es una introducción a los estudios de Lógica de Aristóteles. Aquí


se destaca el objeto de estudio de esa Lógica como la relación intrínseca entre
el mundo, el pensamiento y el lenguaje, para comprender la cual es necesario
considerar aspectos ontológicos, epistemológicos y lingüísticos. Tener en
mente la relación de esos elementos es importante porque las
transformaciones operadas en el estudio de la Lógica pueden ser entendidas
también como transformaciones en el modo de pensar en dicha relación. Este
asunto es, precisamente, el punto donde termina el capítulo 1, mediante una
breve consideración a la diferencia entre la “formalidad” de la Lógica de
Aristóteles y la de la Lógica matemática.

El capítulo 2 está dedicado a la lógica proposicional. Presenta una explicación


del lenguaje formal de la lógica de enunciados y de su interpretación. También

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se explican la relación de consecuencia lógica y diversos métodos para


identificarla. Se termina con el aspecto deductivo de este sistema lógico, dando
útiles consejos acerca de cómo aplicar las usuales reglas de inferencia y
equivalencia.

El capítulo 3 Introducción a la Teoría de Conjuntos constituye una presentación


panorámica de la axiomatización de la teoría de conjuntos, destacando los
puntos que han causado controversia, las implicaciones de las distintas
decisiones tomadas en ellas. Desde el capítulo 2, se han apuntado algunas
cuestiones sobre el carácter matemático que adquirió la Lógica; en este
capítulo, se muestra, precisamente, la preocupación fundamentalmente
matemática de los lógicos que trabajaron conjuntos.

El capítulo 4 Lógica cuantificacional expone el lenguaje de la lógica


cuantificacional o de primer orden que es indispensable para modelar de
manera correcta cierto tipo de argumentos. Se presenta de manera sistemática
la interpretación de los elementos de ese lenguaje (semántica); poniendo
especial atención en la noción de verdad lógica y consecuencia lógica. Se
exponen métodos de prueba que adquieren una especial importancia a partir
de la extensión del lenguaje que constituye respecto a la lógica proposicional.

En el capítulo 5, abordamos un problema ya clásico en el estudio de la Lógica


cuantificacional, a saber: la dificultad de capturar, mediante las herramientas de
la Lógica matemática, las propuestas de la Lógica silogística. Este problema
se origina por la diferencia de supuestos con los que se trabaja en las distintas
comprensiones de la Lógica. Presentamos, pues, una propuesta para avanzar
en la solución de dicha dificultad, mediante el ajuste a la comprensión de
algunas reglas ya tradicionales. Con ello, esperamos ayudar al estudiante,
tanto a comprender la dificultad en sí, como a idear sus propias teorías al
respecto.

Finalmente, en el capítulo 6 ofrecemos una reflexión sobre un problema


fundamental para decidir el estatus epistemológico del conocimiento cimentado
en la Lógica: las condiciones que nos permiten saber cuándo es verdadera una
proposición y cuándo no. La importancia de esta reflexión radica en que una
de las nociones de validez lógica –quizá la más importante- es aquella que
sostiene que de premisas verdaderas se siguen conclusiones verdaderas, bajo
cualquier interpretación de las premisas. La pregunta obligada es cómo
justificar la verdad inicial de la que depende la validez de nuestro cálculo.

Además el volumen consta de dos apéndices. El apéndice I es una revisión


exhaustiva de las reglas de inferencia y equivalencias lógicas de la lógica
proposicional. Es un apoyo al estudiante que busque experimentar con las
diversas posibilidades que la lógica de enunciados ofrece.

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El apéndice II presenta a la silogística desde el lenguaje de la lógica


cuantificacional. Constituye pues, un material ideal para que el lector vea la
aplicación de lo expuesto en el capítulo 4.

Dado que, como ya hemos advertido, este volumen no contiene tratados


amplios ni exhaustivos, hemos considerado de primordial importancia la
consigna de fuentes especializadas donde el estudiante pueda encontrar mayor
amplitud para el desarrollo de sus reflexiones nacientes.

B) Sobre los autores de Ars Logicorum.

Este libro es posible gracias al apoyo de la Universidad Nacional Autónoma de


México, mediante su Programa de Apoyo a Proyectos para la Innovación y
Mejoramiento de la Enseñanza (PAPIME) PE400709, vigente durante 2009 y
2010. Sin embargo, los trabajos que se materializan aquí tienen su génesis en
el Seminario de Filosofía de la Lógica “Lógica en Acatlán”, fundado en 2005 por
un grupo de estudiantes que, percatados de las necesarias limitaciones de los
cursos curriculares, decidieron darse a sí mismos su propio espacio de
investigación, de estudio y reflexión.

Guillermo González Rivera, el responsable del proyecto PAPIME, es Doctor en


Filosofía, docente e investigador adscrito a la FES Acatlán y coordinador de la
Unidad de Investigación Multidisciplinaria de la misma facultad.

Paola Minerva Chapa Montes es miembro fundador y activo del Seminario


“Lógica en Acatlán”. Actualmente es profesora de la materia de Lógica I de la
Licenciatura en Filosofía en la FES Acatlán y realiza estudios de posgrado en la
Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM.

Larry Fielding Jagüey Camarena, miembro del Seminario “Lógica en Acatlán”,


es egresado de la carrera de Filosofía por la Facultad de Filosofía y Letras de
la UNAM y estudiante de matemáticas de la Facultad de Ciencias de la misma
UNAM. Imparte el taller permanente “La Cantera lógica” desde 2009 en la FES
Acatlán.

Pedro Ramos es doctor en Filosofía y miembro de la Academia Mexicana de


Lógica. Carlos Verlón es egresado de la carrera de Filosofía por la Facultad de
Filosofía y Letras en su modalidad Sistema de Universidad Abierta (SUA).
Ambos imparten el curso de Lógica I y II en la Facultad de Filosofía y Letras de
la UNAM.

Gabriel Ramos García es fundador del Seminario “Lógica en Acatlán”, profesor


de las asignaturas de Lógica I y II en la licenciatura en Filosofía en la FES
Acatlán. Realiza estudios de posgrado en la Facultad de Filosofía y Letras de la
UNAM.

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María Esperanza Rodríguez Zaragoza, miembro del Seminario “Lógica en


Acatlán”, profesora de las asignaturas de Lógica III y Filosofía Moderna en la
Licenciatura en Filosofía en la FES Acatlán. Coordina el Seminario de
Preespecialización, que en su modalidad de Filosofía de la Lógica se imparte
por primera vez en la FES Acatlán. Realiza estudios de posgrado en la
Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM y en el Instituto de Investigaciones
Filosóficas.

Mario Cornejo Cuevas y Moisés Rubén Rossano López son estudiantes de la


carrera de Filosofía en la FES Acatlán. Miembros del Seminario “Lógica en
Acatlán”. Debido a su destacado desempeño académico fueron invitados a
colaborar en este proyecto.

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Capítulo 1.

Lógica aristotélica.

La inauguración de los estudios lógicos de manera sistemática. De qué


se tratan y para qué sirven

Paola Minerva Chapa Montes

Preliminares

Comprender en qué consisten los trabajos de Aristóteles compendiados bajo el


título de Organon significa comprender cuál es el objeto de estudio de la
disciplina que ellos conforman y cuál su importancia (en este caso en particular,
podríamos hablar de utilidad). El propósito de este capítulo es, pues, sugerir
algunas ideas que colaboren en la comprensión de los dos asuntos
mencionados.

La estrategia que seguiremos es bastante simple, pero no fácil: haremos un


recorrido panorámico por cada uno de los tratados involucrados, resaltando
sólo el aspecto que consideremos representativo o paradigmático para generar
una idea suficiente del tema que abordan. Esto implica que, puesto que
nuestra pretensión es obtener una idea general de la disciplina, no nos
detendremos ni profundizaremos en aspectos particulares. Podemos adelantar
que el Organon es un conjunto de tratados que ofrecen diferentes perspectivas
de un mismo fenómeno: el logos. La primera parte de nuestra revisión tiene el
objetivo específico de acercarnos a ese fenómeno complejo y distinguir la
perspectiva desde la cual es observado por Aristóteles en los distintos tratados.
El objetivo específico de la segunda parte de nuestra revisión, orientado a la
utilidad de la disciplina desarrollada a partir de la observación del fenómeno del
logos, consiste en comprender que dicho fenómeno no es abstracto ni se da
aislado -aunque su estudio así lo sugiera-, sino que aparece en contextos
determinados; la utilidad de la disciplina naciente a partir de estos tratados
aparece en y depende concretamente del contexto; v.gr., el logos del
matemático y el del político, siendo ambos logos, no son, sin embargo, iguales;
y la verdad de lo dicho en uno y otro caso dependen en gran medida de que se
comprendan las semejanzas y diferencias de sus logoi.

Una vez hecho lo anterior, y a manera de conclusión, bosquejaremos dos


consecuencias importantes que se desprenden de considerar el objeto de
estudio de la Lógica como un fenómeno concreto en contexto, y que
representan las principales diferencias entre los estudios del logos como los
concibió Aristóteles y la Lógica que se desarrolló a partir de ellos, a saber: la
“formalidad” de la Lógica y su concepción como método.

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Por último, consideramos importante, de manera previa a todo lo anunciado,


hacer una breve indicación sobre la originalidad de los estudios de Aristóteles
respecto a su entorno intelectual. De manera que el curso de este primer
capítulo es el siguiente: A) El nacimiento de la Lógica como disciplina; B) El
objeto de estudio de la Lógica aristotélica; C) La utilidad de la Lógica
aristotélica; y D) Conclusiones capitulares: un apunte sobre la formalidad de la
Lógica y la idea de método en relación con los estudios de Aristóteles.

A) El nacimiento de la Lógica como disciplina

La aclaración sobre el nacimiento de la Lógica como disciplina o rama de


conocimiento con cierto grado de independencia de las otras ciencias es un
tema que, aunque ya no resulta novedoso, no deja de ser importante.
Ciertamente, es difícil, si no imposible, pensar en algún estudio dedicado
explícita y exclusivamente a problemas de Lógica anterior a los aristotélicos.
Esto no equivale, sin embargo, a la ausencia de trabajos que involucren
problemas lógicos; en este sentido, siempre se puede pensar en los trabajos de
Parménides, de Zenón y del propio Platón como el suelo nutricio en el que
Aristóteles hinca las raíces de sus estudios.

No obstante los claros antecedentes, existen también profundas diferencias


que justifican la afirmación de que Aristóteles es el punto de partida de esta
disciplina. Quizá la consideración que mayormente nos permita comprender la
situación sea que los pensadores previos a Aristóteles, en sus escritos,
suponen que el lector tiene los conocimientos y las habilidades discursivos y
argumentativos necesarios para comprender la exposición. Tal vez el caso
más claro sea el de Platón; aunque hay varios pasajes, en diversos diálogos,
que problematizan sobre cuestiones lógicas1, no existe alguno donde
propiamente se le enseñe al estudiante –ni al dialogante ni al lector- a construir
un argumento verdadero. Por el contrario, la exposición platónica parece dar
por hecho que el lector atento es capaz de darse cuenta cuando los
dialogantes construyen bien o mal sus argumentos, y las consecuencias de
ello. Aristóteles, en cambio, se da a la tarea de desarrollar algunas estrategias,
digamos, pedagógicas, para hacer comprender al estudiante lo que involucra el
fenómeno del argumento; para dicha labor, Aristóteles recopila y diseña
problemas que tengan que ver específicamente con la exposición de
argumentos, los clasifica y los comenta, de tal manera que hace de la
expresión del pensamiento discursivo, el objeto central del estudio, el eje de la
atención del propio pensamiento.

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Quizá el más representativo sea el diálogo Sofista, donde se presentan ejercicios
dialécticos –para construir la definición de un anzuelero-, y se problematiza sobre las
condiciones ontológicas que hacen posible la dialéctica.

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B) El objeto de estudio de la Lógica aristotélica

La segunda cuestión que necesitamos elucidar, más compleja que la anterior,


consiste en la naturaleza del objeto de estudio de la disciplina que nos ocupa,
en el sentido en el que era comprendido por Aristóteles. Ésta es, como cabe
adivinar, una labor soberbia, porque significa tanto como presumir que
podemos esclarecer el sentido del logos en unos cuantos párrafos, lo que no
ofrecemos aquí. Lo que sí ofrecemos es hacer manifiesta la complejidad de la
comprensión del logos y mostrar luego, sustentados en lo anterior, la
complejidad de su estudio. Eso nos acercaría al pensamiento aristotélico lo
suficiente como para comprender la distancia entre sus estudios lógicos y
cualesquiera otros.

Como se sabe, sus estudios de lógica son una colección de estudios sobre
temas específicos; el sentido de los trabajos en cuanto colección será tratado
más adelante; por ahora, nos concentraremos en los estudios singulares, los
cuales tienen una presentación semejante a la de la mayoría de los trabajos de
Aristóteles: son estudios temáticos, centrados en un problema específico:
escritos sobre los modos en los que se habla de las cosas (kateegoriai),
escritos sobre la interpretación (peri hermeneias), análisis básicos de
argumentos (analytikoon proteron), análisis secundarios de argumentos
(analytikoon ysteroon), lugares comunes en los discursos (topica) y sobre las
refutaciones sofísticas (peri sophistikoon elenchoon). En general, podemos
entender los trabajos de lógica aristotélica como estudios en torno al logos
(logika). Para conocerlos, necesitamos recorrerlos, es decir, colocarnos
nosotros también en torno al logos. Cada uno de los estudios que hemos
enlistado puede ser entendido, pues, como un modo específico de aproximarse
al logos.

Logos es una noción tan propia de los antiguos griegos que, probablemente, no
tengamos ninguna que nos sea próxima y que represente la misma experiencia
que aquella noción representaba para ellos. Sin embargo, su sentido puede
ser más o menos comprendido si ponemos atención a los usos de la expresión2
al interior de los tratados de Aristóteles. De esta manera, podemos intentar la
aproximación al objeto de los estudios aristotélicos con dos alcayatas: por un
lado, presentaremos algunos ejemplos que nos ilustren el empleo del término
logos; por otra parte, enunciaremos el sentido general de cada uno de los
tratados que componen el compendio aristotélico sobre lógica. Al proceder de
2
No estamos seguros de que un análisis exhaustivo de este asunto sea posible. Lo que
ofrecemos aquí son algunos ejemplos que nos resultan representativos y que pueden ser
considerados prototípicos.

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este modo, logramos una comprensión de los tratados que considere en todo
momento no sólo el tema específico, sino la problemática general del estudio
del logos.

Comencemos con una definición explícita que Aristóteles da sobre lo que


entiende por logos. En Sobre la interpretación 16 b 27 se lee: “Logos es una
voz articulada con significado, con partes que por separado tienen significado
pero sin afirmar ni negar nada.” Es decir, logos aquí está entendido como una
oración completa, una idea compleja con partes distinguibles. Aristóteles no
restringe este uso para oraciones asertivas donde se niega o afirma algo, pues
pocas líneas adelante señala que las plegarias, por ejemplo, no son
precisamente afirmaciones o negaciones y sí son, no obstante, logos. En una
importante medida, este sentido de logos implica que las “oraciones” sin
sentido son “ilógicas”; o bien, que todo logos tiene la característica de la
inteligibilidad, de la comprensibilidad del mensaje de la oración.

También, logos puede significar la definición de una cosa según su modo


propio y natural de ser (en un sentido muy cercano a la definición real
esencial); es decir, no una definición del término, sino una explicación de lo que
la cosa es. Este sentido tiene, por ejemplo, en Categorías 1 a 6-10, donde
leemos: “Se llaman sinónimas las cosas cuyo nombre es común y cuyo
correspondiente logos de la entidad es el mismo, por ejemplo, <ser viviente>
dicho del hombre y dicho del buey, porque a ambos nos referimos como seres
vivientes […] pues el logos de su entidad es el mismo.” Podemos interpretar
este pasaje considerando que <ser viviente> significa lo mismo cuando lo
decimos del hombre que cuando lo decimos del buey; es decir, la definición o
logos de <ser viviente> es común para ambos.

Considérense también estos pasajes donde se emplea la expresión logos: “Una


proposición es un logos afirmativo o negativo de algo respecto de algo.”
(Analíticos primeros 24 a 17) y “Un silogismo es un logos en el cual, dadas
ciertas tesis, por necesidad se sigue algo distinto a ellas, por ellas mismas.”
(Analíticos primeros 24 b 19). En ambos pasajes, podemos leer logos como
discurso. Así, en el primer caso tendríamos que las proposiciones son un cierto
tipo de discurso, a saber, del tipo en el que se niega o se afirma algo sobre
algo. Recuérdese que habíamos visto que las plegarias, por ejemplo, también
son cierto tipo de logos. En el segundo pasaje, leeríamos que el silogismo es
un cierto tipo de discurso, con la característica de provocar un movimiento
interno natural o necesario, que consiste en ir de las premisas iniciales a una
nueva información.

Con estos ejemplos, tenemos al menos tres acepciones para logos: oración,
definición, discurso, lo que significa que los estudios aristotélicos de lógica
estudian, por lo menos, lo relativo a las oraciones, a las definiciones y a
algunos tipos de discurso (los tipos que ahí se especifican, i.e., proposiciones,

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silogismos, etc.). Aunque, dicho de este modo, parecería entonces que los
estudios de Aristóteles estuvieran orientados a problemas del lenguaje. En una
importante medida, por supuesto que tienen que ver con el lenguaje. Pero,
para prevenirnos del error de considerarlos como una simple teoría lingüística,
requerimos saber cuál es esa importante medida, requerimos tener presente la
manera en la que el lenguaje está pensado por Aristóteles. Esta cuestión se
aclara un poco cuando ubicamos el tema específico de los tratados.

Las Categorías son una colección exhaustiva de los modos que tenemos para
referirnos a las cosas. La referencia a las cosas supone que hemos visto a las
cosas, es decir, que sabemos algo de la cosa que queremos referir, al menos
en alguno de sus aspectos. Nótese, por ejemplo, la primera frase de este
tratado: “Se llaman homónimas las cosas que tienen en común el nombre, pero
cuyo logos según la naturaleza de lo que son es diferente entre sí.” En esta
definición de Aristóteles, el énfasis está puesto en las cosas, no en los
nombres. Esto es, las cosas tienen una naturaleza tal que permite que tengan
también algún tipo de nombre. No se trata, pues, de que los nombres sean
dados a las cosas de un modo azaroso o completamente ajeno a ellas
mismas3. Según hemos visto, el logos implica inteligibilidad y comprensión del
mensaje, y esto mismo sucede con los nombres. Un nombre sólo es tal en
tanto que nombra, es decir, en tanto que hay una cosa referida específicamente
mediante ese nombre; el nombre es un modo lógico de acercarnos a las cosas.

El término griego kateegoria, literalmente, significa “acusación”, con una


connotación principalmente jurídica4. En un sentido no jurídico, tiene la
connotación de expresar algo para que los otros lo entiendan, de hacerlo
manifiesto. Su significado puede hacerse más claro si pensamos en su
etimología: katá agoreuoo. Agoreuoo significa hablar en el ágora, en la plaza
pública o en la asamblea. Agorá significa tanto el lugar –la plaza pública- como
la actividad que en él se desarrollaba: decir discursos. Para comprender el
sentido de las categorías, tengamos en mente la imagen de los discursos
pronunciados en el ágora: el orador sube a la palestra y comienza su discurso,
dirigiéndose a los que están abajo, en la plaza, escuchando; que el discurso del

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Aunque, ciertamente, presentan una fuerte carga de arbitrariedad que Aristóteles no ignora.
En Sobre la interpretación 16 a 20, Aristóteles define al nombre como un sonido con un
significado establecido. Normalmente, los traductores precisan que el establecimiento es
convencional –precisión con la cual estamos de acuerdo-; sin embargo, el énfasis
aristotélico está puesto en la permanencia. Establecido significa aquí que queda puesto de
modo más o menos permanente, echando por tierra la posibilidad de que cualquier nombre
signifique cualquier cosa en cualquier momento, de manera arbitraria.
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En el diccionario manual griego Vox, por ejemplo, se lee la siguiente entrada: kateegoreoo:
censurar, criticar, reprochar; acusar de algo; revelar, descubrir, manifestar; expresar,
significar, enunciar, afirmar.

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orador sea exitoso depende de que éste logre, mediante aquél, que el auditorio
vea lo que él ve y como él lo ve.

Así, pues, las categorías que Aristóteles identifica no son instrumentos de


clasificación de conceptos, ni conceptos universalísimos, como en ocasiones
se les ve. Son, primariamente, esas “acusaciones” de las cosas que hacemos
cuando hablamos, con la más genuina intención de que, quienes nos
escuchan, comprendan lo que decimos. Obsérvese, por ejemplo, los usos del
término kateegoría en el siguiente pasaje: “Llamo término a aquello en lo que
se descompone la proposición, es decir, lo kateegoroúmenon y lo kateegoreîtai,
con la adición del ser o el no ser.” (Analíticos primeros 24 b 17). Podríamos
parafrasear diciendo que la proposición se descompone en las acusaciones y
en aquello a lo que se acusa, algo así como si dijéramos que Juan es un
ladrón, donde Juan sería lo kateegoreîtai, (aquello a lo que se acusa) y ladrón,
lo kateegoroúmenon, lo que se dice del acusado (la acusación).

El pasaje citado, en ocasiones, se traduce como “las proposiciones se


descomponen en predicado (kateegoroúmenon) y sujeto (kateegoreîtai)”, o
bien, “… en predicado y aquello de lo cual se predica”. El problema con tales
traducciones consiste en que, por un lado, abren la posibilidad de confundir el
trabajo de Aristóteles con un estudio gramatical –cosa que no es- y, por el otro,
ocultan el hecho que Aristóteles quiere resaltar, a saber: que cuando hablamos
de algo5, nuestro hablar siempre puede ser comprendido en términos de
categorías; dicho de otro modo, el logos es categórico.

Los estudios Sobre la interpretación constituyen un trabajo donde Aristóteles


explora las proposiciones sin descomponerlas o analizarlas en sus términos, a
diferencia de las Categorías, donde el estudio se centraba en las partes de la
proposición. Es decir, el objeto de estudio específico de este tratado lo
constituyen logoi complejos sobre algo, mediante los cuales señalamos ese
algo y resaltamos alguno de sus aspectos. Usemos una imagen sencilla:
tomemos una naranja, y señalemos algo sobre ella, digamos, su sabor
agridulce. Tenemos una expresión completa sobre la naranja, que resalta
algún aspecto de ella, enunciándolo como si se lo añadiéramos al hablar: la
naranja es agridulce. Tradicionalmente, a esto se le conoce como juicio, y se
analiza en nombres y un verbo copulativo. Cuando tenemos un logos con esta
estructura (algo es tal cosa/de tal modo), tenemos también la primera
5
La expresión “hablar de algo” es, evidentemente, una reiteración que, no obstante,
consideramos necesaria, para advertir una distinción fundamental entre los estudios de
Aristóteles y los de la lógica clásica matemática. Como se verá en la conclusión capitular,
en la lógica matemática los discursos son formales; es decir, en lógica matemática se
trabaja con argumentos que consideran sólo la forma o estructura, haciendo abstracción del
contenido. Para Aristóteles, en cambio (y para el griego en general), un argumento o
cualquier otra forma de habla sólo tiene sentido si se habla de algo; dicho de otro modo,
siempre que hablamos, hablamos de algo.

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oportunidad de preguntarnos si ese logos nos dice efectivamente cómo es eso


de lo que habla, v.gr., si la naranja, en efecto, es agridulce. Dicho de otro
modo, en los logoi de este tipo –i.e, completos, donde se relacionan dos o más
categorías mediante el verbo copulativo- tenemos ocasión de preguntarnos si
son verdaderos o falsos.

Sobre la interpretación es, pues, un estudio sobre logoi que enuncian algo
respecto de algo (llamados, en ocasiones, juicios, proposiciones o
enunciados)6, sobre los distintos tipos que encontramos (afirmativos, negativos,
modales) y sobre su posibilidad de ser verdaderos. Este último punto nos
ofrece también una pista importante para comprender el objeto de estudio en
general. Aristóteles dice que los logoi son verdaderos porque las cosas son así
como expresamos que son, y no al contrario, que las cosas sean conforme los
logoi que de ellas damos (esta es la explicación que subyace a las relaciones
de verdad entre oraciones contrarias y contradictorias, tanto asertivas como
modales, que se explora en Sobre la interpretación7. Véase también
Categorías 4 a 25 ss). Para este punto, quizá el lector se haya percatado de
que una característica importante de la expresión humana llamada logos es
que es voluntaria: yo digo lo que quiero decir. Si tenemos esto en mente,
podemos entender la advertencia aristotélica sobre la verdad en el sentido de
que la verdad no depende de mi voluntad; las cosas en el mundo tienen un
modo de ser suyo, y si yo, con mi logos, soy capaz de expresar ese modo de
ser, entonces estaré hablando con verdad8; lo que no sucederá –dice
Aristóteles- es que las cosas ajusten su orden o modo de ser a lo que de ellas
queramos decir.

Los estudios básicos9 sobre análisis de argumentos son una presentación de


logoi más complejos que los que se abordan en Sobre la interpretación. Allá se
6
En este contexto, no existen diferencias claras entre una y otra noción; todas son
consideradas logoi. Conforme la ciencia de la Lógica se consolida, esas expresiones
adquieren sentidos técnicos precisos. Tomás de Aquino, en su Comentario al libro de
Aristóteles Sobre la interpretación. Eunsa, Navarra, 1999, p. 82, sugiere, por ejemplo, que
el enunciado se refiere a una función orgánica, al aparato vocal (pulmones, garganta, etc.),
mientras que la oración es consecuencia de la razón y la voluntad.
7
La complejidad de las relaciones entre enunciados y sus condiciones de verdad puede ser
estudiada en Aquino, Tomás de. Op. cit.
8
Por supuesto, también es posible hablar de las cosas como no son, i.e., mentir. Pero la
posibilidad de la mentira es la misma que la de la verdad, a saber, que las cosas tengan un
modo propio de ser que no dependa del logos que de ellas demos.
9
Tradicionalmente, los estudios sobre análisis de argumentos se conocen como “Primeros” o
“Segundos”. Preferimos la traducción de básicos y secundarios, respectivamente, en virtud
de que la traducción tradicional tiene el riesgo de sugerir o bien un orden pedagógico, o bien
un orden temporal (lo que va primero y lo que va después), o bien que son dos cosas
distintas. Juzgamos pertinente nuestra traducción dado que interpretamos “lo primero” y “lo
segundo” en el sentido de que los argumentos tienen aspectos que inmediatamente se

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trata de categorías involucradas en un mismo logos, relacionadas mediante


una cópula; acá, se trata un tejido de logoi o silogismo10. La estructura básica
del tejido que Aristóteles identifica consta de tres partes o logoi completos
simples (juicios): dos que se conocen de antemano (premisas) y uno que se
llega a conocer a partir de los dos previos (conclusión). En este tratado, se
concentra lo que se conoce como teoría silogística, donde se exploran todas
las combinaciones posibles de esos logoi para hablar con verdad de las cosas,
y así, llegar a conclusiones verdaderas. Lo que debe ser visto con mayor
cautela en este tratado es, quizá, la razón por la cual cierta combinación de
logoi es posible o no. Tradicionalmente, la exposición de la silogística tiene
como base los estudios escolásticos, que hacen énfasis en las estructuras
correctas descritas por Aristóteles11, así como en el conjunto de reglas
sistemáticas generales para la correcta construcción de silogismos. Este modo
de comprender los estudios aristotélicos se fundamenta en que Aristóteles se
vale de “esquemas generales” para clasificar los distintos tipos de silogismo;
v.gr., en lugar de decir, por ejemplo, “Sea viviente todo mamífero…”, dice “Sea
A todo B…”. Sin embargo, lo que hace Aristóteles en estos estudios dista
mucho de un simple postular reglas generales para construir discursos.
Aristóteles muestra la preocupación de conocer los fundamentos ontológicos
que permiten que cierto tejido de logoi esté en armonía con el modo de ser de
las cosas de las que se habla en esos logoi. Dicho de otro modo, para
Aristóteles, que A y B estén relacionadas de cierta manera no depende de que
yo las relacione discursivamente, sino de que las cosas que, en cada caso, son
representadas por A y B, en efecto, tengan la relación descrita, pues
claramente no importa lo mismo decir que todos los mamíferos (B) son seres
vivientes (A) que todas las piedras (presuntamente B) son seres vivientes (A).
Es necesario insistir: la verdad de lo que decimos de las cosas depende del
modo de ser de las cosas, y no a la inversa. Lo que es más, los diferentes
silogismos (las conocidas figuras y modos) se “construyen” a partir de lo que
conocemos de las cosas cuyas relaciones buscamos en el silogismo; v.gr., no
construiremos silogismos de la misma figura si conocemos el qué de las cosas

muestran a la reflexión, mientras que algunos otros requieren revisiones más complejas.
Téngase en cuenta que los temas abordados en los Analíticos primeros se refieren a
aspectos, digamos, “al interior” del argumento, sin importar el tipo de argumento que sea;
mientras que los Analíticos segundos parten, precisamente, de la distinción entre tipos de
argumentos.
10
La idea del silogismo como tejido de logoi nos viene a partir de que el prefijo syn, en griego,
tiene la connotación de juntar ordenadamente, a modo de tejido, en donde, pese a que los
hilos están juntos, uno puede seguir el camino de cada uno de ellos por separado.
11
Un magnífico ejemplo de estudios escolásticos donde la estructura tiene preeminencia
respecto del modo de ser propio y natural de las cosas -la jerarquía ontológica- lo
constituyen los trabajos de Pedro Hispano, Tractatus (summule logicales). Universidad
Nacional Autónoma de México, México, 1986.

14
15

(las “sustancia primera” y “sustancia “segunda”) que el cómo (algún


“accidente”).

Un hecho claro a favor de la comprensión de los estudios de Lógica de


Aristóteles que nosotros ofrecemos consiste en la cantidad de tipos diferentes
de silogismos que Aristóteles identifica: categóricos, disyuntivos, objetantes,
además de los compuestos12, todos ellos conforman sólo una rama de
silogismos, a saber, los demostrativos (la otra rama la conforman los
dialécticos). Una omisión frecuente, que sesga la comprensión de los estudios
aristotélicos, consiste en no considerar todos los tipos, sino limitarse a los
categóricos, que son los que tienen expresión en los estudios escolásticos
(BARBARA, DARII, etc.) y los que representan menor grado de dificultad en
cuanto a su comprensión, aplicación y formalización en la lógica matemática.

Los análisis de argumentos secundarios están dedicados al estudio de las


condiciones de la demostración. Según lo dicho en los análisis de argumentos
básicos (Analíticos primeros 25 b 27 ss), la demostración es un tipo de
silogismo, con lo cual podríamos entender que en los textos sobre argumentos
básicos se tratan cuestiones más generales o de aplicación más amplia que lo
que se trata en los textos sobre argumentos secundarios, i.e., en éstos se
estudia una rama particular de silogismos, mientras que en aquéllos se habla
del silogismo en general. Que haya más de una rama de silogismos se vuelve
comprensible si consideramos que las cosas tienen modos de ser que las
hacen diferentes unas de otras, lo cual reclama, a su vez, que nuestros modos
de hablar de las cosas no sean siempre iguales, v.gr., no es lo mismo que
hablemos del ser de un caballo que del ser del triángulo o del ser de lo que es
justo. Incluso si hablamos de una misma cosa, podemos tener más de un
aspecto suyo que reclame más de un modo de hablar de ella; pongamos por
caso el hombre: no es lo mismo hablar de él en cuanto ser viviente que en
cuanto ser político.

Con estas consideraciones en mente, podemos regresar al problema que nos


ocupa: el objeto de estudio de los trabajos aristotélicos sobre el logos.
Habíamos visto que el término logos tiene significados relacionados
estrechamente con el habla, pero habíamos advertido también que no se
trataba de estudios lingüísticos. El breve recorrido que hemos dado por
algunos de los estudios de Aristóteles debe servirnos para considerar que,
dado que el logos es siempre logos de algo, existe una estructura interna que
organiza tanto las cosas en el mundo como nuestro logos. No es asunto de

12
Para la clasificación de los diferentes tipos de silogismo, retomamos los excelentes
estudios de Alfarabi, en su Short commentary on Aristotle´s Prior Analytics. University of
Pittsburg Press, London, 1993.

15
16

estos escritos el análisis de dicha estructura, ni su fundamento13; pero sí les


compete explorar el modo en el que nuestro logos respeta esa estructura, en
sus diversas manifestaciones.

C) La utilidad de la Lógica aristotélica

La concepción de los estudios de lógica aristotélica como escritos dedicados a


la teoría de la demostración, cuyo modelo fundamental es la geometría, es muy
común14, pero no es del todo acertada. Según hemos visto, la teoría de la
demostración constituye a penas una parte de los estudios. Además, hemos
mencionado también que Aristóteles tiene presente la estructura propia de las
cosas del mundo, y dicha estructura no se agota con los objetos de la
geometría, aunque éstos ciertamente constituyan un tipo de objetos donde el
logos demostrativo se desarrolla ampliamente. Para reforzar estas ideas, lo
mejor es poner atención a los ejemplos de aplicación que usa el propio
Aristóteles.

En el apartado anterior, hicimos algunas observaciones sobre el tema de


Categorías, Sobre la interpretación, Analíticos primeros y Analíticos segundos;
continuemos donde nos quedamos.

Los estudios secundarios sobre análisis de argumentos están dedicados


principalmente a la demostración, como ya hemos visto. Preguntar para qué
nos sirven estos estudios es lo mismo que preguntar qué tipo de objetos tienen
una estructura natural tal que podamos hablar de ellos demostrativamente.
Aristóteles nos dice que la demostración se hace posible cuando las cosas de
las que hablamos son necesarias; cuando hacemos una demostración,
tenemos ciencia, porque la ciencia es el conocimiento de aquellas cosas que
no pueden ser de otro modo que como son (Analíticos segundos 71 b 10-20.
También 87 b 19, donde se dice que la demostración no se da en cuestiones
que dependen del azar). Los ejemplos que tiene aquí son,
preponderantemente, de geometría y de astronomía: que la diagonal es
inconmensurable respecto del lado en el cuadrado es un principio demostrativo
(Analíticos segundos 71 b 27), lo mismo que el hecho de que todo triángulo
tiene ángulos internos equivalentes a dos rectos (Analíticos segundos 71 a 20.
Aquí, por supuesto, se está considerando una geometría de planos); o bien, el

13
Este tema es el objeto de estudio de la Metafísica, particularmente del Libro IV, donde
Aristóteles habla del así llamado Principio de contradicción, axioma supremo que describe el
modo de ser de los entes.
14
Como ejemplo de esta interpretación, se encuentran los estudios sobre historia de la Lógica
de William y Martha Kneale, The development ofLogic. Calendon Press, London, 1986, cap.
II.

16
17

descubrimiento del término medio del silogismo que hace posible la


demostración en el hecho de que la Luna recibe su luz del Sol a partir de la
observación de que la parte iluminada de la Luna siempre está vuelta hacia el
Sol (Analíticos segundos 89 b 16-20), o la razón de que ocurran eclipses
(Analíticos segundos 88 a 1).

En los Tópicos se aborda una serie de lugares comunes en los discursos y se


ofrecen advertencias o consejos para quien argumenta, en el sentido de que es
preciso entender bien de qué se está hablando para saber qué tipo de discurso
o argumento es conveniente emplear. Así, podemos encontrar, por ejemplo, la
advertencia de que las proposiciones contrarias no funcionan igual cuando se
trata de cuestiones necesarias que cuando se trata de cuestiones probables,
v.gr., ¿cuál es la proposición contraria de “es preciso hacer bien a los amigos”:
no hacerles el bien, hacerles el mal, hacer bien a los enemigos? La cuestión
sobre las proposiciones contrarias es abordada, de manera específica y
sistemática, en Sobre la interpretación (23 a 25 ss); el ejemplo que emplea
Aristóteles ahí consiste en indagar cuál es la proposición que expresa la
opinión contraria a la afirmación de que todo hombre es justo, y por qué. Tanto
en Tópicos como en Sobre la interpretación, la dificultad estriba en que la
amistad, la bondad y la justicia no son cosas perfecta y universalmente
definidas, como los triángulos; además, involucran el criterio de la persona que
juzga sobre ellas.

Podemos vislumbrar, pues, que si bien es cierto que la teoría de la


demostración versa principalmente sobre asuntos matemáticos, geométricos y
astronómicos, otras partes de la silogística nos permiten acercarnos a
cuestiones éticas y políticas, a partir de preguntas por cosas cuyo modo de ser
no es el necesario, como lo que sea considerado justo, bueno, bello, etc.

Por último, en las Refutaciones Sofísticas, Aristóteles ofrece también


advertencias y consejos para la argumentación, pero específicamente para la
que tiene lugar como combate (Refutaciones sofísticas 165 b 10). El estudio
está organizado, pues, en función de la intención del combatiente (del sofista)
que, en general, se puede traducir en el engaño; por esta razón, la primera
advertencia que hace Aristóteles es para uno mismo: no engañarse en lo que
uno sabe (Refutaciones sofísticas 165 a 25), no ser sofista ni para el otro ni
para uno mismo. Dados los consejos del autor, podemos aventurarnos a
considerar que, en un primer nivel, este estudio es evidentemente un ejercicio
de aplicaciones de reglas para la argumentación erística pero, en otro nivel,
constituye una declaración del compromiso ético que el investigador debe
aceptar: la verdad, evitar el engaño y la mentira15.

15
Por cierto, este compromiso con la verdad –con claras repercusiones éticas- es algo que no
se volverá a ver en el posterior desarrollo de la disciplina. No se piense que acusamos de
mentirosos a los pensadores posteriores a Aristóteles; simplemente, señalamos que, como

17
18

Como podemos ver, los estudios aristotélicos sobre Lógica no eran concebidos
como una ciencia independiente, sino como una herramienta para las ciencias.
En este sentido, consideramos que el nombre del compendio de los estudios
aristotélicos sobre este tema –Organon- debe tomarse muy literalmente. Para
cualquier herramienta, es claro que su importancia radica en que sea la
herramienta adecuada para aquello que la necesitamos; pero la condición
básica es poder discernir cuándo usar cada herramienta. Así como el oficial
mecánico le enseña al aprendiz a usar las llaves de tuercas, pero confía en el
criterio del aprendiz para decidir cuándo usarlas, así también Aristóteles nos
muestra cómo funcionan las llaves del logos, pero nos corresponde a nosotros
discernir cuándo usar cuál.

D) Conclusiones capitulares: un apunte sobre la formalidad de la Lógica y


la idea de método en relación con los estudios de Aristóteles

Como hemos visto a lo largo de este capítulo, los estudios aristotélicos sobre
Lógica manifiestan la preocupación por dar cuenta de las relaciones entre el
mundo, el pensamiento y el lenguaje. Esas relaciones, una vez comprendidas,
pueden ser ordenadas y clasificadas bajo esquemas generales que resumen la
multiplicidad de casos de cada relación. Para este punto, es de primordial
importancia que se comprenda el papel que desempeñan dichos esquemas,
pues a menudo se les tiene por fórmulas semejantes a las de la Lógica
matemática, pero “primitivas”. La diferencia fundamental, quizá, puede ser
entendida desde la perspectiva de la función que tienen las letras empleadas
por Aristóteles, en comparación con la que tienen las letras que aparecen en
las fórmulas de la Lógica matemática. En ésta, las letras de las fórmulas,
llamadas variables, tienen la función de indicar que ahí donde aparecen ellas,
debe considerarse algún objeto, pero no se precisa saber cuál. Dado que la
Lógica matemática trabaja con variables y no con cosas, la verdad de lo dicho
en las fórmulas ya no puede depender de las cosas. A esta peculiaridad se le
denomina, en la Lógica matemática, formalidad; dicho de otro modo, se
sostiene que la Lógica matemática se refiere a la forma del discurso –a las
relaciones de las posibles cosas involucradas en él-, y no a su contenido –no a
las cosas relacionadas. Si la verdad del discurso, en este contexto, no
depende ya de las cosas de las que se habla, la forma misma se vuelve
independiente de ellas; es decir, la estructura del discurso en la Lógica
matemática obedece a reglas de formación que se establecen con entera
independencia de los posibles contenidos. Para Aristóteles, en cambio, la

se verá más claramente a partir del capítulo II, el criterio de verdad a partir del modo de ser
de las cosas se cambia por el de la corrección del pensamiento en términos de coherencia.
La preocupación por decir discursos verdaderos, según el modo de ser del mundo, deja de
ser, por así decir, el objetivo central de las teorías lógicas posteriores.

18
19

consideración de una forma sin contenido es absurda; en su ontología, la forma


aparece siempre en un material –i.e., contenido- específico o, dicho con mayor
precisión, la forma es la manifestación de la organización particular de un
material específico16. La forma del discurso, en el contexto de la Lógica
aristotélica, está asociada, precisamente, a la forma de las cosas de las que el
discurso habla. Por esta razón, como hemos venido insistiendo a lo largo de
este capítulo, los silogismos no tienen reglas de formación independientes de
su contenido, y la corrección de las relaciones establecidas en ellos está
supeditada a la verdad de lo dicho.

Ahora bien, si tenemos en cuenta que la corrección del esquema del silogismo
se juzga a partir de las formas propias de las cosas de las que se habla,
podemos entender que haya esquemas diferentes, en tanto que las formas de
las cosas son diferentes. Dicho de manera breve, los estudios sobre el logos
no son un método general para construir discursos, porque tampoco hay una
forma genérica que pueda ser aplicada a todas las cosas de las cuales se
puede hablar en los discursos. Así como las cosas de la ética tienen formas
naturalmente diferentes a las cosas de la física, así también los discursos que
se empleen en ésta mostrarán una forma naturalmente diferente a la forma de
los discursos empleados en aquélla. Tanta diversidad será considerada, por
pensadores posteriores, como un defecto de los discursos, por lo que buscarán
hacer abstracción de las diferencias –tanto como sea posible-; para Aristóteles,
en cambio, la perfección del discurso se medirá por la verdad de lo dicho, la
cual se hace posible sólo si se le presta suficiente atención, precisamente, a las
diferencias.

16
El desarrollo de estos temas aparece, sobre todo, en el Libro VII de la Metafísica.

19
20

Bibliografía

- Alfarabi. Short commentary on Aristotle´s Prior Analytics. University of


Pittsburg Press, London, 1963.

- Aquino, Tomás de. Comentario al libro de Aristóteles Sobre la


interpretación. Eunsa, Navarra, 1999.

- Aristóteles. Organon. Cualquier edición.

------------- Metafísica. Cualquier edición.

- Hispano, Pedro. Tractatus (o summule logicales). Universidad Nacional


Autónoma de México, México, 1986.

- Kneale, William y Kneale, Martha. The development of Logic. Calendon


Press, London, 1986

20
21

Capítulo II

Lógica proposicional

Larry Fielding Jagüey Camarena

A) Dos análisis del lenguaje

Como pudimos observar en el capítulo dedicado a la silogística, ésta es,


esencialmente una teoría que expone exhaustivamente los distintos tipos de
inferencias válidas que se pueden formular con los cuatro tipos de juicios
categóricos.17

A continuación exploraremos un enfoque semejante aunque distinto. Semejante


en tanto que explicaremos más modos de hacer inferencias válidas. Distinto en
tanto que llevaremos a cabo un análisis distinto del lenguaje.

Las distintas inferencias válidas que admite la silogística se basan en las


relaciones que se dan entre los términos de los juicios. Podríamos interpretar
esos términos como clases de objetos. Tendríamos así, una lógica de clases.
Por supuesto que es materia de discusión si esta interpretación peca de no ser
totalmente fiel al análisis del lenguaje del propio Aristóteles.

Sin embargo, en términos generales podemos llevar a cabo esta lectura


siempre y cuando asumamos que lo hacemos a favor de la concisión y la
sencillez; y siempre y cuando asumamos que lo hacemos con plena conciencia
de la distancia que nos separa en ciertas sutilezas conceptuales no sólo de
Aristóteles sino de los mismos lógicos medievales.

Así, admitamos que las relaciones lógicas de la silogística dependen en última


instancia de la descomposición de las proposiciones en términos que denotan
clases de objetos. Sin embargo este análisis del lenguaje pronto nos muestra
su insuficiencia para abarcar otro tipo de inferencias válidas. Muchas de ellas
presentes en la argumentación cotidiana: si no duermes estarás cansado, si
estás cansado no rindes en la escuela; por lo tanto, si no duermes no rindes
en la escuela.

El asombroso parecido de este tipo de argumento con cierto modo de


inferencia silogística no puede pasar desapercibido, de hecho el nombre que
tradicionalmente se le da a este tipo de inferencia es Silogismo Hipotético.

17
Para más referencias véase el apéndice II de Rubén Rossano.

21
22

Como veremos más adelante, el parecido descansa en cierta propiedad de


algunas relaciones que se llama transitividad.

Las relaciones de contención de las extensiones de un término en la extensión


de otro son transitivas. Una manera de representarlas gráficamente es
mediante el diagrama siguiente:

Las letras indican el “nombre” de la clase. Sea P la clase de los perros, M la de


los mamíferos y A la de los animales. En este diagrama tenemos, como ya se
había visto, una forma de representar un silogismo Barbara. La relación de
contención entre clases, que es la que está en la base de la silogística, es
transitiva cuando se trata de juicios universales afirmativos. Es decir, en el
silogismo Barbara se establecen relaciones de contención entre tres
extensiones de conceptos denotadas por los términos „perro‟, „mamífero‟ y
„animal‟. Esta relación es transitiva, lo que quiere decir que si P guarda la
relación C con M y, a su vez, M guarda la relación C con A, entonces P guarda
la relación C con A.

Ahora cabe preguntarse ¿si en el modo Barbara del silogismo la relación entre
lo denotado por los términos es la de contención, cuáles es la relación entre las
partes del silogismo hipotético? Y más importante aún ¿cuáles son las „cosas‟
que se están relacionando en el silogismo hipotético?

El silogismo hipotético no es el único tipo de inferencia que nos servirá para


ilustrar el punto. Cuando alguien sabe la verdad de la oración “el quipo Pumas
ni ganó el torneo local ni el continental” también sabe que es verdadera la
oración “el equipo Pumas no ganó el torneo continental”. Un ejemplo más.
Juanito le dice a su mamá: “si la política del gobierno en materia de educación
no cambia tendré un futuro sombrío”. Si la madre de Juan toma por verdadera
la sentencia de su hijo y luego se entera de que el gobierno no cambiará su
política en materia educativa, podrá inferir válidamente que su hijo tendrá un
futuro sombrío.

El análisis lógico del lenguaje que se requiere para explicar sistemáticamente


este tipo de inferencias válidas toma como unidad mínima de análisis los
enunciados. Es decir, las oraciones declarativas, esto es, aquellos enunciados

22
23

que son verdaderos o falsos. Llamamos a esta alternativa de sistematización


lógica del lenguaje Lógica Proposicional.

Más adelante se verá como ésta y la silogística se encadenan. La lógica de


proposiciones o de enunciados ya era conocida por los antiguos aunque la
silogística es la que fue más desarrollada en siglos posteriores. En la lógica
proposicional se establecen las relaciones de verdad y falsedad que hay entre
enunciados completos. Llamémosle entonces a nuestra unidad básica de
análisis en este apartado proposición. Una proposición es verdadera o falsa.
Así, cada uno de los cuatro tipos de juicios de la silogística, vienen a ser un
mismo tipo de entidad lógico-lingüística bajo nuestro nuevo enfoque.

Todo maestro es un conocedor


Algún bárbaro es extranjero
Algún gato no es manso
Ningún activista es manso

Aunque desde el punto de vista de la lógica tradicional, la diferencia esencial


entre estos cuatro juicios es la cantidad y la cualidad; la característica esencial
desde el punto de vista de la lógica proposicional es que son verdaderos o
falsos.

Como dijimos que la lógica proposicional establece las relaciones entre las
proposiciones y hemos dicho que lo esencial en ellas es que son verdaderas o
falsas, hay que definir esta relación. Decimos pues, que la lógica proposicional
es veritativo funcional. Diremos que podemos formar complejos veritativo
funcionales, es decir, proposiciones complejas en las que su verdad o falsedad
depende o está en función de sus partes componentes. De ahora en adelante
adoptamos la expresión valor de verdad para designar los dos valores que
puede tomar una proposición: verdadero o falso. Diremos que una proposición
verdadera como “algunas aves vuelan” tiene valor de verdad verdadero y que
una proposición falsa como “las moscas son mamíferos” tiene valor de verdad
falso.

Veamos cómo se da esto. Consideremos los siguientes ejemplos:

(1) Todos los perros son mamíferos y todos los gatos son mamíferos

(2) Todos los perros son mamíferos y todas las tortugas son mamíferos

(1) es verdadera porque de hecho tanto perros como gatos son mamíferos. Sin
embargo (2) es falsa porque aunque los perros son mamíferos las tortugas no
lo son.

(3) Fui a la escuela y al gimnasio

23
24

La verdad de esta proposición depende de que el que la profiere haya hecho


las dos cosas: ir a la escuela y al gimnasio, si dejó de hacer alguna de ellas eso
basta para que su enunciado sea falso. Veamos entonces el caso (3). La
proposición (3) puede descomponerse en dos proposiciones: “Fui a la escuela”
y “fui al gimnasio”. Si ambas son verdaderas del sujeto que las pronuncia
entonces la proposición compleja “fui a la escuela y al gimnasio” es verdadera.

En el lenguaje cotidiano disponemos de varias palabras o expresiones que nos


ayudan a conectar proposiciones “simples” para formar proposiciones
complejas. El caso que acabamos de ilustrar en (1), (2) y (3) es el que
llamaremos de ahora en adelante conjunción. Por medio de una conjunción
unimos varias proposiciones de tal manera que el complejo resultante
dependerá de la verdad o falsedad de las partes.

A esta relación de dependencia que se da entre un enunciado complejo y sus


partes componentes, atendiendo a la verdad o falsedad de estas partes, de
ahora en adelante la llamaremos función veritativa o bien, función de verdad.

Funciones

La lógica toma la noción de función de las matemáticas. Sin embargo no es


difícil de comprender a qué nos vamos a referir aquí con el término función
veritativa. Veamos un par de ejemplos bastante sencillos tomados de la
aritmética.

Tenemos la función aritmética

F(x)= 2x

Si nos restringimos a los números naturales, es decir, a los números enteros


positivos, la función „F‟ actuará como una especie de mecanismo que tomando
cada número natural lo duplicará, arrojando como resultado un número distinto:

F(1)= 2∙(1)= 2
F(2)= 2∙(2)= 4
.
.
.
F(n)= 2∙(n)= 2n
Para cualquier número n

La función actúa como una especie de mecanismo: imagine e lector la línea de


producción de una fábrica, los números van en una banda mecánica, uno tras
otro. La banda los conduce a una máquina, entran en ella, la máquina hace
algo con ellos y, por el otro lado, sale un número distinto. En este caso la

24
25

máquina es la instrucción „2x‟ que nos dice que tomemos el número y lo


multipliquemos por 2. La letra „F‟ es solamente el nombre que le damos a
nuestro mecanismo, una manera de referirnos a él. La variable „x‟ sirve para
ilustrar que la función afectará a un número cualquiera cada vez. A ese lugar
que está reservado para ser ocupado cada vez por un número natural distinto
lo llamamos argumento18 de la función.

Entenderemos provisionalmente a la función como un mecanismo que actúa


sobre un conjunto19 de cosas, al que llamaremos dominio de la función. La
función le asigna un valor a cada objeto del dominio (en nuestro caso su doble
numérico). Al conjunto de valores que la función asigna al dominio le llamamos
imagen de la función. Esquemáticamente podemos ilustrar nuestro ejemplo así:

Éste fue un ejemplo de una función de un solo argumento. En aritmética


encontramos también funciones de más de un argumento. Considérese como
ejemplo la operación suma. Restrinjámonos nuevamente a los números
naturales. La operación suma es una función que ya no toma como dominio al
conjunto de los números naturales tomados aisladamente. En este caso
nuestro dominio cambiará: ahora el dominio será el conjunto de todas las
parejas posibles de números naturales, esas parejas serán los “objetos” del
dominio. La imagen de la función serán todos los posibles valores que la
operación suma asigna a cada par de números naturales.

En efecto, llamémosle a la nueva función „G‟, entonces deberíamos escribir:


18
Claramente, este uso de la palabra „argumento‟ debe desligarse completamente del uso que
veníamos haciendo de ese término, a saber: un conjunto de premisas de las cuáles se espera
extraer una conclusión. El uso del término referido a funciones no tiene nada que ver.
19
En el capítulo 3 daremos un uso técnico de la palabra „conjunto‟. Por ahora entiéndasela
como se la entiende en la vida cotidiana: un conjunto es un „montón‟ de cosas, una agrupación
de objetos.

25
26

G(x,y)= x + y

A manera de ejemplo veamos solamente cómo se aplica la función G a tres


pares de números:

G(1,1)= 1+1= 2
G(1,2)= 1+2= 3
G(3,8)= 3+8= 11

La función suma toma así un par de números naturales como argumentos,


asignándoles un valor, que es un número natural determinado.

Ejercicio: Diga cuántos argumentos tienen cada una de las siguientes


funciones.

a) H(x,y)= x – y
b) I(z,w,y)= (2w + 3y) – z
c) J(y)= y
d) M(x1, x2, …, x100)= x1 ∙ x2 ∙ … ∙ x100
e) N(y1, y2, …, yn)= y1 + y2 + … + yn

Verdadero y falso

Dejando de lado la aritmética y regresando a la lógica, podemos dar una


primera definición de lo que entenderemos por función veritativa: una función
veritativa es una función que toma valores de verdad como argumentos y cuyo
valor es un valor de verdad. Es decir, en una función veritativa tanto
argumentos como valores son valores de verdad. En lo que sigue y para
abreviar, para referirnos al valor de verdad „verdadero‟ usaremos una T 20 y para
referirnos al valor „falso‟ usaremos una T invertida: .21

Es momento de hacer un recordatorio. Dijimos que en lógica proposicional la


unidad mínima de análisis son los enunciados declarativos del lenguaje, es
decir, aquellos que son verdaderos o falsos; les llamamos proposiciones22. Así,
desde el punto de vista proposicional los enunciados „2+2=4‟ y „Juan Miguel lee
novelas policiacas‟ nos interesan en tanto son verdaderos o falsos. El primer

20
„T‟ de true, “verdadero” en inglés.
21
Es una notación utilizada en varios textos de lógica matemática, nosotros la tomamos de
Quine (1950). Una notación alternativa, igual de sencilla y muy utilizada, es la de asignar „1‟ al
valor verdadero y „0‟ al valor falso (ver apéndices).
22
Por motivos meramente pragmáticos, atendiendo a la simplicidad de la exposición, estamos
tomando como la misma cosa las proposiciones y a los enunciados declarativos del lenguaje.
Sin embargo hay sutilezas que no deben ser ignoradas en el campo de la discusión filosófica
sobre la lógica. Véase capítulo 6.

26
27

enunciado siempre es verdadero, mientras que el segundo puede ser


verdadero o falso.

Desde ahora se puede ver que nos interesa que proposiciones como éstas
sean los argumentos de nuestras funciones de verdad. Pero dado que lo que
nos interesa de ellas es que sean verdaderas o falsas, podemos definir
genéricamente cada función veritativa en términos de los meros valores de
verdad. Se entiende que definida en general cada función, podrá aplicarse
después a cada caso particular.

Así como en aritmética podemos definir funciones para uno, dos, tres y, en
general, n argumentos. Veamos un ejemplo muy sencillo. Llamemos „f ‟ a la
función veritativa de un argumento que se define mediante la siguiente regla:

Podemos notar que esta función no efectúa ningún cambio a su único


argumento, de manera similar a lo que ocurre en aritmética cuando
multiplicamos por 1. Tomemos de ahora en adelante funciones de verdad más
interesantes:

Ésta es también una función de un solo argumento, sin embargo esta función
lleva a cabo un cambio significativo: cambia lo verdadero por lo falso y lo falso
por lo verdadero. Llamamos a esta importante función la negación lógica. La
negación lógica es muy importante y es vital por ello entender bien en qué
consiste. La manera adecuada entenderlo es mediante algunos ejemplos.

¿Cuál es la negación lógica de la proposición „Luis es un gran atleta‟? Primero,


atendiendo a lo que dice la regla de la función Neg, vemos que si „Luis es un
gran atleta‟ es un enunciado verdadero, su negación lógica debe ser falsa. Así,
si Luis es efectivamente un gran atleta, debe ser falso el enunciado que dijera
que Luis no es un gran atleta. De la misma forma, si fuera falso que Luis es un
gran atleta, deberemos tomar por verdadero el enunciado „Luis no es un gran
atleta‟.

27
28

La manera más sencilla de expresar la negación lógica en el lenguaje natural


es mediante la partícula „no‟. Sin embargo hay que tener cuidado. Veamos el
siguiente cuadro:

Enunciado Negación lógica del enunciado

Luis es un gran atleta Luis no es un gran atleta

Rubén lee a Pedro Hispano Rubén no lee a Pedro Hispano

Mario es amigo de Karina Mario no es amigo de Karina

Apreciamos con claridad que los valores de verdad de los enunciados de la


izquierda se invierten correctamente con la negación propuesta en la columna
de la derecha. ¿Qué pasa con el siguiente ejemplo?

(A) Los animales silvestres son peligrosos

La negación lógica de (A) es “no todos los animales silvestres son peligrosos”.

Los distintos giros del lenguaje que suelen usarse para expresar la negación
lógica son: „no‟, „no es cierto que‟, „no es el caso‟. La forma más sencilla de
aplicar la negación en el lenguaje natural para no incurrir en error es anteponer
la negación a todo el enunciado. Ejemplos: „no es el caso que Javier juegue
en Inglaterra‟, „no es cierto que las tortugas vuelan‟, „no es verdad que los
Pumas fracasaron‟, „no es el caso que Luis sea un gran atleta‟, „no hace frío‟.

Como esta función es de gran importancia en la lógica utilizaremos el símbolo


„ ‟23 para denotarla:

(Luis es un gran atleta)

Aquí se ve de inmediato la necesidad de introducir abreviaturas que permitan


una simbolización elegante y sencilla para la lógica proposicional. Si le
asignamos un símbolo especial a nuestra primera función proposicional de
relevancia ¿Porqué no asignar también símbolos a las proposiciones mismas?

En aritmética estamos acostumbrados a usar como variables a las últimas


letras del alfabeto (x, y, z, …). Y sabemos que una „x‟ en una ecuación significa
un lugar que puede ocupar un número cualquiera, pero siempre el mismo en
cada aparición de „x‟ en la misma ecuación. De la misma forma, en lógica
proposicional usaremos ciertas letras para representar variables
proposicionales. Es una convención aceptada que se utilicen las letras medias
del alfabeto:

23
En otros textos suele usarse el símbolo „ ~ ‟.

28
29

p, q, r, s, t…

Una variable proposicional es una letra, un símbolo esquemático, que debe ser
interpretado como una proposición cualquiera. Sin embargo, una vez que se le
ha asignado a una letra cierta interpretación, ésta debe mantenerse siempre la
misma. Es decir, es incorrecto darle en un mismo contexto interpretaciones
diversas a la letra „p‟, si se le ha asignado una interpretación determinada, por
ejemplo „Luis es un gran atleta‟.

Convenido esto acerca de las variables, y tomando en esta ocasión „p‟ como
„Luis es un gran atleta‟; podemos expresar la negación lógica de ´Luis es un
gran atleta‟ con:

A esta simbolización, por medio de variables proposicionales y símbolos de


funciones veritativas las llamaremos esquemas veritativo-funcionales. Pues son
esquemas generales en los que al sustituir las variables por enunciados
concretos obtenemos un complejo veritativo funcional concreto.

Es hora de explicar el resto de las funciones veritativas que serán de nuestro


interés. Pasemos ahora a funciones de dos argumentos.

A esta importante función la llamamos conjunción. Una conjunción la verdad de


dos proposiciones, por ejemplo: „Luis es un gran atleta y Alberto es un gran
filósofo‟, „Duermo la siesta a las tres y veo T.V. en la noche‟, „Me gusta el futbol
y no me gusta la política‟. La regla de la función conjunción nos dice que es
verdadera sólo cuando los dos enunciados componentes son verdaderos. En el
lenguaje natural la palabra que usamos con más frecuencia para expresar la
conjunción es „y‟. Pero hay otras palabras que nos indican que estamos frente
a una conjunción: „pero‟, „también‟, „sin embargo‟, etcétera. El símbolo que
utilizaremos es „ ‟ puesto entre las dos proposiciones que forman la conjunción:

p q

Ahora definamos la siguiente función veritativa:

29
30

A esta función la llamamos disyunción. Sólo es falsa cuando las dos


proposiciones componentes son falsas. Es claro a partir de un ejemplo: si
alguien afirma „veré el partido en el estadio o lo veré en T.V.‟ y no hace ninguna
de las dos cosas, su afirmación será considerada falsa. Aquí conviene hacer
una aclaración más. Algunas veces la disyunción en el lenguaje natural tiene el
significado siguiente: pasa alguna de las dos cosas pero no ambas. Por
ejemplo: “en el desayuno de hoy pediré café o té”. En este caso se entiende
que no puede darse el caso de que pida ambas cosas. Sin embargo este tipo
de ejemplos („el nuevo bebé será niño o niña‟) dependen de circunstancias en
las que la misma realidad excluye la posibilidad de que los dos enunciados
componentes sean verdaderos. La disyunción que es admitida en la lógica es
la disyunción inclusiva, definida en la tabla de arriba. En efecto, cuando alguien
dice „Iré al cine o iré al teatro‟ y resulta que va a ambos, no decimos que mintió,
solamente que fue afortunado al tener tiempo y dinero para asistir a ambos
centros de entretenimiento. El giro del lenguaje más común para expresar la
disyunción es „o‟, „o esto…. o lo otro‟. El símbolo que usaremos es „ ‟:

(p q)

Aunque conjunción y disyunción24 están definidas para dos proposiciones


componentes, es posible considerar conjunciones y disyunciones de n
miembros, para cualquier número n. Un aspecto de las funciones de verdad
que no habíamos hecho explícito pero que el lector ya habrá sospechado es
que al definirlas como funciones en las que argumentos y valores son valores
de verdad, lo que hicimos fue admitir que los argumentos de nuestras
funciones son proposiciones y sus valores también. Es decir, al combinar dos
proposiciones mediante una conjunción tenemos como resultado una nueva
proposición. Esta nueva proposición tiene un grado de complejidad mayor que
el de sus partes componentes, pero no deja de ser una proposición, un
enunciado que es verdadero o falso. Por lo tanto, si tomamos dos
proposiciones „p‟ y „q‟, y formamos con ella „p q‟, podemos considerar a ésta
última como una nueva proposición, llamémosla „S‟. A „S‟ le podemos aplicar
una nueva conjunción: „S r‟, que, por la notación empleada aparenta ser una
conjunción de dos miembros, aunque en realidad lo es de tres („p‟, „q‟, „r‟). Y así
sucesivamente. Y análogamente para la disyunción.

Ejercicio: Atendiendo a las explicaciones de la definición de conjunción y


disyunción, vea el lector si es posible establecer un criterio de verdad o
falsedad para ambas funciones, con un número cualquiera n de argumentos.

24
„ ‟ y „ ‟ son conocidos también como conectivos lógicos, pues esa es su función: conectar o
unir dos o más proposiciones. De manera similar, „ ‟ es conocido también como un operador.

30
31

Agrupación

En este momento hay que hablar acerca de la agrupación. En algunos casos,


de hecho en la mayoría de ellos, nos las veremos con más de dos
proposiciones y hay que saber cómo simbolizar apropiadamente para
conservar el significado de lo que queremos expresar con nuestra
simbolización. El lenguaje natural tiene sus propios medios para desambiguar
expresiones en las que intervienen varios enunciados.

Por ejemplo: „México gana a Holanda o a Uruguay, pero no pierde contra


Corea‟. Se entiende que „México gana a Holanda o a Uruguay‟ es una
proposición por sí misma, en conjunción son „no pierde contra Corea‟;
simbolizamos la primara con una „D‟ y la segunda con una „r‟: „D r‟. Pero „D‟
es una proposición compuesta, una disyunción: „México gana a Holanda
México gana a Uruguay‟.

Recurriremos al uso de paréntesis para dejar en claro el alcance de los


conectivos al simbolizar las proposiciones con nuestras variables. La
proposición en cuestión quedaría así:

(p q) r

Donde „p‟ es „México gana a Holanda‟, „q‟ es „México gana a Uruguay‟ y „r‟ es
„México pierde contra Corea‟.

Haciendo buen uso de la agrupación ya podemos evaluar esquemas


proposicionales bastante complejos. Por ejemplo:

a) Evaluar el esquema „(p q) (r ( p s))‟, considerando los siguientes


valores para las variables proposicionales; p: T, q: , r: T, s: T.
Vamos primero con „ p s‟: por la definición de la función negación p: , s:

Por la definición de la función disyunción, ( p s):


Por la definición de conjunción, (r ( p s)):
Por la definición de negación, (r ( p s)): T
Vamos ahora con „p q‟: por definición de disyunción, (p q): T
Ahora, todo junto, por definición de conjunción, (p q) (r ( p s)): T

Ejercicios:

1) Simbolizar los siguientes enunciados, ponga atención en la agrupación.

i) Juan no comió carne, pero comió verduras o fruta o pasta.

ii) Luis y Pedro no fueron ayer al estadio, o bien, Javier y Rafael fueron al
estadio.

31
32

iii) Ni Luis, ni Pedro, ni Javier, ni Rafael fueron al estadio ayer.

iv) Nos gusta la lógica o la filosofía pero no nos gusta la química ni las ciencias
sociales.

2) Evaluar los siguientes esquemas proposicionales. Considere los siguientes


valores para las variables: p: T, q: , r: T, s: , t: T

i) (r (s t)) p

ii) q (p ( p p))

iii) (p r) ( (r s) (t q))

iv) (p r) (s t)

v) ((p (q s)) ( r s)) (t (s t))

Tablas de verdad

Lo que hemos estado haciendo al definir las funciones veritativas es


equivalente a hacer uso del mecanismo conocido como tablas de verdad. Las
tablas de verdad son un método que tiene múltiples aplicaciones en la lógica
proposicional. La primera de ellas es la que acabamos de utilizar: definir las
funciones veritativas. Más adelante explicaremos otras aplicaciones de las
tablas que son en general un método de análisis veritativo funcional. En una
tabla de verdad se enumeran con exhaustividad todas las combinaciones
posibles de valores de verdad para un número n de variables proposicionales.
La fórmula que se utiliza para calcular el número de combinaciones posibles es
la siguiente:

Combinaciones posibles= 2n, para n variables proposicionales

Esto es importante, pues como acabamos de hacerlo, al definir una función


veritativa para n argumentos es necesario saber cuáles son todas las
combinaciones posibles de valores de verdad, pues a cada combinación
distinta debe corresponderle un valor. Si tenemos el enunciado „Pedro ama al
futbol y a sus hijos, pero también ama a su prójimo‟ debemos saber qué valor
de verdad asignará nuestra función conjunción cuando, por ejemplo, el primer
elemento es falso y los otros dos son verdaderos.

En este caso si tenemos tres proposiciones, el cálculo da como resultado ocho


posibles combinaciones. Para ser exhaustivos y desplegar con facilidad todas
estas combinaciones se utiliza la técnica que se mostrará en la siguiente tabla
de verdad:

32
33

# p: „Pedro ama al q: ´Pedro ama a sus r: „Pedro ama a su


futbol‟ hijos‟ prójimo‟
1 T T T
2 T T
3 T T
4 T
5 T T
6 T
7 T
8

Es claro que si estuvieran involucradas cuatro letras proposicionales y por lo


tanto dieciséis combinaciones posibles de valores de verdad para ellas, la tabla
tendría que comenzar distribuyendo ocho renglones consecutivos con valor
verdadero, seguidos de ocho renglones con valor falso. A continuación se
repetiría el mismo patrón que se observa arriba: en la siguiente columna se
distribuyen la mitad de valores „T‟ y „ ‟ respecto a la columna anterior, y así
sucesivamente. De esta manera se agotan todas las posibilidades dadas para
un número cualquiera de variables proposicionales.

De este modo cada renglón nos proporciona una interpretación posible para un
complejo veritativo funcional dado. Detengámonos en este punto volviendo a
nuestro ejemplo. Decíamos que teníamos el siguiente enunciado: „Pedro ama
al futbol y a sus hijos, pero también ama a su prójimo‟. Haciendo uso de la
agrupación adecuada y de la correcta interpretación de los giros lingüísticos
involucrados („pero también‟); la simbolización adecuada del enunciado es „(p
q) r‟. Supongamos ahora que Pedro en realidad detesta todos los deportes,
entre ellos el futbol, que ama a sus hijos aunque odia a sus vecinos. Sabemos
que bajo estos supuestos nuestro enunciado es falso pues tanto „p‟ como „r‟
son proposiciones falsas. Imaginemos ahora un mundo, quizás diferente al real,
en el que Pedro ama a su prójimo y a sus hijos, aunque sigue detestando los
deportes. Bajo esta otra interpretación nuestro enunciado sigue siendo falso
aunque es claro que es una interpretación diferente.

En lógica proposicional hablamos de interpretación en dos sentidos, hasta el


momento. Por un lado, podemos interpretar un esquema veritativo funcional
como „(p q) r‟ asignándole una proposición concreta a cada variable
proposicional. Otro sentido de interpretar es cuando asignamos los valores T o
a una variable proposicional dada. En realidad los dos son equivalentes en
tanto que una proposición concreta es verdadera o falsa en la realidad. Ello por
supuesto puede envolvernos en complicadas polémicas que no abordaremos
por ahora, pues ¿en qué sentido „Pedro ama a sus hijos‟ es verdadera o falsa
realmente? Al menos mientras no digamos explícitamente a quién nos
referimos, pues hay muchos sujetos que responden al nombre „Pedro‟. Por

33
34

ahora no nos ocuparemos de estas dificultades pero las mencionamos de


pasada por no constituir problemas triviales.

De este modo una tabla de verdad puede leerse como una descripción
exhaustiva de los “mundos posibles” implicados en el contexto que demanda la
evaluación de un esquema veritativo funcional complejo. Así, en nuestro
ejemplo, el renglón número 8 describe “el mundo posible” en el que Pedro no
ama al futbol ni a sus hijos ni al prójimo en general.

A continuación y para lo que resta del libro utilizaremos una notación especial
para las tablas de verdad. En lugar de simbolizar el valor verdadero con T y el
falso con , de ahora en adelante utilizaremos el „1‟ para decir „verdadero‟ y el
„0‟ para decir „falso‟ en las tablas de verdad. Al desplegar todas las posibles
combinaciones de valores de verdad para las variables de un esquema
proposicional una tabla de verdad nos proporciona el medio para evaluar
cualquier esquema. Veamos algunos ejemplos.

1) ¿En qué casos es falso el esquema siguiente: „(q ( r (p q)))‟? Si


ponemos a la izquierda las tres columnas que les corresponden a cada variable
y a la derecha escribimos nuestro esquema podemos ir evaluando cada
renglón de acuerdo a las definiciones que se dieron anteriormente de las
funciones de verdad o conectivos „ ‟, „ ‟ y el operador „ ‟. Por supuesto, hay
que atender a todas las precauciones que ya se explicaron en los ejemplos del
apartado anterior.

1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12

p q r (p ( r (p q)))

1 1 1 1 0 0 1 0 1 0 0 1

1 1 0 1 1 1 0 1 1 0 0 1

1 0 1 1 1 0 1 1 1 1 1 0

1 0 0 1 1 1 0 1 1 1 1 0

0 1 1 0 0 0 1 0 0 0 0 1

0 1 0 0 0 1 0 1 0 0 0 1

0 0 1 0 0 0 1 1 0 0 1 0

0 0 0 0 0 1 0 1 0 0 1 0

Pudiera parece exagerada la minuciosidad de la tabla, por supuesto que no se


recomienda al estudiante que realice el “llenado” completo de la tabla cada vez
que quiera realizar el análisis de un esquema veritativo funcional. En esta

34
35

excepcional ocasión se hizo para no dejar lugar a dudas de lo que se estaba


haciendo. Hacer este llenado exhaustivo puede resultar incluso perjudicial dado
que visualmente es difícil de observar los detalles relevantes. Obviamente es
redundante el llenado de las columnas 4, 7, 9 y 12. No lo es tanto el llenado de
las columnas 6 y 11 que son la negación de variables, aunque con la práctica
seguramente se convertirá, a la larga, en un paso igualmente “trivial”. El
sombreado en las columnas 5, 8 y 10 está puesto con la intención de resaltar
las columnas “más relevantes”. “Más relevantes” pues en realidad al igual que
6 y 11 son las que corresponden a alguna función veritativa, aunque, en este
caso, de dos variables. Sin embargo 5 sí tiene un estatus especial, pues en la
columna 5 encontramos la función veritativa que domina todo el esquema. Es
decir, aunque en el esquema encontramos varias negaciones, conjunciones y
una disyunción; la conjunción que se encuentra en la columna 5 es la que
constituye la forma de todo el esquema. El esquema es una conjunción; por
supuesto, donde el primer componente es una variable simple, y el segundo es
una disyunción, disyunción donde el primer componente es una negación y el
segundo una conjunción nuevamente. De este modo, y respondiendo a la
pregunta inicial, el esquema „(q ( r (p q)))‟ es falso cuando todas las
variables son verdaderas y también es falso siempre que la „p‟ sea falsa.

Según el esquema que nos sea propuesto debemos buscar cuál es la función
veritativa principal, o como suele decirse, cuál es el conectivo principal.

Ejercicio I: Determine cuál es la función de verdad principal para cada uno de


los siguientes esquemas. Ejemplo: „ (p (p r))‟ función o conectiva
principal: negación.

1) (p ( p p)) r

2) (r p) ((p q) (p s))

3) (( q ( r s)) t]

4) (s s) (t (p t))

5) [t (r t)]

6) ( p r) (t s p)

7) (p ( t r)) (t p) (p q)

8) ( (p r) (t (p ( q (p ( s m))))))

9) ( p (r r)) ( p p)

10) (r (p (q p)))

35
36

Ejercicio II: Observe las siguientes tablas de verdad y complételas como es


adecuado. El sombreado indica la conectiva principal. Ponga atención en el uso
de los paréntesis.

p q r ( p r) (q r)

0 1

0 0 1

0 1

0 0

1 1

1 0

1 1

1 0

p q r ( p q) (q (( p r) (p r)))

1 1 1 1

1 1 0 1

1 0 1 1

1 0 0 0

0 1 1 1

0 1 0 1

0 0 1 0

0 0 0 1

36
37

Más funciones de verdad

Una vez que ya hemos definido qué es una función de verdad y definimos las
funciones „ ‟, „ ‟ y „ ‟; podemos utilizar las tablas de verdad para definir
algunas funciones veritativas más que serán de gran interés e importancia en
adelante.

p q (p q)

1 1 1

1 0 0

0 1 1

0 0 1

A esta función veritativa la llamamos condicional material. Traducimos entonces


„p q‟ como „Si p entonces q‟. Llamaremos al elemento que en este caso ocupa
el lugar de la p el antecedente del condicional y al elemento que ocupa el de la
q, su consecuente.

Veamos: “Si te portas bien te compro la bicicleta”. ¿Cuándo es falsa esta


promesa? Solamente cuando el niño se porta bien y su madre no le compra la
bicicleta. Pero, ¿por qué es verdadero este condicional cuando el antecedente
es falso? Siguiendo el ejemplo podríamos decir que si el chico no se porta bien
la promesa no se ha roto, pues es claro que sólo hay un modo en el que puede
romperse.

Otras expresiones que suelen usarse en el lenguaje natural y que se pueden


tomar por un condicional material son: “p sólo si q”, “q cuando p”, “siempre que
p, q”. Todas estas expresiones se traducen „p q‟. Aunque de hecho parezca
raro que el condicional material sea verdadero cuando el antecedente es falso
hay que notar que no sería menos raro tomar el condicional falso en lugar de
verdadero en estos casos.

El condicional material sirve para expresar que no es posible que se dé el


antecedente sin el consecuente. Claro que podemos errar en esta apreciación
cuando emitimos juicios en la vida real, por ejemplo: “Si Inglaterra juega con
sus mejores hombres será invencible”.

Obviamente cuando se expresan este tipo de oraciones se espera acertar en la


apreciación de que no puede darse el antecedente sin que se dé también el
consecuente. No solemos construir este tipo de oraciones con proposiciones

37
38

que de antemano sabemos que no tienen nada que ver: “Si Inglaterra gana el
mundial entonces el hombre llegará a Marte”.

Algo que es importante señalar es que el condicional material no expresa


nexos causales. Ciertamente, si sabemos que el que se moje el piso es
consecuencia necesaria de verter líquido sobre él, haremos bien en decir: “Si
vertemos líquido sobre el piso entonces éste se mojará”. Pero en general, un
condicional material no representa causalidad, pues cuando el condicional es
falso es claro que no hay tal nexo; y aunque fuera verdadero es demasiado
comprometedor decir que es verdadero por necesidad.

Como acabamos de ver, el condicional material expresa la situación en la que


no es el caso que se dé el antecedente y no se dé el consecuente, es decir:
„ (p q)‟. Y el condicional material resulta ser verdadero cuando el
antecedente es falso o cuando el consecuente es verdadero, es decir: „ p q‟.

Es un hecho importante que las funciones veritativas puedan expresarse en


términos de otras funciones. Hasta el momento hemos encontrado el modo de
expresar por medio de „ ‟ e „ ‟ y de „ ‟ y „ ‟ la función „ ‟.

¿Será posible expresar „ ‟ por medio de „ ‟? La respuesta es afirmativa,


siempre y cuando se haga uso también de „ ‟. Sólo hay que repasar las
condiciones de verdad y falsedad de la función „ ‟ para ver cómo es posible. La
conjunción es falsa cuando alguno de sus dos elementos es falso, es decir,
„ (p q)‟ (conjunción falsa) dice lo mismo que „ p q‟ (alguno de los
elementos falso).

Algo similar ocurre con la disyunción: „p q‟ es falso cuando no ocurre ni „p‟ ni


„q‟. Es decir: „ (p q)‟ expresa el siguiente hecho „ p q‟.

A continuación nos interesa definir otra función de verdad que va de la mano


con ciertas expresiones del lenguaje natural. “México ganará la copa siempre y
cuando Uruguay no la gane”. Este enunciado expresa dos situaciones: que si
México gana la copa Uruguay no la gana y que si Uruguay la gana entonces
México no hace lo mismo. Otro ejemplo: “pasas al siguiente año si y sólo si
apruebas todas tus materias”. Es decir, que si apruebas todas tus materias
pasas de año, pero también que si pasas de año es porque las aprobaste
todas; en suma: no es posible que se dé una de las dos cosas sin que se dé la
otra.

A esta nueva función la llamamos bicondicional material. Equivale a dos


condicionales materiales, es decir, „p si y sólo si q‟ equivale a „si p entonces q y
si q entonces p‟.

El bicondicional es verdadero cuando los valores de verdad de sus partes


componentes es igual, es falso en cualquier otro caso. Esta última explicación

38
39

nos sugiere la tabla de verdad que define a la nueva función, la que


denotaremos con el símbolo o conectivo „ ‟:

p q (p q)

1 1 1

1 0 0

0 1 0

0 0 1

A continuación conviene hacer algunas observaciones acerca de las cinco


funciones privilegiadas que acabamos de definir: „ ‟, „ ‟, „ ‟, „ ‟ y „ ‟.
Elegimos estas cinco funciones no sólo porque sean representativas de
operadores y conectores de oraciones o proposiciones en el habla cotidiana.
Primordialmente les daremos una atención especial por su papel destacado en
contextos lógicos y por ende, en los contextos científicos o matemáticos que se
valen de la lógica. Es decir, la lógica no le presta atención a estas funciones
veritativas porque sean de uso común, sino que son de uso común porque
expresan relaciones lógicas básicas.

La primera explicación que dimos de lo que era una función veritativa y la


subsecuente definición de algunas funciones veritativas que encuentran uso en
la vida real nos lleva a preguntarnos ¿Son éstas las únicas funciones de
verdad? La respuesta es no, hay infinitas funciones de verdad, siempre y
cuando haya un infinito número de variables proposicionales. Veámoslo
definiendo nuevas funciones con el método de tablas de verdad.

Es claro, por un simple razonamiento combinatorio, que hay cuatro funciones


veritativas de un solo argumento:

p f (p) Neg (p) T(p) (p)

1 1 0 1 0

0 0 1 1 0

La primera función es el ejemplo trivial con el que comenzamos la explicación


de función veritativa; a dicha función de manera arbitraria y convencional
elegimos denotarla con el símbolo „f ‟. La segunda función es nuestra conocida
negación. La tercera función es algo peculiar pues le asigna el valor verdadero
a la proposición que tome el lugar de su argumento aunque esta sea falsa; por

39
40

ello elegimos simbolizarla con la „T‟. Y de manera análoga con la cuarta


función. Recalcamos el hecho de que los símbolos utilizados para la primera,
tercera y cuarta función son una elección arbitraria que los autores de este
texto se toman la libertad de usar simplemente para llamarles de alguna
manera a las funciones veritativas. El uso de la „T‟ y la „ ‟ no debe confundirse
con el que se dio más arriba, ya que en esta ocasión se le utiliza solamente
para resaltar que una función hace verdadero a su argumento no importando
que este sea falso y la otra lo hace falso no importando que sea verdadero.
Podemos expresar todas estas funciones por medio de los conectivos usuales:

f (p) Neg (p) T(p) (p)

p p p (p p) (p p)

1 1 0 1 0

0 0 1 1 0

En la siguiente tabla de verdad definimos las 16 funciones de verdad existentes


para dos argumentos:

F1 F2 F3 F4 F5 F6 F7 F8

p q (p q) (q p) (p q) (p q) (p q)

1 1 1 1 1 1 0 0 1 1

1 0 1 1 1 0 1 0 0 1

0 1 1 1 0 1 1 1 0 0

0 0 1 0 1 1 1 1 1 0

F9 F10 F11 F12 F13 F14 F15 F16

p q p q (p q) (p q) (q p) (p q)

1 1 0 1 0 1 0 0 0 0

1 0 1 0 1 0 1 0 0 0

0 1 1 1 0 0 0 1 0 0

0 0 0 0 1 0 0 0 1 0

40
41

En las tablas se resaltan las funciones 2, 4, 7 y 12 que son las que definimos
más arriba para nuestros conectivos básicos. Las funciones 3, 5, 13, 14 y 15
cuentan con una representación en términos de los conectivos básicos. Se deja
como ejercicio para el lector que encuentre una expresión adecuada en
términos de los conectivos básicos para el resto de las funciones de verdad.

Resaltamos de manera especial la función 9 puesto que en un capítulo próximo


se le dará un tratamiento especial. No se le asigna un signo especial ( )
porque no exista una forma de expresarla en términos de los otros conectivos,
sino para ilustrar que desde el punto de vista meramente formal pudimos haber
elegido cualquiera de estas 16 funciones para asignarles un rol y un signo
especiales, tal y como lo hicimos para el caso de „ ‟, „ ‟, „ ‟ y „ ‟.

No hay que perder de vista que así como hemos definido funciones veritativas
de uno y dos argumentos, podemos definir funciones veritativas de más
argumentos. Definiremos, como ejemplo la siguiente función G de tres
argumentos con nuestro anterior método:

Si queremos representar esta función por medio de los conectivos que


conocemos sólo tenemos que observar que la función solamente da como
resultado „falso‟ cuando „p‟ y „q‟ son verdaderas y „r‟ es falsa; cuando „p‟ y „r‟ son
verdaderas y „q‟ falsa; y por último cuando todos sus componentes son falsos.
Así, lo único que hay que hacer es negar que ocurran estos casos:

(p q r) (p q r) ( p q r)

El lector puede comprobar que este esquema tiene la tabla de verdad que le
corresponde a la función G definida más arriba.

Otros métodos de análisis veritativo funcional

Más arriba apenas se mencionó que las tablas de verdad son un método de
análisis veritativo funcional. Sin embargo hay otras formas de realizar este
análisis que tienen ventajas sobre el método de tablas, pero ello depende de lo
que se quiera obtener con el análisis. A continuación presentamos un método

41
42

que aparece en Los métodos de la lógica del lógico estadounidense Willard V.


O. Quine.

Este método se vale de un grupo de nueve reglas que no se refieren a nada


que no esté contenido ya en las tablas de verdad de los conectivos
proposicionales. Adoptamos nuevamente a la „T‟ representando „verdadero‟ y a
la „ ‟ representando „falso‟. Partimos entonces de los conectivos
proposicionales usuales y de las posibles interpretaciones de sus letras
componentes: „T‟ o „ ‟:

1) Si la „T‟ aparece como componente de una conjunción, suprímasela.


Ejemplo: „T q‟ se reduce a „q‟. Es claro por qué: si uno de los componentes de
una conjunción es verdadero el valor de verdad del esquema completo
dependerá del otro elemento, en este caso „q‟.25
2) Si la „ ‟ aparece como componente de una disyunción, suprímasela.
3) Redúzcase toda conjunción que tenga una „ ‟ como componente a „ ‟.
4) Redúzcase toda disyunción que tenga una „T‟ como componente a „T‟.
5) Si la „T‟ aparece como antecedente de un condicional, suprímasela.
6) Redúzcase todo condicional que tenga una „ ‟ como antecedente o una „T‟
como consecuente a „T‟.
7) Si un condicional tiene la „ ‟ como consecuente, redúzcase todo el
compuesto a la negación del antecedente. Ejemplo: „p ‟ se reduce a „ p‟.
8) Elimínese la „T‟ como componente de cualquier bicondicional. Ejemplo:
„q T‟ se reduce a „q‟.
9) Si un bicondicional tiene la „ ‟ como componente, suprímaselo y niegue el
otro lado. Ejemplo: „(p r) ‟ se reduce a „ (p r)‟.

Aplicamos el método del siguiente modo: asignamos una interpretación a las


letras componentes („T‟ o „ ‟) y vamos aplicando las reglas.

Ejemplo: „ (r (p q)) (p ( r q))‟. Interpretación: „p‟: T, „q‟: T, „r‟: .

(r (p q)) (p ( r q))
( (T T)) (T ( T))
( (T)) ( T) doble aplicación de (1)
T T) aplicación de (2)
T T) por doble negación
T) aplicación de (8)
T aplicación de (6)

25
En lo que sigue omitimos las justificaciones y se deja formularlas al lector como ejercicio.

42
43

Por lo tanto, el esquema es verdadero para esta interpretación de sus letras


componentes. Visto de esta forma el método es demasiado laborioso tomando
en cuenta que sólo resolvimos uno de los ocho renglones de la tabla de verdad
correspondiente. Sin embargo, se nota que si deseáramos saber qué pasa en
ciertos casos con este método no tenemos que dibujar la tabla de verdad
completa con todas sus combinaciones. Incluso para hacer un análisis
completo, de todas las posibilidades es mucho más breve. Con la práctica
muchos pasos se harán en automático y el análisis completo de un esquema
como el siguiente, en lugar de ocupar una tabla de dieciséis renglones sólo
requerirá unas cuantas ramificaciones que permitirán apreciar perfectamente
las condiciones de verdad/falsedad del esquema completo:

(p ( r s)) (q (r ( p s)))
(T ( r s)) (q (r ( T s))) „T‟ para „p‟
( r s) (q (r ))
( r s) (q r )
( T s) (q T ) „T‟ para „r‟
s q

No continuaremos el análisis completo de este ejemplo, pero es evidente que


con esto ya resolvimos la mitad de la tabla de verdad de dieciséis renglones:
cuando „p‟ es tomada como verdadera el valor de todo el compuesto sólo es
falso cuando „s‟ es verdadera y „q‟ falsa, es decir, sólo uno de los ocho
renglones. Este método será muy fructífero en la sección dedicada a la
consecuencia lógica en la lógica proposicional.

43
44

B) La lógica proposicional como sistema formal

En adelante asumiremos que todo lo que hemos definido constituye la médula


del sistema de la lógica proposicional. Pero para definir con rigor qué es un
sistema formal. Un sistema formal consta de un lenguaje formal y de un
aparato deductivo.

Lenguaje formal.

Diremos que nuestro lenguaje formal se llama “lenguaje formal P”, pues hay
muchos lenguajes formales y queremos distinguir el nuestro entre todos ellos.
Un lenguaje formal consiste en un alfabeto y reglas de formación de fórmulas.

Lenguaje formal P

Símbolos del lenguaje formal P

Letras o variables proposicionales p, q, r, s, t

Símbolos lógicos , , , ,

Signos auxiliares (paréntesis, subíndices26) (, ), 1, 2, …, n

Reglas de formación de fórmulas de P. Lo que sigue es conocido como


definición recursiva. En una definición recursiva se toma un objeto como
perteneciente a una clase de objetos y a partir de él se encapsulan (se definen)
nuevos objetos con un grado de complejidad mayor dentro de la misma clase.
Para que quede más claro veamos cómo nuestras reglas de formación de
fórmulas del lenguaje formal P constituyen una definición recursiva de lo que es
una fórmula de P:

1) Las letras (o variables) proposicionales son fórmulas atómicas de P.

2) Las fórmulas atómicas de P son fórmulas de P.


27
Sean y fórmulas cualesquiera de P, entonces:

26
En caso de que sean demasiadas las variables proposicionales requeridas.
27
y son metavariables, es decir, no son variables proposicionales propiamente dichas. Si
en esta definición hubiéramos optado por usar variables proposicionales habríamos sugerido al
lector que las fórmulas complejas que se definen en (4) sólo son admisibles si se conectan
letras proposicionales y no fórmulas cualesquiera.

44
45

3) ,( ), ( ), ( ), ( ) son fórmulas de P.

4) Nada más es una fórmula de P.

Como esta definición habla de “ y fórmulas cualesquiera de P” es claro el


proceso constructivo que da como resultado, por ejemplo, la fórmula:

( (p (p r)))

Se partió de „p‟ y „r‟ que son letras proposicionales y por (1) y (2) son fórmulas
de P; luego, por (3) sabemos que „ r‟ también es fórmula de P, y por (3)
también „p r‟ es fórmula de P, y así sucesivamente.

Aparato deductivo.

En un sistema formal el aparato deductivo consta de un grupo de reglas de


inferencia y un grupo de axiomas (o sólo uno de los dos) a partir de los cuáles
se obtendrán nuevas fórmulas. Hay que resaltar que un sistema formal no hace
ninguna referencia a alguna interpretación del lenguaje. Nosotros comenzamos
presentando la lógica proposicional como un sistema lógico que nos
presentaría las relaciones veritativo funcionales entre enunciados declarativos.
Por ello, estrictamente hablando, podríamos tomar el apartado donde definimos
el lenguaje formal haciendo caso omiso a todo lo que se explicó anteriormente.

Obviamente, la relevancia de los sistemas formales tiene que ver con la


posibilidad de interpretar el lenguaje formal. La interpretación más básica es la
que presentamos en la primera parte del capítulo: interpretando nuestras
variables proposicionales como enunciados declarativos (proposiciones) cuya
característica principal es ser verdaderos o falsos.

Sin embargo, un aparato deductivo bien definido, desde el punto de vista de lo


formal, no necesita de esa interpretación. Para comprender bien esta idea
piense el lector simplemente en qué podríamos programar una computadora
para que realizara deducciones formales.

Para ello sólo tendríamos que introducir un vocabulario y un conjunto de reglas


de formación o construcción de fórmulas. Esto es lo que acabamos de hacer en
la sección anterior. A continuación podríamos introducir un grupo de axiomas o
enunciados de los que partirá la computadora. Por ejemplo:

Sean , , fórmulas cualesquiera de P, entonces las siguientes fórmulas son


axiomas28 de nuestro sistema formal proposicional:

28
Estrictamente hablando deberíamos llamarlos esquemas de axioma, pues nos serán útiles
en la medida que los tomemos como esquemas en los que podemos sustituir las metavariables

45
46

A1) ( )
A2) ( ( )) (( ) ( ))
A3) ( ) ( )

Si le damos estos axiomas a la computadora como punto de partida, luego le


damos la instrucción de poder sustituir cada una de las variables de los
axiomas por cualquier fórmula del lenguaje formal y además le damos alguna
regla que le permita obtener de dos fórmulas dadas una nueva fórmula,
habremos creado un sistema formal; y la computadora no tiene que estar
enterada de que nosotros interpretamos de determinada manera esas variables
y esos conectivos. Esto se conoce como un enfoque sintáctico.

A continuación daremos un ejemplo de una deducción en sentido formal que


puede efectuarse con los axiomas propuestos. Obsérvese que lo que se
realizará es meramente un cálculo, un cómputo, no se requiere interpretar de
ningún modo los símbolos del lenguaje, solamente seguir lo que hemos
estipulado y además la siguiente regla de inferencia:

Regla Modus Ponens: De las fórmulas y ; dedúzcase la fórmula

Dedúzcase la fórmula: „p p‟, a partir de los axiomas y la regla modus ponens.

Fórmulas de P Justificación

i) p [(p p) p] Es una instancia del axioma A1: se


sustituyen por la fórmula „p‟ y se
sustituye por la fórmula „p p‟29

ii) [p [(p p) p]] [(p (p p)) Por A2.


(p p)]

iii) [(p (p p)) (p p)] Por modus ponens de i) y ii)

iv) p (p p) Por A1

v) p p Por modus ponens de iii) y iv)

Aquí pueden comenzar a surgir muchas interrogantes: ¿por qué se pide que se
olvide toda interpretación si dedicamos mucho espacio a definir antes la

(letras griegas) por variables proposicionales o, en general, fórmulas cualesquiera de P. En


adelante les llamamos axiomas sólo para simplificar la exposición.
29
En los siguientes pasos no se hará una explicación exhaustiva de la justificación, nos
limitaremos a mencionar el axioma utilizado.

46
47

interpretación de funciones de verdad? ¿Cómo se relaciona un sistema formal


como éste con lo que se dijo antes acerca de las funciones veritativas? Se
mencionó al principio que la lógica proposicional haría inferencias, tal como lo
hacía el sistema silogístico, pero hasta el momento no se ha hecho evidente
cómo.

Para responder estas interrogantes dejemos la cuestión del sistema formal y su


aparato deductivo de lado por un momento, para explicar la noción fundamental
de la lógica desde el punto de vista de la interpretación de nuestro lenguaje, es
decir desde un punto de vista semántico.

C) La noción de consecuencia lógica en la lógica proposicional

A continuación hablaremos muy brevemente de la noción central de la lógica: la


consecuencia lógica. Para empezar hay que mencionar expresiones sinónimas
de “ser consecuencia lógica de” que el alumno podrá encontrar en la literatura
sobre el tema, y en general en la amplia gama de textos sobre lógica que hay.
Las expresiones sinónimas son las siguientes: “… se sigue de…”, “ implica”,
“…está implicado por…”, “se sigue lógicamente de…”, “es consecuencia de…”.

Es decir, cuando en el contexto de un estudio de lógica se plantea la cuestión


de si cierta afirmación “se sigue” de otra, o cuando se pregunte qué cosas
“implica” cierta enunciación, se está pensando en la noción de consecuencia
lógica.

Antes de definir la noción de consecuencia lógica hagamos una aclaración más


en cuanto a expresiones que serán sinónimas para nosotros. Decimos que “un
enunciado se sigue de tal o tales enunciados”, o que “tal afirmación implica
tal otra” o que una “proposición es implicada por…”. También solemos
encontrar, según el autor de texto de lógica, que se habla de fórmulas,
oraciones o esquemas proposicionales. En lo que sigue hablaremos de
métodos para detectar la relación de consecuencia lógica en el lenguaje de la
lógica proposicional. Sin embargo la definición de consecuencia lógica que se
daremos vale en general, con ciertos ajustes, también para aquello que
expresaremos en capítulos siguientes con el lenguaje de la lógica
cuantificacional.

Por ello de ahora en adelante nombraremos a aquellas entidades con las que
tratamos en lógica con el nombre de “proposiciones”; cuando nos refiramos a
las fórmulas que a éstas corresponden en nuestro lenguaje formal, hablaremos
de “esquemas proposicionales”; y cuando mentemos una proposición
expresada en un lenguaje formal, no necesariamente proposicional, diremos
simplemente “fórmula”. Todo ello para evitar que aparezcan muchas

47
48

denominaciones distintas para el mismo tipo de entidad, lo cual podría


confundir al lector.

Ahora hablemos brevemente de algunas propiedades que pueden tener los


esquemas proposicionales.

1. Decimos que un esquema proposicional es válido si es verdadero bajo todas


las interpretaciones posibles de las letras proposicionales que lo forman. A
estos esquemas también se les llama tautologías o verdades lógicas. 30

2. Decimos que un esquema es consistente si es verdadero bajo alguna


interpretación de sus letras proposicionales, es decir, si existe cuando menos
una interpretación que haga al esquema verdadero. Los esquemas válidos son
también consistentes.

3. Decimos que un esquema es inconsistente si es falso bajo todas las


interpretaciones posibles de las letras que lo componen. A estos esquemas
también se les llama contradicciones.

4. Decimos que un esquema es contingente si es falso bajo alguna


interpretación de sus letras proposicionales y verdadero para alguna otra
interpretación. Es decir, si existe cuando menos una interpretación que lo haga
falso y cuando menos una que lo haga verdadero. Ningún esquema válido es
contingente. Ningún esquema inconsistente es contingente. Los esquemas
consistentes son contingentes sólo en el caso de que no sean también válidos.

Ahora sí, pasemos a nuestro tema:

Primera definición de consecuencia lógica para la lógica proposicional:


sean S1 y S2 dos proposiciones cualesquiera (no necesariamente distintas);
decimos que S2 es consecuencia lógica de S1, si es imposible que S1 sea
verdadero y S2 sea falso.

Veamos un ejemplo sencillo: tenemos la proposición “Cruz Azul no será


campeón del torneo local o campeón de CONCACAF”. De ella se sigue
lógicamente que “Cruz Azul no será campeón de CONCACAF”. Es decir, si la
primera proposición es verdadera es imposible que no o sea la segunda.
Veamos por qué sucede en este caso particular. La forma lógica de la primera
proposición es „ (p q)‟; mientras que la forma lógica de la segunda es „ q‟.
Supongamos ahora que „ q‟ es falsa, en este caso sólo hay una forma de que
esto suceda: si „q‟ es verdadera. Pero si „q‟ es verdadera, forzosamente „(p q)‟
lo es; por lo tanto „ (p q)‟ es falsa. Vemos entonces que, por su forma lógica,
es imposible que „ (p q)‟ sea verdadera mientras „ q‟ es falsa.

30
Aunque, como veremos más adelante, no todas las verdades lógicas son tautologías.

48
49

Ejercicio: ¿Qué otras proposiciones son consecuencias lógicas de “Cruz Azul


no será campeón del torneo local o campeón de CONCACAF”?

Pregunta: ¿Por qué en la definición se aclara que S1 y S2 no necesariamente


son proposiciones distintas? De ahora en adelante no se hará esta aclaración.
Pero si el lector responde adecuadamente la pregunta se dará cuenta de que la
aclaración vale para todas las definiciones que siguen.

El ejemplo anterior nos muestra que independientemente de las proposiciones


que pongamos en lugar de „p‟ y „q‟ la relación de consecuencia lógica se
mantiene: „ q‟ es consecuencia lógica de „ (p q)‟. Así, para ganar en
generalidad, conviene que definamos la relación de consecuencia lógica entre
esquemas proposicionales, pues las proposiciones o enunciados reales a
menudo están compuestos de partes más sencillas que se combinan por medio
de las funciones veritativas. De este modo la pregunta de si un esquema es
consecuencia lógica de otro, será una que encontrará respuesta por medio del
análisis veritativo funcional, por ejemplo, mediante una tabla de verdad.

Segunda definición de consecuencia lógica para la lógica proposicional:


Sean S1 y S2 dos esquemas proposicionales cualesquiera. Decimos que S2 es
consecuencia lógica de S1 si, y solamente si, no hay ninguna interpretación de
las letras proposicionales de ambos esquemas bajo la cual S 1 resulte
verdadero y S2 resulte falso.

También nos referimos al hecho de que un esquema S2 sea consecuencia


lógica de un esquema S1 diciendo que S1 implica S2; o que S2 está implicado
por S1. A S1 le llamamos esquema implicante, a S2 le llamamos el esquema
implicado.

Esta descripción de la relación de consecuencia lógica ya nos debería haber


insinuado algo. Un esquema S2 es consecuencia lógica de otro esquema S1 si,
y solamente si, al asignar valores de verdad a sus letras componentes no
sucede lo siguiente:

Que S1 sea verdadero y S2 sea falso.

Esto es muy parecido a la descripción de la tabla de verdad del condicional


material („ ‟): una proposición condicional sólo es falsa cuando el antecedente
es verdadero y el consecuente es falso. Es decir, un esquema proposicional
cuyo principal conectivo es „ ‟ será verdadero siempre y cuando no ocurra que
el antecedente sea verdadero y el consecuente falso. Esta similitud nos arroja
de inmediato una forma de comprobar si un esquema S 2 es consecuencia
lógica de otro esquema S1 o no lo es. Colóquese el pretendido esquema
implicante a la izquierda de „ ‟ y colóquese el pretendido esquema implicado a
la derecha de „ ‟:

49
50

S1 S2

Si el resultado es un esquema válido, entonces S 1 implica a S2. Eso lo


expresamos en estas notas con la siguiente notación:

S1 S2 (es decir, S1 implica S2, o lo que es lo mismo: „S1 S2‟ es un esquema


válido)

En pocas palabras, la implicación (la relación de consecuencia lógica) es la


validez del condicional. Como dijimos más arriba, un condicional material sólo
tiene un caso falso. La definición de ser consecuencia lógica de, niega
precisamente ese caso. Un esquema implica otro si al juntarlos con un
condicional, el esquema resultante es verdadero bajo cualquier interpretación
(pues no se estaría dando el único caso que falsea un condicional).

Así, tenemos una Tercera definición de consecuencia lógica para la lógica


proposicional: S2 es consecuencia lógica de S1 si el esquema resultante de
poner S1 como el antecedente y S2 como el consecuente de un condicional („S1
S2‟), es un esquema válido (notación: S1 S2).

Ejercicios: para cada uno de los esquemas que se dan a continuación


encuentra cuando menos cinco esquemas que sean consecuencias lógicas
suyas.

a) p (q r)
b) (s t)
c) r (p p)
d) s m
e) q p
f) r (t t)

Por ejemplo, tomemos d): apliquemos la definición, estamos buscando


esquemas tales, que si „s m‟ es verdadero, sea imposible que ellos sean
falsos. Una mala respuesta sería por ejemplo, „m‟. Pues si „s m‟ fuera
verdadero entonces „m‟ sería falso, forzosamente. Otra mala respuesta sería
„p‟. Pues podemos suponer que „s m‟ sea verdadero y „p‟ sea falso.

Vamos con las buenas respuestas: „s‟, „ m‟, „s m‟, „s p‟, „ m p‟, „s m‟,
„ m m‟,… etcétera.

En el ejemplo que elegimos tuvimos la fortuna de contar con una sola


asignación de valores de verdad que hacía verdadera a „s m‟, pues una
conjunción sólo es verdadera en un caso. Sabemos que un esquema
proposicional cuenta con 2n distintas asignaciones de valores de verdad, según
el número (n) de las letras que lo componen. Por lo tanto, es de especial
utilidad que, en algunos casos, en los que se nos pregunte si un esquema

50
51

implica a otro, contemos con la suerte de estar evaluando un esquema que


sólo sea verdadero bajo una asignación de valores.

Ejercicio: señala cuáles de los siguientes esquemas es verdadero bajo sólo


una asignación de valores de verdad a sus letras componentes.

i) (r (t p)) iv) (p q) vii) p (r t)

ii) s (p q) v) (p (r s)) viii) (p p) (q r)

iii) q (p t) vi) (t p) (p t) ix) (p r) ( r s)

Para aquellos esquemas tales, que exista una sola interpretación que los haga
verdaderos será muy sencillo evaluar si implican algún otro esquema. Baste
con asignar los valores de cada una de las letras que lo componen (ya
aceptamos que es una sola asignación) y veamos qué pasa con el supuesto
esquema implicado. Si bajo esa asignación el pretendido esquema implicado
resulta falso entonces no es consecuencia lógica del primer esquema. Si al
evaluar resulta que puede ser verdadero pero también falso para esa
asignación, entonces tampoco es consecuencia lógica del primer esquema.
Veamos un ejemplo:
?
(p r s) ( q ((p r) s))

Procedemos a hacer el análisis veritativo funcional, veamos que hay una sola
asignación que hace verdadero a „ (p r s)‟:

( T) ( q (( ) T))

( ) ( q (( T))
( q ( T))
T ( q )
T ( q)
q
q
T

Podemos observar que aplicando los únicos valores de verdad que hacen
verdadero al esquema „ (p r s)‟ el valor de verdad de „ (p r s)
( q ((p r) s))‟ con la asignación p: , r: , s: T; depende al final del valor de
verdad de „q‟. Pero „q‟ puede ser verdadera o falsa. Por lo tanto „ (p r s)‟

51
52

no implica „( q ((p r) s))‟; es decir, el segundo esquema no es


consecuencia lógica del segundo.

Así como se nos facilita el análisis veritativo funcional, del condicional que
evaluamos para ver si un esquema implica otro esquema, cuando el esquema
que funge como antecedente tiene una sólo asignación que lo hace verdadero;
hay también otra circunstancia que nos libera de hacer un análisis mucho más
largo: cuando existe una sola asignación de valores de verdad que hacen falso
el esquema que funge como consecuente del condicional, es decir, cuando el
presunto esquema implicado tiene una sola asignación de valores de verdad
que lo hace falso.

Ejercicio: propongan cuando menos diez esquemas proposicionales que


tengan un solo caso falso, es decir, que de hacer su tabla de verdad
encontraríamos un solo renglón falso.

Como la consecuencia lógica o implicación es lo mismo que la validez de un


condicional, surge de inmediato la cuestión de la validez de un bicondicional.
Sabemos que el bicondicional es lo mismo que una conjunción de
condicionales. Si un bicondicional es válido quiere decir que son válidos ambos
condicionales. Definimos a continuación una importante relación lógica: la
equivalencia.

Primera definición de equivalencia de la lógica proposicional. S1 es


lógicamente equivalente a S2 si el esquema resultante de poner a S1 y S2 como
componentes de un bicondicional („S1 S2‟), es un esquema válido.

Para designar la relación de equivalencia lógica utilizaremos la siguiente


notación:

„S1 S2‟ dice que S1 y S2 son equivalentes31

La relación de equivalencia lógica también s puede definir como mutua


implicación. Lo relevante de esta relación entre esquemas es que si dos
esquemas son equivalentes siempre tendrán el mismo valor de verdad y esto
en términos veritativo funcionales es mucho, pues quiere decir que en cualquier
contexto podremos sustituir esquemas equivalentes. A continuación
enunciaremos una serie de importantes leyes de la implicación y la
equivalencia:

L.I.1.: Cualquier esquema se implica a sí mismo:

31
O, de manera análoga a como hicimos con „ ‟ y „ ‟, aplicaremos en algunos contextos el
símbolo „ ‟ para dejar en claro su relación con „ ‟.

52
53

L.I.2.: Si un esquema implica un segundo, y éste un tercero, entonces el


primero implica el tercero: Si y , entonces

L.I.3.: Un esquema inconsistente implica todo esquema y, a su vez, sólo lo


implican esquemas que sean inconsistentes: ( ) , para cualquier
esquema ; si es inconsistente, entonces sólo pude ser implicado por un
esquema equivalente a ( )

L.I.4.: Cualquier esquema implica un esquema válido, y cualquiera de este tipo


implica únicamente esquemas válidos: ( ) para cualquier esquema ;
si es un esquema válido, entonces sólo puede implicar esquemas
equivalentes a ( )

L.E.1.: La equivalencia es implicación recíproca: si y sólo si y

L.E.2.: Cualquier esquema es equivalente a sí mismo:

L.E.3.: Si un esquema es equivalente a un segundo y éste lo es a un tercero,


entonces el primero es equivalente al tercero: si y , entonces

L.E.4.: Si un esquema es equivalente a un segundo, entonces éste es


equivalente al primero (observen que esto no sucede con la implicación): si
, entonces

L.E.5.: Los esquemas válidos son únicamente equivalentes entre sí; lo mismo
vale para los esquemas inconsistentes.

Relación de semántica y sintaxis

Una vez que hemos expuesto en qué consiste la relación de consecuencia


lógica en la lógica proposicional podemos hablar de la relación entre los
sistemas formales y su interpretación. En la lógica la relación más importante
es la de consecuencia lógica pues es de mucha relevancia saber que oraciones
tienen que ser verdaderas dadas otras oraciones.

Los sistemas formales tratan de capturar un aspecto de la relación de


consecuencia lógica: el aspecto de la deducción. Los Elementos de Euclides
son un sistema deductivo de la geometría que si bien no es un sistema formal
ayudará a ver la relevancia de la deducción.

Los geómetras antiguos y en general las personas dedicadas a la agrimensura


sabían que la proposición que ahora conocemos como „Teorema de Pitágoras‟
era cierta, sin embargo no es evidente por qué es verdadera, es decir, no es
claro si depende su verdad de la verdad de otras proposiciones. En los
Elementos se establecen cinco postulados o axiomas y a continuación se

53
54

llevan a cabo deducciones o derivaciones de otras verdades geométricas no


evidentes.

De manera similar, un aparato deductivo en lógica deberá establecer la verdad


de ciertas proposiciones a partir de la verdad de otras. Desde el punto de vista
formal está fuera de lugar hablar de „verdad‟. Puede decirse que una deducción
o derivación en un sistema estrictamente formal consiste simplemente en la
obtención de una fórmula a partir de otras formulas dadas.

En el sistema formal propuesto más arriba, con axiomas y una regla, las
fórmulas de las que se parte son los axiomas, y con ellos solos se deberían
obtener más fórmulas, pero, ¿qué formulas?

La idea de un sistema axiomático formal de la lógica proposicional es que esas


fórmulas que se obtengan por medio de derivaciones sean estrictamente
verdades lógicas.

Sin embargo hay otro enfoque un poco distinto, el de utilizar varias reglas de
inferencia y no utilizar axiomas. Este enfoque es provechoso cuando tenemos
en cuenta que frecuentemente no buscamos derivar exclusivamente verdades
lógicas, sino que tenemos cierta información y queremos saber qué se sigue de
ésta. En la siguiente sección expondremos un sistema de reglas usual para
realizar esta tarea. Es importante señalar, por último, que éste es un medio
para evaluar la corrección de los argumentos. Un argumento es un conjunto de
premisas con una conclusión que se propone como consecuencia de las
premisas. Si la proposición es efectivamente consecuencia lógica de las
premisas el argumento es correcto o válido. Por ello, en lógica proposicional el
método de análisis veritativo funcional es suficiente para saber si un argumento
es válido o no. El sistema de reglas de inferencia que a continuación
expondremos mostrará su verdadera utilidad cuando sea extendido a la lógica
cuantificacional.

54
55

REGLAS DE INFERENCIA POR GRUPOS (I-VI)

Pedro Ramos Villegas


Carlos Verlón Barragán

I. REGLA AUXILIAR

- Doble Negación (DN)

p p

II. REGLAS DE IMPLICACIÓN PARA LA CONJUNCIÓN Y LA DISYUNCIÓN

- Conjunción (Conj)
P
Q

p q

- Simplificación (Simp)

p q

- Adición (Ad)
P

p q

- Silogismo Disyuntivo (SD)

p q

55
56

III. REGLAS DE IMPLICACIÓN PARA EL CONDICIONAL

- Modus Ponens (MP)

p q
p

- Dilema Constructivo (DC)

(p q) (r s)

p r

q s

- Modus Tollens (MT)

p q

- Dilema Destructivo (DD)

(p q) (r s)

q s

p r

- Silogismo Hipotético (SH)

p q

q r

p r

56
57

IV. REGLAS DE EQUIVALENCIA PARA LA CONJUNCIÓN Y LA DISYUNCIÓN

- Conmutación (Conm)

(p q) (q p)

(p q) (q p)

- Asociación (Asoc)

[p (q r)] [(p q) r]

[p (q r)] [(p q) r]

- Tautología (Taut)

p (p p)

p (p p)

- Distribución (Dist)

[p (q r)] [(p q) (p r)]

[p (q r)] [(p q) (p r)]

V. REGLAS DE EQUIVALENCIA PARA EL CONDICIONAL

- Transposición (Trans)

(p q) ( q p)

- Exportación (Exp)

[(p q) r)] [p (q r)]

VI. REGLAS DE TRADUCCIÓN

- Leyes de De Morgan (De M)

57
58

(p q) ( p q)

(p q) ( p q)

- Implicación Material (Impl)

(p q) ( p q)

(p q) (p q)

- Equivalencia Material (EM)

(p q) [(p q) (q p)]

(p q) [(p q) ( p q)

REGLAS GENERALES DE USO

I. REGLA AUXILIAR

1. Doble Negación (DN)

p p

Una fórmula equivale a su doble negación. Tal como ocurre con el uso no
retórico de la doble negación en el lenguaje ordinario –v. g. “no es cierto que no
llueve” equivale a “llueve”–, la doble negación en lógica también se anula, por
eso DN es una regla de equivalencia.

Ejemplos

1. A C/ ( A C)

2. A C 1, DN

3. ( A C) 2, DN

1. [( C B) D] / [(C B) D]

2. [( C B) D] 1, DN

3. [(C B) D] 2, DN

4. [(C B) D] 3, DN

58
59

II. REGLAS DE IMPLICACIÓN PARA LA CONJUNCIÓN Y LA DISYUNCIÓN

2. Conjunción (Conj)

p q

Dadas dos fórmulas, podemos deducir su conjunción. Si dos premisas de un


argumento son (o se suponen) verdaderas, se sigue que su conjunción también
lo será (o se supondrá), pues la verdad de cada uno de los conyuntos por
separado determina la verdad de la conjunción como un todo.

Ejemplos:

1. A

2. B

3. C / (C B) A

4. C B 1, 3, Conj

5. (C B) A 2, 4, Conj

1. B

2. A

3. C / B (A C)

4. A C 2, 3, Conj

5. B (A C) 1, 4, Conj.

3. Simplificación (Simp)

p q

Dada una conjunción, podemos deducir su primer conyunto. Si una conjunción


es (o se supone) verdadera, se sigue que su primer conyunto también lo será

59
60

(o se supondrá), pues una conjunción es verdadera si y sólo si ambos


conyuntos lo son.

Ejemplos

1. (B C) A/ B

2. B C 1, Simp

3. B 2, Simp

1. [(C A) D] B/ C

2. (C A) D 1, Simp

3. C A 2, Simp

4. C 3, Simp
61

4. Adición (Ad)

p q

Dada una fórmula, podemos deducir esa misma fórmula en disyunción con
cualquier otra. (Un ejemplo intuitivo del uso de Ad en matemáticas es éste: de „a
b‟ puede inferirse de modo natural „a b a = b‟ –i. e., „a b‟–.) Si una fórmula
es (o se supone) verdadera, se sigue que ella misma en disyunción con
cualquier otra también lo será (o se supondrá), ya que una disyunción es
verdadera si y sólo si al menos uno de sus disyuntos lo es.

Ejemplos

1. A / [A (B C)] D

2. A (B C) 1, Ad

3. [A (B C)] D 2, Ad

1. A B/ [(A B) (D C)] E

2. (A B) (D C) 1, Ad

3. [(A B) (D C)] E 2, Ad

5. Silogismo Disyuntivo (SD)

p q

Dadas una disyunción y la negación de su primer disyunto, podemos deducir el


otro disyunto. Si una disyunción es (o se supone) verdadera y la negación de su
primer disyunto también (i. e., que el primer disyunto es falso), se sigue la
verdad del otro disyunto, pues de la verdad de al menos uno de los dos disyunto
depende la verdad de la disyunción.
62

Ejemplos

1. A B

2. B C

3. A/ C

4. B 1, 3, SD

5. C 2, 4, SD

1. A ( B C)

2. A

3. B/ C

4. B C 1, 2, SD

5. C 3, 4, SD

Estrategias Generales para el Uso de las Reglas del Grupo II

Para resolver los siguientes ejercicios observe que la Conj y la Simp se usan,
respectivamente, para “crear” o “romper” conjunciones y que la Ad y el SD tienen
un uso similar respecto de las disyunciones. La Ad tiene un uso por demás
importante, a saber, cuando en la conclusión de un razonamiento formal figuren
letras proposicionales que no hayan aparecido en las premisas de un
razonamiento, típicamente tales letras se introducen por Ad. Por otra parte, el
SD es la única regla de implicación que tenemos para romper disyunciones.

Observe que para solucionar algunos ejercicios no hay un orden único en que
deban aplicarse estas reglas (unas pueden aplicarse antes y otras después,
indistintamente) a fin de obtener la conclusión. Por último, es sumamente
importante advertir que estas reglas, y todas las demás, son esquemas
deductivos, cuyas estructuras generales deben identificarse en las premisas de
los razonamientos formales y cuya aplicación puede permitir la obtención de la
conclusión deseada.

Ejercicios
63

(1) 1. (B A) (C A)

2. (D A) E/ (D A) (B A)

(2) 1. (A C) (D E)

2. B D

3. {[(A B) C] ( D E)} D/ [(A B) (B D)] (A C)

(3) 1. (C D) (A B) / [(C D) (A B)] [(C D) (C D)]

(4) 1. C A

2. B D/ [(B D) (C A)] (B A)

(5) 1. (A B) (B A) / (A B) (B A)

(6) 1. B

2. (A E) C/ [(A E) D] B

(7) 1. C (A D)

2. B (E F) / (B C) (B C)

(8) 1. F

2. A

3. (C D) B/ {(F A) (C D)} E

(9) 1. A [ C (D B)]
64

2. C

3. A / (D B)

(10) 1. C D

2. C [(E B) B]

3. (E B) / B

(11) 1. [(A B) (B A)] [ (A B) (B A)]

2. (B A) (B C)

3. (A B) / (B C)

(12) 1. A B

2. C D

3. (A C) E/ E

(13) 1. (E H)

2. [(A B) F] H

3. [ (A B) D] C

4. F [(E H) (A C)] / A

(14) 1. (B E) (E C)

2. [D (D H)] F

3. (E C) C / [D (C H)] A

1. [(D H) D] (B E) / [D (C C)] A

III. REGLAS DE IMPLICACIÓN PARA EL CONDICIONAL

6. Modus Ponens (MP)


65

p q

Dados un condicional y su antecedente, podemos deducir su consecuente. Si un


condicional es (o se supone) verdadero y de igual manera su antecedente, se
sigue que su consecuente también lo será (o se supondrá), pues si un
condicional y su antecedente son verdaderos, su consecuente no puede ser
falso.

Ejemplos

1. B C

2. A

3. A B/ C

4. B 2, 3, MP

5. C 1, 4, MP

7. Dilema Constructivo (DC)

(p q) (r s)

p r

q s

Dados dos condicionales en conjunción y la disyunción entre sus antecedentes,


podemos deducir sus consecuentes en disyunción. Si dos condicionales son
verdaderos (o se suponen que lo son) y es verdadera (o se supone que lo es) la
disyunción entre sus antecedentes, entonces también será verdadera (o se
supondrá que lo será) la disyunción entre sus consecuentes, pues si un par de
condicionales son verdaderos y también lo es al menos uno de los dos
antecedentes, no podrán ser falsos ambos consecuentes, es decir, al menos uno
de los consecuentes deberá ser verdadero.

Ejemplos

1. (A B) (C D)
66

2. (B E) (D F)

3. A C/ E F

4. B D 1, 3, DC

5. E F 2, 4, DC

8. Modus Tollens (MT)

p q

Dados un condicional y la negación de su consecuente, podemos deducir la


negación de su antecedente. Si un condicional es (o se supone) verdadero y de
igual manera la negación de su consecuente (i. e., que su consecuente es falso),
se sigue que la negación de su antecedente también lo será (o se supondrá),
pues si un condicional y la negación de su consecuente son verdaderos, la
negación de su antecedente no puede ser falsa.

Ejemplos

1. (D C) (A B)

2. (A B)

3. E (D C) / E

4. (D C) 1, 2, MT

5. E 3, 4, MT

9. Dilema Destructivo (DD)

(p q) (r s)

q s

p r

Dados dos condicionales en conjunción y la disyunción entre sus consecuentes


individualmente negados, podemos deducir la disyunción entre sus
67

antecedentes individualmente negados. Si dos condicionales son verdaderos (o


se suponen que lo son) y también es verdadera (o se supone que lo es) la
disyunción entre la negación de sus consecuentes, entonces también lo será (o
se supondrá que lo será) la disyunción entre la negación de sus antecedentes,
pues si un par de condicionales son verdaderos y es falso al menos uno de sus
consecuentes, no podrán ser verdaderos ambos antecedentes, es decir, al
menos uno de ellos deberá ser falso.

Ejemplos

1. (A B) (C D)

2. (B E) (D F)

3. E F/ A C

4. B D 2, 3, DD

5. A C 1, 4, DD

1. [(A B) (C D)] [E (F G)]

2. [(G H) (A B)] [(I J) E]

3. (C D) (F G) / (G H) (I J)

4. (A B) E 1, 3, DD

5. (G H) (I J) 2, 4, DD

10. Silogismo Hipotético (SH)

(p q) (r s)

p r

q s

Dados dos condicionales tales que el consecuente de uno coincide con el


antecedente del otro, podemos deducir un tercer condicional cuyo antecedente
68

coincide con el del primero y cuyo consecuente con el del segundo. Si dos
condicionales con las características indicadas son (o se suponen) verdaderos,
se sigue que un tercer -condicional con antecedente y consecuente como los
descritos también lo será (o se supondrá); pues del primer condicional y la
suposición de su antecedente se sigue su consecuente (por MP), y de tal
consecuente y el segundo condicional se infiere el consecuente de este último
(otra vez por MP), por lo tanto, dado que el consecuente final se sigue de la
suposición del primer antecedente, si éste, entonces aquél.

Ejemplos

1. A B

2. C D

3. B C/ A D

4. A C 1, 3, SH

5. A D 2, 4, SH

1. (B C) (A D)

2. (A D) (E B)

3. A (B C) / A (E B)

4. (B C) (E B) 1, 2, SH

5. A (E B) 3, 4, SH

Estrategias Generales para el Uso de las Reglas del Grupo III

Para solucionar los siguientes ejercicios observe que el MP y el MT son las


únicas reglas mediante las cuales se pueden “romper” condicionales. El DC y el
DD nos proporcionan en disyunción los antecedentes y los consecuentes,
respectivamente, de un par de condicionales conectados en conjunción. El SH
puede servir para “crear” nuevos condicionales a partir de otros ya dados.
Observe que los ejercicios siguientes pueden tener más de una solución posible,
esto depende del orden en que se apliquen las reglas y de qué reglas se usen
para obtener la conclusión. El empleo iterado de MP o del MT puede suplir, o
69

suplirse por, la aplicación de una o más veces del SH junto con el MP o el MT,
según sea el caso.

Ejercicios

(1) 1. D B

2. D C

3. C

(2) 1. A B

2. B

3. A C

(3) 1. (B D) A

2. A

3. B E

4. B (B D)

(4) 1. A B

2. B

3. A A

(5) 1. A B

2. B

3. A A

A
70

(6) 1. (A B) (C D)

2. B

3. A C

(7) 1. (B A) D

2. [(A E) C] A

3. D [(A E) C]

4. B A

(8) 1. A D

2. C

3. A B

4. D E

5. B C

(9) 1. A (B D)

2. A

3. E D

4. B

5. E (A D)

A D

(10) 1. A B

2. C

3. A D
71

4. B C

(11) 1. ( A B) (C D)

2. B D

3. C

(12) 1. A (B C)

2. (D E)

3. A (F H)

4. (B C) (F K)

5. (F H) (D E)

(F K)

Estrategias Generales para el Uso de las Reglas del Grupo I, II y III

Hasta ahora hemos proporcionado, por separado, explicaciones, ejemplos,


estrategias de uso y ejercicios para las reglas de los grupos II y III. En el grupo
de ejercicios siguientes, podrán usarse las reglas de los tres grupos. A
continuación daremos algunas estrategias generales de uso que incluyen todas
estas reglas.

Las reglas de Simp, SD, MP y MT sirven para romper fórmulas cuya conectiva
principal sea „ ‟, „ ‟ o „ ‟, en cambio, las de Conj y Ad sirven para unir fórmulas
con „ ‟ y „ ‟, respectivamente, como conectiva principal, aunque con Conj sólo
pueden unirse fórmulas dadas previamente mientras que con Ad esto no es
necesario. Otro rasgo importante que poseen las reglas de los grupos II y III es
que algunas de ellas requieren sólo de una premisa para aplicarse, tales como
Simp y Ad, mientras que otras requieren de dos, tales como Conj, SD, MP, DC,
MT, DD y SH. Relacionado con esto último, ocurre que cuando se desea romper
un condicional o una disyunción, dado que se necesitan dos premisas, es
probable que alguna de las fórmulas requeridas para lograrlo pueda obtenerse
72

mediante la aplicación, eventualmente con DN, de reglas tales como Simp, Ad,
Conj u, ocasionalmente, SH.

Ejercicios

(1) 1. A B

2. A C

(2) 1. D E

2. A B

3. A (C D)

C E

(3) 1. B

2. A

3. (B D) A

D E

(4) 1. ( B C) ( D E)

2. C E

3. (B D) A

(5) 1. D E

2. C (B D)

3. B A

(6) 1. (A B) [C (E H)]

2. C
73

3. A

(7) 1. G

2. C E

3. D (B A)

4. (B H) A

5. C D

6. B G

(B H)

IV. REGLAS DE EQUIVALENCIA PARA LA CONJUNCIÓN Y LA DISYUNCIÓN

11. Conmutación (Conm)

(p q) (q p)

Una conjunción equivale a otra cuyo primer conyunto es el segundo y cuyo


segundo conyunto es el primero de aquélla (i. e., una conjunción equivale a otra
cuyos conyuntos aparecen invertidos). Si una disyunción es (o se supone)
verdadera, se sigue que otra cuyos disyuntos están invertidos respecto de
aquélla también lo será (o se supondrá), y a la inversa; pues una conjunción es
verdadera si y sólo si sus dos conyuntos son verdaderos.

(p q) (q p)

Una disyunción equivale a otra cuyo primer disyunto es el segundo y cuyo


segundo disyunto es el primero de aquélla (i. e., una disyunción equivale a otra
cuyos disyuntos aparecen invertidos). Si una disyunción es (o se supone)
verdadera, se sigue que otra cuyos disyuntos están invertidos respecto de
aquélla también lo será (o se supondrá), y a la inversa; pues una conjunción es
verdadera si y sólo si al menos uno de sus dos disyuntos son verdaderos.

Ejercicios
74

1. (A B) (C D) / (D C) (A B)

2. (C D) (A B) 1, Conm

3. (D C) (A B) 2, Conm

1. A [(C D) (E B)] / [(B E) (D C)] A

2. [(C D) (E B)] A 1, Conm

3. [(E B) (C D)] A 2, Conm

4. [(B E) (C D)] A 3, Conm

5. [(B E) (D C)] A 4, Conm

12. Asociación (Asoc)

[p (q r)] [(p q) r]

Una conjunción cuyo segundo conyunto es otra conjunción equivale a una


fórmula con las características siguientes: de la conjunción principal anterior
incluye sus mismos conyuntos y conectivas que los unen en el mismo orden de
sucesión, pero agrupados de modo distinto, a saber, en una conjunción cuyo
primer conyunto es otra conjunción. Una conjunción en la que uno de sus
conyuntos es otra conjunción (se supone o) es verdadera si y sólo si todos sus
conyuntos son (o se suponen) verdaderos; luego, como las conjunciones de la
equivalencia mencionada son (o se suponen) verdaderas bajo las mismas
condiciones, queda demostrada su equivalencia (pues dos fórmulas que tienen
las mismas condiciones de verdad son equivalentes).

[p (q r)] [(p q) r]

Una disyunción cuyo segundo disyunto es otra disyunción equivale a una


fórmula con las características siguientes: de la disyunción principal anterior
incluye sus mismos disyuntos y conectivas que los unen en el mismo orden de
sucesión, pero agrupados de modo distinto, a saber, en una disyunción cuyo
primer disyunto es otra disyunción. Una disyunción en la que uno de sus
disyuntos es otra disyunción (se supone o) es verdadera si y sólo si todos sus
disyuntos son (o se suponen) verdaderos; luego, como las disyunciones de la
75

equivalencia mencionada son (o se suponen) verdaderas bajo las mismas


condiciones, queda demostrada su equivalencia.

Ejemplos

1. (B C) (A D) / [B (C A)] D

2. [(B C) A] D 1, Asoc

3. [B (C A)] D 2, Asoc

1. C [(E D) (B F)] / (C E) [D (B F)]

2. C {E [D (B F)] 1, Asoc

3. (C E) [D (B F)] 2, Asoc

13. Tautología (Taut)

p (p p)

Una fórmula equivale a ella en conjunción consigo misma. Una fórmula es (o se


supone) verdadera si y sólo si ella en conjunción consigo misma también lo es (o
se supone), pues es verdadera si y sólo si su conjunción también lo es.

p (p p)

Una fórmula equivale a ella en disyunción consigo misma. Una fórmula es (o se


supone) verdadera si y sólo si ella en disyunción consigo misma también lo es (o
se supone), pues es verdadera si y sólo si su disyunción también lo es.

Ejemplos

1. A / (A A) (A A)

2. A A

3. (A A) (A A)
76

1. {(A A) [(A A) (A A)]} B/ A B

2. [(A A) (A A)] B 1, Taut

3. [(A A) (A A)] B 2, Taut

4. (A A) B 3, Taut

5. A B 4, Taut

14. Distribución (Dist)

[p (q r)] [(p q) (p r)]

Una conjunción que tiene como segundo conyunto una disyunción equivale a
una disyunción de conjunciones, cuyos primeros conyuntos son el primer
conyunto de aquella conjunción, y cuyos segundos conyuntos son los
componentes de aquella disyunción en el orden en que figuran en ella. Una
conjunción como la primera de la equivalencia es (o se supone) verdadera si y
sólo si una disyunción como la segunda de la equivalencia también lo es (o se
supone). La razón es la siguiente. Una conjunción como la primera de la
equivalencia es verdadera si y sólo si su primer conyunto es verdadero y el
segundo, que es una disyunción, tiene al menos un disyunto verdadero; eso
hace verdadera una disyunción de disyunciones como la descrita, pues los
primeros conyuntos de éstas serán verdaderos y de los segundos al menos uno
lo será, lo cual verifica cuando menos uno de los disyuntos, y con ello, la
disyunción.

[p (q r)] [(p q) (p r)]

Una disyunción que tiene como segundo disyunto una conjunción equivale a una
conjunción de disyunciones, cuyos primeros disyuntos son el primer disyunto de
aquella disyunción, y cuyos segundos disyuntos son los componentes de aquella
conjunción en el orden en que figuran en ella. Una disyunción como la primera
de la equivalencia es (o se supone) verdadera si y sólo si una conjunción como
la segunda de la equivalencia también lo es (o se supone). La razón es la
siguiente. Una disyunción como la primera de la equivalencia es verdadera si y
sólo si al menos uno de sus disyuntos es verdadero; eso hace verdadera una
conjunción de disyunciones como la descrita, pues si al menos uno de los
disyuntos de la primera fórmula de la equivalencia es verdadero, eso basta para
que los disyuntos de la segunda fórmula de la equivalencia sean verdaderos y,
con ello, verifiquen su conjunción.
77

Ejemplos

1. E {[(D G) H] [(D G) C] / [(E D) (E G)] (H C)

2. E [(D G) (H C)] 1, Dist

3. [E (D G)] [E (H C)] 2, Dist

4. [(E D) (E G)] (H C) 3, Dist

Estrategias Generales para el Uso de las Reglas del Grupo IV

Cualquiera de las reglas de este grupo, por ser de equivalencia, puede aplicarse
a partes de fórmulas o a la conectiva principal de la fórmula. La Conm sirve para
invertir el orden de los miembros, junto con sus paréntesis (si los tienen), de una
conjunción, o de una disyunción. En cambio, en una fórmula que contenga al
menos tres subfórmulas unidas con conjunción, o con disyunción, la Asoc
permite cambiar la posición de los paréntesis internos, no de los más externos
(si los hay), que unen a esas subfórmulas, sin cambiar la posición de éstas.
Juntas, la Conm y la Asoc permiten, pues, cambiar, en una fórmula que
contenga al menos tres subfórmulas unidas con conjunción, o con disyunción, la
posición de las subfórmulas y de los paréntesis internos (si los hay) que unen a
esas subfórmulas. La Taut permite reiterar fórmula, uniéndolas con conjunción, o
con disyunción, y a la inversa, i. e., en fórmulas repetidas unidas con conjunción
con disyunción, permite suprimir una de ellas. Con estas tres reglas pueden
“juntarse”, en conjunción, o en disyunción, subfórmulas repetidas de una fórmula
dada y eliminarse, si se desea, una de aquéllas, o bien, pueden “repetirse”, en
conjunción o en disyunción, -subfórmulas de una fórmula dada y cambiarse de
lugar o separarse, si así se desea. De izquierda a derecha, la Dist permite
distribuir la conjunción en la disyunción, o la disyunción en la conjunción; pero de
derecha a izquierda lo que permite es el análogo de la operación matemática de
“sacar el factor común”, pues en una disyunción de conjunciones en las que se
repite el conyunto izquierdo, permite “sacar” una vez dicho conjunto con el signo
„ ‟ como conectiva principal, uniendo el resto con „ ‟, o bien en una conjunción
de disyunciones en las que se repite el disyunto izquierdo, permiten sacar una
vez dicho disyunto junto con el signo „ ‟ como conectiva principal, uniendo el
resto con „ ‟.
78

Hay casos en los que si los conyuntos de la disyunción de conjunciones, o los


disyuntos de la conjunción de disyunciones, no figuran del modo requerido,
pueden “acomodarse” por medio de un número finito de aplicaciones de las
reglas anteriores.

Ejercicios

(1) 1. A (B A)

B A

(2) 1. A (B C)

A (A )

(3) 1. {[A (B A)] B}

A B

(4) 1. {[(A E) E] D} (A E)

(E A) [(A E) D]

(5) 1. {[A (B D)] A} E

E [A (D B)]

(6) 1. [(A B) (B A)] [A (B A)]

A B

(7) 1. [(C D) (E B)] (A G)

B {G {A [(C D) E]}}

Estrategias Generales para el Uso de las Reglas de los Grupos I, II, III y IV

En las estrategias para las reglas de los grupos II y III describimos algunas
relaciones generales de uso que existen entre sus reglas. En lo que sigue,
describiremos algunos modos generales de vinculación que hay entre las reglas
de los grupos mencionados y el grupo IV. Por último, proporcionaremos
ejercicios en cuya solución podrán usarse las reglas de estos tres grupos.
79

Las reglas del grupo IV sólo requieren de una premisa para su aplicación, la cual
puede efectuarse en el “todo” o en alguna de sus “partes”. Además, operan
sobre las conectivas „ ‟ y „ ‟, por ello se relacionan más estrechamente con las
del grupo II que con las del III. Así, las reglas de los grupos II y IV se potencian
mutuamente en su empleo, esto es, su uso conjunto permite una mayor variedad
de aplicaciones de cada una de ellas. Veamos algunos casos generales. Conm,
Asoc y Dist (eventualmente con Taut) potencian la aplicación de Simp y SD,
pues, a veces, a fin de obtener una fórmula que no es posible obtener sólo
mediante Simp y Ad, es necesario aplicar previamente alguna(s) de las reglas
anteriores. Por su parte, Ad y Conj aumentan el poder de aplicabilidad de Conm,
Asoc y Dist, pues permiten efectuar más conmutaciones, asociaciones y
distribuciones de las que podrían efectuarse mediante las tres reglas anteriores
solas. Con respecto a fórmulas en las que las operaciones lógicas deseadas se
realicen sólo sobre la conectiva „ ‟ y ésta sea la principal conectiva de la
fórmula, ocurre que todas las operaciones que puedan hacerse con Conm y
Asoc pueden realizarse también mediante Simp, Conj y Conm, pero no a la
inversa, pues las primeras no permiten romper conjunciones, o construir otras
con fórmulas que previamente no estaban unidas con „ ‟, y las segundas sí. Por
último, todas las reglas anteriores potencian el empleo de las del grupo III, dado
que MP, DC, MT, DD y SH requieren de dos premisas para aplicarse, una de las
cuales quizá pueda obtenerse por medio de una o más aplicaciones de las
reglas de los otros grupos.

Ejercicios

(1) 1. B

( B B)

(2) 1. D (C B)

2. E B

D C

(3) 1. (C B)

2. {[(B C) E)] A} [(H D) (C B)]

(E E) A

(4) 1. B A
80

2. D

3. (A E) [ (G G) K]

4. D B

5. C K

( G G)

(5) 1. A (E B)

2. C

3. C A

E A

(6) 1. A (B D)

2. E A

3. C E

4. H F

5. D D

( B H) (F B)

V. REGLAS DE EQUIVALENCIA PARA EL CONDICIONAL

15. Transposición (Trans)

(p q) ( q p)

Un condicional equivale a otro cuyo antecedente es la negación del condicional y


cuyo consecuente es la negación del antecedente del primer condicional (i. e.,
un condicional equivale a otro cuyos componentes aparecen invertidos y
negados). Si de dos condicionales relacionados como se ha indicado, el primero
es (o se supone) verdadero, se sigue que el otro también lo será (o se
supondrá), y a la inversa. Examinemos la primera inferencia y luego la otra. De
un condicional y la suposición de la negación de su consecuente, se sigue la
81

negación de su antecedente (por MT), por lo tanto, puesto que de la suposición


anterior se sigue esto último, de ahí se infiere que si lo primero, entonces lo
segundo. Y a la inversa, si ahora el segundo condicional de la equivalencia el
que (se supone) es verdadero, se sigue que el primero también lo será (o se
supondrá); pues de un condicional con antecedente y consecuente negados se
infiere, como un caso de la deducción anterior, otro condicional cuyos
componentes aparecen invertidos y doblemente negados, así, eliminando esas
dobles negaciones (por DN), se infiere también de manera sencilla el primer
condicional de la equivalencia.

Ejemplos

1. ( D C) A/ A (C D)

2. (C D) A 1, Tr

3. A (C D) 2, Tr

1. (A B) (D L) / ( L D) ( B A)

2. ( B A) (D L) 1, Tr

3. ( B A) ( L D) 2, Tr

4. ( L D) ( B A) 3, Tr

16. Exportación (Exp)

[(p q) r)] [p (q r)]

Un condicional que tiene por antecedente una conjunción equivale a otro


condicional con las siguientes características: su antecedente es el primer
elemento de la conjunción y su consecuente es, a la vez, un condicional más,
cuyo antecedente es el segundo elemento de la conjunción y cuyo consecuente
es el mismo que el del condicional original. Dos proposiciones en conjunción
condicionan de manera suficiente una tercera si y sólo si se cumple de las dos
proposiciones en conjunción que cuando la primera de ellas es verdadera,
entonces es verdadero que si se cumple la segunda entonces se cumplirá la
tercera. La razón de la presente equivalencia es ésta: un enunciado condicional
es falso únicamente en un caso, a saber, cuando su antecedente es verdadero y
falso su consecuente; en los restantes casos es verdadero. Veremos que las
únicas condiciones para que los dos condicionales de la equivalencia sean
82

falsos son exactamente las mismas. Para la falsedad del primer condicional
deben ser verdaderos los dos conyuntos (como condición necesaria y suficiente
para la verdad del antecedente) y falsa la tercera proposición (el consecuente);
para la falsedad del segundo condicional debe ser verdadero el primer conyunto
(que es el todo del antecedente) y falso el consecuente, esto último se logra sólo
cuando es verdadero el segundo conyunto y falsa la tercera proposición.

Ejercicios

1. [(A B) C] [B (C D)] / [A (B C)] [(B C) D]

2. [A (B C)] [B (C D)] 1, Exp

3. [A (B C)] [(B C) D] 2, Exp

Estrategias Generales para el Uso de las Reglas del Grupo IV

La Tr puede usarse para transformar condicionales en otros equivalentes.


Invierte el orden del antecedente con respecto al consecuente, así como su valor
de verdad, es decir, el elemento del condicional que esté afirmado ahora estará
negado y el que esté negado, afirmado. La inversión del valor de verdad resulta
muy útil en una prueba formal cuando necesitamos un elemento del condicional
pero con el valor de verdad contrario. Otra utilidad importante se observa en el
empleo conjunto de la Tr con el SH, pues permite colocar los elementos de un
condicional en el orden que exige un Silogismo Hipotético.

Examinemos ahora la utilidad de la Exportación. Si se tiene un enunciado


condicional cuyo antecedente es una conjunción y se desea que el antecedente
sea uno sólo de los conyuntos, con la Exp puede “enviarse” el elemento
indeseable de la conjunción al consecuente; por el contrario, si lo que deseamos
es un condicional que tenga por antecedente una conjunción, mas sólo
contamos en el antecedente con uno de los dos conyuntos, la Exp permite que
en los casos en los que el consecuente sea a su vez un condicional, de éste se
“importe” el antecedente para que se convierta en el segundo conyunto de la
conjunción deseada. Por último, si lo que buscamos es un enunciado condicional
que tenga por consecuente otro condicional, podremos conseguirlo por Exp si el
antecedente del condicional principal es una conjunción; a la inversa, si lo que
tenemos es un condicional cuyo consecuente es otro condicional, podemos
utilizar la Exp cuando necesitemos que el consecuente del condicional
83

secundario se convierta en el del condicional principal. Al igual que la Tr,


mediante el uso de la Exp puede efectuarse un “reacomodo” de los elementos
de un condicional, por lo que esta última regla puede actuar como auxiliar en el
empleo de SH.
Ejercicios

(1) 1. (A B) C

2. (A B) (C D)

3. (E F) C

(C D) (E F)

(2) 1. A B C)

2. (C B) D

3. D E

A E

(3) 1. (A B) (C E)

2. [F (G H)] (C E)

3. (A B) [(C D) E]

[(C D) E] [F (G H)]

Estrategias Generales para el Uso de las Reglas de los Grupos I, II, III, IV y
V

Hemos dicho que la Tr, eventualmente con la DN, potencia el empleo del SH, ya
que permite transformar condicionales de manera tal que los antecedentes de
unos puedan coincidir con los consecuentes de otros. Del mismo modo, cuando
sea necesario modificar la composición del antecedente o del consecuente para
realizar un SH, un MP o un MT, resultará muy útil la Exp. Observe que los
ejercicios siguientes pueden tener más de una solución posible, esto depende
del orden en que se apliquen las reglas y de qué reglas se usen para obtener la
84

conclusión; pues la Tr y el MP, ocasionalmente con la DN, hacen prescindible el


MT; la Tr y el MT, ocasionalmente con la DN, hacen innecesario el MP.

Ejercicios

(1) 1. (D B) E

2. A B

3. C G

4. C E

D A

(2) 1. (B H) A

2. C

3. D A

4. B G

5. (C A) ( D E)

A ( G H)

(3) 1. ( D B) A

2. (C D) [(B E) ( H C)]

3. F H

4. (C A) D

5. H F

6. (B E) C

H C

(4) 1. (D E) F

2. F G I)

3. E D

4. D
85

I G

VI. REGLAS DE TRADUCCIÓN

17. Leyes de De Morgan (DeM)

(p q) ( p q)

La negación de una conjunción equivale a la disyunción de sus dos miembros en


el mismo orden de aparición, pero individualmente negados. La negación de una
conjunción es (o se supone) verdadera si y sólo si la disyunción de sus dos
miembros individualmente negados también lo es (o se supone), pues negar la
verdad de una conjunción equivale a negar la verdad de al menos uno de sus
dos conyuntos (i. e., una conjunción es falsa si y sólo si al menos uno de sus
conyuntos es falso).

(p q) ( p q)

La negación de una disyunción equivale a la conjunción de sus dos miembros en


el mismo orden de aparición, pero individualmente negados. La negación de una
disyunción es (o se supone) verdadera si y sólo si la conjunción de sus dos
miembros individualmente negados también lo es (o se supone), pues negar la
verdad de una disyunción equivale a afirmar que ni uno ni otro de sus disyuntos
es verdadero (i. e., una disyunción es falsa si y sólo si ambos son falsos).

Ejemplos

1. [ (A B) D] ( B D) / {[(A B) D] (B D)}

2. [(A B) D] ( B D) 1, DeM

3. [(A B) D] (B D) 2, DeM

4. {[(A B) D] (B D)} 3. DeM

1. (A D) [ (A B) (B D)] / ( A D) [ ( A B)
( B D)]

2. ( A D) [ (A B) (B D)] 1, DeM

3. ( A D) [( A B) (B D)] 2, DeM
86

4. ( A D) [( A B) ( B D)] 3, DeM

5. ( A D) [ ( A B) ( B D)] 4, DeM

Implicación Material (IM)

(p q) ( p q)

Un condicional equivale a su antecedente negado en disyunción con su


consecuente. Un condicional es (o se supone) verdadero si y sólo si o bien la
negación de su antecedente es (o se supone) verdadera, i. e., su antecedente es
(o se supone) falso, o bien su consecuente es (o se supone) verdadero.

(p q) (p q)

Un condicional equivale a la negación de una conjunción en la que el


antecedente ahora figura como primer conyunto y el consecuente, una vez
negado, como segundo. Un condicional es (o se supone) verdadero si y sólo si
no sucede nunca que sea (o se suponga) verdadero el antecedente y falso el
consecuente (i. e., verdadera la negación del consecuente).

Ejemplos

1. [(A B) C] D] / [ ( A B) C] D

2. [(A B) C] D 1, IM

3. [ (A B) C] D 2, IM

4. [ ( A B) C] D 3, IM

1. ( A B) (D A)/ (A B) ( D A)

2. (A B) (D A) 1, IM

3. (A B) (D A) 2, IM

4. (A B) ( D A) 3, IM

18. Equivalencia Material (EM)


87

(p q) [(p q) (q p)]

Una fórmula cuya conectiva principal es un bicondicional equivale a la


conjunción de dos condicionales, el primero de los cuales tiene como
antecedente el primer miembro de la equivalencia anterior y como consecuente
el segundo, mientras que el otro tiene esos mismos miembros pero invertidos.
Una equivalencia es (o se supone) verdadera si y sólo si una conjunción de
condicionales como los descritos también lo es (o se supone), pues una
equivalencia es verdadera si y sólo si sus dos miembros coinciden en valor de
verdad y la conjunción mencionada es verdadera sólo en esos casos, de ahí que
ambas sean equivalentes.

(p q) [(p q) ( p q)]

Una fórmula cuya conectiva principal es un bicondicional equivale a la


disyunción de dos conjunciones, en ambas aparecen los dos miembros del
bicondicional conectados en conjunción, en la primera sin negación y en la
segunda cada uno de ellos negados individualmente. Una equivalencia es (o se
supone) verdadera si y sólo si o ambos miembros de la equivalencia son (o se
suponen) verdaderos o ambos son (o se suponen) falsos, pues una equivalencia
es verdadera si y sólo si sus dos miembros coinciden en valor de verdad, es
decir, cuando ambos miembros son verdaderos o ambos falsos.

Ejemplos

1. (D E) C/ {[(D E) (E D)] C} {C [(D E) (E


D)]}

2. [(D E) (E D) C 1, EM

3. {[(D E) (E D)] C} {C [(D E) (E D)]}


2, EM

1. {[( G H) (H G)] [( G E) (E G)]} ( G C) /


[( G H) ( G E)] ( G C)

2. {( G H) [( G E) (E G)]} ( G C) 1, EM

3. [( G H) ( G E)] ( G C) 2, EM
88

1. A (B C) / {A [(A B) ( A B)]} {[(A B) ( A B)]


A}

2. [A (B C)] [(B C) A] 1, EM

3. {A [(A B) ( A B)]} {[(A B) ( A B)] A} 2, EM

Estrategias Generales para el Uso de las Reglas del Grupo VI

Así como las reglas de los grupos IV y V, las de este grupo, por ser de
equivalencia, pueden aplicarse a partes de fórmulas o a la conectiva principal de
una fórmula. Las DeM, ocasionalmente con DN, sirven para “traducir” una
disyunción, eventualmente con negaciones, y a la inversa. La IM, en ocasiones
con DN, sirve para traducir un condicional a una disyunción con el primer
disyunto negado, y viceversa. Por su parte, la EM permite traducir un
bicondicional a una conjunción de dos condicionales, y a la inversa (siempre y
cuando el antecedente de uno coincida con el consecuente del otro y el
antecedente de éste con el consecuente de aquél); en su otra forma, permite
traducir un bicondicional a una disyunción de dos conjunciones. Cabe señalar
que EM es la única regla de la que disponemos para traducir el bicondicional en
términos de otras conectivas, además, no hay ninguna otra regla para tal
conectiva en este sistema. Por esto último, si en un ejercicio aparece una
premisa en la que figura dicha conectiva, es probable que tenga que emplearse
EM (todo depende de si para obtener la conclusión deseada es necesario
“desarmar” el bicondicional en cuestión). Debido a lo anterior, el lector puede
percatarse de que usando DeM, IM y DN, las conectivas „ ‟, „ ‟ y „ ‟ son
intertraducibles, y de que usando EM, DeM, IM y DN, la conectiva „ ‟ puede
traducirse en términos de „ ‟, „ ‟, „ ‟ y „ ‟, pero no necesariamente a la
inversa.

Ejercicios

(1) 1. C (D E)/ C (D E)

(2) 1. E D/ ( E D) ( D E)
89

(3) 1. (B C) ( C E) / ( B C) (C E)

(4) 1. A B/ (A B) (A B)

(5) 1. (E D) (D E) / E D

(6) 1. [A (B C)] (D E) / {[A (B C)] (D E)}

(7) 1. (B C) (C B) / (B C)

(8) 1. [( C D) (D C)] / (C D) (D C)

(9) 1. (C D) / (C D) (D C)

(10) 1. ( C D) (C D) / C D
90

Métodos de prueba complementarios

Moisés Rubén Rossano López

1. Regla de las premisas (P)

p→( r s)

t p

r→p

r→( r s)

Es posible introducir una nueva premisa -cualquiera que esta sea- en una
demostración, en el momento en que se desee. Puesto que tras añadir cualquier
premisa las conclusiones que se deduzcan lo serán del conjunto total de
premisas y no sólo del original, toda conclusión posible y el argumento mismo se
sostienen precisamente en todas y cada una de las premisas de las que se echó
mano. No hay límite alguno para el número de premisas adicionales que pueden
colocarse en una deducción, considerando lo ya dicho. Generalmente, cada vez
que se añade una premisa, en la demostración expresada gráficamente se hace
notar que toda deducción que parte de esa premisa adicional hállase así
subordinada a ella moviendo la demostración escrita unos cuantos espacios
hacia la derecha.

Ejemplos

1. A → C
2. C F
3. F → D
4. D → D
5. F 2, Simp
91

6. D 3, 5, MP
7. A P
8. C 1, 7, MP
9. C D 8, 6, Conj
10. C→H P
11. H 10, 8, MP

1. O → A
2. I A
3. I → E / I→O
4. I → A 2, IM
5. A → O 1, Trans
6. I → O 4, 5, SH
7. A → E P
8. O→ E 1, 7, SH

2. Demostración condicional (CP)

p→ r

s→r

p→ s

Dado un conjunto de premisas y una determinada proposición, si es posible


deducir otra determinada proposición de todo ello, entonces es posible deducir
sólo del conjunto de premisas un condicional que tenga por antecedente aquella
primera proposición y por consecuente la segunda. También llamada
condicionalización, la demostración condicional permite determinar qué ocurriría
al suponer una proposición nueva entre las premisas ya dadas; es decir, qué
podría concluirse si, a estas últimas, se añadiese otra. Tórnase sumamente útil
cuando la proposición que se intenta deducir es precisamente una proposición
condicional, pues basta colocar como premisa adicional el antecedente de esa
proposición y tratar inmediatamente después de obtener el consecuente de la
92

misma a partir del conjunto de premisas, incluyendo aquella añadida. De


lograrse, se ha demostrado que esa proposición condicional es consecuencia
lógica del conjunto original de premisas.

Ejemplos

1. C→B
2. C F
3. F→A
4. B→D/ A→D
5. A P
6. F 3, 5, MT
7. C 2, 6, SD
8. B 1, 7, MP
9. D 4, 8, MP
10. A→D 5, 9, CP

3. Demostración por reducción al absurdo (RAA)

p → (r r)

Dados un conjunto de premisas y una conclusión deseada a partir de ellas,


puede demostrarse que, de hecho, tal conclusión síguese lógicamente de las
premisas, añadiendo para ello al conjunto de premisas la negación de la
conclusión en cuestión. Esta demostración es indirecta: se determina que puede
deducirse una cierta conclusión de un conjunto de premisas si es el caso que, de
este conjunto de premisas y de la negación de esa misma conclusión, puede
deducirse una contradicción. Esto porque, atendiendo a nuestra regla MT, si se
sabe el consecuente de un condicional como falso, puede deducirse la negación
de su antecedente; así, si un condicional tiene por consecuente una
contradicción (esto es, la conjunción de una proposición y de su negación), que
es por ende lógicamente falso, puede entonces deducirse la negación del
antecedente de tal condicional. Y si, haciendo uso de la regla CP, puede
93

lograrse una demostración condicional que tenga por consecuente una


contradicción tras añadir a las premisas la negación de la conclusión deseada
(como ha venido diciéndose), se infiere entonces que tal conclusión sí es
consecuencia lógica del conjunto de premisas solo.

Ejemplos

11. A B
12. C → B
13. A / C
14. C P
15. B 2, 4, MP
16. A 1, 5, SD
17. A A 3, 6, Conj
18. C 4, 7, RAA
94

Bibliografía:

Copi, Irving M., Cohen, Carl; Introducción a la lógica, colaborador en la


traducción Edgar Antonio González Ruíz, México, Limusa, 2007, 698 p.

Copi, Irving M.; Symbolic Logic, New York, Macmillan, 1979, 398 p.

GAMUT, L. T. F.; Introducción a la lógica, tr. Cecilia Durán, Buenos Aires,


EUDEBA, 2002, 305 p.

Hunter, Geoffrey; Metalógica: Introducción a la metateoría de la lógica


clásica de primer orden, tr. Rodolfo Fernández González, Madrid, Paraninfo,
1981, 320 p.

Mates, Benson; Lógica matemática elemental, Madrid, Tecnos, 1971, 287 p.

Mates, Benson; Lógica de los estoicos, tr. Miguel García Baró, Madrid, Tecnos,
1985, 139 p.

Quine, Willard Van Orman; Los métodos de la lógica, tr. Juan José Acero y
Nieves Guash, Barcelona-México, Ariel, 1981, 357 p.

Suppes, Patrick; Shirley Hill; Primer curso de lógica matemática, versión de


Enrique Lines Escardo, Barcelona-México, Reverté, 2002, 278 p.
95

Capítulo III

Teoría de Conjuntos

Larry Fielding Jagüey Camarena

Introducción

La Teoría de Conjuntos es una disciplina propiamente matemática. Algunos


autores la consideran una parte de la lógica matemática, junto con la Teoría de
la Demostración, la Teoría de Modelos y la Teoría de la Recursión.

Sin embargo, la teoría de conjuntos ha sido considerada como la parte de las


matemáticas que fundamenta buena parte de la matemática clásica. La noción
que nos va interesar aquí, en este libro sobre lógica y filosofía es la cuestión de
la fundamentación. ¿Qué quiere decir que la teoría de conjuntos fundamenta la
matemática? ¿Por qué le interesa ello al filósofo? Y, finalmente ¿Qué papel
juega en ello la lógica?

Para responder esas preguntas, al menos de manera parcial, o cuando menos


para incitar la investigación profunda del tema por parte de los estudiosos de la
filosofía y de la lógica hablaremos brevemente de lo que se entiende por
fundamentación de las matemáticas.

Hubo un tiempo en el que el lógico y filósofo alemán Gottlob Frege pensó que
era posible fundar la aritmética en la lógica. Ello era muy importante pues ya
otros matemáticos habían podido definir casi todas las nociones del análisis 32 en
términos aritméticos. Así, encontrar un fundamento seguro para la aritmética era
encontrar el fundamento de gran parte de la matemática.

En un principio Frege solamente había pensado en la posibilidad de formular un


lenguaje lo suficientemente sencillo, pero claro y riguroso, para expresar la
aritmética. Es decir, buscaba un lenguaje que le permitiera hablar sin equívocos
de todas aquellas nociones a las que habían llegado sus colegas. Esto con el fin
de que las demostraciones en aritmética y en general, en las matemáticas,
estuvieran libres de todo error inducido por un lenguaje confuso.

32
Para que el lector no matemático comprenda que entienden los matemáticos por Análisis,
piense simplemente en todos aquellos conceptos y definiciones requeridas para aprender el
cálculo diferencial e integral. El análisis matemático comprende toda una teoría sobre los
números reales, complejos, funciones de una o más variables, etcétera. La caracterización que
se sugiere, por tanto, al no especialista es sólo una indicación.
96

La idea es que una vez establecido este lenguaje33 el matemático estaría


capacitado para notar cualquier error u omisión en el contexto de una prueba. El
mismo lenguaje se lo indicaría.

Así, desarrolló el primer sistema axiomático de lógica de primer orden 34. Es


decir, su lenguaje trataba de expresar sólo las nociones más primitivas del
razonamiento lógico. Aquí es donde le surgió la idea de que quizás la lógica pura
no era simplemente un instrumento que sirviera para la demostración. Sino que
quizás la misma aritmética no era sino lógica bastante desarrollada. Es decir,
quizás de los axiomas puramente lógicos podían derivarse todos los principios
de la aritmética.

En un intervalo de casi 30 años Frege consagró su obra a demostrar esta tesis.


Al final no tuvo éxito. Lo que nos interesa ahora es esa noción de
fundamentación. Frege buscaba fundamentar la aritmética en la lógica; es decir,
demostrar que los axiomas de los que depende la verdad aritmética son, en
última instancia, axiomas de la lógica. Así, la verdad de la aritmética estaría
sostenida sobre los axiomas de la lógica, que serían por ello su fundamento.

La teoría de conjuntos es considerada actualmente como una disciplina que se


ocupa de los fundamentos de la matemática. Es decir, en la teoría de conjuntos
encontramos aquellos axiomas sobre los que se construirían el resto de
principios de otras ramas de la matemática. Sin embargo, aunque a continuación
el lector encontrará una formulación axiomática de la teoría de conjuntos, ello no
quiere decir que con ello le baste para conocer todo lo concerniente a la
fundamentación de la matemática, tal como hoy es entendida.

Este breve capítulo sobre teoría de conjuntos constituye sólo una pequeñísima
introducción al tema, pero pretende mostrar al estudiante lo fecunda que es la
investigación en esta área de las matemáticas, no sólo para el matemático, sino
también para el lógico y el filósofo.

33
Nos referimos a su primer obra Begriffschrift (1879), título traducido al inglés como Conceptual
Notation y al español como Notación Conceptual o Conceptografía.
34
Frege sugiere en la Begriffschrift extender la generalización (es decir, la cuantificación) sobre
propiedades o relaciones. De ese modo tendríamos formulada no sólo una lógica de primer
orden sino de segundo orden. Sin embargo no está reglamentada esta cuantificación sobre
propiedades de manera completa, como sí lo está la cuantificación de primer orden.
97

Expondremos a continuación parte de la axiomatización de la teoría de


conjuntos de Ernst Zermelo y Adolf Fraenkel. No hay que perder de vista que la
teoría de conjuntos se fue construyendo gradualmente. Así, su axiomatización
más conocida, la de Zermelo-Fraenkel, es resultado de años de investigación y
de continuas pugnas conceptuales. Georg Cantor es el matemático a quién
podría atribuirse el nacimiento de esta disciplina. Sus investigaciones, llevadas a
cabo durante el último cuarto del siglo XIX estuvieron enfocadas en diversos
problemas concernientes al infinito matemático. Así, el nacimiento de la teoría de
conjuntos no está propiamente en motivaciones como las de Frege, compartidas
por otros lógicos y matemáticos de la época. Cantor lleva a cabo investigaciones
destinadas a revolucionar la concepción matemática del infinito. Allí encontramos
entonces, otro problema en el que el filósofo y el lógico tienen amplios campos
de investigación conceptual, en los temas más profundos e interesantes de la
matemática contemporánea.

Exponer, aunque fuera superficialmente, estos caminos en los que se


encuentran la lógica, las matemáticas y la filosofía, excede los propósitos de
este volumen. Remitimos al lector a la bibliografía recomendada sobre el tema.
Lo que sigue a continuación es entonces, una mera introducción al lenguaje de
los conjuntos y a sus principios.

Nociones primitivas

Como cualquier otra teoría, la teoría de conjuntos constituye un campo de


estudio que si bien puede alcanzar grados notables de complejidad e interés
depende de unas cuantas nociones primitivas. Por nociones primitivas
entendemos aquellas ideas o conceptos cuya comprensión intuitiva se
presupone, sin necesidad de una definición rigurosa. Esto es necesario pues si
quisiéramos definir rigurosamente (esto es, en un sistema de conceptos) todos
nuestros términos caeríamos irremediablemente en un regreso al infinito.

Así, la teoría de conjuntos es un cuerpo teórico que pretende decirnos cómo es


que se comportan ciertos objetos a los que denominamos conjuntos. Para ello
partimos de dos ideas básicas: la de conjunto y la de pertenencia o mejor dicho
pertenecer a un conjunto.

Por conjunto entenderemos, por ahora, sencillamente una colección de objetos


arbitraria. ¿Cualquier colección de objetos es un conjunto? No, pero las razones
las daremos más adelante. Basta con comprender que los objetos de nuestra
teoría, los conjuntos, son colecciones de objetos. Como la colección de todos
mis libros al día de hoy, el conjunto de número naturales menores o iguales a 5,
98

el conjunto que tiene como elementos al número 1, al 2 y a la Torre


Latinoamericana, etcétera.

La relación de pertenencia es una relación binaria (es decir, entre dos cosas)
que es la más básica que se da entre conjuntos. Decimos, por ejemplo, que el
número 1 pertenece al conjunto de los números naturales menores o iguales a
cinco; que un ejemplar algo maltratado de Don Quijote de la Mancha pertenece
al conjunto de todos mis libros al día de hoy; que la Torre Latinoamericana
pertenece al conjunto antes mencionado cuyos elementos son también el
número 1 y el 2.

Para denotar la relación de pertenencia se utiliza por convención la siguiente


versión de la letra griega épsilon: „ ‟. Para denotar un conjunto suelen utilizarse
letras del alfabeto. También se suele usar un par de corchetes ( „{ }‟ ) para
indicar que tenemos un conjunto y se suele poner el contenido de éste entre los
corchetes, separados por comas (,).

De esta forma, digamos que es A el conjunto de los números naturales menores


o iguales a 5, entonces en la notación conjuntista puede escribirse:

A= {1, 2, 3, 4, 5}

Y podemos indicar que el 1 pertenece al conjunto A escribiendo: 1 A

Otro ejemplo, sea B el conjunto que tiene como miembros a los conjuntos a, b, c
y d:

B= {a, b, c, d}; a B, b B, c B, d B

Vemos que a no pertenece a A, lo que podemos escribir usando la notación


lógica que ya conocemos:

(a A)

O más brevemente:

a A

Es tiempo de hacer algunas acotaciones importantes. En teoría de conjuntos no


se necesitan considerar más objetos que los conjuntos mismos. Es decir, en
teoría de conjuntos se habla de conjuntos de conjuntos, de que los elementos de
tal o cual conjunto son ellos mismos otros conjuntos, etcétera. Esto quiere decir
que no es necesario presuponer alguna otra entidad aparte de los conjuntos
para hacer teoría de conjuntos. Cuando hemos hablado del conjunto de números
99

naturales que cumplen cierta propiedad o del conjunto de los libros que son tal
cosa o del conjunto de mascotas de tal persona sólo lo hemos hecho a modo de
ejemplo.

Axiomas de la teoría de conjuntos

Las teorías matemáticas actuales son axiomáticas, es decir, se postula una serie
de axiomas a partir de los cuales se deducirán el resto de verdades acerca de
los objetos de la teoría. De esta forma, aunque nuestra primera caracterización
de lo que es un conjunto (una colección de objetos, se dijo) fue intuitiva y apeló
al sentido común, es tarea de una adecuada selección de axiomas caracterizar a
esos objetos de nuestra teoría.

Dijimos arriba que la relación de pertenencia (simbolizada con „ ‟) es una


relación básica entre conjuntos. Pero otra es la de identidad (simbolizada con
„=‟). ¿Cuándo dos conjuntos son idénticos (es decir, uno y el mismo)? La
respuesta es sencilla: cuando tienen exactamente los mismos elementos. Así es
fácil ver que el conjunto de los números naturales menores o iguales a 5 es el
mismo conjunto que el conjunto de los primeros dos números pares, los
primeros dos impares y la unidad. Otra forma de identificar si dos conjuntos son
el mismo es viéndolos:

A= {x, y, z, x} B= {y, z, x, y} C= {w, x, y, z}

Es decir, no siempre contamos con una descripción de los elementos de un


conjunto o con alguna propiedad que defina cuáles son los elementos del
conjunto en cuestión. A veces sólo tenemos la mención explícita de cada uno de
los miembros del conjunto. De esta forma, viendo cuáles son los elementos de A
y de B, podemos determinar que los conjuntos A y B son el mismo, es decir: A =
B. El orden en el que son presentados los elementos de estos dos conjuntos no
es importante, así como tampoco el hecho de que se repita la „x‟ en A o la „y‟ en
B. Sin embargo ninguno, ni A ni B son idénticos a C, pues en C encontramos a
„w‟ que no es elemento de A y en consecuencia tampoco lo es de B.

El axioma que expresa este criterio de identidad entre conjuntos se llama


axioma de extensionalidad. Que puede escribirse de la siguiente forma: para
cualesquiera conjuntos, si tienen los mismos elementos, entonces son el mismo.

Aprovechemos ahora para introducir notación. El axioma de extensionalidad nos


dice que si el conjunto X es idéntico (y en consecuencia el mismo) al conjunto Y
entonces todos los elementos de X deben ser elementos de Y, y viceversa.
100

Cuando sucede que dado un conjunto cualquiera X, todos sus elementos son
también elementos de otro conjunto Y decimos que el primer conjunto es un
subconjunto del segundo. En símbolos:

Si para todo w X se cumple que w Y, entonces X es subconjunto de Y, es decir:


X Y

También se suele decir que X está contenido en Y o que X es parte de Y. Nótese


que ésta es una relación distinta a la de pertenencia, aunque se define a partir
de ésta. Sean A, B y los siguientes conjuntos:

A= {a, b, c, d} B= {a, b, c, d, e} = {a, b, c, d, e, x, y, B}

Podemos ver que A B y que A Sin embargo A B y A . Por otra parte B


y también B . Para decir que B no es subconjunto de A usamos el símbolo
„ ‟.

De esas observaciones se deriva que dos conjuntos son el mismo cuando son
subconjuntos mutuamente.

Ejercicio. Haga una demostración de este hecho, es decir, dé un argumento


que justifique la verdad del siguiente enunciado:

Si A B y B A entonces A=B

Pregunta: ¿Cómo justificaría la afirmación inversa? es decir

Si A=B, entonces no es el caso que A B o B A

Supongamos que tenemos el conjunto P de los números pares. Evidentemente


este conjunto es un subconjunto de los números enteros positivos, es decir, de
los números naturales (N). Sin embargo hay muchos elementos de N que no
pertenecen a P, por ejemplo el 3, o el 5, y en general todos los números
impares. Cuando ocurre que un conjunto es parte de otro pero existen
elementos en el segundo que no están en el primero, decimos que el primero es
subconjunto propio del segundo; o bien, que es su parte propia. En símbolos:

Sea Y Z Si existe un w Z tal, que w Y, entonces Y es subconjunto propio de


Z, es decir: Y ⊊ Z

Más ejemplos: Supongamos que tenemos un camión de cigarros. En él vienen


muchas cajas que contienen a su vez, cada una, unos 50 paquetes de cajetillas
de cigarros. Cada paquete tiene unas 12 cajetillas de 20 cigarros. Si A es el
conjunto de cajas de paquetes de cajetillas de cigarros (es decir, toda la carga
101

del camión vista en cajas); B1, B2, B3,… Bn son los conjuntos de paquetes de
cajetillas (es decir, cada una de las cajas grandes que trae el camión); C 1, C2,
C3,… Cm son cada uno de los conjuntos de cajetillas de cigarros (es decir cada
uno de los paquetes de 12 cajetillas que vienen en las cajas que trae el camión)
y D1, D2, D3,… Dk cada una de las cajetillas que trae el camión; es el conjunto
de todos los cigarrillos que en total trajo el camión entonces:

a) Di para algún i, es subconjunto de pero no es subconjunto de A.

b) ¿Los Bj para algún j son subconjuntos de A?

c) ¿De los conjuntos mencionados alguno es subconjunto de A (es decir, los


Bj, los Ci o los Dh)?

d) ¿Qué conjuntos, de los mencionados, pertenecen ( ) a A y cuáles no?

e) ¿Cuáles conjuntos, de los mencionados, son subconjuntos de y cuales


son elementos de ?

f) ¿A= ?

Hasta aquí sólo se ha dicho cómo sabríamos si dos conjuntos son el mismo,
pero de hecho no hemos visto aún si de hecho existen los conjuntos. Para ello
es necesario un axioma:

Axioma de existencia o del conjunto vacío: Existe un conjunto que no tiene


elementos.

Denotamos ese conjunto con la siguiente versión de la letra griega phi: .

Ejercicio: ¿Pueden demostrar usando solamente el axioma de extensionalidad


que sólo hay un conjunto vacío y no más?

De las observaciones hechas respecto a la noción de subconjunto, debe ser


claro para el lector la verdad de la siguiente afirmación:

Para todo conjunto X se cumple que X

Demuéstrelo.

Los que siguen son axiomas constructivos y nos sirven para construir nuevos
conjuntos. Anteriormente se había dicho que no cualquier colección imaginable
102

de objetos constituye un conjunto. Veamos ahora la razón de ello. Supongamos


que se me ocurre postular el conjunto de todos aquellos conjuntos que no se
pertenecen a sí mismos, o simbólicamente:

(*) R= {todos los x tales que x x}

¿Por el mero hecho de formular esta propiedad existe el conjunto R de aquellos


objetos que la cumplen?

Supongamos que existe y veamos qué podemos deducir de ello. Si existe R


entonces por el hecho de ser un conjunto podemos preguntarnos si R R.
Veamos: si R R entonces se pertenece a sí mismo, pero R sólo tiene como
miembros a los conjuntos que no se pertenecen a sí mismos; por lo tanto, si
R R entonces R R. Es importante notar que hasta aquí no hemos hallado aún
la contradicción. Recordemos, a partir de lo que sabemos de lógica
proposicional, que el esquema „ ‟ no es inconsistente. Es verdadero
cuando el antecedente „ ‟ es falso. En este caso nuestro antecedente era R R.
Supongamos que esto es falso entonces.

Sea pues que R R. Pero si R R entonces R cumple la propiedad que deben


tener todos los elementos de R y por lo tanto R R. Llegamos a lo siguiente
„ ‟. Del supuesto anterior habíamos llegado a que „ ‟; por lo tanto:
„ ‟. Esto es una contradicción. Y esta contradicción surge del hecho de que
supusimos la existencia de R.

Definimos la colección R de tal manera que suponer su existencia nos produjo


una contradicción. Ello nos sugiere que cometimos algún error al suponer que
cualquier colección que definamos constituye un conjunto (pues deseamos decir
que los conjuntos son las cosas que existen en nuestro universo conjuntista, es
decir, desde el punto de vista de la teoría).

El error fundamental fue asumir que los conjuntos son lo que en la lógica
filosófica ha sido conocido como la extensión de un concepto. En la lógica
tradicional se suele distinguir entre término y concepto. El término sería el
correlato sensible de la entidad abstracta que es el concepto, el signo escrito. A
cada concepto le corresponde una intensión o comprehensión y una extensión. A
la intensión o comprehensión podríamos equipararla con la formulación de una o
varias propiedades que tienen los objetos para decir de ellos que caen bajo el
concepto. La extensión de un concepto son los objetos que caen bajo el
concepto. Si asumimos que a cada concepto le corresponde una extensión, sea
vacía o no, y llegamos además a decir que nuestros conjuntos son esas
103

extensiones de conceptos caeremos inevitablemente en la paradoja que


acabamos de exponer.

Vamos a introducir la siguiente distinción: llamaremos clase a aquellas


extensiones de conceptos de la lógica filosófica. Llamaremos clase propia a
aquellas clases que no son conjuntos. Así, R será una clase propia. Diremos que
nuestros conjuntos, es decir, los objetos de nuestra teoría, son clases impropias.
Podemos darnos cuenta que mediante el lenguaje del que disponemos podemos
formular muchas propiedades. Sin embargo no asumiremos de ahora en
adelante que cualquier propiedad determina un conjunto.

El argumento que nos condujo a la contradicción es conocido como Paradoja de


Russell.

Esta dificultad se puede superar si en lugar de considerar la colección de todos


los conjuntos que no se pertenecen a sí mismos consideramos solamente al
subconjunto de otro conjunto cuyos elementos cumplen en particular aquella
propiedad de no ser elementos de sí mismos. Simbólicamente:

(**) R‟= {x A tales que x x}

Si establecemos que A es un conjunto, entonces R‟ subconjunto de A es un


conjunto. Veamos si se resuelve el problema. Supongamos que R‟ A. Ahora
bien tiene que ser el caso que R‟ R‟ o bien R‟ R‟. Si R‟ R‟ entonces debe de
ser que R‟ R‟. Si en cambio suponemos que R‟ R‟ entonces R‟ satisface las dos
condiciones que son suficientes para que R‟ R‟. Tenemos de nuevo una
contradicción. Pero esta contradicción surgió de suponer en primer lugar que
R‟ A. Por lo tanto debemos concluir que R‟ A. Con este supuesto no surge
contradicción alguna.

Lo interesante de este último argumento es que nos lleva a concluir que para
todo conjunto hay alguno que no le pertenece, es decir, no hay un conjunto de
todos los conjuntos. Es decir, A fue un conjunto totalmente arbitrario en el
argumento anterior. Por lo tanto para cualquier conjunto arbitrario hay cuando
menos otro conjunto que no es elemento suyo. Por lo tanto, en términos de
lógica de clases, concluimos que no hay universo.

Veremos más adelante que será necesario tener en consideración universos de


discurso, es decir, considerar el universo de las cosas pertinentes en nuestro
discurso. Por el momento asumiremos que el universo es una clase propia.

Pudimos superar la contradicción inicial (*) gracias al siguiente axioma:


104

Axioma de especificación o comprehensión: para cualquier conjunto A y


cualquier propiedad , hay un conjunto B cuyos elementos son los x A tales
que cumplen la propiedad .

Como aquí podemos sustituir la por cualquier propiedad se dice también que
el anterior enunciado no es un axioma sino un esquema de axioma. Es decir, al
tomar en cuenta propiedades distintas estaríamos formulando axiomas distintos.
Asi, podemos considerarlo con más corrección esquema de axioma de
especificación o comprehensión.

Continuamos con algunos axiomas más de existencia:

Axioma del par: Para cualesquiera dos conjuntos hay un tercer conjunto cuyos
elementos son exactamente ellos.

Es decir, dados los conjuntos a y b; este axioma nos asegura la existencia del
conjunto, llamémoslo C, tal que:

C= {a, b}

Axioma de la unión: Para cualquier conjunto A existe otro conjunto B tal que
a B si y sólo si a X para algún X A. En otras palabras, si tenemos un conjunto
de conjuntos A, existe un conjunto cuyos elementos son todos aquellos
elementos de alguno de los conjuntos X A.

Supongamos que tenemos un conjunto de monos. Cada mono tiene muchos


piojos. El axioma nos dice que existe el conjunto de piojos tales que pertenecen
a alguno de los monos. Si el conjunto de conjuntos es A, la unión de los X A se
simboliza así:

UA

Diríamos que los a UA son los a‟s tales que a X, para algún X A.

Operaciones entre conjuntos

Unión e intersección.

Es usual utilizar una notación especial para cierto caso particular del axioma de
unión. Si tenemos el conjunto A= {B, C}, podemos simbolizar UA también de la
siguiente manera:

B C
105

Y tomar ese símbolo como una operación binaria entre conjuntos definida de la
siguiente forma:

B C= {x: x B x C}

De ahora en adelante con los dos puntos „:‟ abreviamos “tales que”. Podemos
comprobar que la unión de dos conjuntos así definida concuerda con lo que
exige el axioma de la unión.

Otra operación que definiremos es la de intersección de dos conjuntos:

B C= {x: x A x B}

Que corresponde a las exigencias del esquema de especificación:

B C= {x: x A x B}= {x A: x B}

Estamos en condiciones de enunciar ahora varias propiedades de la unión y la


intersección de dos conjuntos:

1) A =A

Es fácil ver la verdad de esta afirmación, prueba:

Como queremos demostrar que dos conjuntos son iguales (A y A) usaremos


el axioma de extensionalidad y la noción de subconjunto. Anteriormente se dijo
que dos conjuntos eran el mismo si eran subconjunto uno del otro. De esta
forma basta tomar un conjunto cualquiera x tal que x A y ver si es el caso
que x A: si x A entonces, por definición de la operación unión, x A o x ;
pero no existe ningún x , por lo tanto x A, por lo tanto A A (i). Ahora
35
tomemos cualquier conjunto y A, de aquí se sigue que y A o y , y por
definición de la operación de unión tenemos que y A ; por lo tanto
A A (ii).

35
Por una simple aplicación de la regla de adición de la lógica proposicional.
106

De (i) y (ii) se sigue que A = A.

Ejercicio, siguiendo el mismo esquema de demostración, pero abreviando las


explicaciones, demuestre los siguientes enunciados.

2) A B=B A la unión es conmutativa


3) (A B) C = A (B C) la unión es asociativa
4) A A = A idempotencia
5) A B si y sólo si A B = B

Ésta última propiedad nos da la pauta para aplicar el lenguaje conjuntista a la


lógica de clases implícita en la silogística. En efecto, consideremos un juicio
universal afirmativo, por ejemplo: Todas las tortugas son reptiles, y tomamos el
conjunto de las tortugas T y el conjunto de los reptiles S, podríamos simbolizar el
juicio como T S. Pues lo que nos dice el juicio es que cualquier objeto x T es
tal que x S. La unión T S sería el conjunto de todos los animales tales que son
una tortuga o, en general, un reptil. (5) nos dice que T S (todas las tortugas son
reptiles) si y sólo si la unión de T y S (es decir, el conjunto de los animales que
son o tortugas o reptiles) es igual a S.

El conjunto de las cosas que son tortugas o reptiles tiene exactamente los
mismos elementos que el conjunto de los reptiles y viceversa.

Ahora enunciaremos algunas propiedades de la operación intersección:

1) A =
2) A B = B A
3) A (B C) = (A B) C
4) A A = A
5) A B si y sólo si A B = A

Enunciaremos a continuación dos identidades que pueden entenderse como la


propiedad distributiva de estas dos operaciones, se demostrará una y la otra se
deja como ejercicio:

D1) A (B C) = (A B) (A C)
D2) A (B C) = (A B) (A C)
107

Prueba de D1:

Sea x A (B C), por demostrar que x (A B) (A C)


Si x A (B C) entonces x A y x B C, por definición de intersección.
Si x (B C) entonces x B o x C.
Supongamos que x B, entonces x A y x B, por lo tanto x (A B).
Pero si x B entonces x C, entonces x A y x C, por lo tanto x (A C)
Por lo tanto x (A B) o x (A C), y por definición de unión tenemos finalmente
que:
x (A B) (A C), por lo tanto:
A (B C) (A B) (A C)……….. (i)

Ahora, sea z (A B) (A C), por demostrar que z A (B C)


Si z (A B) (A C) entonces z A B o z A C.
Supongamos que z A B, entonces z A y z B. Si z A B, entonces z A C.
Si z A C, entonces z A y z C, en cualquiera de los dos casos z A.
Entonces z A, y también z B o z C. Por definición de unión:
z A y z B C, por definición de intersección: z A (B C), por lo tanto:
(A B) (A C) A (B C)……… (ii)
A (B C) = (A B) (A C) por (i) y (ii).

Complementos

A partir del esquema de especificación podemos definir, a partir de los conjuntos


A y B el siguiente conjunto:

{x A: x B}

A este conjunto se le conoce como la diferencia de A y B, o bien A menos B. Y


se le denota con el siguiente simbolismo: A\B. De esta manera definimos:

La diferencia de A y B es el conjunto de los x tales, que x A y x B, en símbolos:

A\B= {x A: x B}

A continuación enunciamos algunas propiedades de la diferencia de dos


conjuntos para que sean demostradas por el lector:

1) A\B = si y sólo si A B
2) A\A=
3) A\B = B\A si y sólo si A = B
4) A\B A
108

5) A\ =A

A esta operación también se le conoce como complemento relativo. Así A\B es


el complemento relativo de B en A. Como se mencionó anteriormente, en
teoría de conjuntos no se considera que el universo de los conjuntos sea un
conjunto. Pero según cada contexto se puede hablar de un universo de discurso,
es decir, de una colección que contenga todo de lo que estamos hablando
dependiendo el caso. Éste sería un conjunto del cual son elementos todas
aquellas cosas que consideramos en alguna situación.

Denotamos a dicho universo de discurso con la letra V.

Así, cuando nos refiramos al complemento de cualquier subconjunto A en V, para


simplificar la notación, en lugar de escribir V\A, escribimos: AC. Esto se lee
complemento de A. Legítimamente podemos decir que el complemento de A es
el conjunto de todas aquellas cosas que no son elementos de A, pues de
antemano estamos considerando que A V. Definimos entonces el
complemento de A:

AC = {x V: x A}

Las siguientes son propiedades del complemento que el lector deberá


demostrar:

1) (AC)C = A
2) C = V y VC =
3) A AC = y A AC = V
4) A B si y sólo si BC AC
5) (A B)C = AC BC y (A B)C = AC BC

(5) son las leyes de De Morgan, en su versión conjuntista. En el apéndice a este


capítulo hablaremos brevemente del álgebra Booleana que es un estudio
abstracto del cual la lógica proposicional, la lógica de clases y el álgebra de
conjuntos que estamos explorando ahora son casos particulares, o mejor dicho,
modelos.

Algunas consideraciones sobre la intersección y los subconjuntos: más


axiomas.
109

Vimos en el apartado anterior que la operación unión, entre dos conjuntos, era
un caso especial del axioma de unión, que postula la existencia del conjunto UC
para una colección C de conjuntos, con n miembros. Podemos dar una
demostración que, de manera similar, nos asegure la existencia de una
operación general de intersección para una colección C de n conjuntos, siempre
y cuando C sea no vacío.

Como C , podemos tomar un A C. Ahora, de acuerdo con el esquema de


especificación podemos definir el siguiente conjunto:

(*) ⋂C = {x A: x Z, para cualquier Z C

Es decir, x ⋂C si x pertenece a todos los conjuntos Z C Como A es un conjunto


cualquiera, elemento de C, podemos simplificar la definición de ⋂C

(**) ⋂C = {x: x Z, para cualquier Z C

¿Por qué partimos del supuesto de que C ? Por lo siguiente: supongamos que
admitimos la existencia de ⋂C para C = . La pregunta es ¿qué conjuntos no
pertenecen ahora a ⋂C? Si un conjunto w cualquiera no pertenece a ⋂C debe
ser porque para w es falsa la condición (**): “w Z, para cualquier Z C (w
pertenece a todos los conjuntos Z que son elemento de C)”. Por lo tanto debería
existir al menos un conjunto Z‟ C, tal que w Z‟. Pero es imposible encontrar un
conjunto tal (pues partimos del supuesto de que C= ). Por tanto la condición
(**) se cumple para cualquier conjunto, incluido w. Si absolutamente todos los
conjuntos cumplen la condición (**), estaríamos diciendo que ⋂C es el universo
de los conjuntos. Pero dijimos antes que tal cosa no existía. Por lo tanto es
necesario hacer la excepción y suponer siempre que nuestra colección C es
distinta del vacío.

¿Qué sucede si al definir la intersección de una colección C de conjuntos, nos


restringimos de antemano a considerar solamente a ciertos subconjuntos de un
conjunto dado, digamos W? Consideremos ahora a los Z W y volvamos a
definir la intersección:

⋂C = {x W: x Z, para cualquier Z C

El conjunto existe por el esquema de axioma de especificación. Se deja como


ejercicio para el lector verificar por qué ahora no es necesario partir del supuesto
de que C .
110

Así, cualquier colección C de conjuntos que tomáramos estaría constituida


exclusivamente por subconjuntos de W. Pero, dado un conjunto cualquiera, ¿la
colección de sus subconjuntos es un conjunto? La existencia de tal conjunto es
lo que enuncia el siguiente axioma:

Axioma del conjunto potencia: dado un conjunto cualquiera, la colección de


todos sus subconjuntos es un conjunto. Sea A un conjunto cualquiera,
denotamos con P(A) al conjunto potencia de A, es decir, al conjunto de todos los
subconjuntos de A.

Relaciones y funciones

Estuvimos considerando conjuntos de conjuntos, sin embargo será de gran


utilidad definir cómo vamos a hablar de conjuntos de pares ordenados de
conjuntos, o en general, de n-adas36 ordenadas de conjuntos.

Un par ordenado de conjuntos es un conjunto de dos elementos en el que el


orden de éstos importa. Es decir, si adoptamos la notación a, b para designar al
par ordenado de los conjuntos a y b, debemos decir que:

a, b = c, d si y solamente si a=c y b=d

Una manera de definir el par ordenado de a y b explícitamente es la siguiente:

a, b = {{a}, {a, b}}37

Es fácil comprobar con esta definición que si a c y b d entonces a, b c, d .

Definiríamos una tripleta ordenada a, b, c como sigue: a, b , c ; y en general,


una n-ada o n-tupla culquiera del siguiente modo:

… x1, x2 , x3 ,… xn

Ahora daremos la definición de producto cartesiano de dos conjuntos:

Sean A y B conjuntos, el producto cartesiano de A y B (se denota A B, “A cruz


B”) es el conjunto de pares ordenados a, b para algún a A y b B.

36
Es decir, no sólo pares, sino tripletas, cuartetas, quintetas, etcétera.
37
Propuesta por Kazimierz Kuratowski (1921).
111

Ejemplo: Sean A= {x, y, z} y B= {x, w} conjuntos, el producto cartesiano A B es


el conjunto:

{ x, x , x, w , y, x , y, w , z, x , z, w }

Ejercicio: Escriba el conjunto B A.

Pregunta: ¿Cuál sería el conjunto A ?

Una vez definido el producto cartesiano podemos pasar a hablar de las


relaciones. Nosotros solemos hablar de relaciones en muchos contextos
diferentes. Por ejemplo, decimos que si Pablo es amigo de Pedro entonces
media entre ellos la relación de amistad. Decimos asimismo que somos hijos de
tales o cuales personas, que estamos casados o divorciados de otras, que
somos empleados de tal o cual empresa, que somos dueños de tal o cual cosa.
Todas estas son relaciones entre personas, o entre personas y cosas. En
contextos científicos las relaciones son de gran importancia. En matemáticas
encontramos también un campo en el que las relaciones son muy importantes.

La teoría de conjuntos nos proporciona un modo de definir las relaciones.


Supongamos que queremos definir la relación de “ser hijo de” en un grupo de
personas. Pongamos el siguiente ejemplo: limitamos nuestro grupo de personas
a dos familias. Una está constituida por el viejo Gumaro, que es viudo, su hijo
Carlo, la esposa de Carlo, Gabriela; y sus dos nietos, Giordano y Bruno. La otra
familia está constituida por Linda que es madre soltera de un niño: Renato.
Podemos considerar entonces el siguiente conjunto P de personas:

P= {Gumaro, Carlo, Gabriela, Giordano, Bruno, Linda, Renato}

El producto cartesiano P P tiene como elementos 36 elementos distintos.


Tomemos uno al azar, digamos que tomamos el par Gumaro, Gumaro .
¿Gumaro es hijo de Gumaro?

Evidentemente no. Tomemos otro Gumaro, Renato , ¿Gumaro es hijo de


Renato? Tampoco. Si vemos la relación “ser hijo de” de la siguiente forma:

x es hijo de y
112

A continuación pensamos que los espacios ocupados por x e y deben ser


ocupados en ese orden por los miembros de un par ordenado x, y P P,
veremos rápidamente que no todos los pares ordenados en el conjunto P P
satisfacen la relación “ser hijo de”. De hecho, de los 36 pares posibles solamente
seis representan pares de personas que al ser colocadas en el orden correcto
satisfacen la relación que nos ocupa. El conjunto de pares ordenados de P P
que satisfacen la relación es:

S= { Carlo, Gumaro , Giordano, Carlo , Bruno, Carlo , Giordano, Gabriela , Bruno,


Gabriela , Renato, Linda }

Podemos notar que S P P. Una relación, en teoría de conjuntos es el


subconjunto del producto cartesiano de algún par de conjuntos dado.38

Definición: Sean A y B conjuntos cualesquiera, una relación R de A sobre B (R:


A⟼B) es un subconjunto de A B.

A continuación introduciremos terminología útil acerca de relaciones.

Definición: Sean A y B conjuntos y R una relación de A sobre B (R: A⟼B):

a) Al conjunto de todos los x tales que x, y R, lo llamamos el Dominio de R


(notación: dom R):
dom R = {x tales que hay algún y B de manera que x, y R}
Es claro que dom R A.
b) Al conjunto de todos los y tales que x, y R, lo llamamos el Rango de R
(notación: ran R):
ran R = {y tales que hay algún x A de manera que x, y R}
Es claro que ran R B.
Muchas relaciones tienen ciertas características que es conveniente resaltar:

Definición: Sea R una relación en A, entonces:

a) Decimos que R es una relación reflexiva si para todo x A se cumple que x,


x R.
b) Decimos que R es una relación simétrica si para cualesquiera x,z A; x,z R
implica que z,x R
38

podrían haber sido conjuntos distintos. A modo de ejemplo, piense el lector qué conjuntos están
implicados para definir de manera conjuntista la relación “ser ciudadano de”.
113

c) Decimos que R es una relación antisimétrica si para cualesquiera x,z A; si


x,z R y z,x R entonces x=z.
d) Decimos que R es una relación asimétrica si para cualesquiera x,z A; si x,z
R, entonces z,x R.
e) Decimos que R es una relación transitiva si para cualesquiera x,z,w A; si
x,z R y z,w R entonces x,w R.

Veamos algunos ejemplos:

1) La relación de amistad no es transitiva. Diga por qué.


2) La relación de consecuencia lógica es reflexiva y transitiva, pero no es
simétrica. Diga por qué y dé un ejemplo.
3) La relación de equivalencia lógica es reflexiva, simétrica y transitiva. Diga por
qué y dé un ejemplo.
A las relaciones que son reflexivas, simétricas y transitivas las llamamos
relaciones de equivalencia.

Funciones

El concepto de función es un concepto que en matemáticas se suele asociar a


un procedimiento, regla, transformación u operación, por medio del cual a cada
elemento a del dominio de la función se le asigna un único elemento b, el cual se
conoce como valor de la función para a. Una función es por tanto, un tipo
especial de relación.

Definición: Una función f de A en B (f: A⟼B) es una relación tal que dom f = A y
que si x,z f

y x,w f, entonces z=w.

Es decir, en una función se le asignan valores a todos los elementos del


conjunto sobre el que se aplica la función. Y le corresponde sólo un elemento.
Una notación que suele usarse para decir que x,z f, es f(x)=z.

Daremos una definición más, que vale para relaciones y funciones: Sea A un
conjunto y R una relación (puede ser, en particular, una función); la imagen de A
bajo R es el conjunto de los y ranR para los cuales hay algún x A tal que
z,y R.

En el capítulo dedicado a la lógica proposicional nosotros hablamos de


funciones veritativas. Ahora es claro el porqué de ese nombre. En ese caso el
dominio de la función era un conjunto de n-ada ordenadas de valores de verdad,
a cada n-ada le correspondía como valor una „T‟ o una „ ‟ y sólo una de ellas.
114

Hasta aquí hemos expuesto sólo los aspectos básicos del lenguaje y la
axiomatización de la teoría de conjuntos. La comprensión cabal del resto de los
axiomas de Zermelo-Fraenkel requiere la introducción de muchos más
conceptos. Baste decir, como motivación para que el lector se acerque a la
bibliografía recomendada sobre el tema, que la axiomatización Zermelo-Fraenkel
consta de tres axiomas más aparte de los que se hay mencionado ya:

Axioma del Infinito o axioma de existencia de un conjunto inductivo: asevera que


los conjuntos infinitos (como el conjunto de los números naturales) existen.

Axioma de Reemplazo: la imagen de un conjunto bajo una función es un


conjunto.

Axioma de Buena Fundación: dice que todo conjunto no vacío tiene un elemento
cuyos elementos no están en el conjunto.

Todos estos conjuntos tienen una gran relevancia y la misma historia de su


incorporación en la axiomática “oficial” de la teoría de conjuntos es de gran
interés dado que ilustra las controversias conceptuales en las que las
matemáticas, la lógica y la filosofía están implicadas.
115

Bibliografía

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VII: Lógica, Madrid, Trotta: Consejo Superior de Investigaciones
Cientificas, 1995, 366 p.

Amor Montaño, José Alfredo; Teoría de conjuntos para estudiantes de


ciencias, México, UNAM Facultad de Ciencias, 2005, 117 p.

Crossley, J. N. (editor); ¿Qué es la lógica matemática?, presentación y notas


de Luis M. Valdes ; tr. de Jesús Alcolea Banegas, Madrid, Tecnos, 1983, 192 p.

Enderton, Herbert B.; Elements of set theory, New York, Academic, 1977, 279
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Halmos, Paul Richard; Naive set theory, Princeton, New Jersey , D. Van
Nostrand, 1960, 104 p.

Hrbacek, Karel; Jech, Thomas; Introduction to Set Theory, 3a edición, New


York, M. Dekker, 1999, 291 p.

Orayen, Raúl; Moretti, Alberto; Enciclopedia iberoamericana de filosofía vol.


XXVII: Filosofía de la lógica, Madrid, Trotta: Consejo Superior de
Investigaciones Cientificas, 2004, 355 p.

Russell, Bertrand; Introducción a la filosofía matemática, tr. Mireia Bofill,


Barcelona-México, Paidós, 1988, 183 p.

Smullyan, Raymond; Satán, Cantor y el Infinito, tr. José A. Álvarez, Barcelona,


Gedisa, 1995, 262 p.

Torretti, Roberto; El paraíso de Cantor: la tradición conjuntista en la filosofía


matemática, Santiago de Chile, Universitaria: Universidad Nacional Andrés
Bello, 1998, 589 p.
116

Capítulo IV

Lógica cuantificacional39

Larry Fielding Jagüey Camarena

Introducción al lenguaje de la lógica de primer orden

La lógica que hemos estudiado sistemáticamente hasta este momento nos


permite llevar a cabo traducciones de argumentos del lenguaje natural al
lenguaje formal con el fin de identificar, por ejemplo, si son argumentos válidos o
no. Es decir, hemos desarrollado los elementos necesarios para explorar cuándo
ciertas fórmulas se siguen de otras. Las fórmulas que hemos utilizado son
esquemas proposicionales. Es decir, son esquemas en donde la unidad mínima
de análisis son proposiciones. Sin embargo hay argumentos que al ser
analizados nos muestran de inmediato la insuficiencia del lenguaje proposicional
para explicar la validez o invalidez lógica. Tómese como ejemplo cualquier
argumento cuyas premisas sean los enunciados categóricos de la lógica
tradicional.

Ejemplo: Ningún perro faldero es peligroso, pero todos los lobos son peligrosos;
por lo tanto ningún lobo es un perro faldero.

Este ejemplo muestra que el análisis proposicional es insuficiente para dar


cuenta de las relaciones de implicación. Dado que bajo el análisis proposicional
el argumento anterior tendría la forma de „(p q)/ r‟. No habría mayor problema
si todas las relaciones de implicación que no puede explicar la lógica
proposicional fueran explicables por medio de la lógica aristotélica o escolástica.
Sin embargo, alrededor del siglo XIX, cuando los matemáticos buscaban dotar
de todo el rigor lógico posible a sus definiciones y demostraciones cayeron en la
cuenta de que requerían de herramientas de análisis nuevas.

A continuación un ejemplo que requiere herramientas más finas de análisis:

Cada diputado es amigo de alguno de los adversarios del Presidente.

La afirmación anterior se simbolizaría bajo el análisis meramente proposicional


simplemente como una p. Pero como se ve claramente que hay mucha más

39
También conocida como lógica de predicados o lógica de primer orden.
117

información valiosa necesitamos de las herramientas de análisis de la lógica


cuantificacional. Para la lógica proposicional las variables corrían sobre un
universo de proposiciones, es decir, si teníamos una variable proposicional p la
interpretación de ésta debíamos buscarla en el universo de las proposiciones, de
las afirmaciones que son verdaderas o falsas. Así p podía interpretarse como
“Tengo frío” o como “Los dinosaurios son criaturas terribles”.

Las variables de la lógica cuantificacional no corren sobre proposiciones sino


sobre objetos. Así la variable x puede interpretarse como cualquier objeto del
universo de cosas del que estemos hablando. Hay además variables
predicativas o letras relacionales que están en lugar de alguna propiedad o
relación que es predicada de los objetos. Las constantes de objetos funcionan
como nombres de objetos concretos. Así, si queremos simbolizar “Juan tiene
frío” necesitamos de una constante de objeto que esté en lugar de Juan,
digamos j y una letra predicativa o relacional que represente el predicado “tener
frío”; supongamos que para tal fin escogemos la letra F.

De esta forma tengo el predicado “tiene frío” que puede ser dicho de Juan o de
Pedro o quizás de alguien más:

… tiene frío

Si no queremos decir de alguien concreto que tiene frío utilizamos una variable:

x tiene frío

Lo cual se convierte en nuestro simbolismo en:

F(x)

Si queremos decir que Juan tiene frío:

F(j)

Pues la j es un nombre para Juan.

Este predicado involucra sólo un objeto sin embargo podemos pensar en


predicados que involucren a más de un objeto como lo son las relaciones; por
ejemplo la relación que expresamos cuando decimos “Juan odia a Alberto”.

Aquí podemos tomar como predicado la expresión “odia a Alberto” o mejor aún:
“odia a”. Así, haciendo uso de las variables tendríamos:

O(x,y)
118

Que se lee: “x odia a y”. Por tanto si queremos afirmar que Juan odia a Alberto lo
único que tenemos que hacer es asignar un par de constantes a mis objetos:
una j para Juan y una a para Alberto:

O(j,a)

Entonces cuando tenemos una afirmación debemos buscar si ésta habla de


algún objeto (entiéndase persona, animal o una cosa cualquiera) concreto.

Veamos algunos ejemplos:

Juan me tiene miedo

Pelusa es mi gato favorito

Mi zapato está roto

La profesora robó ese libro de la biblioteca Vasconcelos.

En cada una de las afirmaciones anteriores se dice algo de uno o más objetos
concretos: Juan, yo, Pelusa, yo de nuevo (“es mi gato…”), mi zapato, la
profesora, ese libro, la biblioteca Vasconcelos. Sin embargo la lógica
cuantificacional toma su nombre de los alcances tan importantes a los que llega
su lenguaje formal al introducir en el análisis el uso de cuantificadores. Veamos
cómo funcionan. Supongamos que se afirma que Juan es temible.

Luego, en nuestro simbolismo escribimos M(j), donde la M representa el


predicado o propiedad “es temible”. La letra entre paréntesis indica quién o qué
es el que es temible. Si pusiéramos una variable x en lugar de la constante j se
entiende que se deja sin especificar quién o qué es lo temible:

M(x)

De hecho aquí no se está afirmando nada. Simplemente se está representando


la situación en que tenemos la propiedad M y que el espacio que en la expresión
le correspondería a un objeto está vacante para ser ocupado por algo. Pero
supongamos que queremos afirmar que la propiedad M se cumple
independientemente del objeto cuyo nombre ocupe ese lugar vacío en el
simbolismo; es decir, que la propiedad M la cumplen todos los objetos. Para ello,
además de la variable que se pone en el lugar del argumento a lado de la letra
predicativa hacemos uso del cuantificador universal: „ ‟. Así, para indicar que la
propiedad M es cumplida por cada uno de los objetos x escribimos:

(x) M(x)
119

Usamos pues, esta expresión para afirmar que todos los objetos tienen la
propiedad en cuestión. Algunas veces sólo sabemos que algunos la tienen y
otros no. Otras veces sabemos que no todos son tal o cual cosa. Es aquí donde
el uso del cuantificador universal, combinado con el símbolo de negación nos
permite expresar esas situaciones.

Para verlo más claramente analicemos qué cosas podemos decir usando varias
combinaciones de símbolos:

Expresión en símbolos Traducción


(x)F(x) Todos son F/Todos tienen la propiedad F
(x) F(x) Todos son no F/Nadie tiene la propiedad F
(x)F(x) No todos son F/Algunos no tienen la
propiedad F
(x) F(x) No todos son no F/Algunos tienen la
propiedad F

A partir de este cuadro observamos que con el uso de la negación y el


cuantificador universal podremos expresar todos los juicios categóricos de la
lógica tradicional. El cuadro de oposición de la lógica escolástica representa las
relaciones lógicas que se dan entre juicios que contienen dos términos, o en
nuestra terminología, dos predicados o relaciones.

Antes de pasar a hacer la traducción a nuestro lenguaje del contenido de dicho


cuadro conviene introducir un símbolo más para abreviar y hacer más sencillas
de leer algunas expresiones. Quizás el lector esté de acuerdo en que
„ (x) F(x)‟ es una forma muy complicada de escribir “algunos tienen la
propiedad F”. Para abreviar nuestra notación, cada vez que tengamos
expresiones tales como “algunos…”, “hay…” o “existen…” usaremos el
cuantificador existencial: „ ‟. Se utiliza de manera igual que el universal,
poniendo una variable al lado del cuantificador y a continuación la letra
predicativa o relacional con su respectiva variable, por ejemplo:

(x)F(x)

Que dice: “hay algunos F”, “Existen cosas (al menos una) con la propiedad F” o
sencillamente “hay F‟s”. Con el cuantificador universal y el adecuado uso de la
negación basta en realidad para hacer este tipo de aseveraciones sobre la
existencia de cosas. Desde este punto de vista el cuantificador existencial
constituye sólo una abreviación en la notación y una forma de hacer explícitos
los juicios de existencia.
120

A continuación presentamos una tabla de equivalencias en la notación, son


también equivalencias lógicas:

Traducción
(x)F(x) (x) F(x) Todos tienen la propiedad F
(x) F(x) (x)F(x) No existen los F/Nadie tiene la
propiedad F
(x)F(x) (x) F(x) Algunos no tienen la propiedad F
(x) F(x) (x)F(x) Existen algunos con la propiedad F

Ahora podemos pasar al cuadro de oposición40:

Juicio Traducción con equivalencia lógica según


el cuantificador
A: todos los F son G (x) (F(x) G(x)) (x) (F(x) G(x))
E: ningún F es G (x) (F(x) G(x)) (x) (F(x) G(x))
I: algún F es G (x) (F(x) G(x)) (x) (F(x) G(x))
O: algún F no es G (x) (F(x) G(x)) (x) (F(x) G(x))

Ejercicio: observe cuidadosamente el lugar de las negaciones y los


cuantificadores. Posteriormente diga cómo se puede pasar en las equivalencias
de un lado a otro con ayuda de las equivalencias de la lógica proposicional.

Es pertinente dar una explicación más acerca de cómo entender los


cuantificadores. Decíamos que „ (x) F(x)‟ había de leerse como “todos tienen la
propiedad x” o “cada objeto x que tomemos, sin importar cuál sea tiene la
propiedad F‟. Supongamos que tenemos un número finito de objetos. Así si
dijéramos, por poner un ejemplo, que “todos son calvos” podríamos, si no son
muchos los individuos que conforman nuestro universo, mencionarlos uno por
uno y decir que están calvos. Así, si nuestro universo constara de solamente
cinco individuos: Miguel, José, Agustín, Vicente e Ignacio, en lugar de decir

40
En el apéndice II el lector encontrará explicado a detalle este cuadro con la notación de la
lógica cuantificacional.
121

“Para cualquier individuo x, resulta que éste es calvo ( (x) C(x))” podríamos usar
la expresión equivalente: “Miguel es calvo, José es calvo, Agustín, Vicente e
Ignacio son calvos”; es decir:

(x) C(x) (C(m) C(j) C(a) C(v) C(i))

De manera análoga podemos tratar al cuantificador existencial: Suponiendo el


mismo universo finito de individuos, si decimos que alguno de ellos es calvo, sin
especificar quién ( x Cx), ello es equivalente a afirmar que uno u otro lo es:

(x) C(x) (C(m) C(j) C(a) C(v) C(i))

Debe quedarnos claro que este tipo de equivalencia, aunque es muy ilustrativa,
sólo es válida cuando contamos con un universo finito de individuos. Sin
embargo la lógica que estamos estudiando tiene su mayo aplicación en
contextos en los que se trata con un número infinito de objetos en el universo de
discurso.

Una vez dadas estas indicaciones de traducción de los juicios categóricos de la


lógica tradicional podemos pasar a explicar un par de ejemplos muy ilustrativos.
Empecemos con el ejemplo que dio pie a estas explicaciones:

Cada diputado es amigo de alguno de los adversarios del Presidente.

Puede interpretarse como un juicio de tipo A (universal afirmativo): todos los


diputados son amigos de alguno de los adversarios del Presidente. Sin embargo
aquí encontramos un problema: ¿en la proposición se dice que todos los
diputados están en relación de amistad con la misma persona o se dice que
cada uno de los diputados por separado está en la relación de amistad con
alguna persona? Es aquí donde las herramientas de análisis de la lógica
cuantificacional nos ayudan a evitar equívocos. Lo primero que tenemos que
hacer es especificar el vocabulario que utilizaremos:

D(x): x es diputado
A(x, y): x es amigo de y
C(x, y): x es adversario de y
e: el Presidente

En esta formulación del vocabulario las variables x y y no se refieren a nada en


particular. Sin embargo, la „e‟ es una constante que se refiere al Presidente; es
decir, a una persona concreta, no a cualquier Presidente sino a este Presidente.
La simbolización adecuada de nuestro enunciado sería entonces:

(x) (D(x) (y) (A(x, y) C(y, e)))


122

Que podemos leer: para cualquier objeto x, si éste es diputado entonces hay
algo que es amigo suyo y es adversario del Presidente. Hay que ver que en esta
traducción se salva la interpretación errónea que dice que todos los diputados
son amigos del mismo individuo que es adversario del Presidente. La traducción
es fiel también al hecho de que no se está diciendo en el enunciado
exactamente cuántos adversarios tiene el Presidente.

A propósito de este último ejemplo hablaremos a continuación de una distinción


que es importante hacer. Nos encontramos con un ejemplo en el que un
cuantificador se halla “incrustado” dentro del alcance41 de otro distinto. Veremos
qué diferencia existe entre las siguientes expresiones:

(i) (x) ( (y) A(y, x))

(ii) (x) ( (y) A(y, x))

La primera afirma que para todos hay algo con lo que se guarda la relación A. Si
interpretamos „A(y, x)‟ como “x ama a y”. La expresión (i) dice que para todos
hay alguien que los ama. Mientras la expresión de abajo afirma que hay alguien
que es amado por todos. A continuación ilustraremos la diferencia existente
recurriendo al supuesto del universo finito de individuos. Supongamos que en
nuestro universo sólo existen cuatro individuos: Ana (a), Luisa (u), Pedro (e) y
Pablo (o). Así sustituyendo en primer lugar el cuantificador universal por una
conjunción, (i) equivaldría a:

(i‟) x (A(a, x)) x (A(u, x)) x (A(e, x)) x (A(o, x))

Luego, sustituyendo los existenciales:

(i‟) (A(a, a) A(a, u) A(a, e) A(a, o)) (A(u, a) A(u, u) A(u, e) A(u, o))
(A(e, a) A(e, u) A(e,e) A(e, o)) (A(o, a) A(o, u) A(o, e) A(o, o))

Mientras que después de ambas sustituciones (ii) luciría así:

(ii‟) (A(a, a) A(u, a) A(e, a) A(o, a)) (A(a, u) A(u, u) A(e, u) A(o, u))
(A(a, e) A(u, e) A(e,e) A(o, e)) (A(a, o) A(u, o) A(e, o) A(o, o))

Veamos un par sencillos de ejemplos más:

Hay muchos libros interesantes en la librería de la esquina

Vocabulario:

41
Más adelante hablaremos de la cuestión del alcance de los cuantificadores de manera formal.
123

L(x): x es libro
T(y): y es interesante
P(z, w): z está en w o bien z pertenece a w
g: la librería de la esquina

Ahora la librería de la esquina toma el papel del objeto determinado de nuestro


enunciado. Éste no habla de las librerías en general ni de una librería
indeterminada sino de la librería de la esquina. La simbolización correcta para
esta elección del vocabulario sería:

(x) ((L(x) T(x)) P(x, g))

Que dice: “hay algo que tiene las siguientes propiedades: ser un libro interesante
que está en la librería de la esquina”.

Ejercicio: Traduzca al lenguaje formal:

1. No todo lo que brilla es oro.

2. Hay personas que molestan a todo el mundo.

3. Algunos médicos son negligentes.

4. Cualquiera que sea amigo de Pedro es amigo mío.

5. Ninguno de los deudores del Banco Central tiene alguna oportunidad de


obtener un crédito.

6. Si los hermanos de Jorge lo ayudan, entonces éste terminará el proyecto.

7. Todos los triángulos equiláteros son triángulos isósceles pero no todos los
triángulos isósceles son equiláteros. Todos los triángulos equiángulos son
equiláteros. Por lo tanto algunos triángulos isósceles no son equiángulos.

8. Si una recta levantada sobre otra recta forma ángulos, o bien formará dos
ángulos rectos o bien dos ángulos iguales a dos ángulos rectos.

9. En cualquier triángulo, la suma de cualquiera de los dos ángulos es menor


que dos ángulos rectos.

10. Si dos triángulos tienen dos lados respectivos iguales, pero la base es mayor
en uno que en otro, entonces el ángulo comprendido es también mayor en un
que en el otro.
124

11. Si un segmento al incidir sobre dos rectas hace el ángulo externo igual al
interno y opuesto del mismo lado, o los dos internos del mismo lado iguales a
dos ángulos rectos, las rectas serán paralelas entre sí.

12. Para cualesquiera conjuntos A y B se cumple lo siguiente: A es subconjunto


de B si y sólo si todo elemento de A es elemento de B.

13. Para cualesquiera números reales a y b se cumple que o bien a es mayor


que b, o b es mayor que a o son iguales.

14. Para cada número real y existe un número entero positivo x tal que x es
mayor que y.

15. Si una relación binaria R sobre el conjunto A es reflexiva, antisimétrica y


transitiva, entonces el conjunto está parcialmente ordenado.

Los últimos ejemplos ya insinúan la importancia que tiene para la lógica y las
matemáticas extender el lenguaje para poder hablar de relaciones. Ese es el
avance decisivo de la lógica cuantificacional respecto a la lógica de clases.
Daremos un ejemplo más: el concepto de límite de una función del cálculo
diferencial en matemáticas. Intuitivamente hablando, podríamos definir el
concepto de límite de una función de la siguiente manera (observe la figura): se
dice que una función tiende hacia un límite L, cuando, aproximándonos
gradualmente a un número p en el dominio de la función, el valor de la función
se aproxima mucho a L.

Mientras más nos acerquemos en el eje x al número p, f(x) estará más próximo
al número L. Decimos entonces que f(x) tiende a L cuando x tiende (o se acerca
a p).
125

Aunque la definición intuitiva ilustra el concepto de límite de una función en este


caso, un rigor expresivo es preferible cuando se avanza con más profundidad en
estos estudios. Así, para definir rigurosamente conceptos tan ambiguos como
“tiende a”, “entre más se acerque a”; utilizamos las herramientas de la lógica
cuantificacional:

( >0 [ >0 x ([0 < |x – p| < ] |f(x) – L| < ))

La capacidad de expresar relaciones de dos o más argumentos le da gran


flexibilidad a la lógica cuantificacional para representar en un lenguaje preciso
las relaciones lógicas entre enunciados mucho más complejos que los que
habíamos venido estudiando. De hecho puede verse que la lógica
cuantificacional se vale de las herramientas de la lógica proposicional, aunque
añadiendo los términos predicativos o relacionales y los cuantificadores. En el
siguiente apartado explicaremos brevemente la semántica de la lógica
cuantificacional; es decir, cómo interpretamos el lenguaje de la lógica de primer
orden. Después podremos hablar también brevemente del problema de la
validez de formulas de la lógica de primer orden y de la noción de consecuencia
lógica. Puede anticiparse que estos temas serán mucho más complicados que la
relativa facilidad que ofrecían en lógica proposicional.

Semántica de la lógica cuantificacional

Antes de explicar rigurosamente la interpretación que le corresponde al lenguaje


que introdujimos en el apartado anterior, veremos su definición como lenguaje
formal. A nuestro lenguaje formal lo llamaremos lenguaje formal .

Lenguaje formal
Elementos del lenguaje formal Símbolos del lenguaje formal
Variables individuales42 x, y, z… v0, v1, …, vn, vn+1, …
Letras o variables relacionales43 Rm (para m número de

42
Es frecuente que en casos sencillos, donde se requieren pocas variables solamente se usen
las últimas letras del alfabeto. En los contextos donde son necesarias un gran número de
variables se utiliza una sola letra para las variables y subíndices, pasa algo análogo con las
constantes, las letras relacionales y las letras funcionales.
43
O letras de predicado. Suele usarse, indistintamente, cualquier letra mayúscula del alfabeto. Si
es necesario usar un gran número de este tipo de variables se sigue el criterio de los subíndices
de la nota anterior. El superíndice indica el número de argumentos de la letra relacional. En
ejemplos concretos no es necesario indicarlo pues la misma escritura lo muestra. Por ejemplo,
126

argumentos)
Letras o variables funcionales44 fn (para n número de
argumentos)
Constantes individuales45 a, b, c, d, … c0, c1, …, cn, cn+1,

Conectivos proposicionales , , , ,
Cuantificadores ,
Símbolo de identidad =
Símbolos auxiliares (paréntesis, subíndices y (, ), 0, 1, …, n, n+1, …, 1, 2, …, m, m+1, …
superíndices)

A continuación, tal como lo hicimos para la lógica proposicional, presentaremos


una definición recursiva de lo que es ser un término del lenguaje formal .

i) Las variables individuales son términos de .

ii) Las constantes son términos de .

iii) Si fn es una variable funcional y t1, t2, …, tn son términos de ; entonces f(t1,
t2, …, tn) es un término de .

iv) Nada más es un término de .

A continuación definimos las fórmulas del lenguaje formal :

*) Sean t1, t2, …, tk, términos, Pn una letra relacional; entonces (t1= t2), P(t1, t2, …,
tn) son fórmulas atómicas de . Las fórmulas atómicas son fórmulas de .

**) Sean y fórmulas cualesquiera. Entonces, ( ), ( ), ( ), ( ),


( ) son fórmulas de .

***) Sea una fórmula de y vi una variable individual; entonces ( vi ) y ( vi )


son fórmulas de .

****) Solamente las expresiones descritas en (*), (**) y (***) son fórmulas de .

2
cuando simbolicemos la relación “… ama a …” no es necesario escribir „A (x,y)‟, sino, solamente
„A(x,y)‟.
44
Sigue los mismos criterios que las letras relacionales para los subíndices y superíndices.
Cuando se requieren pocas letras funcionales se suele utilizar letras minúsculas de la parte
media del alfabeto: f, g, h, etc.
45
Se usan letras minúsculas del comienzo del alfabeto, para los subíndices síganse los criterios
de la nota 3.
127

Interpretación del lenguaje formal .

Ahora es momento de hablar de la interpretación de nuestro lenguaje formal. En


la lógica proposicional las variables proposicionales corrían sobre un universo de
proposiciones; es decir, interpretábamos las variables como proposiciones que
son verdaderas o falsas. Esa cualidad de ser verdaderas o falsas reducía el
dominio de interpretación al conjunto {T, }. Sin embargo ahora nuestras
variables corren sobre conjuntos distintos.

Comencemos con las variables individuales. Para ser relevante desde un punto
de vista lógico requerimos de un conjunto no vacío de individuos, llamémoslo A,
sobre el que interpretaremos las variables individuales. Dependiendo el contexto
en que nos ubiquemos será uno u otro ese conjunto A, al que llamaremos
dominio de interpretación o universo de discurso. Si estuviéramos definiendo
relaciones entre números reales en el análisis matemático, nuestro conjunto A
será el conjunto de los números reales. Si estuviéramos hablando acerca de las
relaciones entre las personas de un determinado país, el universo de discurso
será el de los habitantes del país en cuestión, es decir, nuestro conjunto A será
el conjunto cuyos elementos son cada uno de los seres humanos que habitan el
país. Las variables individuales representan pues a cualquiera de los objetos en
el universo de discurso; pero a ninguno en específico, solamente los utilizamos
para indicar los lugares que pueden “llenar” los objetos del dominio.

Ejercicio. Considere los siguientes argumentos, simbolícelos y proponga un


universo de discurso pertinente para cada caso.

1. Todos los canes domésticos son leales, pero algunos canes no son
domésticos; luego, no todos los canes son leales.

2. Para cualquier número natural hay al menos uno que es mayor que él, pero
no hay un número natural que sea mayor que todos. Luego, todos los números
naturales son menores que algún otro número natural.

3. Todos los deportistas admiran a otros deportistas. Los artistas admiran a


aquellos deportistas que son admirados por otros deportistas.

Las constantes individuales. Las constantes individuales, como las variables,


deben interpretarse en el dominio de interpretación pertinente. La diferencia
estriba en que las constantes son nombres de un objeto específico del dominio y
de ningún otro. Es decir, una interpretación debe asignar a cada constante un
objeto. Puede ser que varias constantes nombren el mismo objeto pero no
128

puede suceder que una misma constante nombre a veces un objeto y a veces
otro. Si nuestro dominio de interpretación fuera el conjunto de los números
naturales, cada numeral46 representa a un número. De ahí que sea frecuente el
error de confundir al número dos con el símbolo „2‟. El „2‟ es solamente un
nombre del número dos “real”.

Ejercicio. Considere los siguientes argumentos y simbolícelos; proponga un


universo de discurso pertinente para cada caso y ponga especial atención en los
casos en los que es necesario recurrir a constantes.

1. Algunos jóvenes le simpatizan al Sr. Wilson y algunos jóvenes no le


simpatizan a la Sra. Wilson; por lo tanto el Sr. Wilson ama a la Sra. Wilson.

2. Hay al menos una persona que estima a todos los conocidos de Luis.

3. Todos los amigos de mi hermano son inteligentes.

4. Algunos átomos de hidrógeno son inestables.

5. El helio es más ligero que todos los elementos; a excepción del hidrógeno.

Letras relacionales o de predicado. Aquí comienzan a complicarse las cosas,


aunque con el lenguaje de la teoría de conjuntos será más sencillo explicar
cómo interpretamos las letras relacionales. Supongamos que estamos hablando
de personas y de la relación de amistad que media entre ellas. Si nos
circunscribimos a los habitantes de la cierta ciudad, sabremos cuál es nuestro
universo de discurso. Si queremos simbolizar la expresión “Todos los habitantes
de la ciudad que son del sexo masculino tienen al menos un amigo” de la
siguiente manera:

x [Mx y (A(x,y))]

Donde M(x): x es de sexo masculino; A(x,y): x es amigo de y. Se ve claramente


que como hemos estipulado que nuestro universo de discurso para este caso
son los habitantes (humanos) de una determinada ciudad, no es necesario
especificar en el antecedente del condicional que x es humano o que x es
habitante de la ciudad.

¿Cuál es la interpretación correcta para las letras relacionales M1 y A2? Sea el


conjunto de los habitantes de la ciudad de la que estamos hablando. Podemos
decir que la interpretación que le corresponde al símbolo M, en este caso es el

46
Es decir, el símbolo escrito que se usa para representar un número.
129

conjunto de los seres humanos, habitantes de la ciudad, de sexo masculino.


La interpretación que le corresponde a A es un subconjunto del producto
cartesiano ; específicamente aquel que contiene a los pares ordenados de
personas de los que es cierto que el primero es amigo del segundo.

Símbolo Interpretación
M1 , tal que = {x | x es del sexo masculino}
A2 , tal que = { x,y | x es amigo de y}

Así, en general, lo que corresponde en la realidad, en cada contexto, como


interpretación a una letra relacional es un conjunto de n-adas ordenas;
dependiendo ello de la aridad de la letra relacional.

Letras funcionales. En este libro no nos ocuparemos a detalle de las letras


funcionales, pues, para simplificar la exposición hemos decidido limitar los
términos que usaremos a las variables y las constantes. La interpretación
conjuntista varía un poco respecto a la interpretación de las variables
relacionales. Para comprender por qué explicaremos en términos intuitivos lo
que en este contexto entenderemos por una función. Habíamos definido antes a
las funciones como un tipo específico de relación, donde a cada elemento del
dominio se le asigna un y sólo un elemento en el rango. A ese elemento lo
llamábamos valor de la función. Ahora pensemos un poco acerca de la siguiente
expresión: “El perro de Luis está triste”. „El perro de Luis‟ es un término que tiene
una función análoga a la de un nombre. Es decir, el perro mencionado es uno,
podría llamarse Fido, pero ciertamente, si sólo hay un perro de Luis, la expresión
„El perro de Luis‟ hace las veces de un nombre. Sin embargo, en lugar de utilizar
una constante para simbolizar „El perro de Luis‟ podríamos utilizar una expresión
del tipo „El perro de x‟; donde dependiendo qué nombre pongamos en el lugar de
la x, tendremos que nuestra expresión denota, posiblemente, un objeto distinto:
„El perro de Juan‟= Solovino, „El perro de Hans‟= Parches, „El perro de Luis‟=
Fido. Así estas expresiones son como las funciones, asignan un solo elemento
como valor dependiendo del objeto que ocupe el lugar del argumento.

Hasta aquí basta para saber sobre qué universo de cosas vamos a interpretar
nuestros distintos tipos de variables.

Satisfacción y verdad

Así, una interpretación para un lenguaje cuantificacional o de primer orden


consiste en un conjunto no vacío (Universo de interpretación) y una función de
130

interpretación. En lógica matemática se da una definición rigurosa de lo que es


una función de interpretación en términos de lo que se ha explicado en el
apartado anterior. Para nuestros propósitos baste decir que una función de
interpretación asigna a las letras relacionales, funcionales y constantes las
relaciones, términos funcionales y objetos del dominio que les corresponden
según la interpretación.

Por ejemplo, si nuestro lenguaje constase de la única letra relacional M, y de las


constantes del conjunto A={I, II, III, IV , V, VI}; podríamos decir que si elegimos
cierta interpretación en la que el universo de interpretación será el conjunto no
vacío de número naturales B={1, 2, 3, 4, 5, 6} y la función de interpretación le
asigna a cada uno de los elementos de A un elemento de B de la manera
acostumbrada (es decir a I le asigna el número 1, a IV el 4, etcétera); y a M le
asigna el conjunto de pares ordenados C={ 1,2 , 1,3 , 1,4 , 1,5 , 1,6 ,
2,3 , 2,4 , 2,5 , 2,6 , 3,4 , 3,5 , 3,6 , 4,5 , 4,6 , 5,6 }; entonces
podríamos decir que a M la estamos interpretando como la relación “menor que”.

A continuación caracterizaremos dos nociones que son muy importantes en la


lógica cuantificacional. Veámoslo con algunos ejemplos. Habíamos quedado en
considerar el conjunto de símbolo constantes A={I, II, III, IV, V, VI} y al símbolo o
letra relacional M. También, por supuesto, consideraremos variables xi.
Considerando la interpretación mencionada arriba, escribamos a continuación
algunas fórmulas de nuestro lenguaje:

a) M(x2, x8)47
b) x2=x2
c) x3=x1
d) (x1=x2) ( x1=x2)
e) M(x1, x1)
f) M(V, VI)
g) M(V, III)
h) III = II

Concentrémonos primero en h). Sabemos que debemos interpretar „III‟ como 3 y


„II‟ como 2. Bajo esta interpretación h) dice algo falso: 3 no es idéntico a 2.
Vayamos con g): „M(V, III)‟ que dice bajo nuestra interpretación que 5 es menor
47
Atención: los subíndices en las variables no tienen que ver con los objetos de nuestro dominio
de interpretación B que es un conjunto de número naturales. Los subíndices aquí sólo tienen la
función de diferenciar entre variables distintas. Un poco más adelante se verá a razón de ser de
esta elección en la notación en lugar de la más habitual de „M(x,y)‟, por ejemplo.
131

que 3. También falso. En cambio f) dice algo verdadero. ¿Qué pasa con e)?
„M(x1, x1)‟ dice de algún objeto del dominio que es menor que sí mismo (pues
usa la misma variable: „x1‟). No nos dice cuál objeto tiene esta singular
propiedad, pues en la fórmula se utiliza una variable. Sin embargo, teniendo en
cuenta que esta propiedad no la tiene ningún número natural y siendo nuestro
universo de interpretación un subconjunto de los números naturales (B={1, 2, 3,
4, 5, 6}) sabemos que es también una fórmula que dice algo falso. Pasemos
ahora a d): dice que el objeto designado por x1 es idéntico al designado por la
variable x2 o no lo es. Independientemente de que objetos de nuestro dominio
sean designados por las variables sabemos que d) dice algo verdadero de
cualquier objeto: o tiene la propiedad o no la tiene. En cambio c) dice que el
objeto designado por x3 es idéntico al designado por x1. Recordemos que el
hecho de que se usen variables distintas no implica necesariamente que
denoten objetos distintos. Pues al ser variables, cada una puede tomarse por
cualquier objeto del dominio. Por supuesto que si le asignamos a x 1 un objeto
determinado del dominio (por ejemplo el número 6), deberemos mantener esa
interpretación todo el tiempo. Así, la fórmula c) será “verdadera” o “falsa” según
el objeto que le asignemos a las variables. Por supuesto, hay muchas
asignaciones posibles. Por ello, en estos casos no se habla de verdad o
falsedad sino sólo de satisfacción.

Ciertas asignaciones satisfacen ciertas fórmulas. Ese es el caso de a) y c).


Nótese que para el resto de ejemplos es irrelevante la asignación de objetos que
hagamos para las variables. Pero antes de continuar ¿cómo definimos
formalmente lo que es una asignación?

Nos hemos valido de la notación de variables con subíndices para poder definir
formalmente lo que es una asignación. Una asignación será una sucesión de
elementos de nuestro dominio de interpretación. Una sucesión es una función de
los números naturales en los elementos del domino de interpretación.
Sencillamente, una asignación es una lista (infinita si se quiere) de elementos de
nuestro dominio. No importa que sea finito el número de elementos del dominio.
Una asignación puede repetir cuantas veces se quiera un elemento en distintas
posiciones. Ejemplos:

Asignación S1: 2, 3, 4, 5, 5, 5, 6, ….48

S1 le asigna a x1 el 2; a x2 el 3; a x4, x5 y x6 el 5, etcétera.

Asignación S2: 1, 1, 1, ……. xk=1 para toda k>3.

48
Aquí los puntos suspensivos sólo indican que la sucesión sigue de manera no determinada.
132

S2 le asigna a todas las variables xi el 1.

Asignación S3: 4, 6, 1, 3, 4, 3, 3, 2, 3, …

Pregunta: ¿S3 satisface las fórmulas a) y c)?

Consideremos un ejemplo más. Sea nuestro dominio de interpretación el


conjunto H={Pedro, Juan, Luis, Javier}. Consideramos que únicamente Juan y
Luis se conocen. Consideremos la letra relacional „C‟. Interpretaremos „C(x, y)‟
como x conoce a y. Dadas las fórmulas:

m) C(x1, x2)

n) C(x3, x4)

y las asignaciones S1: Luis, Pedro, Juan, Luis, Javier…; S2: Javier, Javier, Luis,
Pedro, Pedro…

Podemos ver que S1 no satisface m) pero sí satisface n). Mientras que S 2


satisface m) (siempre que consideremos que uno se conoce a sí mismo) y no
satisface n).

A partir de la noción de satisfacción podemos definir la noción de verdad en la


lógica cuantificacional. Diremos que una fórmula es verdadera bajo una
interpretación si es satisfecha por cualquier asignación. En ese caso diremos
que es un modelo de . En consecuencia, la fórmula no será verdadera si
existe cuando menos una asignación que no satisface la fórmula. Ello no
significa que la fórmula sea falsa. La fórmula es falsa en si y sólo si es
verdadera en . Si una fórmula no es verdadera, pero tampoco es falsa decimos
simplemente que es satisfacible.

Ejercicio: ¿Cuáles de las fórmulas a)-h) son verdaderas, falsas o satisfacibles


bajo la interpretación ?

Validez Universal

A partir de estas consideraciones es sencillo formular la noción de validez


universal. Una fórmula es universalmente válida si y sólo si es verdadera bajo
cualquier interpretación, para cualquier universo de interpretación. Dicho de otra
forma: la fórmula será válida si es verdadera de todos los objetos de cualquier
universo que escojamos bajo cualquier interpretación de sus letras relacionales y
funcionales.
133

A las fórmulas que son universalmente válidas se les llama también verdades
lógicas. Ya se habían estudiado verdades lógicas de la lógica proposicional. A
aquellas las llamábamos tautologías. Hay más verdades lógicas además de las
tautologías. En el capítulo dedicado a la lógica proposicional se estudiaron
métodos mecánicos o algorítmicos para decidir si una fórmula era tautología o
no. A continuación veremos que en lógica cuantificacional no es tan fácil dar con
esos métodos y que, de hecho, no existe un método decisorio (es decir,
mecánico o algorítmico) para la validez en la lógica cuantificacional.
Exploraremos brevemente estos métodos en la parte siguiente.

Métodos decisorios y métodos de prueba

En el capítulo dedicado a la lógica proposicional estudiamos brevemente


métodos decisorios para determinar la validez, consistencia o inconsistencia de
esquemas proposicionales. Un método decisorio es un método finito y mecánico
que permite decidir si un objeto dado pertenece a una clase dada. En nuestro
caso nuestros objetos de estudio eran los esquemas proposicionales. De
cualquier esquema S podía hacerse la pregunta de si pertenecía a la clase de
los esquemas consistentes o a la de los esquemas válidos o a la de las
consecuencias lógicas de un conjunto de fórmulas . El procedimiento en
cuestión eran las tablas de verdad o el análisis veritativo funcional de Quine.
Éstos eran métodos decisorios en el sentido que acabamos de explicar: eran
métodos con un número finito de pasos; era un procedimiento mecánico, es
decir, que requería para su realización únicamente de seguir una serie de
instrucciones precisas; y por último, permitían responder afirmativa o
negativamente a la pregunta en cuestión: “¿Es S un esquema válido?”, “¿Es S
consecuencia lógica de ?”, etcétera. También se dice de estos métodos que
son métodos efectivos.

Por otra parte, estudiamos posteriormente métodos de prueba para la lógica


proposicional. Tales métodos trataban de derivar una fórmula o esquema de un
conjunto de fórmulas o esquemas. Sin embargo hay una distinción fundamental
entre un procedimiento decisorio y uno de prueba. El procedimiento de prueba,
de derivación, únicamente nos permite obtener la respuesta afirmativa a la
pregunta de si un esquema S se sigue de un conjunto de fórmulas.
Efectivamente, cuando el esquema es derivado u obtenido por medio de las
reglas permitidas, se ha probado o demostrado que es consecuencia del
conjunto mencionado. Sin embargo, si el esquema no se siguiera del conjunto el
procedimiento de prueba no nos permitiría saberlo sin más. Por ello en lógica
proposicional hacemos uso de los procedimientos decisorios (análisis veritativo
134

funcional) antes de intentar una prueba de deducción, como dictaría la


prudencia.

En lógica cuantificacional las cosas no son tan sencillas. En 1936 Alonzo Church
y Alan Turing demostraron que es imposible encontrar un procedimiento
decisorio para los esquemas cuantificacionales en general. Dicha demostración
excede los alcances del presente libro introductorio, pues pertenece a territorios
avanzados de la lógica matemática. Nos limitaremos a exponer brevemente las
alternativas que quedan al no existir los procedimientos efectivos a la manera
que los tenemos en lógica proposicional.

La imposibilidad de dar con un método efectivo para cualquier esquema


cuantificacional no implica que no haya algunos esquemas cuantificacionales
para los que no haya método efectivo. Sí los hay para una parte de los
esquemas cuantificacionales y los expondremos a continuación.

Equivalencias útiles

Las siguientes equivalencias son ciertas, el lector debe convencerse de ello. Si


es necesario recurra a la interpretación que le haga ver las cosas con claridad:

x (Fx Gx) ( x Fx) ( x Gx)

x (Fx Gx) ( x Fx) ( x Gx)

De igual forma las siguientes implicaciones:

x (Fx Gx) ( x Fx) ( x Gx)

( x Fx) ( x Gx) x (Fx Gx)

Variables libres y variables ligadas

Antes definamos lo que es el alcance de un cuantificador. La idea es sencilla;


decir que algo está dentro del alcance de un cuantificador es decir que está
comprendido en la fórmula cuyo elemento principal es el cuantificador en
cuestión. Ejemplo:

(i) ( x (Gx Fxy)) z Tz

En este caso la fórmula „Gx Fxy‟ está dentro del alcance del cuantificador
universal; el resto de la fórmula cae fuera de su alcance puesto que el conectivo
135

„ ‟ es el conectivo principal. „Tz‟ cae bajo el alcance del cuantificador existencial


„ z‟. Si moviéramos la disposición de los paréntesis en (i), para obtener:

(ii) x ((Gx Fxy) z Tz)

Tendremos que la fórmula ‘(Gx Fxy) z Tz’ cae toda bajo el alcance del
cuantificador universal.

Formalmente, diremos que si en ‘ vi ’, vi es una variable cualquiera y es una


fórmula cualquiera, entonces es el alcance del cuantificador .

Ejercicios: diga cuáles son los alcances da cada uno de los cuantificadores que
aparecen en las siguientes fórmulas.

a) y ( z (Gzy Hyz))

b) y[( z (Fz Jz)) x (Hx)]

c) y( z (Fy Jz)) x (Hx)

d) x (Dxy Rzx) x( y Uxy)

Decimos que una aparición de una variable vi está ligada en una fórmula si y
sólo si está inmediatamente después de un cuantificador (‘ vi’ o ‘ vi’) de la
fórmula o bien está dentro del alcance de un cuantificador que tiene a vi como su
variable (es su variable cuando la variable aparece a lado del cuantificador).
Ejemplos de variables ligadas:

e) x (Gy) en este caso la „x‟ está ligada pues aparece inmediatamente


después de .

f) z (Fxy Rzy) en este caso la variable „z‟ aparece ligada en dos ocasiones:
cuando aparece como variable del cuantificador y cuando aparece en la
fórmula „(Fxy Rzy)‟ que está en el alcance de z.

g) y (Gyx) z (Hyz) las primeras dos apariciones de „y‟ están ligadas, la


tercera no lo está. La variable „x‟ no está ligada; la variable „z‟ aparece ligada en
dos ocasiones.

Si una variable no está ligada, decimos que está libre.

Si en una fórmula no hay ninguna variable libre decimos que la fórmula está
cerrada. Si la fórmula no está cerrada decimos que está abierta.

Más equivalencias.
136

Ponga atención en las siguientes equivalencias y en las restricciones que se


hacen acerca de las variables.

Sean y fórmulas cualesquiera, entonces:

I) x x( ) si x no aparece libre en

II) x x( ) si x no aparece libre en

III) x x( ) si x no aparece libre en

IV) x x( ) si x no aparece libre en

V) x x( ) si x no aparece libre en

VI) x x( ) si x no aparece libre en

VII) x x( ) si x no aparece libre en

VIII) x x( ) si x no aparece libre en

Fórmulas prenexas

Las equivalencias citadas arriba son de mucha utilidad a la hora de llevar los
cuantificadores hacia el exterior de una fórmula o a su interior. Cuando sacamos
todos los cuantificadores de una fórmula y los colocamos en una hilera junto a la
cual queda solamente un esquema proposicional con letras predicativas y
variables libres tenemos lo que se llama una fórmula o un esquema prenexo.
Todas las fórmulas de nuestro lenguaje tienen un equivalente en forma prenexa.
En general una fórmula prenexa tiene la siguiente estructura:

Q1v1 Q2v2…Qnvn

Donde Qk { , } y v1, v2, …, vn son variables y es una fórmula libre de


cuantificadores.

Veamos algunos ejemplos de cómo pasar de una fórmula cualquiera a su forma


prenexa.

A) x [(Gx Hx) (Hx Mx)] x (Gx Mx)

En este ejemplo podemos notar una característica que a menudo va a ser


necesario resolver antes de pasar a utilizar las equivalencias I-VIII para prenexar
una fórmula. Podemos encontrarnos, como en este caso, que la misma variable
es utilizada en varias partes de la fórmula. En nuestro ejemplo siempre aparece
137

la variable x, sin embargo los tres cuantificadores universales tienen alcances


distintos (ninguno afecta a otro); por ello estamos en la libertad de hacer cambio
de variables:

A’) x [(Gx Hx) (Hx Mx)] z (Gz Mz)

Ahora procedemos con nuestras equivalencias I-VIII:

A’’) z ( x [(Gx Hx) (Hx Mx)] (Gz Mz)) por VI

A’’’) z x ([(Gx Hx) (Hx Mx)] (Gz Mz)) por VII

Así, la forma prenexa de A) resultó ser: z x ([(Gx Hx) (Hx Mx)] (Gz
Mz))

B) xFx ( xGx xHx)

En este caso no sólo cambiamos variables sino que eliminamos el conectivo „ ‟


dado que no existe una equivalencia correspondiente para el bicondicional que
sirva para sacar los cuantificadores:

B’) xFx ( yGy zHz)

B’’) xFx ([ yGy zHz] [ zHz yGy])

Procedemos ahora con las equivalencias I-VIII:

B’’’) x (Fx ([ yGy zHz] [ zHz yGy])) por VII

B’’’’) x (Fx ( z[ yGy Hz] y[ zHz Gy])) por VI, dos veces

B’’’’’) x (Fx ( z y[Gy Hz] y z[Hz Gy])) por VII, dos veces

B’’’’’’) x (Fx ( z y[Gy Hz] w u[Hu Gw])) nuevo cambio de variables

Después de algunos pasos más obtenemos:

B*) x z w y u (Fx [(Gy Hz) (Hu Gw)])

El ejemplo A) nos servirá como pauta para presentar un método decisorio para
la validez de cierto tipo de fórmulas de la lógica cuantificacional. Veremos qué
sucede respecto a la validez de una fórmula abierta. La validez de una fórmula
abierta equivale a la validez de la misma fórmula bajo cierre universal. Esto
quiere decir que dada una fórmula cualquiera con una o más variables libres, al
poner al frente de la fórmula tantos cuantificadores universales como distintas
138

variables libres tenga la fórmula, entonces si la fórmula era válida también lo es


su correspondiente fórmula cerrada. Veamos un ejemplo:

x (Gx Hyx)

Ésta es una fórmula abierta, su cierre universal es:

y x (Gx Hyx)

Preguntarnos por la validez de la primera fórmula es preguntarnos si será


verdadero para cualquier interpretación de G y H que dado un objeto que sea G
entonces este estará en la relación H con otro objeto y, cualquiera que este sea.
Esto es lo mismo que comenzar preguntándonos si para cualquier interpretación
de G y H entonces dados dos objetos cualesquiera si uno es G entonces estará
en la relación H con el otro. La fórmula es un ejemplo de una fórmula no válida.

Lo anterior nos dice que cuando nos preguntamos acerca de la validez de una
fórmula cualquiera que está antecedida por un cuantificador universal, podemos
eliminar éste y preguntarnos por la validez de la fórmula sin el citado
cuantificador. Veamos un ejemplo en el que la fórmula en cuestión es válida,
tomemos el anterior ejemplo A). El ejemplo A) era la formalización del silogismo
Barbara:

x [(Gx Hx) (Hx Mx)] x (Gx Mx)

Habíamos obtenido su forma prenexa que era:

z x ([(Gx Hx) (Hx Mx)] (Gz Mz))

Si atendemos a lo que acabábamos de decir acerca de los cuantificadores


universales al inicio de la fórmula respecto a la validez, deberemos admitir que la
validez de A) es equivalente a la validez de:

P) x ([(Gx Hx) (Hx Mx)] (Gz Mz))

La fórmula recién citada es una fórmula existencial. A las fórmulas como éstas,
que carecen de cuantificadores universales les llamamos existenciales puros.
Una fórmula en general es válida si su negación es inconsistente, es decir, si su
negación es falsa bajo cualquier interpretación. La negación de una fórmula
existencial es una universal, la negación de P) es:

x ([(Gx Hx) (Hx Mx)] (Gz Mz)) x ([(Gx Hx) (Hx Mx)] (Gz
Mz))
139

P’) x ([(Gx Hx) (Hx Mx)] (Gz Mz))

¿Podríamos probar que P‟) es inconsistente? Como P‟) dice que no hay objeto
alguno x que cumpla con lo establecido en la fórmula ‘*(Gx Hx) (Hx Mx)]
(Gz Mz)’, bastará, para mostrar su inconsistencia que hay al menos un objeto
que cumple con ello. La técnica que hay que usar es la siguiente: vayamos
nuevamente a P) que es la fórmula cuya validez queremos demostrar. Ahora
tómese la variable libre y sustitúyesela en lugar de todas las variables ligadas,
eliminando el cuantificador que queda:

[(Gz Hz) (Hz Mz)] (Gz Mz)

Este resultado es válido veritativo funcionalmente. Por tanto la fórmula inicial es


válida; es una verdad lógica. Éste método es decisorio pues la fórmula a la que
se lo apliquemos será válida sólo si el resultado de sustituir las variables ligadas
por la variable libre en todas las instancias es válido veritativo funcionalmente.
Sin embargo este método sólo funciona para los existenciales puros, es decir,
para cuando tengamos una fórmula que en su forma prenexa tenga únicamente
cuantificadores existenciales; o bien, si antes de los cuantificadores existenciales
hay una hilera de universales que pueda ser eliminada por los criterios ya
mencionados.

Si tuviéramos más de una variable libre lo que hay que hacer es hacer todas las
sustituciones que sean necesarias y las instancias ponerlas en disyunción. Por
ejemplo:

Fórmula: y x z ((Gzy Gzx) Gxy)

Existencial puro: z ((Gzy Gzx) Gxy)

Sustitución de las variables ligadas del existencial puro por las variables libres:

((Gyy Gyx) Gxy) ((Gxy Gxx) Gxy)

En este caso, el resultado no es válido veritativo funcionalmente. Por tanto la


fórmula no es verdad lógica. Como mencionábamos, éste método sólo funciona
para los siguientes casos:

a) Cuando la forma prenexa sólo tiene cuantificadores universales: en este caso


la validez de la fórmula se reduce a la validez veritativo funcional de la matriz de
la fórmula prenexada.
140

b) Cuando sólo quedan cuantificadores existenciales con alguna variable libre:


por el método recién citado de sustituir las variables ligadas por las libres y
verificar la validez veritativo funcional del resultado.

c) Cuando queda en la fórmula prenexada una hilera de n cuantificadores


universales seguida por una hilera de cuantificadores existenciales: por el
método descrito, eliminando los cuantificadores universales.

d) Cuando sólo quedan cuantificadores existenciales sin variables libres:


ponemos una letra arbitraria en lugar de las variables de la matriz y pasamos a
verificar la validez veritativo funcional.

Como puede intuirse, basta con que se nos presente una fórmula como ‘ y z
((Hzy Hyz) Hzz)’ para que el método ya no sea aplicable. Sin embargo, que no
existan métodos decisorios para cualquier tipo de fórmula no significa que no
podamos saber si una fórmula dada es válida o no. Contamos con métodos de
prueba que nos permiten demostrar que una fórmula es válida de manera
indirecta. También podremos verificar si una fórmula dada se sigue de un
conjunto de fórmulas. La diferencia con los métodos decisorios, como ya se
había mencionado, es que los métodos de prueba sólo nos permiten llegar a una
respuesta afirmativa en la medida que conseguimos llegar al resultado deseado.
Pero de no encontrarlo no se sigue que el método nos hubiera dado una
respuesta negativa sino simplemente que no la hemos encontrado.

Método indirecto: reducción al absurdo.

A continuación expondremos un breve método de prueba que nos ayudará a


detectar si una fórmula cuantificacional el universalmente válida o si una fórmula
se sigue de un conjunto dado de fórmulas. Antes de presentar el método
presentaremos importantes reglas.

Instanciación Universal. 49

Empecemos por introducir notación. Sea una fórmula cualquiera, denotamos


con [x/c] al resultado de sustituir todas las apariciones libres de la variable x en
la fórmula por c (c puede ser una constante individual o una variable
individual).

49
Las reglas que expondremos a continuación también se conocen como: Especificación del
Universal (EU), Especificación del Existencial (EE), Introducción del Existencial (IE) e
Introducción del Universal (IU). Con estos nombres se usarán en el apéndice II.
141

La regla de instanciación universal (IU)50 nos permite derivar de x( ) una


fórmula [x/c]. Esta derivación descansa en el hecho de que x( ) implica [x/c].
Dicho de manera intuitiva, esta regla nos dice que de un caso universal
podemos inferir válidamente un caso particular. Es decir, si sabemos que todos
tienen la propiedad , entonces c la tiene.

Ejemplos:

Premisa: x (Fx Gx Tx) Por demostrar: Fa Ga Ta

1. x (Fx Gx Tx)

2. Fa Ga Ta por IU de 1: x (Fx Gx Tx) [x/a]

Premisas: y Ryc, x Fx Por demostrar: Rcc Fe

1. y Ryc

2. x Fx

3. Rcc por IU de 1: y Ryc [y/c]

4. Fe por Fe

5. Rcc Fe conjunción de 3 y 4

Instanciación Existencial.

Hay una regla para la eliminación del cuantificador existencial, para obtener
instancias de una fórmula dada x( ). Sin embargo, no debe suponerse que
esta regla funciona de manera similar a IU. La instanciación existencial (IE) nos
permite obtener de x( ) cierta instancia [x/c]; pero con importantes
restricciones. En primer lugar hay que tener presente que x( ) no implica [x/c].
Por ejemplo, si es cierto que hay alguien que es calvo, no podemos inferir de ello
que Juan es el que está calvo.

Para hacer un uso correcto de IE debemos tener en cuenta lo siguiente: la


variable o constante que elijamos para hacer la instanciación ha de ser nueva en
la derivación; es decir, no aparecer en pasos anteriores. Esta restricción es
importante porque nos prohíbe suponer cosas de un objeto específico que ya

50
Llamada también regla de eliminación de .
142

figura en nuestra derivación o en nuestros supuestos. Veamos un ejemplo de lo


que ocurriría si no observamos esta restricción:

1. x (Px Rx) Premisa

2. Pa Premisa

3. x Rx Premisa

4. Ra Mala aplicación de IE

5. Pa Ra por IU de 1: x (Px Rx) [x/a]

6. Ra Modus Ponens de 2 y 5

7. Ra Ra conjunción de 4 y 6

¡CONTRADICCIÓN!

Supongamos que interpretamos nuestro argumento en el universo de los


números naturales, que „Px‟ significa “x es par” y que „Rx‟ significa “x es primo”.
Así la premisa „Pa‟ pudo significar “4 es par”. Cuando en el cuarto paso de
nuestra derivación ignoramos la restricción que acabamos de mencionar para IE,
e instanciamos con una constante ya utilizada, acabamos concluyendo que el
mismo número es primo y no es primo, es decir, una contradicción, cuando las
premisas eran perfectamente consistentes.

Adicionalmente, como ya dijimos que x( ) no implica [x/c], la fórmula [x/c] no


debe aparecer como línea final de una prueba, es decir, no podemos asumirla
como conclusión. Es sólo un paso intermedio para obtener otra fórmula . Por
último hay que hacer explícito que la instancia elegida es totalmente arbitraria,
es decir, si una de nuestras premisas nos dice que x( ) y queremos inferir
con su ayuda, la constante elegida, digamos „c‟, no debe aparecer en los
supuestos anteriores como ya se había dicho, pero tampoco en mismo ni en .

Suponer tal instancia de x( ), es entonces como decir: “puesto que algún


objeto tiene la propiedad , supongamos que c es tal, entonces…”. De esta
forma la instancia [x/c] es como un nuevo supuesto. Por último, recalcamos
que este supuesto es sólo un paso intermedio para obtener otra conclusión
deseada.

Formalmente la inferencia sigue este patrón: en algún paso de la derivación


ocurre la fórmula existencial x( ); por nuestra parte añadimos como premisa la
instancia [x/c]; ello nos permite alcanzar ulteriormente la conclusión ; puesto
143

que obtuvimos gracias al supuesto [x/c], debemos añadir un paso más a la


derivación que indique que [x/c] . Luego, podemos concluir por IE.

Veamos un par de ejemplos:

1. x (Hx Mx) Premisa

2. x Hx Premisa

3. Hs Premisa

4. Hs Ms por IU de 1: x (Hx Mx) [x/s]

5. Ms Modus Ponens de 3 y 4

6. x (Mx) Por GE de 551

7. Hs x(Mx) Condicionalización

8. x (Mx) por IE

Nótese que la inferencia final no es producto de un Modus Ponens, como podría


sugerirlo la forma de condicional del paso número 7. Esa línea nos indica que lo
único que hemos demostrado hasta el momento es que si un objeto s es H,
entonces existe algún M. La inferencia final por lo tanto existe algún M, se hace
por la regla de IE que nos permite llegar a una conclusión ulterior suponiendo
que un objeto arbitrario s tiene la propiedad enunciada en una fórmula
existencial anterior.

Generalización Existencial

Es momento de introducir una regla más, la Generalización Existencial (GE).


Como acabamos de ver en la derivación anterior, pasamos de un caso particular
„Ms‟ a su generalización existencial ‘ x(Mx)’. Es decir, pasamos de “s es un M” a
“hay algún M”. La regla dice que es posible inferir de una fórmula [x/c] la
fórmula x . Esta inferencia es totalmente válida. Por tanto no hay restricción
alguna. Veamos un ejemplo de este tipo de inferencia en un argumento:

Todos mis amigos admiran a Pelé o no gustan del futbol. Sin embargo mi amigo
Luis no admira a Pelé; por lo tanto hay personas que no gustan del futbol.

51
A continuación se explicará esta regla.
144

El anterior argumento tiene la siguiente forma:

1. x (Axa (Dxp Gx))

2. Aua Dup / z Gz

Demostración:

3. Aua (Dup Gu) por IU de 1: x (Axa (Dxp Gx)) [x/u]

Aua Simplificación de 2

5. Dup Gu Modus Ponens de 3 y 4

6. Dup Simplificación de 2

7. Gu Silogismo disyuntivo de 5 y 6

z Gz por GE de 7

Ahora estamos capacitados para aplicar el método de reducción al absurdo para


comprobar la validez de una fórmula cuantificacional. Los pasos son muy
sencillos. Nos basaremos en la siguiente idea: dado el esquema a comprobar
supongamos como premisa su negación. Usaremos la forma prenexa de la
negación. Como los cuantificadores aparecen en un extremo de la fórmula
podemos fácilmente inferir sus instancias, ya sea por medio de IU o de IE
(siguiendo las restricciones acerca de las variables). Si por este medio llegamos
a obtener un esquema que sea inconsistente veritativo funcionalmente (pues
hemos quitado los cuantificadores por medio de IU e IE) entonces nuestra
fórmula inicial era válida (pues la negación ha implicado una inconsistencia), es
decir, una verdad lógica.

Véase que llegamos a esta conclusión de manera indirecta, a partir de la


inconsistencia de la negación de la fórmula. Véase también que si la fórmula no
fuera válida, su negación no podría implicar una inconsistencia. He aquí donde
queda de manifiesto que este método de prueba no es un método decisorio.

A continuación veremos cómo funciona el método de reducción al absurdo para


una fórmula universalmente válida de la lógica cuantificacional:

(S) y x (Rxy Rxx)

La negación de esta fórmula es:

(S’) y x (Rxy Rxx)


145

Esta fórmula ya está en forma prenexa por lo tanto nos limitaremos a desarrollar
el método:

1. y x (Rxy Rxx) Premisa

2. x (Rxa Rxx) Suponemos nueva premisa (por IE)

3. Raa Raa por IU

¡Contradicción!

Aquí debemos hacer una observación: no hemos concluido la prueba según las
restricciones que dijimos que se aplicarían cuando usamos IE en una derivación.
No lo hacemos porque esta no es propiamente la derivación de una fórmula de
un conjunto dado de fórmulas, sino que es solamente un procedimiento de
prueba indirecta para detectar validez universal.

Generalización Universal

La última regla que nos falta introducir es la de la Generalización Universal (GU).


Por supuesto que es inválido generalizar a partir de casos particulares. Sin
embargo, una regla de introducción del cuantificador universal a partir de
instancias es posible siempre y cuando atendamos a las siguientes restricciones:
podemos derivar la fórmula x de una fórmula [x/c] si la constante c no ocurre
en ni en ninguno de los supuestos iniciales. Es decir, sólo podemos
generalizar universalmente si la constante o instancia a partir de la cual vamos a
generalizar fue el resultado de una elección arbitraria anterior. Por ejemplo:

1. x (Hx Mx)

2. y (Gy Hy) / x (Gx Mx)

3. Hs Ms por IU de 1

4. Gs Hs por IU de 2

5. Gs Ms por silogismo hipotético de 3 y 4

6. x (Gx Mx) por GU de 5

Véase como la constante s no figura en la fórmula x (Gx Mx) ni en los


supuestos iniciales, cuando surge es por una elección totalmente arbitraria (en
los dos casos por IU).
146

El mismo método de reducción al absurdo puede funcionarnos para averiguar si


una fórmula se sigue o no de un conjunto dado de fórmulas. Lo que está detrás
de esta aplicación es el siguiente hecho:

si y solamente si { no es satisfacible52

Así, dada una fórmula , si queremos comprobar si ésta se sigue de un conjunto


dado de fórmulas , lo único que tenemos que hacer es tomar junto con el
resto de premisas (el conjunto ) y ver por el método descrito si podemos
obtener el esquema inconsistente.

Por último hay que mencionar la finalidad real del sistema deductivo con el que
ahora contamos considerando juntas las reglas del capítulo de lógica
proposicional y las nuevas cuatro reglas. Juntas constituyen un sistema
completo de reglas para la lógica proposicional. Es decir, si suponemos estas
reglas junto con todas las tautologías de la lógica proposicional, podremos hacer
todas las derivaciones de fórmulas que sean consecuencia lógica de otros
conjuntos de fórmulas. Si además quisiéramos tener un sistema que nos
permitiera obtener todas las verdades lógicas sólo tendríamos que añadir un
número limitado de axiomas para la lógica cuantificacional. Es un resultado
sumamente importante el de la completud de la lógica de primer orden. Este
resultado se lo debemos a Kurt Gödel. La completud significa que todas las
verdades lógicas son deducibles. Este resultado nos muestra la importante
relación entre el enfoque semántico y el enfoque sintáctico de la lógica, es decir,
entre la mera derivación “mecánica” y la relación de consecuencia lógica.

Concluimos con una serie de ejercicios para el lector.

I. Diga si las siguientes fórmulas son universalmente válidas. Si no lo son


proponga una interpretación que las haga falsas.

a) x (Fx Tx) ( x Fx x Tx)

b) ([ x y (Rxy Ryx)] [ x y z ( (Rxy Ryz) Rxz)]) ( x Rxx)

c) ( xFx yGy) x (Fx Gx)

d) x y (Axy Axx) z w (Azw xAxx)

e) x (Hx y (Aay Oxa)) z Oza

52
En nuestra prueba por reducción al absurdo esto se traducirá en “ si y solamente si
{ implica un esquema veritativo funcional inconsistente”.
147

II. Demuestra que la conclusión indicada se sigue del conjunto de premisas


(fórmulas entre llaves separadas por comas). Si es el caso realice la derivación
por medio de las reglas estudiadas.

a) { y(Dy (Fy Hy Ny)), z (Hz Nz), Hb, Da ( Ha Na), Da} / x Nx


y Fy

b) { z x (Sxy Syx) w Gw, x (Sxc z y (Rzy Tzx Tzc)), Scc} / xGx

c) { x y z((Pxy Pxz) Dyz), x(Pxa (Pxb Pxc)), x(Pxb z Pzz), y(Pya


Pxb)} / z (Pza Pzz)

En el apéndice II el lector podrá encontrar desarrolladas las derivaciones de las


figuras silogísticas. Como ejercicio de traducción el lector debe traducir los
axiomas de la parte de teoría de conjuntos al lenguaje de la lógica
cuantificacional.

Bibliografía:

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matemática, Santiago de Chile, Universitaria: Universidad Nacional Andrés
Bello, 1998, 589 p.
149

Capítulo V

Acerca del ejercicio de la Lógica

Gabriel Ramos García

El artículo propone la consideración de que quienes ejercen la lógica deben


tener la precaución de hacerlo de manera crítica y no meramente mecánica o
computacional. Se ilustran las dificultades que no seguir tal prescripción
entrañan primeramente a través de una reivindicación de la silogística de corte
aristotélico, posteriormente por medio de una apostilla a la lógica clásica
cotidiana -la disyunción excluyente- y la posibilidad de complementar una y otra
en el sistema cuantificacional, salvando el sesgo que pudiera existir entre
ambas, y finalmente se propone una nueva falacia no catalogada previamente,
como evidencia de la vida corriente de la lógica.

I. Hilbert, Ackerman y Russell vs la silogística

Considerando la distinción escolástica referida por el Maestro García Olvera 53


entre lógica menor -formal o de la razón correcta- y lógica mayor -material o de
la razón verdadera-, puntualicemos la no reciprocidad de la relación: La lógica
mayor comprehende a la lógica menor, pero la lógica menor no comprehende a
la mayor.

No obstante, las herramientas de la lógica mayor son precisamente los artificios


propios de la lógica menor, es a través de las “logísticas” o cálculos, concebidos
como descripciones sistemáticas del pensamiento que podemos buscar
acercarnos a la lógica que de hecho sea capaz de describir el mundo material y
de la razón verdadera.

Ser incapaz de distinguir los límites entre una y otra suele cernirse como el
estigma del estudioso de la Lógica, cuya búsqueda por razones fundantes con
frecuencia es caricaturizada como un intento por subsumir la experiencia
humana a esquemas inferenciales mínimos.

Considerando que la lógica es ambos, ciencia autónoma y parte de la filosofía,


no ha de soslayarse el interés en la lógica mayor, y haciéndolo así, se vuelve

53
Francisco García Olvera. Lógica Formal para principiantes. México, UNAM, 2008. p. 35
150

menester concebir a la lógica como una ciencia que se ocupa del estudio de los
actos de la razón y no sólo como ciencia de la inferencia deductiva.

La falibilidad es tal vez el primer tema en la mente de los estudiosos al ocuparse


de alguna de las manifestaciones de la lógica. Encontrar un sistema como
erróneo es un paso importante en el desarrollo de la lógica, pues la tarea crítica
supone que existen elementos para salvar los yerros en que pudiera incurrirse,
evidencia -por decirlo así- de la expansión de horizontes de juicio. Para
conceder lo anterior habría que pensar que de hecho el crítico ha considerado
todos los aspectos que errante consideraba al momento de cometer su falla,
además de contar con el privilegio de una visión más completa que lo exime -
según él- de incurrir en fallas semejantes.

Fue tal el caso de la silogística de base aristotélica, todavía estudiada por


muchos en la actualidad, pero por pocos reconocida por su auténtica valía.
Como se observó en el artículo de Lógica aristotélica contenido en este
volumen, hay mucho más entrañado en lo que se ha de considerar como Lógica
aristotélica que lo usualmente considerado.

Revisaremos a continuación algunos aspectos de la silogística derivada del


corpus lógico aristotélico, partiendo de presuntas críticas de tres importantes
teóricos de la lógica: Hilbert, Ackerman y Russell.

Tradicionalmente los lógicos incluyen en su discurso un reconocimiento al


esfuerzo de Aristóteles, quien a pesar de haber vivido en tiempos en que la
gente no sabía hacer lógica, hizo un gran papel con sus aportaciones. El
reconocimiento al empeño de Aristóteles se tornaría un vilipendio de no ser
porque, de nuevo a la luz de la historia, es posible reivindicar el poder de la
lógica derivada de sus trabajos.

Elementos de Lógica Teórica54 de Hilbert y Ackerman concede un parágrafo a la


bondad de la silogística antigua, en el que exponen la vigencia de casi todas las
formas silogísticas escolásticas en las novedosas formas lógicas de su tiempo,
puntualizando la necesidad del supuesto existencial antes de validarlas todas.

El supuesto existencial de Hilbert y Ackerman se refiere a la propiedad de los


juicios universales (A, E) de implicar a sus subalternos (I, O respectivamente)
por conversión accidental (intercambio de sujeto por predicado y cambio en la
cantidad de universal a particular). Los modernos puntualizan que tal
procedimiento implica un supuesto para todos los juicios universales de la forma

54
D. Hilbert & W. Ackerman. Elementos de lógica teórica. Madrid, Tecnós, 1962. p. 70-77
151

“todos los A son B”: se da por sentado que no se refieren a clases nulas. La
precisión que Hilbert y Ackerman reclaman está orientada a las aplicaciones
matemáticas de la lógica; su artículo está orientado a ilustrar que las nuevas
teorías lógicas comprehenden a las antiguas y las superan en poder expresivo y
posibilidades inferenciales.

No parece haber complicaciones en el modo en que Hilbert y Ackerman integran


en su corpus teórico los elementos de silogística y el cálculo de clases 55; no
obstante respecto a la descripción de la construcción de silogismos sí hay un
yerro cuyas implicaciones deben ser consideradas.

En los tres enunciados agrupados entran en total tres conceptos,


el concepto sujeto (S), el concepto predicado (P) y el concepto
medio (M); la conclusión tiene la forma SP, y de las premisas la
primera contiene los conceptos M y P, y la segunda los M y S.
Obsérvese que el orden de sucesión de S y P fijado en la
conclusión no representa restricción alguna de la generalidad,
pues a partir de una cualquiera de las figuras del silogismo que
siguen se llegaría siempre a una figura que tuviese PS como
conclusión por mero cambio de designación e inversión en el
orden de las premisas; por tanto se encuentran las siguientes
cuatro figuras fundamentales de silogismos.56

MP PM MP PM

SM SM MS MS

SP SP SP SP

Aunque las figuras silogísticas superan el escrutinio de Hilbert y Ackerman, el


entendimiento de la silogística que los modernos exhiben respecto a la
silogística no es tan afortunado.

55
De hecho se ilustra la sugerencia de los autores en nuestro apéndice de figuras silogísticas.
56
Ibid. p. 71
152

Si prestamos atención a las razones en las que basan el orden de sujeto y


predicado en las conclusiones de las figuras silogísticas, podemos observar que
lo consideran como consecuencia del mero orden de enunciación de las
premisas, es decir dadas premisas 1) MP, 1) SM se infiere una conclusión 3)SP;
asimismo, dadas premisas 1) SM, 2) MP se llegaría a una conclusión PS.

La conclusión PS resultaría problemática porque no cumple con la estructura


que Hilbert y Ackerman persiguen validar, pero esa no es la razón por la que
sería un asunto delicado: Si fuera verdad que el orden de enunciación valida
nuestras inferencias, sería posible deducir cuando menos un razonamiento
inválido.

De los 19 modos válidos de silogismo, 18 tienen en la conclusión un juicio tipo E,


I para todos los cuales es admisible la conversión simple, (cambio de sujeto por
predicado); el único silogismo cuya conclusión no cumple con tal propiedad es el
Barbara de primera figura. Sucedería una catástrofe, pues así como “Todos los
mexicanos son valientes, todos los campechanos son mexicanos, luego, todos
los campechanos son valientes.” es válido, sería válido también “todos los
campechanos son mexicanos, todos los mexicanos son valientes, luego todos
los valientes son campechanos”. Considerar que el orden de enunciación es un
factor que determina la validez de las inferencias es un error grave, pero que
sólo se evidencia en uno de los 19 casos por sólo haber uno que tiene
conclusión universal afirmativa. Consideremos ahora el contraste en la
enunciación de los términos entre la primera y la cuarta figura:

MP PM

SM MS

SP SP

Lo anterior podría sugerir que se sostiene la relevancia inferencial del orden de


enunciación, pero no explica por qué hay 5 formas válidas de silogismo en la
cuarta figura (Calemes, Fresison, Dimatis, Bamalip y Fesapo) en contraste con
los 4 de la primera, ni explica por qué no hay ninguna conclusión universal
afirmativa en cuarta figura.

La razón es que las inferencias válidas en la silogística no están dadas por el


orden de enunciación, sino que son entrañadas por los juicios a partir de los que
se desarrolla el razonamiento.
153

Existe un caso en el que el orden de enunciación puede ser un indicador de


relevancia, pero sólo para con la corrección metodológica, pues resulta una
consideración nimia para con la deducción. El Darapti de tercera figura, se
conforma de dos juicios universales afirmativos, pero no llega a una conclusión
universal afirmativa. La razón es que las premisas no aportan información en
torno al modo en que se relacionan los términos entre sí; sabemos simplemente
que están relacionados con el término medio, de modo que lo mismo sería
admisible concluir “algo con suerte va al cielo” que “algo que va al cielo tiene
suerte” de “Todos los perros tienen suerte” y “Todos los perros van al cielo”; por
supuesto, la premisa mayor es la que es más abarcante respecto al término
medio, y la menor la que es abarcada por éste, tal relación es imposible de
establecer en el Darapti, luego, pretender que existe un criterio unívoco para
definir cuál es la premisa menor y cual la mayor en este caso sería un error,
pues estaríamos atribuyendo al silogismo relaciones que no tiene. Si nuestro
interés fuera meramente metodológico, podríamos entonces sí apelar al orden
de enunciación, pero solamente porque en este caso su instrumentación resulta
nimia.

En el yerro de Hilbert y Ackerman podría tratarse más bien de una ambigüedad


al referirse a las múltiples combinaciones posibles entre los términos que
conforman el silogismo; en este tipo de ambigüedades podría tener origen
también la errada creencia de que la premisa mayor es la que aparece escrita
“arriba”, o es la primera que se enuncia, frecuentemente sugerido por manuales
de lógica; aunque no tuviera este error su origen en el texto de Hilbert y
Ackerman, se explica por causas análogas a aquel, pues son ambos síntoma del
uso de una sistematización obsecada y no de una metodología adecuada para el
razonamiento.

Un error semejante podemos encontrarlo en el artículo de Sir Bertrand Russell


“La lógica de Aristóteles”57. El noble inglés rinde pleitecía a la obra del estagirita,
para luego hacer sus apuntes en torno a los errores de Aristóteles que juzga
permearon toda la historia de la lógica antes del siglo XIX.

Bertrand Russell se refiere también al asunto del supuesto existencial -como


Hilbert y Ackerman-, y se puede conceder -como a Hilbert y Ackerman- que la
verdad de los silogismos de premisas universales y conclusión particular
necesitan no referirse a clases vacías para sostenerse; lo que no se puede
conceder es el ejemplo a partir del que Russell problematiza con la silogística:
57
Bertrand Russell. Escritos Básicos. Artemisa, México, 1985. p. 193-199
154

“Todas las montañas de oro son montañas,

todas las montañas de oro son de oro,

luego algunas montañas son de oro.”58

Aunque sería posible hacer corresponder el ejemplo con el Darapti de tercera


figura, (Todo A es B, Todo A es C, luego algún C es M), el ejemplo transgrede las
reglas de composición del silogismo, pues la reiteración de información hace que
el término medio aparezca en la conclusión -lo cual es una violación a las leyes
del silogismo-, debido a que los presuntos juicios a partir de los que se hace el
silogismo ostentan repetición de términos -otra violación-.

Claro, no hay que dejar de notar que Russell busca evidenciar que los
silogismos Darapti están basados en información hipotética, y ciertamente es un
modo de ilustrar que hay información implícita en estos razonamientos, pero no
se justifica pretender hacer crítica de la silogística al tiempo que se pasan por
alto sus principios.

II Las disyunciones

Hilbert, Ackerman y Russell ilustran una confusión que no es inusual: hacer


silogismos con el solo gesto de hacerlos silogismos. Algo semejante sucede con
las formalizaciones del discurso natural que hacemos en lógica clásica, cuando
dos frases disyuntivas de distintas características se simbolizan por igual con el
operador “ ”. En la frase “con que sea rico, o apuesto me conformo”, la
disyunción es incluyente. Aunque se sugiere que con una de las dos condiciones
basta para la conformidad del agente en cuestión, los disyuntos no obstan entre
sí para la consecución del efecto deseado; no sucede lo mismo con la
disyunción “x es número par o es non”, pues se refiere a condiciones
excluyentes entre sí. Aunque en términos prácticos la disyunción incluyente nos
sirve para solventar el uso que necesitamos (digamos “te callas o te saco”, que
se traduciría , es equivalente a , que se traduciría “si no te callas,
te saco”) con frecuencia la no incursión de la disyunción excluyente es un factor
que contribuye en la formación de un sesgo entre la lógica y la vida cotidiana,
pues muchas de las inferencias de la vida cotidiana que son inválidas utilizando

58
Ibid. p. 95
155

sólo los operadores son válidas si se agrega la disyunción


excluyente .
156

La disyunción excluyente, como se observa, tiene el valor de verdad


contradictorio respecto a la bicondicional; ésta es falsa cuando hay concordancia
en los valores de verdad de las variables involucradas, en tanto que la
disyunción excluyente sólo será verdadera cuando hay discordancia en los
valores de verdad de las variables sobre las que opera.
157

A continuación se explicita el proceso de equivalencia de las conectivas clásicas


a la disyunción excluyente:
158
159

Es decir, de:

Puede inferirse “ ” en virtud de las propiedades de la implicación material, la


doble negación y de la regla de inferencia de adición.

Y en consecuencia
160

Queda más claramente expuesto del siguiente modo:

p.

Adición 1

Doble Negación 2

De Morgan 3

De Morgan 4

Implicación material 5

Equivalencia Material 6

Implicación excluyente

Naturalmente estamos postulando la siguiente regla de equivalencia:

El operador de Exclusión

El operador de exclusión funciona en escenarios donde la verdad de un disyunto


excluye de manera necesaria la posibilidad de verdad del otro, por ejemplo en la
democracia de los Estados Unidos de Norte América, tu voto es por los
demócratas o por los republicanos; en la naturaleza, los críos son machos o
hembras; en la matemática los números enteros son pares o son nones… Tales
disyunciones deberían sustituirse como su vigencia podría ser
controversia debido a las excepciones que pudieran presentarse en cada caso.
Pensando en ello es que proponemos como ilustración la fonda Hilbert.

En la fonda Hilbert existe un menú de cuatro tiempos, los comenzales deben


escoger una y sólo una de las opciones en para cada uno de los tiempos; no
pueden saltarse ningún tiempo, sustituir platillos ni repetir o alguna otra variación
no contemplada.
161

Sopa o consomé

Arroz o pasta

Pollo o pescado

Arroz con leche o chongos zamoranos

De suerte tal que las combinaciones posibles siguieran la estructura


y existiría un número limitado de combinaciones de comidas:
256.

Al operador de exclusión se le encontrará más comúnmente enunciada como


disyunción en el habla, digamos:

1. Carlos viene con Nancy o con Mónica.

2. Carlos viene con Nancy.

3. Luego, Carlos no viene con Mónica.

Claramente su formalización es:

Ya en lenguaje formal sería más fácil leer “N M” como “N excluye M”, pues
seguir pensándolo en su forma disyuntiva así se modifique por “solamente N o
solamente N”, o cualquier otra donde se mencione la “o” resulta confuso al
momento de trabajar derivaciones.

La cuantificación de la exclusión

x Px Qx

El operador es susceptible de cuantificarse. Esta fórmula sería verdadera sólo


en casos en que el universo de discurso efectivamente se agotara en los dos
conjuntos que entre sí se excluyen.
162

La expresión significa, además de que los conjuntos son excluyentes entre sí,
que el universo se agota en esas dos opciones como se ilustra en el siguiente
diagrama:

Modificaciones al sistema de lógica clásica

Con la inclusión del operador de exclusión, “ ” las reglas de inferencia


conocidas no se modifican, simplemente se complementan. Las reglas de
inferencia basadas en la implicación material seguirían funcionando; sobre las
proposiciones bicondicionales equivalentes a disyunciones excluyentes está
vigente la siguiente familia de reglas de inferencia.

Las reglas de inferencia y equivalencia que involucran directamente al operador


de exclusión son:

Silogismo Disyuntivo
Exlcuyente
163

Dilema Tiránico

Conmutación excluyente

Otras reglas derivadas que no lo involucran directamente son:

Conmutación bicondicional

Modus Ponendo Ponens


Bicondicional

Modus Tolendo Tollens


Bicondicional
164

Silogismo
Hipotético
Bicondicional

El apéndice I ilustra todas las sustituciones de las 19 reglas clásicas más las
nuevas reglas derivadas de la inclusión del operador de exclusión.

¿Qué ganamos con el operador de exclusión?

El operador de exclusión nos servirá en el metalenguaje para hablar en torno a


las relaciones que prevalecen en la lógica cuantificacional. Es un lugar común
que al introducirse al estudiante los cuantificadores y la formalización de
enunciados universales y particulares sean referidos la distinción por cantidad y
cualidad A, E, I, O de la silogística; no obstante no son referidas las relaciones
vigentes entre los juicios en el cuadro de oposición ni se explica por qué no es
posible hacer ciertos razonamientos como el Darapti de la silogística:

( x) (F(x) G(x))

( x) (S(x) G(x))

( x) (F(x) G(x))

A partir de los conocimientos de la lógica clásica es imposible llegar de las


premisas universales a la conclusión particular. Lo mismo sucedería con un
Felapton o Bamalip. La razón de fondo es que es un razonamiento inválido
según los cánones de la lógica clásica cuantificacional; no lo es desde la
silogística por el principio de conversión accidental que está vigente en aquella,
es decir de la afirmación de un juicio universal se sigue la afirmación de su
subalterno.
165

Se había mencionado ya que la compatibilidad de la silogística medieval con la


lógica clásica era posible a través de un pequeño ajuste, tal ajuste es el
siguiente axioma de supuesto existencial:

x x x x x x x x

Ésta es la forma correcta de la conversión por subalternación de A a I,


explícitamente el axioma diría: “todas las clases son no vacías” o “para cualquier
predicado F, hay al menos un F”.

Como lo explicita la fórmula, se aplica sólo si resulta admisible pensar que no


hay clases vacías en nuestro universo de discurso. En tales condiciones será
posible demostrar en términos de la lógica moderna la totalidad de los
silogismos de la antigüedad, puede consultarse el apéndice II para observarlos.

Por último, el operador de exclusión sirve para enunciar de manera adecuada


las relaciones de verdad del cuadro de oposición:

Se convendrá con base en todo lo anterior que:

(A E) (E A) Las contrarias se excluyen

I O Las subcontrarias pueden ser una, la otra o


ambas

A I Universal afirmativa implica a su subalterna

E O Universal negativa implica a su subalterna

A O Se excluyen por contradictorias

E I Se excluyen por contradictorias


166

El operador de exclusión no es un descubrimiento, ni una aportación que


modifique nuestra concepción de la Lógica Clásica, simplemente ayuda a
comprenderla mejor, la idea es que un mínimo ajuste sirve para entender mejor
las relaciones inferenciales deductivas más allá del cumplimiento de las reglas
tradicionales. Un ejemplo más sería el que llamamos “Dilema Republicano”:

Inferencia inadmisible para los puristas de las reglas, pero cuya demostración es
innecesaria para alguien que haya entendido cabalmente las relaciones de
concordancia y discordancia entre antecedentes y consecuentes de la primera
premisa y los disyuntos de la segunda.59

Un estudioso acrítico de la lógica necesitaría ver la demostración antes de


admitir la posibilidad de la inferencia, y aún si se le presentara, podría
simplemente admitirla sólo de manera mecánica. Éste es el vicio del que la
lógica ha de prevenirse para no convertirse en una caricatura de sí.

Proponemos por último una falacia, que no tiene nada de nueva, y no obstante
no es denunciada en los catálogos de falacias más difundidos.

III. Falacia ad mediocritatem.

En una reunión de trabajo se exponían puntos por cumplir en la agenda de


ciertos grupos de investigación. Al preguntarse por la causa del incumplimiento
de uno de ellos la respuesta fue “que el grupo x tampoco había cumplido”.

59
Es decir, que de haber discordancia en consecuentes se inferirá la negación del antecedente
y que de haber concordancia con el antecedente, se inferirá la afirmación del consecuente.
167

La falacia de apelación a la mediocridad consiste en que un agente, ya sea por


acto o por omisión, incurre en una infracción de algún tipo; a sabiendas de que
falta a alguna norma se escuda en la transgresión de otros para justificar la
suya.

Por omisión respecto al cumplimiento de las normas, un ejemplo sería:

-¿Por qué no paga impuestos?

-Nadie lo hace

Por transgresión respecto a los límites estipulados un ejemplo sería:

-¿Por qué ignoró la luz roja?

-Todos lo hacen

Esta falacia podría recordar a la ad popullum -o apelación al vulgo- y a la ad


verecundiam -o apelación a la autoridad-, pero se distingue de aquellas por dos
razones, una cuantificacional y una epistemológica.

En cuanto al aspecto cuantificacional, ad mediocritatem se distingue de ad


popullum porque la primera persiste aunque el objeto al que se apela sea un
particular. Ad popullum dirige la atención a la voz de un universal, o cuando
menos un grupo cuantioso, i.e.

-¿Por qué vas a la marcha?

-Todos van a ir

En contraste, la falacia ad mediocritatem se sostiene apelando a un universal, un


conjunto cuantioso o un solo individuo.

-¿Por qué escuchas reggaetón?

-Porque Brian lo escucha.


168

Se salva entonces el parecido con la ad popullum desde el punto de vista


cuantificacional, pues la falacia persiste, pero ahora recuerda a la falacia ad
verencundiam, o apelación a la autoridad, i.e.

-¿Por qué dices eso?

-Gadamer lo dice.

Tanto en ad verencundiam como en ad hominem el agente justifica su creencia o


acción con base en la creencia o acción de un tercero, en el caso ad
verencundiam porque sobre el sujeto se confiere autoridad; en el caso ad
popullum por semejantes razones, en alguna medida podría decirse que la
falacia ad popullum es la misma que la ad verencundiam con la única diferencia
de que en un caso el sujeto en quien yace la autoridad es un particular, y en el
otro la autoridad es conferida a la vox populli.

Podría apuntarse que la autoridad del sujeto es distinta a la de la multitud, pero


para este caso da lo mismo, pues el requisito único que perseguimos es que sea
la matriz de decisión del sujeto que juzga.

Se plantean dos opciones excluyentes entre sí: O el sujeto de hecho cree en la


postura X de manera falaz, por ad popullum o ad verencundiam, o el sujeto no lo
cree, pero lo sostiene de manera sofística. Cualquiera que sea el caso, al ser
enunciada, ad mediocritatem se distingue de ad verencundiam –y de ad
popullum- fundamentalmente porque el sujeto sabe que su postura es errónea, o
que está siendo negligente, pero sostiene su falla con base en el
comportamiento erróneo de los demás. Se persigue delegar la responsabilidad
propia a otros que han mostrado también negligencia.

¿Inventamos una falacia? No, la denunciamos y postulamos como objeto de


estudio. ¿Es que antes de la publicación de este artículo nadie sospechaba de la
ilegitimidad de los argumentos ad mediocritatem? Probablemente sí, pero
evidentemente no ha sido suficiente la campaña en contra de la apelación a la
mediocridad, pues es de lo más socorrida.
169

El ejercicio crítico de la lógica mejora al estudioso de la lógica, mejora a la lógica


como ciencia y tiene potencial para mejorar las condiciones epistémicas, éticas y
ontológicas del hombre.

Bibliografía

Francisco García Olvera. Lógica Formal para principiantes. México, UNAM, 2008

D. Hilbert & W. Ackerman. Elementos de lógica teórica. Madrid, Tecnós, 1962.

Bertrand Russell. Escritos Básicos. Artemisa, México, 1985.


170

Capítulo VI

Determinación de las afirmaciones que expresan hechos lógicos.

María Esperanza Rodríguez Zaragoza

Este capítulo tiene como objetivo que el lector perciba la independencia de las
nociones lógicas básicas, que encontramos bajo la concepción de forma lógica,
respecto al lenguaje o algún tipo de psicologismo. La lógica se expresa mediante
el lenguaje, pero a lo que nos remiten las nociones básicas -consecuencia
lógica, verdad lógica, operadores lógicos ( )- no lo encontramos
propiamente en el lenguaje. Tampoco aquello a lo que nos remiten depende de
si podemos conocerlo o no, esto no quiere decir que podamos hablar de ello si
no lo conocemos, de lo que no se conoce no puede afirmarse a negarse nada.
Lo que se hará es examinar cómo se lleva a cabo el proceso de determinación
de aquello que es expresado en lógica. Concebimos que dicho proceso pasa por
dos niveles: el primero que corresponde al lenguaje -siendo éste vehículo del
pensamiento-; y el segundo, que versa sobre cómo son las cosas en realidad -
en el campo de los hechos-. En el nivel del lenguaje ubicaremos el
establecimiento de las condiciones de verdad; en el segundo nivel, ubicaremos
la verificación de estas condiciones, esto es, que dichas condiciones se cumplan
o no.
El modo en que mostraremos esto es viendo cómo se da la determinación de
algo subjetivo, de algo vago y de algo objetivo. Sostenemos el supuesto de que
aquello que tiene que ver con la forma lógica es algo objetivo. Pues bien, ahora
pasemos a probar nuestro supuesto.

1) Portadores de verdad.
A lo largo de los capítulos anteriores se ha hablado mucho de p´s y q´s, cómo se
relacionan, qué puede deducirse de ellas, cuándo son válidas o no, etc. En este
apartado nos dedicaremos a examinar desde una perspectiva filosófica dichos
componentes. Comencemos preguntándonos qué son estas p´s y q´s. En
capítulos anteriores se nos dijo que eran variables, en otro proposiciones o en
algunos metavariables. Debido a que nuestro interés es ver cómo es que éstas
se determinan, en este capítulo no nos detendremos a discernir si éstas son
enunciados, afirmaciones o proposiciones, basta con que tengamos en mente
que son portadores de verdad. Un portador de verdad es aquella entidad
171

lingüística que es suceptible de ser verdadera o falsa, podemos verificar su


verdad o falsedad.
Tomaremos a nuestras p´s y q´s como afirmaciones de enunciado, son una
aseveración acerca de algo y podemos establecer si dichas afirmaciones son
verdaderas o falsas.
Nos preguntaremos si aquello que es expresado por nuestras p´s y q´s es algo
subjetivo, objetivo o vago. Lo que decide alguna de estas naturalezas es la
forma de determinación, esto es, la manera de establecer las condiciones de
verdad de las afirmaciones y viendo cómo es que estas condiciones se cumplen
o no. Lo que se pretende es mostrar que la forma lógica que denotan las
afirmaciones lógicas es siempre objetiva.

2) Niveles de determinación.
Hemos dicho que la determinación tiene que ver con el establecimiento de las
condiciones de verdad de las afirmaciones, es decir, con que sepamos el
significado de la afirmación en cuestión, que sepamos la proposición a la que
apunta dicha afirmación; pero también tiene que ver con que sea el caso o no lo
sea que estas condiciones se cumplan, que haya algún hecho que corresponda
a lo expresado en la afirmación. Dividiremos el proceso de determinación en
dos niveles: 1) que tiene que ver con el lenguaje; y, 2) que tiene que ver con la
correspondencia con hechos. Esto lo representamos en el siguiente cuadro:

Ahora veamos cómo se da este proceso cuando la afirmación de enunciado es


subjetiva, vaga u objetiva.
172

3) Determinación de afirmaciones subjetivas.

Para probar el proceso de determinación de una afirmación subjetiva, lo


haremos por medio de ejemplos. Ejemplo de una afirmación subjetiva es el
siguiente:
Supongamos que el profesor Willo hace la siguiente afirmación
(pe) 'el pulque de jitomate es delicioso'.

Hemos dicho que primero deben establecerse las condiciones de verdad de la


afirmación pe. Para ello debe darse lo siguiente:
i) Los sujetos involucrados en una conversación (hablantes competentes del
lenguaje en situaciones normales) saben lo que significan las palabras
involucradas, saben gramática y saben cómo se combinan los significados de
las palabras. Esto es, tienen el significado lingüístico de las expresiones
involucradas en la conversación. Además ven dichas expresiones dentro de
un contexto60 determinado.
Podemos ver que el cumplimiento con el nivel 1 se da de manera directa, esto
es:

El profesor Willo sabe a lo que se está refiriendo cuando afirma pe. Aún cuando
no sepamos exactamente lo que el profesor Willo quiere decir con delicioso,
podemos entenderlo y podemos aseverar que él sí sabe determinadamente lo
que quiere decir por delicioso. Por tanto el establecimiento de las condiciones de

60
De ningún modo debe entenderse aquí que la determinación de las expresiones dependa
completamente del contexto en las que éstas ocurren. El contexto al que nos referimos tiene
que ver con ubicar quién dice tal o cual cosa respecto a tal o cual cosa. Esto es lo que debe
tomarse en cuenta para la determinación de los enunciados involucrados en la conversación.
173

verdad de pe se da de modo directo. Ahora, para que algo sea


determinadamente verdadero necesita cumplir además de (i) lo siguiente:
ii) la verdad de la afirmación está garantizada por los hechos que dicha
noción (de la afirmación) indica. Esto es, que los sujetos vean (en sentido
amplio) los hechos no lingüísticos involucrados en las expresiones.

Debido a que pe es una afirmación subjetiva no nos es fácil acceder al hecho al


que apunta, en otras palabras, la verdad o falsedad de dicha afirmación depende
completamente del sujeto. No podemos con seguridad establecer si las
condiciones de verdad de pe se cumplen o no, esto porque no podemos saber a
qué clase de delicia se refiere el profesor Willo con exactitud. Por tanto, no
podemos especificar el hecho al que la afirmación apunta o si apunta a un hecho
específico. En relación al segundo nivel del proceso de determinación tenemos
lo siguiente:

Respecto a la condición ii, lo que cambia es que la verdad o falsedad de las


afirmaciones se da de acuerdo a cómo son las cosas para el sujeto y no en base
a cómo son las cosas en el campo de los hechos independientes de él. Lo que
caracteriza a las afirmaciones subjetivas es que lo que las hace verdaderas,
depende completamente del sujeto.

4) Determinación de afirmaciones vagas.

Para desarrollar esta sección nos hemos basado en lo que Shapiro 61 desarrolla
respecto a la identificación de términos vagos. Igual que en el caso arriba
expuesto nos basaremos en un ejemplo. Supongamos que la profesora Adriane
hace la siguiente afirmación:
(pa) 'Cuauhtémoc Blanco es calvo'.

61
Shapiro S., Vagueness in Context, Clarendon Press, Oxford University Press, 2006.
174

Primero debemos determinar las condiciones de verdad, por tanto debe


cumplirse lo siguiente:
i) el significado lingüístico de la afirmación pa.

Debido a que el significado de los términos vagos como 'calvo' es


indeterminado, esta condición necesita de algo más para poder establecer las
condiciones de verdad, es decir, de antemano no se tiene el significado de pa.
No podemos saber con seguridad a qué se refiere la profesora cuando dice
'calvo'; podría ser el caso que alguien considerara a Cuauhtémoc Blanco como
no-calvo. Por tanto, el significado de las afirmaciones vagas debe determinarse
por factores que no encontramos directamente en los significados lingüísticos de
los términos que las componen, sino que debemos completar o construir el
significado a partir de otros factores. Uno de esos factores de determinación de
significado es lo que Shapiro llama el marcador conversacional. De esto último
podemos ver que tenemos:

i.5) marcador conversacional como determinador de significado de los


enunciados vagos.62

62
El marcador conversacional o la marca de la conversación se toma como el
conocimiento común que tienen los sujetos involucrados en una conversación; el marcador
contiene los presupuestos, asunciones, casos paradigmáticos, proposiciones no disputables (en
el momento de la conversación), las clases comparativas relevantes, rango de los
cuantificadores y todo aquello que está implícita o explícitamente acordado durante la
conversación. Podemos ver a la marca de la conversación como un tipo de base de datos, cuya
particular característica es la actualización continua. Durante el transcurso de la conversación los
sujetos involucrados, digamos T y W, introducen y retiran artículos del registro de la misma; esto
ocurre cuando cambia el tema de la conversación, cuando se cuestiona algo previamente
acordado o una suposición, o cuando alguno de los participantes cambia su punto de vista
acerca de los artículos de la conversación.

Shapiro toma como base a Lewis para caracterizar el marcador conversacional, a grandes
rasgos las características de esta base de datos son las siguientes:

a) Los componentes de un marcador conversacional son entidades abstractas (no son


números, sino conjuntos de proposiciones presupuestas).

b) Las condiciones de verdad de los enunciados, y su aceptabilidad, depende de los


componentes del marcador conversacional que se da en el escenario de la conversación
en la que son completados (dichos). La intensión y la extensión de los componentes de
los enunciados -nombres, predicados, subenunciados, etc.- depende del marcador
conversacional.

c) El marcador se desenvuelve de una manera más o menos regulada.

d) Los participantes de la conversación guían los componentes del marcador


conversacional en alguna dirección.
175

En principio podemos ver que la primera parte de las condiciones para la


determinación se cumple, tomando como criterio adicional de determinación de
condiciones de verdad de enunciados vagos al marcador conversacional. Lo
que hacen i y i.5 es determinar las condiciones de verdad de los enunciados. En
nuestro cuadro quedaría de la siguiente manera:

Ahora bien, recordemos que los hechos no-lingüísticos garantizan que pa pueda
ser verdadero o falso. Por tanto, además de esto debe cumplirse:

ii) los hechos no lingüísticos que proveen de verdad a pa.

Con ii, podemos decir si las condiciones de verdad establecidas se cumplen o


no, esto es, si se da un hecho respecto a ellas o no. De igual modo, los hechos
son los que proveen de verdad a las afirmaciones vagas, sin embargo, la
manera de determinar las condiciones de verdad del mismo depende de factores
que deben determinar la afirmación de enunciado, ya que los términos vagos

e) Debido a que el score conversacional está determinado, dada la historia de la


conversación y las reglas que especifican su cinemática, estas reglas pueden ser
consideradas como reglas constitutivas semejantes a las definiciones.

De acuerdo con b, las condiciones de verdad dependen de la conversación, aunque no


completamente. Un punto a resaltar es que el marcador conversacional es regulado por los
participantes de la conversación, esto nos hace pensar que en algún sentido toma una
determinación y esta es la que determinará los términos presentes en la conversación.
176

tienen un significado abierto. Una vez que se ha determinado el significado de la


afirmación vaga, por factores que son ajenos al significado lingüístico directos de
la afirmación, poseemos la proposición a la que pa se refiere. El paso de esta
proposición al hecho se da de modo directo, esto es, el verificar si lo expresado
por la afirmación es verdadero o falso es más simple que la determinación de las
condiciones para que lo sea. En el cuadro quedaría como sigue:

De acuerdo a nuestro ejemplo, el hecho no lingüístico que verifica si pa es


verdadero o falso, es el número de cabellos de Cuauhtémoc Blanco relacionado
con la proposición establecida.

Un problema con estos enunciados es que no podemos decir si son


determinadamente verdaderos, sino que, podemos decir de ellos que son
simplemente verdaderos. Esto debido a que la determinación de las condiciones
de verdad de los mismos depende de factores que no son objetivos, sino que
dependen directa o indirectamente de los sujetos, como vimos el caso del
marcador conversacional.

5) Determinación de afirmaciones objetivas.


Antes de pasar al proceso de determinación de este tipo de afirmaciones
tenemos que especificar las características de la realidad en la que
encontraremos los hechos lógicos. Después veremos cómo se lleva a cabo el
proceso de determinación de las afirmaciones objetivas que contienen como
término ingrediente nociones lógicas básicas. Particularmente nos remitiremos a
afirmaciones que contengan la noción de consecuencia lógica, con el fin de
mostrar la objetividad de esta noción. Finalmente, ofrecemos un apartado en el
que se trata la independencia de las nociones lógicas básicas respecto algún
tipo de psicologismo.
177

5.1) Realismo lógico.


Cuando nos preguntamos si algo es objetivo o no, por lo que nos podríamos
estar preguntando es: 1) la forma en que tenemos acceso a ello, es decir, el
método que usamos para poder "conocerlo" (de forma justificada); o 2) su
naturaleza.
El primer sentido excede los objetivos del capítulo, ya que, no se pretende
desarrollar una propuesta epistemológica. Por tanto, el interés de la
investigación versa sobre la segunda cuestión: por qué decimos que la
naturaleza propia de la relación de consecuencia lógica es objetiva.
Cuando hablamos de objetividad lógica, nos preguntamos por la realidad lógica.
Lo que se pretende en este trabajo es postular la posibilidad de que algunas de
las nociones lógicas básicas -consecuencia lógica, principio de identidad, verdad
lógica, entre otras- nos remitan a hechos lógicos, esto es, a un estado factual. Y
son estos hechos los que constituyen la realidad lógica. Los hechos en sí
mismos no son objetivos, o subjetivos, o vagos, lo que se caracteriza de esta
manera es la manera como establecemos las condiciones de verdad de una
afirmación de un enunciado en conjunción con el enlace de la proposición
expresada con el campo de los hechos. No desarrollaremos más esto, ya que
como veremos esto se aclarará cuando hablemos de determinación. Otra de la
posturas para poder clasificar algo como objetivo, subjetivo o vago, es ver la
manera cómo accedemos a ese algo; sin embargo, el basarnos en ello
representaría el dar una propuesta epistemológica, cosa que no haremos aquí.
El hecho lógico al que me remite la relación de consecuencia lógica está
objetivamente determinado, esto es, su determinación no depende de ningún
modo del sujeto, o de otras construcciones subjetivas63. Por tanto, la
investigación se basará en preguntar por la naturaleza de la relación de
consecuencia lógica y no en cómo accedemos a ella.
Ahora bien, el hecho lógico al que me remite la noción de consecuencia lógica
es expresado en afirmaciones de enunciado tipo p:
(p) 'de las premisas K1, K2, Kn se sigue lógicamente la conclusión X' .
(p) „X es consecuencia lógica de K1, K2, Kn'.
(p) 'el argumento K1, K2, Kn ∴ X es lógicamente válido'.
Todas ellas expresan la misma noción lógica, entre muchas otras. Por tal motivo,
se probará que las afirmaciones de enunciado tipo (p) son objetivas, y por tanto
nos refieren a hechos lógicos.

63
Por otras construcciones subjetivas nos referimos al concenso o a las convenciones del
lenguaje; más adelante se desarrollará por qué consideramos que estos entran dentro del
campo de la subjetividad.
178

Lo que interesa es que el lector tenga presente que la realidad lógica está
compuesta por hechos lógicos. Y, las nociones lógicas básicas -consecuencia
lógica, verdad lógica, etc.- me remiten a estos hechos lógicos; por ende, el
propósito del apartado es mostrar que dichas nociones, en particular la noción
de consecuencia lógica, son objetivas. El trabajo realizado representa un primer
paso en la construcción de este realismo lógico, ya que sólo se aplican los
criterios para que una noción cuente como objetiva a la noción de consecuencia
lógica. Sin embargo, creemos que también representa un avance en relación a
proponer que las nociones lógicas pueden estudiarse, a primera instancia,
independientemente del lenguaje o de construcciones subjetivas.

5.2) Determinación de afirmaciones objetivas.


De acuerdo a lo que se ha dicho sobre las afirmaciones de enunciado como
portadores de verdad ideales, veamos ahora cómo es que éstas pueden ser
determinadamente verdaderas. Una afirmación de enunciado p es
determinadamente verdadera si y sólo si el significado (lingüístico) de las
palabras que están presentes en p, y los hechos no-lingüísticos garantizan por sí
mismos que p es verdadera. Diremos que una afirmación de enunciado está
determinada cuando se cumple:
i) Los sujetos involucrados en una conversación (hablantes
competentes del lenguaje en situaciones normales) saben lo que
significan las palabras involucradas, saben gramática y saben cómo
se combinan los significados de las palabras. Esto es, tienen el
significado lingüístico de las expresiones involucradas en la
conversación. Además ven dichas expresiones dentro de un contexto
determinado.
Podemos ver que (i) corresponde sólo al nivel del lenguaje, de igual modo que
en los apartados anteriores, en este nivel ubicamos las condiciones de verdad
de los enunciados.
Ahora bien, debido a que las proposiciones apuntan a hechos, no podemos dejar
nuestro criterio de determinación en el plano del lenguaje, ya que tomamos a la
objetividad lógica como independiente del lenguaje. Para que algo sea
determinadamente verdadero necesita cumplir además de (i) lo siguiente:

ii) la verdad de las nociones está garantizada por los hechos que
dicha noción indica. Esto es, que los sujetos vean (en sentido
amplio) los hechos no lingüísticos involucrados en las expresiones.
179

Lo expresado por los enunciados será verdadero si y sólo si de hecho es el


caso que ocurre lo expresado por dicha noción; si no es el caso que el hecho
ocurra, entonces la noción será falsa.
Vemos aquí que la determinación es más directa, sólo necesitamos de las
condiciones de verdad de las expresiones, las cuáles son dadas por el
significado de los términos ingredientes de las expresiones.
Por las condiciones de determinación arriba planteadas, podemos decir de las
expresiones objetivas que son determinadamente verdaderas. Poniéndolo en el
cuadro que se ha venido manejando quedaría como sigue:

Veamos cómo se da este proceso a través de un ejemplo. Supongamos que el


sujeto T hace la siguiente afirmación:
(p) „el argumento h es lógicamente válido‟.
El argumento h que el sujeto T tiene en mente es el siguiente:
(h)
180

Para que p sea determinadamente verdadero es necesario que, primero, T sepa


lo que los términos ingredientes de p significan. Lo términos que encontramos en
p están determinados, esto es, su significado no es vago y no depende del punto
de vista particular de T.
Lo segundo que es necesario es que T vea (en sentido amplio) el hecho al que p
remite, el cual es que “efectivamente el argumento h es lógicamente válido”.
Para ello T puede valerse de la concepción de la relación de consecuencia
lógica: “X es consecuencia lógica del conjunto K, si y sólo si en toda
circunstancia, mundo posible o caso en que K sea verdadero, X también -
necesidad lógica- es verdadero.” O también podría realizar la prueba de validez
del argumento h.
Tomamos la versión semántica intuitiva de esta noción, debido a que no nos
pronunciaremos acerca de qué sean X y K, proposiciones, enunciados,
afirmaciones, etc. . Tomamos la caracterización más básica de la relación de
consecuencia lógica y no la noción tarskiana64, debido a que si la extensión de
un enunciado está indeterminada (es vaga o es subjetiva), no implica que todos
sus términos ingredientes estén indeterminados (sean vagos) o sean subjetivos,
y viceversa. Por otro lado, cabe mencionar que la noción de consecuencia lógica
a tratar es la de la lógica clásica; no se consideran concepciones alternativas
desarrolladas por otro tipo de lógicas, como las lógicas no-monotónicas.
Todas estas nociones no dependen del punto de vista particular de T respecto al
argumento h, sino que dependen de cómo las cosas son en realidad en el
campo de los hechos, particularmente los hechos lógicos.
Por tanto, podemos decir que p es determinantemente verdadera.

5.6) Independencia de la lógica respecto al psicologismo. Hechos lógicos y


psicologismo.
Ahora trataremos algo que no se ve tan claramente, diremos que las
proposiciones del tipo (p) no son susceptibles a cambios respecto a los estados
psicológicos y capacidades cognitivas de los hablantes competentes del
lenguaje; en otras palabras, los hechos lógicos, a los que nos remiten las
nociones lógicas básicas, son independientes de cualquier tipo de psicologismo.
Aquello que es independiente de los estados psicológicos y de las capacidades
cognitivas son los hechos lógicos, éstos no dependen del estado psicológico del
sujeto cognoscente, tampoco son afectados si son conocidos o no. Lo que no es
independiente a los estados psicológicos y a las capacidades cognitivas es que
a través de ellos podemos acceder a estos hechos, pero no interferimos en ellos.

64
"El enunciado X se sigue lógicamente de los enunciados de la clase K, sí y sólo si todo
modelo de la clase K es también un modelo del enunciado X". Gómez Torrente M., <<Tarski on
logical consequence>>, Notre Dame Journal of Formal Logic, vol. 37, Núm. 1, 1996, p.130.
181

Haremos una comparación: supongamos que tengo la siguiente proposición


verdadera (j) „hay unas rosas en el florero‟, el hecho al que nos remite (j) es que
es el caso que las rosas están en el florero y que las estamos viendo, ahí están
y las vemos. Ahora bien, las capacidades cognitivas en este caso sería el
sentido de la vista, el estado psicológico la disposición a ver tal objeto. Es a
través de este sentido que podemos ver el hecho al que nos remite la
proposición, pero este hecho de ningún modo es afectado o alterado por nuestra
vista. Supongamos que nos da una enfermedad en los ojos: miopía,
astigmatismo, daltonismo, glaucoma, etc. Podemos decir que hemos alterado
nuestra capacidad cognitiva -ver bien- a otra diferente, y también hemos
cambiado de un estado psicológico a otro. Sin embargo, el hecho de que las
rosas están en el florero sigue igual, proveyendo de verdad a j. Es en este
sentido en el que decimos que los hechos lógicos, a los que nos remiten las
nociones lógicas básicas, son independientes de cualquier tipo de psicologismo.
Y con los apartados anteriores se muestra su independencia respecto al
lenguaje.

Bibliografía

Barceló Axel A., <<¿Qué tan matemática es la lógica matemática?>>, Diánoia,


vol. XLVIII, Núm. 51, noviembre 2003, p.3-28.
<<Varieties of subjectivity>>, manúscrito inédito.

A) - Gómez Torrente M., <<Tarski on logical consequence>>, Notre Dame


Journal of Formal Logic, vol. 37, Núm. 1, 1996.
- Shapiro Stewart, Vagueness in Context, Clarendon Press, Oxford University
Press, 2006.
- Wright Crispin, <<Inventing logical Necessity>>, en J. Butterfield ed.,
Language, Mind and Logic, Cambridge University Press, 1986, p. 187-209.
182

APÉNDICE I

Mario Cornejo Cuevas

La elaboración de este apéndice ha sido posible gracias al financiamiento otorgado por


la Dirección General de Asuntos del Personal Académico (DGAPA), a través del
proyecto PAPIME PE400709.Lógica: Herramientas para su aprendizaje y para la
comprensión de sus relaciones con los distintos campos de filosofía.

Advertencia

El objetivo del presente apéndice tiene por finalidad presentar con exhaustividad
aplicaciones de las reglas de inferencia y equivalencia empleadas a lo largo del
libro. Por ello a la simbolización de las reglas se le acompaña con una
aproximación del proceso mecánico, intentando ser preciso con los términos
utilizados en distintas ediciones. También es una presentación resumida de las
conectivas utilizadas.

Se ha intentado respetar un límite de complejidad, ideado para que el lector


pueda dar un seguimiento a las operaciones, sin necesidad de recurrir al empleo
máximo de dos reglas por comprobación. Es decir se busca conservar una cierta
simpleza de ejecución y comprobación.

Por supuesto que si bien se busca la exhaustividad se ha dejado un margen de


apertura para que el estudiante pueda indagar en posibilidades mucho más
elaboradas. La exhaustividad busca ser lo suficientemente amplia como para
orientar pero no para sofocar todas las posibilidades creativas del estudiante.

Usado con sabiduría este apéndice es una gran herramienta de estudio, sin ella
sólo es una especie de acordeón. Las consecuencias de su uso son entera
responsabilidad del lector, pues si bien, no requiere de su atención para
comprender la totalidad del libro, pues su lectura es opcional, tampoco es mala
idea conservar ciertas recomendaciones del autor en el uso de las diferentes
reglas de inferencia y equivalencia. Se recomienda discreción.

Cabe mencionar que sobre las ya bien conocidas reglas de inferencias se


agregan además otras variantes respecto al original, pues la misma
exhaustividad empuja a generar operaciones alternas, que si bien no poseen
demasiada innovación, tampoco son presentadas en otras publicaciones, pues
se deja al lector la libertad de averiguarlas. Con su inclusión se pretende
simplemente ahorrar el camino desgastante y adelantar al lector a un escalón
superior y confiable, pues es necesario un cierto nivel de desarrollo para su
183

comprensión. Me refiero a la inclusión de operaciones de tipo mixto como por


ejemplo lo que aquí llamamos Dilema Republicano. Además de eso,
incursionamos en el terreno de la conectiva de exclusión y sus distintas
variantes.

Sin nada más que agregar procederemos a nuestro estudio.

Afirmación:

No se simboliza. Una premisa presupone su afirmación.

Negación:

No es conectiva, es absolutamente dependiente de la afirmación de una


premisa, no puede ser colocado sin la presencia de una premisa afirmada. Se
simboliza con « ¬ » para indicar el valor veritativo inverso de la afirmación.

¬P

En otras ediciones se le encuentra como una tilde o virgulilla « ~ »

Conjunción:

Consta de dos componentes a los que se les asignará el nombre de


conjuntos65, unidos por el símbolo « ».

P Q

En otras ediciones puede encontrarse como un punto « . » a como una et « & »

Disyunción:

Consta de dos componentes a los que se les asignará el nombre de disyuntos,


unidos por el símbolo: « »

P Q

Condicional:

65
No tiene que ver, por supuesto con los objetos de la Teoría de Conjuntos., por ello, algunos
prefieren referirse a los componentes de la conjunción con el apelativo “conyuntos”.
184

Consta de dos componentes a los que se les asignará los nombres respectivos
de:

Antecedente (si ocupa el lugar de P en el esquema de abajo) y Consecuente


(si ocupa el lugar de Q).

Ambas se encontraran en todo caso unidas por el símbolo « → » denominado


flecha condicional.

P→Q

En otras ediciones puede encontrarse bajo el símbolo de la herradura « ».

Bicondicional:

También es una conectiva binaria. Se simboliza a veces con tres líneas « ≡ » o


de preferencia con « ↔ »66. Es lo mismo que un doble condicional:
(P Q) (Q P):

P Q

Símbolos aglutinantes, de asociación o agrupación:

Simbolizan el rango de dominio de dos premisas unidas por una conectiva para
su respectiva distinción. Se simbolizan alternadamente, primero por paréntesis «
( ) » luego corchetes « [ ] » y por último llaves67 « { } ».

¬[(P Q) R] {[(P Q)˅R]→[(S T) U]} ˅ {[(P˅Q)˅R]→[(S T)˅U]}

Aglutinante negado:

Un aglutinante negado es un enunciado compuesto pero con un valor inverso al


afirmado.

66
Aquí utilizaremos „ ‟ para referirnos al bicondicional y „ ‟ para referirnos a la relación de
equivalencia (ver el capítulo de lógica proposicional).
67
Nuevamente, en este contexto las llaves tienen un uso distinto al que correspondía en la parte
de Teoría de Conjuntos. En este apéndice la finalidad es mostrar con claridad gráfica los
distintos niveles de agrupación en una fórmula.
185

Un error frecuente es considerar que es lo mismo la negación del enunciado


aglutinado a la negación de los componentes individuales. Vemos en el siguiente
ejemplo sencillo que por lo general eso no sucede.

P Q ¬(P Q) ≡ (¬P ¬Q) P Q ¬(P Q) ≡ (¬P ¬Q)

1 1 0 1 0 1 1 0 1 0

1 0 1 0 0 1 0 0 0 1

0 1 1 0 0 0 1 0 0 1

0 0 1 1 1 0 0 1 1 1

Resultado:

El resultado de una derivación finalizada, es simbolizado por « » o por « ».

Reglas de inferencia con ejemplos.


1. Conjunción (Conj)
Es posible «conjuntar» por medio de una « » cualquier fórmula. Siempre
y cuando la premisa conjuntada se encuentre en existencia en el conjunto de
premisas desarrolladas en la derivación:

1. P 1. ¬P 1. ¬P 1. P
2. Q 2. ¬Q 2. Q 2. ¬Q
P Q ¬P ¬Q ¬P Q P ¬Q

Inclusive si ésta es una premisa compuesta, sin importar el orden:

1. P Q
2. P
[(P Q) P]

[P ( P Q)]

2. Simplificación (Simp)
186

Es posible simplificar siempre y cuando lo simplificado sea únicamente una clara


conjunción ( ).

1. P Q 1. ¬P ¬Q 1. ¬P Q 1. P ¬Q
P ¬P ¬P P

Q ¬Q Q ¬Q

3. Adición (Ad)

Por medio de una « » es posible «adicionar» cualquier otra premisa. Inclusive


si la premisa adicionada no se encuentra en existencia dentro del conjunto de
premisas desarrolladas en la comprobación, e inclusive si esa premisa es la
contraria a la que se le va a adicionar:

1. P 1. P 1. P
2. Q
P Q P Q P ¬P

4. Silogismo Disyuntivo (SD) ó Modus Tollendo Ponens (MTP)


Primer término: Una disyunción ( )
Segundo término: Una premisa independiente inversa a uno de los dos
disyuntos.

Término final: El disyunto restante.

1. P∨Q 1. ¬P∨¬Q 1. P∨¬Q 1. ¬P∨Q


2. ¬P 2. P 2. ¬P 2. P
Q ¬Q ¬Q Q

1. P∨Q 3. ¬P∨¬Q 1. ¬P∨Q 1. P∨¬Q


3. ¬Q 4. Q 2. ¬Q 2. Q
P ¬P ¬P P

No se infiere del SD ó MTP


187

1. P∨Q 1. ¬P∨Q 1. P∨¬Q 1. ¬P∨¬Q


2. P 2. ¬P 2. P 2. ¬P
X X X X

1. P∨Q 1. P∨¬Q 1. ¬P∨¬Q 1. ¬P∨Q


2. Q 2. ¬Q 2. ¬Q 2. Q
X X X X

5. Modus Ponendo Ponens (MPP)

Primer término: Una inferencia cuyo antecedente sea idéntico a la premisa


del segundo término.

Segundo término: Una premisa independiente, idéntica al antecedente del


primer término.

Término Final: El consecuente del primer término.

1. P→Q 1. P→¬Q 1. ¬P→Q 1. ¬P→¬Q


2. P 2. P 2. ¬ P 2. ¬P
Q ¬Q Q ¬Q

No se infiere del MPP

1. P→Q 1. ¬P→Q 1. P→¬Q 1. ¬P→¬Q


2. ¬P 2. P 2. ¬P 2. P
X X X X

Modus Ponendo Ponens Bicondicional


Tomando en cuenta que la bicondiconal es una doble inferencia, podemos
generar de ella un MPP.

1. P Q 1. P Q
2. P 2. Q
Q P
188

6. Dilema Constructivo (DC)

El DC es un doble MPP, siempre y cuando corresponda con la estructura:


Primer término: Dos inferenciasunidas por una conjunción cuyos respectivos
antecedentes sean idénticos a los disyuntos del segundo término.
Segundo término: Una disyunción cuyos disyuntos correspondan a los
antecedentes en las inferencias del primer término.
Término final: El resultado arrojado es una disyunción (∨) cuyos disyuntos son
los consecuentes de las inferencias contenidas en el primer término.
1. (P→Q) (R→S) 1. (P→Q) (R→¬S)
2. P∨R 2. P∨R
Q∨S Q∨¬S

1. (P→Q) (¬R→S) 1. (P→Q) (¬R→¬S)


2. P∨¬R 2. P∨¬R
Q∨S Q∨¬S

1. (P→¬Q) (R→S) 1. (P→¬Q) (R→¬S)


2. P∨R 2. P∨R
¬Q∨S ¬Q∨¬S

1. (P→¬Q) (¬R→S) 1. (P→¬Q) (¬R→¬S)


2. P∨¬R 2. P∨¬R
¬Q∨S ¬Q∨¬S

1. (¬P→Q) (R→S) 1. (¬P→Q) (R→¬S)


2. ¬P∨R 2. P∨R
Q∨S Q∨¬S

1. (¬P→Q) (¬R→S) 1. (¬P→Q) (¬R→¬S)


2. ¬P∨¬R 2. ¬P∨¬R
Q∨S Q∨¬S

1. (¬P→¬Q) (R→S) 1. (¬P→¬Q) (R→¬S)


189

2. ¬P∨R 2. ¬P∨R
¬Q∨S ¬Q∨¬S

1. (¬P→¬Q) (¬R→S) 1. (¬P→¬Q) (¬R→¬S)


2. ¬P∨¬R 2. ¬P∨¬R
¬Q∨S ¬Q∨¬S

7. Modus Tolendo Tollens (MTT)

Primer término: Una inferencia cuyo consecuente sea inverso al segundo


término.

Segundo término: Una premisa independiente e inversa al consecuente del


primer término.

Término final: El inverso del antecedente en el primer término.

1. P→Q 1. P→¬Q 1. ¬P→Q 1. ¬P→¬Q


2. ¬Q 2. Q 2. ¬Q 2. Q
¬P ¬P ¬¬P ≡ P ¬¬P ≡ P

No se infiere del MTT

1. P→Q 1. P→¬Q 1. ¬P→Q 1. ¬P→¬Q


2. Q 2. ¬Q 2. Q 2. ¬Q
X X X X

Modus Tolendo Tollens Bicondicional


Tomando en cuenta que la bicondiconal es una doble inferencia, podemos
generar de ella un MTT.

1. P Q 1. P Q
2. ¬Q 2. ¬P
¬P ¬Q
190

8. Dilema Destructivo (DD)

El DD es un doble MTT, siempre y cuando corresponda con la estructura:


Primer término: Dos inferencias unidas por una conjunción.
Segundo término: Una disyunción cuyos disyuntos correspondan a los
consecuentes inversos de las inferencias en el primer término.
Término final: El resultado arrojado es una disyunción cuyos disyuntos son los
antecedentes invertidos de las inferencias contenidas en el primer término.

1. (P→Q) (R→S) 1. (P→Q) (R→¬S)


2. ¬Q∨¬S 2. ¬Q∨S
¬P∨¬R ¬P∨¬R

1. (P→Q) (¬R→S) 1. (P→Q) (¬R→¬S)


2. ¬Q∨¬S 2. ¬Q∨S
¬P∨¬¬R ≡ ¬P∨R ¬P∨¬¬R ≡ ¬P∨R

1. (P→¬Q) (R→S) 1. (P→¬Q) (R→¬S)


2. Q∨¬S 2. Q∨S
¬P∨¬R ¬P∨¬R

1. (P→¬Q) (¬R→S) 1. (P→¬Q) (¬R→¬S)


2. Q∨¬S 2. Q∨S
¬P∨¬¬R ≡ ¬P∨R ¬P∨¬¬R ≡ ¬P∨R

1. (¬P→Q) (R→S) 1. (¬P→Q) (R→¬S)


2. ¬Q∨¬S 2. ¬Q∨S
¬¬P∨¬R ≡ P∨¬R ¬¬P∨¬R ≡ P∨¬R

1. (¬P→Q) (¬R→S) 1. (¬P→Q) (¬R→S)


2. ¬Q∨¬S 2. ¬Q∨¬S
¬¬P∨¬¬R ≡ P∨R ¬¬P∨¬¬R ≡ P∨R
191

1. (¬P→¬Q) (R→S) 1. (¬P→¬Q) (R→¬S)


2. Q∨¬S 2. Q∨S
¬¬P∨¬R ≡ P∨¬R ¬¬P∨¬R ≡ P∨¬R

1. (¬P→¬Q) (¬R→S) 1. (¬P→¬Q) (¬R→S)


2. Q∨¬S 2. Q∨¬S
¬¬P∨¬¬R ≡ P∨R ¬¬P∨¬¬R ≡ P∨R

Dilema Republicano (DR)


Esta clase de Dilema es una variante que combina distintas conectivas,
aprovechando la posibilidad de aglutinación de los dilemas. Se combinan las dos
posibilidades. Deja al descubierto la posibilidad de combinar tanto un MPP como
un MTT en una sola ejecución.

Primer término: Dos inferencias unidas por una conjunción


Segundo término: Una disyunción cuyos disyuntos correspondan:
El uno al antecedente de una inferencia, y el otro a la inversión del consecuente
de la otra inferencia. No importa el orden sintáctico, siempre y cuando el
segundo término posea una premisa idéntica al antecedente de una inferencia y
el valor inverso del consecuente en la otra.
Término final: El resultado arrojado es una disyunción, cuyos disyuntos son el
consecuente de la primera inferencia junto a la inversión del antecedente de la
segunda.

1. (P→Q) (R→S) 1. (P→Q) (R→¬S)


2. P∨¬S 2. P∨S
Q∨¬R Q∨¬R

1. (P→Q) ∨ (¬R→S) 1. (P→Q) ∨ (¬R→¬S)


2. P∨¬S 2. P∨S
Q∨¬¬R Q∨¬¬R

1. (P→¬Q) ∨ (R→S) 1. (P→¬Q) ∨ (R→¬S)


2. P∨¬S 2. P∨S
¬Q∨¬R ¬Q∨¬R
192

1. (P→¬Q) (¬R→S) 1. (P→¬Q) (¬R→¬S)


2. P∨¬S 2. P∨S
¬Q∨¬¬R ¬Q∨¬¬R

3. (¬P→Q) (R→S) 1. (¬P→Q) (R→¬S)


4. ¬P∨¬S 2. ¬P∨S
Q∨¬R Q∨¬R

1. (¬P→Q) (¬R→S) 1. (¬P→Q) (¬R→¬S)


2. ¬P∨¬S 2. ¬P∨S
Q∨¬¬R Q∨¬¬R

1. (¬P→¬Q) (R→S) 1. (¬P→¬Q) (R→¬S)


2. ¬P∨¬S 2. ¬P∨S
¬Q∨¬R ¬Q∨¬R

1. (¬P→¬Q) (¬R→S) 1. (¬P→¬Q) (¬R→¬S)


2. ¬P∨¬S 2. ¬P∨S
¬Q∨¬¬R ¬Q∨¬¬R

9. Silogismo Hipotético (SH)


Primer término: Una inferencia cuyo consecuente sea el antecedente del
segundo término.
Segundo término: Una inferencia cuyo antecedente sea el consecuente del
primer término.
Término medio: Una premisa idéntica en los dos términos, pero en posición
respectivamente alterna (antecedente/consecuente). Se omite al presuponerla
en el término final.
Término Final: Unión entre el antecedente del primer término y el consecuente
del segundo, presuposición del término medio.

1. P→Q 1. P→Q 1. P→¬Q 1. P→¬Q


2. Q→R 2. Q→¬R 2. ¬Q→R 2. ¬Q→¬R
P→R P→¬R P→R P→¬R

1. ¬P→Q 1. ¬P→Q 1. ¬P→¬Q 1. ¬P→¬Q


193

2. Q→R 2. Q→¬R 2. ¬Q→R 2. ¬Q→¬R


¬P→R ¬P→¬R ¬P→R ¬P→¬R

No se sigue del SH

1. P→Q 1. P→Q 1. P→¬Q 1. P→¬Q


2. ¬Q→R 2. ¬Q→¬R 2. Q→R 2. Q→¬R
X X X X

1. ¬P→Q 1. ¬P→Q 1. ¬P→¬Q 1. ¬P→¬Q


2. ¬Q→R 2. ¬Q→¬R 2. Q→R 2. Q→¬R
X X X X

Bajo ningún caso es posible que se siga un SH si no coincide el término medio


entre las dos premisas bajo la posición, respectivamente alterna, del
consecuente y el antecedente. Es decir:

1. Q→P 1. P→Q
2. Q→R 2. R→Q
X X

Silogismo Hipotético bicondicional

Tomando en cuenta que la bicondiconal es una doble inferencia, podemos


generar de ella un SH.
1. P Q
2. Q R
P R

Reglas de Equivalencia, Sustitución o Reemplazo


Las reglas de equivalencia, también conocidas como reglas de sustitución, son
ocupadas para alterar la estructura de los términos lógicos, adaptándolos a una
194

mayor claridad del discurso pero sin cambiar el valor veritativo. Hay dos tipos de
cambio:

Sintáctico: Cambia la posición de las premisas pero sin alterar la simbología.

Morfológico: Cambia por entero la figura del término lógico: negaciones,


simbología, sintaxis, etc.

Una de las ventajas de las reglas de equivalencia es su intercomunicabilidad, es


decir, al no estar establecido el antecedente y el consecuente en una sola vía
sino en las dos, es posible pasar indistintamente de una a otra.

Otra ventaja es su aplicación molecular, es decir, es posible modificar una


molécula de un enunciado sin alterar la totalidad de éste en cualquier momento
de la derivación.

10. Doble Negación (DN)


El valor de una fórmula con negaciones antepuestas depende del número
de éstas.
Si es par: afirma
Si es non: niega

P ≡¬¬P ¬P ≡ ¬¬¬P ¬¬P ≡ ¬¬¬¬P ¬¬¬P ≡ ¬¬¬¬¬P

11. Conmutación (Conm)

La conmutación es un intercambio del orden sintáctico, el cambio es efectivo


siempre y cuando sea bajo una conjunción o una disyunción.

(P Q) ≡ (Q P) (P ¬Q) ≡ (¬Q P) (¬P Q) ≡ (Q ¬P) (¬P ¬Q)≡ (¬Q ¬P)

(P∨Q) ≡ (Q∨P) (P∨¬Q) ≡ (¬Q∨P) (¬P∨Q) ≡ (Q∨¬P) (¬P∨¬Q)≡(¬Q∨¬P)

No es posible aplicarlo al condicional.

(P→Q) (Q→P)

P Q (P→Q) (Q→P)

1 1 1 1 1
195

1 0 0 1 1

0 1 1 0 0

0 0 1 1 1

Conmutación bicondicional

Tomando en cuenta que la bicondiconal es una doble inferencia, podemos


generar de ella una Conmutación, pues su valor veritativo es equivalente.

(P Q) ≡ (Q P)

12. Asociación

Equivalencia sintáctica, cambia el orden del aglutinante. El cambio es efectivo


siempre y cuando sea bajo una doble conjunción o una doble disyunción.

(P Q) R ≡ P (Q R) (P Q) ¬R ≡ P (Q ¬R)

(P ¬Q) R ≡ P (¬Q R) (P ¬Q) ¬R ≡ P (¬Q ¬R)

(¬P Q) R ≡ ¬P (Q R) (¬P Q) ¬R ≡ ¬P (Q ¬R)

(¬P ¬Q) R ≡ ¬P (¬Q R) (¬P ¬Q) ¬R≡ ¬P (¬Q ¬R)

(P∨Q) ∨R ≡ P∨ (Q∨R) (P∨Q) ∨¬R ≡ P∨ (Q∨¬R)

(P∨¬Q) ∨R ≡ P∨ (¬Q∨R) (P∨¬Q) ∨¬R ≡ P∨ (¬Q∨¬R)

(¬P∨Q) ∨R ≡ ¬P∨ (Q∨R) (¬P∨Q) ∨¬R ≡ ¬P∨ (Q∨¬R)

(¬P∨¬Q) ∨R ≡¬P∨ (¬Q∨R) (¬P∨¬Q) ∨¬R ≡ ¬P∨ (¬Q∨¬R)

No es posible aplicar la asociación mixta

(P Q) ∨R P (Q∨R) (P∨Q) R P (Q R)
196

P Q R (P Q) ∨ R P (Q∨R)

1 1 1 1 1 1 1 1 1 1

1 1 0 1 1 0 1 1 1 1

1 0 1 0 1 1 1 1 1 1

1 0 0 0 0 0 1 1 0 0

0 1 1 0 1 1 0 0 0 1

0 1 0 0 0 0 1 0 0 1

0 0 1 0 1 1 0 0 0 1

0 0 0 0 0 0 1 0 0 0

P Q R (P∨Q) R P (Q R)

1 1 1 1 1 1 1 1 1 1

1 1 0 1 0 0 0 1 1 0

1 0 1 1 1 1 1 1 1 0

1 0 0 1 0 0 1 1 1 0

0 1 1 1 1 1 1 0 1 1

0 1 0 1 0 0 1 0 0 0

0 0 1 0 0 1 1 0 0 0

0 0 0 0 0 0 1 0 0 0

Tampoco es posible aplicar una asociación al condicional.


197

(P→Q)→R P→(Q→R)

P Q R (P→Q) → R P → (Q→R)

1 1 1 1 1 1 1 1 1 1

1 1 0 1 0 0 1 1 0 0

1 0 1 0 1 1 1 1 1 1

1 0 0 0 1 0 1 1 1 1

0 1 1 1 1 1 1 0 1 1

0 1 0 1 0 0 0 0 1 0

0 0 1 1 1 1 1 0 1 1

0 0 0 1 0 0 0 0 1 1

13. Tautología o Idempotencia

Equivalencia morfológica. Basada en el principio de identidad. Un término


redundante. No es posible si los dos conjuntos o disyuntos tienen un valor
distinto.

P ≡ (P∨P) P ≡ (P P) P (P∨¬P) P (P ¬P)

¬P ≡ (¬P∨¬P) P ≡ (¬P ¬P) ¬P (¬P∨P) ¬P (¬P P)

Esto no acontece con el condicional.

P (P→P)

P (P→P)
198

1 1 1

0 0 1

Ni con el bicondicional.

P (P P)

1 1 1

0 0 1

14. Distribución

Su cambio es de tipo morfológico. Acontece cuando una premisa simple, unida a


una compleja, se duplica para repartirse en un nuevo enunciado equivalente
entre las dos premisas del enunciado complejo. Generando así dos enunciados
complejos, unidos por una conectiva.

Y viceversa: Dos enunciados complejos (compuestos por una misma conectiva


idéntica) en cuyos elementos se puede encontrar una de sus premisas repetida
en las dos partes; es equivalente a un solo enunciado complejo, compuesto por:
una premisa simple (cuya identidad es la unificación de las repetidas en los
enunciados complejos anteriores) unida a su vez por otro enunciado complejo
(cuyos componentes son los enunciados distintos).

P (Q R)≡(P Q) (P R) P (Q ¬R)≡(P Q) (P ¬R)

P (¬Q R)≡(P ¬Q) (P R) P (¬Q ¬R)≡(P ¬Q) (P ¬R)

¬P (Q R)≡(P Q) (P R) ¬P (Q ¬R)≡( ¬P Q) ( ¬P ¬R)

¬P (¬Q R)≡(¬P ¬Q) (¬P R) ¬P (¬Q ¬R)≡(¬P ¬Q) (¬P ¬R)

P∨ (Q∨R)≡(P∨Q) ∨ (P∨R) P∨ (Q∨¬R)≡(P∨Q) ∨ (P∨¬R)

P∨ (¬Q∨R)≡(P∨¬Q) ∨ (P∨R) P∨ (¬Q∨¬R)≡(P∨¬Q) ∨ (P∨¬R)

¬P∨ (Q∨R)≡(P∨Q) ∨ (P∨R) ¬P∨ (Q∨¬R)≡(¬P∨Q) ∨ ( ¬P∨¬R)


199

¬P∨(¬Q∨R)≡(¬P∨¬Q)∨(¬P∨R) ¬P∨(¬Q∨¬R)≡(¬P∨¬Q)∨(¬P∨¬R)

Aún sin respetar el orden sintáctico, la distribución es posible en conectivas


idénticas.

(P Q) R≡(P R) (Q R)

P Q R (P Q) R ≡ (P R) (Q R)

1 1 1 1 1 1 1 1 1 1

1 1 0 1 0 0 1 0 0 0

1 0 1 0 0 1 1 1 0 0

1 0 0 0 0 0 1 0 0 0

0 1 1 0 0 1 1 0 0 1

0 1 0 0 0 0 1 0 0 0

0 0 1 0 0 1 1 0 0 0

0 0 0 0 0 0 1 0 0 0

(P∨Q) ∨R≡ (P∨R) ∨ (Q∨R)

P Q R (P∨Q) ∨ R ≡ (P∨R) ∨ (Q∨R)

1 1 1 1 1 1 1 1 1 1

1 1 0 1 1 0 1 1 1 1

1 0 1 1 1 1 1 1 1 1

1 0 0 1 1 0 1 1 1 0

0 1 1 1 1 1 1 1 1 1

0 1 0 1 1 0 1 0 1 1
200

0 0 1 0 1 1 1 1 1 1

0 0 0 0 0 0 1 0 0 0

También es posible alternar entre la conjunción y la disyunción.

P∨ (Q R)≡(P∨Q) (P∨R) P∨ (Q ¬R)≡(P∨Q) (P∨¬R)

P∨ (¬Q R)≡(P∨¬Q) (P∨R) P∨ (¬Q ¬R)≡(P∨¬Q) (P∨¬R)

¬P∨ (Q R)≡(¬P∨Q) (¬P∨R) ¬P∨ (Q ¬R)≡(¬P∨Q) (¬P∨¬R)

¬P∨(¬Q R)≡(¬P∨¬Q) (¬P∨R) ¬P∨(¬Q ¬R)≡(¬P∨¬Q) (¬P∨¬R)

P (Q∨R)≡(P Q) ∨ (P R) P (Q∨¬R)≡(P Q) ∨ (P ¬R)

P (¬Q∨R)≡(P ¬Q)(P R) P (¬Q∨¬R)≡(P ¬Q) ∨ (P ¬R)

¬P (Q∨R)≡( ¬P Q) ∨ (¬P R) ¬P (Q∨¬R)≡( ¬P Q) ∨ (¬P ¬R)

¬P (¬Q∨R)≡(¬P ¬Q)∨(¬P R) ¬P (¬Q∨¬R)≡(¬P ¬Q)∨(¬P ¬R)

Aún sin respetar el orden sintáctico, la distribución es posible en conectivas


alternas (conjunción/disyunción)

(P∨Q) R≡(P Q) ∨ (P R)

P Q R (P∨Q) R ≡ (P R) ∨ (Q R)

1 1 1 1 1 1 1 1 1 1

1 1 0 1 0 0 1 0 0 0

1 0 1 1 1 1 1 1 1 0

1 0 0 1 0 0 1 0 0 0

0 1 1 1 1 1 1 0 1 1
201

0 1 0 1 0 0 1 0 0 0

0 0 1 0 0 1 1 0 0 0

0 0 0 0 0 0 1 0 0 0

(P Q)∨R≡(P∨Q) (P∨R)

P Q R (P Q) ∨ R ≡ (P∨R) (Q∨R)

1 1 1 1 1 1 1 1 1 1

1 1 0 1 1 0 1 1 1 1

1 0 1 0 1 1 1 1 1 1

1 0 0 0 0 0 1 1 0 0

0 1 1 0 1 1 1 1 1 1

0 1 0 0 0 0 1 0 0 1

0 0 1 0 1 1 1 1 1 1

0 0 0 0 0 0 1 0 0 0

Es posible utilizar la distribución inclusive en una serie de premisas unidas por


condicionales.

P→(Q→R)≡(P→Q)→(P→R)

P Q R P → (Q→R) ≡ (P→Q) → (P→R)

1 1 1 1 1 1 1 1 1 1

1 1 0 1 0 0 1 1 0 0

1 0 1 1 1 1 1 0 1 1
202

1 0 0 1 1 1 1 0 1 0

0 1 1 0 1 1 1 1 1 1

0 1 0 0 1 0 1 1 1 1

0 0 1 0 1 1 1 1 1 1

0 0 0 0 1 1 1 1 1 1

Sin embargo en la distribución conformada por condicionales sí se debe


respetar el orden sintáctico del enunciado.

(P→Q)→R (P→R)→(Q→R)

P Q R (P→Q) → R ≡ (P→R) → (Q→R)

1 1 1 1 1 1 1 1 1 1

1 1 0 1 0 0 0 0 1 0

1 0 1 0 1 1 1 1 1 1

1 0 0 0 1 0 1 0 1 1

0 1 1 1 1 1 1 1 1 1

0 1 0 1 0 0 1 1 0 0

0 0 1 1 1 1 1 1 1 1

0 0 0 1 0 0 0 1 1 1

Es posible aplicar la distribución entre las alternativas: disyunción/condicional


condicional/disyunción.

P∨ (Q→R)≡(P∨Q)→(P∨R)

P→(Q∨R)≡(P→Q)∨(P→R)
203

P∨(Q→R)≡(P∨Q)→(P∨R)

P Q R P ∨ (Q→R) ≡ (P∨Q) → (P∨R)

1 1 1 1 1 1 1 1 1 1

1 1 0 1 1 0 1 1 1 1

1 0 1 1 1 1 1 1 1 1

1 0 0 1 1 1 1 1 1 1

0 1 1 0 1 1 1 1 1 1

0 1 0 0 0 0 1 1 0 0

0 0 1 0 1 1 1 1 1 1

0 0 0 0 1 1 1 0 1 0

P→(Q∨R)≡(P→Q)∨(P→R)

P Q R P → (Q∨R) ≡ (P→Q) ∨ (P→R)

1 1 1 1 1 1 1 1 1 1

1 1 0 1 1 1 1 1 1 0

1 0 1 1 1 1 1 0 1 1

1 0 0 1 0 0 1 0 0 0

0 1 1 0 1 1 1 1 1 1

0 1 0 0 1 1 1 1 1 1

0 0 1 0 1 1 1 1 1 1

0 0 0 0 1 0 1 1 1 1
204

Es posible aplicar la distribución entre la alternativa: condicional/conjunción. Sin


embargo la distribución se invalida con la alternativa: conjunción/condicional.

P→(Q R)≡(P→Q) (P→R)

P (Q→R) (P Q)→(P R)

P→(Q R)≡(P→Q) (P→R)

P Q R P → (Q R) ≡ (P→Q) (P→R)

1 1 1 1 1 1 1 1 1 1

1 1 0 1 0 0 1 1 0 0

1 0 1 1 0 0 1 0 0 1

1 0 0 1 0 0 1 0 0 0

0 1 1 0 1 1 1 1 1 1

0 1 0 0 1 0 1 1 1 1

0 0 1 0 1 0 1 1 1 1

0 0 0 0 1 0 1 1 1 1

P (Q→R) (P Q)→(P R)

P Q R P (Q→R) (P Q) → (P R)

1 1 1 1 1 1 1 1 1 1

1 1 0 1 0 0 1 1 0 0

1 0 1 1 1 1 1 0 1 1
205

1 0 0 1 1 1 1 0 1 0

0 1 1 0 0 1 0 0 1 0

0 1 0 0 0 0 0 0 1 0

0 0 1 0 0 1 0 0 1 0

0 0 0 0 0 1 0 0 1 0

15. Transposición (Transp.)

Parecería que la transposición es un tipo de equivalencia sintáctica, sin embargo


las condiciones para el cambio arrojan un resultado, a simple vista, contrario al
valor inicial. Pues en la afirmación de sus componentes, al transponer el orden
sintáctico se consigue una equivalencia negada y viceversa, al transponer una
negación se consigue una afirmación de antecedente y consecuente
respectivamente. Así tanto hay un cambio sintáctico como una inversión del
valor original.

(P→Q)≡(¬Q→¬P) (P→¬Q)≡(¬¬Q→¬P)≡(Q→¬P)

(¬P→Q)≡(¬Q→¬¬P)≡(¬Q→P) (¬P→¬Q)≡(¬¬Q→¬¬P)≡(Q→P)

Transposición bicondicional

Tomando en cuenta que la bicondiconal es un doble condicional, podemos


generar de ella una Transposición.

(P Q) ≡ (¬Q ¬P)

16. Exportación (Exp)

La exportación es un cambio morfológico, estipula rigurosamente su estructura


sintáctica: Un antecedente, compuesto por una conjunción, que infiere un
enunciado consecuente simple; es equivalente a que un enunciado antecedente
simple (tomado de uno de los dos conjuntos del enunciado compuesto anterior)
con un enunciado consecuente compuesto por una inferencia.
206

Y viceversa: Que un enunciado antecedente simple cuyo consecuente es un


enunciado compuesto por otra inferencia, es equivalente a la conjunción de los
dos antecedentes, tanto del primero como del segundo.

[(P Q)→R] ≡ [P→(Q→R)] [(P Q)→ ¬R] ≡ [P→(Q→¬R)]

[(P ¬Q)→R] ≡ [P→(¬Q→R)] [(P ¬Q)→ ¬R] ≡ [P→(¬Q→¬R)]

[(¬P Q)→R] ≡ [¬P→(Q→R)] [(¬P Q)→ ¬R] ≡ [¬P→(Q→¬R)]

[(¬P ¬Q)→R] ≡ [¬P→(¬Q→R)] [(¬P ¬Q)→ ¬R] ≡ [¬P→(¬Q→¬R)]

Es posible tomar cualquiera de los dos conjuntos, sin que la Exportación altere
su efecto.

[(P Q)→R] ≡ [Q→(P→R)] [(P Q)→ ¬R] ≡ [Q→(P→¬R)]

[(P ¬Q)→R] ≡ [¬Q→(P→R)] [(P ¬Q)→ ¬R] ≡ [¬Q→(P→¬R)]

[(¬P Q)→R] ≡ [Q→(¬P→R)] [(¬P Q)→ ¬R] ≡ [Q→(¬P→¬R)]

[(¬P ¬Q)→R] ≡ [¬Q→(¬P→R)] [(¬P ¬Q)→ ¬R] ≡ [¬Q→(¬P→¬R)]

Esto no acontece a la inversa, es decir, con la conjunción de los consecuentes.

P Q R P → (Q R) (P→Q) → R

1 1 1 1 1 1 1 1 1 1

1 1 0 1 0 0 1 1 0 0

1 0 1 1 0 0 0 0 1 1

1 0 0 1 0 0 0 0 1 0

0 1 1 0 1 1 1 1 1 1

0 1 0 0 1 0 0 1 0 0

0 0 1 0 1 0 1 1 1 1

0 0 0 0 1 0 0 1 0 0
207

Tampoco acontece con la disyunción.

[(P∨Q)→R] [P→(Q→R)]

P Q R (P∨Q) → R P → (Q→R)

1 1 1 1 1 1 1 1 1 1

1 1 0 1 0 0 1 1 0 0

1 0 1 1 1 1 1 1 1 1

1 0 0 1 0 0 0 1 1 1

0 1 1 1 1 1 1 0 1 1

0 1 0 1 0 0 0 0 1 0

0 0 1 0 1 1 1 0 1 1

0 0 0 0 1 0 1 0 1 1

17. Teorema ( o Ley) de Morgan (de M)

Cambio morfológico. La totalidad de un enunciado compuesto es equivalente a


su inversión y la inversión de sus componentes individuales (de negación a
afirmación y de afirmación a negación), y de su conectiva (de conjunción a
disyunción y de disyunción a conjunción).

Y viceversa: Un enunciado compuesto es equivalente a la inversión de:

a) Sus componentes: De negación a afirmación y de afirmación a negación.


b) Su conectiva: De conjunción a disyunción y de disyunción a conjunción
c) Su totalidad: Del enunciado compuesto e inverso.

¬(P Q) ≡ ¬¬(¬P∨¬Q) ≡ (¬P∨¬Q) ¬(P ¬Q) ≡ ¬¬(¬P∨¬¬Q) ≡ (¬P∨Q)

¬(¬P Q) ≡ ¬¬(¬¬P∨¬Q) ≡ (¬P∨¬¬Q) ¬(¬P ¬Q)≡ ¬¬(¬¬P∨¬¬Q) ≡ (P∨Q)

¬(P∨Q) ≡ ¬¬(¬P ¬Q) ≡ (¬P ¬Q) ¬(P∨¬Q) ≡¬¬(¬P ¬¬Q) ≡ (¬P Q)


208

¬(¬P∨Q) ≡ ¬¬(¬¬P ¬Q) ≡ (P ¬Q) ¬(¬P∨¬Q) ≡ ¬¬(¬¬P ¬¬Q) ≡ (P Q)

Un error frecuente es el de aplicar el Teorema de Morgan a una Doble


Negación. Al prestar atención a la regla de Doble Negación nos daremos cuenta
de que esto sería afirmar que los valores de la conjunción y la disyunción son
idénticos.

¬¬(P Q) (¬¬P∨¬¬Q)

P Q ¬¬(P Q) (¬¬P∨¬¬Q)

1 1 1 1 1

1 0 0 0 1

0 1 0 0 1

0 0 0 1 0

18. Implicación Material (IM)

La implicación Material amerita una explicación de sus dos polos, pues existe un
flujo morfológico a simple vista diferente.

De implicación a disyunción/conjunción

a) De implicación a Disyunción
1. Se invierte el valor del antecedente
2. Se cambia la condicional por una Disyunción

P→Q ≡ ¬P∨Q P→¬Q ≡ ¬P∨¬Q

¬P→Q ≡ ¬¬P∨Q ≡ P∨Q ¬P→¬Q ≡ ¬¬P∨¬Q ≡ P∨¬Q

b) De implicación a Conjunción
1. Se invierte el valor de la totalidad del enunciado
2. Se invierte el valor del consecuente
3. Se cambia la condicional por una Conjunción
209

P→Q ≡ ¬(P ¬Q) P→¬Q ≡ ¬(P ¬¬Q) ≡ ¬(P Q)

¬P→Q ≡ ¬(¬P ¬Q) ¬P→¬Q ≡ ¬(¬P ¬¬Q) ≡ ¬(¬P Q)

De disyunción/conjunción a implicación

La Implicación Material establece que es posible tomar cualquiera de los


disyuntos o conjuntos arbitrariamente, y sustituir los términos del enunciado por
una implicación, sin dañar los valores de antecedente y consecuente, siempre y
cuando se cumpla con el siguiente proceso:

A) En el caso de la disyunción

1. Se toma una premisa inicial


2. De esa premisa tomamos arbitrariamente uno de sus disyuntos y le
damos la posición del antecedente
3. El disyunto que resta hace el papel de consecuente
4. Se invierte el valor del antecedente

Estas son sus posibilidades


A. 1. Tomando «P»

P Q P∨Q ≡ ¬P→Q

1 1 1 1 1

1 0 1 1 1

0 1 1 1 1

0 0 0 1 0

A. 2. Tomando «Q»

P Q P∨Q ≡ ¬Q→P

1 1 1 1 1

1 0 1 1 1

0 1 1 1 1
210

0 0 0 1 0

B) En el caso de la conjuntiva

1. Se toma una premisa inicial


2. De esa premisa tomamos arbitrariamente uno de sus conjuntos y le
damos la posición del antecedente
3. El conjunto que resta hace el papel de consecuente
4. Se invierte el valor del consecuente
5. Se invierte la totalidad del enunciado

Estas son sus posibilidades


B. 1. Tomando «P»

P Q P Q ≡ ¬(P→¬Q)

1 1 1 1 1

1 0 0 1 0

0 1 0 1 0

0 0 0 1 0

B. 2. Tomando «Q»

P Q P Q ≡ ¬(Q→¬P)

1 1 1 1 1

1 0 0 1 0

0 1 0 1 0

0 0 0 1 0

Podemos observar, en el caso de la conjuntiva, que es necesario agregar un


paso extra para su descripción mecánica: la inversión de la totalidad del
enunciado.
211

Es posible deducir a partir de la Implicación Material disyuntiva su Implicación


Material conjuntiva a partir de la presuposición del Teorema de Morgan:

Tomemos por ejemplo:

(P→Q) ≡ ¬P∨Q

Apliquemos primero la Implicación Material establecida

P Q (P→Q) ≡ ¬P∨Q

1 1 1 1 1

1 0 0 1 0

0 1 1 1 1

0 0 1 1 1

Luego el Teorema de Morgan.

P Q ¬P∨Q ≡ ¬(P ¬Q)

1 1 1 1 1

1 0 0 1 0

0 1 1 1 1

0 0 1 1 1

Por tanto, concluimos la segunda regla

(P→Q)≡¬P∨Q

(P→Q)≡¬P∨Q≡¬(P ¬Q)

19. Equivalencia Material (EM)

Existen distintos modos para el empleo de la Equivalencia Material. El objetivo


principal de la equivalencia es sustituir una premisa de un mismo valor veritativo
inicial por otro con el mismo valor pero distinta representación. Se trata de un
enunciado, compuesto por dos premisas, que se infieren mutuamente. En el
212

enunciado: (P Q) resulta que P→Q y Q→P. Ambos enunciados se infieren


mutuamente.

En la conjunción

(P Q) ≡ [(P→Q) ( Q→P)] (P ¬Q) ≡ [(P→¬Q) (¬Q→P)]

(¬P Q) ≡ [(¬P→Q) ( Q→¬P)] (¬P ¬Q) ≡ [(¬P→¬Q) (¬Q→¬P)]

Otra variante de la Equivalencia Material ejecutada con la conjunción es la se


lleva a cabo con la disyunción:

(P Q) ≡ [(P∨¬Q) ( Q∨¬P)] (P ¬Q) ≡ [(¬P∨¬Q) (Q∨P)]

(¬P Q) ≡ [(P∨Q) (¬Q∨¬P)] (¬P ¬Q) ≡ [(P∨¬Q) ( Q∨¬P)]

Sin embargo esta regla no se restringe sólo a la conjunción, es posible aplicarla


inclusive en la disyunción.

(P Q) ≡ [(P Q) ∨ (¬Q ¬P)] (P ¬Q) ≡ [(P ¬Q) ∨ (Q ¬P)]

(¬P Q) ≡ [(¬P Q) ∨ (¬Q P)] (¬P ¬Q) ≡ [(¬P ¬Q) ∨ ( Q P)]

La naturaleza de la inferencia no permite aplicar una Equivalencia Material a


menos que sea por medio de conectivas mixtas.

(P Q) ≡ [(P∨Q)→(Q P)] (P Q) ≡ [(¬P ¬Q)→(¬Q ¬P)]

(¬P ¬Q) ≡[(P∨Q)→(Q P)] (¬P ¬Q) ≡ [(¬P ¬Q)→(¬Q ¬P)]

(P Q) ≡ [(¬P∨Q)→( ¬Q P)] (P Q) ≡ [(P ¬Q)→( Q ¬P)]

Usando « » como conectiva principal podremos encontrar equivalencias


adicionales.

Condicional

(P Q) ≡ [(P→Q) ( Q→P)] (P ¬Q) ≡ [(P→¬Q) (¬Q→P)]


213

(¬P Q) ≡ [(¬P→Q) ( Q→¬P)] (¬P ¬Q) ≡ [(¬P→¬Q) (¬Q→¬P)]

Conjunción

(P ¬Q) ≡ [(P Q) (¬Q ¬P)] (¬P Q) ≡ [(¬P ¬Q) (Q P)]

(P Q) ≡ [(¬P Q) (¬Q P)] (¬P ¬Q) ≡ [(P ¬Q) ( Q ¬P)]

Disyunción

(P ¬Q) ≡ [(P∨Q) (¬Q∨¬P)] (¬P Q) ≡ [(¬P∨¬Q) (Q∨P)]

(P Q) ≡ [(¬P∨Q) (¬Q∨P)] (¬P ¬Q) ≡ [(P∨¬Q) ( Q∨¬P)]

Usando « » como conectiva secundaria podremos encontrar todavía más


equivalencias adicionales.

Condicional

(P Q) ≡ [(P ¬Q)→( Q P)] (P Q) ≡ [(¬P Q)→( Q P)]

(P ¬Q) ≡ [(P Q)→(¬Q P)] (¬P Q) ≡ [(P Q)→(Q ¬P)]

(¬P ¬Q) ≡ [(P ¬Q)→( ¬Q ¬P)] (¬P ¬Q) ≡ [(¬P Q)→(¬Q ¬P)]

Conjunción

(P Q) ≡ [(P Q) (Q P)] (P Q) ≡ [(P Q) (¬Q ¬P)]

(P ¬Q) ≡ [(P ¬Q) (¬Q P)] (¬P Q) ≡ [(¬P Q) (Q ¬P)]

(¬P ¬Q) ≡ [(P Q) (Q P)] (¬P ¬Q) ≡ [(¬P ¬Q) (Q P)]

Disyunción

(P Q) ≡ [(P Q) ∨ ( Q P)] (P Q) ≡ [(P Q) ∨ (¬Q ¬P)]


214

(P ¬Q) ≡ [(P ¬Q) ∨ (¬Q P)] (¬P Q) ≡ [(¬P Q) ∨ (Q ¬P)]

(¬P ¬Q) ≡ [(P Q) ∨ (Q P)] (¬P ¬Q) ≡ [(¬P ¬Q) ∨ (Q P)]

20. Conectiva de Exclusión

Conectiva de exclusión
En el lenguaje de la lógica simbólica convencional es posible encontrar en la
disyunción (∨) la propiedad ínsita de inclusión o exclusión. Sin embargo esta
propiedad lejos de asegurar una objetividad clara normalmente tiende a la
ambigüedad. Para ello es necesario emplear un elemento conectivo que aclare
esta ambigüedad, independizando una de sus propiedades: La exclusión.

Los valores de la conectiva de exclusión nos dicen que:

P Q P Q

1 1 1 0 1

1 0 1 1 0

0 1 0 1 1

0 0 0 0 0

Esto nos manifiesta que la conectiva opera de manera que el producto que
genere debe excluir alguna de las premisas. Con ello descubrimos que es
inválido afirmar:

P P P

1 1 0 1

0 0 0 0

Por tanto

P P ¬P

1 1 1 0
215

0 0 1 1

Extendiendo sus posibilidades con las conectivas de conjunción ( ) y disyunción


(∨) encontramos que es inválido afirmar que:

(P ¬P) (Q ¬Q) (P∨¬P) (Q∨¬Q)

Pero válido afirmar que:

(P ¬P) (Q ¬Q) (P ¬P) ∨ (Q ¬Q)

La interacción entre las distintas premisas no opone resistencia, pues es posible


asemejar una operación inferencial propia de la conectiva de exclusión.

Primer término: Un enunciado exclusivo

Segundo término: Una premisa independiente, contraria o idéntica a


cualquiera de los exclusos del primer término. Inclusive si son los dos unidos
por una disyunción.

Término Final: Depende del Segundo término pues:

A) En caso de que sea idéntico arroja el otro excluso con un valor invertido.
B) En caso de que sea inverso arroja el otro excluso con valor idéntico.

1. P Q 1. P Q 1. P Q
2. P 2. Q 2. P∨Q
¬Q ¬P ¬P∨¬Q

Y a la inversa

1. P Q 1. P Q 1. P Q
2. ¬P 2. ¬Q 2. ¬P∨¬Q
Q P P∨Q
216

P Q P Q P → ¬Q P Q P Q ¬Q → P

1 1 0 0 1 1 0 1 1 0 0 0 1 1

1 0 1 1 1 1 1 1 0 1 1 1 1 1

0 1 1 0 0 1 0 0 1 1 0 0 1 0

0 0 0 0 0 1 1 0 0 0 0 1 1 0

P Q P Q Q → ¬P P Q P Q ¬P → Q

1 1 0 0 1 1 0 1 1 0 0 0 1 1

1 0 1 0 0 1 0 1 0 1 0 0 1 0

0 1 1 1 1 1 1 0 1 1 1 1 1 1

0 0 0 0 0 1 1 0 0 0 0 1 1 0

P Q P Q P∨Q → ¬P∨¬Q P Q P Q ¬P∨¬Q → P∨Q

1 1 0 0 1 1 1 1 1 0 0 1 1 1

1 0 1 1 1 1 1 1 0 1 1 1 1 1

0 1 1 1 1 1 1 0 1 1 1 1 1 1

0 0 0 0 0 1 1 0 0 0 0 0 1 1

(P Q) (P)→¬Q (P ¬Q) (P)→ ¬¬Q ≡ Q

(¬P Q) (¬P)→ ¬Q (¬P ¬Q) (¬P)→ ¬¬Q ≡ Q

(P Q) (Q)→¬P (P ¬Q) (¬Q)→¬P

(¬P Q) (Q)→¬¬P ≡ P (¬P ¬Q) ( ¬Q)→ ¬¬P ≡ P


217

(P Q) (¬P)→Q (P ¬Q) (¬P)→¬Q

(¬P Q) (P)→Q (¬P ¬Q) (P)→ ¬Q

(P Q) (¬Q)→P (P ¬Q) (Q)→P

(P Q) (¬P)→Q (¬P ¬Q) (P)→¬Q

(P Q) (P∨Q)→ ¬P∨¬Q (P ¬Q) (P∨¬Q)→¬P∨¬¬Q ≡¬P∨Q

(¬P Q) ( ¬P∨Q)→ ¬¬P∨¬Q ≡ P∨¬Q (¬P ¬Q) ( ¬P∨¬Q)→ ¬¬P∨¬¬Q≡ P∨Q

(P Q) ( ¬P∨¬Q)→ P∨Q (P ¬Q) ( ¬P∨Q)→P∨¬Q

(¬P Q) ( P∨¬Q)→ ¬P∨Q (¬P ¬Q) ( P∨Q)→ ¬P∨¬Q

Por tanto, si es posible generar una operación inferencial propia de la exclusión,


será posible emplear Dilemas Excluyentes: Constructivos y Destructivos.

3. (P Q) (R S) 1. (P Q) (R S)
4. P∨R 2. ¬P∨¬R
¬Q∨¬S Q∨S

También es posible el empleo de las reglas de equivalencia sobre la conectiva


de exclusión.

Conmutación

Del mismo modo que en la conmutación disyuntiva y conjuntiva, la conmutación


exclusiva es un cambio puramente sintáctico del discurso.

(P Q) ≡ (Q P) (P ¬Q)≡(¬Q P) (¬P Q)≡(Q ¬P) (¬P ¬Q)≡(¬Q ¬P)

Asociación

Así también el cambio sintáctico de aglutinante es válido en el empleo de la


exclusión.
218

(P Q) R ≡ P (Q R) (P Q) ¬R ≡ P (Q ¬R)

(P ¬Q) R ≡ P (¬Q R) (P ¬Q) ¬R ≡ P (¬Q ¬R)

(¬P Q) R ≡ ¬P (Q R) (¬P Q) ¬R ≡ ¬P (Q ¬R)

(¬P ¬Q) R ≡¬P (¬Q R) (¬P ¬Q) ¬R≡¬P (¬Q ¬R)

Transposición

Es posible transponer los valores de la exclusión cambiando el orden sintáctico e


invirtiendo el valor de ambos exclusos.

P Q≡¬Q ¬P P ¬Q≡¬¬Q ¬P≡Q ¬P

¬P Q≡¬Q ¬¬P≡¬Q P ¬P ¬Q≡¬¬Q ¬¬P≡Q P

Otras equivalencias

Existen a su vez otro tipo de equivalencias, que si bien conservan una cierta
cercanía a las reglas convencionales, tienen por su cuenta una similitud mucho
más propia de la exclusión. Por ello nuestro acercamiento será independiente al
nombre respectivo de las reglas de equivalencia empleadas.

Exclusión: Disyunción/Conjunción

La exclusión es equivalente a la disyunción de dos conjuntos:

P Q≡(¬P Q) ∨ (P ¬Q) P ¬Q≡(P Q) ∨ (¬P ¬Q)

¬P Q≡(¬P ¬Q) ∨ (P Q) ¬P ¬Q≡(P ¬Q) ∨ ( ¬P Q)

También es equivalente a la conjunción de dos disyuntos:

P Q≡(P∨Q) (¬P∨¬Q) P ¬Q≡(¬P∨Q) ( P∨¬Q)

¬P Q≡(P∨¬Q) (¬P∨Q) ¬P ¬Q≡(¬P∨¬Q) (P∨Q)


219

Conectiva de Exclusión representada con Condicional:

P Q≡ (P→Q)→¬(¬P→¬Q) P ¬Q≡ (¬P→Q)→¬(P→¬Q)

¬P Q≡ (P→¬Q)→¬(¬P→Q) P Q≡ (¬P→¬Q)→¬(P→Q)

Inferencia: Conjunción y Disyunción

Conjunción

La Conjunción de condicionales:

P Q≡(P→Q) ( ¬P→¬Q) P ¬Q≡(P→¬Q) ( ¬P→Q)

¬P Q≡(¬P→Q) (P→¬Q) ¬P ¬Q≡(¬P→¬Q) (P→Q)

También es el caso que:

P Q≡ (P→Q)→(¬P Q) P ¬Q≡ (P→¬Q)→(¬P ¬Q)

¬P Q≡ (¬P→Q)→(P Q) P Q≡ (¬P→¬Q)→(P ¬Q)

Disyunción

La disyunción de condicionales:

P Q≡¬(P→Q) ∨¬(¬P→¬Q) P ¬Q≡¬(¬P→Q) ∨ ¬(P→¬Q)

¬P Q≡¬(¬P→Q) ∨¬(P→¬Q) ¬P ¬Q≡¬(¬P→¬Q) ∨¬(P→Q)

También es el caso que:

P Q≡ (P→Q)→¬(P∨¬Q) P ¬Q≡ (P→¬Q)→ ¬(P∨Q)

¬P Q≡ (¬P→Q)→¬(¬P∨¬Q) P Q≡ (¬P→¬Q)→¬(¬P∨Q)

Mixta

Con un condicional Mixto es válida sólo sí:


220

P Q≡(¬P∨Q)→(¬P Q) P ¬Q≡(P∨Q)→(P Q)

¬P Q≡(¬P∨¬Q)→(¬P ¬Q) ¬P ¬Q≡(P∨¬Q)→(P ¬Q)

También es el caso que:

P Q≡¬(¬P Q)→¬(¬P∨Q) P ¬Q≡¬(P Q)→ ¬(P∨Q)

¬P Q≡¬(¬P ¬Q)→¬(¬P∨¬Q) ¬P ¬Q≡¬(P ¬Q)→ ¬(P∨¬Q)

Exclusión: Bicondicional

La exclusión es equivalente a una bicondicional:

P Q ≡ (¬P Q) P Q ≡ (P ¬Q)

P ¬Q≡ (P Q) P ¬Q≡(¬P ¬Q)

¬P Q≡ (P Q) ¬P Q≡ (¬P ¬Q)

¬P ¬Q≡(¬P Q) ¬P ¬Q≡(P ¬Q)

Existe una gama de posibilidades respecto a las diferentes funciones específicas


de la conectiva de exclusión. Mismas que aumentan con el empleo de nuevas
premisas y su relación con las conectivas utilizadas convencionalmente.
Esperemos que con los ejemplos ofrecidos en el presente apéndice se haya
logrado una comprensión suficiente respecto a su incursión y protagonismo en
los terrenos de la lógica simbólica como premisa independiente a la disyuntiva.

Sólo resta agradecer al atento lector por su valiosa atención al proceso


desarrollado en el presente apéndice. Espero que sea de su entero agrado y sea
una herramienta útil para la aclaración y apoyo a los estudios referentes al área
de lógica simbólica.
221

APÉNDICE II

Moisés Rubén Rossano López

Gracias a la Dirección General de Asuntos del Personal Académico (DGAPA), a través


del proyecto PAPIME PE400709. Lógica: Herramientas para su aprendizaje y para la
comprensión de sus relaciones con los distintos campos de filosofía; fue posible hacer
el presente apéndice.

Cuadrángulo de oposición

A Entre proposiciones contrarias, o bien ambas


son falsas simultáneamente, o bien una es B
cierta y la otra falsa, a la vez; mas no es
Universal posible que ambas sean ciertas de manera
simultánea. Su relación se muestra en la
Universal
afirmativa siguiente fórmula: negativa
Todo A es B Ningún A es B

Contrarias

La subalternación
En la relación de
O S O S negativa es semejante
subalternación Contradictorias a la subalternación
afirmativa, en la que En la contradicción, ocurre que de ninguna
la proposición p u manera pueden ser ambas proposiciones
p u afirmativa: en efecto,
de ser cierta la
universal se denomina o b falsas o verdaderas simultáneamente. La o b proposición universal,
subalternante y la proposición universal afirmativa (A)
lo es también la
proposición particular s a contradice a la proposición particular s a particular. Así, su
subalternada, se tiene negativa (I), y viceversa; la proposición
que, de ser cierta la i l universal negativa (E) contradice a la i l relación se representa
fielmente por la
proposición universal, particular afirmativa (O), y viceversa. Por
lo es asimismo la
c t ello se dice, acerca de la contradictoria de
c t fórmula mostrada a
continuación:
particular. La fórmula i e una proposición, que es su negación lógica. i e
siguiente aclara esta La relación de contradicción se muestra
relación: ó r según se ve en las fórmulas siguientes: ó r
n n n n
a a

Subcontrarias
I O
Entre subcontrarias, es posible que una sea
Particular cierta y la otra falsa, o bien que ambas sean Particular
ciertas. Pero no ocurre en modo alguno que
afirmativa ambas sean falsas a la vez. Su relación se negativa
muestra de manera más explícita por medio
Algún A es B de la fórmula que viene a continuación: Algún A no es B
222

Modos de la primera figura del silogismo68

Barbara
Lenguaje “natural” Traducción formal

Todo heleno es descendiente de


Deucalión y de Pirra. 1.

Todo aqueo es heleno.


2.

3. EU. 1 x / a
4. EU. 2 x / a
5. s.h. 4,3
Todo aqueo es descendiente de
Deucalión y Pirra. 6. IU. 5

Celarent
Lenguaje “natural” Traducción formal

Ningún hijo de Urano es mortal.


1.

Todo Titán es hijo de Urano.


2.

3. EU. 1 x / e
4. EU. 2 x / e
5. s.h. 4,3
Ningún Titán es mortal.
6. IU. 5

68
Las figuras y los modos presentados aquí corresponden a los que los escolásticos articularon [Cf. Pedro
Hispano, Tractatus (Summula Logicales)] a partir de la silogística aristotélica [Cf. Aristóteles, Analíticos
Primeros]. Lógicos posteriores, como los de Port-Royale, introdujeron nombres nuevos para algunos de los
modos, más precisamente para aquellos de la llamada cuarta figura [Cf. Arnauld, Logique]. Las abreviaturas
de las reglas de inferencia o equivalencia que han sido utilizadas aquí, y que justifican las operaciones
realizadas con las proposiciones traducidas a lenguaje cuantificacional son: conj., conjunción; EE.,
Especificación del existencial; EU., Especificación del universal; export., exportación; IE., Introducción del
existencial; IU., Introducción del universal; MPP., Modus ponendo ponens; MTT., Modus tollendo tollens;
s.h., silogismo hipotético; simp., simplificación; transp., transposición.
223

Darii
Lenguaje “natural” Traducción formal

Todo hijo de Zeus es divino.


1.

Algún hijo de Alcmena es hijo de Zeus.


2.

3. EE. 2 x / h
4. EU. 3 x / h
5. simp. 3
6. MPP. 4,5
7. simp. 3
8. conj. 7,6
Algún hijo de Alcmena es divino.
9. IE. 8

Ferio
Lenguaje “natural” Traducción formal

Ningún monstruo habita el Olimpo.


1.

Algún hijo de Equidna es monstruo.


2.

3. EE. 2 x / c
4. EU. 1 x / c
5. simp. 3
6. MPP. 4,5
7. simp. 3
8. conj. 7,6
Algún hijo de Equidna no habita el
Olimpo. 9. IE. 8
224

Modos de la segunda figura del silogismo

Cesare
Lenguaje “natural” Traducción formal

Ningún partidario de Cronos es leal a


Zeus. 1.

Todo Hecatonquiro es leal a Zeus.


2.

3. EU. 1 x / b
4. EU. 2 x / b
5. transp. 3
6. s.h. 4,5
Ningún Hecatonquiro es partidario
de Cronos. 7. IU. 5

Camestres
Lenguaje “natural” Traducción formal

Todas las Greas son hijas de Ceto.


1.

Ninguna Erinia es hija de Ceto.


2.

3. EU. 1 x / p
4. EU. 2 x / p
5. transp. 3
6. s.h. 4,5
Ninguna Erinia es Grea.
7. IU. 5
225

Festino
Lenguaje “natural” Traducción formal

Ningún malvado habita los Campos


Elíseos. 1.

Algún hijo de Anquises y de Afrodita


habita los Campos Elíseos. 2.

3. EE. 2 x / n
4. EU. 1 x / n
5. simp. 3
6. MTT. 4,5
7. simp. 1
8. conj. 7,6
Algún hijo de Anquises y de Afrodita
no es malvado. 9. IE. 5

Baroco
Lenguaje “natural” Traducción formal

Todo Atreida es nieto de Pélope.


1.

Algún morador de la Hélade no es


nieto de Pélope. 2.

3. EE. 2 x / i
4. EU. 1 x / i
5. simp. 3
6. MTT. 4,5
7. simp. 3
8. conj. 7,6
Algún morador de la Hélade no es
Atreida. 9. IE. 8
226

Modos de la tercera figura del silogismo

Darapti
Lenguaje “natural” Traducción formal

Toda Cárite es hija de Hera.


1.

Toda Cárite es miembro del séquito de


Afrodita. 2.

3. (supuesto existencial)
4. EE. 3 x / e
5. EU. 1 x / e
6. EU. 2 x / e
7. MPP. 5,4
8. MPP. 6,4
9. conj. 8,7
Algún miembro del séquito de
Afrodita es hijo de Hera. 10. IE. 9

Disamis
Lenguaje “natural” Traducción formal

Algún hijo del dios Céfiro es caballo.


1.

Todo hijo del dios Céfiro es


descendiente de Titanes. 2.

3. EE. 1 x / b
4. EU. 2 x / b
5. simp. 3
6. MPP. 4,5
7. simp. 3
8. conj. 6,7
Algún descendiente de Titanes es
caballo. 9. IE. 8
227

Datisi
Lenguaje “natural” Traducción formal

Los caballos que la diosa


Eos engancha en su carro,
distintos entre sí, son 1.
únicamente dos: Faetón y ∧¬ ∨¬ ∧
Lampo.

Al menos uno de los


caballos que la diosa Eos
engancha en su carro es 2.
alado y su nombre ∧ , ∧ ,
significa “el centelleante”.

3. EE. 2 z / m
4. EE. 3 y / g
5. EE. 4 x / j
6. EU. 1 y / g
7. EU. 6 x / j
8. simp. 5
9. MPP. 7,8
10. simp. 5
11. conj. 10,9
12. IE. 11
Alguno alado y cuyo
nombre significa “el
centelleante” es o Faetón
13. IE. 13
o Lampo, pero no ambos a
la vez.

Felapton
Lenguaje “natural” Traducción formal

No hay musa alguna que,


o bien habite en el Erebo 1.
o bien cobre venganza por
228

crímenes de sangre.

Las musas tienen cantos


con los que alegran los
2.
banquetes de los dioses
en el Olimpo.

3. (supuesto existencial)
4. EE. 3 x / e
5. EE. 2 y / f
6. EU. 5 z / c
7. EU. 6 x / e
8. EU. 1 x / e
9. MPP. 7,4
10. MPP. 8,4
11. conj. 9,10
12. IE. 11
13. IE. 12
Algo que tiene cantos con
los que alegra los
banquetes de los dioses
en el Olimpo, no ocurre 14. IE.
que, o habite en el Erebo 13
o cobre venganza por
crímenes de sangre.

Bocardo
Lenguaje “natural” Traducción formal

Al menos una cuya madre


es Pléyone no parió hijos de
1.
un mortal.

Aquellas quienes tienen a


Pléyone por madre tienen
2.
por bisabuela a Gea.
229

3. EE. 1 x / m
4. EU. 3 y / s
5. EU. 2 x / m
6. simp. 4
7. MPP. 5,6
8. simp. 4
9. conj. 7,8
10. IU. 9
Algo cuya bisabuela es Gea
no parió hijos de un mortal. 11. IE. 10
230

Ferison
Lenguaje “natural” Traducción formal

De las hijas de Mnemósine


y de Zeus, ninguna perdona
1.
a quien se jacta de poderla , →¬ ,
superar.

Al menos una de las hijas


de Mnemósine y de Zeus
2.
privó al cantor Támiris de
,, ∧ ,,
voz y de memoria.

3. EE. 2 x / u
4. EU. 1 y / p
5. EU. 4 x / u
6. export. 5
7. simp. 3
8. MPP. 6,7
9. simp. 3
10. conj. 9,8
11. IU. 10
Algo que privó al cantor
Támiris de voz y de
memoria no perdona a
12. IE. 11
quien se jacta de poderle
superar.
231

Modos indirectos de la primera figura del silogismo69

Baralipton
Lenguaje “natural” Traducción formal

Las Danaidas asesinas de al menos


uno de los hijos de Egipto fueron
1.
condenadas al suplicio de llenar , → ,
eternamente vasijas sin fondo.

Aquellas hijas de Dánao que


residen en el Averno son Danaidas
2.
asesinas de al menos uno de los ∧∃ , ∧ ,
hijos de Egipto.

3. (supuesto existencial)
4. EE. 3 x / f
5. EU. 1 x / f
6. EU. 2 x / f
7. s.h. 6,5
8. MPP. 7,4
9. conj. 8,4
Alguno de entre los que fueron
10. IE. 9
condenados al suplicio de llenar

69
Si bien aquí se ha optado por mostrar estos modos del silogismo como pertenecientes a la primera figura,
ha de tenerse presente que ello no ha sido siempre considerado lo más adecuado: estos modos –tras
ciertos cambios, pertenecen según algunos autores, a una cuarta figura. Por cuanto los modos que en ella
están contenidos no son sino modos indirectos de la primera, algunos, incluso, han tenido por innecesaria
su exposición como independiente de las otras, juzgándole sustancialmente inútil. Por ello, la distinción de
una cuarta figura mostrada en estas páginas no pretende en manera alguna conceder terminante y
definitivamente que tal distinción se constituya como imprescindible o necesaria al aparato silogístico, sino
sólo el presentar con mayor claridad cada uno de los modos posibles del silogismo, enfatizando su
distinción. Cabe asimismo mencionar que los términos utilizados para referir a los modos de la cuarta figura
son aquellos de los que los escolásticos se sirvieron para designar construcciones silogísticas semejantes,
aunque considerándolas como incluidas en la primera figura. Véase, al respecto, la nota al final de este
apéndice.
232

eternamente vasijas sin fondo es


hija de Dánao que reside en el
Averno.

Celantes70
Lenguaje “natural” Traducción formal

De ninguno que sea, o bien


Eaco, o bien Minos, o bien
Radamantis -distintos estos 1.
¬ ∧ ∧¬ ∨¬ ∧¬ ∧
tres entre sí-, ocurre que sea, →¬ , ∨ ,
o bien hijo de Poseidón o bien
de Anfítrite.

Todo juez perteneciente al


tribunal de Dis es, o bien Eaco,
2.
o bien Minos, o bien
¬ ∨¬ ∧ ∧¬ ∨¬ ∧¬
Radamantis, siendo éstos ∧
distintos entre sí.

3.
EU. 1 x / d
4.
EU. 2 x / d
5. s.h. 4,3
6. transp. 5
De todos los hijos de Poseidón
o Anfítrite, ocurre que
ninguno es juez en el tribunal 7. IU. 6
de Dis.

Dabitis
Lenguaje “natural” Traducción formal

Los pájaros monstruosos que 1.


,ℎ

70
O Calemes.
233

habitaban los alrededores del


lago Estinfalia se alimentaban,
todos, de carne humana.

Algo, de entre lo que posee


pico, alas y zarpas de cobre, es
asimismo pájaro monstruoso 2.
que habitaba los alrededores
del lago Estinfalia.

3. EE. 2 x / a
4. EU. 1 x / a
5. simp. 1
6. MPP. 4,5
7. simp. 3
8. conj. 6,7
Algo que se alimentaba de
carne humana es también
poseedor de pico, alas y 9. IE. 8
zarpas de cobre.

Fapesmo
Lenguaje “natural” Traducción formal

No hay centauro que no


sea descendiente tanto de
1.
un varón como de una
nube.

No hay alguno que habite


el monte Pelión, tras la
centauromaquia, que sea 2.
centauro.

3. (supuesto existencial)
4. EE. 3 x / q
5. EU. 1 x / q
6. EU. 2 x / q
7. MPP. 5,4
8. MTT. 6,4
9. conj. 7,8
234

Alguno que es
descendiente de un varón
y de una nube no ocurre
que, tras la 10. IE. 8
centauromaquia, habite el
monte Pelión.

Frisesomorum
Lenguaje “natural” Traducción formal

Alguna Moira, si es
Láquesis, hila haciendo 1.
girar su huso, devanando
el tenue hilo de la suerte
de los seres.

Ninguna mujer mortal es


una Moira. 2.

3.
EE. 1 x / l
4. EU. 2 x / l
5. simp. 3
6. MTT. 4,5
7.
simp. 3
8.
conj. 7,6
Algo que si es Láquesis,
hila haciendo girar su
huso, devanando el tenue 9.
hilo de la suerte de los
IE. 8
seres, no es una mujer
mortal.
235

Modos “débiles” del silogismo71

Barbari
Lenguaje “natural” Traducción formal

Todo dios surgido de la


cabeza de Zeus es Atenea
1.
Palas.

Atenea Palas estaba


armada hasta los dientes
al momento de nacer, y, 2.
en la lucha contra los , ∧ ,,
Gigantes, mató a Paladio.

3. (supuesto existencial)
4. EE. 3 x / m
5. EU. 1 x / m
6. EU. 2 x / m
7. MPP. 5,4
8. MPP. 6,7
9. simp. 8
10. conj. 9,4
Algo que estaba armado
hasta los dientes al
momento de nacer y que
en la lucha contra los
11. IE. 10
Gigantes mató a Paladio,
es dios surgido de la
cabeza de Zeus.

71
A las cuatro figuras del silogismo los lógicos modernos añadieron estos cinco modos, denominándoles
débiles puesto que se obtienen por subalternación de conclusiones universales de otros modos del
silogismo.
236

Celaront
Lenguaje “natural” Traducción formal

Ninguna tarea impuesta


por Euristeo a Heracles
1.
fue, ni realizable para los
mortales, ni sencilla.

Cada uno de los doce


trabajos de Heracles fue
tarea impuesta por 2.
Euristeo a Heracles.

3. (supuesto existencial)
4. EE. 3 x / n
5. EU. 1 x / n
6. EU. 2 x / n
7. s.h. 6,5
8. MPP. 7,4
9. L. de M. 8
10. equiv. de cuantores
11. conj. 4,10
Alguno de los doce
trabajos de Heracles no
fue, ni realizable para los 12. IE. 11
mortales ni sencillo.

Cesaro
Lenguaje “natural” Traducción formal

Ningún rayo que no


provenga del báculo
forjado por los Cíclopes 1.
para el Crónida fue
lanzado por Zeus.
237

Todo rayo que venció al


dios-monstruo Tifón fue
2.
lanzado por Zeus.

3. (supuesto existencial)
4. EE. 4 x / f
5. EU. 1 x / f
6. EU. 2 x / f
7. transp. 5
8. s.h. 6,7
9. MPP. 8,4
10. conj. 4,9
Algún rayo que venció al
dios-monstruo Tifón no es
rayo que no proviene del
11. IE. 10
báculo forjado por los
Cíclopes para el Crónida.

Camestros
Lenguaje “natural” Traducción formal

Todas las manzanas


custodiadas por el dragón
Leto en el jardín de las
1.
Hespérides son obsequios
a Hera debido a su única
boda.
238

Ninguna manzana en la
que ha sido inscrita la
frase “A la más bella” es 2.
obsequio a Hera debido a ¬∀ ,ℎ→ ,ℎ,
su única boda.

3. (supuesto existencial)
4. EE. 3 x / d
5. EU. 2 x / d
6.
EU. 1 z / d
7. transp. 5
8. s.h. 6,7
9. MTT. 8,4
10. conj. 4,9
Alguna manzana en la que
ha sido inscrita la frase “A
la más bella”, no es
manzana custodiada por 11. IE. 10
el dragón Leto en el jardín
de las Hespérides.

Calemos
Lenguaje “natural” Traducción formal

Toda Ménade es
mujer enloquecida
por influjo de un
1.
cierto néctar
dionisíaco.

Ninguna mujer
enloquecida por
influjo de un cierto 2.
néctar dionisíaco es
enemiga de Sileno.
239

3. (supuesto existencial)
4. EE. 3 x / j
5. EE. 1 z / j
6. EE. 2 x / j
7. equiv. de cuantores
8. equiv. de cuantores
9. s.h. 5,8
10. MTT. 9,4
11. conj. 4,10
Alguna enemiga de
Sileno no es
12. IE. 11
Ménade.
240

Sobre el Silogismo

Moisés Rubén Rossano López

“Silogismo” tiene su origen directo en la expresión griega συλλογισμός, y en una


de sus más llanas acepciones –pero no por ello impropia o imprecisa–
significaría lo que hoy en día también nombramos por cálculo, aunque
ciertamente no circunscribiendo el sentido de esta palabra dentro de la
matemática, como suele usualmente hacerse.

Pues “silogismo” –bajo esta acepción, bastante general– referiría precisamente


al acto que es el cálculo, es decir, a una cierta conjetura, cuya realización, en el
pensamiento, no es posible única y exclusivamente entre entes matemáticos (de
nuevo, a pesar de que, en la actualidad, en el uso del término casi se tenga por
sobreentendido que se habla de estos últimos). Tal conjetura no es sino el
razonamiento, o la operación propia de la razón que es función de la inteligencia.

Muy pronto, sin embargo, συλλογισμός –y con él, posteriormente, también


nuestro “silogismo”– significó, no ya sólo a tal operación, sino asimismo a la
expresión de ésta, significación que la palabra finalmente adquirió como propia:
de ahí que suele ocuparse al referirse, no al razonamiento, sino a la expresión
de éste –aunque en el uso común no se discierna entre uno y otro por factores
diversos: en efecto, ambos son discursos que competen propiamente a la razón
(y su carácter, por consiguiente, es mediato).

Hallamos muchas veces, de esta manera, que uno u otro término designan
indistintamente a la operación o a su expresión, o incluso al producto de la
operación aún no expresado, es decir, al ente de pensamiento que es obra de la
misma operación de la razón; no obstante, al hablar con precisión, hay una
cierta distinción entre estos tres aspectos del razonamiento (la operación misma,
lo producido por ella que es ente de pensamiento, la expresión de lo producido),
aunque suela hacerse uso de un mismo término para referir a cualquiera de
ellos.

En cualquier caso, “silogismo” bien podría significar lo mismo que


“razonamiento”: siguiendo la tantas veces citada definición de Aristóteles, el
silogismo es “un discurso en el que dadas ciertas cosas resulta necesariamente
otra, por el hecho de ser dadas aquellas”, y ha de verse que tal definición ajusta
también al razonamiento, en tanto es precisamente un discurrir del
entendimiento.

El entendimiento es precisamente eso que va “de aquí a allá” –es decir, que
discurre–, y aun el silogismo así propiamente llamado supone este movimiento
(pues un silogismo no es tal sólo por hallarse, en tanto expresión, escrito o
pronunciado, sino que se consuma sólo cuando el entendimiento discurre lo que
se halla expresado; en otras palabras, se dice que es un silogismo en cuanto
241

formalmente es tal, y al saberse esto último sábese asimismo qué discurrimiento


hay implícito en él, discurrimiento que no es sino un razonamiento). Así, el
silogismo es ya de alguna manera un razonamiento; de ahí que tanto
“razonamiento” como “silogismo”, aunque puedan utilizarse con propiedad y
precisión para discernir entre la operación de la razón y la expresión de ésta,
refieren ambos directamente a tal operación, a ese discurrir del intelecto, siendo
que la definición antes citada del silogismo lo es también del razonamiento.

Hasta aquí, ¿diríase de la expresión de cualquier razonamiento que es un


silogismo? No exactamente. Pues se dice de un silogismo que es tal
propiamente cuando su conclusión está dada necesaria (por la imposibilidad, en
virtud de la argumentación misma que es el silogismo, de refutar la negación de
la contradicción de esa conclusión) y deductivamente a partir de sus premisas, y
más aún, cuando lo que se sujeta y predica en la conclusión se liga en virtud de
un universal que se coloca como aquello que llámase término medio. En los
razonamientos inductivos, por ejemplo, la conclusión puede considerarse como
obtenida necesariamente, pero sujeto y predicado en ella no se ligan de esta
manera. Así, llamamos propiamente silogismo –o bien, silogismo categórico– a
la expresión del razonamiento deductivo.

Ahora bien, “el silogismo exige modo y figura” [Pedro Hispano, Tractatus; IV, 3];
esto es, requiere ordenación de los tres términos que constituyen las
proposiciones premisas de acuerdo a la disposición del término medio en ellas, y
ordenación adecuada de cada una de las proposiciones premisas en cualidad y
cantidad. Así, por ejemplo, tenemos una figura cuando, en dos proposiciones, el
sujeto de la primera es predicado en la segunda, como en

Toda llanura fértil es habitable


Esdrelón es llanura fértil

¿Cuántas figuras del silogismo resultan de esta ordenación, por consiguiente?


Se consideran tres figuras: aquella en la que lo sujetado en la primera
proposición se predica en la segunda (como en el ejemplo anterior); aquella en
la que se predica lo mismo en ambas; y aquella en la que ambas tienen el
mismo sujeto. Y dadas las figuras, cuando descartamos las combinaciones de
premisas universales o particulares y afirmativas o negativas de las que no se
obtiene conclusión alguna, tenemos entonces también los modos posibles, que
son cada uno de los que se ejemplifican y traducen a lógica de cuantores en
este apéndice.

No obstante, la primera figura, en la que se hallan los modos perfectos del


silogismo (Barbara, Celarent, Darii, Ferio), permite también ciertos modos cuyas
conclusiones han sido llamadas indirectas, por cuanto su carácter, siendo
particular, habría por necesidad de ser universal. La escolástica les consideró
como incluidos en la primera figura [Cfr. Pedro Hispano, Tractatus; IV, 6]; mas
otros, incluso anteriores, habían ya sugerido que estos modos constituían otra
242

figura del silogismo -a saber, la cuarta. El reconocimiento de una cuarta figura


cual distinta e independiente, así como su exposición, se atribuyen por lo
general a Galeno, si bien se tiene a Teofrasto de Lesbos como el primero quien
dispuso sus modos de manera explícita.

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