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5.

MODELOS TEÓRICOS DE MEDIACIÓN

Existen distintas escuelas o modelos de mediación que se fundamentan en diversas


perspectivas, bien sea poniendo el énfasis en la firma de un acuerdo, bien en los
aspectos comunicativos o bien en la gestión misma del conflicto, y todo ello debido al
carácter flexible que tiene la mediación en sí misma. No obstante, es necesario
señalar que el hecho de que existan diversos modelos de mediación no quiere decir
que éstos sean incompatibles entre sí, ni siquiera que un mediador tenga que verse
abocado a la elección de uno u otro necesariamente, antes al contrario es muy posible
que un mediador pueda utilizar un modelo u otro en función del conflicto que se le
presente e incluso utilizar aquello que estime conveniente de cada uno de ellos. Como
indica Otero (2007):
[…] existen casi tantos modelos de mediación como mediadores. En realidad el proceso de
mediación tiene unas reglas de comportamiento, pero a la vez es flexible permitiendo a cada mediador,
y en cada mediación, la búsqueda de la mejor solución posible. Un buen mediador debe ser capaz de
crear y recrear el proceso cada vez, adaptándolo a las circunstancias de cada caso.

Aquí lo vamos a ver muy someramente indicando sólo las características


principales de aquellos modelos teóricos de mediación más usuales y que son los
siguientes: el modelo lineal de Harvard, el modelo circular-narrativo de Sara Cobb y
el modelo transformativo de Folguer y Bush.
Algunos autores recogen algunos más como el tópico postulado por Bandieri
(Otero, 2007), el modelo de Carnevale y el modelo de contingencias estratégicas de
Wagner y Hollenbecck (De Diego y Guillén, 2008), el modelo estratégico de
Calcaterra (García Villaluenga, 2006), etc., pero, como hemos señalado, nosotros
apuntaremos únicamente a los mencionados por ser tratados por la doctrina de la
mediación como los métodos clásicos.

5.1. EL MODELO TRADICIONAL LINEAL DE HARVARD

Este modelo (Giménez, 2001; Otero, 2007) tiene su origen en un proyecto de


negociación de la Universidad de Harvard (Harvard Negotiation Proyect) y está, por
tanto, vinculado al mundo empresarial y del derecho, siendo sus máximos exponentes
y fundadores R. Fisher y W. Ury. Tiene como característica fundamental el entender
la mediación como una técnica de negociación asistida por un tercero con el objetivo
de que las partes en conflicto lleguen a una serie de acuerdos que les permitan
resolver el conflicto, ya que éste es entendido como algo negativo que impide que las
partes puedan satisfacer sus necesidades e intereses.
Según Giménez (2001), este modelo parte de considerar cuatro puntos básicos en
la negociación: las personas, los intereses, las opciones y los criterios.
En primer lugar, lo que hay que hacer es separar a las personas del problema, con
el fin de enfrentar a las personas con el problema y no entre ellas. Para ello se parte
de la idea de que en las relaciones entre personas hay tres elementos clave que es
necesario tener en cuenta: las percepciones, las emociones y la comunicación. Las

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primeras es la forma en la que los actores ven, entienden o perciben un problema; por
ello es necesario discutir las percepciones de cada una de las partes con el fin, como
apunta Otero (2007), de entender que la lucha entre las partes se produce en realidad
por una incompatibilidad entre ellas, incompatibilidad que no siempre es real, pero
que no importa que no lo sea, ya que las partes enfrentadas la perciben como si así
fuera. De este modo, una vez detectada la situación de incompatibilidad, es preciso
poner de manifiesto el problema real y los intereses de cada una de las partes con la
única finalidad de vencer los obstáculos que producen el conflicto; por lo tanto, de lo
que se trata es de pasar de un problema personal a un problema de intereses. Junto a
ello es necesario tener en cuenta las emociones que subyacen con el fin de
explicitarlas, reconocerlas como tales para poder comprenderlas, tanto las propias
como las de la otra parte; y por último, el elemento de la comunicación como
elemento clave de la negociación con el fin de poder tanto entender a la otra parte
como para ser entendido.
El fin último de este modelo es que las partes lleguen a una serie de acuerdos
satisfactorios que les permita resolver el conflicto que les enfrentaba a partir de la
búsqueda de los intereses subyacentes.

5.2. EL MODELO CIRCULAR-NARRATIVO DE SARA COBB

Este modelo de mediación es el propuesto por la profesora Sara Cobb, que toma
distintos elementos de diversos marcos teóricos. Como señalan Munuera (2007) y
Giménez (2001), Cobb toma elementos conceptuales provenientes de la teoría de la
comunicación, la teoría general de sistemas, en las innovaciones epistemológicas de
la cibernética, en los aportes del construccionismo social y en la teoría posmoderna
del significado.
El objetivo principal de este modelo no es alcanzar una serie de acuerdos, como
ocurría con el modelo de Harvard, sino recomponer la comunicación entre las partes a
partir de la interacción entre las mismas. Para esta escuela «la solución del conflicto
no es la finalidad de la mediación. Se producirá cuando se deshagan los
impedimentos que la dificultan. Será una consecuencia, no una causa» (Otero, 2007:
161). Así pues, esta tipología de la mediación está más interesada en que las partes
gestionen el conflicto antes que en su solución, ya que ésta sobrevendrá en el tiempo
si es que no es posible en ese momento.
Giménez (2001), siguiendo a Marinés Suárez, señala cuatro elementos claves del
método circular-narrativo: el aumento de las diferencias, la legitimación de las
personas, los cambios de significados y la creación de contextos.
El método parte de aumentar las diferencias que separan a las partes en conflicto
hasta el extremo, incluso llevándolas hasta el absurdo, para que puedan explicar con
detalle las causas que les llevó a la disputa, al mismo tiempo que se legitima a cada
una de ellas. Para este método cada parte explica su visión del conflicto insertándola
en la narración de una historia individual que es la que consideran como verdadera,
por lo que es necesario, para la superación de la disputa, cambiar esa historia

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individual creando otra historia alternativa en la que se reconozcan ambas partes.
El método que utiliza el mediador consiste en aumentar las diferencias que los separan, al mismo
tiempo que legitima cada una de ellas, con el fin de cambiar la «historia» que han elaborado
individualmente y que instauró la disputa.
El mediador debe conseguir ayudar a las partes a construir una nueva historia a partir de la nueva
revalorización y la del otro, mediante la comunicación de causalidad circular. El mediador provoca que
los interesados expresen todos los aspectos del conflicto, para poder comenzar la búsqueda de las
posibles soluciones (De Diego y Guillén, 2008, p. 59).

Para Otero (2007: 162):


los elementos positivos de este modelo se concretan en la valoración de la historia del conflicto
como parte fundamental para poder conocerlo a fondo y así solucionarlo, el fomento de la
comunicación, y la importancia que se da a las partes como artífices exclusivos de la creación de una
historia alternativa.

5.3. EL MODELO TRANSFORMATIVO DE FOLGUER Y BUSH

Los precursores de este método son Folguer y Bush a partir de la publicación de su


libro La promesa de la mediación en 1994.
En esta metodología el conflicto aparece como una oportunidad de crecimiento
personal y moral, y además éste debe utilizarse para fomentar la transformación de
las relaciones humanas. El objetivo primordial es, pues, el de mejorar la relación
entre las partes quedando los acuerdos en un segundo término.
En este modelo de mediación hay dos conceptos básicos: la revalorización y el
reconocimiento. «El empowerment (la revalorización) incide en afianzar la fortaleza
del individuo para que esté más capacitado y tenga más posibilidades de triunfo al
enfrentarse a cualquier circunstancia que le sea adversa. La recognition (el
reconocimiento) prepara al individuo para experimentar preocupación por los otros,
especialmente por aquellos que presentan intereses distintos de los suyos» (Otero,
2007: 163). Es decir, las capacidades que las personas tienen para afrontar sus vidas,
comprendiendo cuáles son sus intereses en una determinada situación, para qué los
persigue y cuánto son de importantes, por un lado, para llegar al reconocimiento
mutuo por parte de ambos protagonistas, de sus cualidades e intereses, como
coprotagonistas del conflicto.
Como afirma Otero (2007: 163):
Quienes defienden el modelo transformativo afirman que cuando los derechos entran en conflicto, la
solución no puede encontrarse en otro derecho más fuerte y también individual, sino en el retorno de
los ideales del bien común. […] Consecuentemente este modelo facilita el retorno a la idea de grupo; o
lo que es lo mismo, persigue el desarrollo del potencial de cambio de las personas, producido como
consecuencia del descubrimiento de sus propias habilidades, y cuya consecuencia es la revalorización
de la persona a través de su crecimiento moral.

6. BIBLIOGRAFÍA
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