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Curso Acreditado en:

Constelaciones Familiares
11. La buena ayuda Vs. Rol de Salvador

Bajo el enfoque de las constelaciones familiares, la buena ayuda del


constelador consiste en contribuir con la aceptación, por parte del cliente,
de tal y como son los padres.

La buena ayuda inicia cuando el ayudador ha tomado a sus padres, es


decir, los ha aceptado con todas sus características de personalidad, su
específico temperamento, sus habilidades, sus actitudes, sus emociones,
sus expresiones, sus destinos, sus vidas, sus cargas y limitaciones, sus
virtudes y defectos, sus resultados positivos y negativos, sus agrados y
desagrados.

Para ayudar primero debemos ayudarnos a nosotros mismos. ¿Podemos


ayudar a los demás sin
ayudarnos a nosotros
mismos? Para la
mayoría de los seres
humanos la respuesta
se encuentra en los
demás, en las
relaciones y en lo que
podemos hacer para el
mundo. Ayudamos a
las personas que tenemos cerca para satisfacer nuestra urgencia de
sentirnos necesarios.
Podemos realmente ayudar a los demás si antes nosotros no estamos
bien, esto especialmente en el caso de personas que tienen problemas
psicológicos y emocionales, como ocurre con casi todas las personas que
tienen una enfermedad física. ¿Puede una persona enferma curar a otro
enfermo?

Esto no es fácil de responder, sin embargo, hay algunas cosas que


podemos decir a manera de orientación. Por una parte, lo más inmediato
que uno puede hacer para ayudar al otro, es ayudarse a sí mismo.

Una persona que está


integrada, que tiene una mente
relajada pues acepta la
diversidad de personas que
existen, lo cual incluye sus
padres y familia en general;
que ha construido una cierta
sabiduría de cómo funciona el
mundo y lleva una vida ética,
ayuda con su sola presencia,
es un buen ejemplo.

Si una persona tiene ciertos complejos psicológicos que no ha procesado y


es muy susceptible a proyectar en los demás o a lo que se ha llamado
contratransferencia, donde un terapeuta proyecta sus propios problemas
psicológicos en un paciente, es probable que no sea muy efectiva su
ayuda y simplemente se convierta en un salvador.
Asimismo, cuando se trabaja con personas que no gestionan sus
emociones de ira y se tornan muy agresivos, es fácil que una persona en
cierta forma aún débil en la integración de su propia psique salga
lastimada y entre en un círculo vicioso. Por ello se recomienda fortalecer la
personalidad propia primero para ayudar a otro.

En constelaciones familiares una ayuda al cliente no es intentar despojar el


lugar de sus padres
del cliente, es
honrarlos,
independientemente
de lo que haya
acontecido en su
vida.

Se puede dar el
caso que el cliente
busque en el
terapeuta a sus padres, y entonces si el terapeuta no toma conciencia de
esto, puede verse envuelto en ese juego inconsciente.

Al contrario, sabiendo lo anterior, puede salirse de ese juego y llevar a su


cliente hasta sus padres, por medio de la honra y reconocimiento del
terapeuta a los padres de su cliente. Esto sólo será posible si previamente,
como se dijo anteriormente, el terapeuta ha tomado a sus padres, si no, no
concientizará sobre juego inconsciente que está sucediendo.
En el momento que el terapeuta honra a los padres del cliente, se
posiciona en su lugar con respecto a ellos, y así no cae en ser “salvador”,
sólo un compañero o asesor, que utiliza sus conocimientos para
acompañar a su cliente en el
proceso de sanación.

Es decir, desempeñar el rol de


salvador es usurpar consciente o
inconscientemente el lugar de los
padres del cliente.

Hellinger (2008) señala que


cuando una persona solicita
ayuda y ésta aún no ha tomado a
sus padres a un nivel profundo y
se siente superior a ellos, también puede percibirse por encima de las
demás personas, incluso de su terapeuta, exigiéndole qué hacer o cómo
hacer. Se observan dominantes y autoritarios, lo cual interrumpe la
relación de ayuda que ha de establecerse entre cliente y constelador.

El constelador, a su vez, si tampoco ha tomado a sus padres, ante la


exigencia se pondrá como un niño, buscando la aprobación de su cliente, y
dando inicio a una posible manipulación.

Tener suficientemente claro que el propósito del trabajo del constelador


es ponerse al servicio de una fuerza mayor que es lo que Hellinger
denomina el “destino” de la persona y de su sistema, y no al servicio del
“yo” tanto de la persona como propio.
Es una labor de ayudador no de salvador, porque ambos adultos, el del
cliente y el del constelador, actúan como un sistema con gran fuerza
energética.

Es una energía dinámica, por ello requiere de un trabajo de consciencia


todo el tiempo.

En un momento vivimos en el lugar del adulto con relación a nuestro


cliente y al segundo siguiente podemos estar usurpando el lugar de sus
padres o buscando el amor de los nuestros en él.

El abrazo es un gesto
simbólico que ayuda a
tomar consciencia y elegir
donde deseamos estar. El
abrazo de igual a igual es
dado por la derecha, lo cual
no significa que ya esté
todo hecho, pero sí es un
gesto que ayuda a que
poco a poco se interiorice.

Expresiones del constelador como:

“Te veo. Estoy al servicio de tu sistema. Tú eres su madre. Tú eres su


padre. Yo soy sólo el terapeuta, y soy más pequeño que ustedes”.

Son muy útiles para ocupar sólo el lugar de terapeuta o ayudador y no de


un salvador, ya que se visualiza a los padres del cliente detrás de éste.
Hay vínculos inconscientes que pueden activarse en determinadas
situaciones. La manera de saber si un vínculo inconsciente con un
ancestro del sistema familiar se ha activado es mirando si existe algún tipo
de bloqueo en nuestra vida, ya que éstos pueden ser el reflejo de un
desorden.

En fin, la buena ayuda viene al colocarnos al servicio del destino de la


persona y de su sistema, sin tratar de querer cambiar nada que no deba
ser cambiado. Acompañarle en la aceptación y en las tomas de conciencia,
de manera respetuosa, con amor a esa persona y con amor a su sistema.

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