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Indudablemente cuando el régimen de Alberto Fujimori, desapareció el Instituto Nacional de


Planificación (INP), porque había muchos ͞comunistas͟ (sic) en su estructura orgánica hubo una
década de oscurantismo mediático en contra de las tareas planificadoras, lo que arrastró muchas
secuelas para ordenar las cosas públicas, desde el punto de vista del planeamiento y la
programación de inversiones públicas. A partir de allí, los esfuerzos internacionales por revalorizar
las conductas estratégicas del planeamiento, la no duplicidad de obras públicas en determinados
espacios, como también la adopción de nuevos mecanismo de gestión en esta era global, tuvieron
un correlato entre las demandas poblacionales y la terca posición burocrática de los enemigos de
las visiones de largo, mediano y corto plazo.

En este proceso de nuevas luchas, nacieron de nuevo, los ministerios de desarrollo social en todos
los países latinoamericanos, se implantaron nuevos esquemas de la programación de la inversión
pública y se colocaron las ofertas de cooperación internacional en varias instancias de relativa
presencia institucional, lo que significaba que desde adentro del Estado peruano, también se
libraban procesos nuevos de organización a la que los defensores del extremista libre mercado no
querían ni ver, aduciendo que los que pensaban en un orden nuevo de los conceptos estratégicos
institucionales eran focos del desorden y posiciones radicales dentro del actual sistema.

Para ello, en el Perú nació la Agencia Peruana de Cooperación Internacional (APCI), la


consolidación de algún Ministerio de la Presidencia (ahora anulado), la asunción tibia de los
aspectos de planificación económica por parte del Ministerio de Economía y Finanzas (situación
que está llevada de alguna manera en formas suave y sin mucho entusiasmo) y el Centro nacional
de Planeamiento Estratégico (CEPLAN), así como el Sistema Nacional de Inversión Pública (SNIP).
Habiendo sido relegado las tareas de focalización estratégica nacional, regional y local a un mero
cumplimiento de algunas ocurrencias de ideas, fiscalización u ordenamiento de gastos en el
planeamiento estratégico. Situación que actualmente está en que se exige a las unidades locales
como las municipalidades y gobierno regionales que cumplan con tener sus ͞planes de desarrollo͟,
mientras que los niveles centrales de Lima poca obligación tienen de contar con documentos
estratégicos para la gestión nacional. Por ello, es que el Perú no tiene un Plan Nacional de
Desarrollo, los gobiernos regionales lo hacen para cumplir con la normatividad, pero los espacios
menores como las provincias y distritos prácticamente necesitan del Sistema de Panificación a
diario en sus gestiones, hecho que cobra una especial relevancia, es decir la utilidad de los planes
estratégicos está siendo y debe ser utilizada en los espacios menores como un sistema de
consulta, interacción y ejecución de obras entre la población demandante y los gobernantes de
turno.

Y esprecisamente, que el llamado Plan de Desarrollo Concertado, es y debe de ser una obligación
permanente para los gobiernos locales, para avizorar el destino del corto y mediano o largo plazo
de las inversiones municipales, en coordinación con las poblaciones, y es por ello, que ha nacido el
proceso del presupuesto participativo anual, el plan de desarrollo económico, el plan de desarrollo
social, el plan de competitividad y el plan urbano distrital; los mismos, que son instancias de
cumplimiento obligatorio para las municipalidades y que deben de orientar de buena manera la
solución colectiva de los problemas citadinos.

En este caso, es muy recomendable que los gobiernos locales, en su estrecha relación con la
población tengan un sistema de planeamiento dentro de sus instituciones, para permitir
participativamente la intervención de los contingentes poblacionales en sus propios destinos, que
seguramente serán muy promisorios, cuando se sepa que las inversiones municipales se llevan
acorde a la participación y necesidades de las poblaciones receptoras, todo ello, para generar más
riqueza y reducir los injustos indicadores de pobreza, desnutrición y falta de servicios públicos.

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