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“Año del Bicentenario del Perú: 200 años de Independencia ”

EESTP. PNP. YUNGAY

AREA : CODIGO PENAL II

CATEDRATICO : Abg. LEON MORALES WILVER HOMERO

TEMA : DELITOS CONTRA LA TRANQUILIDAD PÚBLICA

ALUMNO PNP : VILLANUEVA CANTU CRISTOPHER B.J

SECCIÓN : 2DA DE O.S

YUNGAY – ANCASH – PERU


DEDICATORIA
El presente trabajo se lo dedicó a Dios, a mis padres y a
mí estimado docente del presente curso por habernos
incentivado a realizar este trabajo para conocer más de
la historia de nuestro país, asimismo para desarrollar la
metodología de estudio en otros cursos del ciclo.

INDICE
INTRODUCCIÓN.............................................................................................................3

MARCO TEORICO..........................................................................................................4
1. Delitos Contra La Tranquilidad Pública....................................................................4

1.1. Modifican Art. 315 del Código Penal.....................................................................5

1.2. La modificatoria introducida por la Ley 30037......................................................6

2. Delitos Contra La Paz Pública...................................................................................7

3. Disturbios...................................................................................................................8

3.1. Bien Jurídico...........................................................................................................8

3.2. Tipicidad Objetiva..................................................................................................9

4. Delito de Grave Perturbación de la Tranquilidad Pública.......................................11

5. Apología...................................................................................................................11

5.1. Acción Típica – Objeto De La Apología..............................................................13

6. Organización A Delinquir........................................................................................15

6.1. El Delito De Organización A Delinquir Como Una Figura Penal Autónoma Y/O
Subsidiaria Y La Técnica De Tipificación......................................................................16

6.2. Bien Jurídico.........................................................................................................17

6.3. Presupuestos De Configuración Típica................................................................18

CONCLUSIONES...........................................................................................................19

BIBLIOGRAFÍA.............................................................................................................21

ANEXOS.........................................................................................................................22

INTRODUCCIÓN
Los derechos constitucionales En el C.P. Peruano de 1995 se procedió a una regulación
que se inclina por el concepto de “Orden Público”, recogiendo conductas como la
SEDICIÓN, que en nuestro catálogo punitivo esta rotulado como un delito que es
propiamente un acto de cobardía, de quien se aprovecha de las ventajas que le otorga la
agrupación delictiva para atentar contra los bienes jurídicos de personas inocentes e
indefensas. Es por ello que se debe identificar los factores desencadenantes que inciden
en la formación de estas asociaciones delictivas, sobre todo, aquellos conformados por
adolescentes, para incentivar su desmantelamiento.

Entonces ¿Qué hemos de entender por “Tranquilidad Pública”?. La tranquilidad pública,


anota Peña Cabrera, es la sustitución subjetiva de sosiego espiritual del público, o de lo
que es lo mismo, de las personas en general. La naturaleza subjetiva del bien ofendido
por los delitos contra la tranquilidad pública, condice con la naturaleza de los hechos
que la lesionan.

De lo anterior, se colige que la constitución recoge una perspectiva no en puridad


individual, sino también social del hombre, en cuanto a una vocación pacifista de la
convivencia humana.

Se ha dicho con razón, que la tranquilidad pública es una “situación subjetiva”.


Sensación de sosiego de las personas integrantes de la sociedad, nacida de la confianza
de que pueden vivir en una atmosfera de paz social, puesto que sus individuos ajustaran
sus conductas a las reglas fundamentales de la convivencia.

Nadie puede ser condenado por lo que es, sino por lo que hizo, no por estigmas sociales
o pronósticos de peligrosidad, sino por haber desobedecido las máximas del
ordenamiento jurídico, mediando la infracción de mandatos y/o prohibiciones que el
legislador ha reglado en los preceptos penales especiales.
MARCO TEORICO

1. Delitos Contra La Tranquilidad Pública


Siendo la voluntades se propone cometer varios hechos indeterminados delincuencia
un fenómeno grave cuando se agrupan varias personas para cometer un hecho
delictuoso determinado, es más grave aún y extraordinario cuando por esa
conjunción de, crear un estado de inseguridad entre las gentes y aumentar la
magnitud del peligro social, puesto que la gran potencia que da la asociación para la
realización del mal, y porque la unión de pluralidades de almas perversas genera un
verdadero fermento maléfico capaz de hacer revivir las viejas tendencias de
crímenes salvajes, fortificándolas con una especie de organización y disciplina, y
por la vanidad que en ese caso impulsa a los criminales a cometer atrocidades, que
individualmente repugnarían a sus autores si no estuvieran asociados.

Nos adentramos en la problemática de la asociación para delinquir, fuente de peligro


e inseguridad social, con el fin de estudiar juiciosamente su mecanismo y operación
que torna difícil su estudio por la escasez de material consultivo existente al
respecto. La mayoría de los países del mundo tratan este asunto, pero no
profundizan en él, no buscan la génesis de esas disposiciones y no analizan sus
propiedades con detenimiento.

La función de los policías es evitar que se turbe la tranquilidad pública; pero los
policías no pueden obrar con leyes arbitrarias, ya que si eso sucediera se abriría una
puerta a la tiranía.

Se deben manejarse con un código que circule entre las manos de todos los
ciudadanos, de modo, que los ciudadanos sepan cuando son culpables, y cuando son
inocentes.

1.1. Modifican Art. 315 del Código Penal


Mediante la Ley 30037 publicada el 07 de Junio 2013 se dictaron normas
destinadas a la prevención y sanción de la violencia en los espectáculos
deportivos. En la Primera Disposición Complementaria y Modificatoria de esta
ley se dispone la modificación del Art. 315 del Código Penal referido al delito
de Disturbios.
El delito de Disturbios es caracterizado por el atentado contra la integridad
física de las personas o el daño contra la propiedad pública o privada realizada
en una acción tumultuaria, en multitud. En estos casos las lesiones personales o
daños materiales contra la propiedad que se generen en multitud, no se
sancionan con las solas penas que corresponden a estos delitos; sino, que al ser
realizados en una acción tumultuaria, cobran mayor reproche por la afectación
adicional a bienes colectivos, como la paz pública que se ve alterada por la
agresión en multitud, creando un estado de inseguridad colectiva, lo que
justifica que el hecho se sancione independientemente de la naturaleza de las
lesiones o daños materiales causados, ya sean estas agresiones leves o
agravadas o incluso lesiones o daños que por su magnitud solo pueden
considerarse faltas.

Las lesiones personales leves, o los daños materiales simples realizados en una
acción tumultuaria (delito de Disturbio) se sanciona con pena no menor de 06
años ni mayor de 08 años, contra 2 años de pena máxima que correspondería a
estos delitos realizados independientemente.

1.2. La modificatoria introducida por la Ley 30037


1.- Introduce un párrafo que establece que la misma pena (no menor de 06 años
ni mayor de 08 años) se aplicará también cuando los actos se produzcan con
ocasión de un espectáculo deportivo o en el área de influencia deportiva.

Debe observarse que el delito de Disturbio es tal, ya sea se desarrolle con


ocasión o no de un espectáculo deportivo, de manera que la inclusión del
párrafo pareciera innecesario; sin embargo, su inclusión en el Art. 315 obedece
a que conforme a la Ley 26830 (Ley de Seguridad y Tranquilidad en
Espectáculos Deportivos – derogado por la Ley 30037) fijaba que las penas por
delito o faltas cometidos en espectáculos deportivos se sancionaban solo con la
pena del delito cometido incrementado en un 50% o con la pena máxima para el
hecho considerado falta, habiéndose creando una diferencia innecesaria que en
muchos casos podría resultar benévola cuando el disturbio es realizado con
ocasión de un espectáculo deportivo.

2.- Una segunda modificatoria consiste en establecer, que si el atentado es


contra la integridad física y la persona muere a consecuencia de ello, se produce
una calificación automática del hecho como “asesinato”, evitándose que el
hecho sea considerado un simple homicidio con una consecuente pena menor.

La modificatoria plantea en el caso de muerte producida en disturbio una


calificación automática del hecho como “asesinato”, asumiendo de plano que el
hecho realizado en esas circunstancias supone la existencia de ferocidad,
alevosía, falta de motivo o cualquiera de las circunstancias que califican un
homicidio como asesinato, correspondiendo la pena que corresponde a éste
delito agravado (de 15 a 35 años de pena privativa de la libertad).

2. Delitos Contra La Paz Pública


La acepción “Estado de Derecho” gravita sustancialmente en las relaciones Estado –
ciudadano, dichos efectos irradiantes suponen el reconocimiento de concretos
ámbitos de “libertad ciudadana”; entre éstos, el derecho de reunión, de agruparse
pacíficamente en lugares públicos, como una manifestación esencial del Sistema
Democrático.
El ejercicio del derecho a reunirse públicamente, las congragaciones de personas ha
de desarrollarse en forma pacífica, es decir, su realización no puede implicar a su
vez una merma en los derechos fundamentales de los ciudadanos; v. gr., de libre
tránsito, de libertad de trabajo, etc.; cuando el primero de ellos desborda su plano de
legitimidad ingresa a una esfera de ilicitud que, en algunos casos, puede significar la
comisión de un injusto penal.
El uso de los derechos constitucionales consagrados, ha de materializarse con
arreglo a los principios de razonabilidad y ponderabilidad, descartando cualquier
tipo de manifestación violenta.
Dicho de otro modo: el ejercicio del derecho de reunión será licito siempre y cuando
su concreción se ajuste a los límites que la propia Constitución delimita, con ello, la
seguridad ciudadana y el orden público, que no pueden verse alterados, so pretexto
de una manifestación democrática, dando lugar a la preponderancia de los bienes
jurídicos de valor superior.
Es de verse, entonces, que en el marco de estas asonadas públicas, sobre todo
cuando sus participantes son los miembros de las denominadas barras bravas o de
sectores sociales acostumbrados a los actos vandálicos, se producen afectaciones a
la propiedad pública y/o privada, así también sucesos de sangre, en cuanto a la
lesión de los bienes jurídicos fundamentales (la vida, el cuerpo y la salud), así como
a la integridad del patrimonio.
Estamos hablando de una violencia extrema que en los últimos tiempos ha traído
como saldo, personas muertas y gravemente heridas.
Por lo expuesto, estamos ante un bien jurídico de naturaleza supraindividual que ha
de ser comprendido por aquel estado de seguridad ciudadana , de que las personas
puedan desenvolverse normalmente en las urbes y ciudades, de no verse afectos por
ciertas reuniones tumultuarias que, en su proceder, no dudan en lesionar los
intereses jurídicos de mayor raigambre constitucional, aprovechando las ventaja que
les otorga la muchedumbre, con propiedad la predisposición a delinquir, ya desde un
factor criminológico.

3. Disturbios
El que en una reunión tumultuaria, atenta contra la integridad física de las personas
y/o mediante violencia causa grave daño a la propiedad pública o privada, será
reprimido con pena privativa de libertad no menor de seis ni mayor de ocho años.

Será sancionado con la misma pena cuando los actos descritos en el primer párrafo
se produzcan con ocasión de un espectáculo deportivo, o en el área de influencia
deportiva.

Si el atentado contra la integridad física de las personas causa la muerte, la conducta


es calificada como asesinato, con la pena prevista en el artículo 108 del Código
Penal.

En los actos en que el agente utilice indebidamente prendas o símbolos distintivos


de las Fuerzas Armadas o de la Policía Nacional del Perú, la pena privativa de la
libertad será no menor de ocho ni mayor de diez años.

3.1. Bien Jurídico


La acepción “Estado de Derecho” gravita sustancialmente en las relaciones
Estado Ciudadano, dichos efectos irradiantes suponen el reconocimiento de
concretos ámbitos de “libertad ciudadana”; entre estos, el derecho de reunión,
de agruparse pacíficamente en lugares públicos, como una manifestación
esencial del Sistema Democrático.
El uso de los derechos constitucionales consagrados, ha de materializarse con
arreglo a los principios de razonabilidad y ponderabilidad, descartando
cualquier tipo de manifestación violenta.

Dicho de otro modo: el ejercicio del derecho de reunión será licito siempre y
cuando su concreción se ajusta a los límites que la propia constitución delimita,
con ello, la seguridad ciudadana y el orden público, que no pueden verse
alterados, pretexto de una manifestación democrática, dando lugar a la
preponderancia de los bienes jurídicos de valor superior.

Es de verse, entonces, que en el marco de estas asonadas públicas, sobre todo


cuando sus participantes son los miembros de las denominadas barras bravas o
de sectores sociales acostumbrados a los actos vandálicos, se producen
afectaciones a la propiedad pública y/o privada, así también sucesos de sangre,
en cuanto a la lesión de los bienes jurídicos fundamentales (la vida, el cuerpo y
la salud), así como la integridad del patrimonio.

Por lo expuesto, estamos ente un bien jurídico de naturaleza supraindividual


que ha de ser comprendido por aquel estado de seguridad ciudadana, de que las
personas puedan desenvolverse normalmente en las urbes y ciudades, de no
verse afectados por ciertas reuniones tumultuarias que, en su proceder, no
dudan en lesionar los intereses jurídicos de mayor raigambre constitucional,
aprovechando las ventajas que les otorga la muchedumbre, con propiedad la
predisposición a delinquir, ya desde un factor criminológico.

Advertimos que en el artículo 315º del CP, tiende a tutelar una serie de bines
jurídicos de forma omnicomprensiva, al develarse que aparte del interés jurídico
espiritualizado (“Tranquilidad Pública”), también se protege la integridad física
de las personas, así como el patrimonio público y privado, configurándose un
tipo penal pluriofensivo , de modo que la naturaleza de esta figura delictiva, ha
de verse desde el siguiente plano a saber: de que los efectos perjudiciales de la
conducta antijurídica (injusto penal de disturbios) ha de afectar en forma
simultanea el bien jurídico colectivo, así como los intereses jurídicos
personales; si esto no es así, se dará una tentativa de este delito, siempre y
cuando la acción prohibida haya tomado lugar en una “reunión tumultuaria”
3.2. Tipicidad Objetiva
a. Sujeto activo

Autor de esta figura delictiva puede ser cualquier persona, no es


indispensable algún tipo de cualidad especial, por lo que constituye una
tipificación común, quien haya de responder como autor, debe primero estar
incurso en una reunión tumultuaria y, segundo, aprovechando dicha
configuración colectiva, afectar la integridad física e una persona y/o el
patrimonio (publico y/o privado).

No necesariamente debe pertenecer a una banda, organización delictiva u


otra estructura criminal, pues puede infiltrarse en una reunión, donde los
miembros se identifican con una determinada asociación de personas, para
afectar los bienes jurídicos comprendidos en la articulación, más por lo
general. Se trata de individuos acostumbrados a actuar en bloque, que se
agrupan para cometer esta clase de fechorías, mediando la coraza que le
otorga la muchedumbre y así evitar ser descubiertos.

También puede aparecer en escena una Autoría Mediata, siempre que el


hombre de adelante pueda ser percibido como un instrumento

b. Sujeto pasivo

Al erigirse en un bien jurídico de orden colectivo, será la sociedad en su


conjunto, sin dejar de lado, la identificación de agraviados directos por las
lesiones y/o los daños, quienes serían victimas de dicho delitos, por los
Disturbios será el Estado, que asuma los intereses públicos afectados.

c. Modalidad típica

Primer punto a saber, es que debemos entender por “reunión tumultuaria”;


no puede tratarse de un grupo reducido, de dos o tres personas, debe tomar
lugar a partir de un número significativo de personas, agrupadas a fines de
diversa índole, no siempre con motivos delictivos.

Concurrirá el fin de atentar contra la paz pública allí donde esta quede
necesaria o probablemente dañada a consecuencia de los hechos y, sin
embargo, y pese a conocerlo así, se actué.
La calidad tumultuaria significa el congestionamiento de una pluralidad de
personas, cuya numerosidad impide la debida identificación de los sujetos
actuantes, así como su captura y persecución.

Conforme lo anotado, si la tipicidad objetiva del delito está condicionada a


un “atentado contra la integridad física”, dicha circunstancia ha de revelar
un verdadero estado de afectación a su estructura fisiológica de la víctima,
que para cobijarse a los alcances normativos del artículo 315º, debe revelar
una lesión determinativa de delito y no de falta.

4. Delito de Grave Perturbación de la Tranquilidad Pública


El que perturbe gravemente la paz pública usando cualquier medio razonable capaz
de producir alarma, será sancionado con pena privativa de libertad no menor de tres
ni mayor de seis años.

Se considera perturbación grave a todo acto por el cual se difunda o ponga en


conocimiento de la autoridad pública, medios de comunicación social o de cualquier
otro por el cual pueda difundirse masivamente la noticia, la inminente realización de
un hecho o situación falsa o inexistente, relacionado con un daño o potencial daño a
la vida e integridad de las personas o de bienes públicos o privados.

Si el agente actúa en calidad de integrante de una organización criminal que, para


lograr sus fines, cualesquiera que sean, utiliza como medio la amenaza de la
comisión del delito de terrorismo, será sancionado con pena privativa de libertad no
menor de seis ni mayor de diez años.

5. Apología
El que públicamente hace la apología de un delito o de la persona que haya sido
condenada como su autor o partícipe, será reprimido con pena privativa de libertad
no menor de uno ni mayor de cuatro años.

Si la apología se hace de delito previsto en los artículos 152 al 153-A, 200, 273 al
279-D, 296 al 298, 315, 317, 318- A, 325 al 333; 346 al 350 o en la Ley Nº 27765,
Ley Penal contra el Lavado de Activos o de la persona que haya sido condenada
como su autor o partícipe, la pena será no menor de cuatro ni mayor de seis años,
doscientos cincuenta días multa, e inhabilitación conforme a los incisos 2,4 y 8 del
artículo 36 del Código Penal.
Si la apología se hace de delito de terrorismo o de la persona que haya sido
condenada como su autor o partícipe, la pena será no menor de seis ni mayor de
doce años. Si se realiza a través de medios de comunicación social o mediante el uso
de tecnologías de la información y comunicaciones, como Internet u otros análogos,
la pena será no menor de ocho ni mayor de quince años; imponiéndose trescientos
sesenta días multa e inhabilitación conforme a los incisos 2, 4 y 8 del artículo 36 del
Código Penal.

Por “Apología” debemos entender aquel acto, en virtud del cual una persona alaba
y/o enarbola un determinado hecho, mediante la palabra hablada, la escritura o un
discurso apologético, que de ser decepcionado por una cantidad indeterminada de
individuos.

La apología supone una “alabanza o argumentos defensores del hecho que se


elogia”.

Para el maestro sanmarquino Peña Cabrera, la apología es la exaltación sugestiva, el


elogio caluroso, es alabar con entusiasmo.Ahora bien, la apología como figura
delictiva, ha de conseguir en algo más de una exaltación, de una alabanza entusiasta,
de no ser así sería una penalización directa al derecho de opinión que tiene todo
ciudadano, en el marco de un Sistema Democrático.

El delito de apología tiene como razón de ser el sancionar a quien promueva de


forma pública e inequívoca la realización de conductas sancionadas penalmente,
señala Cruz Bolívar, Apologizar es, en términos comunes alabar, exaltar, mostrar
ante todo lo positivo de algo o de alguien.En palabras de Gonzales Guitián, por muy
reprobable que, desde el punto de vista ético pueda parecer el elogio de un delito, lo
que no es más que una opinión no deben formar parte del catálogo de delitos que
integran un texto punitivo.

Debemos agregar, por tanto, determinado acento de desaprobación, que puede


sustentar válidamente la incriminación del discurso apologético, en la medida que
pueda provocar la comisión de un delito; para ello, las palabras y/o el escrito debe
llegar a un determinado número de personas, cuyo contenido sea idóneo y eficaz
para poder generar en el colectivo la predisposición a perpetrar un hecho punible.
Así, en la doctrina colombiana, cuando nos dice que la exaltación de hechos
delictivos tiene que ser, así sea en grado mínimo, ideada de tal forma que pretenda
llegar a varias personas, como sería el caso no solo de una noticia en un periódico o
en la televisión, sino también de una conferencia, un escrito, una página de internet,
diferente a los correos personales, que tienen el carácter de privado, etc. Si se
produce una intrusión a la intimidad, ingresando al correo personal y, así se extiende
el mensaje apologético, no podrá hablarse de delito, en tanto su autor no tuvo la
intención de dirigirlo a una pluralidad de personas.

A decir de Rebollo Vargas, no se trata únicamente de la difusión de ideas o


doctrinas que ensalcen al crimen o enaltezcan al autor, sino que deben constituir una
incitación directa para la comisión de un delito.

En opinión de Vives Antón, el legislador puede distinguir entre el concepto de


apología, en que pueden tener cabida tanto las incitaciones “indirectas” como las
directas, y la punibilidad de la apología que, sin duda, puede ceñirse legítimamente a
las ultimas, esto es, a aquellos supuestos en que la apología oficia de provocación y
es, también, provocación.

A nuestro entender, la apología, para ser constitutiva de delito, requiere más que una
alabanza a la comisión de un hecho punible determinado, pues es indispensable que
manifieste una incitación a delinquir, una provocación a que otras personas sean
convencidas a cometer determinados delitos, para tal efecto, esta debe llegar a una
serie de destinatarios, debe ser en todo caso publica, suponiendo que le mensaje sea
trasmitido, difundido por un medio de comunicación social; a su vez debe ser
directa, que se oriente a trasmitir un mensaje provocador de la violencia terrorista-
por ejemplo. No tendrá dicho efecto cuando el contenido es confuso, ambiguo donde
lo que expresa su autor es más que una postura ideológica.

Lo anterior supone que la apología realizada en privado o cuando se dirige a un


sujeto individual es atípica o que, incluso, es penalmente irrelevante cuando las
personas receptoras de las ideas o doctrinas forman parte del núcleo personal de
quien realiza la misma.

5.1. Acción Típica – Objeto De La Apología


La acción prohibida es hacer la apología, esto es, la alabanza, la
ponderación, la exaltación de algo, presentándolo como meritorio, digno de
defensa y aceptación por todos.
La apología típica puede ser de un delito o de un condenado por delito.

La ley toma la expresión delito en un sentido técnico, como hecho


(conducta) tipificado y punido como tal por la ley penal. Quedan
marginadas de la tipicidad las apologías que se hagan de contravenciones o
de conductas socialmente desviadas y perniciosas para la sociedad que no
estén penalmente sancionadas, como el suicidio, vicios, la propugnación de
ideas nihilistas o disolventes, salvo, por supuesto, que el autor haga revertir
la apología sobre delitos relacionados con ellos (en los casos citados, alabar
la instigación al suicidio, el tráfico de drogas o la asociación ilícita con fines
terroristas).

Se ha discutido si la apología debe versar sobre un hecho delictuoso


realmente ocurrido o puede hacerlo sobre un delito en abstracto, o sea, no
cometido efectivamente (p.ej., alabar el robo o el homicidio). La
circunstancia de que el antiguo Código italiano -que fue la fuente de nuestra
norma- se refiriera a hecho y no a delito (el actual lo hace a este último) hizo
pensar a algunos (Moreno, Díaz, Mala garriga) que en nuestra ley tanto era
típica la apología referida a un delito concretamente cometido como a
delitos Abstractamente considerados; pero se sostiene, en contrario, que
siendo la apología del delito una instigación indirecta, como la figura más
grave de la instigación a cometer delitos del art. 209 se refiere a delitos
determinados, es sistemáticamente inaceptable que la menos grave del art.
213 se refiera a delitos en abstracto. El argumento no es terminante, puesto
que arranca del carácter de instigación indirecta que se otorga a la segunda
figura, lo cual es opinable y discutible y, entre nosotros, no pasa de ser una
vaga descripción institucional o genérica; pero sí es definitiva como apoyo
de la última tesis interpretativa, la consideración de que la apología del
delito en abstracto no sería la apología de un delito -como lo expone la
descripción típica- sino, fundamentalmente, la censura a la ley que punió el
delito abstractamente alabado, y el derecho penal no castiga "las opiniones,
juicios o teorías sobre la dañosidad o beneficiosidad de las incriminaciones
hechas por la ley" (Núñez). La apología, pues, tiene que referirse a un
hecho, tipificado por la ley como delito, que históricamente haya ocurrido.
No es necesario, sin embargo, en esta forma de apología del crimen, que el
hecho ensalzado haya sido jurisdiccionalmente declarado delito, ni siquiera
que se haya perseguido a su autor (algunas expresiones de la doctrina
parecen dar a entender algo distinto), puesto que lo típico es alabar el hecho
delictivo, cuya calidad preexiste a cualquier declaración jurisdiccional o a
cualquier actividad tendiente a hacer efectiva la responsabilidad de sus
autores.

Por tanto, todo lo dicho demuestra, además, que mientras pueda afirmarse
con certeza el carácter delictivo del hecho alabado, la circunstancia de la
impunidad de sus autores por causas extrañas a la propia delictuosidad de la
acción (p.ej., que la apología verse sobre un delito cuyo autor no sea punible
por beneficiarse con una excusa absolutoria, o cuya acción haya prescripto o
que haya sido amnistiado) carece de toda importancia en orden a la
exclusión de la tipicidad.

Pero no ocurre así cuando la apología versa sobre un condenado por delito,
puesto que, entonces, así se requiere una declaración jurisdiccional
afirmativa de la responsabilidad penal del exaltado y que, a la vez, contenga
la atribución de una pena que haya pasado en autoridad de cosa juzgada; si
esto último no ocurre, podremos estar ante una apología del delito, si se dan
sus caracteres, pero no ante la de un condenado. Es verdad que alguna
doctrina (Fontán Balestra) sostiene que al no formular la ley distinción
alguna, puede tratarse de "condena pronunciada en cualquier instancia, sin
que sea preciso que se encuentre firme", pero lo que ocurre es que la ley
distingue perfectamente al hablar de condenado, y quien no tiene sobre sí el
peso de la cosa juzgada, no es un condenado, sino un procesado.

6. Organización A Delinquir
Art. 317.- “el que forma parte de una organización de dos o mas personas destinadas
a cometer delito será reprimido por el solo hecho de ser miembro de la misma, con
pena privativa de libertad no menor de tres ni mayor de seis años.

Cuando la organización este destinada a cometer los delitos previstos en los


artículos 152 al 153- A, 299, 273 al 279- D, 296 al 298, 315, 317, 318- A, 319, 325
al 333; 346 al 350 o la Ley Nº 27765(Ley Penal contra el lavado de Activos), la
pena será no menor de ocho ni mayor de quince años, de ciento ochenta a trescientos
sesenta y cinco días-multa e inhabilitación conforme el artículo 36 incisos 1, 2 y 4,
imponiéndose además, de ser el caso, las consecuencias accesorias del articulo 105
numerales 2) y 4), debiéndose dictar las medidas cautelares que correspondan para
garantizar dicho fin”.

La imputación jurídico-penal tiene que ver con la atribución personal de un injusto


penal, a quien con su obrar antijurídico, ha provocado un estado de lesión y/o de
peligro para un bien jurídico tutelado por el Derecho penal, es decir, para declarar a
un sujeto como responsable de un delito, se debe verificar que el resultado de
disvalor obedece a una conducta que fue realizada por el agente o por su inacción
(omisión), en tanto no quede duda alguna que el resultado perjudicial se haya
producido como consecuencia de la acción generada por su autor.

Sin embargo, no siempre el delito es obra de una solo persona, en un mundo regido
por seres humanos imperfectos, ocurre también que los individuos se agrupan, se
asocian no solo para obtener objetivos lícitos, sino para cometer hechos delictivos.

La nueva descripción criminológica desborda un plano estrictamente personal de la


imputación penal, para ingresar a un contexto donde aparecen en escena las
denominadas “Organizaciones delictivas”, la “Criminalidad Organizada”, que pone
en aprieto la política criminal del Estado, representada por las instituciones
tradicionales y convencionales, que se articulan para hacer frente al crimen.

Las amenazas a la sociedad y a los Estados, en cuanto a la seguridad y paz jurídica,


provienen de estas asociaciones delictivas, al comprometer en su accionar la
incolumidad de los bienes jurídicos mas importantes; ya no se habla de la banda
delictiva, sino del “Crimen Organizado”.

6.1. El Delito De Organización A Delinquir Como Una Figura Penal Autónoma


Y/O Subsidiaria Y La Técnica De Tipificación
Una figura delictiva como la “Organización a delinquir”, es incluida en el
catalogo punitivo, en merito a fines estrictamente de política criminal, de reglar
un instrumento sustantivo idóneo para combatir el Crimen Organizado; que
aunque no se admita expresamente, constituye una respuesta estatal a la
ineficacia del sistema legal para perseguir y sancionar penalmente, a quienes
integran mafias, carteles u otro tipo de expresiones criminales, que amenazan
la tranquilidad, la seguridad ciudadana, con ello las bases coexistenciales de
cualquier sociedad.

Estamos ante una construcción típica que, de forma singular y particular,


penaliza la sola pertenencia de un individuo a una organización delictiva, sin
que sea necesario acreditar su participación en un hecho punible de forma
específica; por tales motivos, es claro que la intención del legislador fue de
dotar de plena autonomía tipificante a la figura de la organización a delinquir,
pudiendo ingresar en concurso delictivo con otros injustos penales, a nuestro
entender, un concurso ideal de delitos, considerando a la figura del artículo
317º, como un delito permanente, cuya vigencia en rigor se inicia cuando la
organización es constituida y cesa en sus efectos antijurídicos cuando esta se
disuelve, por lo que los otros delitos que se cometen, toman lugar en el estadio
mismo del delito de Organización delictiva, por lo que no se puede decir que
exista una pluralidad de acciones, que configuran un Concurso Real de delitos
en sentido natura listico pueden existir, mas no en un plano normativo.

La constitucionalidad de este tipo legal, si bien puede generar cierta


controversia, puede fácilmente salvarse si es que los órganos que administrar
justicia, interpretan con suficiente rigor dogmático la conducta que haya de
cobijarse bajo los alcances normativos del artículo 317º del CP. De que la sola
pertenencia a la organización no sea suficiente para sostener la imputación
delictiva, sino que el agente haya acordado con el resto de los miembros,
cometer una pluralidad de delitos y, a la par, de que se cuente con los elementos
mínimos para configurar una organización delictiva, si no es así, meros
conciertos criminales, que toman lugar de forma aislada y pasajera, serán
reputados como Organización a delinquir, en franca contravención al principio
de legalidad y a los principios de proporcionalidad y de culpabilidad. Debemos
entender que esta figura delictiva debe resultar una atentado contra la
“Tranquilidad Pública”, por ende no puede tratar de cualquier manifestación
criminológica, donde aparecen una pluralidad de personas como protagonistas.

6.2. Bien Jurídico


Constituye una labor de hermenéutica jurídica precisar con claridad el bien
jurídico protegido, no solo como valoración dogmática, sino también de política
criminal, determinar con precisión el interés jurídico en todo listado delictivo,
importa una tarea de primer orden, a efectos de definir los contornos de la
conducta provista de relevancia jurídico – penal. Máxime, si estamos ante
conductas delictivas muy alejadas a la visión material que proporcionan la
dimensión de lesividad, como criterio que reviste de sustantividad material al
injusto penal; haciendo referencia a conductas que llegan a un nivel
preparatorio, de simple actividad, caracterizando a una propuesta de técnica
legislativa ligada a la construcción normativa de bienes jurídicos supra
individuales.

Como lo declaramos, al inicio del presente apartado de la criminalidad, la


presente titulación tiende a proteger la denominada “Tranquilidad Pública”, que
puede ser definido como aquel estado de convivencia social pacífica, donde los
comunitarios pueden desarrollar sus actividades en un contexto de normal
desarrollo, sin perturbaciones externas que, por su efectiva potencialidad,
generan un clima de pánico y/o alarma colectiva, producto de eventos, que por
su gravedad merecen ser penalizados de manera independiente al margen del
resto de figuras delictivas que pueden presentarse, cuando se conforman
organizaciones delictivas, con el objetivo de cometer una variedad de delitos.

Se hace alusión a un bien jurídico de naturaleza colectiva cuya trascendencia


valorativa, si bien tiene vinculación con los intereses jurídicos personales,
adquiere plena autonomía, en merito a su legitimación, según el marco ius-
constitucional asentado sobre la obligación del Estado, de asegurar una
coexistencia social pacifica, por tales motivos, si tiene existencia real, si bien es
normativa, no es menos cierto que cuenta con plena legitimación desde una
posición sistémica.

Hablamos de un interés jurídico desprovisto de la entidad material que


caracteriza a otros bines jurídicos de naturaleza inmaterial, cuyos matices han
de responder a una orientación espiritual y, a su vez, de percepción cognitiva
por parte de los comunitarios, pues la Tranquilidad Pública constituye una
factor estimativo, perceptivo, que se manifiesta en procesos sensitivos. De
orden colectivo.
6.3. Presupuestos De Configuración Típica
Resulta importante, analizar cada uno de los elementos configuradores del
presente injusto, en la medida que la presencia y/o ausencia de algunos de ellos,
incide en el plano de tipicidad penal, a su vez, la mejor forma de advertir las
distinciones con las bandas y otras concertaciones criminales, con ello someter
el examen al principio de legalidad.
CONCLUSIONES
 Las a figura de la asociación para delinquir presupone la elaboración de un plan
criminal, de un programa delictivo que debe ser desarrollado por la asociación o
banda. Ahora bien, si debe existir un plan, un programa delictivo como elemento
constitutivo del delito, es evidente entonces que la permanencia se predica, no
precisamente del propósito, sino de la existencia de ese programa que lo
presupone. Es por ello por lo que el delito de asociación para delinquir es un
delito permanente, en el sentido de que su ejecución no se agota con un solo
acto, sino que se prolonga en el tiempo.
 La delincuencia colectiva ha sido azote del país en los últimos años con el
problema práctico de no poderse demostrar en los procesos penales el fenómeno
de la asociación. Algunos han pensado que la gran dificultad reside en la forma
de incriminación o mejor de concepción del delito.
 La asociación presupone una cohesión entre sus miembros de ahí que surja como
condición imperiosa la reciprocidad mutua entre todos los asociados.
 En nuestro país es penado el delito de asociación ilícita cuando dos o más
personas se asocian con el propósito de cometer delitos.
 A manera de conclusión afirmamos que el determinar cuál es el bien jurídico
tutelado en el delito de asociación ilícita es una tarea bastante complicada, y esta
problemática no es más que uno muestra del abanico de situaciones
controvertidas que presenta este tipo penal, difícil de entender en un Derecho
penal del hecho.
 Otras posiciones apuntan a sostener que el bien jurídico protegido en el delito de
asociación ilícita es el recto ejercicio del derecho de asociación, esto es, se trata
de salvaguardar el recto ejercicio de un derecho constitucional cuyo abuso puede
resultar punible. Empero, analizando esta tesis, quien se asocia para delinquir no
rebasa los límites del derecho de asociarse, sino que actúa contra este derecho
BIBLIOGRAFÍA

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ANEXOS

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