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Fa A or Seix Barral Los Tres Mundos Edgar Morin La mente bien ordenada : Repensar la reforma i; Reformar el pensamiento CAPITULO 9 MAS ALLA DE LAS CONTRADICCIONES En el dia de hoy se tiende a reducir los problemas de la educacién a términos cuantitativos: «mas crédi- tos», «mas maestros», «menos coacciones», «menos ma- terias en el programa», «menos cargas». Todo esto es necesario, ciertamente. Tiene que haber mas créditos, mids profesores. Hay que respetar un 6ptimo demogra- fico en la clase para que el maestro pueda conocer indi- vidualmente a cada alumno y ayudarle en su singulari- dad. Son necesarias reformas de flexibilidad, de aligera- miento, de instalacién, pero estas modificaciones son sdlo reformitas que ocultan todavia mas la necesidad de la reforma del pensamiento. En realidad, los proyectos de reforma actuales giran alrededor de este agujero negro que les es invisible. Se haria visible sélo si se reformaran los espiritus. Y aqui se Hega a un callején sin salida: No se puede reformar la institucion sin haber reformado previamente los espiritus, pero no se pueden reformar los espiritus si no se han re- formado previamente las instituciones. Aparece ahi una imposibilidad logica que produce un doble bloqueo. 129 Existen resistencias formidables a esta reforma a la vez una y doble. La enorme maquina de la educacién es rigida, endurecida, coridcea, burocratizada. Muchos profesores estan instalados en sus costumbres y sus so- beranias disciplinarias. Estos, como decia Curien, son como los lobos que orinan para marcar su territorio y muerden a aquellos que penetran en él. Existe una re- sistencia obtusa, incluso entre espiritus refinados. El de- safio es invisible para ellos. A cada tentativa de reforma, incluso menor, la resis- tencia crece, Como decia Edgar Faure después de haber intentado una de sus reformitas, «el inmovilismo se ha puesto en marcha y no sé como pararlo». En lo que me concierne, he atraido los sarcasmos de Diafoirus y los de Trissotin (cuya poblacién ha crecido considerable- mente desde Moliére) cuando he sugerido las «cinco fi- nalidades». Como los espiritus estan formados en su mayor parte segtin el molde de la especializacién cerrada, la posibilidad de un conocimiento que vaya més alla de esta especializacion les parece insensata. Y sin embargo el especialista mas estrecho tiene ideas generales de las cuales esta seguro, sobre la vida, sobre el mundo, sobre Dios, sobre la sociedad, sobre los hombres, sobre las mujeres. Y de hecho estos especialistas, expertos, viven de ideas generales y globales, pero arbitrarias, jamas cri- ticadas, jam4s meditadas. El reino de los especialistas es el reino de las ideas generales mds vacias, y la mds vacia de todas es que no es necesaria ninguna idea general. Al bloqueo que suscita la necesidad de reformar los es- piritus para reformar la institucién y de reformar la ins- 130 titucién para reformar los espiritus se afiade un bloqueo més amplio que concierne a la relaci6n entre la socie- dad y la escuela. Esta relacién no es tanto de espejo sino de holograma y de recursividad. Holograma: igual que un punto singular de un holograma lleva en si la totali- dad de la figura representada, la escuela en su singula- ridad lleva en ella la presencia de la sociedad entera. Re- cursividad: la sociedad produce la escuela que produce la sociedad. A partir de aqui, 3c6mo reformar la escuela si no se reforma la sociedad, pero cémo reformar la sociedad si no se reforma la escuela? Existe una imposibilidad légica de superar las dos contradicciones que a¢abamos de enunciar, pero la vida siempre se ha burlado de este tipo de imposibilidad. En lo que concierne a la relacién escuela-sociedad, ya hemos dado una indicacién en el capitulo 7. Como existe un bucle entre escuela y sociedad, y cada una pro- duce a la otra, cualquier intervenci6n modificadora en uno de estos términos tiende a suscitar una modifica- cién en el otro. Es necesario saber comenzar, y el comienzo no pue- de ser mds que desviado y marginal. La universidad mo- derna, que ha roto con la universidad medieval, nacié a principios del siglo xix en Berlin, capital de una peque- fia nacién periférica, Prusia. Se extendié después por Europa y el mundo. Es a ésta a la que hay que reformar ahora. Y la reforma comenzard también de modo peri- férico y marginal. Como siempre, la iniciativa no puede venir mds que de una minorfa, al principio incompren- dida, a veces perseguida. Después se opera la disemina- cién de la idea que, al difundirse, se convierte en una fuerza activa. 131 LA MISION En este sentido podemos responder a la cuestién planteada por Karl Marx en una de sus tesis sobre Feuerbach: «;Quién educara a los educadores?» Sera una minoria de educadores, animados por la fe en la necesidad de reformar el pensamiento y regenerar la en- sefianza. Seran unos educadores que tengan interioriza- do ya en ellos el sentido de su misién. Freud decia que existen tres funciones imposibles por definicién: educar, gobernar y psicoanalizar. Y es que son algo mas que funciones o profesiones. El caréc- ter funcional de la ensefianza conduce a reducir al pro- fesor a funcionario. El caracter profesional de la ense- fianza conduce a reducir al educador a experto. La en- sefanza debe volver a ser no sélo una funcién, una es- pecializacién, una profesién, sino una tarea de salvacion publica: una mision. Una misién de transmision. La transmision necesita evidentemente competen- cia, pero requiere ademas una técnica, un arte. Necesita lo que no esta indicado en ningtin manual, pero que Platén ya habia sefalado como condicién in- dispensable de toda ensefanza: el eros, que es a la vez deseo, placer y amor, deseo y placer de transmitir, amor al conocimiento y amor por los alumnos. El eros per- mite dominar el placer ligado al poder en provecho del placer unido al don. Esto es lo que en primer lugar pue- de suscitar el deseo, el placer y el amor del alumno y del estudiante. Alli donde no existe amor no hay mas que proble- mas de carrera, de dinero para el profesor, de fastidio para el discipulo. 132 La misi6n supone evidentemente la fe, fe en la cultura y fe en las posibilidades del espiritu humano. La mision es pues muy alta y dificil, puesto que su- pone al mismo tiempo arte, fe y amor. Eros > misién -> fe constituye el circuito recursivo de la * + | trinidad laica donde cada uno de los términos alimenta al otro, Recapitulemos los rasgos esenciales de la misién educadora: — proporcionar una cultura que permita distin- guir, contextualizar, globalizar, enfrentarse con los problemas multidimensionales, globales y fundamen- tales; — preparar los espfritus para responder a los desa- fios que plantea al conocimiento humano la compleji- dad creciente de los problemas; — preparar a los espiritus para hacer frente a las incertidumbres que no cesan de crecer, no sélo hacién- doles descubrir ja historia insegura y aleatoria del Uni- verso, de la vida, de la humanidad, sino favoreciendo en ellos la inteligencia estratégica y la apuesta por un mundo mejor; — educar para la comprensién humana entre pré- ximos y entre lejanos; — ensejiar la afiliacién a Francia, a su historia, a su cultura, a la ciudadania republicana, e introducir la afi- liacion a Europa; — ensefar la ciudadania terrestre, a base de mos- trar a la humanidad en su unidad antropolégica y sus diversidades individuales y culturales, igual que en su comunidad de destino propia de la era planetaria, don- 133 de todos los humanos se ven enfrentados a los mismos problemas vitales y mortales. REENCONTRAR LAS MISIONES Las cinco finalidades educativas estan ligadas entre si y deben alimentarse las unas a las otras (la cabeza bien organizada, que nos da aptitud para organizar el conocimiento, la ensefianza de la condicién humana, el aprendizaje de la vida, el aprendizaje de la incerti- dumbre, la educacién ciudadana). Deben suscitar igual- mente la resurreccién de la cultura por la conexién de las dos.culturas y, segtin vamos a ver ahora, contribuir a la regeneracién de la laicidad y al nacimiento de una democracia cognitiva. La reforma enfocada de este modo, inseparable necesa- riamente de una regeneraci6n cultural, seria a su vez in- separable de una regeneraci6n de la laicidad francesa. En las fuentes de la laicidad surgida del Renacimiento existe la problematizaci6n que interroga al mundo, la naturaleza, la vida, el hombre, Dios, y que ha vitalizado la cultura europea moderna. Nuestra laicidad de princi- pios de siglo ha podido creer que la ciencia, la razon, el progreso, iban a aportar soluciones a todos estos inte- rrogantes. Hoy hace falta no s6lo problematizar al hom- bre, la naturaleza, el mundo, Dios, sino que hay que problematizar el progreso, la ciencia, la técnica, la ra- zon. La nueva laicidad debe problematizar la ciencia re- velando sus profundas ambivalencias. Debe problemati- zar la razén oponiendo la racienalidad abierta a la ra- 134 cionalizacién cerrada; debe problematizar el progreso, que depende, no de una necesidad histérica, sino de la voluntad consciente de los humanos. De este modo una laicidad regenerada crearia quizds las condiciones de un nuevo Renacimiento. La reforma del pensamiento es una necesidad de- mocratica clave: formar ciudadanos capaces de hacer frente a los problemas de su tiempo es frenar el deterio- ro democratico que suscita, en todos los campos de la politica, la expansién de la autoridad de los expertos, especialistas de todos los érdenes, que restringe progre- sivamente la competencia de los ciudadanos. Estos estan condenados a la aceptacién ignorante de las decisiones de aquellos que son estimados como sabedores, pero cuya inteligencia es miope, porque es parcelaria y abs- tracta. El desarrollo de una democracia cognitiva sdlo es posible dentro de una reorganizacién del saber, la cual requiere una reforma del pensamiento que permitiria no sélo separar para conocer, sino también unir lo que esta separado, y donde resucitarian de modo nuevo las nociones desintegradas por la divisién disciplinaria: el ser humano, la naturaleza, el cosmos, la realidad. La reforma del pensamiento es una necesidad hist6 rica clave. Hoy somos victimas de dos tipos de pensa- miento cerrado: uno, el pensamiento parcelario de la tecnociencia burocratizada que corta e] tejido complejo de lo real como en rodajas de salchich6n, el otro el pen- samiento cada vez mas cerrado replegado sobre la etnia o la nacién, que divide como en puzzle el tejido de la Tierra-Patria. Es necesario, pues, que nos rearmemos intelectualmente a base de instruirnos en pensar la complejidad, hacer frente a los desafios de la agonia/na- cimiento de nuestro «entre-dos—milenios» e intentar 135 pensar los problemas de la humanidad en la era plane- taria. Es una reforma vital para los ciudadanos del nuevo milenio que permitiria el pleno empleo de sus aptitudes mentales y que constituiria, no la Gnica condicién, cier- tamente, pero si una condicién sine qua non para salir de nuestras barbaries. 136

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