Explora Libros electrónicos
Categorías
Explora Audiolibros
Categorías
Explora Revistas
Categorías
Explora Documentos
Categorías
Anabella Di Tullio
Romina Smiraglia
Celina Penchansky
(Compiladoras)
o
xt
FEMINISMOS Y POLÍTICA
Te
HISTORIA, DERECHOS Y PODER
on
C
Resistencia, Chaco
2020
3
Feminismos y política
INDICE
Introducción..............................................................................................9
Anabella Di Tullio, Romina Smiraglia y Celina Penchansky
o
Patriarcado, género y feminismo: un recorrido posible......................13
Anabella Di Tullio, Romina Smiraglia y Celina Penchansky
xt
Notas sobre ciudadanía/s de mujeres: pasado y presente.
Iluminaciones desde el sur................................................................27
Alejandra Ciriza
Te
Feminismos y agencias de las sexualidades disidentes........................45
Dora Barrancos
on
Adriana Boria
Revolucionando el mundo....................................................................103
María Alicia Gutiérrez
7
Patriarcado, género y feminismos: un recorrido posible
PALABRAS PRELIMINARES
13
Anabella Di Tullio, Romina Smiraglia y Celina Penchansky
ES EL PATRIARCADO
Si algo hemos aprendido las mujeres y las personas que viven y encarnan
identidades, cuerpos y sexualidades disidentes, es que la opresión, la subordi-
nación, la discriminación y la violencia hacia nosotrxs no se deben a una deter-
minada forma política ni a un modelo económico en particular, y sin embargo,
son —aunque no de modo exclusivo— eminentemente económicas y políticas.
1
Actualmente estamos atravesando un debate en torno a la denominación del ENM, existe
la posibilidad que próximamente lleve el nombre de Encuentro Plurinacional de Mujeres,
Lesbianas, Trans, Travestis, Bisexuales, Intersex y No Binaries.
14
Patriarcado, género y feminismos: un recorrido posible
2
“Si consideramos el gobierno patriarcal como una institución en virtud de la cual una
mitad de la población (es decir, las mujeres) se encuentra bajo el control de la otra mitad
(los hombres), descubrimos que el patriarcado se apoya sobre dos principios fundamentales:
el macho ha de dominar a la hembra, y el macho de más edad ha de dominar al más joven”
(Millett, 1995: p. 70).
15
Anabella Di Tullio, Romina Smiraglia y Celina Penchansky
Otro de los puntos interesantes que ponen de relieve estas primeras teori-
zaciones feministas, es que si bien el patriarcado suele recurrir a la fuerza y a la
violencia, también se sostiene en el consenso establecido por la “socialización”
de los géneros en el marco de las normas patriarcales. Tras definir al dominio
masculino “como el más omnipresente y tenaz sistema de poder de la historia” y
“metafísicamente casi perfecto”, Catharine MacKinnon revela el modo en que el
punto de vista masculino se presenta como verdad universal: “Su fuerza se ejerce
como consentimiento, su autoridad como participación, su supremacía como
paradigma del orden, su control como definición de legitimidad” (1995: p. 205).
Las feministas socialistas, por su parte, pondrán el acento en la interrela-
ción existente entre las diversas relaciones de poder. Para autoras como Zillah
Eisenstein,3 solo es posible analizar los procesos del patriarcado —y su consis-
tente imbricación con el capitalismo— desde una conjunción de las herramientas
teóricas del feminismo y la metodología marxista. El análisis de las luchas de
clases y de raza es fundamental para comprender el funcionamiento del pa-
triarcado, pues estas no representan historias separadas, sino que se desarrollan
simultáneamente, co-constituyéndose y potenciándose (Eisenstein, 1980). La
interseccionalidad, aunque no necesariamente con ese nombre, está presente en
los feminismos desde tiempos muy tempranos.4
Los feminismos fueron acentuando en sus análisis diversos ámbitos de opre-
sión y dominación en el marco del sistema patriarcal. Esos desarrollos —sobre
todo aquellos relacionados a la teoría queer y a los movimientos LGTTBIQ— han
dado como resultado que hoy podamos referirnos al cisheteropatriarcado, para
subrayar su mandato cisgénero5 y su heteronormatividad. Porque patriarcado
no es solamente opresión sobre las mujeres, ni nos oprime a todas por igual. El
cisheteropatriarcado es clasista, es racista, es colonialista, es capacitista, es ho-
mofóbico, es lesbofóbico y es transfóbico. Y la teoría feminista en sus diversas
expresiones, ha dado sobrada cuenta de esta variedad de dimensiones.
3
“Las luchas de clases y de raza son necesarias para entender la historia patriarcal; no
constituyen historias separadas en la práctica, aunque por lo general la historia esté escrita
como si lo estuvieran” (Eisenstein, 1980: p. 50).
4
Sobre todo, de la mano del feminismo negro en los Estados Unidos. Véase, por ejemplo,
la obra de Angela Davis (2004) citada en bibliografía.
5
Hablamos de persona cisgénero cuando el género autopercibido coincide con el que le
fuera designado al momento de nacer.
16
Patriarcado, género y feminismos: un recorrido posible
6
Nos referimos a su uso en tanto protocolo médico en relación a personas intersex y
trans, tal como las investigaciones realizadas por John Money con su colega Anke Ehrhardt
y Joan y John Hampson, o Robert Stoller, en los 50 y 60 respectivamente.
17
Anabella Di Tullio, Romina Smiraglia y Celina Penchansky
hecho natural, del género, como construcción social. Si la diferencia entre los
sexos no explica el modo en que las mujeres se construyen como seres inferiores
a los varones, configurando distintos atributos, roles y capacidades en forma
de opuestos; será entonces en el género en donde encontremos la respuesta.
Una categoría analítica transdisciplinar que intenta dar cuenta de las relaciones
sociales y de poder basadas en las diferencias percibidas entre los sexos en un
determinado momento histórico (Scott, 2008).7 En pocas palabras, el género es
una herramienta crítica de investigación y militante (Ciriza, 2007), que surge
como respuesta a la naturalización de la diferencia entre los sexos como destino
desigual en múltiples campos de batalla.
Muchos estudios señalan a Simone de Beauvoir como un antecedente en el
trazado de la historia de este concepto (Amorós, 2009). Su famosa declaración
“no se nace mujer, se llega a serlo” presente en El segundo sexo, publicado en
1949 en Francia, advierte que la mujer no es un producto de la naturaleza, sino de
la civilización; y que las diferencias biológicas son tan solo un pretexto a partir
de las cuales se construye el mito de la feminidad. Sin embargo, a pesar de que
la pensadora francesa distingue entre “dato” y “constructo social”, Beauvoir no
define ni utiliza la categoría género en el sentido que mencionábamos más arriba
(Femenías, 2008).
Siguiendo la lectura propuesta por Nancy Fraser (1995), podríamos señalar
una línea dentro de los debates feministas en torno al género, en la cual pode-
mos ubicar —a grandes rasgos— dos posturas sobre las causas que producen la
desigualdad entre varones y mujeres, y la forma de subvertirla. Por un lado, las
feministas de la igualdad argumentan que las nociones de feminidad y masculi-
nidad en forma de opuestos, son modos de significación de las diferencias entre
los sexos. En este sentido, el objetivo para estas feministas —en sí de distintas
tendencias como liberales, socialistas o radicales— sería la eliminación de esa
diferencia de género socialmente construida, y la consecución de la igualdad
entre varones y mujeres en todos los ámbitos de la sociedad. Por otro lado, las
feministas de la diferencia —como Luce Irigaray, Hélène Cixous, Carla Lon-
zi— proponen una reinterpretación, esta vez positiva, de la diferencia de género.
Así pues, el objetivo ya no sería, ahora, borrar las diferencias de género, sino
7
Esta relación entre las categorías sexo y género componen lo que se denomina en las
ciencias sociales el sistema sexo-género. Gayle Rubin define a este sistema como “[…] el
conjunto de disposiciones por el que una sociedad transforma la sexualidad biológica en
productos de la actividad humana, y en el cual se satisfacen esas necesidades humanas trans-
formadas” (2008, p. 97).
18
Patriarcado, género y feminismos: un recorrido posible
8
Cabe aclarar que no se trata de un proceso lineal o progresivo, pues las voces disidentes
respecto a un feminismo blanco heterosexual tensionaron al movimiento desde sus inicios.
Como señala bell hooks: “A menudo las mujeres blancas actúan como si las mujeres negras
no supiesen que existía la opresión sexista hasta que ellas dieron voz al sentimiento feminista.
Creen que han proporcionado a las mujeres negras <el> análisis y <el> programa de liberación.
No entienden, ni siquiera pueden imaginar, que las mujeres negras, así como otros grupos de
mujeres que viven cada día en situaciones opresivas, a menudo adquieren conciencia de la
política patriarcal a partir de su experiencia vivida, a medida que desarrollan estrategias de
resistencia –incluso aunque ésta no se dé de forma mantenida u organizada” (2004b: p. 44).
19
Anabella Di Tullio, Romina Smiraglia y Celina Penchansky
20
Patriarcado, género y feminismos: un recorrido posible
Esta definición abierta por la cual hemos decidido comenzar, nos ayuda a
aproximarnos al feminismo de hoy y a sus demandas actuales, pero no nos dice
nada acerca de su historia y de cómo hemos llegado hasta aquí. Acercarnos al
feminismo nos lleva indefectiblemente a preguntarnos por sus orígenes, las ideas
que engloba y lxs sujetxs que lo encarnan. Sin embargo, estos interrogantes no
tienen una única respuesta y, por lo tanto, es aquí donde creemos que es necesario
realizar una aclaración. El feminismo no puede entenderse como una corriente
monolítica ni mucho menos homogénea. Coincidimos con Laura Masson (2007)
en que hablar de feminismos en plural es una forma de integrar las diferencias
que surgen en el interior del campo feminista. Es decir, no es una manera de
confrontar y señalar las diferencias sino más bien de conciliar la diversidad de
posturas y prácticas, lo que da cuenta de la pluralidad de un movimiento que se
encuentra en constante cambio y construcción, y al que no podemos atribuirle
un único origen.
Parte de la academia feminista coincide en señalar, en sus teorizaciones y
genealogías, que el feminismo surge al calor de los debates que abren la Ilustra-
ción y el escenario revolucionario de la época en el continente europeo. Aquellas
pensadoras, como Olympe de Gouges y Mary Wollstonecraft, cuestionaban el
estatus inferior de las mujeres como sujetas de derechos y reclamaban ser tratadas
como seres racionales al igual que sus pares varones. No obstante, esta genealogía
no inhabilita pensar que paralelamente en otras latitudes, otras mujeres estaban
formulando reflexiones y demandas feministas en un tono similar al de sus pares
ilustradas/europeas. Incluso, tal como lo argumenta Alejandra Ciriza (2015), po-
demos encontrar en la historia de distintos países del Sur, prácticas transgresoras
del orden sexista que, sin ser homólogas a las del Norte, luchaban tanto por la
independencia de sus territorios como por la de sus cuerpos.
Teniendo en cuenta que el feminismo cuenta con tres siglos de lucha, no
resulta difícil pensar que ha sido reivindicado tanto por mujeres como por distintos
sujetxs que se ven perjudicadxs por la desigualdad y la opresión que impone el
sistema patriarcal. Así, el feminismo se nutre de distintas vertientes que lo com-
plejizan y generan nuevos debates y nuevas maneras de enfrentar al patriarcado.
Si las primeras feministas reclamaban poder gozar de los mismos derechos que
los varones, los desafíos de los años siguientes trajeron nuevas luchas: el sufra-
gio femenino, el acceso a los anticonceptivos, las licencias por maternidad, el
aborto, la igualdad salarial, el derecho al placer, la desigual distribución de las
tareas domésticas y de cuidados, entre otras. Todos estos reclamos atravesaban
a mujeres de distinta condición social, etnia, orientación sexual, y a su vez, estas
diversas mujeres experimentaban esas desigualdades de diferentes maneras.
21
Anabella Di Tullio, Romina Smiraglia y Celina Penchansky
9
Cuando hablamos de experiencias situadas o localizadas remitimos a lo que Rosi Braidotti
identifica como política de la localización que “hace referencia a una forma de dar sentido
a la diversidad existente entre las mujeres en el seno de la categoría de «diferencia sexual»,
entendida como el opuesto binario del sujeto falogocéntrico” (2005: p. 26).
22
Patriarcado, género y feminismos: un recorrido posible
23
Anabella Di Tullio, Romina Smiraglia y Celina Penchansky
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
24
Patriarcado, género y feminismos: un recorrido posible
25
Anabella Di Tullio, Romina Smiraglia y Celina Penchansky
26