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La anciana mendigante

Hubo una vez una anciana mendigante. 

¿Pero has visto tú realmente a una anciana mendigante hacerte una petición antes de ahora?

Esta mujer pedía de la misma forma, y cuando recibía algo, decía: 

-"Que Dios os recompense."- 

La mendiga llegó a una puerta, y cerca del fuego del hogar estaba un joven calentándose. El muchacho le dijo
amablemente a la pobre vieja que estaba temblando mucho por el frío: 

-"Ven, abuela, y caliéntate aquí."- 

Ella entró, pero se acercó tanto al fuego, que su ropa vieja comenzó a arder, y ella no se daba cuenta. El muchacho se
levantó y vio aquello, y decidió que debería apagar las llamas. 

¿Y no es cierto que era eso lo que debería haber hecho?

Y como no había nada de agua, entonces lloró todo el agua de su cuerpo por sus ojos, que se convirtieron en dos grandes
fuentes con las cuales pudo apagar la vieja ropa de la anciana.

Enseñanza:

Siempre se debe ayudar y ser cariñoso y amable con los ancianos.


El abuelo y su nieto   
Había una vez un hombre muy anciano, cuyos ojos no veían claro, sus oídos oían débilmente, le
temblaban las rodillas, y cuando se sentaba a la mesa apenas podía sostener la
cuchara, y derramaba el caldo sobre el mantel, o se le caía de su boca. Su hijo y la esposa de su
hijo estaban disgustados por esto, por lo que el abuelo al fin tuvo que sentarse en un rincón detrás
de la estufa, y le daban su comida en un cuenco de barro, y ni siquiera contenía lo suficiente. Y él
solía mirar hacia la mesa con los ojos llenos de lágrimas. Una vez también, sus manos
temblorosas no pudieron sostener la taza, y cayó al suelo y se rompió. La joven esposa lo
regañó, pero el anciano no dijo nada y sólo suspiró. Entonces le compraron un feo plato de
madera por unos pocos céntimos, en el cual él tenía que comer.

Un día en que se encontraban todos sentados junto con el nieto de cuatro años de edad, éste empezó
a reunir algunos pedazos de madera en el suelo. 

-"¿Qué estás haciendo?"- preguntó el padre. 

-"Estoy guardando pedacitos de madera"-, respondió el niño, -"para cuando yo sea grande, tener en
que darles de comer a mi padre y a mi madre."-

El hombre y su esposa se miraron por un tiempo, y finalmente se echaron a llorar. Luego se


llevaron al abuelo a la mesa, y en adelante siempre siguió comiendo con ellos, e igualmente no
volvieron a recriminarlo si derramaba un poco de algo.

Enseñanza:

El respeto, comprensión y cariño hacia los mayores tiene que ser parte indispensable de nuestro diari
El señor Korbes
Hubo una vez un gallo y una gallina que decidieron hacer una gira juntos. Así, el gallo construyó
un hermoso carruaje, con cuatro ruedas rojas, y con herrajes para ser jalado por cuatro ratones. La
gallina y el gallo se montaron y empezaron el recorrido. No muy lejos encontraron un gato que les
dijo:

-"¿Hacia dónde van?"-

-"Vamos a la casa del señor Korbes."- replicó el gallo.

-"Llévenme con ustedes."- dijo el gato.

El gallo contestó:

-"Con mucho gusto, súbete atrás, no vaya a ser que te caigas yendo adelante. Ten cuidado de no
ensuciar las rueditas rojas. Y ustedes, rueditas, avancen, y ustedes ratoncitos, arranquen, pues
seguimos en la ruta hacia la casa del señor Korbes."-

Luego subió a una piedra de molino, a un huevo, a un pato, a un perno, y por último a una aguja,
quienes todos se acomodaron en el carrito, y siguió la ruta junto con ellos. Cuando llegaron a la
casa del señor Korbes, el  señor no estaba ahí.

 Los ratones llevaron el carruaje al establo, la gallina y el gallo se subieron sobre una valla. El gato
se sentó en el suelo junto al fogón, el pato se acomodó junto al grifo de agua. El huevo rodó hacia
una toalla, el perno se subió al almohadón de una silla, la aguja se fue a la cama y se colocó al
centro de una almohada, y la piedra de moler se posó encima de la puerta.

Entonces llegó el señor Korbes y se dirigió al fogón. Estaba a punto de encenderlo, cuando el gato
le tiró una cantidad de cenizas en la cara. El señor Korbes corrió apurado a la cocina para lavarse,
pero el pato le salpicó agua en la cara. Quiso secarse con la toalla, pero el huevo rodó hacia él, se
quebró y le engomó los ojos. Pensó mejor en descansar y se sentó en la silla, pero el perno lo
maltrató al sentarse. Y todo enojado, se lanzó a la cama. Pero apenas puso su cabeza en la
almohada, la aguja lo punzó, por lo que gritó adolorido, y todo rabioso y desesperado quiso salir
corriendo hacia el ancho mundo, pero al pasar por la puerta de la casa, la piedra de molino cayó
sobre él, dejándolo todo maltratado y adolorido.

Pobre señor Korbes, debe haber sido un hombre de muy mala suerte.

 Enseñanza:

Antes de hacer algún movimiento, es prudente observar antes cómo está todo alre
El hada de las aguas   
Un pequeño hermano y su hermana jugaban una vez cerca de un pozo, y mientras jugaban, ambos
cayeron al pozo. Una hada de las aguas vivía dentro del pozo, quién al verlos dijo, 

-"¡Ahora que les tengo, van a trabajar mucho para mí!"- y se los llevó. 

Ella dio a la muchacha lino enredado y sucio para hilar, y también tenía que traer el agua en un
cubo que tenía un agujero, y el muchacho tenía que talar y derribar un árbol con un hacha sin filo, y
ellos no conseguían nada para comer excepto bolas de masa hervida para servir con guiso y todo
tan duro como piedras.

Entonces por fin los niños se pusieron tan impacientes, que esperaron hasta un domingo, cuando el
hada salió de la casa, y se escaparon. Pero cuando ella regresaba, vio que las aves revoloteaban, y
los seguían con gran ruido. Los niños la vieron desde lejos, y la muchacha lanzó un cepillo hacia
atrás que formó una colina inmensa de cerdas, con miles y miles de picos, sobre los cuales se vio
obligada el hada a trepar con gran dificultad; pero por fin, sin embargo, logró pasarlos.

Cuando los niños vieron eso, el muchacho lanzó detrás de él un peine que formó una gran colina de
peines con mil veces mil dientes, pero el hada seguía en su empeño de perseguirlos, y por fin
atravesó los dientes. Entonces la muchacha lanzó detrás de ella un espejo que formó una colina de
espejos, y era tan deslizadizo que fue imposible para el hada cruzarla. Entonces el hada pensó, 

-"Me iré a casa rápidamente y traeré mi hacha, y cortaré la colina de cristal por  la mitad."-

Mucho antes de que ella volviera y hubiera partido la colina de  cristal, los niños ya se habían
escapado a una gran distancia, y el hada se vio obligada a regresar de nuevo a su pozo sin ellos.

Enseñanza:

Cuando se es menor de edad, nunca se debe jugar cerca de estanques, ríos, piscinas o pozos, si no
hay una persona adulta que los acompañe y cuide
El Pastor Sabio  

Había una vez un pastor cuya fama se había extendido a lo largo y ancho debido a las sabias respuestas que
siempre tenía para todas las preguntas. El rey del país oyó acerca de su sabiduría, pero no lo creía, y mandó a
que le llevaran al muchacho. Entonces le dijo:

-"Si tú puedes darme la respuesta a tres preguntas que te haré, yo te trataré como mi hijo, y habitarás conmigo
en el palacio real."-

-"¿Y cuáles son esas tres preguntas?"- dijo el joven.

El rey respondió:

-"La primera es: ¿Cuántas gotas de agua hay en el océano?"-

El pastor contestó:

-"Su Alteza, si logra poner represas en todos los ríos, de modo que ni una sola gota de agua de ellos entre al mar
hasta que yo haya terminado de contarlas, podré entonces decirle cuántas gotas hay en el océano."-

El rey dijo:

-"La siguiente pregunta es: ¿Cuántas estrellas hay en el cielo?"-

El muchacho dijo:

-"Denme una hoja grande de papel."-

Y enseguida, con una pluma, hizo tantísimos puntos finos que difícilmente podían distinguirse, y  era realmente
imposible el poder contarlos. Todo aquel que los miraba, los perdía de vista. Entonces dijo el pastor:

-"Hay tantas estrellas en el cielo como puntos en este papel. Simplemente cuéntenlos."-

Pero nadie logró hacerlo. El rey de nuevo dijo:

-"La tercera pregunta es: ¿Cuántos segundos de tiempo hay en la eternidad?"-

Entonces respondió el joven:

-"En la Baja Pomerania está la Montaña de Diamante, que tiene cuatro mil metros de alto, tres mil metros de
ancho, y tres mil metros de largo, y cada cien años un pajarito viene y afila su pico en él, y cuando toda la
montaña se haya desgastado por eso, entonces habrá pasado el primer segundo de la eternidad."-

El rey dijo:

-"Has contestado las tres preguntas como un hombre sabio, y habitarás con nosotros en mi palacio, y te trataré
como mi propio hijo."-

Enseñanza:

La sabiduría se basa en la correcta observación.


El Campesino y el Diablo 

Había una vez un muy afamado y astuto campesino, cuyos trucos eran muy comentados. La mejor historia es,
sin embargo, cómo negoció con el Diablo e hizo que éste quedara como un tonto.

Estaba un día el campesino trabajando en su terreno, y como la penumbra ya caía, se alistaba para regresar a su
casa, cuando de pronto vio un montón de carbones encendidos en medio del campo, y cuando se acercó, lleno
de asombro vio a un pequeño diablillo sentado sobre los carbones encendidos.

-"¡De veras que estás sentado sobre un gran tesoro!"- dijo el campesino.

-"Sí, es cierto"- contestó el Diablo, -"!sobre un tesoro que contiene más oro y plata que lo que jamás verás en tu
vida!"-

-"El tesoro está en mi propiedad y me pertenece."- replicó el campesino.

-"Y seguirá siendo tuyo"- contestó el Diablo, -"si por dos años consecutivos me das la mitad de lo que el campo
produce, porque tengo un gran antojo de los productos de la tierra."-

El campesino aceptó el trato, y le dijo:

-"Eso sí, sin embargo, para que no haya discusiones sobre la repartición, todo lo que se produzca sobre la tierra
será tuyo, y todo lo que se produzca bajo la tierra, será mío."-

El Diablo quedó satisfecho con eso, y el campesino sembró nabos.                            

Cuando llegó el tiempo de la recolecta, el Diablo se presentó a tomar su parte de la producción, pero no
encontró mas que amarillentas y marchitas hojas, mientras que el campesino, lleno de satisfacción, escarbaba y
guardaba sus nabos.

 -"Por esta vez has obtenido lo mejor de la cosecha"- dijo el Diablo, -"pero no será así la próxima vez. Lo que se
produzca sobre la tierra será tuyo, y lo se que produzca bajo tierra, será mío."-

-"Estoy de acuerdo."- dijo el campesino.

Cuando llegó el tiempo de la siembra, no sembró de nuevo nabos, sino trigo. El trigo nació, creció y los granos
maduraron y el campesino recogió todas las espigas que había en el campo.

Al llegar el Diablo, no encontró nada sino únicamente los rastrojos, y furibundo se lanzó dentro de una
hendidura en las rocas.

-"Esa es la forma de engañar al Diablo."- dijo el campesino, y se fue a su casa llevándose todo su tesoro.

Enseñanza:

Planificar con el adecuado conocimiento, definitivamente lleva al éxito.

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