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La ética y moral en la vida de cada ser humano es tan indispensable como el hecho de vivir, puesto que
no solo vivimos como cualquier otro ser vivo sino compartimos, nos relacionamos y convivimos con
nuestros semejantes, para ello es indispensable mantener la armonía o paz lo cual es el fin primordial
final y visionario de la justicia, ética y derecho en la realidad no van de la mano pero deberían sí,
puesto que si nos damos cuenta lo que la ética no puede controlar se convierte en tarea del derecho, lo
que dejamos de percibir como inmoral y que realmente afecta o daña a nuestros semejantes, el derecho
se encarga de normarlo para convertirlo en algo obligatorio y forzado de forma intimidante para lograr
sus objetivos, pero muchas personas olvidamos el derecho y la moral y llegamos hasta cierto punto con
tal de obtener lo que tenemos, dice una persona que las tentaciones de lo inmoral y lo incorrecto se
presentan en el momento justo en el que no podríamos decirle que no, ésta es la razón por la que la
mayoría de las personas nos olvidamos de los altos conocimientos inculcados en la escuela, en la
familia y en la sociedad, pero muchos nos preguntamos si existen formas de evitar que nos suceda, la
respuesta es que sí, pero para ello se va formando un carácter dotado de el buen diferenciar del bien y
del mal para aplicar lo correcto, pero para ello no es una formación de dos años como el bachillerato, ni
de cinco años como nuestra licenciatura, mas que ello el carácter se forma durante todo el transcurso de
la vida, basándonos en simples reglas lógicas de vida, como evitar hacerle daño a las personas,
poniéndonos en los zapatos de otros, y esperar lo que nosotros siempre damos, es un largo recorrido en
el camino para formarnos como personas, pero que hay de la formación como profesionales y me
refiero a la formación ética y no científica, puesto que nuestro sistema educativo se ha encargado de
llenarnos la cabeza de conocimientos científicos, pero se ha olvidado de enseñarnos una forma correcta
de aplicarlos al servicios y en beneficio de todos, para ello al igual que la formación de la personalidad
no hay mucho que hacer cuando la persona no tiene un carácter personal formado de forma ética y
moral, pero la ley sale en auxilio de la moral para reglar o normar las actitudes que considera
necesarias que el funcionario público servidor del estado deberá mantener durante el ejercicio de su
cargo, y más que eso en toda su vida, lamentablemente para la sociedad esto no se puede llegar a medir
de forma cualitativa porque para ello se tendría que hacer una investigación exhaustiva en la vida del
funcionario que nos llevaría a decepcionarnos, porque no existe un ser humano en la faz de la tierra que
sea perfecto en sus decisiones como seres humanos en nuestro recorrido de aprendizaje y en nuestro
madurar llegamos a cometer tantos errores de los que generalmente nos arrepentimos, pero quién puede
borrar esos antecedentes de errores en nuestra conciencia y en la conciencia del pueblo, para ello se
debería tomar en cuenta mas que el acto o el hecho la intención al momento de cometer esos errores,
por ello a continuación describiremos algunas normativas doctrinarias y legales para el buen ejercicio
del cargo tanto de nosotros como futuros abogados, así como los que ya son abogados y de los
funcionarios públicos.
OBJETIVOS
GENERAL:
1. Establecer de forma doctrinaria y legal los mandamientos, postulados, normas éticas que el
abogado y funcionario público deben como obligación seguir, como ideal para aplicarlo en la
realidad.
ESPECIFICOS
1. Identificar semejanzas entre cada uno de los postulados legales y doctrinarios con los
mandamientos y normativas éticas de los profesionales del derecho.
2. Aplicar tales reglas a nuestra vida cotidiana como forma de iniciar un camino de honorabilidad
que formara nuestro futuro como profesionales del derecho.
3. Diferenciar entre la justicia y el derecho, y que el fin primordial de nosotros como profesionales
del derecho no es el cumplimento del mismo, si no la aplicación de la justicia.
La Abogacía surgió naturalmente, como algo propio de la vida social en la que se dan inevitablemente
los conflictos, los enfrentamientos, los desórdenes, las discordias; todo aquello que lastima la armonía
debe evitarse y donde se rompe la paz y el orden (que no deben confundirse con la quietud) surge la
necesidad de restaurarlos conforme a una idea de justicia.
De allí la eminencia bien entendida, que consiste precisamente en procurar el mantenimiento de las
relaciones humanas dentro de un cuadro propicio al mutuo respeto y salvaguarda de los derechos de
cada quien.
La abogacía puede derivar hacía acciones que van más allá del simple manejo de la ley; es un menester
que, bien desahogado debe contribuir al mantenimiento de la armonía social, de forma libre e
independiente pero con un carácter público, dirigir en la buena marcha de los negocios y en su mejor
solución, así como la evitación de los pleitos, siempre debe tender a conciliar el interés privado con el
público dándole una solución en común no en provecho de determinados sujetos, sino en beneficio de
todos.
Son decálogos del deber, de la cortesía o de la alcurnia de la profesión, los que aspiran a decir en pocas
palabras la jerarquía del ministerio del abogado; ordenan y conforman al mismo tiempo, mantienen
alerta la conciencia del deber, procurar ajustar la condición humana del abogado, dentro de la misión
casi divina de la defensa. Y a causa de la transformación y la evolución constante de los tiempos, es
necesario de tanto en tanto el menester, pues considerar los mandamientos para ajustarlos a cada nueva
realidad.
La abogacía es por eso al mismo tiempo, arte, política, ética y acción:
1. Como arte:
Tiene sus reglas, pero éstas al igual que las reglas del arte no son absolutas, sino que están abiertas a la
aptitud creadora del hombre. El abogado esta hecho para el derecho y no el derecho para el abogado.
2. Como Política:
La abogacía es la disciplina de la libertad dentro del orden, los conflictos entre lo real y lo ideal, entre
la libertad y la autoridad, entre el individuo y el poder, el abogado no es parte de la tempestad de éstos
problemas, sino mas bien es quien contiene esta tempestad, y aunque también puede provocar
tempestades tiene la autoridad y el deber de contenerlas.
3. Como Ética:
La abogacía es un constante ejercicio de la virtud. La tentación pasa siete veces cada día por delante del
abogado, éste puede hacer de su cometido, se ha dicho, la más noble de todas las profesiones o el más
vil de todos los oficios.
4. Como Acción:
La abogacía es un constante servicio de valores superiores que rigen la conducta humana. La profesión
demanda en todo caso, el sereno sosiego de la experiencia y del adoctrinamiento de la justicia.
Arte, política, ética o acción, son solo los contenidos de la abogacía, pero ésta también esta dotada de
una forma o estilo. El estilo de la Abogacía no es la unidad, sino la diversidad.
1. Estudia: El derecho se transforma constantemente, si no sigues sus pasos, serás cada día
menos abogado.
El derecho legislado, no es todo el derecho; ¿Qué abogado puede abrigar la seguridad de conocer todas
las disposiciones?. Además por si su cantidad fuera poca, ocurre que esas normas nacen, cambian y
mueren constantemente.
El abogado como un cazador de leyes, debe vivir con el arma al brazo sin poder abandonar un instante
el estado acecho, estar constantemente en vigilancia sobre el cambio de las normas, sobre la
modificación o la muerte de ellas; pues una palabra del legislador reducirá a polvo una biblioteca.
Como todas las artes, la abogacía sólo se aprende con sacrificio, y como ellas también se vive perpetuo
aprendizaje, el artista mínimo corpúsculo encerrado en la inmensa cárcel de aire, vive escudriñando sin
cesar sus propias rejas y su estudio sólo concluye con si misma vida.
Es tal el riesgo de situar un caso en su exacta posición en el sistema del derecho, y tantas son las
posibilidades de error, que uno de nuestros más agudos magistrados decía que los abogados, como los
héroes de la independencia, frecuentemente perecen en la demanda.
El abogado transforma la vida en lógica y el juez transforma la lógica en justicia; por eso el día de
gloria para el abogado, no es el día en que se le notifica la sentencia definitiva que le da la victoria, sino
su gran día es el de la grave responsabilidad fue aquel día lejano y muchas veces olvidado, en que
luego de escuchar un relato humano, decidió aceptar el caso, ese día que tenía libertad para decir que sí
o decir que no. Dijo que sí, y desde entonces la suerte quedó sellada para él.
El pensar del abogado no es un pensamiento puro, ya que el derecho no es lógica pura: su pensar es, al
mismo tiempo, inteligencia, intuición, sensibilidad y acción, la lógica del derecho no es una lógica
formal, sino una lógica viva hecha con todas las sustancias de la experiencia humana.
Algún juez, en un arrebato de sinceridad, ha dicho que la jurisprudencia la hacen los abogados, porque
en la formación de la jurisprudencia, y con ella del derecho, el pensamiento del juez es normalmente el
pensamiento del abogado.
De cada cien asuntos que pasan por el despacho de un abogado, cincuenta no son judiciales; se trata de
dar consejos orientados e ideas en materia de negocios, asuntos de familia, prevención ed conflictos
futuros, etc. De los otros cincuenta treinta son de rutina, se trata de gestiones, tramitaciones, obtención
de documentos, asuntos de jurisdicción voluntaria, defensa sin dificulta o juicios sin oposición de
partes. De los veinte restantes, quince tiene alguna dificultad y demandan un trabajo intenso, pero se
trata de esa clase de dificultades que la vida nos presenta a cada paso y que la contracción y el empeño
de un hombre laborioso e inteligente, están acostumbrados a sobrellevar. En los cinco restantes se halla
la esencia misma de la abogacía, se trata de los grandes casos de la profesión, no grandes ciertamente
por su contenido económico sino por la magnitud del esfuerzo físico e intelectual que demanda el
superarlos. Casos aparentemente perdido.
La opinión pública juzga el trabajo del abogado y su dedicación a él, con el mismo criterio con que
otorga el título a los campeones olímpicos.
4. Lucha: Tu deber es luchar por el derecho, pero el día que encuentres en conflicto el derecho
con la justicia, lucha por la justicia.
El derecho no es un fin, si no un medio; en la escala de los valores no aparece el derecho pues aprece la
justicia en su lugar, la cual es un fin en sí, respecto de la cual el derecho es tan sólo un medio de
acceso, la lucha debe ser pues por la justicia. Ya que no solo en los viejos textos se atribuye ala
abogacía una significación guerrera. Los asuntos de la abogacía no se dividen en grandes y chicos, sino
en justos o injustos.
La confusión del fin y los medios, podrá pasar inadvertida en algún caso profesional, pero a lo largo de
la vida entera de un abogado no podrán pasar inadvertidas; día de prueba para el abogada es en el que
se le propone una caso injusto económicamente cuantioso, pero cuya sola promoción alarmará al
demandado y deparará una inmediata y lucrativa transacción, Ningún abogado es plenamente abogado,
sino cuando sabe rechazar sin dudar y sin alardes ese caso. Y más grave aún es la situación que nos
depara nuestro mejor cliente, aquel rico y ambicioso cuya amistad es para nosotros fuente segura de
provechos, cuando nos propone un caso que no tiene razón. El abogado necesita frente a esa situación
su absoluta independencia moral, bien puede asegurarse que su verdadera jerarquía de abogado no la
adquiere en la facultad o día del juramento profesional sino el día en que le puede decir a ese cliente
con la dignidad de su investidura y con la sencillez afectuosa de su amistad que la causa es
indefendible.
5. Se leal: Leal para con tu cliente, el que no debes abandonar hasta que comprendas que es
indigno de ti. Leal para con el adversario, aun cuando el sea desleal contigo. Leal para con el
juez, que ignora los hechos y debe confiar en lo que tú le dices y en cuanto al derecho, alguna
que otra vez, debe confiar en el que tú le invocas.
Lo que sucede es que el abogado una vez investigados los hechos y estudiado el derecho, acepta la
causa y entonces se transforma de abogado a defensor. Antes de la aceptación de la causa, el abogado
tiene libertad para decidir, porque dice sí, y entonces su ley no es más la de libertad sino la de lealtad.
La duda es para antes y no para antes y no para después de haber aceptado la causa, si el defensor fuera
vacilante y escéptico después de haber aceptado la defensa, ya no seria defensor.
La lealtad del defensor con su cliente se hace presente en todos los instantes y no tiene más
limite que aquel que depara la convicción de haberse equivocado al aceptar; y el día máximo de
esa lealtad es el día de ajustar los honorarios, ya que lo grave de la defensa es que
instantáneamente de un día para otro, la fuerza de las cosas transforma al defensor en acreedor.
En cuanto a la lealtad para con el adversario, si las astucias del contrario y sus deslealtades
correspondiéramos con otras astucias y deslealtades el juicio ya no sería la lucha de un hombre
honrado contra un pillo, sino la lucha de dos pillos.
En cuanto a la lealtad con el juez, considerando que el juez está indefenso frente al Abogado,
como los ignora forzosamente debe creer de buena fe en lo que el abogado le dice, pero en
cuanto al derecho no ocurre lo mismo. Allí actúan en pie de igualdad porque el juez sabe el
derecho, y si no lo sabe que estudie.
6. Tolera: Tolera la verdad ajena en la misma medida en que quiere quje sea tolerada la tuya.
Ser al mismo tiempo enérgico como lo requiere la defensa y cortés como lo exige la educación,
práctico como lo requiere el litigio y sutil como lo demanda la inteligencia; eficaz y respetuoso,
compasivo y digno, ser todo eso tan opuesto y a veces contradictorio aun mismo tiempo y todos los
días del año, en todos los momentos, en la adversidad y en la buena fortuna, constituye realmente un
prodigio.
La tolerancia es el único medio para conciliar todo eso contradictorio, en el litigio nadie tiene razón
hasta la cosa juzgada, no hay litigios ganados de antemano por la sencilla razón por la cual Goliat
incurrió en soberbia al considerarse vencedor anticipado en la histórica lucha. El litigio esta hecho de
verdades contingentes y no absolutas.
Por todo ella la mejor regla profesional no es aquella que anticipa la victoria sino la que anuncia al
cliente que probablemente podrá contarse con ella. Las verdaderas jurídicas, como si fueran de arena
difícilmente caben todas en una mano, siempre hay algunos granos que querámoslo o no, se escurren de
entre nuestros dedos y van a parar a manos de nuestro adversario.
Tolerancia nos insta, por respecto al prójimo y por respeto a nuestra propia debilidad, a proceder con fe
en la victoria pero sin desdén jactancioso en el combate.
7. Ten Paciencia: El tiempo se venga de las cosas que se hacen sin su colaboración.
Paciencia para escuchar, cada cliente cree que su asunto es lo más importante del mundo.
Paciencia para hallar la solución: Pues ésta no siempre aparece a primera vista y es menester
andar detrás de ella durante largo tiempo.
Paciencia para soportar al adversario: ya hemos visto que le debemos lealtad y tolerancia.
Paciencia para esperar la sentencia: Esta demora y mientras el cliente se desalienta y
desmoraliza, incumbe al abogado contener su desfallecimiento
Paciencia para soportar la sentencia adversa.
8. Ten fe: Ten fe en el derecho, como el mejor instrumento para la convivencia humana, en la
justicia como destino normal del derecho, en la paz, como sustitutivo bondadoso de la justicia y
sobre todo ten fe en la libertad sin la cual no hay derecho ni justicia ni paz.
Cada Abogado en su condición de hombre puede tener la fe que su conciencia le indique, pero en su
condición de abogado debe tener fe en el derecho porque hasta ahora el hombre no ha encontrado en su
larga y conmovedora aventura sobre la tierra ningún instrumento que le aseguro mejor la convivencia.
En cuanto a la fe en la libertad, sin la cual no hay derecho, ni justicia, ni paz... esta no necesita
explicaciones puesto que si el abogado no tiene fe en la libertad, mas le valiera como dice la escritura,
atarse una piedra al cuello y lanzarse al mar.
9. Olvida: La abogacía es una lucha de pasiones. Si en cada batalla fueras cargando tu alama de
rencor, llegará un día en que la vida será imposible para ti. Concluido el combate, olvida tan
pronto tu victoria como tu derrota.
Existe una insidiosa enfermedad que alaca a los abogados y que les hace hablar constantemente de sus
casos, aun de aquellos que, por una razón, nacieron para ser olvidados.
El precepto dice que los pleitos, se defienden como propios pero se pierden como ajenos, tan
importante es la causa como olvidarla cuándo se haya terminado el caso.
10. Ama tu Profesión: Trata de considerar la abogacía de tal manera que el día en que tu hijo te
pida consejo sobre su destino, consideres un honor para ti, proponerle que se haga Abogado.
El ser abogado más que una profesión es un oficio, oficio que ansiamos para nosotros mismos, pero
para nuestro hijo deseamos de ser posible, la gloria.
La abogacía no es ciertamente un camino glorioso, está hecho como todas las cosas humanas, de penas
y de exaltaciones, de amarguras y de esperanzas, de desfallecimiento y de renovadas ilusiones.
Estos mandamientos dejan en deliberada imprecisión la línea divisoria de lo real y de lo ideal, de lo que
es y de lo que deseamos que sea. El abogado está visto aquí, un poco como lo muestra la vida y otro
poco como lo representa la ilusión.
Doctrinarios
Doctrinarios
1. Honesto
2. No engañar (no dar falsas esperanzas)
3. No colusión (No transar o llegar a acuerdos con finalidades de lograr resoluciones a favor de
terceros)
4. Confianza en la justicia, y fe en los magistrado
5. No uso de la inmoralidad o injusticia de la ley.
6. Sé prudente, culto, decoroso, y no te rebajes.
7. No juzgues a los demás, dignifica tu profesión
8. No caer en la rutina, cuando se puede dar más de lo que doy.
9. Ocupa útilmente tu tiempo
10. Obra social
1. Libertad de aceptación: para aceptar o rechaza los asuntos en los que se solicite, sin manifestar
su negativa, únicamente en los casos de designación de oficio, en la decisión únicamente debe
influir el ánimo de justicia.
2. Defensa de los pobres: tenemos la obligación de defender gratuitamente a los pobres, de
conformidad con la ley, cuándo lo soliciten o recaiga en él, defensa de oficio.
3. Independencia de la defensa: Tiene derecho de hacerse cargo de la defensa de un acusado,
cualquiera que sea su opinión sobre el asunto.
4. Objeto de la acusación: Conseguir que se haga justicia y no la necesaria condena del acusado.
5. Secreto profesional: Deber y derecho para el abogado, deber para con el cliente que perdura aún
después de que se haya dejado de prestar los servicios, incluyendo todas las confidencias
relacionadas con el asunto.
6. Cobro de honorarios: El objeto primordial del abogado es servir a la justicia, aún cuando tenga
derecho a ello no significa que sea el móvil principal del abogado.
7. Estimación del monto de honorarios: basándose en importancia del servicio, cuantía del asunto,
dificultad o novedad de cuestiones, experiencia y reputación del profesional, capacidad
económica del cliente,tiempo empleado, grado de participación en el asunto, si fungio como
patrocinador o también de mandatario.
8. Pacto de cuota-litis: El abogado debe abstenerse de convenir participación alguna en resultados
de cualquier juicio, por lo que es censurable el pacto de cuota-litis.
9. Responsabilidad del abogado: Debe responder por su negligencia, error inexcusable o dolo.
2. ¿Poderes o deberes?
El funcionario publico esta dotado de poder, pero poder que se le fue otorgado por el pueblo, lo que
significa que tiene deber para con su pueblo.
3. Cumplidor de la ley
Haciendo énfasis en que deberá cumplir la ley a cabalidad aplicandolo no solo en su vida profesional
sino además en su vida personal.
CALIFICACIÓN DE LA HONORABILIDAD
1. ¿Qué es honorabilidad?
4. ¿Cuantitativa o Cualitativa?
En la práctica actual la honorabilidad se mide a través de números en un rango de 1 a 10, el cual esta
regulado en la ley de postulación.
5. ¿Cómo se prueba?
A través del actuar del funcionario público
CONCLUSIONES
Esta claro que la honorabilidad no solo de funcionarios públicos sino de todos los profesionales en
general no se basa únicamente en el ejercicio de su cargo como profesional, sino debe reflejarse en
todos los aspectos de su vida, tal como se describe en el capítulo I del código de ética profesional a
través de la probidad y el decoro, el cual mas que abstenerse a realizar ciertas actividades es una
forma de vida que se elige al momento de adentrarse en el mundo profesional especialmente del
derecho.
La calificación de la honorabilidad en los funcionarios públicos como servidores del estado aunque
no este normado, no es algo que pueda medirse con números, ni a simple vista, es mas algo interior
y basado en la conciencia, pienso que como seres humanos y como profesionales del derecho
debemos hacer un largo recorrido en nuestro interior para evaluar nuestros actos, y además tener la
capacidad para identificar las cosas buenas y separarlas de las incorrectas para la sociedad y para
todos, puesto que generalmente no todo lo que sea bueno para nosotros signifique que sea una
actitud correcta para con nuestra sociedad, así como el estado nos dota de derechos y de privilegios
nosotros estamos en deuda y con el deber de aportarle en calidad, a través de nuestro trabajo,
actitud y demás.
En los mandamientos del abogado, así como en los postulados doctrinarios y legales, logramos
identificar una gran relación entre los aspectos que lo componen, muchos de ellos descritas en
palabras distintas pero con objetivos similares, los tiempos cambian constantemente y como ya
mencionamos que el derecho cada día es mas amplio en las prohibiciones, es necesario también
verificar constantemente que dichos postulados y mandamientos se adapten a la realidad con la
intención de dignificar la profesión del derecho.
Cada día mas aumenta el número de abogados, lo que significa que cada día mas somos mas los
que componemos la masa de abogados graduados, pero es irónica la realidad porque cada día mas
son menos los profesionales dignos de llevar el nombre de abogados, porque las tentaciones son
constantes y cada vez en mayor grado, porque la ambición de poder se identifica en muchas mas
personas, porque el deseo de ser más que otros y muchos otros factores influyen en la
personalidad, en las decisiones y en los actos de supuestos profesionales del derecho, causantes de
la mala reputación de los abogados y generadores de grandes conflictos entre personas, países y de
guerras silenciosas que se producen actualmente, es tarea de nosotros como estudiantes armarnos
en ésta guerra, llevar como armadura la justicia, como espada la verdad y como escudo la
honorabilidad.