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EL LENGUAJE Y EL PENSAMIENTO

Para este ensayo veremos la relación que existe entre lenguaje y pensamiento, siendo
estas muy importantes para el desarrollo de las personas. Antes de hablar de la relación
que existe entre ambos, haremos una pequeña definición de cada uno, para entrar en
contexto y poder llegar a un punto a la hora de hablar de dicha relación.

Para empezar, el lenguaje es un sistema de signos, que gracias a él, los individuos se
comunican entre sí. Estos signos pueden ser sonoros (como lo es el habla), corporales
(como lo son los gestos) o gráficos (como lo es la escritura, el cual ha tenido mayor
influencia en la última década, debido a la era digital, con la comunicación por medio de
los mensajes de texto).

Aunque normalmente la palabra lenguaje se usa para referir la capacidad de la


comunicación entre las personas, como se mencionó anteriormente, se han realizado
múltiples investigaciones, las cuales apuntan a que algunas especies de animales también
poseen códigos de comunicación mediante signos sonoros y corporales.

Existen diversos campos que tratan de darle sentido a la adquisición de este fenómeno,
entre ellos, encontramos la psicología, la antropología, la lingüística, la inteligencia
artificial, entre otros aspectos.

Ahora bien, el pensamiento, por otro lado, al igual que el lenguaje o el aprendizaje,
existen para este, múltiples definiciones, pero esto es totalmente aceptable debido a que
dicha definición puede cambiar con respecto a el aspecto en el que este sea considerado,
pero en este ensayo vamos a definir el pensamiento desde dos puntos de vistas
diferentes.

Nos topamos con el primer aspecto, que es la actividad, en el cual se define como la
acción por la cual el hombre puede entender lo que se encuentra o lo que tiene enfrente
de si, como lo pueden ser las personas, o los objetos o las cosas, y así mismo, las
relaciones que entre estas se llegan a dar.

El hombre puede, igualmente, dotar de significado a lo que le rodea, puede también


captar sentidos en lo que se le presenta, todo dependiendo del ambiente, de lo que
rodea. Gracias a todo lo fue anteriormente mencionado se puede concluir que el hombre,
al pensar, no solamente está siendo pasivo, no solamente recibe las impresiones sensibles
de lo que le rodea. Como resultado de esta actividad intelectual del hombre.

En este sentido podríamos decir que las acciones que tome la persona constituyen
meramente a los pensamientos; de tal manera que dicho hombre, cuando formula un
juicio, cuando elabora un razonamiento, todo lo lleva a cabo mediante los pensamientos
que este tenga.

Este pensamiento podría llegar a ser considerado como la actividad intelectual que realiza
el hombre a través de la cual este entiende, o comprende, e incluso llega a captar alguna
necesidad en aquello que le rodea. Estos pensamientos llegarían a ser los resultados de su
pensar: ya sean conceptos, juicios o raciocinios.

Ahora bien, hablemos de la relación que existen entre estos controversiales temas. Y es
que es difícil cuestionar que los procesos cognitivos relacionados con el acceso y la
selección de palabras o la planificación fonética varían de una lengua a otra. Por ejemplo,
esta diferencia se refleja en las dificultades que encuentran los estudiantes de una
segunda lengua para obtener una gramática que no está disponible en su lengua materna
(Slobin, 1996). Un tema más controvertido, que surge de muchas disciplinas como la
filosofía, la antropología o la psicología, es la naturaleza de la relación entre el
pensamiento y el lenguaje. La pregunta básica que surge es hasta qué punto el lenguaje
que comunicamos puede determinar la forma en que nos enfrentamos a la realidad. La
conocida hipótesis de Sapir-Whorf del determinismo lingüístico (Sapir, 1921; Whorf, 1956)
defiende el papel decisivo de los patrones concretos de nuestro lenguaje en la forma en
que conceptualizamos y organizamos el mundo. Esta hipótesis enfatiza el papel del
lenguaje en la reproducción de la realidad y va más allá de su función como sistema de
comunicación convencionalmente utilizado. En la versión más radical, esta suposición
asume que los pensamientos y acciones están completamente determinados por el
lenguaje. Por tanto, los usuarios de diferentes lenguajes tienen diferentes percepciones
de la misma situación objetiva (Whorf, 1956).

La hipótesis de Sapir-Whorf ha sido cuestionada por estudios que muestran que los
miembros de la tribu que solo tienen dos palabras para nombrar colores no tienen
problemas para aprender las categorías de colores en inglés (Heider, 1972). Sin embargo,
otros autores creen que la influencia del lenguaje en el pensamiento puede ser más
decisiva en términos más abstractos y no está directamente relacionada con la
experiencia sensorial pura (Boroditsky, 2001; Boroditsky & Schmidt, 2000). Por tanto, se
ha observado que el lenguaje afecta la forma en que representamos conceptos abstractos
(como el tiempo), y nuestra representación de este concepto difiere debido a las distintas
metáforas espaciales que existen en nuestro lenguaje (Boroditsky, 2001).

El aprendizaje requiere la existencia de objetos de conocimiento y sujetos dispuestos a


comprenderlo, motivaciones internas y / o externas, y participan activamente en la
integración de contenidos, porque si no quieren, nadie puede aprender.
Si se respeta el estilo cognitivo del alumno, su inteligencia dominante en inteligencias
múltiples y las características que quiere aprender, se aprenderá mejor los nuevos
conocimientos, porque no se aplicará la misma estrategia a aprender a andar en bicicleta
para aprender a sumar, Comprenda hechos históricos o ubíquese geográficamente.

Para concluir, el proceso de aprendizaje puede ocurrir en el entorno educativo o fuera del
entorno educativo. En definitiva, se trata de un proceso interno en el que se asimilan
conceptos conocidos y la forma en que se valoran y posteriormente se ponen en práctica.

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