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HUME

Características del empirismo


El concepto de empirismo puede aplicarse a cualquier pensamiento filosófico
que sostenga que el conocimiento humano depende de la experiencia. Pero en
un sentido más estricto, el término se emplea para referirse a la corriente
filosófica británica que se desarrolla de forma paralela al racionalismo
continental. El empirismo es la reacción al racionalismo y, ambos son, por
tanto, sistemas filosóficos opuestos. El punto de partida es, no obstante, el
mismo: la consideración del conocimiento como problema filosófico
fundamental. Los empiristas aceptan de Descartes que el sujeto construye el
conocimiento: nuestro entendimiento únicamente conoce la manera directa de
las ideas, no las cosas. Sin embargo, ya no siguen a Descartes al responder a la
cuestión de cuál es origen de las ideas. Mientras el racionalismo sostiene que
este origen es innato, los empiristas defienden que toda idea procede de la
experiencia.
*La experiencia es el origen y el límite de nuestro conocimiento, y la
razón nada puede hacer sin contar con la información de los sentidos.
Esto significa aceptar que sobre muchas cuestiones solo hay un conocimiento
probable, e incluso plantear la imposibilidad de conocer en materias como la
metafísica.
*Negación de las ideas innatas. En el alma no existen ideas previas a la
experiencia. El entendimiento es como una hoja en blanco. Todo
conocimiento se adquiere, por tanto, a partir de los datos que nos llegan de
los sentidos.
*El modelo son las ciencias experimentales. Frente al modelo deductivo
que sigue el racionalismo, el empirismo adoptará el modelo inductivo.
*El concepto de razón crítica sustituye a la razón dogmática del
racionalismo. Mientras que los racionalistas consideraban que el poder de
la razón era ilimitado, los empiristas plantean una razón crítica, que examine
sus propios límites. No se niega el papel fundamental de la razón en el
proceso de conocimiento, pero se trata de una razón que depende de la
experiencia y está limitada por ella.

Crítica del conocimiento


Entre los contenidos de la conciencia Hume reconoce dos elementos:
*Impresiones. Son percepciones que nos llegan a través de los sentidos.
*Ideas. Son representaciones o copias de las impresiones en el
pensamiento. En consecuencia, son más débiles y menos vivas que aquellas.
Por tanto, las ideas proceden de las impresiones.

Hume admite que tanto las impresiones como las ideas pueden ser:
*Simples: no pueden descomponerse.
*Complejas: es posible descomponerlas.

Puesto que no hay nada en nuestro entendimiento más allá de las impresiones
o las ideas, hay que reconocer que, en última instancia, todos los contenidos
de la conciencia provienen de la experiencia sensible. El empirismo radical de
Hume tiene su base en la distinción entre impresiones e ideas. Esta distinción
determina un criterio de verdad tajante, al que Hume volverá de manera
insistente: una idea será verdadera si podemos señalar la impresión a la que
corresponde. En consecuencia, la experiencia es el origen y el límite de nuestro
conocimiento.

Las ideas se presentan a nuestro entendimiento con un cierto orden y no de


manera caótica. Esto se debe a que se asocian entre ellas de acuerdo con unas
leyes que hacen que las ideas se atraigan entre sí.
*De semejanza.
*De contigüidad.
*De causalidad.

Formas del conocimiento para Hume:


-Conocimiento de relaciones entre ideas. Aunque todas las ideas tienen su
fundamento en las impresiones, podemos establecer relaciones entre ellas con
independencia de la realidad. Así, no necesitamos recurrir a la experiencia para
estar seguros de que la proposición es verdadera porque las relaciones son
siempre las mismas. La relación entre ideas es independiente de los hechos,
las proposiciones que la expresan son analíticas (universales y necesarias
porque el predicado está contenido en la noción del sujeto) y su contrario
imposible.

-Conocimiento de hechos o factual: es el que se refiere a las cuestiones de


hecho, necesita de la experiencia (impresiones) para ser comprobado. Las
verdades que se refieren a cuestiones de hecho (fácticas) no son, pues,
verdades necesarias, como las de relaciones entre ideas, puesto que su
contrario no implica contradicción.

Todos los razonamientos acerca de cuestiones de hechos se basan, según


Hume, en la relación causa-efecto. Es necesario, por tanto, analizar esta
relación porque de ella depende el carácter científico que atribuimos a las
llamadas ciencias empíricas como la física.

Nuestro conocimiento de hechos está limitado a nuestras impresiones y solo


tenemos impresiones actuales o recuerdos de las que ya hemos vivido. No
puede haber conocimiento de hechos futuros, puesto que no poseemos
impresiones de lo que aún no ha sucedido. Nuestra certeza, según Hume, se
basa en la experiencia y no en una deducción racional. No obstante, no hay
nada en la experiencia que nos garantice que los hechos pasados se repitan en
el futuro, salvo que damos por supuesto que dos fenómenos que siempre se
han producido de manera contigua tienen entre sí una relación causa-efecto.
Nos basamos, pues, en una inferencia casual y concebimos la relación causa-
efecto como una conexión necesaria, según la cual el efecto se producirá
necesariamente. La costumbre genera en nosotros una creencia en la
existencia de esa conexión.

El emotivismo moral
Hume critica el racionalismo moral partiendo de que los juicios morales nos
impulsan a comportarnos en un sentido o en otro, es decir, nos mueven a la
acción, mientras que los juicios de la razón no nos llevan a preferir una acción
a otra. Hume nos recuerda que el análisis racional solo puede referirse a las
relaciones entre ideas o a cuestiones de hecho de manera que los juicios
morales no pueden tener su fundamento en la razón. El sentimiento
desinteresado que permite la comprensión del otro es lo que Hume denomina
como simpatía, la capacidad de dejar de lado nuestro propio interés para
situarnos en la perspectiva e interés de otra persona. La conclusión es que la
moral tiene su fundamento en el sentimiento de aprobación o desaprobación
que despierta en nosotros “una acción o cualidad mental” y que para Hume es
natural y desinteresado, porque el hombre tiene por naturaleza sentimientos
positivos hacia otros hombres.

Hay dos tipos de morales para Hume:


-Emotivista. Las proposiciones éticas no son verdaderas ni falsas: se limitan a
expresar un sentimiento. La elección moral se sitúa fuera de la esfera de la
razón, en el terreno de las emociones. Hume afirma “la razón es, y ha de ser,
tan solo esclava de las pasiones y no se puede pretender otra tarea para
servirlas y obedecerlas”. Este emotivismo moral acerca a Hume a defender el
sentimentalismo moral y a considerar la existencia en el hombre de un
sentimiento o sentido moral cuyo fundamento está en una doble disposición
natural hacia el bien propio y hacia el bien de los demás.

-Utilitarista. La inclinación de la naturaleza humana hacia el bien proviene de la


utilidad para la vida social. Así se explicaba la justicia, que no tendría sentido
en una sociedad de bienes ilimitados o en caso de que el individuo viviera
aislado. Esta inclinación natural se refuerza con el hábito y la educación, que
forjan en el individuo la conciencia moral. Hume considera, por otra parte, que
los filósofos que pretenden construir una ética racional caen en la falacia
naturalista antes mencionada: derivar de los derechos un deber moral.

DESCARTES
La autosuficiencia de la razón
El racionalismo es una corriente filosófica que aparece en el siglo XVII y que se
caracteriza por la confianza en la autosuficiencia de la razón como fuente del
conocimiento. El racionalismo supone la puesta en práctica definitiva de esta
independencia de la razón con respecto de la fe.
*Confianza plena en la razón humana.
*Infravaloración del conocimiento sensible.
*Defensa de la racionalidad del mundo.
*Afirmación de la existencia de ideas innatas en el entendimiento,
independientes de la experiencia.
*Búsqueda de un nuevo método para la filosofía, para descubrir un
sistema de verdades completo y cerrado.
*Una visión del mundo mecanicista tomada de la ciencia.
*Subjetivismo.

El método
En su búsqueda del método, Descartes se plantea en primer lugar la necesidad
de conocer la estructura de la razón para poder aplicarla correctamente a los
objetos de estudio.
Descartes define la intuición como una luz o instinto natural que permite
conocer un concepto con total claridad y distinción, con absoluta certeza. La
deducción, por su parte, consiste en la cadena de conexiones necesarias que
se establece a partir de conceptos que conocemos con certeza, es decir, a
partir de intuiciones. Reglas:
*Evidencia. No caer en la precipitación y admitir únicamente como
verdadero aquello que se presente a nuestra razón como evidente con
claridad y distinción.
*Análisis. Dividir cada una de las dificultades que se han de examinar en
el mayor número de partes posibles y necesarias para resolverlas mejor, es
decir, descomponer los conocimientos hasta llegar a los elementos más
simples.
*Síntesis. Utilizaremos la deducción para reconstruir dichas ideas simples
para llegar a lo complejo.
*Enumeración. Revisar y comprobar todo el proceso de análisis y síntesis.

La duda metódica
La duda es una exigencia del método en el momento del análisis: al buscar los
elementos más simples del conocimiento para encontrar verdades evidentes
que resistan toda duda, Descartes pone en cuestión todo conocimiento
comúnmente aceptado.
*Es universal y radical.
*Es metódica. La duda escéptica es una duda permanente, mientras que
la cartesiana es provisional y constructiva. La duda metódica es un
instrumento para alcanzar la verdad y construir la filosofía.
*Es teorética, lo que significa que solo debe afectar al nivel de la reflexión
filosófica.

Para justificar esto, hay una serie de razones:


*El engaño de los sentidos.
*La imposibilidad de distinguir la vigilia del sueño.
*La hipótesis del genio maligno.

La metafísica de Descartes
Es posible que nos engañemos en todo cuanto pensamos, pero por el hecho
mismo de pensar y dudar, es necesario que yo pienso y dudo, existo: “Pienso,
luego existo” (cogito, ergo sum). No debemos dejarnos engañar por la
expresión “luego”, que parece indicar una deducción: el cogito cartesiano no es
una deducción, sino una intuición, porque la mente intuye de una sola vez la
relación necesaria que hay entre pensar y existir. Descartes encuentra en el
cogito, pues, no solo la primera verdad, sino además un ejemplo de certeza
indudable, un criterio de verdad que aplicar a partir de ahora: en adelante,
aceptará como verdadero aquello que se le presente a la mente con la misma
claridad y distinción. Descartes entiende que todas las ideas son igualmente
reales en cuanto que todas son actos mentales (realidad subjetiva) pero no
todas tienen la misma realidad si se considera que la idea representa un objeto
(realidad objetiva).

La sustancia infinita Dios


El concepto de infinito proviene de la idea de infinito, que no es una idea que
tenga origen en mí: ha tenido que ser puesta en mí por una naturaleza más
perfecta que yo, porque la causa de la idea de una sustancia infinita solo
puede ser una sustancia infinita: Dios.
*El argumento de la objetividad de las ideas. La idea como realidad
objetiva requiere una causa real proporcionada.
*El argumento ontológico. Todos tenemos la idea de Dios como un ser
que reúne todas las perfecciones.

Una vez demostrada la existencia de Dios, queda garantizado el principio de


evidencia, porque Dios, en su infinita bondad, no permitiría que me equivocara
al percibir algo con absoluta claridad y distinción.

La sustancia extensa el Mundo


A partir de la primera verdad, el cogito, Descartes no ha podido demostrar la
existencia de la realidad. Sin embargo, para el filósofo, la veracidad de Dios
garantiza que existe el mundo exterior al pensamiento. Ahora bien, lo que Dios
garantiza del mundo son las cualidades primarias, cualidades objetivas sobre
las que es posible tener un conocimiento claro y distinto. Lo que ha hecho
Descartes es geometrizar los cuerpos. En el universo de Descartes no hay
causas finales si no que todo se explica por leyes mecánicas. El mundo, una
vez creado, marcha solo según estas leyes que dan lugar al mecanicismo.

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