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Trabajo de Grado I
Evaluación
Por otro lado, Prud´homme (como se citó en Orlansky, 1998) afirmó que se ha considerado a la
descentralización [..] [como] el mecanismo apropiado para la reforma de la provisión de bienes
públicos […] y los programas focalizados en la reducción de la pobreza (p.836).
De manera análoga, diversos autores consideran que las políticas públicas de ordenamiento
territorial hacen parte de un modelo estatal de políticas de “Estado de Bienestar” (welfare state)
que persiguen la mejora de las condiciones de bienestar general y el mejoramiento de la calidad
de vida de la ciudadanía. Como lo indica Pinilla et. al. (2016) a partir de una mejor distribución
geográfica e institucional de los recursos públicos, se obtienen resultados sociales, a lo cual se
le denomina, eficiencia económica, la cual implica la consecución de un mejor Estado de
bienestar, lo que incluye un mayor desarrollo en términos económicos.
En consonancia, con los autores mencionados, Nader (2014) concibe la descentralización como
un medio para la óptima asignación de recursos, con la preocupación de controlar el gasto
público y compensarlo con la provisión de bienes y servicios básicos.
Esta transición a un modelo administrativo descentralizado fue producto de presiones políticas
por parte de organismos internacionales, como la Unión Europea que buscaban empoderar el
ámbito local y que los países desarrollaran estrategias que les permitieran poder y autonomía a
las autoridades locales, para el cual la autonomía local es “entendida en términos de las
relaciones entre las autoridades locales y el Estado o las autoridades superiores con las cuales
interactúan” (Consejo de Europa, 2007, como se citó en Pérez, 2015).
Del mismo modo, para Miranda (2018), con base en esta misma Carta, el ordenamiento del
territorio, es expresión espacial de las políticas económicas, sociales, culturales y ecológicas de
toda sociedad.
De esta forma, la nación transfirió a los municipios de un momento para otro todas las
competencias que por un siglo estuvieron concentradas en el Gobierno nacional, sin que
existieran planes de ajuste o un periodo de transición para que estos conocieran y se
prepararan para asumir las nuevas obligaciones, conforme a las modificaciones realizadas
dentro de la estructura del Estado. Adicionalmente, la ley no realizó ninguna diferenciación
entre los municipios en razón de su tamaño, número de habitantes, recursos, situación
geográfica o cualquier otro factor (Valencia y Karam, 2012, p. 187). Por lo cual, no se tuvo en
cuenta que el nivel de desarrollo y de modernización, las capacidades de gestión, técnicas,
económicas e institucionales de los municipios del país son disímiles.
Se pensó que a través de un enfoque top down (de arriba hacia abajo), se lograría resolver los
problemas estructurales, como, las necesidades básicas insatisfechas -NBI-, la prestación de
servicios públicos básicos de la población e incrementar la eficacia y eficiencia administrativa,
se les otorgó competencias a las entidades territoriales, mediante la creación de la figura de las
esquemas asociativos territoriales (EAT), en el ordenamiento jurídico, en el cual se hizo una
redistribución de competencias -claramente definido entre la Nación y las entidades territoriales-
y de recursos que inicialmente estaban en cabeza de numerosas instituciones nacionales
centrales y descentralizadas, es decir, se incrementó las competencias de las entidades
territoriales, específicamente las competencias administrativas.
Para Estivill (como se citó en Guadarrama, 2018) las asociaciones al margen del Estado y del
mercado, intenta cubrir las fallas y fracasos del mercado y del Estado, teniendo un papel
compensatorio, apoyándome en ello, puedo aseverar que incluso los esquemas asociativos
territoriales, intentan cubrir las fallas de los organismos estatales centrales y del mercado.
Además, la reforma constitucional inicial otorgo entre las entidades territoriales mecanismos de
coordinación, complementación y concurrencia, para el cumplimiento de sus fines de
asociación. De alguna manera, con esto se buscaba mitigar los problemas de coordinación
políticas contradictorias, buscando así que no se debilitasen las capacidades administrativas de
los entes territoriales.
A pesar de las reformas, los EAT no siempre han sido efectivos en su propósito de incrementar
la eficiencia y eficacia de la gestión pública, en su función reguladora, en la articulación de las
demandas ciudadanas, ni en cuanto a la provisión de bienes y servicios públicos.
Tercero, por otra parte, “muchos tipos de falla de mercado pueden inhibir la eficiencia
productiva del sector privado, las concentraciones de poder autoritario y/o burocrático en el
nivel local o provincial pueden impedir que la descentralización produzca un incremento en la
eficiencia y accountability del sector público” (Orlansky, 1998, p. 840).
En fin, las desiguales capacidades institucionales entre los municipios del país influyen en el
éxito de los esquemas asociativos territoriales, si tenemos en cuenta que mientras algunos
tienen consolidados en la agenda local determinados políticas públicas e incluso servicios
públicos y las modalidades de prestación de estos servicios, apenas en otros municipios este
tipo de políticas se encuentran en consolidación o estos temas no se encuentran en la agenda
pública, en palabras de Bernal (2013), en algunos municipios las políticas públicas de menor
complejidad pueden estar garantizadas en otros no ( p.51), Cabe aclarar que esta no es una
verdad última sino que será analizada y probada a lo largo de esta investigación.
Referencias bibliográficas:
Bernal, R. M., (2013). 20 años de autonomías municipales en Argentina. Un análisis de los
factores que han incidido en su desigual e incompleto desarrollo. Revista Gestión y
Política Pública. Provincia, julio-diciembre; 30: 3- 72.
Guadarrama, S., G. j. (2018). Las asociaciones y los bienes que generan. El debate conceptual
y metodológico. Espiral, Estudios sobre Estado y Sociedad, enero-Abril; XXV (71): 39-
70.
Pérez, S. (2015). Autonomía y poder político. Una batería de indicadores para su medición en el
nivel local. Revista Española de Ciencia Política. (España), 38, julio. pp. 163- 181.
Valenzuela, E., Pressaco, F., Cienfuegos, I., Penaglia, F. (2015). Pilares necesarios para una
descentralización autónoma sin cooptación del poder central: reflexiones para el proceso
descentralizador chileno. Revista Administración Pública (Rio de Janeiro), sept/oct, 49
(5): 1083- 1106.