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La comunicación lingüística

Y la comunicación animal
Semejanzas y diferencias
Introducción
Una de las paradojas del lenguaje humano es, que siendo un
fenómeno completamente natural, es al mismo tiempo una continua
construcción cultural, pues la cultura, concretamente es expresada por
el lenguaje, constituye la verdadera naturaleza del hombre.

Debemos reservar el término lenguaje para los sistemas de


comunicación entre individuos basados en códigos constitutivos, es
decir, implícitos y de adquisición natural. En este sentido son lenguajes
tanto en las comunicación entre animales mediantes señales de
distintos tipos, como la comunicación humana mediante las lenguas.

La complejidad del lenguaje humana se debe sin duda a su


potencia. El hombre es un creador de códigos y el lenguaje es un código,
característicamente creativo o productivo, además mucho de los códigos
creados por el hombre son secundarios respecto al lenguaje.

En sentido amplio, podríamos argumentar que todo en la


Naturaleza se comunica. Así lo hacen los elementos químicos que
discurren por las diferentes vías internas de los seres vivos, o que
circulan entre éstos y su ambiente; así proceden las células de los
tejidos vegetales y animales, de tal modo que los procesos de
enfermedad y salud podrían entenderse incluso como "un asunto de
comunicación"; así operan las plantas con su medio, lo mismo que los
animales entre sí y, por supuesto, el ser humano, que puede dirigirse
tanto hacia dentro de sí mismo, hacia su mundo interior, como hacia los
otros seres.
Lenguaje humano
El lenguaje es un instrumento básico
para los humanos. Del mismo modo que
observando una herramienta nos
hacemos una idea de sus posibilidades
funcionales, igualmente analizando el
lenguaje, es posible caer en la cuenta de
lo que podemos realizar mediante su
empleo e incluso establecer sus límites de
eficacia. El lenguaje es sin duda un
instrumento fabuloso, nos permite utilizar la razón, una capacidad
característica nuestra por la que nos calificamos de racionales, sin
embargo la irracionalidad también se muestra en el lenguaje humano,
más de lo que pudiéramos pensar a priori.

El lenguaje humano se debe a adaptaciones evolutivas que se dan


exclusivamente en seres humanos de la especie Homo sapiens. La conducta
lingüística en los humanos no es de tipo instintivo sino que debe ser adquirido
por contacto con otros seres humanos. La estructura de las lenguas naturales,
que son el resultado concreto de la capacidad humana de desarrollar lenguaje,
permite comunicar ideas y emociones por medio de un sistema de sonidos
articulados, de trazos escritos y/o de signos convencionales, por medio de los
cuales se hace posible la relación y el entendimiento entre individuos. El
lenguaje humano permite la expresión del pensamiento y de exteriorización
de los deseos y afectos.

La capacidad humana para el lenguaje tal como se refleja en las lenguas


naturales es estudiada por la lingüística. Se considera que la progresión de las
lenguas naturales va desde el habla, y luego por la escritura y, finalmente, se
instala una comprensión y explicación de la gramática. Desde el punto de vista
social e histórico el lenguaje humano ha dado lugar a idiomas que viven,
mueren, se mudan de un lugar a otro, y cambian con el paso del tiempo.
Cualquier idioma que deja de cambiar o de desarrollarse es categorizado como
lengua muerta. Por el contrario, cualquier idioma por hecho de no ser una
lengua muerta, y formar parte de las lenguas vivas o modernas, está sufriendo
continuamente reajustes que acumulativamente son los responsables del
llamado cambio lingüístico.

Hacer una distinción en principio entre un idioma y otro es por lo general


imposible. Por ejemplo, hay algunos dialectos del alemán que son similares a
ciertos dialectos del holandés. La transición entre las lenguas dentro de la
misma familia lingüística a veces es progresiva.

Propiedades del lenguaje


humano
A lo largo de la historia ha habido diferentes lingüistas que han
propuesto criterios definitorios del lenguaje, como Charles Hockett
(1960) y John Lyons (1977). Años más tarde, Gerge Yule (1998)
propondrá seis propiedades únicas del lenguaje humano.

De acuerdo con la lista de propiedades propuesta por Yule, las


características del lenguaje humano serían las siguientes:

- Desplazamiento: nos permite hablar sobre elementos que no están


presentes en el contexto y sucesos que no ocurren en el momento. Es
decir, tenemos conciencia del tiempo: pasado, presente y futuro.

- Arbitrariedad: en los animales parece haber conexión entre el


mensaje y la señal, los signos no son arbitrarios. Las señales son un
inventario limitado en casi todas las especies. La relación entre una
palabra y su representación es casual.

- Productividad: cuando surgen nuevas situaciones u objetos que han


de ser descritos, los usuarios manipulan el lenguaje para producir
nuevas expresiones y proposiciones. Somos capaces de producir nuevas
palabras, expresiones, cosas que los demás no han sido capaces de
crear.

- Transmisión cultural: aunque los humanos nacemos con una


capacidad innata para el lenguaje, la realización concreta de este y sus
conexiones semánticas son un producto cultural que se transmite por
tradición. Nuestro lenguaje se transmite dentro de una sociedad,
culturalmente, para que se active.

- Elementos discretos: cada sonido de la lengua es discriminable del


resto y el conjunto tiende a ser interpretado como un sonido de la
lengua con un significado específico. Entre todos los sonidos posibles de
alrededor, identificamos los que sabemos descodificar y darles
significado.

- Dualidad: dos niveles de realización; por un lado, el que permite


decir los sonidos y, por otro, pronunciar esos sonidos como una o varias
palabras con significado (c-a-l-o: loca, cola...). Nuestro lenguaje puede
referirse a sonidos que combinados son palabras y forman frases a su
vez.

Las 7 siguientes propiedades a pesar de tratarse de


características del lenguaje humano, no hacen diferente al ser humano
de otras especies, ya que estas también pueden tener esas mismas
propiedades en sus lenguajes.-

- Intercambiabilidad: cualquier emisor se puede convertir en


receptor.

- Especialización: las señales lingüísticas solo sirven para


comunicarse, para transmitir significados.

- Transmisión irradiada: la señal no se puede dirigir y la puede


interceptar cualquiera.
- Evanescencia: las señales desaparecen en el mismo momento de
emitirlas.

- Retroalimentación: el propio hablante oye todo lo que dice y puede


reflexionar sobre ello.

- Semántica: los signos tienen significado porque se asocian de forma


estable a elementos de la vida real.

Semiótica
La semiótica es la teoría general de los signos. Esta ciencia se
encarga del estudio de los signos en la vida social, al igual que la
semiología. Ambos conceptos son tomados como sinónimos por el
diccionario de la Real Academia Española (RAE), aunque los expertos
establecen algunas diferencias.

Algunos sostienen que la semiótica


incluye a todas las demás ciencias que se
dedican al estudio de los signos en
determinados campos del conocimiento.
La semiótica, en este sentido, aparece
como una ciencia del funcionamiento del pensamiento, destinada a
explicar cómo el ser humano interpreta el entorno, crea conocimiento y
lo comparte.

Mientras la semiología se defini como la ciencia que se encarga de


los estudios vinculados al análisis de los signos en general, tanto
lingüísticos (relacionados a la semántica y la escritura) como semióticos
(los signos humanos y de la naturaleza).

El signo lingüístico es entendido como la asociación más


importante en la comunicación humana. Está formado por un
significante (la imagen acústica) y un significado (una idea que se tiene
en la mente respecto a cualquier palabra). Para Charles Peirce (1839-
1914), el signo es una entidad compuesta por el significante (el soporte
material), el significado (la imagen mental) y el referente (el objeto real
o imaginario al que alude el signo).

Zoosemiótica
Llamamos zoosemiótica a las
señales producidas por un individuo, el
emisor, para transmitir información
sobre sí mismo a otro individuo, el
receptor. El bramido de un ciervo
macho, las señales químicas que lanzan
algunos animales, el canto de un pájaro
son formas de comunicación que se
incluyen en la zoosemiótica.

Se denomina zoosemiótica a la comunicación celular, biológica y


animal, al intercambio de señales que se da entre los animales, de
cualquier especie. La ciencia que estudia estos fenómenos se llama
zoosemiótica y tiene como objetivo estudiar los métodos que usan los
animales para comunicarse entre sí. Los animales tienen diferentes
sistemas de emitir mensajes, utilizan su sensibilidad y sus sentidos de
olfato, vista, tacto, oído y gusto para emitir y recibir mensajes. Usan
cuatro campos o sistemas de comunicación. El campo químico, el óptico,
el táctil y el acústico, que como su nombre lo indica, todos estos los
perciben a través de sus sentidos. El uso de estos, les permite abarcar
olores, intensidad de la luz, movimientos y el escuchar con claridad y
precisión si alguien se acerca o se aleja, etc. Por ejemplo. Un perro
guardián, percibe claramente la presencia de extraños, sabe como
avisar o atacar si es necesario defender a su amo.

Percibe claramente el olor de las personas conocidas y desconoce


sin temor a equivocaciones cuando la persona que está cerca no es
grata. La comunicación entre los animales y los seres humanos también
es muy frecuente, cuando se establece una relación entre ambos, Se da
entre el perro y su amo, entre el caballo y su jinete, el animal aprende a
obedecer órdenes primero y después a mantener un intercambio de
afecto y lealtad indiscutible, debido al tiempo que permanecen juntos y
llega a darse un tipo de comunicación entre el hombre y su mascota
dignos de admiración. Todo esto tiene un trabajo, que el hombre al
desarrollar sus capacidades y habilidades, logró domesticar a las
especies animales.

La hipótesis principal de la zoosemiótica, asegura que todos los animales


son sociables y que cada especie tiene sus propios medios de comunicación y
manifiestan a través de ella su humor, época de celo, alegría, dolor, tristeza,
etc. Esta ciencia se divide en tres géneros: zoosemiótica pura que diseña los
modelos que permiten estudiar los mensajes y señales que se emiten entre los
animales de manera científica, la zoosemiótica descriptiva que estudia la
comunicación entre las especies animales, como las señales que utilizan para
elegir pareja, para llamar a sus crías o para alertar de la intromisión de seres
extraños o de peligro y; la zoosemiótica Aplicada la comunicación de los
animales con referencia y en beneficio del hombre.

Lenguaje en la naturaleza
Comunicación Química

Dependen del sentido del olfato y en algunas ocasiones del gusto.


Estas señales pueden recorrer grandes distancias cuando son
transportadas por las corrientes del aire, aunque sólo son percibidas a
favor del viento. Las sustancias químicas específicas que producen
efectos concretos que se llaman feromonas. Son sustancias producidas
por el organismo que son liberadas al medio ambiente a través del
sudor, orina o secreciones de otras glándulas especializadas. Su olor es
captado por otros animales gracias a receptores especializados en su
nariz.

Comunicación acústica
Quizás el tipo de comunicación a la que estamos más
acostumbrados, dado que el lenguaje
hablado del ser humano pertenece a esta
categoría. En este caso, el emisor emplea
diferentes mecanismos para emitir sonidos
que se transmiten mediante la vibración del
aire, agua o incluso sólidos y que son
percibidos por el receptor mediante un
órgano auditivo de naturaleza muy variada.

Menos generalizados, podemos encontrar otros canales más peculiares,


como las señales eléctricas empleadas por algunos peces para el cortejo
o las ondas producidas en la superficie del agua por algunos
heterópteros.

Un grupo zoológico puede utilizar más de un tipo de comunicación, de


forma alternativa o simultánea. Las hormigas emplean
fundamentalmente señales químicas, pero en determinadas ocasiones la
comunicación acústica se utiliza para modular otros comportamientos o
cuando las feromonas no pueden ser fácilmente transmitidas. El propio
ser humano emplea continuamente señales acústicas y visuales de
forma simultánea, al igual que aves y otros mamíferos.

Comunicación Visual

Ampliamente extendida, consiste en la emisión de señales que


pueden ser percibidas por los órganos de la visión del receptor. Su
naturaleza es muy variada, desde las coloraciones aposemáticas de
muchos invertebrados, los llamativos plumajes nupciales de las aves o el
lenguaje gestual humano.

Muchos animales diferentes usan


estas señales, que se pueden encender y
apagar en un instante, aunque por lo
general son útiles en determinadas horas
del día. Suelen ser llamativas o consistir
en movimientos bruscos. Por ejemplo,
una de las garras del cangrejo violinista
macho es mayor que la otra, tiene colores
fuertes y la sacude para atraer a las
hembras. Los colores y diseños de las alas de las mariposas y de los
machos de muchas aves atraen a sus compañeras en distancias cortas.
Cuando vuelan por la noche, los lampíridos machos producen destellos
luminosos con señales características, mientras que las hembras
responden con sus destellos desde el suelo.
Comunicación Táctil

La comunicación táctil, o transmitida mediante el tacto, es


especialmente importante en los animales sociales, incluyendo los
insectos. Los miembros de una colonia de hormigas, por ejemplo, se
lamen y se rozan a cada momento; esas actividades refuerzan los
vínculos sociales de las hormigas.

La comunicación táctil en las abejas ha interesado especialmente


a los investigadores a causa de su complejidad. Cuando una abeja
descubre una nueva fuente de alimento, regresa a la colmena y ejecuta
una danza detallada, fenómeno que fue interpretado por vez primera
por el zoólogo austriaco Karl von Frisch. La información se comunica
principalmente mediante contacto físico, cuando las otras abejas siguen
y tocan a la abeja danzante. La orientación y la velocidad de la danza,
así como el tamaño del área cubierta por el danzador, comunica a las
otras abejas la distancia y la localización precisa del alimento.

El tacto y el contacto corporal son utilizados extensamente por los


primates, sobre todo por los mandriles, los gibones y los chimpancés.
Esos animales suelen unirse en cálidos abrazos y también pueden
tocarse ligeramente, empujarse, morderse o incluso besarse. El
acicalamiento (el acto mediante el cual los animales se lavan unos a
otros) es una forma más estructurada de comunicación táctil que ayuda
a los primates a establecer un dominio social y a fortalecer los lazos
afectivos.

La efectividad de la comunicación táctil está limitada por la


distancia –un animal debe ser tocado por otro para transmitir
información. No obstante, la comunicación táctil puede producirse en
medio de una oscuridad total o un silencio completo.

La comunicación no
verbal humana y su
relación con la
comunicación animal
Por lo general la comunicación no verbal se
suele dar de forma inconsciente, aunque en algunos
casos se maneje con pleno conocimiento. Esta
inconsciencia parece no referirse sólo al hombre,
sino también a los animales (si bien es cierto que siempre que se habla
de ellos hay que hacerlo en términos hipotéticos). Así, por ejemplo,
podemos citar el caso de los gatos. Se ha observado que cuando un
felino está aparentemente contento se frota contra su dueño o incluso
contra un objeto. La causa se atribuye a la subconsciente relación de su
estado de satisfacción a las caricias de la madre

La primera muestra de igualdad entre hombre y animales en la


comunicación no verbal la encontramos en los ritos. Los ritos son actos
comunicativos establecidos según una norma, tácita o expresa, entre los
miembros de una comunidad. Se ha venido creyendo, a través de la
tradición antropocéntrica occidentalista, que en los animales los ritos
eran por instintos, y en los hombres por la razón. Si bien es cierto que en
algunos ritos se ha impuesto la racionalidad, en la mayoría seguimos
actuando de forma inconsciente, guiados por una conducta innata.
Ejemplo claro es el hecho común del cortejo. Tanto los animales
calificados como superiores como en el hombre, la cópula no se produce
por la neutralización del miembro del sexo opuesto, sino por el
“acuerdo” de ambas partes. Así, mientras animales como el pavo real se
sirven de su plumaje para atraer a las hembras, y otros como las gorilas
adoptan posturas corporales que evocan y estimulan a los machos a la
cópula, el ser humano ha desarrollado un complejo sistema de
acercamiento mediante gestos y palabras para atraer a una pareja, a la
vez que ha desarrollado el erotismo para incitar al coito.

También podemos considerar rito, por ejemplo, el hecho de que


para afirmar algo movamos verticalmente la cabeza, mientras que lo
hagamos horizontalmente para el caso contrario. El movimiento lateral
para negar parece estar relacionado con la negación de la comida
desagradable que se produce en los primeros meses de vida. El hecho
de que otras culturas, como la griega, la negación se exprese mediante
inclinar hacia atrás la cabeza se atribuye a la asimilación de la repulsa
con un olor desagradable. Esto se da también en muchos mamíferos. Es
decir, que el hombre ha adaptado una conducta innata a su cultura. Y es
que la comunicación va en muchos casos ligada estrechamente al
alimento. Así, cuando el hombre da la mano en señal de amistad no
hace más que remitirse al intercambio de alimento entre los primeros
homínidos. Este mismo ritual se da por ejemplo entre los chimpancés,
que al comprobar que un miembro de su especie tiene alimentos se
acercan a él con el brazo extendido y la palma de la mano hacia arriba.
Otro caso interesante es el que se produce en las situaciones de
defensa. Al sentirse amenazados los gatos enseñan las uñas, los perros
gruñen exponiendo sus dientes; parece que en los hombres sucede lo
mismo. Así se comprueba como cuando se “caldea el ambiente” el
hombre tiende a erguirse. La razón es mostrar más tamaño. Este acto
comunicativo es muy curioso. Los animales informan de sus
posibilidades y de su condición violenta con el fin de no atacar, pues
hasta el más poderoso puede resultar herido. Se comprueba cómo entre
hombres y animales existe paridad en el hecho de que el pelo se eriza,
algo que sucede también en casos de terror. Vuelve a ser el motivo la
intención de mostrar al oponente un tamaño superior. Se habrá
observado que, ante una situación tensa, siempre se buscan excusas
racionales. El hombre es un animal racional y busca excusas para no
atacar (“Si no fuera porque estoy cansado..., Porque no tenía ganas de
bronca, que si no..., Porque iba con mi novia, si no...”). La verdadera
traducción de este acto comunicativo sería la de “No quiero resultar
herido, pero quiero seguir manteniendo el poder (aunque sólo sea
moral) sobre mi territorio”.

En cuanto a la alegría se ha observado que tanto chimpancés


como los humanos (y parece que en otras especies como el perro y
algunos felinos) se produce el fenómeno de la sonrisa. Es un fenómeno
curioso, pues se asemeja en demasía con el de máximo enfado, el de
enseñar los dientes. Es curioso advertir como pequeñas modificaciones
dentro de un acto comunicativo pueden dar lugar a otra expresión
totalmente opuesta, como es el caso de la cebra, que manifiesta su
disposición de amistad o de agresión con la apertura de la boca, aunque
cuando está en disposición violenta echa hacia atrás las orejas. (Echar
las orejas hacia atrás en los animales es un signo casi inequívoco de su
posición agresiva)
Diferencias de la comunicación
humana y la comunicación
animal
Los distintos sonidos que un orangután emite para trasmitir
distintos mensajes (miedo, alerta, presencia de una fuente de alimento)
como el lenguaje humano también constituyen un código, así como los
bailes de las abejas y el croar de las ranas.

Un código, pues, es un sistema de signos. Y un signo es un


elemento físico que funciona como sustitutivo de alguna otra cosa. Por
ejemplo: el humo es un signo que nos hace comprender que hay fuego
en algún sitio. La cresta anaranjada que las garcillas bueyeras exhiben
durante la época de celo representa su disponibilidad para el
apareamiento. Un chimpancé gritará alarmado para avisar a sus
congéneres de que se aproxima un leopardo. Y la palabra coche
sustituye a cualquier coche del que estemos hablando, o a su concepto
general. Tenemos, entonces, cuatro elementos físicos: el humo, la cresta
anaranjada y el sonido del grito del simio y de la palabra coche. Y
cuatro elementos a los que sustituyen: el fuego, la disponibilidad de
aparearse, la alerta ante un peligro y un vehículo a motor.

Pero hay diferencias fundamentales entre estos signos. En los dos


primeros casos, por ejemplo, los signos no son intencionados. El fuego
no tiene vida, y por lo tanto no produce humo a propósito. La garcilla,
aunque es un ser vivo, tampoco elige teñirse la cresta de naranja: en
época de celo, si el ejemplar está sano, lucirá su copete.

Un chimpancé emitiría un sonido de alerta si se aproxima un


depredador o así lo cree. Aunque pudiera parecer un acto intencionado,
no lo es. El chimpancé no elige chillar o no chillar. Si viene el leopardo o
si él cree que viene, emitirá el sonido instintivamente. No puede, por
ejemplo, decidir no avisar para que el felino atrape a sus compañeros de
la manada que le caen mal, y tampoco puede emitir el sonido sin que
haya un estímulo de peligro para gastar una broma. Así que, aunque
pueda parecer que el signo emitido por el simio no es inevitable, como
el humo o la cresta naranja de las garcillas, en realidad sí lo es. Solo que
únicamente se emite ante determinados estímulos, y no por una
reacción química o por el simple transcurrir del tiempo.
Aquí tenemos la primera diferencia entre el lenguaje humano y las
formas de comunicación animal: una persona puede decirle a otra que
se ha comprado un coche, aunque sea mentira. Es decir, puede mentir
con conciencia de lo que lo está haciendo. El chimpancé puede emitir su
grito de alerta aunque no venga un depredador, pero solo si él cree que
viene un depredador. Esta es una capacidad del lenguaje humano,) se
llama en lingüística prevaricación.

Otra diferencia fundamental es que los animales no pueden


emitir mensajes acerca de algo que esté alejado en el espacio o en el
tiempo. Por ejemplo: un chimpancé no puede comunicar a sus
semejantes que ayer había un peligro cerca de la manada, o que
mañana ya estará preparado para aparearse. Tampoco puede avisar de
un leopardo una vez que el peligro se ha alejado lo suficiente como para
no constituir una amenaza.

Sin embargo cuando una abeja descubre en uno de sus vuelos un campo
sembrado de flores ricas en el néctar que les sirve de alimento, antes de
hacer nada regresa a la colmena y se pone a bailar frenéticamente.
Siempre hace el mismo baile, con pocas variaciones: un dibujo en forma
de 8 con una serie de temblores del abdomen. Cuando las demás abejas
la ven, interpretan varios aspectos de su danza: la amplitud de los arcos
del 8, la velocidad de los temblores, y la orientación del eje del dibujo
respecto del sol. Con esto se hacen una idea bastante concreta de la
distancia a la que está la fuente de alimento, la dirección en que se
encuentra y la cantidad de flores. Entonces, parten para recolectar el
néctar

La capacidad creadora del lenguaje humano es otra de las


principales diferencias. Una abeja puede alertar sobre un campo de
flores, tal vez sobre un peligro, o sobre alguna otra cosa. Pero no puede
inventar un mensaje. Solo puede reproducirlo, siempre que esté
programado en sus genes.

El chimpancé puede avisar sobre un peligro, sobre una fuente de


alimento, sobre su superioridad física o su disponibilidad para aparearse.
Incluso puede dar órdenes organizativas. Pero no puede inventar nuevos
mensajes.

La última, y más importante, diferencia. Y es que el lenguaje


humano se estructura en un sistema combinatorio discreto. Esto
quiere decir que, con un número limitado de unidades, y mediante
técnicas de selección y combinación, es capaz de crear un número
virtualmente ilimitado de mensajes.

Este sistema discreto dispone de dos tipos de unidades: los


monemas y los fonemas. Los monemas son las unidades mínimas de la
lengua dotadas de significado. Por ejemplo: en la palabra crecimos,
podemos advertir, al menos, dos partes distintas con significado propio:
crec-, que equivale a “relacionado con el crecimiento”, e -imos, que
significa “primera persona, plural, pretérito perfecto de indicativo”2. Esta
unión de monemas para construir unidades significativas se conoce
como la primera articulación de la lengua. Pero, además, todavía
podemos dividir cada uno de estos monemas en unidades menores, esta
vez desprovistas de significado: c, r, e, c, i, m, o y s. En la cadena
lingüística hablada, cada una de estas unidades se llaman fonemas3. Los
fonemas no se pueden descomponer en unidades menores, con o sin
significado. Cada fonema es simultáneo, y aunque tiene varios rasgos
distintivos (sonoridad, forma de articulación y modo de articulación,
principalmente), todos se ejecutan a la vez. A esta división de los signos
lingüísticos en unidades mínimas sin significado se la ha llamado
segunda articulación, y las dos juntas se conocen como la doble
articulación del lenguaje. El descubrimiento y estudio de la misma se
deben principalmente al filólogo francés André Martinet.

El sistema de comunicación sonora de animales como los simios


posee un inventario seguramente impresionante. Sin embargo, cada
señal significa una cosa, y solo esa. No las pueden combinar para crear
señales nuevas. No se pueden descomponer las señales en unidades
menores. No pueden combinar parte de una señal con parte de otra. El
lenguaje de los simios no posee la doble articulación.

El castellano, con poco más de una veintena de sonidos (fonemas),


es capaz de crear infinitas combinaciones y usarlas en infinidad de
mensajes. Un hablante incluso es capaz de comprender y crear signos
que nunca ha oído. Un niño de cuatro años que sepa que existe la
palabra bebimos, y la palabra vivir, es capaz de entender o pronunciar
las palabras beber y vivimos aunque no las haya oído en toda su vida. Y
eso, sin tener que entrenarlo durante años en un laboratorio, como
hacen con los pobres chimpancés, sino simplemente oyendo hablar a la
gente a su alrededor.

Hay científicos que han logrado que los simios, siguiendo un duro
entrenamiento, reproduzcan una serie de signos interpretables por las
personas. Sin embargo, no se ha llegado a lograr que los combinen para
crear nuevas oraciones.
Conclusión
Este trabajo de investigación da muestras de las teorías de que el
lenguaje primario es simbólico o de signos. Los animales, poseen un lenguaje
explicito y corto en su expresión anímica; pero, tan extenso en sus
apreciaciones descriptivas y de “traducciones”. Las abejas, las hormigas, su
lingüística estructural o la etiología, es ejemplo de formas de lenguaje
entendible, aunque en símbolos o más que signos.

Aunque se destaca que el lenguaje humano es un sistema de símbolos y


el lenguaje animal es un sistema de signos. El lenguaje animal no es arbitrario
y su sistema comunicativo tiene límites estrictos a los cuales los animales no
buscan superar.

La abeja tiene un sistema complicado de baile que comunica la distancia


y la dirección a una fuente de néctar. Este baile no es arbitrario porque cada
movimiento y su duración tienen un significado específico. Este rasgo del
lenguaje animal basado en signos se encuentra en todos los tipos de lenguajes
animales; o sea todos son no arbitrarios.

Lenguaje corporal, visual, es parte del mensaje. La comunicación es


emitida y es captada por todos. Aunque puede diferir en la interpretación es
parte sustancial de una forma y manera de lenguaje.

¿La escritura es superior al habla? ¿Los dialectos son resultado de la


corrupción de la lengua? El lenguaje tiene más facetas que las que hemos
podido captar hasta ahora.
La capacidad humana del lenguaje es algo abstracto porque sólo se puede
observar esa capacidad indirectamente mediante sus manifestaciones; los
idiomas.

Para concluir el lenguaje es una forma de comportamiento social


humano, que permite la comunicación mediante el empleo creativo de un
sistema ordenado de símbolos orales arbitrarios o de instinto.

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