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En el marco del
Antología
crónicas de una vida
ISBN: 978-607-8447-19-0
Se prohíbe la reproducción parcial o total, sin importar el medio, de cualquier capítulo o información de esta
obra, sin previa y expresa autorización del Instituto Nacional de Ciencias Penales, titular de todos los derechos.
Esta obra es producto del esfuerzo de investigadores, profesores y especialistas en la materia, cuyos textos están
dirigidos a estudiantes, expertos y público en general. Considere que fotocopiarla es una falta de respeto a los
participantes en la misma y una violación a sus derechos.
Las opiniones expresadas en esta obra son responsabilidad exclusiva del autor y no necesariamente reflejan la
postura del Instituto Nacional de Ciencias Penales.
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Prólogo. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . XVII
V Carta a mi hija. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 45
XI
1. Antecedentes . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 63
2. Reseña bibliográfica . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 73
3. Justificación del tema. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 66
4. Planteamiento del problema . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 70
5. Pregunta inicial . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 74
6. Hipótesis principal . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 74
7. Hipótesis alternas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 74
8. Objetivo general . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 74
9. Objetivos específicos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 74
10. Tipo de investigación . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 75
11. Estrategia metodológica . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 75
12. Índice o capitulado . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 75
13. Bibliografía . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 76
Introducción . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 239
Marco teórico geopolítico . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 240
Francisco José y Sissi. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 244
Análisis de personalidad de Sissi . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 248
Fin del imperio Austro-Húngaro y del reinado
de los Habsburgo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 251
Algunas palabras sobre el último Emperador
de Austria-Hungría y el fin del Imperio Habsburgo. . . . . 253
Maximiliano y Carlota: Vidas paralelas . . . . . . . . . . . . . . 254
Napoleón III y Eugenia de Montijo . . . . . . . . . . . . . . . . . 256
XVII
Introducción
1 Apuntes para la historia del Jus Puniendi en México, UAQ, Querétaro, 1963, p. 41 .
“Ley II. Que en la cárcel haya aposento apartado para mujeres. Los Al-
guaziles Mayores, Alcaides y Carceleros tengan prevenido un aposento
aparte, donde las mujeres están presas, y separadas de las comunicación
de los hombres, guardando toda honestidad y recato, y las Justicias lo ha-
gan cumplir y executar”. Este texto ya consagra, en pleno siglo XVII, una
preocupación de las autoridades por la mujer recluida. Mas la separación
legislada no se llevó a cabal cumplimiento en la práctica.
Sintetizando el estado de las prisiones de la época colonial, puede de-
cirse que existieron en número de tres: “La de Corte, que ocupó el ala
norte del Palacio Virreinal, extendiéndose sobre la calle del Arzobispado
y con frente a la Plaza de Armas; la de la Ciudad, ubicada en el costado
occidental de las Casas de Cabildo o Palacio Municipal, con entrada por el
Callejuela, y otra en Santiago Tlaltelolco, que tuvo el carácter de especial
para determinados delincuentes. La de Corte estuvo destinada a los presos
por causas criminales, es decir, de delitos graves, y la de Ciudad, a los
responsables de infracciones leves”.4 En la obra costumbrista de Fernán-
dez de Lizardi, intitulada El Periquillo Sarniento, hay varias referencias
descriptivas a la ya mencionada Cárcel de Corte, adonde fue a parar el
protagonista.
de Felipe Teixidor, tomo II, Porrúa, Méjico, 1959, pp. 480 y 481.
2. La erección de penitenciarías.
hombres gozaban de más libertad que las mujeres. Y digo esto porque
los varones podían deambular por los talleres, patio de deportes, es-
cuela y dormitorios, ubicados todos ellos en un perímetro accesible a
ofrecer una reclusión menos tediosa, en tanto que las mujeres estaban
en su sección, constituida por un patio de medianas proporciones y un
cuerpo central de edificación consistente en dos pisos de dormitorios
trinarios, para hacer una virtual separación de procesadas y senten-
ciadas, un pequeño taller común y dos cocinas. Aparte, en la planta
baja, una sala también común. Y al lado, otro edificio destinado a la
guardería para los hijos de las internas, menores de tres años; edad
a la cual pasaban a otra institución gubernamental. Así que, en mi
concepto, esta sección femenina adolece de grandes defectos porque
nunca debió estar en el mismo edificio de la población masculina. La
separación no podía lograrse más que a medias, pues no faltaban las
cartas de amor pasadas misteriosamente de unas manos a otras. Apar-
te, cuando las internas eran conducidas al auditorio para llevar a cabo
sus actividades corales o de otra índole, eran molestadas por los silbi-
dos y chascarrillos de los internos que estaban en el patio de deportes,
por el que, necesariamente, ellas debían atravesar. No cabe duda de
que, pese a los buenos deseos de las autoridades correspondientes, las
mujeres reclusas se veían discriminadas, sin poder salir de su pequeña
sección más que cuando era necesario llevarlas al auditorio o a los
servicios médicos. Pero la construcción misma dificultó el lograr para
ellas una mejor situación.
Aparte de las carencias que acabo de mencionar, el centro peniten-
ciario ha sido, desde su fundación, modelo de instituciones, visitado
y encomiado por propios y ajenos. Y no cabe duda que su creación,
complementada como estuvo a nivel jurídico por la Ley de Ejecución
de Penas, Privativas y Restrictivas de Libertad del Estado de Méjico,
de 20 de abril de 1966, inspiró la total creación de un verdadero pe-
nitenciarismo que se llevó a cabo, como ya dije, con la expedición de
las Normas Mínimas para Readaptación Social de Sentenciados que
pusieron en práctica, en todas las instituciones, la experiencia ofrecida
en Toluca, a saber, la creación y funcionamiento, básicamente, del
Consejo Técnico Interdisciplinario, organismo plural que, como su
nombre lo indica, está compuesto por todos los profesionistas que a
diversos niveles colaboran para la resocialización de los individuos y
han de dar su opinión y diagnóstico médico, disciplinario, laboral y
pedagógico para la correcta aplicación del beneficio legal de la remi-
demás internas. Aquellas cuyo marido está recluido son llevadas por la
“diligencia” a los reclusorios mencionados. A éstas les solicitan ahí los
estudios de laboratorio necesarios, para lo cual el esposo interno debe
hacer la solicitud correspondiente ante las autoridades del lugar donde
se encuentra, cuya solicitud es turnada después al Centro Femenil, en
donde se autoriza contando con el visto bueno de los servicios médicos.
Para la visita íntima que se desarrolla en el propio Centro Femenil, se
exigen los siguientes requisitos:
Los niños que están afuera, encargados con algún familiar, van
a ver a la madre en el siguiente orden: Miércoles, procesadas; vier-
nes, sentenciadas, y domingos, ambas. El horario es de 2:00 a 4:30
p. m. entre semana y de 10:00 a 4:30 p. m. los domingos. Para los
niños que estén en la estancia infantil, se cuenta con instalaciones
bien aireadas y soleadas, rodeadas de jardines. También hay juegos
infantiles. Están convenientemente distribuidos los dormitorios, sa-
nitarios y comedores, según se trate de niños lactantes, maternales
o preescolares. Se cuenta con extenso personal tanto médico como
docente, encargado de cuidar y vigilar a los menores. Tienen peque-
ñas aulas y abundante material de trabajo y juguetes; pero observé
que la comida les es proporcionada o servida por el personal encar-
gado y no por las madres. Éstas pueden visitarlos sólo dos horas al
día. Como hecho significativo, en conexión con lo anterior, quiero
señalar una experiencia afectiva que me impresionó hondamente:
al entrar al salón de los lactantes, en compañía de otras señoritas
empleadas de la Institución, los niños nos tendían los bracitos y nos
llamaban “mamá”. ¿No será esto indicio de que es necesario intensi-
ficar para ellos la compañía materna? Por otra parte, se saca al Bos-
que de Chapultepec u otros sitios convenientes. Pero me parece que
no deja de traslucirse hacia ellos el aire enrarecido de una institución
de ese tipo, de modo tal, que, sin quererlo, se hace extensiva a ellos
la pena materna. ¿Qué objeto tiene sostener una estancia infantil, si
no por esto están más tiempo cerca de las madres?
En cuanto al pago de los salarios que las internas reciben por su
trabajo en los diversos talleres, se observa la regla de destinar un
30 % para ahorros, otro 30% para quien o quienes económicamente
dependan de cada interna; otro 30% para la reparación del daño y
un 10% para gastos personales. En el caso de que no tengan que
cubrir dicha reparación del daño, el 60% será para los familiares que
dependan de ellas.
El pago en los talleres es a destajo, no por día, alcanzando el mejor
sueldo la cantidad de 400 pesos a 500 pesos quincenales o semanales.
Las que están comisionadas en el plantel y con horario determinado,
ganan 200 pesos mensuales o 180 pesos. Se dedican a hacer el aseo,
comisiones especiales; verbigracia, llamar a las personas para sus es-
tudios de trabajo social, psicológicos o médicos; limpiar jardines, pra-
dos o pisos. Su horario es de 7:00 a. m. a 12:00 p. m. No existen cursos
de especialización en los talleres.
Varonil en la figura
Y jovial en la apostura,
Como el río que transcurre alegremente,
Se marchó, serenamente,
el mejor padre y trovero.
De su música y canciones
Quedóme un albo recuerdo.
Y en su Mérida soñada,
Feliz novia cortejada,
Como las tardes de mayo, eterno,
Como el verano de agosto, ¡inmenso!,
En lo vital de su ciclo
Cupo la semilla fértil
27
29
oriundo de Nueva York, cuando Agatha era aún niña, quedando esta a
cargo de su madre, quien, por cierto, nunca permitió que fuera al co-
legio ni que tuviera institutriz o profesora particular, convirtiéndose
ella misma en mentora de la pequeña. No duda en orientarla por el ca-
mino de la Literatura; y, en una ocasión en que la niña se halla en
cama con una fuerte gripa, aburrida ya de su inactividad, la madre la
invita a escribir un cuento, sugerencia que Agatha no duda en seguir.
Lo toma como un juego, al fin divertido, y cuando fallan sus estudios
de canto y le diagnostican que no tendrá éxito en la ópera, durante
unas vacaciones en El Cairo escribe una primera novela que da al
editor Eden Phillpotts, quien la anima a que continúe en la brecha. En
esta época consigue que le publiquen un cuento en una revista, al que
siguen otros más, con inmenso nerviosismo y alegría de la autora.
En 1912, cuando apenas cuenta con veinte años de edad, conoce al
Militar Archibald Christie, con quien se promete, y se casan dos años
después, en 1914, justo pocos meses antes de declararse la Primera
Guerra Mundial. Al llegar el momento de la gran catástrofe, el ma-
rido debe marchar a Francia con un batallón de voluntarios mientras
ella permanece en Torquay en cuyo hospital ingresa como enfermera
de guerra. Apenas le queda tiempo para escribir entre el trabajo, la
desolación y muerte que significan esos tiempos. Sin embargo, hay
que decir que, positiva por naturaleza, sabe plasmar sus vivencias,
como sublimadas, en novelas posteriores perfectamente cuajadas.
Otra ventaja debida a la guerra, es que ella experimenta el alivio que,
para un alma preocupada y apesadumbrada, significa la lectura de
una buena novela policíaca y ello le anima a proseguir en su empe-
ño una vez concluida la contienda. Es entonces cuando escribe “El
Misterioso Caso de Styles”. A pesar de la satisfacción que la novela
concluida le produce, no obtiene éxito inmediato con los editores y,
a pesar de ser tentada por la desesperación, está convencida de que
su estilo se impondrá. La envía a la editorial The Borley Head y, al
cabo de un año, recibe una carta de los editores rogándole se pase por
las oficinas. Esta novela es, pues, la primera en publicarse y le siguen
cinco más, con las que ella se siente una escritora de verdad aunque,
como suele suceder, jamás había pensado que esta fuera su verdadera
vocación. Por otro lado, su vida matrimonial no ha sido muy feliz y,
en 1928, se divorcia de su marido, el ya Coronel Archibald Christie.
Al verse libre, se dedica a cultivar una de sus aficiones preferidas,
que es viajar por todo el mundo, mientras mantiene internada en un
37
Hija de mi alma:
45
pero, entre los mejores, estarás siempre tú, con tus ojos chispeantes, tu
risa sonora, tu figura delgada y graciosa, que tanto ejercicio mantiene
esbelta y fina como una porcelana antigua. Mi mayor ambición es
que, un día, igual a lo que me ha sucedido a mí con mi padre, puedas
decir, como la canción: “No tengo miedo al invierno con tu recuerdo
lleno de sol”.
Casi para terminar, quisiera presentarte una imagen que, para mí,
es la de mi vida; cada mañana me asomo tempranito a una ventana
blanca donde refulge el sol y se siente calor. Encima de mi cabeza hay
una enredadera de bugambilias, rojas como la sangre, y unos pétalos
de ellas caen sobre mí para recordarme que, siempre y en todas las
culturas, el sol y la sangre han estado juntos, simbolizando que la
vida es energía y belleza, pero también lucha, no exenta de dolor. Los
egipcios antiguos creían que cada mañana nacía el sol. Para mí, cada
mañana, cuando despiertas y veo tu carita amable y tus ojos limpios,
nace de nuevo el sol.
Perdóname por lo que no he sido, por lo que no he podido darte
como persona y, sobre todo, por las veces que, sin empatía, no supe
sentir como tú, amar como tú, sufrir como tú. El único precio justo
de una vida, es otra vida y aquí está la mía para resarcirte. La que
te ofrezco hoy, con renovado amor, es refulgente como una tarde de
toros, con su arena dorada y mi sangre hecha belleza de rojas bugam-
bilias.
Siento que mi deber Hacia ti y mi amor, no se agotan con dar la
vida: soy como una fuente cuyas aguas se reciclan y cada cana de mi
cabeza es un rayo de luz para la nueva aurora del milenio que a ti te
tocará vivir.
Mi testimonio desea ser, más allá de la muerte, cuando Dios me lla-
me, un decirte: ¡gracias, hija!, porque tú me has devuelto, con gran-
deza, esa vida que te di.
Te quiere siempre
Tu mamá
MARÍA JOSEFINA CÁMARA BOLIO
México, 2000
Madrid, 1978. Hace casi un cuarto de siglo que mis amigos, y casi
hermanos, Juan Pablo de Tavira y Jorge López Vergara, coincidieron
con quien esto escribe en el Instituto de Criminología de la Univer-
sidad Complutense de Madrid. Por eso, la evocación hecha actua-
lidad en el comentario de su libro de entonces, hoy reeditado por el
INACIPE, es tarea de altos vuelos que mucho me honro en remontar.
En efecto, nuestra antigua y noble amistad, aunque con respeto a la
personalidad de cada uno, se hizo sólida en México, especialmente
en el Instituto de Formación Profesional de la Procuraduría General
de Justicia del Distrito Federal. No puedo omitir aquel imprescindi-
ble Colegio Mayor Hispanomexicano, con su director don Emiliano;
aquel Instituto de Criminología de la Universidad Complutense con el
entrañable amigo don Eduardo Molina y los profesores Bueno Arús,
Carlos García Valdés —de quien nos tocó estar cerca cuando sufrió
un atentado— siendo director General de Prisiones bajo un régimen
desmilitarizado; Ana de la Rocha, primera directora de la Cárcel de
Mujeres de Yeserías, misma que siempre había sido dirigida por un
militar; Ladislao Rodríguez Gandul, cuya inspiración tomaba vuelos
casi místicos al hablar de Lombroso; José Antonio García Andrade,
eminente psiquiatra forense a quien tanto me gusta mencionar, quizá
porque su asignatura alcanzó en mí visos de pasión; José María Ro-
dríguez Devesa y Marino Barbero Santos, ambos ya fallecidos, aun-
que antitéticos, fueron grandes amigos nuestros y sólidos pilares de
nuestra formación académica. Y, al paso que las hojas de otoño caían,
* Reseña del libro Diez temas criminológicos, escrito por Juan Pablo de Tavira
y Jorge López Vergara, en ocasión de ser reeditado por el Inacipe, a los 25 años de
su publicación.
49
1) Egocentrismo;
2) Labilidad emocional;
3) Agresividad negativa, y
4) Insensibilidad afectiva.
aspecto, así como experiencia. Por ello, resulta impactante leer que,
según ellos, pero tal y como el paso del tiempo lo ha confirmado, el
verdadero problema penitenciario no está adentro de la prisión sino
afuera: ahí donde la miseria, la promiscuidad y todas las notas nega-
tivas ya señaladas, no permiten realizar una verdadera prevención a
priori del delito, y sí, en cambio, lo posibilitan y alientan. Por ello,
citan al eminente Sociólogo Lucio Mendieta y Núñez cuando afirmó
que “la cárcel, con o sin rehabilitación, resulta inútil si no se cambian
las negativas condiciones sociales” porque se trata de fenómenos en
extremo complejos, que requieren, para ser combatidos con eficacia,
toda una planeación, ergo “estrategia”, en la cual se comprenda la to-
talidad de los factores que los producen. Por eso, los autores analizan
la sociedad, gestadora de delincuentes, que, como afirmaba Bernard
Shaw, luego de haberlos creado, los margina y castiga. En relación
con el concepto de marginación, deseo incluir en este espacio una
experiencia muy personal: Precisamente, escribo estas líneas desde
el antiguo Palacio de Lecumberri, hoy Archivo General de la Nación.
Este vetusto edificio, que guarda la memoria nacional en su conjunto,
también alberga el pasado histórico: por una parte, del Porfiriato, con
su peculiar visión del progreso, cuando, en el buen decir de Sergio
García Ramírez, Díaz, con levitón y sombrero de copa, acudiera a
su inauguración, como Cárcel Preventiva de la Ciudad de México,
hacia 1903. Pero el antiguo Palacio Negro guarda también la memoria
penitenciaria de un régimen que, bajo el rubro de orden y trabajo, en-
trañaba un férreo control social: institución cerrada, como dijera Goff-
man en “Estigma”, espacio enajenante y enajenado, donde, quién sabe
desde cuándo, existió el “apando” que describiera Revueltas. Hoy, los
internos de antaño ya no se encuentran; sobrevive sólo el mural del
antiguo Centro Escolar, donde la concepción de la Historia de México
y la Revolución, que, hacia los años cuarenta, pintó un interno con
nivel de 4º de primaria, aún no comprendía cómo, en otro aposento del
mismo “Palacio”, bajo la mortecina luz de la madrugada, los médicos
legistas realizaron la autopsia de Madero y Pino Suárez, los grandes
revolucionarios, que, en otra forma brutal, también fueron aniquilados
allí. Todo esto queda comprendido en el silencio elocuente del mural y
de las aulas desiertas. Pero en mi oficina hay un torreón, desde donde
se asomaba antaño el vigía, y yo, convertida en vigía de la vida y de
la Historia, me asomo a la Plaza donde está el reloj, y contemplo el
barrio bravo de Tepito, los niños de la calle, los “teporochos”, que se
arrastran por la vida… sin más opción que el delito, hoy como ayer.
Por eso, séame lícito recordar los sueños que soñé en España, con
López Vergara y De Tavira, de un México con prisiones dignas y que,
un día, llegase a no necesitar prisiones.
Como síntesis, los autores abundan en conceptos penitenciarios
que son de todos conocidos y que hoy, a más de un cuarto de siglo de
distancia, no sólo no están resueltos sino que se presentan agravados,
a tal grado que, en una publicación de Milenio Revista,4 el Secretario
de Seguridad Pública, doctor Alejandro Gertz Manero, hace acopio de
referencias pasadas y actuales, y llega a idénticas conclusiones que De
Tavira y López Vergara: fracaso de un sistema del que, hacia los años
cincuenta, dijera Porte Petit que no se podía hablar de su reforma sino
de su creación, y que, desde 1971 a la fecha, a pesar de la excelsa Ley
de Normas Mínimas, en vez de alzaprimar los postulados del Derecho
garantista, en la realidad cotidiana es dolor e ignominia. Miguel de
Unamuno, el gran Rector Salmantino, decía en su tiempo: “Me duele
España”. Y hoy, en mi humilde persona de mujer y de mexicana, a mí
me duelen las prisiones de México: me duele la degradación, física y
moral, de los internos; el abandono y precariedad de los hijos de ellos;
me duele la soledad y la pérdida, cuando no franca esclavitud emo-
cional, de las madres y esposas de los reos; me duele la incapacidad
y el deterioro de los enfermos; me duele la adicción de los adictos…
porque, como dijera in illo tempore el poeta, “mas si es duro caminar
/ y la luz no percibir, / más doloroso es amar / y no poderlo decir…”
Lector amigo: como quien transita por la Vía Apia, en Roma, y admira
los vestigios de una civilización que fue cabeza y corona de Occiden-
te, hemos recorrido velozmente estos senderos, a veces obscuros, en
ocasiones luminosos, pero, al fin, siempre actuales, de la Criminología
y el Derecho Penitenciario, guiados por el talento carismático de Juan
Pablo de Tavira y Jorge López Vergara. Diez temas criminológicos
que siguen siendo actuales. Y, porque en sus líneas, el libro que he-
mos comentado encierra pasión y compromiso existencial, pero no
a la luz del existencialismo desolado de Sartre y Kierkegaard, hoy
podemos preguntarnos, como Machado, “aguda espina dorada, quién
te pudiera sentir en el corazón clavada” porque el amor por la Crimi-
nología y el Derecho penitenciario es pasión que quema y espina que
se clava para siempre en el alma. Cuando en la realidad mexicana del
nuevo milenio queremos regresar sobre esas páginas y reconocer que
nos falta mucho por hacer, el libro que hemos comentado, insertado en
1. Antecedentes
2. Reseña Bibliográfica
63
decir que cobran actualidad hoy, más que antes, las palabras de Manuel
de Lardizábal y Uribe, llamado ‘el primer Beccaria español’, cuando
dijo: ‘acaso no hay empresa tan difícil como llevar a cabo a su entera
perfección la legislación criminal’, máxime si se tiene en cuenta que no
existe sistema acabado y estable sobre la teoría del delito. Por el contra-
rio, se encuentra en reconstrucción, ante la disolución de sus menciona-
das paradojas, comenzando, huelga la reiteración, por la misma teoría
de la acción, hoy replanteada con la nueva forma de imputación. Y si a
todo esto le agregamos el problema inherente a su aplicación, donde se
conjugan, finalmente, la ciencia, la técnica y el arte a que hemos hecho
referencia al comienzo (de la obra), podemos concluir enfatizando en
la necesidad de una nueva preparación y actualización nada indiferente
en los operadores judiciales que hoy requieren la justicia y el Derecho.
La circunstancia de transición impone, al mismo tiempo, la necesidad
de una gran mutación en los organismos encargados de administrar jus-
ticia, por ende, en el Derecho tradicional, para que deje de ser, en pala-
bras de Novoa Monreal, «obstáculo al cambio social» en una sociedad
donde, además, invocando a Saramago, «El problema no es que se aca-
be un siglo, sino que se está acabando una civilización. Está claro que
hemos llegado al final de una civilización».3 Otra cita, profundamente
reflexiva, de Rivera Llano, que complementa la anterior, me parece que
es la conclusión de que «luego, se trata de una sociedad en transición,
donde las bases del conocimiento sensible y racional, sobre las que se
edificó la modernidad, se tambalean. Se avanza hoy, de los métodos
idealistas, positivistas y neopisitivistas, al holismo circular interactivo
en el que las ciencias de la comunicación y de la información tienen el
predominio como instrumentos mediáticos para hacer posible la globa-
lización, la participación social como acceso real y no formal, formas
de realización humana, y, por lo mismo, a la democracia-libertad den-
tro del modelo del Estado social de Derecho que tiene que escuchar
las múltiples voces que se expresan en la sociedad, lo que demanda
un orden jurídico esencialmente dinámico;4 y, como reitera el autor en
cita: «Lo dicho líneas arriba significa también que tanto la metodología
del positivismo como los conceptos fundamentales que inspiraban al
Estado liberal tienen que ser replanteados a la luz del nuevo realismo
social, científico y constitucional, propio de las sociedades de elevada
3 ibidem, p. 173.
4 ibidem, p. 256.
logía del Diritto, Milano, Giuffrè Editore, 1985, pp. 7 a 30 ; del mismo autor, Il diritto
come Sistema Autopoietic, citado por RIVERA LLANO Abelardo, El Derecho Penal
Postmoderno, ed. Temis, Bogotá, 2005, p. 363.
7 ib., p. 363.
2005, p. 363.
10 ECO Humberto, Signo, Barcelona, ed. Labor, 1980.
11 SOTO NAVARRO, Susana, La Protección Penal, p. 18, citada por RIVERA
17RECASÉNS SICHES Luis, Tratado General deFilosofía del Derecho, ed. Po-
rrúa, 4ª. edición, México, 1970, p. 184 a 187.
18 Íbidem, p. 321 y s.s..
19 Cfr. FERNÁNDEZ DEL VALLE Agustín, Tratado de Metafísica, Teoría de la
Cabe señalar, como nota de complementación del tema, que las as-
piraciones anteriores han quedado plasmadas en la obra de Santi Ro-
mano y de Lino Rodríguez-Arias Bustamante,28 quien, desde el Dere-
cho Civil, primera gran rama del Derecho público, atisbó reflexiones
iuisfilosóficas de la más pura estirpe, mismas que desembocaron en
la Sociedad Comunitaria, como Tercera Vía Ideológica o Tercera Op-
ción, entre el capitalismo y el Arxismo, y cuyo Manifiesto se promulgó
en 1981, en la “Mérida de los Caballeros” de Venezuela.
De acuerdo, también, con Rec aséns Siches, en su “Logos de lo
Razonable”,29 si los Valores poseen una “vocación” a ser realizados, y
dicha vocatio o “llamado sólo se cumple en la vida humana, entonces
el hombre, como ser humano, posee la facultad de ser artífice de una
vida con sentido y significación,30 y puede transformar su existencia
en una obra de arte donde, al mismo modo en que el escultor talla el
duro mármol para convertirlo en imagen, el ser humano esculpa, en
su corazón y en su vida, valores y esfuerzos plenos de trascendencia.
He ahí, según estimo, el mayor alcance de la libertad, que, de acuer-
Derecho, Universidad de los Andes, Mérida, Venezuela, y ed. Temis, Bogotá, 1986.
29 Cfr. RECASÉNS SICHES Luis, “Tratado General de Filosofía del Derecho”,
Questa è la storia, non certo quella che passa senza lasciare segno, ma aquella
che permane e per il fatto stesso che permane è viva, autentica; è continuo
svolgimento, rivelatori, come prima si diceva, di nuovi asspetti veritativi e in
ciò consiste l’autentico progresso. Vi sono invece due prospettive entrambe
sterili e dannose all’autentico progresso e queste sono quelle che negano il
presente per confinarsi nel passato, false custodi della tradizione (conserva-
torismo e tradicionalismo) o quelle che negano il passato e rigettano il pre-
sente, per un avvenire senza radici (rivoluzionarismo d’ogni tipo). Queste
due posizioni estreme hanno però un punto in comune: la negazione del pre-
sente. Il non tenerne conto significa non vivere, ma soprattutto non pensare,
l’equivalente del negare il senso della storia e i valori che vi si rivelano.33
Esta es la historia, no es cierto que pasa sin dejar huella, pero vale aque-
lla que permanece y que es viva, auténtica; es continuo desenvolvimiento,
2. Es decir, en conclusión:
Si el hombre, como ser humano, sólo encuentra el sentido de su
vida en la vivencia de los valores, previa asistencia a su llamado y
la vida humana, al tener sus propios valores, que devienen de los de
los hombres y mujeres que la viven, permea con dichos valores la
Historia toda, ello es altamente demostrativo de que el sentido que
debe tener una Carta Magna es el de los valores, comenzando por los
estrictamente jurídicos, ergo la justicia, hasta llegar a los valores hu-
manos, cuya puesta en práctica, debe ser facilitada por la ley. Es ésta
la diferencia, pero, al propio tiempo, colaboración que se da entre la
Moral y el Derecho, tal como se ha venido diciendo desde la brillantez
de Francisco Suárez,34 en pleno Siglo de Oro español. Luego, la crisis
de nuestra historia, desde la sociedad que amenaza con sucumbir, a
la que se refería Saramago, en cita que mencioné al principio de este
trabajo, tiene mucho qué ver con la crisis de leyes que adolecen de lo
que se llama en Psicología “asertividad”, o sea, la posibilidad de que
dichas leyes sean bien comprendidas, “bien entendu”, como dirían los
franceses, y, por ende, introyectadas en la colectividad. Este es un pro-
blema, grande por cierto, de técnica jurídico-legislativa, mismo que
pretendo desarrollar oportunamente en el curso de esta investigación.
5. Pregunta inicial
6. Hipótesis principal
7. Hipótesis alternas
El logro del Estado del Arte está condicionado a una nueva Carta
Magna; Se requiere dotar al Estado mexicano del “candado” denomi-
nado “Control de Constitucionalidad”; Se requiere un nuevo enfoque
del Derecho Penal mexicano.
8. Objetivo general
9. Objetivos específicos
Proponer caminos para el logro de una correcta técnica jurídico-legis-
lativa en una posible nueva Carta Magna.
Capítulo II.
El Derecho penal como una rama del Derecho público;
a) Su relación con el Derecho constitucional,
b) Su relación con el Derecho procesal;
c) Su relación con la Criminología y la victimología.
Capítulo III.
El olvido de la iusfilosofía
a) Escuelas iusfilosóficas;
b) Relación de la filosofía del Derecho con el ius puniendi;
c) El Derecho penal actual, carente de bases iusfilosóficas.
Capítulo IV.
El Derecho penal frente al Derecho constitucional;
a) Situación histórica y socio-política de México en 1917;
b) Inquietudes del Constituyente frente al Derecho penal.
Capítulo V.
La desconstrucción del sistema penal de la mano con la crisis del
Derecho constitucional.
a) Hacia una articulación del Derecho penal con el Derecho
constitucional, a través del “control de constitucionalidad”;
b) El papel de la Hermenéutica en la interpretación de la ley;
Capítulo VI.
Un Derecho penal posmoderno para el México del siglo XXI, para
una sociedad de “economía deprimida”.
a) Justificar, desde el punto de vista de la iusfilosofía, la urgencia
de una nueva Constitución con las siguientes características:
1) Incluyente de todas la ideologías y equilibradora;
2) Asertiva y propositiva;
3) Con una correcta técnica jurídico-legislativa;
4) Que unifique las reformas penal, procesal, electoral, hacen-
daria, etcétera;
5) Que se inspire en la teoría del Estado y la ciencia política,
partiendo de la estimativa jurídica y de la política legislativa,
como ramas de la filosofía del Derecho.
Conclusiones.
Apéndice.
13. Bibliografía
Andronico, Alberto, La Deconstruzione come metodo. Riflessi di Derrida
nella teoria del Diritto. Giuffrè, Milán, 2002.
Arnáiz Amigo, Aurora, Ciencia Política, Porrúa, México, 1984.
Arriola, Juan Federico, La libertad, la autoridad y el poder en el pensamien-
to de José Ortega y Gasset, México, 2003.
Biblia latinoamericana, 15ª ed., Ediciones Paulinas, Madrid, 1972. Basave
y Fernández del Valle, Agustín, Filosofía del hombre (Fundamentos de
antroposofía metafísica), Col. Austral, Espasa-Calpe, México, 1963.
______, Tratado de metafísica. Teoría de la habencia, Limusa, México,
1985. Bugossi, Tomaso, “Filosofia e Comunicazione”, Ponencia presen-
tada al Congreso Internacional de Filosofía, Ixtlahuaca, Estado de Méxi-
co, noviembre de 2005.
______, La Formazione Antropica, Edicolors Publishing, Milán/Génova, 2003.
Cámara Bolio, María Josefina, “Criminología y Derechos Humanos a la Luz
TE AMO, MÉXICO
79
81
ves tonos dorados, como el sol que despierta muy temprano, para se-
guir viviendo con el alma apretujada, transida de gozo doloroso, o de
dolor gozoso, si se quiere, a la escucha del Bambuco!
Señoras y Señores, distinguidos invitados, hermanas y hermanos
Colombianos y Yucatecos que aquí se han congregado: He tratado,
con modestia pero con amor, de afinar mis mejores pinceles para di-
bujar el telón que, a partir de este momento, se abrirá ante Ustedes
para presentar ante sus ojos una escena, misma que, al despedirme, me
atrevo a llamar “LA FULGURANTE BELLEZA DEL BAMBUCO”.
Muchas gracias.
MARÍA JOSEFINA CÁMARA BOLIO
México, D.F., Octubre 24 del 2006
Día de las Naciones Unidas.
Jean-Marc Trigeaud*
Por
Jean-Marc Trigeaud
Profesor de Universidades
85
1 Comision Européene des Droits Humaines, por sus siglas en Francés (N. de la T.)
Se mueve una vez más el mostrar cuánto la opinión es aquí tanto como
más manipulada, en tanto que los dones técnicos se le escapan, ya que,
entonces, esos dones no son, al excedente, puramente técnicos, pero
se abren a un aspecto más teórico todavía por donde ellos ponen por
causa eso que protege lo esencial mismo de las libertades de las cuales
participa el ciudadano dentro del Estado de Derecho. Esta opinión,
que emociona por la suerte trágica de las víctimas, está, así, abusada
y equivocada sobre esto esencial que está comprometido sin que se
pueda poner en duda.
La opinión, como un todo irreflexivo, es inconciente, cierto; pero
este efecto está agravado por el modo de gobierno tecnocrático que
conocen la mayor parte de países, hoy día. Los juristas no pueden ,
por su parte, defenderse; pero hará falta encontrar otro lenguaje que
el de su ciencia; y faltará, en principio, cambiar de función y asumir
más el lugar del filósofo del Derecho, adoptando un punto de vista
exterior al Derecho, un punto de vista que le permita acceder a la
comprensión específica de la noción de Justicia que “hace al Dere-
cho Derecho”, lo mismo si esta noción está naturalmente implicada
dentro de los principios que ellos tienen vocación de enunciar y de
explicitar. Bajo este ángulo, en efecto, el Derecho no sabría pensar-
La opinión que nosotros presentamos, puede ser atacada por eso que
ella acepta, pues, sin otro examen, por quien viola de manera contra-
dictoria los derechos legítimos del criminal. Pero el Derecho sostiene,
en tanto que Derecho, que la persona del criminal es a priori igual a la
de la víctima ante sus exigencias, como la persona del deudor que no
paga su deuda, es igual a la del acreedor que lesiona su insolvencia.
La misma opinión incriminada puede estar remisa en la cuestión de
sus parcialidades, todas también inadmisibles, cuando ella es turnada
por las concepciones que retoman los grupos de presión, políticos o
religiosos: concepciones que se aplican todas a divisar con compla-
cencia los hechos y que practican la desconexión o interrupción de
todo proceso de analogía universalizante y justificadora, característi-
ca de un pensamiento crítico. Cómo soportar, por ejemplo, una acti-
tud de repentina compasión por las víctimas, que, al día siguiente de
las declaraciones de un presidente sobre el show, se acompañarán
de tanto como de retrocesos mafiosos, de móviles poco transparentes,
relacionados con la idea que la memoria, contrariamente a la exigen-
cia Platoniana de un mínimum de conocimiento (y, agregaremos, de
moral…), está para limitar o para “ponderar” según la asombrosa
sugestión de Paul Ricoeur, poco antes de su desaparición…Dicho de
otro modo, demasiada memoria, perjudicará a la conciencia! Cómo
no levantarse, precisamente, ante la contradicción del proceso Papon,
ya, donde se acogerán sin pestañear la prescripción de crímenes mani-
fiestos de Derecho común (lo que, ciertamente, tiende al estado indis-
cutido de nuestro Derecho) por arresto intempestivo de personas por
la autoridad administrativa francesa, y donde no se relativiza, pues,
la dificultad de establecer la intención genocida propia de un crimen
más específico contra la humanidad, que permita superar el obstáculo
de la prescripción. Se ha preferido que las conciencias, o más bien sus
intérpretes, sean suficientemente generosas para demandar, a favor de
esta misma idea de entrelazamiento de crímenes, la revisión urgente
de plazos de prescripción de Derecho común, del cual la significación
y la presentación están ligadas a las circunstancias de otra edad y que
no sabrían quedar, así, arbitrariamente intangibles.
Silencios vergonzosos
y coartadas bien pensadas
El Derecho posee una nota que le es característica, y que Luis Recaséns Siches
8
dad”, Cfr. “Tratado General de Filosofía del Derecho”, Ed. Porrúa, México, 1970.
(N. de la T.)
mente libre al reo; es decir, debe salir plenamente del campo del Derecho Penal (N.
de la T.)
de la T.)
20 La diferencia entre Moral y Derecho, ha sido tratada, magistralmente, por el
Jesuita español, del llamado “Siglo de Oro”, Francisco Suárez, cuyos profundos y
claros razonamientos no resultan perneados por la naturaleza religiosa del autor. Así
lo definió Luis Recaséns Siches (Cfr. “Tratado General de Filosofía del Derecho”, Ed.
Porrúa, México, 1970).
que San Mateo es, tal vez, el Evangelista que narra la Pasión de Cristo de la forma
más detallada y conmovedora que se ha escrito: es como si plasmara el retrato del
“Varón de dolores” que, siglos atrás, presentara el Profeta Isaías (v. 53:5). Por todo
ello, cabe preguntar: ¿Existe, en tal tipo de homicida psicópata, un “aplanamiento
afectivo” tal, que nada le conmueve, siendo esta una de las características de la per-
sonalidad psicopática? ¿O es que, en el relato de tales dolores, encuentra el psicópata
nuevas y morbosas satisfacciones? (N. de la T.)
22 Mores, con diferencia del Francés, apenas de una vocal, significa “costumbres”,
25 Con base en el prefijo, que significa “sin”, se habla de una carencia de dialéctica
(N. de la T.)
26 Léase como “criminológico”, ya que, evidentemente, el Autor se refiere, en
todo el texto en comento, pero según la costumbre francesa, a los tres “niveles de
interpretación” sobre los que ha escrito, en México, el Dr. Luis Rodríguez Manza-
nera: Crimen, equivale a delito; criminal, equivale a delincuente y criminalidad, a
delincuencia (N. de la T.)
Jean-Marc Trigeaud
A mayor abundamiento
Sin duda hace falta admitir que la Historia es, siempre, una manifes-
tación tardía de la cultura, y que hay una suerte de “retraso de la con-
ciencia” que la caracteriza. Así en el 68. Ese momento, que entre la
trama cronológica de la historia de los hechos sociales refleja un cierto
estado de espíritu; bien que ese estado de espíritu o esa “mentalidad”
reenvían a una edad anterior a la pretendida evolución de las ideas.
Ahí se indica la complicidad y se constituye el último testimonio.
Seguramente, éste es ayudado por diversos pensamientos originales,
pero aquellos que prologan el movimiento de un pasado conceptual
ya archivado. Y es esto precisamente lo que enseña la reflexión sobre
“los derechos del hombre”.
Enseguida de la Revolución burguesa del 89 y de los actos declara-
tivos de derechos subjetivos, que marcaban en ella misma la sumisión
a un idealismo, el declive pronto se percibe a través del romanticismo
corriente de los historicismos y sociologismos, a la moda germánica,
anglosajona o francesa, pues la reacción había sido muy fuerte al com-
prometer el proceso del racionalismo genericista y abstracto, opresor
* Artículo publicado en el número especial 60 años del 48, 40 años del 68, Perso-
na y Derecho, vol. 58, Eunsa, Pamplona, 2008, pp. 281- 307.
111
1 Eso
sobre lo que se anticipan bien los escritos: comp. MERLEAU-PONTY, M.,
Humanismo y Terror, 1947: o el Retorno de un viaje a la URSS, de GIDE…
2 Georges
GURVITCH, Profesor de Sociología en La Sorbona , exfundador y re-
dactor en jefe de los Archivos de filosofía del Derecho con Dalloz-Sirey, en los años
30’s, seguidor activo de las FNL argelinas, calificado de extremista de izquierda y
víctima de atentados de la OAS en su domicilio como de una campaña de prensa
anti-semita. (V. nuestra nota en Enciclopedia Filosófica Universal de las P.U.F., vol.
(Œuvres, t. 2, 1992).
3 KRYSTUFEK, Z., The Soviet Regime in Czekoslovakia, Columbia , univ., Nueva
York, 1981.
4 V. también MERQUIOR, J.G., El Marxismo Occidental, Vuelta, México, 1986.
5 Comp. la tr. Esp. por la Profa. L. Marín Castán, Reus, Madrid, 1990.
cepto de “conciencia” dentro del pensamiento esta vez puramente sociológico del
siglo XX, sobre el seminario de lectura 2007-2008 del Laboratorio de Sociología,
EHESS, París.
o Les Thibault (Martin du Gard), y que pasó por L’enffance d’un chef
o las burlas de los Chemins de la liberté (Sartre) o las versiones actua-
lizadas de L’opera de Quatre Sous (Brecht), era un espectáculo que
se desarrollaba poco a poco dentro de la gran prensa y, a través de un
discurso político de la amalgama de los contrarios derecha-izquierda
(como si se le diera razón a Marcuse), terminaba por desembocar en
la pieza contemporánea, aquella más frecuentemente tocada en el re-
pertorio europeo: la comedia de reverencias formulistas hacia los de-
rechos del hombre, donde, al mismo tiempo, se le utiliza con énfasis
y phatos como un biombo… a fin de que se perpetre su negación o
la más evidente violación, de donde parte el sucumbir a la presión de
un activismo mayoritario y de una colisión de intereses financieros
sin portada universalizable: mismos intereses que sobrepasan el ám-
bito bioquímico, agroalimentario o farmacéutico, el de los transportes
internacionales o el de la construcción inmobiliaria (recientes leyes
europeas persuaden a promover la cultura de los DH y presentan dis-
posiciones susceptibles a matar al infante no nacido, al agonizante o
al enfermo hospitalizado; introducen, a despecho de las apariencias,
las soluciones más irrespetuosas de la identidad de los sexos, del par-
ticularismo de las religiones; excitando implícitamente la dominación
sobre el más débil económicamente o la discriminación a la vista del
extranjero; y se apoyan, por fuera y alrededor, en la referencia a la
seguridad y en la represión de violencias y de crímenes).
Consecuencia de un Desarreglo Relativista que llega
hasta al Absurdo, A Nombre de los dh, Contra los
Mismos dh
Un individualismo ha estado por ahí envalentonado, que hace directa-
mente torcer la noción misma de individuo, misma que él sustraía a su
estrato tradicional, y que se traslada de una naturaleza menos abierta
hacia una dimensión generalizante. Pero, como toda evolución que
produce una suerte de decadencia, él viene a extraviarse, o a desviarse,
en eso que le resulta lo más contrario, y le hace faltar a su exigencia de
universalización. Este individualismo, quien ha conocido su Wirkli-
chkeit o su “entrada en la existencia”, ha nacido tanto como su propia
doctrina auto-justificante, con desprecio de condiciones que parecen
inherentes a todo esfuerzo de elaboración teórica, presuntamente dado
a través de un suceso de unidad autónoma o incondicional, es decir,
de verdad y de valor. El proceso parece confirmar una lectura neo-
marxista sumaria, que verá ahí sin ningún mal el efecto de ciertas
situaciones de clase sobre el surgimiento de toda filosofía. Así se ha
formado de manera subrepticia, para imponerse hoy muy ampliamen-
te y sin otro examen, la idea de que los derechos del hombre están
anclados dentro del sujeto y dentro del individuo (de ahí, si esto fuera
exacto, las recriminaciones legítimas de Leo Strauss o de Villey); la
idea de que esos derechos del hombre se encuentran poco menos que
en segundo plano metafísico, y no se ubican más que bajo el con-
trol de instituciones garantes de consensos o de mayorías políticas
(las cuales terminan por no ser, de manera por demás caricaturesca,
más que la expresión enmascarada de los que detentan los capitales),
no es, por consecuencia, universalizable más que dentro de la simple
forma material exterior y no mucho en su contenido semántico. De
suerte que no es imposible el sostener, ni incoherente el admitir, que
cada uno puede tener su propio pensamiento sobre los derechos del
hombre, desde el momento en que acepta expresarlo según esta forma
convencionalmente preparada.
Tal es la absurda ubicuidad de una ideología de los juegos olímpi-
cos, que reproduce, a propósito de China, la misma contradicción que
fustigaba Péguy dentro del kantismo, aquel a quien él reprochaba el
inspirar a los beligerantes prusianos y franceses sometidos a la misma
ideología (aquella del profesor de filosofía de los Déracinés de Ba-
rrés), ideología de la Critique de la Raison Practique y del imperativo
categórico “de las manos puras”, y, por tanto, cómplices de todos los
horrores, tanto como para no permitir mirarlos o advertirlos.
Desde entonces, no es lo más impensable el considerar que China,
Corea y Cuba, o Francia, España y los Estados Unidos tengan “cada
uno” su propia concepción de los derechos del hombre. Lo que cuen-
ta es la unidad semiótica y no la unidad semántica de referencia, la
unidad formal y no la axiológica, la unidad de procesos muy demo-
cráticos, de fabricación de protocolos comunes (según algún comité
de ética mundial hacia las salidas naturalmente “meta-éticas” y “no-
cognitivistas”). Los contenidos son impertinentes, y, después de todo,
el kelsenismo transpuesto de su ámbito estrictamente científico y li-
mitado a la “norma válida”, dentro de la cual él no ha sido entendido
jamás como aplicable, es decir, aquel del “sentido justo”, ese kelsenis-
mo ha preludiado involuntariamente todo eso: el haber un empirismo
que se encuentra, en el fondo, en contra del racionalismo kantiano que
había creído rebasar.
9 Versus famosos Ius Humanum. Das Menschliche und das Rechtiliche, publicado
en Utrecht, después en Frankfurt, Kluwer, 1981; y su artículo “ La Persona Humana
a los Ojos Jurídicos”, en J.M. TRIGEAUD (dir.), Philosophie Juridique Européen.
Les Institutions, Japadre, Roma, 1988, p. 249 y s.s.; también Bagolini L., Filosofia
del Lavoro, Giuffrè, 1977.
recriminar eso que le hace el mayor mal a los derechos del hombre: tal
genocidio ha sido observado muy frecuentemente fuera de Europa,…
o ciertas muertes de personas, más delicadas pero menos visibles, que
pasan por las leyes, democráticamente irreprochables, de países euro-
peos sometidos a la misma ideología formalista y a los mismos grupos
de presión económicos y financieros.
Hablar de concepción “verdadera” o “falsa”, “justa” o “injusta”:
ahí está, precisamente, el problema que obtura el empirismo relativis-
ta que se contenta con una identidad formal. La cuestión es, en efecto,
saber si, alrededor de un mismo nombre empleado, alrededor de la
misma expresión “derechos del hombre”, que queda igualmente bien
al regimen chino o al coreano, se capta el mismo sentido. De ahí
que se pueda admitir que la semántica y su referente onto-axiológico,
rebasan un formalismo lingüístico y un estructuralismo semiótico, y
se reintroduce la exigencia filosófica que va como exigencia univer-
salista de un sentido (una exigencia que, aplicada a los derechos del
hombre, puede, entretanto, ser perfectamente seguida por la semióti-
ca, igual de origen peirciano que por la sermiótica greimassiana de-
sarrollada en materia de Justicia).10 Y, al mismo tiempo, eso que se
había evacuado sofísticamente en el 68: un pensamiento dialéctico y
no adialéctico; hay pensamiento adialéctico desde que el contrario es
confiscado y desde que él desaparece en provecho de un pretendido
contrario, de una caricatura de tipo “individualista”. El pensamiento
dialéctico está enraizado en la consideración de una realidad que ofre-
ce un sentido “uno” y valorizable en términos de fin, todo permitiendo
sus interpretaciones contrarias. La contradicción del 68 ha consistido,
una vez ocultado el contrario, en restablecer otro ficticio, que no era
en el fondo más que el mismo desdoblado, del cual tenía necesidad
el pensamiento del 68 para implantarse. Por ejemplo, es la ideología
común entre marxistas y liberales, después de la cual lo intelectual o
lo moral obedecen a las condiciones económicas y productivas, quien
inspira siempre ciertas leyes actuales sobre la educación o la enseñan-
za en Francia: esta armonía marca la convicción de lo contrario, de lo
dialéctico, y de lo real, y la evasión a través de las ficciones.
Si ello es así, se comprende la naturaleza de la preocupación que es,
desde entonces, el tener que preguntarse, en presencia de reivindica-
INTRODUCCIÓN
135
MARCO TEÓRICO
LA HISTORIA
CONCLUSIONES
LOS AXIOMAS
Con todo lo anteriormente contemplado, estimo que estamos en con-
dición de presentar los ocho axiomas, como hipótesis conclusiva del
presente ensayo:
La mujer delinque por amor o por odio;
En la delincuencia femenina siempre hay un ritual de sacrificio,
sea de sí misma o de los demás, pero entendido no como dádiva sino
como destrucción;
La mujer es manipulable y manipuladora;
La mujer es víctima y victimaria;
La mujer se convierte en colaboradora/herramienta de otros delin-
cuentes a través de una sumisión sexo/emocional, o de la identifica-
ción/aprobación de patologías semejantes, lo que la hace proclive a la
delincuencia organizada;
La mujer es codependiente no por amor sino por inseguridad;
La mujer, en libertad o cautiverio, siempre desea ser madre, cons-
ciente o inconscientemente;
Las instituciones carcelarias para mujeres son lugares de segunda
categoría y perpetran el rol de “doble marginación”, por ser mujeres y
por ser delincuentes.
NOTAS BIBLIOGRÁFICAS
Cfr. SAGRADA BIBLIA, versión directa de las lenguas originales por Eloí-
no Nácar Fuster y Alberto Colunga, 13ª. Edición, Biblioteca de Autores
Cristianos (BAC), Madrid, 1963.
Cfr. DE SAHAGÚN, FR. BERNARDINO, “Historia General de las Cosas
de Nueva España”, Tomos II y III, Imprenta del C. Alejandro Valdés, calle
de Sto. Domingo esq. de Tacuba, México, 1829.
Cfr. GARCÍA ANDRADE JOSÉ ANTONIO, “Raíces de la Violencia”, edi-
ción particular, Madrid, 1982.
Cfr. MOMMSEN TEODORO, “Derecho Penal Romano”, Primera Parte, Ed.
La España Moderna, Madrid, s/f.
Cfr. BERNALDO DE QUIRÓS CONSTANCIO, “Criminología”, Ed. José
M. Cajica Jr., S.A., Puebla, Pue., 1948.
“Lecciones de Derecho Penitenciario”, Imprenta Universitaria, México, 1953.
Cfr. SAGRADA BIBLIA, versión Nácar-colunga, 13ª. Edición, Biblioteca de
Autores Cristianos (BAC), Madrid, 1963.
Cfr.CARRANCÁ Y RIVAS RAÚL, “Derecho Penitenciario, Cárceles y Pe-
nas en México”, Ed. Porrúa, México, 1974.
Cfr. SEGURA MILLÁN JORGE, “Diorama de los Mexicanos”, Ed. B.Costa-
Amic, México, 1964.
Cfr. CÁMARA BOLIO MARÍA JOSEFINA, “Criminalidad Femenina en
México”, México, 1983, (Trabajo Inédito).
147
Una de las últimas veces que tuve el gusto y el honor de conversar calma-
damente con él, amigo entrañable como fue, igual que de la artista Ofelia
Medina, Yucateca también, me dijo que, con la llegada del Metrobús, ha-
bíase acabado la paz de Tlalpan. ¡Qué difícil debió ser para él aceptar a
este “monstruo de la modernidad”! Tlalpan, en cada uno de sus portones,
en cada una de sus españolas aldabas, en cada una de sus frondosas bugam-
bilias y en el solar majestuoso, pero también pacífico y consolador, de su
Iglesia principal, San Agustín de las Cuevas, fue el escenario total y toral
donde Don Mario vivió y murió. Pero, más allá de la brisa, las flores, el
olor y el sabor de Tlalpan, que lo recordarán y le harán eco a las arpas
celestiales para entonar himnos a la memoria de un hombre esencialmente
bueno, que, como dije de mi padre de la sangre, no es lo mismo que “un
buen hombre”, le recordaremos nosotros, todos los que tuvimos la dicha
ilustre de conocerle, porque, diré de nuevo, como lo dije de mi padre en
su momento, que ha quedado “prendido en el tiempo”. Su alma estará
esperándonos en esa brisa, en ese sol, en esos portones, en esas esquinas
de fuentes cantarinas, en el rojo cruel de aquellas bugambilias… en todo
lo que él amó, como merece esta vida ser vivida y ser amada.
1) Su belleza física;
2) Sus vivencias del dolor, la pobreza y el rechazo, desde niña;
3) El resentimiento social que ello le generó pero que, admirable-
mente, supo canalizar en favor de los humildes; fue una lideresa
nata, sin escuela;
4) La inteligencia personal y política de Juan Domingo Perón, que
la enalteció y le permitió acciones de gobierno, vedadas a las
mujeres de su época, pero que él sabía que le harían “el Presi-
dente de todos los argentinos”, porque era ella quien aglutinaba,
quien convencía y seducía al pueblo, con su verbo apasionado y
su entrega. Habiendo pagado el precio de su sangre en el atroz
sufrimiento que le impuso el cáncer, hoy es una leyenda... y si-
gue viva.
151
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163
superarse y que formó, finalmente, una obsesión amorosa hacia los Pena-
les, hacia las “jaulas del sufrimiento”, hacia el Derecho Penitenciario;
creo que, en el fondo de todo ello, buscaba enmendar, compensar, las
diferencias entre ricos y pobres; estos últimos, amados por mí desde la
raigambre de mi religión Católica y desde las varias labores sociales que,
con amor, desempeñé al lado de las monjas de los Colegios particulares
donde cursé mis primeros estudios. No es que piense escribir mi historia
en esta noche especial; es sólo que deseo explicar cómo empecé a enfocar
la realidad socio-política de aquellos años, misma que, aunque, repito,
sólo “barruntaba”, llegué a conocer en su fenomenología más acendrada.
En México, era la época en que el Presidente Luis Echeverría llevaba una
muy buena relación con su homólogo Venezolano, Carlos Andrés Pérez.
De la riqueza que el petróleo, ¡el oro negro!, daba a Venezuela, todos sa-
bíamos. Sobre todo, cuando, en 1978, siendo becaria Mexicana estudiante
de Criminología en la Universidad Complutense de Madrid, mientras los
becarios Mexicanos íbamos con el precedente de una carrera Universitaria
concluida, nuestros condiscípulos Venezolanos eran solamente ¡policías!,
pero, eso sí, los becarios con más dólares, que se la pasaban “en grande”,
mientras nosotros, para ir a conocer sitios de interés cultural e histórico,
llevábamos, por toda comida, ¡un “bocadillo” de pan duro y jamón serra-
no!! El mismo panorama prevalecía en Italia, donde un amigo Colombiano
me contaba que, habiendo ido de visita a Bologna un grupo de Venezola-
nos, se les preguntó, a su regreso, qué les había parecido esa histórica y
pintoresca ciudad. La respuesta fue: “Ahí nomás, un puñao de casas”…
Años después, al comienzo de los 80’s, cuando tuve el privilegio de cono-
cer Colombia, me dí cuenta de dos grandes fenómenos, ambos relaciona-
dos con Venezuela: Uno era la migración, donde, así como nuestros “bra-
ceros”, marchaban a Estados Unidos, en pos del “Americam dream”, los
Colombianos pobres marchaban a Venezuela, con la esperanza de una
vida mejor; mi segunda observación, fue el encono, casi odio, con que se
miraban Venezolanos y Colombianos. Conocí, desde antes, a famosos Cri-
minólogos, especialmente de la Universidad del Zulia, en Maracaibo. En-
tre ellos, un “señorón”, el Prof. Elio Gómez Grillo, y a Lolita Aniyar de
Castro, mujer polémica de talento privilegiado, que comenzó a impulsar,
con singular ahínco, la Criminología de la Reacción Social, para desem-
bocar posteriormente en una Criminología Crítica, radical, juzgadora de
un Sistema de Justicia cuyo deterioro ya comenzaba a notarse, como tam-
bién lo habían advertido el Brasileño Darcy Ribeiro y el Argentino Eduar-
do Galeano. Hoy, séame lícito decir que esas “premoniciones” están so-
bradamente cumplidas y se habla de la “desconstrucción del sistema” en
los recintos académicos del Primer Mundo. Y me parece que es ahora el
momento de mi narración donde aparece Chávez: Chávez como persona,
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¡también irá a las urnas el próximo mes de mayo! Pero no sólo eso,
sino que Ricardo Martinelli ha hecho pública, a través de una súplica
ante los medios, su petición más decidida al gobierno de Maduro, en
el sentido de que no interfiera en la votación ni en las preferencias
políticas del pueblo de Panamá, ya que, según denunció, el gobierno
venezolano ha manifestado, de manera indebida e insistente, su pre-
ferencia por el candidato perteneciente al equipo del general Omar
Torrijos…
Ante esta ¡increíble! complicación socio-política, donde es ya tan
fuerte como peligrosa la brecha abierta entre Venezuela y dos de sus
vecinos, entrelazándose acusaciones y reproches mutuos, que, sin
duda, enturbian cada vez más los ánimos y el paisaje latinoamericano,
esta humilde Servidora, avalándose en el Derecho y la Filosofía del
mismo, vereda única hacia la consecución de la justicia, hace la más
respetuosa exhortación a la sensatez de los latinoamericanos, ¡¡que
somos gente de trabajo y de paz!!, así como a la instancia interna-
cional de la Organización de Estados Americanos, OEA, para que se
apresuren a zanjar diferencias y realizar, todos con todos, un llamado
supremo a la integridad y la paz del continente. No cabe la menor
duda de que, si esto no se fija en la conciencia de los pueblos, ya que
los gobernantes se muestran parciales, aguarda a nosotros y a nuestros
hijos y nietos la debacle continental y la llegada de un colonialismo
intervencionista, a la que abrimos la puerta de par en par con estúpidas
reyertas, sedientas de un poder efímero.
Esta no es más que una anotación, un llamado de atención, pro-
ducto de la experiencia y de largos años de vida, pero no exenta de
un amor profundo a toda Latinoamérica y de lo que estimo como un
deber de reflexión cumplido, que me apresto a compartir. Para con-
cluirla, deseo resaltar que, según anotó hoy la presidenta Krichsner,
de Argentina, en su cuenta de Twitter, en la conversación de más de
dos horas que sostuvo con el papa Francisco, éste puso de manifiesto
su preocupación por la unidad de América Latina, pese a diferencias
particulares. Creo que, sin personalizar, esta conclusión del diálogo
de la mandataria con un probable Premio Nóbel de la Paz, como se
ha dicho del Papa Francisco, respalda sobradamente la breve reflexión
que hoy me permito ofrecer a mis amables lectores.
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a los reclamos del pueblo, más aún, del “pueblo humilde” como le
llamaba Eva Perón a cierto sector, no se está en sintonía ni con la ver-
dad, ni con la sinceridad. Entiéndase bien, en lo prosaico de la verdad
que encierra: No hay peor enemigo de un régimen que el hambre del
pueblo…Ya lo hemos recordado, porque Roma nos dejó una lengua y
un espíritu, que es primaria, sencilla en su afirmación pero profunda
en sus alcances, la vieja consigna romana de “al pueblo, pan y circo.”
Por eso, estimo que hoy, Nicolás Maduro y el chavismo han perdido
otra batalla, porque en Venezuela no hay pan, ¡¡ni muchas otras co-
sas!!, pero el circo es cada vez más evidente y grotesco: tanto como
el hecho de contratar bailarinas “encueratrices” para “darle” carnaval
a un pueblo, que lo que requería era: ¡libertad, escucha y respeto para
sus muertos! Pero el pueblo también requiere insumos básicos, ali-
mentos; porque, como recién escribí, el derecho a la vida y a la salud
son los derechos humanos básicos y primarios, mismos que, para su
existencia, reclaman alimentación. Y la cuerda comienza a reventar
por lo más flojo, o sea, la carencia de lo básico.
Sin embargo, mi breve análisis de hoy se refiere, alzaprimándolo, al
llamado “triunfo diplomático” de Maduro, cuando Venezuela logró la
no injerencia de la OEA en los asuntos de la región. Apoyada por los
países de UNASUR y ALBA, la escición entre países hermanos es pe-
nosa, equívoca y logra solamente evidenciar, para vergüenza de todos,
la fractura profunda en un continente zajado por la peligrosa Falla de
San Andrés. Así como dicha falla permite la repetición de sismos, está
habiendo un “sismo socio-político” y sus consecuentes réplicas, a raíz
de la división o escición entre aquellos países que defienden en Améri-
ca Latina a los opositores y los que solapan los atropellos de Maduro.
Y el sismo, pensémoslo bien, puede tener consecuencias terribles y
dejar a la gente con un pie en el aire, con la ropa puesta por ese día,
con lo que estaba haciendo en un momento dado, paralizada, como
los habitantes de Pompeya cuando hizo erupción el Vesubio… No sé,
entonces, si seremos actores de un cambio, premiados con Oscares, o
los tristes vestigios de un sistema “desecado”, yerto, vencido por la
erosión del tiempo y los mordiscos entre nosotros, en vez de atrevernos
a cambiar el sistema, destruyendo, primero, aquel que está obsoleto.
La sola mención de la “deconstrucción del sistema” que planteó Derri-
da en l’Academie Française escandalizó horrendamente a sus oyentes;
pero hace ya mucho tiempo, alguien dijo que la vida consiste en re-
novarse… o morir. Luego, el cambio es un derecho inalienable de los
Hoy ha sido un día álgido… Como para pensar… pero con tenebro-
sa dificultad, en explicaciones y respuestas a los hechos. En efecto,
los medios nos han informado de tres conflictos, de diversa factura y
presentación, pero, como espero poder demostrar en estas líneas, de
un mismo origen… Difícil, sí, negarse a escuchar tantas voces, que
claman por lo mismo. Acompáñeme, lector amigo, a reflexionar.
Enunciaré los hechos, como me parece lógico, antes de entrar en
el análisis pleno. Por una parte, yendo de menor a mayor conflagra-
ción, encontramos información de que hoy domingo serán los comi-
cios para ocupar las alcaldías de toda Francia. Se informa, también,
que, vecino a Francia, o sea en España, se han congregado cerca de
dos mil personas para manifestarse en Madrid, en contra del gobier-
no de Mariano Rajoy, ergo de derechas, por el constante despido de
trabajadores, el desempleo en aumento así como el alza del costo
de la vida, pagos tributarios, etc. Por otra parte, la concentración ha
aumentado en Venezuela, ¡¡a grados que harían explotar cualquier
termómetro!!: Basta con mirar las fotografías de Caracas, donde los
contingentes humanos apenas caben en las avenidas, sin contar las
homólogas de Carabobo, Zulia, Valencia, San Diego y San Cristó-
bal, estas últimas lugares de los alcaldes defenestrados esta semana
y hoy prisioneros. Por otra parte, leemos, también, que a la diputada
Machado le fue negado, finalmente, el derecho de voz en la reunión
de la OEA, aunque Panamá la conservará como miembro de su De-
legación, y ha regresado a Venezuela, donde, pese a su inmunidad
parlamentaria, la ha molestado la guardia bolivariana, durante cerca
de dos horas. Leopoldo López envía una carta incendiaria, desde la
prisión de Ramo Verde, la cual es leída por su esposa ante una enar-
decida muchedumbre de seguidores, y en dicha carta insta a Maduro
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sencillo atuendo de lino blanco, invitó al auditorio a algo que ella va-
loraba mucho: la reflexión. Aún recuerdo, ¡a tantos años!, sus palabras
cuando un grupo de reos jóvenes la abordó, acosándola con preguntas:
“Muchachos, ustedes no tienen muchas cosas, pero tienen algo inmen-
samente valioso: ¡tiempo!” Y la profundidad de esta afirmación era
de una valía excepcional si se entendía, claro, desde el mejor punto
de vista… Años después, y gracias al mundo trovero de Yucatán, a
iniciativa de mi padre, Fausto Cámara Zavala, se le tributó un mag-
no homenaje musical en Yucatán y tuve, incluso, el gusto, bohemia
yo de naturaleza, de presentarle a Guadalupe Trigo. Pero, partiendo
de este sucinto marco teórico y circunstancial, me he reunido con mi
gran aliada, la noche, con su pausa inigualable, con la nitidez con que
sobrevienen los recuerdos, y la claridad con que el paso de la vida nos
ha permitido dimensionar y trazar adecuadas coordenadas entre éstos
y el presente, y he decidido plasmar mis vivencias, mismas que, ade-
más de ser muy gratas, constituyen un legado de información, si no de
cultura, para quienes no conozcan la íntima trabazón que existe entre
ciertos elementos: la música, la geografía y el mestizaje; fenómeno
este último que si bien ha ocurrido en el mundo entero, entendido
como mezcla de razas y culturas, ha tocado a nuestra América conver-
tir en riqueza, profunda y dichosa.
Para comenzar mi recorrido, porque será como un viaje la narra-
ción que voy a emprender, debo partir de mi cuna, Yucatán, y cuna
también en el sentido de que nací y crecí entre música, ésta totalmente
relacionada con Cuba. En otro escrito de mi humilde autoría, intitu-
lado Homenaje al bambuco, he descrito, también, la hermandad que
surgió con Colombia, cuando, a comienzos del siglo XIX, el Dueto
Pelón y Marín arribó a tierras mayas e hizo, con la debida evolución
de tiempo y personas, que el ritmo antioqueño del “bambuco” se arrai-
gara en Yucatán hasta convertirlo, casi, en patente de ciudadanía. Des-
de entonces, todos los compositores yucatecos que se honran en serlo,
han escrito y musicalizado bambucos. Pero, sin alargar esta parte de
la historia, de muchos ya conocida, hay que señalar que el famoso
cantautor Cirilo Baqueiro, más conocido como “Chancil”, compuso
una simpática “huaracha”, hermanando los ritmos afrocubanos con la
fina poesía de Yucatán. Tal es el caso de “La Mestiza”, y quizá no sabía
Chancil que ¡estaba haciendo mestizaje! Así, más allá de que Yucatán,
como península, se ubica frente a las costas de Cuba, recuerdo que
mis padres me hablaban de los conjuntos de música improvisada, pero
nueva que, sin perder en modo alguno sus raíces, formara una sinergia,
entre ellos y la tierra, entre ellos y su música afroamericana. Así, en
la costa colombiana, se baila la cumbia, el vallenato, con una danza
que, a ritmo de tambor, pareciera semejante a una danza zulú, con
flexión de la cintura, piernas que se doblan en alternancia y brazos
que parecen volar en fantasmagórica contorsión. Como expresiones
criollas, encontramos el “bambuco” en Antioquia, y el “bunde”, en
la sureña región del Tolima. Colindando con Colombia está Brasil,
donde la expresión coreográfica y musical de la raza negra ha tenido
su máxima expresión: desde los ritmos primigenios, auténticamente
negros, hasta el contrapunto más marcado, cortante, de “Bahía”, en la
música criolla, y “Brasil”, con connotaciones casi de himno. Entre las
gentes de mi generación, ¿quién no conoció a Antonio Carlos Jobim y
a Vinicius de Moraes? Mientras que el primero componía los tristes,
pero alegres, bossa nova que bailábamos con felicidad, el segundo,
poeta y diplomático, compuso su canción, de pasión desgarrada, “Eu
sei qui vou te amar”.
No podemos olvidar a la samba, con interpretación muy diversa
al ritmo argentino que lleva el mismo nombre, y que, en Brasil, es
materia de danza hasta desembocar en las bien conocidas “Scuolas
do Samba”. Y estimo que, de aquí, es tiempo ya de pasar las fronte-
ras del Perú. Cuando Francisco Pizarro llegó al Imperio Inca, el más
poderoso de la América precolombina junto con el Azteca, quedó des-
lumbrado por el majestuoso estilo de vida de Atahualpa, emperador a
quien se suponía “Hijo del Sol”, y se llenó de codicia insaciable por
el oro de los incas, aprovechando la coyuntura de una guerra fratrici-
da que había entre Atahualpa y su hermano. Este episodio concluyó
con el hecho de que, aunque Atahualpa llenó, de piso a techo, una
habitación de todo el oro que pudo reunir, fue condenado a morir por
ahorcamiento. Sabemos que el refugio que los incas construyeron en
Machu-Pichu fue su último reducto, si bien los conquistadores tarda-
ron mucho en descubrirlo, por su fenomenal altitud, en plena cordi-
llera andina. A la postre, el pueblo indígena no tuvo más remedio que
resignarse a ser colonia de España, convirtiendo Lima, la capital, en
un lugar totalmente español, pintoresco, poblado por una cantidad de
razas, pues a lo escrito se sumó la llegada, también, de esclavos ne-
gros. Se dividió entonces la música en música negra y la netamente
criolla, de la cual ha llegado hasta nuestros días la dulzura del inimita-
ble vals peruano, bailado en ricos salones por las “Limeñas que tienen
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conmovido con su música las más altas cimas de las almas de aquel
siglo, sumándose a ellos los Clásicos Españoles, especialmente Albé-
niz y Granados, en México aparece, entre otros grandiosos músicos,
Ernesto Elorduy, de insigne cuna Zacatecana. Él se había formado
como Músico, Pianista y Compositor, en Europa, especialmente en
Francia, donde residió por varios años. A su regreso a México, co-
mienza a componer temas que llegan al fondo del alma, como “Alma
y Corazón”, a ritmo de Danza y apropiada para la brillante interpreta-
ción de algún Tenor, así como Gavotas, Obras inspiradas en Oriente,
pues había viajado hasta a Turquía; Rondós y Mazurcas llenan los
salones, emanados de la inspiración, bellísima, de Elorduy. Y, justo
es mencionarlo, el Romanticismo, pero convertido en verdadero Na-
cionalismo Mexicano, va a implantarlo, décadas después, otro insigne
Zacatecano: Manuel M. Ponce. Esta afirmación no es mía, sino del
ilustre discípulo de Ponce, el Maestro Carlos Vázquez, fallecido no ha
mucho, quien me honró con su amistad, y a quien le escuché la frase
de que Ponce “llevó a la China Poblana del brazo a Bellas Artes”.
Al final de este trabajo de fecunda recopilación, hablaré algo más
sobre Ponce. Cabe señalar, en el terreno del Bel Canto, que, mientras
en Europa ya había triunfado la Ópera, dentro de lo que se conoció
como “Género Grande”, en el Madrid, aquel escenario de modistillas y
“chulos” que inspiró el libro de “La Mala Vida en Madrid”, escrito por
el inolvidable Maestro, exiliado en México, Bernaldo de Quirós en co-
laboración con Fernández de Aguilaneda, nace el “Género Chico”, es
decir, la Zarzuela que se une a la Opereta, también de corte no tanto pe-
ninsular sino continental. Pues bien: el Teatro Principal, de tiempos de
Don Porfirio, con sus célebres “Tandas”, fue el reinado de la Zarzuela,
de la cual se llegó a escribir una totalmente Mexicana. ¿Quién podría
no recordar que ahí, con un diamante incrustado en un diente, se lució
María Conesa? ¿Acaso no tuvo ella qué ver con “La Banda del Auto-
móvil Gris”, que “aterrorizó” a la sociedad del “Novecento”, como
primer atisbo de delincuencia organizada? Y qué sorpresa saber que
una actriz tan querida como Doña Prudencia Griffel, “abuela de Mé-
xico”, junto con Sara García, formó parte, al lado de la Conesa, entre
otra más, del grupo de “Las Tres Gracias”. Pero, sintetizando este haz
de recuerdos que me hacen sonreír, invito al lector a poner su atención
en el énfasis que, sobre todo en ese tiempo, se puso sobre Europa. Y
conste que aquella etapa treintañera, fue toda una época inolvidable de
México. Al final de ella, cuando las voces de Don Francisco Indalecio
América Latina,
Madre nuestra, el viento que se va
No es el que vuelve……
América Latina,
Permíteme cantarle a tu belleza,
permíteme decirte que te amo
y déjame morir por tus tristezas.
América Latina,
Mezcl a de razas que surgió del mar,
Recuerdo de la Atlántida,
Sirena aguamarina al evocar.
América Latina,
Tierra de grandes civilizaciones;
Tus valles y tus selvas, con tus ríos,
Tiñeron mil colores en el orbe.
América Latina,
La artesana, labradora,
Henchida de mujeres siempre madres;
América Latina, de guerreros
Mil cumbres conquistadas con sus lanzas.
América Latina,
escogida por Dios
Para mezclar la sangre de una Europa
Que renace con nuestra sangre,
Mestizaje da.
América Latina,
La que en ídolos recrea el alma hacia los cielos;
América Latina,
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Introducción
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2 Cfr. OTONELLO Pier Paolo, “Le Nihilismer Européen”, Ed. Japard, Italia.
la vida, “las cosas son como son y no como deberían ser”, según reza
el adagio popular. Si Francisco José fue un claro ejemplo de Gober-
nante “a la antigua”, pero adusto, severo consigo mismo y cumplidor
de sus deberes por excelencia, lo que podríamos llamar “un hombre
sensato”, el hijo resultó ampliamente lo contrario. Desde la educación
extremadamente rígida impartida por un Preceptor a quien Sissi no
aprobaba, se dice que el muchacho quedo con muy marcados traumas
mentales. Para colmo, habiendo heredado el carácter romántico de su
madre, le concertan un matrimonio totalmente de su desagrado y sin
amor, con la Princesa Belga Estefanía, a quien se dice que él detes-
taba. Guapo, con los mejores pronósticos, convertido en un “Junior”
de la época, frecuenta mujeres de todas clases, conducta con la que
contrae una enfermedad, probablemente Sífilis, incurable en aquella
época, y que iba a desembocar en la demencia total cuando la llama-
da “Espiroqueta pálida” afectara su cerebro. Para colmo había con-
tagiado a su pobre esposa, quien ya no podría tener más hijos que la
Princesa que habían procreado. Algunas potencias extranjeras habían
tratado de aprovecharse de la labilidad emocional de Rodolfo para
imbuir en su cerebro atormentado la idea de que se rebelara contra su
padre y lo derrocara del Imperio, idea que se dice no aceptó. Es por
eso que ha quedado en el misterio qué fue lo que ocurrió realmente,
aquel 30 de enero de 1889, cuando, contando él con 31 años y, sin
embargo, siendo lo que se dice un hombre acabado, acude al coto
de caza de Mayerling, en compañía de una jovencita a quien había
seducido, de nombre Marie Vetsera, y llevan a cabo, al parecer, un
pacto suicida, por lo que se encuentran ambos cadáveres con un tiro
en la cabeza. Sin embargo, los Historiadores hablan mucho de que, en
realidad, no fue suicidio, sino un intento de Alemania para silenciar
la conspiración que habían tramado y que habría significado la guerra
entre Austria y Alemania. El hecho de que hubiera sido sepultado, a
la usanza Católica, cuando el sepelio era un privilegio negado a los
suicidas, es un argumento que se ha esgrimido mucho a favor de la
hipótesis del asesinato. Se habla, finalmente, de que Francisco José,
mirando lo que sucedía y la calamitosa situación que se auguraba al
Imperio en manos de Rodolfo, fue él mismo quien le mandó matar.
Pero nada se ha aclarado, salvo que, a partir de entonces, Sissi, que
sabía más de lo que creemos, se aleja cada vez más del Emperador
y extrema sus rarezas y la extraña conducta que había desarrollado
durante largos años precedentes.
los biógrafos,5 de saber realmente quién era y a dónde iba. Es por ello
que, en esta última etapa de su vida, se cubre con velos y abanicos el
rostro, antaño tan bello, pero que ha comenzado a marchitarse. Y es
que aquella mujer-niña, que era cuando el Emperador se enamoró de
ella, a falta de una identidad espiritual plenamente desarrollada, se
había refugiado en la mera identidad física, representando un perso-
naje pero sin ser plenamente persona. Su mundo comienza a desmo-
ronarse cuando esa belleza, que era “su” mundo, también comienza
a fenecer. Entonces, emprende una loca huída, pero ya no de Viena,
sino de sí misma. Se dice que vivía inmersa en rutinas de belleza
y, principalmente, de adelgazamiento que arruinaron su salud, pues
nunca más probó ni frutas ni verduras, sino que comía una mezcla de
carnes crudas y tomaba sangre de buey. Otros dicen que se alimentaba
a base de pescado hervido; y esto era para compensar su adicción a los
dulces, principalmente helados, y el consecuente peligro de engordar.
Con dolores reumáticos, tomaba baños de agua fría que el Médico
dela Corte desaconsejaba, y pasaba largas horas entre la gimnasia y
el senderismo. Es decir, no estaba quieta ni un minuto, en una especie
de hiperkinesia nerviosa, y, en cambio, daba caminatas hasta de 7
horas, que agitaban y dejaban en pánico a sus Damas y al personal de
seguridad. Era una huída, un escape doloroso en el fondo, de un “yo”,
totalmente atormentado. He aquí un resumen, en la prosa iluminada
de Ana María Moix: “Una verdad tan simple y sencilla como terrible:
que tanta espiritualidad, tanta inteligencia, tanta bondad, tanta belleza
no le sirvieron para nada ni a ella, ni a sus hijos, ni al emperador, ni a
los pobre por los que tanto se preocupaba, ni a los locos internados en
manicomios que visitaba y cuya horrenda visión le quitaba el sueño
por las noches, ni a los movimientos sociales y políticos revoluciona-
rios a los que apoyaba de palabra y aplaudía mentalmente, pero a los
que en nada concreto ayudaba, ni a los innumerables enamorados por
los que se dejaba querer pero no tocar, ni a los amigos a quienes sí, in-
dudablemente, quiso profundamente, pero sólo con la intensidad de la
desolación y de la melancolía”.6 Desde la muerte de su hijo, vistió de
luto, totalmente de negro con un quitasol blanco: parecía una gaviota!
Entró en la moda del Espiritismo, pues le aseguraban que, a través de
él, hablaría con su hijo. Y huía; huía siempre, por lo que, entre sus fre-
cuentes viajes, marchó como lo hacía cada año, a Ginebra, con miras
a embarcar ahí para ir a otra parte. Pero se ha dicho que la muerte, a
quien había visto tan de cerca, sin que llegara a tocarla, tenía ahí una
cita con Sissi y que ella así lo intuyó. En las cercanías del Hotel donde
se hospedaba, acechaba un inveterado anarquista Italiano, de nombre
Luigi Lucheni. Procedente de una clase humilde y de una madre que
fue empleada doméstica, Lucheni odiaba a la alta Burguesía y a la
Nobleza, considerando a esta última como una plaga de parásitos. Se
dice que planeaba la muerte del Duque de Orléans, aspirante al trono
Francés, quien, por esos días, encontrábase igualmente en Ginebra.
En eso, Sissi, acompañada solo por una de sus damas, venía caminan-
do por el muelle, a orillas del lago Lemann. La ocasión era demasiado
tentadora para un fanático como Lucheni, poseído del odio más enrai-
zado: De un salto, se lanza sobre la Emperatriz, fingiendo un choque
totalmente involuntario, cuando la verdad fue que, en el momento del
encontronazo, le clava, en la zona del corazón, un fino estilete que
afecta al pericardio. La Emperatriz apenas se da cuenta de lo que, en
verdad, le ha sucedido y sigue caminando e, incluso se embarca. Pero,
al comenzar a sentirse mal, una de sus Damas revela al Capitán de la
nave la identidad de la dama, quien, realmente, está agonizando, por
lo que este da la orden de retornar al sitio de embarque. Ahí, luego
de una hora de agonía casi indolora, tan solo con una mancha escar-
lata sobre el blanquísimo pecho, muere Isabel de Baviera. Por fin, ha
huído para siempre. Lucheni no sólo no niega el atentado, sino que
alardea del crimen, por lo que, de inmediato, es aprehendido y encar-
celado. Cabe señalar que, luego de 12 años de sufrir prisión, al saber
que, en realidad, dio muerte a una mujer que tanto había sufrido, él se
suicida en su celda. Respecto a Sissi, es trasladada a Viena, en donde
se le rinden los honores correspondientes, siendo finalmente sepultada
en la Cripta de los Habsburgo, con los Capuchinos. Se dice que Fran-
cisco José, mientras velaba su cuerpo, dijo, con profunda emoción:
“Fue el más bello adorno de mi trono y de mi vida”. Y aún, cuando él
se encontraba en su lecho de muerte, se ha escrito, también, que repe-
tía: “Nunca sabrá cuánto la he amado!” Ella fue, pues, una mujer vi-
sionaria para su tiempo, profundamente inconforme, tan amada como
atormentada y profundamente revolucionaria. Mas no llegó al trono
para gobernar, sino por algo que podríamos llamar un “accidente del
amor, por el amor.”
A este respecto, hay qué testimoniar que hacía ya tiempo que Austria
había perdido sus posesiones en Italia. Era la época en que los Italia-
nos se avocaban a la tarea unificadora, bajo la égida del memorable
Giuseppe Garibaldi “Il Libertatore”. Y, precisamente, Napoléon III de
Francia, de cuya vida y figura política me ocuparé más tarde, apoya
a los Saboya en contra de Austria. Así, luego de las famosas batallas
de Magenta y Solferino, donde hubo centenares de muertos, Austria
se siente amenazada por la garra fiera de Bismarck, “el Canciller de
Hierro”, quien ha de constituirse en un peligro también para Francia.
Pero Austria, quizá por el enclave que describí al principio de este
ensayo, luego de declararle la Guerra a Prusia y con Francisco José
como Comandante del ejército en la sangrienta batalla de Könisgrät,
se va quedando muy sola, y la defiende aún el hecho de haberse fu-
sionado con Hungría. El Emperador quizá no veía, aunque esto no
lo sabremos nunca, que aquel imperio, abigarrado por múltiples ra-
zas y religiones, por el que había dado la vida y gobernado 65 años,
casi tanto como el reinado de Victoria de Inglaterra, estaba llamado a
desaparecer y presentaba ya estertores de agonía, atacado por lo que
se ha llamado “Paneslavismo”, favorecido este último por la Iglesia
Ortodoxa. De hecho, dos grandes méritos del Emperador fueron tanto
el haber mantenido esa cohesión tan difícil, durante tantos años, como
el de haber sufrido tantos duelos, sin perder nunca la cordura. En
esta tesitura, afrontaba también el dolor de haberse quedado sin des-
cendencia directa para sucederle en el trono, teniendo qué pensar en
un sobrino, hijo de su hermano Carlos Luis, quien era el Archiduque
Francisco Fernando. Pero los nihilistas y anarquistas no descansan y,
en tierras de Bosnia, el Archiduque y su esposa sucumben en el lla-
mado “atentado de Sarajevo”, el cual, a través de intrincados tejidos
entre los hilos políticos internacionales, va a dar origen a la Primera
Guerra Mundial, también conocida en Europa como la Gran Guerra.
Así, en 1916, a dos años de haber comenzado la Guerra y plenamen-
te consciente de ella, Francisco José muere, confesado y comulga-
do, una mañana en la que, recién, había despachado asuntos. Con él,
termina la gran historia del esplendor de los Habsburgo. Le sucede,
por designación hecha desde 1914, su sobrino Carlos de Habsburgo,
casado desde 1911 con Zita de Borbón y Parma, Princesa muy distin-
guida y emparentada con ilustres Casas de Italia y España, quien se
convierte en sucesora de la mítica Sissi y será la última Emperatriz
de Austria-Hungría. Comienza a reinar con el nombre de Carlos I de
Austria y IV de Hungría en 1916, a la muerte de Francisco José, pero
dicho reinado solo dura dos años. En 1918, al final del conflicto ar-
mado, se destituye a los Habsburgo y Zita y su esposo deben afrontar
el exilio en Suiza. Se dice que, de la noche a la mañana , pasó, de
ser el hombre más rico del mundo, a la más tremenda pobreza, al
grado de tener qué trabajar como jardinero en el exilio. De ahí y de
vivir en una casa en que la falta de vidrios se suplía con periódicos,
pilló una pulmonía que le llevó a la muerte, en 1922. De él puede
decirse que fue tan Cristiano y su vida tan ejemplar, que una Liga de
personas solicitaron la apertura de la Causa de Beatificación, la cual
triunfó, por fin, en 2004. En cuanto a Zita, queda viuda con 8 hijos
y contando escasos 28 años de edad. Les dio asilo en una época su
pariente, El Rey Alfonso XIII de España, pero su exilio transcurrió,
más bien, en Suiza. Su labor como madre y educadora, fue encomia-
ble y, finalmente, luego de visitar una vez Austria, merced a gestiones
del Rey Juan Carlos I de España, fallece en Suiza, en 1989, a los 96
años de edad. Durante todo ese tiempo fue, al lado de su hijo Otto,
distinguida Representante de la Casa Real en el exilio. Y puede de-
cirse que, históricamente, es ahí donde concluye el último vestigio de
los Habsburgo como Casa Real reinante, aunque continúa como jefe
de dicha Casa su hijo Otto, quien, como todos los Habsburgo, tuvo
el sueño de la unificación de Europa, sobre todo, de los países Cris-
tianos. Trabajó arduamente por este ideal y, antes de morir, alcanzó
a ver la caída del Muro de Berlín. Respecto de Austria, me falta aun
señalar que, luego de la Primera Guerra, los países Eslavos de inde-
pendizan y, de 52 millones de gobernados y 30 lenguas en su territo-
rio, la cifra de habitantes se reduce a 7 millones. En fin, se convier-
te en un país pequeño e irrelevante, y aún falta otro cataclismo: ahí
nace Adolf Hitler, quien va a desatar la Segunda Guerra Mundial, con
sus paranoicas ideas acerca del predominio de Alemania y de la raza
Aria. Así, a pesar de que, quizá, pase inadvertido que, nuevamente, de
Austria parten los destinos del mundo, esta se vuelve dependiente
de Alemania, en 1938, en pleno auge del Nazismo.
los17.htm;
8 Íbidem.
Cfr., RECASÉNS Siches Luis, “Tratado General de Filosofía del Derecho”, Ed.
9
advertía a Napoleón III el peligro que, para los fines de este proyecto,
significaban Inglaterra y el Presidente del Perú, dispuesto, según él,
a sabotear cuanto se relacionara con Francia. No sé si por desgracia,
pero el Encargado francés muere en Guayaquil, justo cuando iba a
embarcar para Francia, por lo que el susodicho proyecto se hace lle-
gar, por medio de Aimé Fabre, al Canciller francés Antoine Edouard
Thouvenel. Pero es justo entonces, hacia 1862, cuando Napoleón co-
mienza a advertir la “rentabilidad” de ocuparse de México y, diplomá-
ticamente, responde con una negativa al Presidente del Ecuador.
En este momento, en el que se cruzan, por así decirlo, las historias
de México y Francia, resulta pertinente analizar, para los fines del pre-
sente ensayo, la situación que prevalecía en nuestra Patria.
Sabido resulta que las tensiones entre los dos Partidos políticos de la
época, conocidos como Liberales y Conservadores, habían traído a
México brincando de una guerra a otra. En tiempos de Juárez, con el
modelo republicano, se acababan de proclamar las Leyes de Reforma,
que quitaban a la Iglesia Católica sus posesiones y suprimían las órde-
nes religiosas, entre otros conflictos políticos y religiosos. Por otra
parte, el rampante poderío de los Estados Unidos, parecía dominar a
nuestro país, luego de que Antonio López de Santa Anna había vendi-
do el territorio de La Mesilla, que abarcaba la alta California, restando
a México una muy importante sección territorial y productiva, y escin-
diendo su cultura al convertir a parte de la población en lo que hoy
conocemos como “gabachos”. Sin embargo, Estados Unidos pareció
tener un hito, un importante momento de distracción y debilidad, al
verse sumido en su Guerra de Secesión, misma que le hizo quitar,
momentáneamente, su atención sobre América Latina y, especialmen-
te, México. Había ocurrido, también, un incidente que, a pesar de su
banalidad, fue aprovechado para desatar la llamada “Guerra de los
Pasteles”, y que se refería a que Francia reclamó por lo que se debía a
un humilde panadero. En realidad, México tenía, ¡como la tiene hasta
la fecha!, una deuda externa que era la cadena que más le ataba. Le
debía importantes sumas a Francia, Inglaterra y España; pero la oferta
de pago que formula Juárez, resulta satisfactoria para los dos últimos
países, quienes se retiran de la contienda, mas no para Francia, país
CARSO
12 FALTA NOTA
Justo Armas
que este pudiera ser procesado, razonado por una cabeza que no lo-
graría entenderlo jamás!! Mas, como ya escribí, el concepto de locura,
nudamente, no existe, sino síndromes. En el caso que nos ocupa, se
ha hablado, más bien, de una paranoia, por el matiz delirante conque
estalló. Pero hagamos un poco de historia. Carlota, como ya dije, fue
educada para gobernar. Quizá hubiera sido una magnífica Reina, si no
hubiera conocido a Max. Este necesitaba protectorado, y estimo que,
de su maternidad frustrada, hace de Max no el esposo, sino el hijo.
Pero este, un tanto díscolo, no se dejaba querer. Parece, según todas
las versiones, que nunca respondió en intensidad al amor avasallante
de ella. Por otra parte, ya glosamos lo que eran las Cortes europeas
y el ambiente en que ellos vivieron. Quizá, a Carlota le sucedía lo
mismo que a su concuña, Isabel de Baviera: no podían demostrar en
la Corte lo que sentían, su propio “yo”. Mientras que Sissi desfoga
sus sentimientos sin importarle el qué dirán y repite, con Shakespea-
re, que “los locos son las gentes más razonables,” Carlota se pliega a
los usos de la Corte, a la etiqueta, que les ataba como una cadena al
cuello. Mientras Sissi se difumina en viajes por el mundo, los cuales
le sirven para dar cauce a una vena poética que había tenido desde su
adolescencia. Cabe decir que sus poemas fueron publicados, por su
expresa voluntad, 60 años después de 1890, según el cálculo com-
prensi vo que ella realizó acerca de la nula capacidad de la sociedad de
su tiempo hacia el desarrollo de una Literatura femenina, la cual ella
situó en una época muy posterior.14 En tanto, Carlota se ve atada a un
destino inhóspito, pero de otro tipo. Mientras Sissi nunca tuvo qué go-
bernar ni qué regir, propiamente, Carlota se ve de cara con el Nuncio y
con los Conservadores mexicanos, porque, a decir de las crónicas, te-
nía más carácter que Max. En casi todos los sentidos, enfrenta sola su
destino, al grado de que los Historiadores han llegado a decir que las
frustraciones, especialmente la conyugal y la maternal, fueron las cau-
santes de sus desvaríos. Quizá, tuvo la visión suficiente para adelantar
el fatal desenlace del Imperio y por eso marchó a Europa. El factor
desencadenante lo constituyó la vivencia del rechazo y el abandono,
tanto del Papa como, y sobre todo, de Napoleón III. Primero recibió
la negativa de Eugenia de Montijo, porque no nos dice la Historia que
hubiera hablado directamente con Napoleón. Y luego, la del Papa. Por
Conclusiones
Bibliografía
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xico, 1971.
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RECASÉNS SICHES Luis, “Tratado General de Filosofía del Derecho”, Ed.
Porrúa, México, 1974 y reediciones.
NOTA: Como Autora del Ensayo cuyo análisis el lector acaba de con-
cluir, ofrezco disculpas por cualquier inexactitud histórica en que hu-
biera incurrido.
En el marco del