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Hume admite que tanto las impresiones como las ideas pueden ser:
*Simples: no pueden descomponerse.
*Complejas: es posible descomponerlas.
Puesto que no hay nada en nuestro entendimiento más allá de las impresiones
o las ideas, hay que reconocer que, en última instancia, todos los contenidos
de la conciencia provienen de la experiencia sensible. El empirismo radical de
Hume tiene su base en la distinción entre impresiones e ideas. Esta distinción
determina un criterio de verdad tajante, al que Hume volverá de manera
insistente: una idea será verdadera si podemos señalar la impresión a la que
corresponde. En consecuencia, la experiencia es el origen y el límite de nuestro
conocimiento.
El emotivismo moral
Hume critica el racionalismo moral partiendo de que los juicios morales nos
impulsan a comportarnos en un sentido o en otro, es decir, nos mueven a la
acción, mientras que los juicios de la razón no nos llevan a preferir una acción
a otra. Hume nos recuerda que el análisis racional solo puede referirse a las
relaciones entre ideas o a cuestiones de hecho de manera que los juicios
morales no pueden tener su fundamento en la razón. El sentimiento
desinteresado que permite la comprensión del otro es lo que Hume denomina
como simpatía, la capacidad de dejar de lado nuestro propio interés para
situarnos en la perspectiva e interés de otra persona. La conclusión es que la
moral tiene su fundamento en el sentimiento de aprobación o desaprobación
que despierta en nosotros “una acción o cualidad mental” y que para Hume es
natural y desinteresado, porque el hombre tiene por naturaleza sentimientos
positivos hacia otros hombres.
DESCARTES
La autosuficiencia de la razón
El racionalismo es una corriente filosófica que aparece en el siglo XVII y que se
caracteriza por la confianza en la autosuficiencia de la razón como fuente del
conocimiento. El racionalismo supone la puesta en práctica definitiva de esta
independencia de la razón con respecto de la fe.
*Confianza plena en la razón humana.
*Infravaloración del conocimiento sensible.
*Defensa de la racionalidad del mundo.
*Afirmación de la existencia de ideas innatas en el entendimiento,
independientes de la experiencia.
*Búsqueda de un nuevo método para la filosofía, para descubrir un
sistema de verdades completo y cerrado.
*Una visión del mundo mecanicista tomada de la ciencia.
*Subjetivismo.
El método
En su búsqueda del método, Descartes se plantea en primer lugar la necesidad
de conocer la estructura de la razón para poder aplicarla correctamente a los
objetos de estudio.
Descartes define la intuición como una luz o instinto natural que permite
conocer un concepto con total claridad y distinción, con absoluta certeza. La
deducción, por su parte, consiste en la cadena de conexiones necesarias que
se establece a partir de conceptos que conocemos con certeza, es decir, a
partir de intuiciones. Reglas:
*Evidencia. No caer en la precipitación y admitir únicamente como
verdadero aquello que se presente a nuestra razón como evidente con
claridad y distinción.
*Análisis. Dividir cada una de las dificultades que se han de examinar en
el mayor número de partes posibles y necesarias para resolverlas mejor, es
decir, descomponer los conocimientos hasta llegar a los elementos más
simples.
*Síntesis. Utilizaremos la deducción para reconstruir dichas ideas simples
para llegar a lo complejo.
*Enumeración. Revisar y comprobar todo el proceso de análisis y síntesis.
La duda metódica
La duda es una exigencia del método en el momento del análisis: al buscar los
elementos más simples del conocimiento para encontrar verdades evidentes
que resistan toda duda, Descartes pone en cuestión todo conocimiento
comúnmente aceptado.
*Es universal y radical.
*Es metódica. La duda escéptica es una duda permanente, mientras que
la cartesiana es provisional y constructiva. La duda metódica es un
instrumento para alcanzar la verdad y construir la filosofía.
*Es teorética, lo que significa que solo debe afectar al nivel de la reflexión
filosófica.
La metafísica de Descartes
Es posible que nos engañemos en todo cuanto pensamos, pero por el hecho
mismo de pensar y dudar, es necesario que yo pienso y dudo, existo: “Pienso,
luego existo” (cogito, ergo sum). No debemos dejarnos engañar por la
expresión “luego”, que parece indicar una deducción: el cogito cartesiano no es
una deducción, sino una intuición, porque la mente intuye de una sola vez la
relación necesaria que hay entre pensar y existir. Descartes encuentra en el
cogito, pues, no solo la primera verdad, sino además un ejemplo de certeza
indudable, un criterio de verdad que aplicar a partir de ahora: en adelante,
aceptará como verdadero aquello que se le presente a la mente con la misma
claridad y distinción. Descartes entiende que todas las ideas son igualmente
reales en cuanto que todas son actos mentales (realidad subjetiva) pero no
todas tienen la misma realidad si se considera que la idea representa un objeto
(realidad objetiva).