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“HABIA UNA VEZ...

” I

El recurso de la narración oral en la sesión de


Psicomotricidad

Mónica De Aretio

INTRODUCCION

En el transcurso de un Seminario a cargo del Prof . B.


Aucouturier, realizado durante Octubre del ’96, tomo
contacto con el empleo del cuento como otro recurso
terapéutico en la sesión de Psicomotricidad. Esta
experiencia se entrecruza con mi interés por la narración
oral iniciando un curso dictado por el Prof. Alberto Lucero en
marzo del ’97.
Este entrecruzamiento me anima a implementar dicho recurso
en mi trabajo clínico, y a comienzos del año en curso lo hago
extensivo al ámbito hospitalario con mi regreso al Hospital
de Clínicas(1); en un proyecto de investigación y
conceptualización, que continúa implementándose.

El presente trabajo cuenta con el aporte de todas estas


instancias.

(1) Regreso, reinserción después de ocho años, pues mi


ingreso al hospital fue en el año 1987 y se extendió
hasta1990.

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Orígenes

En plena época de la videosfera ( Debray 1997), de la


era de lo visual, resultaría anacrónica la narración oral. En
un tiempo en el que la imagen se remite al aquí -ahora, a la
inmediatez, al tiempo signado por la rapidez en la sucesión
de imágenes al extremo de los videoclips, pensar en “o tro
tiempo”, en “otro ritmo” también suena anacrónico.

La narración oral (que se centra en la tradición oral)


nos remite al “origen de los tiempos”, a una etapa muy
primitiva –la época de las hordas reunidas alrededor del
fuego contándose historias – leyendas – mitos que fueron
transmitiéndose de boca en boca. El origen del cuento se
presume data de la era paleolítica (más de 12.000 años de
antigüedad).

Teniendo en cuenta el predominio de lo visual en esta


época no es extraño encontrar en algunos niños (s obre todo
luego de los 5 años de edad ) r e accio nes de indif er encia,
rechazo, subestimación, y hasta de oposición en una primera
propuesta.
Pastoriza de Etchebarne puntualizaba en el año 1975: “De
ahí que, actualmente, los niños se muevan más en el mundo
de la imagen que en el mundo imaginario”(Pastoriza de
Etchebarne, 1975).

El cuento como tal está, comúnmente, asociado a una etapa


inf antil y a una actividad pasada de moda.

Quizás este trabajo colabore en la revalorización del cuento.

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EL CUENTO COMO RECURSO TERAPEUTICO

Se ha escrito intensamente sobre la función


psicoterapéutica del cuento, y sin exageraciones, podemos
considerar a Bettelheim su máximo exponente. Sus aportes,
producto de un estudio detallado sobre los efectos del
cuento en la vida psíquica del niño, destacan la poca
ingenuidad que poseen los cuentos de hadas o cuentos
maravillosos. Este autor despliega una y otra vez, a lo lar go
de su libro, los benef icios implícitos de los cuentos de hadas
en detrimento de los cuentos ligados a la vida real.

Al utilizar el cuento en un tratamiento psicomotor apareció


la necesidad de recortar sus benef icios revisando aquellos
más específ icos del quehacer psicomotor.
A partir de esta necesidad surgieron algunas palabras
claves:

Actitud postural - Imagen - Representación

Mi reflexión apuntará al desarrollo de la siguiente


hipótesis:

La narración oral f avorece la generación de imágenes,


situación f acilitada por el acceso a una actitud postural,
mental, atencional, proc eso estrechamente vinculado con la
posibilidad de pensar, de representarse.

Estas tres instancias se realimentan en forma


permanente.
Este encadenamiento ayuda también al proceso de
reorganización tónico -postural mediante el despliegue y
construcción de las actitudes.

La expresión Narración Oral nos remite al Terapeuta –


Narrador (T.N.), al Niño y al Cuento en cuestión. Dinámica
triangular siempre presente en toda narración y protagonista
del encadenamiento de los procesos mencionados.
Cuando hablo de Narración Oral me ref iero a la actividad
relacionada con el relato de un cuento sin apoyo del texto
escrito.

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La narración de un cuento desencadena una sucesión de
imágenes.

Las palabras utilizadas serán el sustento, el soporte que


enriquecerá esta producción de imágenes y la
correspondiente representación.

La palabra actúa en forma similar al estímulo sensorial. Al


existir la posibilidad de representación nos encontramos con
la imagen “imaginada” o mental despegada de su sustrato
sensoperceptual, y de esta manera la palabra que nombra al
objeto actúa como si fuera el objeto mismo. “La palabra
representa (es) la imagen” (Thenon 1971). En esta etapa la
imagen es evocada por la palabra. Abstracción pura.

Si bien recorto el efecto de la palabra, ésta a su vez estará


sostenida por una inf lexión, entonación o prosodia de la voz
y un gesto que acompañe y/o subraye lo relatado. Destaca
A. Lucero (1998) “...aquellas gestualidades e inf lexiones
f ácil me nte re cono cible s, de codif icable s, pe culiar es o per an en
la emoción aún más profundamente”. O sea que no será la
palabra desencarnada la que va a f avorecer la generación de
imágenes y producir u n efecto, sino aquella palabra hecha
cuerpo en el cuerpo del T.N.

Conviene recordar que en sus orígen es las imágenes


están plenamente impregnadas por el estímulo sensorial
correspondiente, y siempre parten de un movimiento. Si bien
cuando uno se ref iere a la imagen se entiende que es la
imagen visual, no debe descartarse la incidencia de las
imágenes provenientes de los otros sensorios para la
conf ormación f inal de cada imagen. Resume Thenon “...la
imagen se construye a partir de estímulos visuales,
auditivos, táctiles, gustativos y olf atorios”.

De esta f orma las palabras constituidas en imágenes


producirán un efecto sobre el cuerpo del niño.

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“EL CUENTO EN EL CUERPO”

En el momento de la narración el niño tiene imágenes


suscitadas por el relato y sostenidas por la relación con el
T.N.; él hace viva la historia a través de una acomoda ción
corporal permanente a cada secuencia del relato. Este
momento le permite explorar una vivencia de su cuerpo
“sujeto” a una activa producción mental mientras, está “en
quietud”. Quietud que no implica un estado de relajación si
no antes bien una “inmov ilidad llena de tensiones
musculares como es la de la bestia en acecho”. (Wallon
1987). El cambio tónico o el cambio postural observado no es
más que la expresión del desarrollo del relato, una
secuencia que suscita, por ejemplo, temor o enojo para
volver a la quietud una vez pasada esa secuencia.

Wallon describe sensaciones musculares tan vivas como la


imagen observada (imagen visual ,y podemos agregar, como
la imagen representada- f antaseada o evocada, a partir de
la palabra escuchada (imagen auditiva).

El relato se va haciendo “cuerpo” en el cuerpo del niño, a


través de la palabra. Palabra que genera imágenes,
imágenes que generan acciones. Estas acciones pued en ser:
acciones representadas o acciones actuadas, posteriormente,
en los juegos corporales, o en el momento mismo de la
narración. Acciones que, a su vez, volv erán a generar
imágenes, y así sucesivamente.

Palabra Imagen Acción

Esta “quietud”, observada en el niño, también puede ser


leída como la “conservación de una actitud”. Entendiéndose
por “actitud”: “...expresión (af ectiva) y acomodación
(perceptivomotora), puesta a punto del organismo y toma de
postura ante las situaciones. Prepara la actividad, le da una
dirección y le asegura una unidad, la coherencia y
continuidad de su desarrollo”. “...organiza tanto la
actividad motriz como la mental”. “Su debilitamiento produce

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la torpeza, el temblor, la distracción, la inconstancia y la
inestabilidad”. (Tran Thong1979)

Podríamos resumirla como “la preparación para el acto y


espera, es pre-movimiento y pre-percepción...”.(Wallon) “...es
una representación en potencia” . Y “...constituye el momento
inicial de cualquier actividad, mientras que la toma de
conciencia representa el momento f inal” (Tran Thong1979).

En el desarrollo postural, en el tono y sus f luctuaciones


está el origen de todas las actitudes.

A su vez Tran-Thong def ine a “la atención como la capacidad


para conservar la actitud...”.

En nuestro caso, nos referimos a la conformación de la


“Actitud Postural” que va a crear las condiciones para las
restantes actitudes (mentales, perceptivas, emocionales).

Af irma Wallon (en relación al objeto): “En algunos niños


la cautivación es tal que entran en un estado casi f usional
con el mismo” (Wallon 1987).Extendiendo esta cautivación al
relato es posible observar que cuando la misma se da, les
resulta f ácil conservar la posición elegida y mantenerse
expectantes todo el tiempo.

La inmovilidad cargada de tensiones (actitud postural),


evidencia la conformación de la actitud mental que
redundará en mayor riqueza de imágenes, mayor actividad
de representación, mayor actividad simbólica.

La producción de imágenes, la posibilidad del acceso a la


conformación de las actitudes y el proceso de representación
se van “alimentando” unos a otros sin poder precisar cuál
se da primero una vez iniciado el encadenamiento.

Actitud Postural Imagen Representación

En conclusión: es posible presuponer que la narración


oral colabora, a partir de aquello que suscita, en la
conformación de la actitud postural y en el mantenimiento de
la misma. Esta situación crea condiciones más propicias
para la organización tónica-postural, permitiéndole al niño
mejores condiciones para el desarrollo del movimiento.

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La conformación de la actitud postural organiza porque
prepara para:

 Atender
 Escuchar
 Observar
 Pensar
 Descubrir
 Moverse con mayor ef icac ia

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Algunos indicios observados durante la narración :

 Detención del movimiento (que deviene en una “actitud


postural).

 Elección de una posición y mantenimiento de la misma.

Las más f recuentes son sentado y decúbito dorsal. Debray


sostiene “la letra endereza, la imagen invita a tenderse”
(Debray 1997).

 Modif icacio nes tó n icas v is ible s, es pe cial me n te , e n e l


rostro y en las manos (expectación -sorpresa-temor etc.
aparecen “dibujadas” en la mímica f acial y en la
gestualidad de las manos).

 Emisiones sonoras (interjecciones, onomatopeyas,


palabras aisladas) que acompañan las diversas
expresiones f aciales.

 Atención sostenida todo el tiempo que dure el relato e


incrementada en el transcurso del mismo.

En los niños más inestables:

 Rechazo inicial.
Puede ser por: . lo desusado del acto de narrar

. por la implicancia verbal de la narración

. por la imposibilidad del mantenimiento


de una postura (conservación de
la actitud).

 Necesidad de “actuar” el cuento mientras lo escuchan. Por


ejemplo, actúan los pasos del lobo o la risa de la bruja.
Según Lucero (1998) sería: “Accionar la palabra”.

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 Fluctuaciones en la atención por:

. resultarles costosa la atención auditiva (en general


es un canal poco transitado).

. angustiarse ante lo escuchado

. no ser de interés la temática desarrollada

. -estar el T.N. “fuera” de lo qu e está narrando -


(Lucero 1998).

 Continuos cambios posturales o movimientos en alguna


parte del cuerpo, también en f unción de las vivencias ya
descriptas.

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OTROS BENEFICIOS POSIBLES DEL CUENTO

1. Colabora con el desarrollo de la capacidad para escuchar.

2. El momento de la narración se constituye en un espacio


transicional.

3. Colabora con el rol continente del terapeuta mediante su


“disponibilidad a la narración”.

4. Desencadena emociones adentrándose en la vida


fantasmática del niño.

5. Colabora en la organización temporal y del lenguaje


comprensivo-expresivo.

1. Colabora con el desarrollo de la capacidad para


escuchar

Este es, sin dudas, un nuevo desaf ío: el encuentro con lo


auditivo en detrimento de lo visual y de lo motor. Se trata de
un nuevo aprendizaje “disponerse y escuchar”; re -
encontrarse, descubrir y comenzar a transitar el “placer de
escuchar” “el placer de pensar” además del ya transitado
“placer de moverse”. (B. Aucouturier-Seminarios 1996/7).

A su vez, Pastoriza de Etchebarne destaca los efectos de


la narración en el af ianzamiento del niño “de la capacidad
de escuchar, antesala del pensar” (Pastoriza de Etchebarne
1975).

En el momento en que el niño acepta esta propuesta


comienza a participar activamente en la misma y la vive
como otra instancia más de su sesión.

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2. El momento de la narración se constituye en un
espacio transicional.

El espacio de la narración se convierte en un espacio


transicional, el cual Winnicott también def ine como: “...esa
zona de superposición entre el juego del niño y el de la otra
persona” (Winnicott 1982). Un espacio en el que no se juega
con el cuerpo en movimiento sino con el cuerpo en quietud.
Un espacio en el que se juega con las imágenes mentales en
movimiento. Un espacio en el que se juega con otra instancia
simbólica como es la representación. Un espacio con gran
actividad mental, con más pensamiento que acción.

Se trata de “...ofrecer un espacio transicional donde la


palabra y el gesto to man u n sentido...”. (Laff orgue 1990).

Aucouturier resalta: “El cuento activa el imaginario – genera


imágenes, emociones, sensaciones, “a distancia” porque el
niño no se mueve, no hay acción, hay representación. S e
trata de... pensar la acción” ( Aucouturier Seminario 1997)

La entrada a este espacio transicional también tiene su


rito. La frase con que comúnmente se inicia un cuento
“Había una vez...” sumerge al niño en un espacio de f icción
en el que la “lógica de la realidad” no existe y en el cual
todo es posible pues se despliega la “lógica de la f icción”
(Lucero 1997).

De la misma manera se ensayan diversas fórmulas


utilizadas como rituales de pasaje de la f icción a la
realidad, ahí el cuento ha f inalizado la magia también. La
fórmula de f inalización “...es un objeto transicional del
cuento, no pertenece para nada ni al cuento, ni al narrador,
ni al auditorio es una especie de ritual, de compromiso, una
especie de juego simbólico para concluir el pacto narrativo”.
(Laff orgue 1990)

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3. Colabora con el rol continente del terapeuta
mediante su “disponibilidad a la narración”.

El terapeuta que narra estará doblemente “disponible”.


Disponible para acompañar los juegos corporales y
disponible para narrar.

Podríamos decir que cubre dos f uncio nes Terapeuta y


Narrador, estando esta última al servicio de la primera.

En esta doble función el terapeuta “contiene” mediatizado


por el cuento, el cual por su “estructura morfológica... puede
tener una función estructurante y continente para el
psiquismo” (Lafforgue 1990).

El T.N se convierte en una “película sensible” (Lucero 1997).


El va captando la resonancia emocional de la narración en la
gestualidad y en las verbalizaciones del niño.

Y en función de esta resonancia, despertada en el niño y


también de la propia, el T.N. irá graduando su gestualidad,
el uso de las pausas, los silencios, la intencionalidad de su
voz, los matices de su mirada y su expresión f acial. Ambas
resonancias (la del T.N. y la del niño) se van realimentando
mutuamente.

El T.N. -mediante la palabra, como si la apoyara en el aire,


irá “dibujando” su cuento -. (Pastoriza de Etchebarne 1975).

El cuento se hace “cuerpo” en el cuerpo, en la palabra y en


la voz del T.N. El T.N. “se transforma en la historia”.
(Lucero 1997).

El niño construye una imagen viva y personal cargada


con toda la emoción surgida del mismo relato y del
encuentro Terapeuta- Narrador – Niño.
.
El T.N. ayuda mediante esta “ Disponibilidad a la
narración” a la entrada en este espacio transicional, espacio
de magia. Es así como existen “monstruos de siete cabezas y

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cinco brazos “o “el sapo puede matar a una vaca “o “el lobo
tragarse a un niño entero que luego le saldrá por la boca...”

Entre el T.N. y el niño se ha establecido un pacto en donde


todo vale, y en donde es lícito darle cabida a la libre
imaginación contenida por el mismo relato y el encuentro
entre ambos.

Es posible, una vez transitado este espacio de


narración, escuchar durante un juego de persecución
expresiones tales como “esto se parece a un s ueño”. La
entrada al espacio de la narración rememora una vivencia
similar a la de los sueños donde también todo es posible. Si
bie n e l cuento y e l sueño dif ie ren e n s u es tr uctur a.

Es f recuente que el niño reviva en quietud y a través de las


imágenes generadas por el cuento aquello que ha vivido
previamente en el juego corporal.
O si, en cambio, el cuento es relatado antes del juego
corporal, las imágenes desencadenadas incidirán sobre el
desarrollo del mismo.

4. Desencadena emociones adentrándose en la vida


fantasmática del niño.

Anzieu af irma: “los cuentos, leyendas,... alimentan y


hasta orientan la vida f antasmática de éstos (los niños)”.
“... para el niño el mito o el cuento, especies de f antasías
diurnas colectivas, sirven de modelo para elaborar su vida
fantasmática consciente (el subrayado es mío ), es decir sus
fantasías despiertos, de la misma manera que la palabra,
cuando ha sido adquirida, le sirve como modelo para
organizar sus f antasmas individuales inconscientes” .
(Anzieu 1978).
“El secreto de la f uerza de las imágenes es sin duda la
fuerza del inconsciente en nosotros...”. (Debray1997). Si
bien este autor se ref iere a las imágenes visuales, me
permito hacer extensiva esta af irmación a las imágenes
desencadenadas por el relato que, él señala, también
pueden: amenazar, provocar, salvaguardar, estimular o
desalentar.

El crisol de imágenes, así desencadenado, se va anclando en


la propia fantasmática del niño quien, sin dudas, se
emociona.
El f antasma toma cuerpo en la historia narrada y el niño se
pone en contacto con él a través de las imágenes y las

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palabras distanciándose corporalmente de l mismo, pues no
lo actúa sino que se lo imagina, se lo representa, lo piensa.
En el juego corporal, él es el f antasma, en la narración está
mediatizado por la palabra del T.N., y por sus propias
imágenes mentales.

Saber del plano fantasmático suscitado por la narración nos


hace cautelosos en la selección y armado de los relatos.

5. Colabora en la organización temporal y del lenguaje


comprensivo – expresivo.

La estructura lingüística de la narración, apoyada sobre


el lenguaje oral cotidiano, está cargada de emociones,
debido a que habrá un anclaje en las propias imágenes del
T.N. Dicha estructura al ser transmitida por un otro se
dif ere ncia s us tancial me n te de l te x to es cr ito , ya se a leí do
por el niño o leído por el T.N.
Son leng uaje s muy dif erente s.

A la narración oral le corresponde un lenguaje de


acción pura en donde casi no caben las descripciones ni el
uso excesivo de adjetivos, situació n opuesta en la narración
escrita. En ésta abundan las descripciones detalladas y lo
florido de un lenguaje rico en adjetivaciones.
Cuando en la narración oral se hace alguna breve
descripción, la misma estará al servicio de las acciones a
desarrollarse (la descripción de la canasta, del árbol con un
hueco dentro o de la ropa del héroe serán necesarias porque
cobrarán un valor importante en alguna secuencia del
cuento).

Al ser un lenguaje simplif icado, concretizado en una


sucesión de acciones se conviert e en un elemento potente en
la organización del lenguaje comprensivo - expresivo.

Si bien es cierto que los niños que se benef icien con esta
propuesta contarán con una atención básica para captar,
par a “entr ar ” e n lo or al pur o. Pues to q ue a dif ere ncia de l o
visual que permite una demora, una contemplación sin
límites de tiempo, lo oral puro se escucha y “pasa” y ya no
hay tiempo para volver a escucharlo.
Debido a esto resulta necesario, a veces, recurrir a la
repetición de una palabra o frase, a las pausas , a la

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lentitud en el relato, e inclusive a la repetición de partes
enteras del cuento. Repetición ésta última, en ocasiones,
requerida por los niños.

Frente a estas instancias de: riqueza de acciones,


frases sencillas, secuencias ordenadas, es f ácil para el niño
ir organizándose en un inicio – desarrollo – f in; en un antes
– después; en una consecuencia y en el mejor de los casos
hasta en una anticipación.

La organización temporal está implícita en el cuento, es


parte de la estructura del mismo. La viven cia de este
as pecto se ver á ampl iada e inte ns if icada s i e l cue nto es
narrado a modo de capítulos, sesión tras sesión (es notable
cómo los niños recuerdan la última secuencia narrada en un
espacio de siete días).
En el momento de la narración se transita un tiempo, un
ritmo en el cual caben las pausas, los silencios, en el cual
“hay tiempo” para imaginarse – para evocar imágenes
visuales, táctiles, auditivas, etc -; imaginación enriquecida
por la palabra, palabra encarnada en la voz y el cuerpo del
T.N.
La organización te mporal se reafir ma, una y otra vez, en las
secuencias ordenadas del relato.

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Quisiera agregar a esta ref lexión otros benef icios del
cuento, extraídos de la obra de Bettelheim (1975), de los
cuales hice una selección pues superan los veinte.
Estos benef icios, analizados por dicho autor, se basan en
los relatos de cuentos maravillosos (cuentos de hadas según
reza la traducción).

1) Aceptar el propio cuerpo.

2) Imaginar.

3) Enf rentarse con los conf lictos humanos básicos


(externalizar diversas situaciones conf lictivas en un
personaje) y aprender a luchar contra estas situaciones.

4) Ofrecer la resolución del conf licto o sea que alcanzará la


“victoria”, pero no sin esf uerzo.

5) Ordenar el caos interno.

6) Facilitar la comprensión de sí mismo.

7) Favorecer el desarrollo de las tres instancias psíquicas.

8) Colaborar en el proceso de integración interna.

9) Ayudar al desarrollo de la conf ianza en sí mismo.

10) Colaborar en el camino hacia la autonomía.

Nota: El presente trabajo ha recibido “Mención Especial”, en


el Primer Congreso Nacional sobre Educación Especial,
Psicomotricidad y Estimulación Temprana” (Córdoba 1998),
en representación del Área de Psicomotricidad del Servicio
de Psicopatología Inf anto-Juvenil del Hospital de Clínicas
“Gral. José de San Martín”.

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BIBLIOGRAFIA

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Biblioteca Nueva.

 Aucouturier, B. “Seminarios de Formación Profesional”


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 Thenon, J. (1971) “La imagen y el lenguaje” Bs.As. - Ed.


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 Tran-Thong (1979) La teoría de las actitudes de H. Wallon


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(Trad. Arruñada, M.) Bs.As. - Ed. Nueva Visión.

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