El asesino invisible de la calle Broad: John Snow y el cólera - por Ernesto Bascopé | agosto
26, 2020
El barrio de Golden Square, al norte del Támesis. En una época albergó a familias pudientes y a
aristócratas. Algo queda de la gloria en sus viejos edificios. Londres, es la ciudad más grande del
mundo y capital de un imperio infinito que vive en el frenesí de la Revolución Industrial. En el verano
de 1854, la zona se liberó del cólera que atacó a la ciudad y barrios al sur del río.
El 2 de septiembre, la familia Lewis pierde a su hija. El bebé, de cinco meses, muere después de
cuatro días de diarrea y vómitos. El médico que la examina descartó que sea cólera. La niña no
presentó fiebre y su piel no mostró tono azulado. Los vecinos de la familia Lewis mueren de cólera
horas después de los primeros síntomas. En el transcurso de los días, las autoridades contabilizarán
cientos de víctimas en Golden Square.
Un hombre en medio de la confusión y el pánico con rostro serio y concentrado se acerca al pozo de
agua de la calle Broad y toma muestras de contenido de donde muchas personas prefieren beber el
agua de ese pozo que el agua que les llega de caños y que se distribuye en cisternas que es turbia.
Después, con la seriedad y espíritu metódico, pregunta a los habitantes si los enfermos o fallecidos
han bebido agua de ese pozo. En pocos días, levantará un registro con el número de víctimas por
vivienda y hasta un mapa donde referenciará cada caso y no tardó en descubrir que el 10% de los
habitantes de esa calle, unas 96 personas, han muerto a causa de la enfermedad. Hacia el final del
brote, cerca de mil contagiados habrán fallecido en un área de pocas cuadras. El hombre es John
Snow, doctor con más de cuarenta años y desde joven se ha especializado en el estudio y aplicación
de anestésicos, el éter y el cloroformo, que son para operaciones complejas. Snow sabe que lidia
con un asesino especialmente astuto y escurridizo. El cólera ha burlado a la ciencia por décadas y a
mediados del siglo XIX nadie conoce su origen o causas. La enfermedad segó cientos de miles de
vidas en todo el mundo. En 1854, el mal acabó con más de 20.000 británicos.
Desde el subcontinente indio, donde fue endémica, la enfermedad habría emigrado al resto del
mundo a principios del siglo XIX. Su rápida expansión podría deberse a la mejora de las
comunicaciones marítimas y al auge del comercio mundial de la época. Las ciudades de Europa y
América sufrieron severas epidemias.
Snow tiene otra razón para realizar una investigación tan minuciosa: la urgencia de vencer el
escepticismo de sus colegas, fervientes convencidos de la teoría miasmática. Esta teoría, heredera
de las más antiguas tradiciones médicas, pretende que el cólera es el resultado de una especie de
contaminación del aire. Sus defensores afirmaron que muchas enfermedades se deben a la presencia
de miasmas, (efluvios de la materia en descomposición y del agua estancada). Los miasmas eran
como venenos, rompían el equilibrio natural del organismo. A partir de esta teoría, había que eliminar
la fuente de estas substancias tóxicas. Para lograrlo se quemaron substancias aromáticas para cubrir
la pestilencia. Se suponía que tendría efectos preventivos y curativos.
John Snow por su razonamiento y su capacidad de observación lo llevarían a preferir la tesis del
contagio.
A mediados del siglo XIX, nadie había establecido la relación entre microorganismos y enfermedades.
En 1854, faltan décadas para que la humanidad conozca el genio de hombres como Pasteur o Koch,
fundadores de la microbiología moderna. John Snow carecía de los conceptos y técnicas que le
hubieran permitido ver de frente al asesino de la calle Broad. Snow pasa por alto esta dificultad y se
concentra en los efectos y modo de transmisión del asesino invisible a partir de los testimonios de las
víctimas.
Así, Snow comprendió que la idea de una transmisión a través del aire es errónea. Los síntomas
aparecen en el sistema digestivo y la enfermedad no puede originarse en el aire. Por otra parte, sus
experimentos con el éter y el cloroformo, lo convencen de que la teoría miasmática no es consistente
con la física de los gases.
Luego de este proceso deductivo a nivel del organismo humano, Snow pasará a un nivel superior, es
decir el entorno del individuo. Ahí, se preguntará sobre el elemento que puede transportar al germen
o agente que provoca la enfermedad. Naturalmente, el agua parece ser el medio más propicio.
La medicina de la época asumía, que una substancia venenosa muy diluida dejaría de ser tóxica. Es
por eso que no fue inconveniente en que se bebiera el agua de los ríos, como el Támesis, donde se
descargaban heces y residuos industriales. En contra del sentido común de la época, Snow formuló
la hipótesis de que el asesino invisible no perdía su carácter virulento si se diluía en agua.
Para ello, adoptó una metáfora diferente. Ya no imaginaba un veneno disuelto en el agua sino a
“gérmenes” o “semillas” de la enfermedad que conservaban su virulencia. Y estos gérmenes
provendrían de las heces de los enfermos, que terminaban por contaminar las fuentes de agua.
Las hipótesis de la ciencia son válidas y útiles en la medida en que podamos evaluar sus
consecuencias lógicas. John Snow propone que el cólera se transmite a través de agua contaminada,
le correspondió buscar casos en los que esto pueda verificarse.
Durante años, antes del brote de la calle Broad, Snow recopiló información sobre las epidemias de
cólera en Inglaterra. Reunió datos del agua que han bebido.
En sucesivos estudios mostró que su hipótesis era válida. El caso documentado más notable es el
de dos empresas de suministro de agua en Londres. La primera distribuye el líquido recogido aguas
arriba en el Támesis, donde hay menos contaminación, en tanto que la segunda lo extrae de una
zona donde se vierten las aguas negras de la ciudad. La tasa de mortalidad por cólera entre los
consumidores de la segunda empresa es catorce veces superior a los de la primera.
Entonces, cuando John Snow llega a Golden Square, sabe que ese brote tan violento sólo puede
deberse a la contaminación de su principal fuente de agua. El primer sospechoso es naturalmente el
pozo de la calle Broad.
Con honestidad intelectual, estudia los casos que parecen desmentir su hipótesis. En ese sentido, le
presta atención a una fábrica de cerveza y a un hospicio a pocos metros del epicentro del brote. En
esos lugares, muy pocos se han enfermado.
Un estudio detallado parece reforzar su hipótesis. El hospicio posee su propio suministro de agua,
misma que no estaría contaminada. En cuanto a la fábrica, el propietario le asegura que los
trabajadores prefieren beber su cerveza antes que el agua del pozo. El agua pura, o la cerveza, los
han salvado.
El 6 de septiembre, Snow logra convencer a las autoridades de retirar la manija que acciona la bomba
del pozo. No ha logrado observar al asesino, pero los indicios son suficientes para desarmarlo e
impedir que siga haciendo daño.
Lamentablemente, la comunidad médica tardará en aceptar los resultados de Snow. Su lógica es
imbatible y sus observaciones empíricas parecen irrefutables, sin embargo, muchos de sus colegas
se muestran escépticos porque no ha podido mostrarle al asesino. El pozo volverá a funcionar a los
pocos meses.
Las huellas de la bacteria están en todos lados, se ha logrado identificar su modo de transmisión y
se esboza una manera de impedir que siga matando. Aun así, pasarán cuarenta años antes de que
se acepten las conclusiones del médico detective.
En una dramática revelación, se demostrará tiempo después que el bebé de la familia Lewis fue el
primer caso del barrio y el posible origen del brote. Su madre, luego de lavar los pañales de la
pequeña enferma, habría echado ese líquido en un pozo ciego frente a su vivienda. Por accidente,
esta agua contaminada habría llegado hasta el pozo de la calle Broad, probablemente a causa de
una canalización defectuosa.
Snow morirá prematuramente cuatro años después de resolver este caso, debido a un derrame
cerebral. En su obituario no se mencionarán su lucha contra el cólera ni sus contribuciones a la
epidemiología, ciencia que ayudó a fundar.
Sin embargo, el asesino no permanecerá mucho tiempo en la sombra. Develados sus métodos, ha
sido eliminado en buena parte del mundo y ya no se le permiten las terribles epidemias del pasado.
2. Determine cuales son los factores de riesgo relacionados con la epidemia de cólera en
Londres
• El hacinamiento de las viviendas
• La miseria bastante evidente
• El bebé de la familia Lewis fue el primer caso del barrio y el posible origen del brote. Su madre,
luego de lavar los pañales de la pequeña enferma, habría echado ese líquido en un pozo
ciego frente a su vivienda. Por accidente, esta agua contaminada habría llegado hasta el pozo
de la calle Broad, probablemente a causa de una canalización defectuosa.
• El médico que examinaba descartó que la familia Lewis sean caso de cólera por no presentar
los síntomas lo que pudo haber ocasionado mayor propagación de la enfermedad.
• El consumo de agua contaminada de pozo, de caños y cisternas y de los ríos, como el
Támesis, donde se descargaban heces y residuos industriales.
SEGUNDA LECTURA