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GUIA práctica sobre Pautas de Crianza

y Relaciones Familiares

Autora y compiladora
Patricia Lozano Méndez
Psicóloga

Revisión texto
Johon Heyver Gutiérrez Serna
Psicólogo

Coordinadora Programa de Salud Mental del Departamento de Risaralda


Patricia Pimienta Gallego
Psicóloga

Secretaria de Salud Departamental


Lina Beatriz Rendón
Odontóloga

Gobernador de Risaralda
Carlos Alberto Botero
Médico

Pereira, Risaralda 2015


OBJETIVO.

Brindar orientación y facilitar estrategias respecto a la crianza de los niños y


niñas con el fin de generar alternativas para un desarrollo saludable y así
propiciar un entorno adecuado, atendiendo a situaciones y conflictos que
puedan darse en el ambiente familiar.

INTRODUCCIÓN.

La socialización de la infancia se produce mediante las prácticas de crianza,


entendidas como la manera en que los padres (y en general la estructura
familiar) orientan el desarrollo de los niños y niñas y le transmiten un conjunto
de valores y normas que facilitan su incorporación al grupo social. Así las
prácticas de crianza son las acciones llevadas a cabo por los padres y
personas responsables del cuidado del niño/a para dar respuesta
cotidianamente a sus necesidades (Myers, 1994).

Henao, Ramírez & Ramírez (2007) plantean la importancia de la familia en la


socialización y desarrollo durante la infancia. La combinación de costumbres y
hábitos de crianza de los padres, la sensibilidad hacia las necesidades de su
hijo, la aceptación de su individualidad; el afecto que se expresa y los
mecanismos de control son la base para regular el comportamiento de sus
hijos, destacando la importancia de la comunicación en las pautas de crianza.

Existen diversos factores biopsicosociales relacionados con la salud mental de


los padres y cuidadores que generan estrés, depresión, agresividad u otras
alteraciones que a su vez afectan los estilos de crianza y las relaciones con los
hijos, por lo cual es importante identificar esos factores de riesgo y generar
factores protectores para la salud mental, tanto de los cuidadores como de los
niños, niñas y adolescentes en sus familias.

Oliva, Parra & Arranz (2008) proponen estilos parentales relacionales


asociados con el clima y caracterizados por el apoyo, el afecto, la
comunicación y la promoción de la autonomía desde una perspectiva más
multidimensional, no sólo de afecto y control en las pautas de crianza. Oliva,
Parra, Sánchez & López (2007) también estudian las relaciones entre estilos
parentales y ajuste del adolescente y destacan las relaciones con el desarrollo
de los hijos.

Se encuentran además otras características de los cuidadores o padres


relacionados con los estilos de crianza y las interacciones familiares. Así Pons-
Salvador, Cerezo & Bernabé (2005) identificaron factores asociados a los
cambios que afectan negativamente la parentalidad, como los antecedentes de
castigo en la madre, la baja satisfacción materna y la percepción negativa del
bebé entre otros, que se convierten en factores de riesgo para maltrato y
alteraciones emocionales.
El establecimiento de normas y límites en el contexto familiar supone uno de
los factores de protección más significativos para reducir la probabilidad de
aparición de conductas de riesgo, tanto en la infancia como en la adolescencia

El papel de los padres y cuidadores en este ámbito se centra en establecer y


aplicar unas normas claras, pertinentes y razonables. La gama de posibilidades
a la hora de inculcar esas normas a los/as hijos/as abarca desde la total
permisividad hasta un control absoluto. Entre un extremo y otro existe un
modelo que deja espacio para la libertad, y que supone educar a los hijos en la
capacidad para tomar decisiones y para actuar de forma responsable ante los
diferentes retos de la vida cotidiana.

El espacio de libertad en el que pueden moverse los hijos, está condicionado


por dos aspectos fundamentales:

• La edad: a medida que los hijos/as crecen madurativamente, el margen de


libertad ha de ser mayor.

• El comportamiento: Conforme los hijos/as se comporten de forma


responsable y tomen decisiones adecuadas es preciso ampliar el espacio
de libertad. Por el contrario, éste ha de restringirse cuando las decisiones
no sean las correctas o cuando el niño/a se muestre irresponsable.

Cuando los hijos son todavía pequeños, la indicación de las pautas ha de ser
directiva, porque en este periodo la moral es básicamente externa. Inicialmente
el niño cumple la norma, no porque la vea razonable, sino porque es impuesta.
Aprende que es algo que hay que hacer si quiere conseguir su objetivo
(alabanzas, sonrisas…) pero lo hace porque se lo mandan, no porque lo
considere conveniente. Sin embargo, es aconsejable comenzar desde edades
tempranas a explicar “el porqué” de cada norma, para que progresivamente
comprendan su significado social.

Al principio del aprendizaje de una conducta se debe reforzar positivamente de


manera constante y, a medida que se va consolidando el comportamiento,
disminuye la necesidad de premiar. Cuando los hijos aprenden a hacer cosas
que se consideran adecuadas dentro y fuera de la convivencia familiar, se les
debe hacer saber que actúan correctamente. Felicitar por conseguir objetivos
intermedios es muy importante para conseguir el comportamiento principal.

A medida que los hijos van creciendo se debe tratar de llegar a un acuerdo
sobre las normas, que satisfaga tanto a padres como a hijos, pero en el caso
de que no sea posible alcanzar un acuerdo, es fundamental señalar que
siempre prevalecerá el criterio adoptado por los padres.
I. CONCEPTUALIZACIÓN.

El Diccionario de la Lengua Española define FAMILIA como el "Grupo de


personas emparentadas entre sí que viven juntas”.

La Organización Mundial de la Salud señala que familia se refiere, "a los


miembros del hogar emparentados entre sí, hasta un grado determinado por
sangre, adopción y matrimonio”.

La Declaración Universal de los Derechos Humanos hace referencia a que la


familia es “el elemento natural, universal y fundamental de la sociedad, y tiene
derecho a la protección de la sociedad y del Estado”.

A través de la historia de la humanidad la familia ha estado condicionada e


influida por las leyes sociales y económicas, y los patrones culturales de cada
región, país y clase social. El modo de producción imperante en cada sociedad
condiciona la ubicación de la familia en la estructura de clase, en función de la
inserción en la organización del trabajo.

Los investigadores consideran a la familia un verdadero agente activo del


desarrollo social: célula en la que se crea y consolida la democracia, donde se
solucionan o acentúan las crisis sociales y donde la mayoría de los ciudadanos
y ciudadanas encuentran afecto y especialmente seguridad.

La familia es un elemento activo, nunca permanece estacionaria, pasa de una


forma inferior a otra superior, de igual manera que la sociedad evoluciona de
un estadio a otro. La familia es un producto del sistema social y refleja su
cultura. En las diferentes épocas históricas han existido diversas formas de
organización familiar:

• Familia consanguínea: Es la primera forma de unión entre hombres y mujeres.


No existía el matrimonio, la relación estaba basada en la necesidad sexual, por
lo que no constituían parejas. Se desconocen los padres, los hermanos y se
producen relaciones entre hermanos, padres e hijos.

Familia punalúa: Tiene lugar en la época del salvajismo. El matrimonio era por
grupos, las relaciones sexuales eran limitadas a los miembros de la tribu,
existía además un compañero íntimo.

• Familia sindiásmica: Existe una pareja, aunque débil que permite tanto al
hombre como a la mujer tener relaciones con otros miembros de la comunidad.

• Familia monogámica: Surge del matrimonio del mismo nombre en la época de


la civilización producto de la aparición de la propiedad privada y la necesidad
de conocer exactamente la paternidad con el fin de trasmitir los bienes de
herencia. 1

1
La familia. Una mirada desde la Psicología. Anay Marta Valladares González; Raúl Dorticós Torrado”.
Cienfuegos. Revista Electrónica de las Ciencias Médicas en Cienfuegos ISSN:1727-897X Medisur 2008;
La familia es la más antigua de las instituciones sociales humanas, es el grado
primario de vinculación. Es un sistema abierto, es decir un conjunto de
elementos ligados entre sí por reglas de comportamiento y por funciones
dinámicas en constante interacción interna y con el exterior.

Vínculos que definen una familia.

Vínculos de afinidad, derivados del establecimiento de un vínculo reconocido


socialmente, como el matrimonio (distintos tipos de matrimonio son
reconocidos socialmente en distintas sociedades).

Vínculos de consanguinidad, como la relación entre padres e hijos o los lazos


que se establecen entre los hermanos que descienden de un mismo padre.

El cambio de la estructura social tradicional cerrada, a una más abierta, en la


que predomina la apertura de los valores familiares, evidencia el aumento de
los divorcios, las separaciones, las uniones libres y las nuevas
reconfiguraciones familiares. Esto lleva a que no se pueda hablar de un tipo de
familia sino de múltiples tipologías con características particulares, algunas
son:

Familia Nuclear: Formada por padres e hijos/as; se considera así al subsistema


social que consta de dos adultos de sexo diferente y que ejercen el papel de
padres de uno o más hijos propios o adoptados. Es una unidad económica que
la sociedad y la cultura reconocen.

Familia Extendida o extensa: formada por parientes cuyas relaciones no son


únicamente padres o hijos/as. Puede incluir abuelos/as, tíos/as, primos/as y
otros parientes consanguíneos. es aquella constituida por una agrupación
numerosa de miembros, caracterizada por tres generaciones en adelante.
Además de padres e hijos, incluye abuelos, tíos y primos, y comparten vivienda
y economía. Este tipo de familia puede albergar a sus miembros en épocas de
crisis, tales como reciente madresolterismo, separaciones conyugales o
abandono.

Familia simultánea: conformada por parejas que tuvieron uniones que


concluyeron en ruptura (divorcio, abandono o muerte). A este tipo de familia el
cónyuge aporta hijos de uniones anteriores, las funciones económicas se
expanden y se reparte la autoridad. A esta familia también se le denomina
recompuesta, reconstituida de nupcialidad reincidente y superpuesta.

Familia Compleja: incluye parientes consanguíneos y allegados no


consanguíneos.

Familia singularizada: se trata de una pareja heterosexual que ha tomado la


decisión de no tener hijos. Es una familia netamente urbana.

Familia fraterna: es la constituída por un grupo de hermanos solos, luego del


fallecimiento o abandono de padres o cuidadores.
Familia comunitaria: se constituye cuando en una vivienda se agrupan
personas sin vínculo de consanguinidad o afinidad y se distribuyen gastos y
roles. Comparten instalaciones, recursos, experiencias y aportan una
mensualidad. Otras formas de llamarla pueden ser: familia cooperativa, familia
colectiva.

Familia Monoparental: Sólo hay un padre o madre e hijos/as.

Familia Monoparental Extendida: Un progenitor, hijos/as y otros parientes


consanguíneos.

Familia Monoparental Compleja: Hay un progenitor , hijos y personas allegadas


no consanguíneas.

Familia Unipersonal: Es una familia formada por un solo componente.

Familia Homoparentales: hijos que viven con una pareja del mismo sexo.

Familia Ensamblada: compuesta por agregados de dos o más familias.

Familia de Hecho: Pareja sin enlace legal.

Otros teóricos definen el concepto de FAMILIA así:

Se entiende por familia, un grupo humano unido por lazos de consanguinidad o


sin ellos, que reunidos en lo que se considera su hogar, se intercambia afecto,
valores y se otorga mutua protección (Dulanto, 2000).

Familia es un conjunto de personas consanguíneas o no, que cohabitan bajo


un mismo espacio, y en donde existe una unión e interacción afectiva entre
ellos regidas por determinadas normas jerárquicas (Moles, 1997).

También se define la familia como la unión de personas que comparten un


proyecto vital de existencia en común que se supone duradero, en el que se
generan fuertes sentimientos de pertenencia ha dicho grupo, en el cual existe
un compromiso personal entre sus miembros y se establecen intensas
relaciones de intimidad, reciprocidad y dependencia.

Subsistemas familiares.
Considerada como sistema, la familia relaciona a sus integrantes de una forma
continua y complementaria, a manera de circuitos de retroalimentación, ‘Feed
back’, de tal forma que el comportamiento de cada uno de sus miembros es
determinado y determinante del comportamiento de los otros.

Se pueden distinguir los siguientes subsistemas:

Subsistema conyugal: se conforma por la relación de conyugalidad o de


pareja, realizada por los acoplamientos conductuales que se dan entre un
hombre y una mujer en el campo afectivo, sexual y social, entre otros, con
miras a conformar una organización estable.
Subsistema parental: se constituye y se inicia con el nacimiento del primer
hijo, luego con los demás, y se termina solamente con la desaparición o muerte
de estos.
La relación básica está dada entre padres e hijos y tiene como función
primordial el cuidado de los últimos. Por medio de dicha relación se facilita el
desarrollo integral de los hijos y su socialización.

Subsistema fraterno: está dado por la relación entre los hermanos, quienes
pueden ser de edades similares o llevarse algunos o bastantes años. Por
medio de este subsistema se amplía el mundo social del niño y le facilita
aprender a relacionarse con otras personas cuando salga de su ámbito familiar.
“Estas relaciones o acoplamientos, por lo general, son simétricas (entre
iguales). Cuando existen diferencias marcadas se pueden constituir en
relaciones complementarias”2.

Funciones de la Familia.
Desde que nacemos, la familia se constituye como el principal grupo de apoyo
y de sostenimiento. Se comienza con la conducta de apego, nada más nacer, y
se termina con la posibilidad que nos brinda la familia de acceder a los
recursos que nos ofrece la sociedad. En razón a lo anterior se puede decir que
el grupo familiar cumple una serie de funciones con respecto a sus hijos/as,
que serían las siguientes:

 Asegurar su supervivencia, su crecimiento y su socialización en las


conductas básicas de comunicación, diálogo y simbolización.
 Aportar a sus hijos/as un clima de afecto y apoyo sin los cuales el
desarrollo psicológico sano no sería posible.

 Aportar a los hijos, hijas la estimulación necesaria para relacionarse de


una forma competente con su entorno físico y social, así como la
capacidad para responder a las demandas y exigencias planteadas por
su adaptación al mundo que les toca vivir.
 Tomar decisiones con respecto a la apertura hacia otros contextos
educativos que compartirán con la familia la tarea de educación del
niño/a.
El papel fundamental de la familia es entonces una estructura de acogida, de
reconocimiento desde el recién nacido, de cómo la madre se comporte con él
será importante para su desarrollo posterior (Martínez, 2000). En ella
encuentran los hijos/as las «condiciones ambientales» imprescindibles para el
aprendizaje de los valores: el clima moral, de seguridad y confianza, de diálogo
y responsabilidad que haga posible, desde la experiencia, la apropiación del
valor. No se contemplan otros enfoques de carácter cognitivo en la educación
familiar. Se parte de la necesidad de hacer de la experiencia en el ámbito
familiar la situación privilegiada e insustituible para el aprendizaje de los valores
morales. La familia educa más por lo que «hace» que por lo que «dice »3.

2
Cadavid de G. Irene, Oquendo, Asceneth. “La familia Humana”. Op. Cit., p 65
3
Familia y transmisión de valores. Ortega Ruiz, Pedro y Minguez Vallejos, Ramón. Ediciones Universidad
de Salamanca, 2009 España.
Mirando al interior de las familias, encontramos que en todas ellas hay siempre
unas funciones que cumplir y aunque varíe la forma cómo se cumplan, en
esencia éstas siempre conllevan al mismo fin.

El cumplimiento adecuado de estas funciones ayuda para que las familias sean
funcionales y tengan un positivo desenvolvimiento.4

Función biológica: es la primera de las funciones de la familia y se encamina


a que ésta crezca y mantenga la especie, por medio de la reproducción y la
crianza de los hijos y el suministro de elementos biológicos, recursos
materiales indispensables para la subsistencia y la satisfacción de necesidades
fisiológicas que garanticen el desarrollo adecuado de cada miembro del grupo
familiar.

Función socializadora: la familia es la encargada de transmitir valores,


actitudes éticas, modelos de comportamientos, establecer límites, normas y
estrategias de sobrevivencia.
Mediante esta función socializadora se prepara a los hijos para el ingreso al
mundo macrosocial y a vivir de acuerdo con las pautas establecidas por la
familia y la sociedad.
Dicho proceso de socialización es continuado luego por la escuela.
En la socialización se abarcan el pleno desarrollo humano en todos los
aspectos: cognitivo, afectivo, lenguaje y valores, los cuales influyen en las
relaciones intra y extrafamiliares.

Función económica: está encaminada a favorecer la subsistencia de los


miembros de la familia, a partir de la provisión de los recursos materiales
requeridos para la satisfacción de las necesidades básicas.

Función afectiva: por medio del afecto, en la familia se proporciona a cada


uno de sus miembros seguridad, apoyo, comprensión, lo cual da las bases para
una adecuada conformación de la personalidad, afianzando la autoestima y el
respeto por el otro.
Las funciones de la familia son de carácter universal, al igual que las cinco
áreas en que se desenvuelve el grupo familiar, para hacer más asertivo el
desempeño de tales funciones.

Estas cinco áreas son: social, económico-laboral, de la casa o doméstica, de


los hijos y sexual. Dentro de cada área deben tenerse en cuenta los siguientes
aspectos que ayudan a un mejor funcionamiento de las familias. Sin embargo
es importante resaltar que dentro de cada una de las áreas expuestas deben
propiciarse consensos y negociaciones, dependiendo de la etapa del ciclo vital
que atraviese la familia.

Área social: deben atenderse los siguientes aspectos:


• La relación con las familias de origen, tener unos límites claros con ellas.
• La relación con las amistades de él y ella (pareja).
• Las relaciones de amistad de los hijos.
4
Rodríguez A. Jhon Fredy. “Colección Padres eficaces”. Medellín UPB. 1997. P 5
• Las relaciones de los nuevos vecinos y nuevos círculos de amistades.
• Las diversiones y el manejo del horario para éstas.
• La ubicación de la nueva residencia y todas aquellas interacciones que se
presenten con otros grupos de personas o instituciones diferentes al grupo
familiar.

Área económico-laboral: se deben tener presentes asuntos como:


• La aceptación de los oficios que se vayan a desempeñar.
• Determinar quiénes pueden trabajar.
• El presupuesto que se va a manejar.
• Los gastos y a quién le corresponde la ejecución del presupuesto.
• El uso de los salarios cuando ambos laboran (pareja).
• Los horarios y/o jornada laboral.
• Aportes y/o sustento de las familias de origen.
• Pagos de colegio, transporte, médicos, etc.

Área de la casa o doméstica: se define todo lo concerniente a cómo se


desenvuelve y concreta el sostenimiento de la casa y lo doméstico, desde la
dotación de la vivienda, hasta la asignación de oficios (lavar, planchar, cocinar,
guardar ropas, jornadas de aseo y arreglo de la casa, mercar, pagar servicios,
etc.).

Área de los hijos: es importante la constante comunicación entre los padres,


ya que necesitan estar muy pendientes de poder cumplir asertivamente tanto la
función socializadora como la afectiva, por ello es importante tener presente:
• El desempeño de los roles como figuras parentales.
• Y quién, y en qué momento, se va a encargar de situaciones como bañar,
alimentar, cuidar, jugar, apoyar en las tareas, asistir a los colegios, actividades
recreativas, otorgar los permisos, autorizar las salidas, sancionar y definir
normas y horarios.

Área sexual: es importante no sólo en el manejo de la sexualidad de la pareja,


sino también, en la forma cómo se impartirá a los hijos esta educación, por ello
es esencial que se dialogue acerca de:
• Los mitos y las creencias que tiene cada uno en la pareja.
• El número de hijos que desean tener.
• La intimidad de la pareja.
• El manejo de la genitalidad frente a la sexualidad.

El adecuado desenvolvimiento en estas áreas conlleva a que las familias sean


más funcionales, es decir, capaces de ajustarse sin mayores traumatismos a
las nuevas situaciones que se le presentan. Cuando no se logra esto, las
familias tienden a volverse disfuncionales, tienen grandes dificultades para
adaptarse y presentan conflictos.
Ciclo vital familiar.
El tema del ciclo vital de la familia refiere el significado de la familia como un
grupo dinámico y flexible en constante transformación. Esto implica desarrollar
la capacidad para adaptarse a las diversas situaciones que corresponde vivir y
enfrentar, debido a las influencias que vienen del medio externo y a los
cambios que se producen en su interior, que a su vez llevan a la familia a
realizar modificaciones en su estructura de relaciones.

El ciclo vital familiar es el proceso de crecimiento y desarrollo que vive la familia


al pasar por diferentes etapas, debido a las distintas situaciones que se
presenten y que exigen de ella unas modificaciones en sus relaciones y en sus
tareas3. Las siguientes son las etapas del ciclo vital familiar:

Etapa 1. El noviazgo.

Desde aquí se comienzan a estructurar el desarrollo de las etapas siguientes.


Sus objetivos están encaminados a establecer mecanismos adecuados que
posibiliten el entendimiento en la pareja a partir de las expectativas reales y
fortalecer el amor. En esta etapa es conveniente tener presente:

En el área social:
• Identificación de valores, creencias y costumbres afines.
• Definición del rito o contrato (forma de la unión).
• Concertar las diferencias.

En el área económico-laboral:
• Conocimiento mutuo del origen de sus ingresos y lugares donde laboran.

Etapa 2. Adaptación y ajuste al matrimonio.

Esta etapa se inicia desde el momento en que el hombre y la mujer se unen


con miras a conformar una familia. Se caracteriza porque la pareja vive un
proceso de negociación y acuerdos que le permiten ajustarse a su nueva vida y
que además posibilita acordar nuevas maneras de relacionarse con sus
familias de origen y con otros campos.

En este período, la relación de dos personas tienen tres componentes: yo, tú y


nosotros. Teniendo en cuenta estos tres componentes se toman las decisiones,
se trabajan los conflictos y, en general, se establece la comunicación.

Es una etapa de mucha tensión por todos los cambios en el estilo de vida y
porque se evitan las discusiones o los disgustos generados por los
desacuerdos, dado que se está haciendo una conjunción de los gustos, las
expectativas y las costumbres de las familias de origen hasta lograr que la
nueva familia tenga su propia identidad. En esta etapa es conveniente tener
presente:

En el área social:
• Definir límites de familias de origen.
• Determinar relaciones con nuevos vecinos.
• En la pareja es necesario establecer horarios, salidas y diversiones.

En el área económico-laboral:
• Organizar un presupuesto de ingresos y egresos.
• Repartir responsabilidades económicas (pagos de vivienda, servicios, etc.)
• Dialogar sobre el tipo de trabajo que cada uno desempeña y la apreciación
que cada uno tiene de éste.

En el área de la casa:
• Dialogar sobre todo lo relacionado con la dotación y el lugar de vivienda.
• Llegar a acuerdos en lo relacionado con las tareas y los oficios de la casa
(quién hace qué).

En el área de los hijos:


• Definir cuando llega el primer hijo.
• Prepararse biológicamente y psicológicamente para la gestación.

En el área sexual:
• Disfrute de la sexualidad respetando valores y costumbres.
• Definir métodos de planificación.

Etapa 3. Llegada del primer hijo/a.


Con la llegada del primer hijo/a la nueva familia está sujeta a una gran variedad
de cambios, lo cual hace necesario reajustar ciertos patrones tanto de la
conducta con relación a la pareja como al nuevo ser. Muchos de los acuerdos
definidos en la etapa anterior deben revaluarse y, a la vez, comienzan a
hacerse reales las expectativas que se tienen para este momento. Por tanto, es
necesario tener en cuenta:

En el área social:
• Establecer límites claros con las familias de origen (abuelos, tíos) para que
permitan que la nueva familia se asuma como tal.

En el área económico-laboral:
• Garantizar espacios suficientes para la crianza y cuidado del hijo, teniendo en
cuenta el aspecto laboral.
• Dialogar sobre la continuidad, o no, de la madre en su trabajo.
• Dialogar sobre los ajustes económicos que plantea la nueva situación.

En el área de la casa:
• Acordar el espacio del nuevo hijo.
• Asignar entre los padres el desempeño de tareas y oficios de la crianza.

En el área de los hijos:


• Asumir responsablemente la gestación.
• Participar del nacimiento.
• Identificar tareas en el cuidado, tanto para el padre como para la madre.

En el área sexual:
• Que la pareja acuerde los espacios que permitan la intimidad.
• Dialogar sobre los cambios que se presentan al madurar la pareja cada vez
más en el área sexual.

Etapa 4. La escolaridad.
En esta etapa es importante resaltar el proceso de enseñanza formal que se
inicia en el hijo al ingresar a la institución educativa, permitiéndose la
transmisión de creencias, costumbres y conductas culturales por intermedio de
los adultos en especial padres y maestros.

Los cambios en la familia son generados por las perturbaciones de un sistema


extrafamiliar (la escuela o el colegio). En respuesta, la familia tiene que entrar a
negociar y llegar a acuerdos en las áreas del funcionamiento familiar en
distintos campos:

En el área social:
• Identificar la institución donde va a estudiar el hijo.
• Favorecer la relación del hijo con otros niños y familiares.
• Establecer normas claras en el juego, la relación con los amigos y los
permisos otorgados.

En el área económico – laboral:


• Cubrir demandas de la escolaridad: pensiones, uniformes, cuadernos,
lonchera, seguro, transporte, entre otros.

En el área de la casa:
• Acondicionar los espacios adecuados para el estudio.
• Acordar horarios de estudio.
• Asignar algunas tareas y responsabilidades en la casa.

En el área de los hijos:


• Definir en pareja todo lo relacionado con la educación.
• Participar ambos padres en la tarea educadora turnándose de acuerdo con
sus posibilidades para el acompañamiento en las tareas escolares.
• Orientar y apoyar al hijo.
• Mantener una buena comunicación con la institución educativa.

En el área sexual:
• Lograr espacios de intimidad en la pareja.
• Tener en cuenta su papel formativo y preventivo para el/la hijo/a en la
sexualidad.
• Acordar cómo debe manejarse el ejercicio de la autoridad

Etapa 5. La adolescencia
Es una etapa trascendental en la vida de la persona, porque se pasa de ser un
niño para paulatinamente convertirse en un adulto joven. Es el momento en el
cual la mente se llena de dudas por los múltiples cambios que atraviesa a nivel
físico, psíquico, sexual, social y espiritual.
Tales dudas, en la mayoría de las veces, están acompañadas de falta de
información, de desatención por parte de la familia o de tabúes que pertenecen
a gran parte de la sociedad.

Se trata de un momento clave para que la familia aproveche y conozca más su


sistema, y continúe su proceso de crecimiento. El adolescente cuestiona la
autoridad, necesita afirmar su personalidad, rechaza las normas y se rebela
contra ellas más que contra sus padres.

Dificultades más comunes del adolescente:


• Comunicación
• Cambios emocionales bruscos.
• Sobreprotección.
• Manejo de autoridad.
• Expulsión.
• Rebeldía.
• Alcoholismo y drogadicción.
• Familia rígida.
• Aspecto físico.

Por lo general, este período coincide con la mitad del matrimonio, dado que los
padres están en la mitad de su ciclo evolutivo (edad adulta, algunos ya más
avanzados en la madurez).

Para las familias, la adolescencia puede ser fuertemente desestabilizadora,


pues conlleva a una separación cada vez mayor del hijo del seno familiar, quien
participa cada vez más en los ambientes extrafamiliares. En ocasiones, esto
incide para que se cuestionen costumbres, valores, normas y reglas aprendidas
e introyectadas en el hogar.

Para solucionar las crisis producidas por las perturbaciones antes anunciadas,
los padres deben llegar a acuerdos. Por tanto, en esta etapa es conveniente
tener presente:

En el área social:
• Los padres deben ampliar el rango de los permisos, manejo de dineros,
salidas y amigos.
• Concertar y dialogar con los hijos las normas a seguir.

En el área económico-laboral:
• Cubrir las demandas de estudio de bachillerato y educación superior.
• Propiciar en el hijo el manejo responsable de dineros.
• Dialogar sobre las eventuales actividades que los hijos puedan desarrollar y
que generen ingresos.

En el área de la casa:
• Redistribuir tareas.
• Hacerlos partícipes gradualmente de algunas responsabilidades.
• Respetar los espacios y objetos personales.
En el área de los hijos:
• Favorecer una comunicación constante para establecer una relación más
amigable

Hacer claridad en por qué la autoridad no es la misma para los hijos en la etapa
escolar que para los adolescentes.

En el área sexual:
• Reforzar el proceso de orientación de los hijos entorno a la sexualidad.
• Dialogar sobre su intimidad en pareja, analizando cómo los cambios son
signos de madurez y no de desamor.

Etapa 6. Salida de los hijos del hogar.

Se caracteriza como una etapa que coincide con la del noviazgo. En la familia
los hijos mayores ya han establecido sus relaciones y comienzan a vivir su
propio ciclo vital, en la mayoría de las ocasiones, porque deciden formalizar su
relación, porque inician su vida laboral o sus estudios superiores fuera de la
cuidad.

Otro rasgo es que la relación dada con sus padres es de adulto a adulto. Al
quedar solos los padres, estos deben reestructurar su relación de pareja,
haciendo ajustes, adaptaciones y desarrollando intereses que les permitan vivir
más plenamente este reencuentro en su ciclo vital familiar.

“La familia debe tener presente que la salida de los hijos es un proceso
inevitable, gradual e individual”.

En la medida que la familia haya logrado superar positivamente las etapas


anteriores, estarán en capacidad para enfrentar y superar esta nueva etapa y
continuar adelante. En esta etapa es conveniente tener en cuenta:

En el área social:
• Establecer unos claros acuerdos en las relaciones con yernos, nueras, nietos
y familias políticas.

En el área económico-laboral:
• Renegociar el manejo del presupuesto.
• Prever que la jubilación se avecina y crear las estrategias para garantizar
estabilidad económica.

En el área de la casa:
• Tener presente que en ocasiones es conveniente el cambio de casa por una
más pequeña y adecuada.
• Si se va a convivir con hijos se deben renegociar espacios y límites.
• Llegar a nuevos acuerdos sobre los quehaceres y responsabilidades en el
hogar.

En el área de los hijos:


• Establecer con los hijos una relación adulto-adulto respetándose su
independencia.
• Definir unos límites claros con las nuevas familias de sus hijos.

En el área sexual:
• Dialogar en pareja cuáles son en este momento de la vida sus expectativas
frente al tema.
• Buscar disfrutar en pareja de las actividades afines, pueden ser conciertos,
lecturas, paseos, artes, entre otros.

Etapa 7. Nido vacío, vejez, jubilación y muerte.

Cuando una pareja logra liberar a sus hijos de manera que estén menos
involucrados con ella, suelen alcanzar un período de relativa armonía y pueden
llegar hasta la jubilación del esposo.

Algunas veces, sin embargo, el retiro de éste de la vida activa puede complicar
la situación, pues se hallan frente a frente las veinticuatro horas del día. Con el
tiempo, por supuesto, uno de los cónyuges muere y el otro queda solo y
buscando la manera de involucrarse en la familia.

En esta etapa la familia se ve en el difícil problema de cuidar a las personas


mayores. Muchos optan por enviarlos a hogares geriátricos porque sus casas
no tienen espacio o porque no hay quién los cuide. Este es un punto crítico de
difícil manejo.

Otra característica muy común en esta etapa, es que se supone que el nido
(hogar) queda vacío. Pero la tendencia de las familias a ser sobreprotectoras
hace que los hijos cuando se casen no digan adiós, sino hasta luego. Por eso
no es raro que se presenten familias de abuelos ayudando en la crianza de los
nietos y aún conviviendo con sus hijos separados. Esto hace parecer que la
tarea nunca se acaba. Por tanto, es conveniente tener presente:

En el área social:
• Buscar una estabilidad que permita un retiro digno del campo laboral en
materia de vivienda, salud y economía.
• Establecer un nuevo círculo de amigos y nuevas actividades.

En el área económico-laboral:
• Ser previsivos en todo lo relacionado con gastos.
• Buscar desempeñarse en los oficios de mayor agrado.

En el área de los hijos:


• Cuando se les visita, disfrutar de su compañía.
• Permitirles que vivan su propia vida.
• Contar con su apoyo y asesoría.

En el área sexual:
• Disfrutar en pareja de gustos y aficiones.
El ciclo vital es un proceso natural por el cual todo ser humano atraviesa. Al
pensar en el camino que se espera recorrer, debe existir una preparación e
incluir en el ‘equipaje’ implementos como: amor, comprensión, comunicación,
diálogo, empatía, tolerancia y paciencia, entre otros.

Crisis de la familia.

La familia es flexible y dinámica, con capacidad de transformación: “al llegar a


cada etapa del ciclo vital se genera estrés y angustia, las cuales originan crisis
o momentos de tensión que generalmente llevan al cambio; de aquí que sea
importante estudiar el concepto de crisis como un período de vulnerabilidad y
aumento de tensión, que hace pasar a los procesos de un estado de equilibrio
a otro cualitativamente diferente”5.

La familia se fundamenta, primero que todo, en una buena relación de pareja,


ya que es a partir de ella que se origina y finaliza. Por eso es necesario que
esta etapa siempre esté en análisis, pues de su fortaleza se beneficiarán más
las otras etapas y las crisis de ajuste, en cada momento, serán más fáciles de
resolver.

Es importante no olvidar que las crisis son oportunidades y que dependen del
manejo que se les dé que se alcanza a transformarlas en algo positivo. Cuando
se presenta una crisis debe darse una mirada al interior, tanto de las áreas de
funcionamiento familiar, como de la etapa por la cual se atraviesa. De esta
manera se podrá ser más asertivo en el manejo que debe darse a la situación.

Hay que recordar que no basta solamente con saber cuáles son la áreas de
funcionamiento familiar y cuáles las etapas por las que se va a atravesar, hay
que mantenerse atentos y asumir una actitud preventiva, de modo que cuando
se presenten las crisis se puedan sortear de la mejor manera y a tiempo.

Cuando no se resuelve adecuadamente una crisis se acumula con otras y


pueden surgir en otro momento o etapa en donde su manejo va a ser mucho
más difícil.

Crisis normativas.

Las crisis que se esperan sucedan en la familia al pasar por las diferentes
etapas son llamadas normativas, vitales o de desarrollo. Se dan
obligatoriamente y que no se presenten puede ser tan estresante como su
ocurrencia.

La familia debe adaptarse a las etapas de cada uno de sus miembros y a la de


ella como tal. Si hay dificultades en este proceso se pueden presentar síntomas
o llamadas de atención de que algo está funcionando mal en el sistema, de que
éste no está cumpliendo sus funciones. Es entonces cuando puede llegar la
reacomodación del sistema de una forma disfuncional o que la familia consulte
en busca de ayuda.
5
VASQUEZ, Alberto. “La Familia en crisis y las crisis de la familia”. Brasil, 1986. En Documento: Segundo
encuentro de terapia familiar. Medellín, 1987.
Crisis de desajuste.

Otros eventos que pueden originar problemas en la familia y que se presentan


intempestivamente, se constituyen en las llamadas crisis de desajuste, las
cuales por su forma de presentación alteran el sistema familiar. Entre éstas
tenemos: el desempleo del padre o jefe del hogar; un accidente invalidando a
un miembro de la familia o una muerte violenta de uno de éstos; la separación
de la pareja; y el embarazo en un o una adolescente.

Una crisis vital o normativa puede convertirse en crisis de desajuste, si la


respuesta y las tareas que se espera cumpla la familia no corresponden al
momento que ella está atravesando.

Pautas de crianza.
La crianza es un proceso secuencial que los padres inician desde su formación
como hijos en sus propias familias. Es un proceso aparentemente natural, por
lo que se cree que por el hecho de hacerse padres desde lo biológico se está
preparado para afrontar con éxito el ejercicio de la paternidad. Pero, los
avances tecnológicos y los rápidos cambios sociales dificultan el desarrollo de
este proceso en forma armónica y natural, por lo cual es necesario que los
padres se preparen para desarrollar eficazmente su tarea.

Las pautas de crianza no son recetas que están proporcionalmente


establecidas; son acuerdos que conciertan los padres que preparan y planean
la llegada de sus hijos, con quienes se comprometen con responsabilidad a
acompañar y a generar espacios que potencien el desarrollo humano de sus
hijos6.
Las pautas de crianza son aprendidas por los padres de sus propios padres y
son transmitidas de generación en generación, algunas veces sin
modificaciones. Este proceso que se inicia durante la socialización del niño en
el núcleo familiar, social y cultural, lo asimilan por medio del juego de roles, con
el que se apropian de las pautas con las que sus padres los orientan, las
asumen e incorporan, para más tarde, al ser padres, implementarlas con sus
hijos.
Es así como se pueden transferir comportamientos que se creen adecuados,
porque a los padres les fueron efectivos, pero es necesario tener en cuenta que
cada hijo es único y como tal va a responder a la crianza que se le ofrece.
Además, las influencias externas y las demandas del contexto son diferentes
para cada grupo familiar.

Si se tiene en cuenta que la pareja de padres está conformada por dos


personas que vienen de grupos familiares diferentes, se puede entender la
necesidad de llegar a acuerdos, que partan de la negociación y que faciliten a
los padres el establecimiento de los lineamientos con los que acompañarán a
los hijos durante su desarrollo. De hecho, desde sus hogares han recibido
orientaciones diversas, con vivencias y modelos de padres también diferentes,
a pesar de que compartan ambientes socioculturales similares.

6
María Eugenia Villegas Peña. Facultad de Medicina, Universidad de Antioquia
En la crianza de los hijos contribuyen los elementos que como hijos los padres
recogieron en sus propias familias; es de esperar que padres que poseen una
autoestima adecuada ofrezcan el ambiente que igualmente la propicie en sus
hijos, y los que carecen de ella les restarán posibilidades, sin con esto querer
decir que no lo puedan lograr, pues con esfuerzo y compromiso se puede
conseguir lo que con ellos no se logró.

El proceso de crianza justifica un trabajo en equipo, en el que los padres, como


una unidad, elaboren los guiones de crianza y éstos sean fruto de la reflexión y
del crecimiento de ellos como padres, para que con responsabilidad, firmeza,
afectividad e inteligencia acompañen a sus hijos durante su desarrollo.

En el proceso de crianza es necesario el apoyo, que no sólo es tarea de los


padres entre sí, sino que también es significativo el que reciben de otros
sistemas del entorno en el que se desarrollan.
Las familias que cuentan con redes de apoyo fuertes generan más
posibilidades en el proceso de crianza de sus hijos.
El apoyo de los padres debe ser incondicional y si entre ellos hay diferencias,
éstas se deben discutir en espacios en los que los hijos no participen. Es
importante el respeto del uno por el otro ante los hijos. El desautorizar o criticar
al otro ante el hijo no le quita valor en la relación padre-hijo, pero, sí debilita el
necesario trabajo en equipo de los padres.

Solís-Camara et al. (2007) definieron la CRIANZA como las actitudes y


comportamientos de los padres y también realizaron investigaciones para
establecer los factores que afectan la participación de los padres, identificando
el bienestar subjetivo, las actitudes y las expectativas sobre el desarrollo del
niño/a.
Los cambios en la familia, en las interacciones y en las pautas de crianza
pueden afectar los estilos parentales y el desarrollo socioafectivo en la infancia.

Cabrera, Guevara & Barrera (2006) expresan que la red familiar se reorganiza
y las relaciones se redefinen permanentemente; en las interacciones negativas
en la familia pueden crearse desajustes psicológicos en los hijos, lo cual de
penderá del grado de satisfacción que se tenga por ser padre. De igual
manera, los conflictos que enfrentan los padres diariamente y el estrés
experimentado, debido a funciones relacionadas con la crianza, pueden influir
sobre las características de los hijos y su ajuste emocional.

En relación con antecedentes o características psiquiátricas de los padres,


Oates (1997) citado en Ezpeleta (2005) realizó investigaciones con hijos de
pacientes psiquiátricos asociados a problemas conyugales, estrés, problemas
psicosociales y encontró que aumentan el riesgo de abuso, maltrato o rechazo
hacia los hijos. También Gracia, Lila & Musitu (2005) hallaron relación entre el
rechazo parental percibido por el hijo y el ajuste psicológico y social en relación
con el afecto, la hostilidad, la indiferencia o el rechazo percibido de los padres y
la relación con comportamientos internalizados como la ansiedad, la depresión,
el aislamiento social, la autoestima negativa y los problemas somáticos, y con
comportamientos externalizantes como la agresividad y la conducta disocial.
La crianza está afectada por las relaciones agresivas, la deprivación afectiva y
otras problemáticas de la familia, tal como lo encontró en sus resultados de
investigación Bradly (2000) citado en Ezpeleta (2005), quien plantea que la
falta de afecto, el afecto negativo o la desaprobación a toda acción o
comportamiento de los padres, se relaciona con problemas externalizantes y
con baja autoestima en niños y, además, la vinculación insegura con los
cuidadores como un factor de mayor vulnerabilidad para la psicopatología
infantil.
Ezpeleta (2005) también realiza reflexiones sobre las psicopatologías de los
padres y los trastornos emocionales, entre otros, como factores de riesgo de
problemas comportamentales y emociona-les en la infancia.

A partir de la enunciación de los factores de riesgo para problemas del


desarrollo socioafectivo en la infancia y las conductas parentales inadecuadas,
es necesario identificar los cambios que se presentan y las problemáticas
familiares asociadas a trastornos emocionales para orientar la prevención y la
intervención oportuna. Los problemas emocionales de los padres, como: la
depresión, influyen en los niños, niñas y adolescentes, generándoles modelos
inadecuados o prácticas negativas para su desarrollo.

Entre las problemáticas emocionales de los padres, madres o cuidadores que


influyen en las relaciones con los hijos, hijas y en los estilos de crianza está el
estrés, como se evidencia en las investigaciones de Vera, Grubits & Rodríguez
(2007), en lo que se refiere al estrés de la madre en las pautas de crianza de
niños, niñas de uno a cinco años y la estimulación, y en el que se encuentra
que a mayor manejo del estrés hay mayor estimulación del desarrollo de los
niños y niñas. También Deater-Deckard (2004) plantea que las alteraciones en
la conducta parental resultante del estrés, se relacionan con problemas
emocionales y cognitivos en el desarrollo durante la infancia; además, los
problemas de comportamiento de los niños también alteran el comportamiento
parental estableciéndose una relación bidireccional.

Algunos estudios como los de Schwebel, Brezausek, Ramey & Ramey (2004)
coinciden en que los niños temperamentalmente difíciles necesitan una mayor
cantidad de tiempo y de recursos para alcanzar un adecuado desarrollo social.
También Ato, Galián & Huéscar (2007) analizaron las relaciones entre estilos
de crianza, temperamento y ajuste socioemocional en la infancia y proponen
los modelos interactivos que los estilos de crianza influyen diferencialmente en
el ajuste en función del temperamento de los niños y niñas.
Además, es importante tener en cuenta otras variables como la etapa evolutiva,
el género del niño, los recursos económicos, las características de la
personalidad de los padres, entre otros.

Con respecto a estilos de crianza autoritarios Mulsow (2008) propone que la


familia es un agente que afecta los aspectos socioemocionales al ofrecer
modelos que sean compatibles con la realidad vital, y da oportunidades para
desarrollarse emocionalmente. Los estilos autoritarios y castigadores generan
un desarrollo emocional disfuncional y deficitario en estrategias y competencias
emocionales para la adaptación en distintos contextos a lo largo de la vida.
Según Rodríguez (2007) la familia es el primer contexto para la transmisión de
las normas, valores y modelos de comportamiento, es la familia la que socializa
al niño permitiéndole interiorizar los elementos básicos de la cultura y
desarrollar las bases de su personalidad; cada familia asume las pautas de
crianza dependiendo de sus características, dinámica y factores contextuales,
así como los recursos y apoyos, entre otros.

Por último, Berk (2004) destaca la importancia de la familia en el proceso de


socialización y aprendizaje de los niños a lo largo de su desarrollo y de su vida
escolar; en consecuencia, los padres facilitan el desarrollo de competencias
sociales.

Familia, habilidades sociales y conducta prosocial.


La familia y las pautas de crianza adecuadas facilitan el desarrollo de
habilidades sociales y de conductas prosociales en la infancia, por lo cual es
importante brindar sensibilización y orientación.
Mestre et al. (1999) destacan que el tipo de normas que una familia establece,
los recursos y procedimientos que utilizan para hacer cumplir dichas normas,
junto con el grado de afectividad, comunicación y apoyo entre padres e hijos,
son fundamentales para el crecimiento personal, la interiorización de valores,
las habilidades sociales y la toma de decisiones para resolver conflictos.
Con respecto a la autoestima Alonso & Roman (2005) estudiaron la relación de
diferentes estilos parentales y la autoestima en familias con hijos de tres a
cinco años, encontrando que a mayor grado de autoestima en los niños
corresponde un mayor grado de autoestima valorado por los padres.
Los padres utilizan diferentes estrategias educativas en función del tipo de
conflicto y de la situación en la que se encuentren sus hijos, de esta forma, son
más estrictos en las transgresiones de normas y mucho más permisivos y
tolerantes en los conflictos internos y externos.
La formación de la autoestima infantil es el producto de la relación de vida en
familia y la manera personal en que se da la relación entre padres e hijos. Y
ésta se aprende entre otras formas a través de cómo se demuestra afecto y se
permite demostrarlo, cómo se participa en el juego, cuánto y con qué
intensidad se escucha y valora lo que se siente y lo que se piensa y se nos
permite manifestarnos como personas tal cual somos ante quienes nos educan.

Un segundo elemento que refuerza la autoestima infantil creada en el hogar o


que puede disminuirla es la experiencia de vida en la institución escolar, a
través de la relación maestro alumno y la aceptación de los pares en el proceso
de socialización escolar que fundamentalmente se logra en el trabajo
académico en equipo, el recreo compartido y la valoración en deporte u otras
electivas.
Pero qué decir de la competencia por las calificaciones, qué decir de cómo
afectan los apodos permitidos por los maestros y la descalificación de figuras
de autoridad en la escuela frente a los demás.
Finalmente, daña el que se compare, que se coloque como modelo de los
demás o se exija parecerse al hermano, pariente o condiscípulo escogido por
los mayores como ejemplo a seguir. Muchos padres no son conscientes como
lastiman la autoestima de sus hijos por acción o por omisión de interacción.

En razón a lo anterior se sugieren los siguientes pasos para fomentar la


autoestima en niños, niñas y adolescentes7.

1. Desarrollar un sentido de la seguridad en los hijos o alumnos


Los niños/as y adolescentes necesitan límites claros y bien definidos, sin ellos
no pueden crecer, porque no están capacitados para ejercer un libre albedrío;
necesitan de disciplina y normatividad que se aplique de manera consistente,
oportuna, con justicia y otorgarla de manera adecuada, con afecto y respeto.

Los/as hijos/as como alumnos/as necesitan saber que se espera de ellos/as y


esto debe ser informado con: firmeza, justicia, franqueza y cariño.

La seguridad se adquiere a través de recibir mucho amor. La tarea más


importante de padres y educadores es amar e interesarse por los/las hijos/as y
alumnos/as, es de esta manera y no de otra que se adquiere un sentido de
pertenencia, se reconoce el apoyo y se adquiere la seguridad.

2. Desarrollar una identidad o concepto propios.


Para lograr esto es necesario aplicar disciplina constructiva y desarrollar el
sentido de pertenencia a la vez que promover el encuentro con una identidad.
Ofrecer disciplina constructiva implica dar directivas claras en lenguaje positivo,
por ejemplo, “haz esto” en vez de “no hagas aquello”.

7
Enrique Dulanto Gutiérrez. La Autoestima, México, 2000
Si un niño/a considera que tiene un potencial en un área en particular, tratará
de desarrollar su habilidad en ese campo. No impida que su hijo/a o su
alumno/a renuncie a su objetivo, si no está de acuerdo con ello dele
alternativas, vigílelo, dele apoyo y canalice el interés del niño/a o joven hacia
alternativas positivas, pero no lo reprima.
Acreciente la personalidad de hijos/as y alumnos/as singularizando,
personalizando el trato con ellos, porque cada cual es único y diferente,
otorgue tiempo “particular” a cada uno de los/as hijos/as y de alumnos/as
aquellos que sienta que están más necesitados de apoyo y comprensión. Trate
al hijo/a como si fuera el hijo de su mejor amigo y trate de la misma manera a
los/as alumnos/as. Enséñeles lo que es ser único y ayúdele a que desarrolle
sus intereses.

3. Desarrollar un sentido de pertenencia.


Los padres necesitan enseñar la tradición familiar en forma positiva y de la
misma manera un profesor en la escuela, necesita reforzar la conveniencia de
un funcionamiento grupal adecuado. En ambos casos niños/as y jóvenes
reconocerán en el grupo familiar o escolar un grupo de apoyo. Es necesario
establecer en la familia y también en el grupo escolar una retroalimentación
positiva y dedicarle tiempo. Pase tanto tiempo como le sea posible con los
hijos/as, juegue con ellos, hábleles, comparta de manera adecuada su
existencia con ellos.
Con los alumnos interésese por su desarrollo humano y aquellos problemas
que espontáneamente le confíen.

4. Desarrolle un sentido de propósito.


Dirija la energía del niño/a y del adolescente. Ellos necesitan saber y encontrar
respuestas varias (según su ciclo vital) tales como: ¿Quién soy yo?, ¿Me amas
y te importo?, ¿Qué puedo hacer?, ¿Cómo puedo superar este problema? Los
logros que niños y adolescentes obtengan serán aquellos de acuerdo a las
expectativas elevadas y un alto nivel de apoyo y sobre todo si se sabe
comunicarlo. Lo sentido como emociones, vivencias y sentimientos, deben
después de integrase (pasar por el tamiz de la racionalización, es decir,
reflexionar sobre el porqué de mis sentimientos, emociones y vivencias) ser
manifestado.

5. Enseñe a sus hijos la diferencia entre el bien y el mal.


Los niños/as, adolescentes y jóvenes, necesitan que se les enseñen los valores
y modales básicos para sentirse adecuados en la sociedad. Insista en que
traten a los demás con amabilidad, respeto y honestidad. Actúe de manera
respetuosa con sus hijos/as y ofrezca disculpas cuando cometa errores.
Si usted enseña a sus hijos un trato respetuoso, sabrán tratarlo a usted y a los
demás con respeto. Ofrezca siempre guías y sea breve al hacerlo y considere
el ciclo de vida en que viven. No los sermonee. Y sobre todo, no obligue a sus
hijos o alumnos adolescentes y yo diría a cualquier edad a compartir sus
conceptos y opiniones.

6. Desarrolle un sentido de poder o confianza personal.


Aliente a los niños para que gradualmente se fijen metas en sus diferentes
etapas de vida, se enteren de cuáles son sus opciones y aprendan a evaluar
sus actuaciones. Permita que gradualmente tenga mayor libertad y tomen
control paulatino sobre sus vidas. Esto último sólo es posible si usted agrega
un ingrediente indispensable a la buena educación: responsabilidad.
Cuando se enseña a caminar hacia la meta y se está próximo a lograrla, el
espíritu del caminante educado se llena de júbilo, pero se inquieta y de
inmediato reconoce que detrás, o adelante, cerca o un poco más distante a la
meta alcanzada hay ya otra(as) por lo cual apetece seguir caminado midiendo
su esfuerzo hasta encontrarlas y hacerlas suyas. El caminante adiestrado sabe
descansar.

7. Ofrezca mucho amor a sus hijos.


La tarea más importante que usted tiene es amar y realmente interesarse por
sus hijos y por sus alumnos. Esto les proporciona una sensación de seguridad,
pertenencia y apoyo y les ayuda a comprender mejor y soportar los problemas
cuando se les presenten. Este seguro de que su mensaje de afecto ha sido
recibido, entendido, valorado, comprendido y espere con calma y tiempo la
respuesta.

8. Escúchelos.
Esto significa dedicarles su atención completa cuando establecen dialogo; por
muy difícil que sea para el mundo de los adultos, es importante para lograr esto
que en todo dialogo o discusión los adultos pongan en segundo o tercer
término sus creencias, opiniones, conceptos y sentimientos, de manera tal que
deje un gran espacio mental para tratar de entender y comprender el punto de
vista de sus hijos y alumnos. Cuando no esté de acuerdo manifiéstelo, pero
afirme el afecto que siente y tienen por ellos a pesar de no compartir sus
opiniones, actitudes y actuaciones.

9. Promueva la independencia.
Permita gradualmente que los niños y adolescentes gocen de mayor libertar y
control sobre sus vidas. Vigile y haga comentarios favorables y brinde apoyo
cuando estos intentan hacer algo que les permite generar autoconfianza y
crecer; de la misma manera, sugiera y si es necesario opine y ayúdelos a
corregir cuando los intentos de independencia les hacen ir por caminos
equivocados. Recuerde si durante la infancia los padres llenan al igual que los
maestros una gran parte del escenario existencial durante la adolescencia se
invierten los papeles, los estrellas son los adolescentes y padres y docentes
sabios permanecen en un segundo lugar, pero lo suficientemente cercanos
para que puedan ser de utilidad a los adolescentes cuando lo necesiten.
Sea realista. Este dispuesto a reconocer sus errores, porque como humanos
padres y docentes los cometemos.
Este consciente de que las influencias externas, como la presión de los
compañeros aumentarán conforme vayan madurando niños/as y adolescentes.
No espere que las cosas vayan siempre bien o idealice sus propuestas y
propósitos. La educación de los hijos y alumnos nunca ha sido fácil. Tiene sus
penas y sufrimientos, pero también tienen recompensas y alegrías

Está demostrado que el verdadero aprendizaje se da cuando la relación de


confianza y respeto es un hecho entre profesores y alumnos, es cálida,
responsable, abierta, directiva y promotora, se trata de hacer sentir a los niños
a lo largo de todas las diferentes etapas de la infancia, como capaces de
realizar las tareas que se les imponen con los haberes humanos que tienen,
mismos que son fomentados desde el hogar por los padres. Sin embargo, los
profesores deben además aceptar la responsabilidad de que una de sus
obligaciones es la de descubrir los talentos o si se prefiere las capacidades y
habilidades de sus alumnos para fomentarlas.

Durante la etapa infantil y hasta cierta etapa durante la adolescencia para


obtener autoestima y tratar de conservarla se hace hasta lo indecible por
mantener una relación adecuada con los mayores, sean estos los padres, los
profesores, y las autoridades. Esta se da a través de una relación de respeto,
de cordialidad y en ocasiones hasta con la intención de una sana amistad.

Muchos niños/as y adolescentes en esta larga etapa para sentirse aceptados,


no molestados o bien tolerados se adhieren o aceptan coercitivamente o
pasivamente principios, conceptos y opiniones sobre diferentes temas y formas
de actuar que les imponen contra su voluntad aquellos que son figura de
autoridad.
En cuanto a los primeros (principios, ideas, conceptos o valores) en realidad la
mayoría ni siquiera los entienden bien, pero el adherirse a ellos significa
complacer a quienes los emiten como concepto y opinión, si estas en este
caso, debes aprender a razonar, y analizar lo que no entiendes, tanto como lo
que entiendes y además pedir al adulto que te da esa información o conceptos
que te los explique bien para poder aceptarlos.
En cuanto a lo segundo (autoridad) pese a no estar de acuerdo con las ordenes
o el sistema de autoridad se pliegan a él para evitar reprimendas, castigos o
calificativos con los que se les devalúa por manifestarse en oposición.
Obedecer a la autoridad aun no estando de acuerdo con ella demuestra
inteligencia, pues llevar la contra o desobedecer me traerá castigo y mayor
humillación.

Siempre se debe razonar antes de cumplir una orden, así esta no me guste, si
la razono, al menos entiendo en medida y porque lo hago.
Durante la infancia y la adolescencia también se hacen enormes esfuerzos por
mantener relaciones equilibradas con los compañeros escolares y aún de
trabajo, especialmente con aquellos que se ostentan como lideres apoyados o
no por otros adultos pero que tratan de someter a los demás a sus caprichos y
necedades, de esto son conscientes muchos profesores y autoridades
escolares, pero aun siendo conscientes de los posibles daños que algunos
alumnos que ejercen poder causan sobre otros, no intervienen impidiéndolo por
las ganancias secundarias que muchas veces estas pandillas o sujetos
agresores les proporcionan con sus actitudes.

Todos conocemos a este tipo de vándalos infantiles y juveniles que han


causado mucho daño a sus compañeros ante la complacencia y conocimiento
de causa de las autoridades escolares.

La complacencia de niños y adolescentes tempranos para con sus compañeros


más que una forma de halago o necesidad sentida es en mi opinión un rito de
defensa y autoprotección, especialmente cuando sienten que tomar otra actitud
puede llevarles a sufrir violencia de diversos tipos y enfrentamientos en los que
de antemano se saben perdedores, pues conocen que cuentan únicamente con
un reducido número de compañeros que los apoyan en su causa.

De una manera practica desde el inicio de la escuela hasta los 14 o 15 años de


edad para mantener la autoestima en el hogar o en la escuela la mayoría sabe
que su bienestar social y el ser respetado dependen más que nada del manejo
complaciente y equilibrado con este círculo de relaciones siempre cambiante,
que en ocasiones es tensa (familia, escuela y compañeros). Los alumnos de
esta etapa previa a la adolescencia tienen o no ya formada un concepto de la
autoestima a diferentes niveles proveniente de lo que se ha manifestado acerca
de ellos por los padres y otros adultos y en particular los profesores y la
competencia escolar.

Finalmente la etapa escolar infantil y la de parte de la adolescencia pueden


bajar la autoestima a través de los desfavorables efectos que las etiquetas que
los adultos o compañeros han impuesto. Para muchos estas etiquetas son
fuente de un intenso dolor emocional, una devaluación personal y con
frecuencia tienen el agravante de quedarse firmes por mucho tiempo pese a la
lucha que se tiene por desprenderse de ellas. En buena parte de quienes la
sufren existe un agobio porque no pueden librarse de ellas, esencialmente
porque carecen de un apoyo adulto diligente, sano e interesado para poderlas
remover. Entre esta etapa y la adolescencia se aprende a sobrevivir con ellas y
algunas quedan de por vida y con ello deteriorando la autoestima y la
autoconfianza.

Conductas prosociales.

El hogar es un espacio facilitador de conductas prosociales como lo analiza


Rodríguez (2007), ya que el ensayo en la realización de conductas prosociales
estimula tendencias prosociales. Los niños/as a quienes se les asigna la
responsabilidad de enseñar conductas prosociales a otros niños muestran más
conductas prosociales en otras situaciones. De manera similar, a los niños/as
que se les asigna la realización de tareas domésticas, o actividades de apoyo a
los hermanos (especialmente tareas que comparten responsabilidad hacia los
demás), tienden a ser más prosociales que otros niños.

También, Mestre, Samper, Tur & Diez (2001) en sus investigaciones respecto a
la relación de estilos de crianza y desarrollo prosocial de los hijos, concluyen la
importancia de la dimensión afectiva en las relaciones familiares, incluyendo
evaluaciones positivas del hijo, interés, apoyo emocional y la coherencia en la
aplicación de normas. Destacan también que las relaciones con los hijos deben
ser adecuadas a su edad o nivel de desarrollo.

Mestre et al. (2007) encontraron que cuando la madre es quien evalúa los
estilos de crianza, los hijos alcanzan menor poder predictor en el
comportamiento prosocial. La evaluación positiva del hijo/a, el apoyo emocional
(junto con la coherencia en la aplicación de las normas) es el estilo de crianza
más relacionado positivamente con la empatía y con el comportamiento
prosocial. Así pues, la convivencia familiar que percibe el adolescente,
caracterizada por el afecto y apoyo emocional especialmente por parte de su
madre y junto con la estimulación de la autonomía del hijo, alcanza un poder
predictor del comportamiento prosocial.

Parentalidad, estilos de crianza y factores de riesgo en el desarrollo


socioafectivo.

Ramírez (2002) plantea que las prácticas de crianza que utilizan los padres se
relacionan con los problemas de conducta de los hijos; como prácticas de
crianza inadecuadas: afecto negativo, castigos no físicos, control autoritario y
énfasis en el logro, los hijos tienen mayor probabilidad de presentar problemas
de conducta tanto externos como in-ternos. Concretamente, el afecto negativo
predice conducta agresiva, problemas de atención y de comportamiento.

El control autoritario predice ansiedad/depresión y el énfasis en el logro predice


ansiedad/depresión, problemas sociales. También Ramírez (2007) en sus
investigaciones muestra la relación entre los conflictos maritales, las pautas de
crianza y el comportamiento de los niños y encuentra que los problemas
comportamentales aumentan en la medida en que aumentan los conflictos
matrimoniales y las prácticas de crianza inadecuadas (como control autoritario,
énfasis en el logro y castigos no físicos), y disminuyen las adecuadas (como
expresión de afecto, guía razonada y disfrutar con el niño).

“La familia como grupo no es ya un sistema de normas sociales, sino una serie
de personas que interactúan en la vida cotidiana, su foco de estudio orienta
hacia su funcionamiento interno que hacia las relaciones normativas con el
exterior” (Estupiñán, 2009) Por tanto en la actualidad es necesario que la
familia reaprenda formas diferentes de interacción que les permita: identificar,
mantener y resolver dinámicas internas favorables para la sana connivencia y
modelo de aprendizaje social valido con mayores elementos potenciales para
el crecimiento personal de los niños, niñas y adolescentes.

Amaya (2008) genera una propuesta de programa-guía para el desarrollo de


competencias emocionales y parentales desde una perspectiva comunitaria y
preventiva, en la que resalta la importancia de orientar a los padres y madres
en el desarrollo de estrategias que les permita controlar sus emociones de
manera positiva en momentos de cierta tensión emocional. Asimismo, resulta
necesario trabajar con los padres y madres las habilidades de comunicación
con los hijos, los procesos de resolución de conflictos y de negociación, las
estrategias para establecer límites y regulación del comportamiento en los
hijos/as, y las habilidades para fomentar la autoestima y la Asertividad de los
padres y madres en el desarrollo de la función parental.

La toma de decisiones.

El proceso de toma de decisiones es una actividad conjunta en la que se debe


deliberar, escuchar las diferencias y concertar los acuerdos, para que luego
ante los hijos no se dé la posibilidad del desencuentro, pues esto los
confundiría y les daría la posibilidad de aprovecharse negativamente del
momento.
El ejercicio de la tarea de ser padres y madres.

La tarea de ser padres hoy es compleja y no sólo está centrada en el interés


por los hijos, sino que exige un compromiso de los padres para que con
responsabilidad creen los espacios que propicien el desarrollo de éstos, para
que sean capaces de aceptarse dentro de sus posibilidades, con seguridad y
autonomía.

Son los padres, desde su intimidad familiar, los que construyen y dirigen los
guiones de crianza para sus hijos; son los padres privilegiados para establecer
las pautas de crianza que creen que facilitarán el desarrollo armónico de sus
hijos con autonomía e independencia.

La tarea de los padres hoy, es compleja y si se asume con firmeza, afectividad


responsabilidad, flexibilidad y reflexión, la respuesta de los hijos será la
esperada, tanto por la familia, como por la sociedad.

Es en el grupo familiar y a partir del ejemplo que reciben de sus padres, en el


que los hijos incorporan los valores, las normas y las pautas relacionales que
más tarde les facilitarán entablar relaciones como adultos maduros.

Es necesario resignificar creencias, valores y actitudes para que se construyan


nuevas narrativas y representaciones culturales frente a la paternidad y
maternidad.
DINÁMICA FAMILIAR.

La dinámica interna de la familia comprende los diferentes procesos biológicos,


psicológicos, y sociales que se dan en ella y que buscan su conservación y la
de la especie. Dichos procesos incluyen la afectividad, la comunicación, la
autoridad, las normas, los roles, los límites y el uso del tiempo libre. Lo anterior,
enmarcado en el cumplimiento de la función socializadora.

Esta dinámica otorga a cada familia su identidad, la cual está reflejada en su


sistema de valores, sus formas de organización y las pautas de crianza que
constituye para el crecimiento y el desarrollo individual de sus integrantes y de
la familia como totalidad. Algunos aspectos importantes a tener en cuenta
dentro de la dinámica interna son:
Autoridad
Se entiende en la familia como un poder legítimo que tienen las figuras
parentales o sus sustitutas, que les permite cumplir funciones de dirección,
protección, educación y formación de los hijos. De esa manera, se busca que
su crecimiento se dé en un ambiente propicio que posibilite la asimilación y la
incorporación a su comportamiento habitual de las normas y los valores
sociales.

“Como es poder legítimo, no depende ni del grado de educación de los padres


ni de la posición social que ocupan. Un padre o madre analfabeta tiene
autoridad sobre sus hijos, un padre o madre sin trabajo o sin recursos
económicos tiene autoridad sobre sus hijos en las primeras etapas de
desarrollo hasta que alcancen la autonomía”8.

La autoridad es el eje conductor que integra y guía el cumplimiento de todas las


funciones familiares a través del control y debe ser llevada por el subsistema
parental en conjunto. En caso de que éste no se encuentre completo, uno de
los progenitores o sustitutos le corresponde asumir la autoridad para dinamizar
las relaciones con el subsistema parento-filial.

Si la autoridad será manejada por ambos padres o si va a ser delegada o


compartida con otra persona ya sea familiar, o no, es trascendental que
quienes tienen el poder para ejercerla, cuenten con el mutuo respeto y apoyo.
En el interior del sistema familiar, además deben establecerse y negociar una
serie de acuerdos y normas útiles para la interacción entre todo el grupo
familiar.

Jerarquía en la relación padres-hijos.


Es significativa la relación padres-hijos en la que los primeros ocupen una
posición superior, que permita, de un lado, ofrecer seguridad a los hijos,
elemento que es básico para el desarrollo con autonomía, y del otro, facilite la
relación afectiva que también contribuye a que el hijo dé pasos seguros en su
desarrollo y adquiera los elementos que en el futuro le ayudarán a relacionarse
como adulto maduro.
Esta diferencia de jerarquía varía de acuerdo con la edad de los hijos, pues en
la medida en que crezcan, demandarán la participación en las diferentes
actividades que se efectúan en la familia.

Ejercicio de la autoridad.
Como afirma el filósofo español Fernando Savater, la autoridad que los padres
ejercen sobre sus hijos debe ser firme y afectiva para que genere espacios de
confianza y de autonomía; estos dos elementos son los ejes que contribuyen al
desarrollo de una personalidad sana, lo que a su vez, facilita el desarrollo de
seres humanos autónomos e independientes. El ejercicio de la autoridad por
parte de los padres exige unidad de criterios al respecto. En este ejercicio es
significativa la concordancia entre el ejemplo y la palabra.

8
Cadavid Garcia, Irene y POSADA CORREA, Felix. Padres exitosos en el ejercicio de la autoridad.
Medellín: UPB, 1999. p 4
Son los padres los que con sus comportamientos refrendan las orientaciones
que ofrecen a sus hijos en lo que se refiere a valores, creencias, pautas
relacionales y en general a todos los elementos que favorecen una convivencia
social que parta del respeto y la tolerancia con los otros ciudadanos.
La autoridad de los padres es una relación diferenciada, en la que ellos no son
simplemente amigos de sus hijos, sino que desde una posición jerárquica
superior los dirigen y los acompañan con afectividad, firmeza y seguridad.

Padres o amigos.
La amistad implica una igualdad en la relación, que confundiría la
diferenciación entre los padres y los hijos y además, debilitaría el ejercicio de la
autoridad con firmeza. Es primordial sedimentar primero la autoridad y la
superioridad como padres, para luego, cultivar y hacer que prospere la amistad.
El ejercicio de ser padres o madres implica la elaboración de pautas de crianza
claras, que sean producto del trabajo reflexivo y flexible que los padres unidos
construyan, con la posibilidad de generar espacios de seguridad, aceptación y
autonomía para sus hijos.
La seguridad la proveen los padres que están preparados para hacerlo, los que
como hijos recibieron una orientación firme y afectuosa, o los que durante su
preparación para ser padres superan las debilidades de su crianza

La familia actualmente es la estructura fundamental de nuestra sociedad, es


una organización que se rige por reglas y dependiendo del tipo de autoridad,
podemos encontrarnos con familias autoritarias, sobreprotectoras, permisivas,
centrada en los hijos, inestables y estables.
En la familia AUTORITARIA, rígida hay una dificultad grande para asumir, por
parte de los padres (papá y mamá), los cambios que experimentan sus
hijos/as, aunque pase el tiempo y dejen de ser niños/as, los padres de esta
familia los seguirán tratando como cuando eran pequeños/as; es una forma de
no admitir el crecimiento por eso se muestran rígidos y autoritarios con ellos.
En las relaciones un ejemplo de estos padres es cuando su hijo le pregunta,
por ejemplo, que por qué no puede ir al parque a jugar y le contestan por que
NO, sin dar razones de ningún tipo y si lo hacen lo más probable es que sea:
“porque lo digo yo que soy tu padre/madre”.

También es conocida como Autocrática: se caracteriza por ser rígida y muy


estricta. Se manifiesta en formas violentas, sean verbales o de hecho. Este tipo
de autoridad no da espacio a la comunicación y bloquea todo intento de dialogo
y acercamiento. Cuando este tipo de autoridad predomina en la familia se
crean dificultades en las relaciones de sus miembros.

Democrática: permite la comunicación y estimula el desarrollo de sus


miembros. Quien la ejerce está seguro de sí mismo, reconoce valores en los
demás y admite puntos de vista diferentes.
Una autoridad democrática fomenta la creatividad, ya que los hijos pueden
participar de acuerdo con su edad en las decisiones, siempre y cuando estén
dentro de los límites definidos por los padres.

Se conoce también como la familia ESTABLE, en ella hay un claro reparto


equitativo de roles, las enseñanzas y valores que se quieren dar a los hijos/as
son claras, llenas de perspectivas y de futuro.

Hay ilusión y se encuentran todos los miembros unidos y queridos, dando como
resultado seguridad, estabilidad y confianza.

Cuando los niños/as crecen como han tenido metas y no solo las han
conseguido sino que han sido apoyado y llenos de afecto, se convierten en
adultos independientes y sin ningún problema a la hora de expresar sus
necesidades o de mostrar afecto.

Permisiva: se manifiesta por la incapacidad para asumir la autoridad, lo que


genera desórdenes que pueden conducir a la desintegración familiar.

Si el padre de familia es inseguro e indeciso, tendrá dificultades para ejercer la


autoridad por la incapacidad para tomar decisiones y los hijos no tendrán
puntos claros de referencia para actuar.

Es una posición extrema de autoridad que no es consistente, pues los padres


permiten hacer a sus hijos lo que ellos deseen sin ejercer ningún control sobre
ellos.
La familia PERMISIVA se diferencia de las demás por la pérdida de roles; los
padres no quieren caer en autoritarismo y como son incapaces de disciplinar a
los hijos/as, se justifican con la excusa de querer razonarlo todo, como
consecuencia los/las hijos/as terminan por hacer lo que quieran, sin control
alguno.
En definitiva los roles de padres e hijos/as se pierden hasta tal punto que
incluso parece que los hijos/as mandan más que los padres, e incluso se dan
casos en el que los padres no se atreven a decir nada porque de pronto el/la
hijo/a se enfada.

Hay otro tipo de familia que se caracteriza por que los progenitores siempre
meten a los hijos de por medio, algo así como que los hijos son la pieza clave
de la familia, se centran en ellos/as, y ni siquiera hablan de la pareja, siempre
lo sustituyen por los niños/as y esto es debido a que lo utilizan como un método
de defensa, es decir, como no saben enfrentarse a sus propios conflictos
utilizan y sacan temas sobre sus hijos/as, como si ese fuera su único tema de
conversación. En este tipo de familia centrada en los hijos/as lo que se busca
es la compañía de los hijos/as, de esto depende su satisfacción personal. Viven
exclusivamente para sus hijos/as.

Dentro de la familia Inestable se puede analizar que no llega a ser una familia
unida, los padres no tienen metas comunes y eso les lleva al problema de no
saber escoger cómo y cuáles son los principios que quieren inculcar a sus
hijos/as, cuál es el tipo de mundo que quieren que aprendan sus hijos/as, se
presenta una ambiente de inestabilidad que hace que los hijos/as crezcan en
un ambiente con una personalidad marcada por la inseguridad, la
desconfianza, con una imposibilidad afectiva que cuando crecen los/las forma
como adultos incapaces de comunicar sus necesidades, frustrados/as, con
grandes sentimientos de culpa por no ser capaces de exteriorizar sus
sentimientos.

Inconsistente: este tipo de autoridad se caracteriza por la coexistencia de dos


o más figuras de autoridad que se contradicen y se descalifican entre sí, ya sea
a través de mensajes verbales o de conductas abiertamente opuestas.
Comunicación
La comunicación en la familia es un proceso por el cual todos sus integrantes
entran en contacto para compartir mensajes y expresarse mutuamente afectos.
Por tanto, la comunicación sirve al propósito de unir y mantener en armonía a
sus miembros, les ayuda a superar conflictos y dificultades y, ante todo, les
permite establecer un contacto afectivo permanente.

En ese sentido, en la familia deben asumirse las siguientes tareas o


compromisos:

• Asumir el dialogo en el hogar como un valor que intenta fortalecer los vínculos
de sus integrantes, permitiéndoles una convivencia familiar armónica.

• Interiorizar el proceso comunicativo como algo que supera las posturas


exclusivamente unipersonales.

• Comprender que la acción comunicativa supone involucrarse totalmente con


las ideas, las actitudes y los sentimientos.

• Establecer la aceptación real de sí mismo y del otro como punto de partida


para el diálogo familiar.

• Permitir la controversia, el desacuerdo y la posibilidad de la propia


equivocación.

• Desarrollar un diálogo espontáneo, sincero, cálido y situacional.

Tipos de comunicación.

Directa: la comunicación verbal y no verbal expresan lo mismo. Cada persona


en la familia manifiesta acuerdos y desacuerdos en forma directa sin herir al
otro. Así la familia es más unida.

Desplazada: los mensajes en la familia se transmiten por medio de otro. Esto


se da cuando la comunicación se corta entre dos o más miembros de la familia,
quienes por sí mismos no tienen disposición de restablecerla.

La intervención de un tercero puede propiciar el reencuentro o, por el contrario,


puede distorsionar aún más este proceso.

Dañada: los miembros de la familia se comunican a través de reproches,


sátiras, insultos; se menos precian mutuamente haciendo que en la familia
impere un ambiente de soledad y tensión.

También se manifiesta en silencios prolongados, pese a que los implicados


cohabiten de forma permanente.
La comunicación se aprende a través de otras personas, por tanto, resulta
indispensable revisar los elementos de la comunicación. Cada quien trae los
mismos elementos al proceso de la comunicación.

Afectividad.

Es el nivel de intimidad y apego que se da entre los miembros de una familia.


Se expresa en la preocupación mutua por las necesidades de todos y cada uno
y es la principal fuerza de cohesión de la familia.

En la vivencia del afecto, las personas pueden estar expuestas a rechazo,


sobreprotección o aceptación. Esta última categoría es la adecuada, en
especial para niños y niñas, en tanto garantiza que cada persona se sienta
reconocida en su individualidad, amada y protegida.

La aceptación de los padres se caracteriza por el interés intenso y el amor


hacía su hijo. El padre que acepta, prevé el desarrollo de las capacidades del
pequeño y toma en consideración sus intereses. En general, desde el punto de
vista emocional, la persona aceptada tiene una buena adaptación social y es
cooperativa, amistosa, leal y estable.

En lo que se refiere al rechazo, algunas señales pueden ser: excluir o


abandonar, apelar a castigos muy severos, la crítica frecuente, el encierro,
atencional desatención y comparar desfavorablemente con otros. Otras formas
de rechazo son dar todo lo que la persona desea para tranquilizarla y librarse
de ella, prometer que le amarán si es bueno.

La sobreprotección fomenta la dependencia excesiva en los hijos, no sólo


respecto a los padres, sino también con otras personas, cultivando la falta de
confianza en ellos mismos. Por su parte, el rechazo produce resentimiento,
sentimientos de impotencia, frustraciones, modales nerviosos y hostilidad hacia
otros, sobre todo hacia los menores y más débiles.

Emociones.
Las reacciones de los padres ante las emociones de los hijos juegan un papel
importante en el desarrollo socioemocional. O’neal & Magai (2005) observaron
la socialización parental y la relación con emocionalidad negativa en la infancia.

Estévez, Musitu & Herrero (2005) plantean en sus investigaciones las


relaciones entre el contexto familiar y los problemas de comunicación como
uno de los factores de riesgo para el ajuste psicológico de los adolescentes;
además, analizaron la influencia de los problemas de comunicación (padre y
madre por separado) y el ajuste escolar en la salud mental de los adolescentes,
(malestar psicológico, sintomatología depresiva y estrés percibido). También
plantean la posibilidad de la bidireccionalidad, es decir, que el ajuste emocional
de los adolescentes afecta la comunicación y la dinámica familiar.

Rutter & Sroufe (2000) realizaron investigaciones sobre las contribuciones de


los estilos de crianza y las prácticas de crianza de la familia en el desarrollo
emocional durante la infancia y en relación con problemas externalizantes de
comportamiento.
Shapiro (1997) sostiene que los niños están afectados por la falta de atención
familiar y que su desarrollo emocional es mucho más vulnerable ante
situaciones estresantes y por la falta de modelos adecuados para el desarrollo
emocional.

Desarrollo socioafectivo.
El desarrollo socioafectivo y la socialización en la infancia está relacionado con
la participación, la crianza y la estimulación en la familia, como se destaca en
los lineamientos de La UNICEF al resaltar la participación del padre y la familia
en la crianza y desarrollo infantil y en la importancia de identificar y optimizar
las fortalezas de la familia en la crianza de los niños y niñas9.
El desarrollo psicosocial en la infancia influirá significativamente en las
oportunidades de aprendizaje y sociales que pueda tener en el futuro.
Las familias con estilos democráticos o asertivos promueven un adecuado
desarrollo socioafectivo.
En sus investigaciones Richard de Minzi (2005) encontró que las familias
democráticas promueven afrontamientos adaptativos y protectores ante la
depresión y la soledad, mientras que las familias autoritarias generan
inseguridad, evitación de los problemas, afrontamientos desadaptativos,
depresión, además, la soledad está asociada al rechazo y al desinterés de los
padres.

Normas.
Pautas que determinan el comportamiento de un sujeto frente a diferentes
circunstancias que se le presentan y que le exigen una posición. Las normas
definen qué está permitido y qué prohibido, señalando correctivos cuando no
sean acatadas. Las normas pueden ser explícitas e implícitas.

9
Cuervo Martínez, Ángela. (2009). Pautas de crianza y desarrollo socioafectivo en la infancia Fundación
Universitaria Los Libertadores. Bogotá.
Normas explícitas: son claras, mediadas por la palabra y por la escucha.
Implican un intercambio funcional de información en que la comunicación es
directa, hay acuerdos y coherencia entre la comunicación verbal y no verbal.
Las interacciones son de forma circular y se establecen relaciones simétricas y
complementarias.

Normas implícitas: los miembros de la familia no recurren a la palabra como


elemento básico en su estilo de comunicación y, en su lugar, cobra importancia
el lenguaje no verbal. Este tipo de normas parten de supuestos. Las emociones
y el afecto se sobreentienden siendo poco usual hacerlos explícitos.

Roles.
De acuerdo con Edison y Arias10, antes de abordar el concepto de rol es
importante mencionar el término estatus, el cual lo definen ordinariamente
como el nivel o posición de una persona en grupo, o de un grupo con relación a
otros.

Entonces el rol es el comportamiento esperado de una persona que adquiere


un estatus en particular: un estatus es una serie de privilegios y obligaciones; y
un rol es el desempeño de esta serie de privilegios.

Los roles traen consigo una medición cultural que condiciona a un sujeto para
comportarse de una u otra manera en una sociedad. De acuerdo con esto,
existen diferencias en la forma cómo la cultura enseña a un hombre y a una
mujer un modelo de comportamiento.

Ellos tienen específicamente tareas y responsabilidades que los ubican en una


función determinada, haciéndolos diferentes. Para que una familia pueda
convivir de una manera adecuada, cada miembro debe conocer su rol y ponerlo
en práctica.

Límites.

Es aquella región o sector que sirve de barrera de diferenciación entre los


integrantes de una familia. Los límites son el vacío en que se permite la
protección sin perder la individuación y diferenciación de quienes conforman el
grupo familiar.

Los límites hacen posible la confrontación con fronteras que exigen respeto y
aceptación al interior de la familia.

Los límites de una familia pueden ser claros o difusos, aglutinados o


desligados:

Límites claros: permiten una diferenciación de los componentes y funciones de


cada miembro de la familia, dejan actuar permeable y flexiblemente.

10
Viveros, Edison y ARIAS, Luz Mery. Dinámicas internas de las familias con jefatura femenina y menores
de edad en conflicto con la ley penal: características interaccionales. Ciudad: Fundación Universitaria
Luis Amigó, 2006. p 32
Límites difusos: se presentan cuando la familia no ejercita la palabra y la
escucha para no aglutinarse o desligarse, es decir, cuando las fronteras no se
han practicado mediante la reflexión y la interpelación.

Límites desligados: se evidencian cuando hay poco deseo de protección entre


los miembros de la familia.

Límites aglutinados: corresponde a la situación en que los miembros han


establecido pocos parámetros de diferenciación entre sí.

Uso del tiempo libre.


Puede entenderse como una de las actividades que posibilitan la creatividad
del grupo familiar en espacios diferentes al laboral, académico, y de las tareas
domesticas. Estos momentos son usados por la familia para generar cohesión,
apoyo e integridad. Por tanto, cada miembro le da una valoración que lo hace
vincularse a tales propuestas o salirse de ellas y disfrutar de su tiempo libre con
otras personas.

“Las tareas que ha de cumplir la familia, la manera cómo se definen los roles,
los patrones de comunicación considerados aceptables, los grados de
implicación afectiva y los mecanismos de control utilizados, están moldeados
por las normas y valores procedentes parcialmente de las influencias de la
familia de origen de los padres y, por otra parte, de los demás elementos
culturales como los subgrupos a los cuales la familia pertenece: étnicos,
socioeconómicos y etarios”11.

Estructuras familiares: A partir de la influencia que tiene el establecimiento de


patrones de interacción y de comunicación en el clima familiar, se establecen
un conjunto de demandas funcionales que organizan los modos en que
interactúan los miembros de una familia y que en este caso se llamarán
estructuras familiares, las cuales pueden ser:

Familia rígida: se trata de un grupo familiar que una vez ha trazado sus normas
y valores, no permite la adaptación de nuevos criterios, mantienen los mismos
modelos de interacción, lo cual dificulta el desarrollo, crecimiento e
independencia de sus miembros.

Familia sobreprotectora: en ésta, las figuras de autoridad establecen


exagerados medios de protección ante lo que consideran amenazante desde el
exterior; tienden a satisfacer de manera absoluta las necesidades de sus
miembros, lo que conduce a una dificultad en el desarrollo de la autonomía y al
desarrollo de sentimientos de inseguridad e incompetencia, generando una
incapacidad en la resolución de problemas individuales.

La familia sobreprotectora tiene una fuerte preocupación por proteger a sus


hijos/as, pero lo hacen de forma excesiva, pasan de una protección a una
sobreprotección. Los padres retardan la madurez de sus hijos/as, no les
permiten desarrollarse, ni ejercer su independencia y autonomía. Crean una

11
Ibid. p 34.
idea pesimista con la evolución normal, es decir, dan por hecho que sus
hijos/as no saben defenderse por si solos.

Familia amalgamada: es aquella en la cual su estabilidad o satisfacción está


centrada en la realización de actividades colectivas de todo el grupo,
produciendo dificultades en la individuación de sus miembros, sin tomar en
cuenta las necesidades de independencia o privacía de estos.

Familia centrada: en este grupo, la atención a los conflictos se deriva hacia uno
de sus miembros, de modo que la estabilidad del sistema familiar depende del
integrante hacia el cual se desvía toda la atención. Genera grandes montos de
culpa, ansiedad y dificultad de independencia.

Familia evitadora: son grupos con baja tolerancia al conflicto, que se maneja
evitando su enfrentamiento.
Tienen tendencia a no aceptar la crítica, a no tolerar situaciones de crisis y a no
aceptar la existencia de situaciones problema. En la familia evitadora, los
miembros tienen deficiencia en el aprendizaje de negociación de conflictos y en
adecuados métodos de comunicación.

Familia seudodemocrática: se caracteriza por una gran flexibilidad en normas,


valores y criterios, permitiendo que cada uno de los miembros establezca los
suyos. Esto no facilita la aceptación de valores y pautas de comportamientos
comunes, no solo al interior del grupo familiar, sino también dentro del grueso
grupo social, generando falta de aceptación social e intolerancia.

Con lo anteriormente descrito, definiremos la estructura de la familia como el


conjunto invisible de demandas funcionales que organizan los modos en que
interactúan sus miembros (Minuchin y Fisman, 1984: XX)12.
12
8MINUCHIN, Salvador y FISHMAN, CharlesH. Técnicas de terapia familiar. Barcelona: PaidósEdiciones,
1984. p 286.
II. INTERVENCIÓN.

La intervención familiar es el conjunto de técnicas encaminadas a fortalecer las


capacidades evidentes y latentes que tiene la familia, con el objetivo de
vigorizar los vínculos que las unen, para que resulten sanos, eficaces y
capaces de estimular el progreso personal, familiar y de todo el contexto
emocional que los acoge13.

La intervención social comunitaria ayuda a regular con rapidez, la asimilación y


orientación de los cambios, actuando como catalizador de sistemas de vida
más satisfactorios. A la vez se procura que la propia comunidad desarrolle sus
potencialidades e intervengan en la ejecución de los cambios.

La intervención adquiere significado, primero en las teorías sobre el desarrollo


humano y el fundamento social y, luego, en los valores establecidos por la
sociedad. Así se convierte en el núcleo esencial del bienestar personal, familiar
y social, fundamentándose en la capacidad que tienen las personas de
aprender de otros, para otros y con otros; es poner una intención en un acto
educativo que movilice la capacidad de las familias desde sus propios recursos
a un aprendizaje significativo, donde puedan resignificarse como personas y
como familia.

La atención a las familias desde el Modelo Solidario, busca orientar la


intervención a partir de la revisión integral de las dinámicas relacionales y los
recursos de las familias para la resolución de sus conflictos.

A partir de la modernidad se separan el ámbito público del ámbito privado,


dejando en el ámbito público lo relacionado con las relaciones sociales,
políticas y económicas, y al ámbito de lo privado que corresponde a la familia,
toda la esfera de los sentimientos, esto lleva a que se conciba la familia como
el ámbito de las relaciones íntimas, de la convivencia, de la construcción de los
afectos, de la protección y la seguridad, donde se cimienta el proyecto para
criar y cuidar la descendencia.

De igual forma se inician los procesos de reproducción cultural e integración


social y se constituye la identidad individual, que además propicia la compleja
red de relaciones de parentesco y consanguineidad, al igual que los vínculos
afectivos y permite la coexistencia de los individuos según géneros y
generaciones, donde se cumplen roles en función del cuidado y del amor.

Desde una mirada sistémica, se considera que la familia es una unidad que
permite a los integrantes desarrollar sus capacidades, potenciales, destrezas,
habilidades para lograr la autonomía.

“Dentro de la visión sistémica, los trastornos individuales se connotan como


síntomas de una disfunción familiar, teniendo en cuenta que si bien el
comportamiento y el desarrollo de un individuo pueden ser desadaptativos con
respecto a lo exterior, pueden ser funcionales y adaptativos dentro del contexto
familiar. Los desajustes individuales operarían entonces como un regulador
13
ACEVEDO Y OTROS, 2004. pp. 21, 23, 25
homeostático, restaurador de la estabilidad familiar, aunque en otro nivel
aparezcan como expresión y motivo de tensión dentro del sistema” (Estupiñán
& Hernández, 1992).

Basándonos en que el abordaje a la familia es una orientación hacia el


tratamiento de los problemas del individuo, la teoría sistémica nos permite
saber cuáles son los roles que ejercen cada unos los miembros, es decir;
abordar a la familia y sus partes en un todo, contribuyendo al cumplimiento de
sus objetivos y al mejoramiento de las transacciones inter o extra familiares.

La teoría general de sistemas se constituye como la totalidad del sistema


familiar teniendo en cuenta que los componentes y propiedades se
comprenden como la función del sistema unificado.

Con base en el fundamento que arroja la teoría de sistemas en cuanto a la


compresión unificadora de las partes que conforman un núcleo familiar es
indispensable intervenir a toda la familia en el proceso que afrontan en cuanto a
los problemas de comportamiento de sus hijos desde la infancia hasta la etapa
de la adolescencia.

Entendiendo que la familia en su ciclo vital está expuesta a la generación de


cambios que en ocasiones puede producir disfuncionalidad en el sistema
familiar. El mejoramiento de la dinámica familiar nace a partir de buscar los
cambios para su funcionalidad con una retroalimentación en la búsqueda de lo
vivido en su ciclo vital para entender y comprender que ha incidido en que no
se genere el cambio.

El término homeostasis se refiere al “principio vital que preserva la integridad y


continuidad del organismo humano, la capacidad de mantener un
funcionamiento eficaz, coordinado, bajo condiciones de vida constantemente
cambiantes” (Ackermann, p. 97, 1973). La homeostasis es la que nos permite
percibir que dentro del los cambios que viven los niños, niñas y adolescentes
en su ciclo vital, pueden adaptarse a ellos en condiciones nuevas y evolutivas
en el intercambio que existe dentro de las relaciones interpersonales como
intrafamiliares, entendiendo que la homeostasis significa literalmente
“permaneciendo igual”.

La familia como un todo tiende a buscar el equilibrio y la estabilidad en sus


interacciones internas y externas pero cuando ésta se encuentra afectada debe
generar situaciones para recuperar tal equilibrio - estabilidad. Aunque en
ocasiones cuando la familia no es consciente de las implicaciones negativas
en su descuido en la construcción de relaciones exitosas, suele confundirse el
ejercicio del rol particular y en general solidario generando mayores dificultades
de interacción familiar.

Entre las principales herramientas sistémicas en la intervención se encuentra el


diálogo apreciativo, en el que se resaltan los recursos y potencialidades de las
personas y de sus interacciones. De igual manera, es importante tener en
cuenta como intervenciones, desde la narrativa, la externalización y las
conversaciones de re-autoría. Las conversaciones de re-autoría parten del
supuesto de que no es posible que una sola historia abarque la totalidad de la
identidad de la persona, ya que siempre existirán argumentos alternos que
abarcan diferentes facetas de la identidad del consultante (Carey &
Russell,2002).

Carey y Russell (2002) consideran que la identidad no se encuentra formada


por una única historia, sino que se compone de múltiples historias; es por tal
motivo que las conversaciones de re-autoría involucran la co-autoría de
argumentos que permiten dirigir cualquier relato que alguna persona lleve a
consulta. Los argumentos que se construyen como alternos no son creados de
la nada, sino que surgen de historias de la vida a las que no se les ha brindado
la importancia que se le ha dado a la historia dominante (Carey & Russell,
2002).

Se entiende por identidad “las características que posee un individuo, mediante


las cuales es conocido (…) por los demás” (Páramo, 2008, p. 541); y el self
como “la concepción que tenemos sobre nosotros como individuos o como
pertenecientes a un grupo” (Páramo, 2008, p. 548).

Como lo plantea Burr (1995, en Páramo, 2008) la identidad y el self se


construyen socialmente a partir de elementos culturales como el lenguaje, las
disciplinas científicas y los discursos ideológicos.

La identidad y el self no corresponden a la naturaleza de cada individuo


independiente de su relación con otros en un contexto sociocultural específico,
razón por la que este autor enfatiza en la influencia de las instituciones sociales
sobre la identidad de las personas.

Desde el modelo de atención solidario a la familia, se interviene identificando


los factores protectores o de generatividad (se incluyen las fortalezas de las
personas y las oportunidades del entorno, las redes vinculantes externas al
núcleo familiar), que cada individuo/a y familia poseen para su propio desarrollo
y autocontrol; y los factores de riesgo o de vulnerabilidad que impiden el
desarrollo de cada miembro y familia (se incluyen las debilidades de las
personas y amenazas del entorno).
.

Los factores de riesgo interpersonales tienen que ver con el ámbito escolar,
con el grupo de amigos y con el ámbito familiar.

• Habilidades sociales reducidas para comunicarse con los demás.


• Deficientes habilidades de autocontrol.
• Dificultades en relaciones interpersonales con la familia, los amigos y la
escuela
Entre los principales factores de riesgo familiares que explican los diversos
problemas y dificultades familiares y el consumo de drogas legales, está la
ausencia de normas familiares sobre SPA (sustancias psicoactivas), los
conflictos entre padres y madres con los niños/as y/o adolescentes, y el
consumo de alcohol por parte del padre. Los autores, citan diversos
investigadores14, quienes puntualizan los siguientes factores a tener en cuenta:

• Ausencia de padres, madres y/o adultos en el sistema familiar y/o nueva


pareja.
• Falta de disciplina familiar: control y seguimiento paterno y/o materno.
• Que prime la comunicación con los amigos que con la familia.
• Trastornos severos en algún integrante del sistema familiar.
• Uso de drogas por parte de los adultos.
• Ausencia e inconsistencia en las normas familiares.
• Bajas aspiraciones de los padres sobre la educación de sus hijos.
• Alto niveles de conflictos familiares.

14
Muñoz, R. M Graña, J. Factores familiares de riesgo y de protección para el Consumo de Drogas en
Adolescentes. Universidad Complutense de Madrid. www.psicotema.com. 2001. Vol. 13. No. 1. Pp 87 –
94
• Historia de alcoholismo y abuso de drogas en la familia.
• Conflictos y problemas de relación entre madres, madres, hijos, hijas, otros
familiares.
• Dificultad para escuchar o responder adecuadamente a hijos e hijas.
• Falta de interés por la educación y mundo emocional de hijos e hijas.
• Ausencia de normas claras de funcionamiento familiar.
• Falta de vínculo afectivo con hijos e hijas.
• Dificultad para fijar límites.

La relación entre factores protectores y de riesgo varía a lo largo de la vida de


una familia por diferentes razones.

Los factores protectores, aunque también tienen elementos macrosociales,


incluyen mayor autonomía individual, de manera que las personas tenemos
más capacidad para transformarlos y obtener resultados.
Factores de riesgo:
Son los que hacen más probable que las tensiones y los conflictos se resuelvan
de manera destructiva, haciendo daño físico, emocional, psicológico, sexual o
económico.

Por ejemplo, las carencias, las condiciones y situaciones internas y externas de


las familias que debilitan a sus miembros les generan desesperación, estrés o
frustración, y les resta capacidad de reaccionar a la adversidad, de enfrentar
cosas difíciles, de superarse, o de manejar conflictos.

Factores protectores:
Son todos aquellos recursos, condiciones o situaciones internas y externas de
las personas y de las familias, que hacen menos probable o inhiben la
respuesta violenta, que los fortalece. Como ejemplo están cualidades,
destrezas y capacidades en diferentes campos de los miembros de la familia; el
afecto y el amor entre ellos; la solidaridad y los vínculos con otras personas; las
cosas que poseen; y el medio social y cultural en que viven.

El estrés cotidiano: producido cuando las familias o los individuos no pueden


cumplir con las funciones o deberes que tienen a su cargo. Se puede entender
también como la distancia, o la no correspondencia entre necesidades,
intereses, expectativas, sentimientos y los recursos disponibles para
satisfacerlos.

Lo anterior crea alto nivel de frustración, impotencia o ausencia de esperanzas.


Asimismo, genera irritabilidad, sensación de impotencia e injusticia: ‘¿por qué a
mí?’, ‘¡si yo no le hago daño a nadie!’ o ‘¡No me merezco esto!’. Se vive en un
clima propicio para la confrontación.

Predisponentes individuales: se evidencia cuando existen situaciones


articulares de los individuos, como trastornos mentales, consumo de
substancias psicoactivas (alcohol o drogas); alteraciones del desarrollo;
impedimentos físicos; maternidad y paternidad tempranas y no deseadas;
socialización con patrones de violencia como el modelo a seguir o en
ambientes ilegales, delictivos.

Factores protectores:
Los factores protectores que poseen las familias y los individuos pueden
contrarrestar o disminuir el peso y efecto de los factores de riesgo. Estos son:
Vínculos afectivos: son los lazos de afecto que se tienen con familia, amigos,
vecinos, asociaciones a las que se pertenece, organizaciones cívicas, y
relaciones con compañeros de trabajo o empleadores, lugares o animales.
Estos vínculos son protectores y se generan a partir de la pertenencia a algo.
Cuando dichos vínculos afectivos son positivos, cálidos, ofrecen seguridad y
soporte emocional o material y hacen sentir a la persona amada, aceptada,
necesaria, estimada y respetada. Competencias y destrezas de protección: son
aquellas capacidades que se tienen o se han desarrollado, las cuales permiten
reconocer el riesgo, evitarlo, manejarlo, así como al conflicto y la tensión. Estas
competencias incluyen las habilidades para relacionarse de manera positiva
con otras personas. Otras destrezas de protección son la autoestima, la
confianza en sí mismo, la capacidad de pedir ayuda o el autocontrol.

Recursos institucionales: son herramientas externas a las personas que le


ayudan a satisfacer necesidades materiales y no materiales, como el acceso a
educación, salud, recreación, trabajo. Al tiempo facilitan acceso a
organizaciones comunitarias, cívicas, de profesionales, puestos de policía,
comisarías de familia, etc.

Ética y creencias: Los valores y convicciones religiosas además de impulsar


hacia acciones solidarias y de ayuda a los demás, contribuyen como
contenedores de conductas y prácticas abusivas o violentas.
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