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Principio 7 RUCL
Principio 7 RUCL
El "otro" puede ser nuestro cónyuge, nuestros hijos, familiares, alguien que convive
con nosotros y que queremos ayudar. Aquellos que amamos o de quienes
somos responsables.
LA PEREZA
No vamos a abordar aquí la pereza común, aquella de la “sombra y agua fresca”, del hacer na-
da, sino de aquella sutil, de lo profundo de la personalidad, unida a la falta voluntad, a la in-
quietud. Dicho de otra manera, la resistencia al esfuerzo y al sacrificio.
Máscaras de la pereza
1) Máscara de la ACTIVIDAD
El activismo puede ser una gran excusa de la pereza.
El “no puedo” significa simplemente un “no quiero”.
La pereza empieza por no querer pensar. Pensar es muy peligroso. Puede llegar a
imponerse una nueva responsabilidad de conciencia.
Es mejor tapar la visión con un trapo e incluso antes de empezar a reflexionar decir:
No funciona!
Máscara de la ORDEN DEFENSIVA
Montan esquemas intocables, rígidos, sobre rieles de acero. No toleran que nada
interfiera en sus planes y en los proyectos que han trazado. Tan egoístas como
cómodos.
Lo contrario es la ORDEN VOLUNTARIA, que ofrece, dona. Aquel que se dona para darle
un sentido mayor a su vida, aquel profundo, dictado por la conciencia del ser humano
que busca ser mayor y mejor, siempre respondiendo adecuadamente a las solicitudes de
la vida
3) Máscara del CANSANCIO
Cansancio es algo muy específico. ¿Cansancio para qué cosas?
Al lado de la fatiga hay otro cansancio, aquel que produce la relajación de la fuerza
moral: Fatiga del alma (del espíritu).
Es el cansancio que invade a los que cumplen deberes de mala voluntad. Sin amor. De
los que se quejan de todo y sueñan con situaciones ideales, facilidades y respuestas
prontas
4) Máscara de los BUENOS DESEOS
- Desearía tanto hacer esto, pero…
“Quiere” y al mismo tiempo “no quiere”, quiere decir, apenas “desea”.
Letargo de la mente, que descuida el empezar.
El tiempo verbal “condicional” es el preferido. ¡Nunca el tiempo “presente”!
Argumentan torpeza, falta de esto o aquello, espera que las condiciones mejoren o se
vuelvan ideales, . . .
Refrán cristiano: Dios no niega el perdón a quien hace lo que de Él depende.
El tiempo real, el único que existe, es el AHORA: ¡Quien pospone, rechaza!
“Mañana” a veces es prudencia; muchas veces, sin embargo, es el adverbio de los
vencidos. “Ahora” no es demasiado temprano ni demasiado tarde.
Dios no acepta disculpas: Cuando no queremos hacer a tiempo las cosas que podemos,
poco después, cuando queremos, ya no podremos hacerlo.
Reflexión:
Hagamos un balance de todos los sueños y deseos de nuestra vida:
-Un gran cuarto de cosas viejas, nunca usadas. Estantes llenos de objetos y vidrios rotos.
Innumerables buenos deseos que la pereza no permitió que los realizásemos. La pereza
los transformó en basura inservible.
Diligencia
Del latín, diligere = Amar; Diligente = Aquel que ama.
Atención, cuidado, disposición, cariño, alegría y voluntad.
-Diligente es el que hace lo que debe hacer. Y que está en lo suyo, no por rutina o
pasatiempo, sino como resultado de la reflexión atenta y equilibrada.
-No es diligente quien se precipita, sino quien trabaja con amor, primorosamente
El siglo pasado se enorgulleció de ser el de la vida intensa, y esa vida intensa no es más
vida, no es más que vida agitada, porque la señal de nuestro tiempo es la carrera. Los
mejores descubrimientos e inventos de los cuáles la humanidad se enorgullece no son los
de la sabiduría humana, sino los de la velocidad.
“Vida Humana” implica calma, vagar, sin que signifique ocio (pereza, torpeza).
“Estrellas de Mar
Como cada mañana, el hombre se despertó y bajó a pasear por la playa. A diferencia de
otros días la orilla estaba repleta de miles de estrellas de mar que se extendían a lo
largo de toda la costa.
Pensó que ese curioso fenómeno sería consecuencia del mal tiempo y el viento de los
últimos días. Se sintió triste por todas aquellas pequeñas criaturas. Sabía que las
estrellas de mar tan sólo viven 5 minutos fuera del agua.
El hombre continuó caminando absorto en sus pensamientos. De repente se encontró
con un niño pequeño que corría de un lado a otro de la arena. Tenía la cara sudorosa y
los pantalones remangados. ¿Qué estás haciendo? – Le preguntó el hombre
Estoy devolviendo las estrellas al mar, – contestó el niño – Junto todas las que puedo y
las lanzo más allá del rompiente para que no vuelvan de nuevo a la arena.
Ya veo – contestó el hombre – pero tu esfuerzo no tiene sentido. Vengo caminando
desde muy lejos y hay miles de estrellas ancladas en la arena. Quizá millones. Podrás
salvar a unas pocas pero la inmensa mayoría morirá y todo tu esfuerzo no habrá servido
para nada. No tiene sentido lo que haces.
El niño sorprendido le mostró una pequeña estrella que escondía en la palma de su
mano y antes de lanzarla al océano le dijo al hombre: “Para ésta sí que tiene sentido”