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Metodología de la Investigación MÓDULO 10

Módulo 10:
Análisis de contenidos
Segunda parte
Jorge E. Grau

5. Análisis de contenidos: textos y discursos


5.1. Niveles en el análisis de contenidos
5.2. Unidades de significado
6. Análisis de contenidos: interpretación
6.1. Competencias para el análisis de contenidos
6.1.1. Competencias para comprender información
6.1.2. Competencias para elaborar información
6.1.3. Competencias para “construir significado”
6.2. Análisis semántico
6.3. Análisis de contenido manifiesto y latente
7. Procedimiento para el análisis de contenidos
7.1. Pre-análisis
7.2. Formación del sistema de categorías
7.3. Codificación
7.4. Análisis e interpretación
7.5. Análisis de material impreso
7.6. Análisis de contenido manifiesto y latente
7.7. Tamaño de la muestras
7.8. Fiabilidad y validez en el análisis de contenidos
7.9. Aplicación de software a la exploración de significados
8. A tener en cuenta
9. Bibliografía

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5. Análisis de contenidos: textos y discursos

Cuando al pensar cambiamos de idea, eso es Filosofía.


Cuando los hechos nos hacen cambiar de idea, es Ciencia
John Brockman

En principio, un contenido es un texto en una hoja de papel, con palabras


agrupadas en cierto orden que contiene elementos semánticos dispuestos según reglas
que constituyen cierta sintaxis. En términos lógicos, un texto se presenta como una serie
de elementos semánticos. Los enlaces de los primeros tipos son de orden próximo –se
aplican a elementos vecinos–, y los últimos enlaces son de orden remoto –se aplican a
elementos de un texto alejados entre si–. Cualquier texto es, siempre, una larga cadena
de n conceptos que emergen en cascada en una estructura secuencial.
Tal como la conocemos en los libros, la estructura secuencial es la manera más
simple y tradicional de organizar la información. La secuencia puede estar dada por un
orden cronológico, por tópicos que van de lo general a lo específico, por orden
alfabético, numérico, etcétera (Fig. Nº 8).
Fig. Nº 8: Estructura secuencial

Se "puede" precisar y reflejar estadísticamente la idea de nexo o vinculación entre


los elementos semánticos i y j midiendo la probabilidad de hallar j después de i. Incluso
puede generalizarse y buscar la probabilidad de hallar j a una distancia d después de i.
Estos coeficientes informan acerca de la influencia de i en los elementos
semánticos posteriores j, k, l..., y no será necesariamente el más cercano el que esté
más fuertemente unido a i. Una unión “fuerte” correspondería, en principio, a una fuerte
probabilidad de ocurrencia. Una aportación significativa a estas ideas fue la de G. K. Zipf
(1949), que halló que las palabras aparecían en los textos con una determinada
frecuencia, de tal manera que cuando las ordenaba en sentido descendente en función
de su frecuencia, la aparición del rango de la palabra estaba relacionado con valores
constantes. Este estudio estadístico de los textos permite estimar la relación que existe
entre la importancia de cada requisito y el grado de vecindad o de alejamiento de los
elementos semánticos, así como requisitos ortográficos, gramaticales y lógicos (D.
Knuth,1963; T. Buch, 1999).
 Pero todavía no hay un esquema conceptual que nos diga cómo optimizar su
significado y, mucho menos, su comprensión: aún así todo texto tiene una forma que
trasciende la naturaleza de los elementos semánticos unidos. Esa forma se halla unida a
la significación, pero todavía no se puede definir con precisión cómo y qué es lo que hay
que interpretar y re-entender de todo eso (U. Eco, 1995): llamamos interpretación a
aquella explicación del sentido del contenido –libro, relato, etcétera– que se analiza.

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5.1. Niveles en el análisis de contenidos


¿Cómo y dónde encontramos unidades de significado en los textos?
Habría seis posibilidades generales (G. L. Huber, 2002):
- palabras sueltas;
- significados de palabras;
- frases;
- temas;
- párrafos;
- textos cortos.
En una primera etapa surge claramente la necesidad de
- buscar palabras,
- crear listados alfabéticos de palabras,
- localizar los contextos de cada palabra,
Al estudiar estas distribuciones en textos concretos podemos ver palabras
“significativas”, vinculadas a la investigación, y una serie de palabras que no son
relevantes:
- Aquellas que tienen una frecuencia de uso demasiado alta según la
distribución: es razonable pensar que si una palabra se utiliza demasiado es
porque es porque tiene carácter auxiliar, es decir, aquellas que nos sirven
para relacionar las palabras que tienen significado propio –esencialmente,
los sustantivos–: las palabras de mayor frecuencia son generalmente
artículos y preposiciones, seguidos de adverbios, adjetivos, etc.
- Aquellas que tienen una frecuencia de uso demasiado baja, o anormalmente
baja: su uso es tan escaso que es difícilmente sostenible que sea una
palabra en el texto que tenga relevancia real.
Este análisis también se conoce como relación entre palabras llenas y palabras
vacías. Como se infiere, estas opciones no pueden desarrollarse mecánicamente,
necesitan decisiones cualitativas previas y, probablemente, ajustables en los pasos
siguientes. No sólo cuando usamos palabras como unidades de análisis, sino también
cuando usamos alternativas más complejas como significados de frases o párrafos:
necesitamos presunciones e indicios, o hipótesis basadas en otros textos, para que la
unidad de análisis que hemos elegido “conteste” nuestras preguntas.
Necesitaremos:
- Lista de palabras:
- Número total de palabras del texto.
- Número total de palabras distintas.
- Porcentaje de palabras distintas.
- Formas de escritura repetidas cierto número de veces.
- Número total de respuestas.
- Glosarios y Frecuencias:
Tabla Nº 1: Palabras por orden de frecuencia
Palabra Frecuencia Observaciones

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Tabla Nº 2: Frecuencia de unidades lingüísticas


Sustantivos Verbos Adjetivos y adverbios

- Análisis de unidades lingüísticas


Tabla Nº 3: Comparación de frecuencias de verbos conjugados
Verbos de mayor frecuencia Verbos de menor frecuencia Observaciones

- Repetición de segmentos
Tabla Nº 4: Repetición de segmentos por orden de frecuencias
Repetición de segmentos Frecuencia Observaciones

- Concordancias y contexto
En la decodificación del texto que se analiza se vislumbra la importancia de la
relación entre dicho texto y su contexto y los posibles significados de cada palabra en su
relación con ese contexto: el listado de concordancias es, entonces, el conjunto de las
apariciones de una palabra dada –acompañada de su contexto– en un grupo de textos
que comparten alguna característica –autor, lengua, contenidos, u otra–. Estas
concordancias, que se compilaban a mano hasta hace poco tiempo atrás, ahora pueden
compilarse, como veremos, con software especializado y una computadora.

5.2. Unidades de significado


Como ya dijimos, las significaciones anteriores necesitan conjeturas y
presunciones previas, algunas provisionales y con posibles modificaciones al avanzar el
análisis. No tanto cuando se usan palabras como unidad de análisis, pero si cuando
usamos alternativas más complejas como significados de palabras o frases:
necesitamos presunciones e indicios para que la unidad de análisis que hemos elegido
contribuya a la investigación; decidir, por ejemplo, qué palabras se usan como
sinónimos, o qué expresiones idiomáticas tienen significados similares tanto para la
persona que investiga como para el redactor de los textos que se analizan.
Las estrategias para definir unidades de significado pueden tener diferencias
importantes para las aproximaciones cuantitativas y cualitativas. Ya en 1952, Berelson
mantenía que el análisis de texto sirve para evaluar sistemáticamente, objetivamente y
cuantitativamente los contenidos manifiestos de comunicación. Por su parte, Kracauer
(1952) señalaba que el análisis cualitativo intenta revelar las categorías de significado
oculto o latente en el texto (citados por G. L. Huber, 2002).
En este nivel de procesamiento ambas perspectivas no son excluyentes ya que
podemos aplicar varias estrategias cuantitativas al análisis cualitativo del texto para
mejorar nuestros esfuerzos interpretativos. Ello ocurre, principalmente, cuando
intentamos entender las experiencias y acciones de las personas a partir de sus propias
descripciones verbales, o explicar sus acciones específicas relacionándolas, por
ejemplo, con el marco de referencia de las teorías implícitas de esas personas.
Si bien este acercamiento nos permite percibir las visiones globales subjetivas de

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los discursos de nuestros entrevistados, o de los redactores de los textos, se corre el


peligro de tomar sólo algunos aspectos parciales de sus visiones globales, muy
probablemente aislados de su contexto subjetivo debido a que nuestros filtros
conceptuales –cosmovisión, ideología, modelo conceptual, paradigma, preconceptos, o
como nos guste llamarlos– se “incomoden”, o nuestros conocimientos previos
desconozcan los conceptos propuestos. Una primera estrategia de desarrollo de
categorías “al vuelo” es el procedimiento empírico recomendado por Glaser y Strauss en
1979 (citado por G. L. Huber, 2002).
Cuando buscamos unidades de significado en los textos, debemos estar
conceptualmente “abiertos” para caracterizar y definir las estructuras en los mismos. Las
propuestas siguientes deben entenderse como sugerencias generales que proporcionan
ayuda para identificarlas y asociar a esas unidades los códigos apropiados, pero no
como reglas algorítmicas que podrían seguirse para alcanzar una meta predeterminada.
Cuando leemos un texto e intentamos ser sensibles a declaraciones sobre situaciones,
eventos o personas, con opiniones, ideas, enfoques, etcétera –los conceptos
emergentes–, también buscamos categorías. Al buscar secuencias, prestamos atención
a vínculos, conexiones, relaciones, etcétera, expresadas en el texto, e intentamos poner
esas declaraciones y sus vínculos en una unidad de significado.
Al buscar temas, tendremos que ir a niveles más abstractos. En algunos casos un
texto completo se reduce a un tema; por ejemplo, cuando reducimos textos cortos o
párrafos. Además de buscar unidades de significado en el texto, tenemos que definir y
decidir cuáles serán nuestras categorías con las que interpretaremos o explicaremos el
contenido de esos segmentos de texto. Habitualmente, se usan tres posibilidades para
encontrar códigos y categorías (G. L. Huber, 2002):
- aplicando sistemas de categorías predeterminadas,
- utilizando categorías basadas en indicios y presunciones previas, o
- desarrollando categorías mediante una teoría generada previamente.
El camino de utilizar categorías predeterminadas permite reducir los textos según
el esquema interpretativo del sistema elegido, habitualmente disponible de otros
estudios anteriores sobre el mismo tema o de publicaciones de otros autores. La
categorización basada en indicios y presunciones previas nos proporciona una guía para
buscar unidades de significado en los textos. Basándose en ellas definimos las
categorías y reglas para codificar sus datos (G. L. Huber, 2002).
En cambio, la categorización mediante teoría generada previamente parte de:
- una descripción previa para la caracterización de los datos,
- la utilización de un sistema de categorías, y
- la estructuración del proceso de análisis con un marco de hipótesis.
En estos dos últimos casos, tenemos que evitar (G. L. Huber, 2002):
- las subjetividades, opiniones sin fundamento y/o prejuicios, así como la
influencia de las visiones globales o conductas de las personas que
proporcionaron información, y
- establecer prematuramente principios de reducción de los datos, comparando
categorías momentáneas y declaraciones relevantes en los textos a usar.

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6. Análisis de contenidos: la interpretación


La objetividad es la ilusión
de que las observaciones pueden hacerse sin un observador
Heins von Foerster

A menudo la información específica sobre un autor es muy útil, y habitualmente


no está disponible en los textos, por lo que es necesario buscar fuentes adicionales.
Estas fuentes y su información ayudan a acercarse al autor y “ver” el objeto de estudio a
través de sus propios ojos y entenderlo desde sus propias perspectivas.
Consecuentemente, la codificación temática juega un papel importante en el análisis del
texto:
- cuando analizamos textos cortos y homogéneos, por ejemplo, párrafos, la
codificación temática puede ser lo que necesitamos para alcanzar nuestras
metas interpretativas,
- en la interpretación de textos largos, heterogéneos y complicados puede
servirnos una reducción con códigos temáticos. Esta estrategia puede
servirnos para encontrar una o varias ideas principales en el texto y no
enredarnos en un gran número de detalles potencialmente polémicos,
- normalmente, la codificación temática aparece en la fase final de análisis del
texto, y a menudo sólo después de varios ciclos de análisis de los datos, de
reducción, reconstrucción y comparación de las estructuras de significado.
Para la reducción temática de textos, compatibles con las tres situaciones
anteriores, G. L. Huber (2002) recomienda:
I) identificar una idea principal o una categoría central;
II) buscar las categorías subordinadas que necesitan ser diferenciadas o
enlazadas entre sí;
III) examinar las relaciones –hipotéticas– entre las subcategorías y entre las
categorías y la idea principal comparando los segmentos del texto;
IV) examinar las diferencias, por ejemplo, de categorías incoherentes, que
llevan a ciclos extensos de análisis.

Como se aprecia, el analista de contenidos debe cumplir con una serie de


operaciones: selección del material, ordenación, temporalización, determinación de
fuentes, influencias y filiaciones, análisis, organización, sistematización y valoración.
La intertextualidad –relación que un texto mantiene con otros textos, ya sean
contemporáneos o anteriores, que constituye un tipo especial de contexto–, aplicada al
análisis de los contenidos, define una estructura en la que aparecen distintos discursos
simultáneos. Más allá de disponer distintas maneras de integrar textos, también habrá
que preguntarse por las características conceptuales identificadas –el marco teórico, el
modelo mental, las ideas predominantes– del autor, o autores, que han producido esos
documentos. Como puede inferirse, las relaciones intertextuales pueden ser diversas, ya
en el mismo autor o en autores de la misma línea conceptual, pero todas estarán
atravesadas por el problema a investigar. Pero aún así, ese discurso reflejará siempre
las complejas relaciones que ofrecen las diversas fuentes de información.
En esta etapa se necesitan los criterios de análisis más amplios que den sentido y
hagan comprensivos a los enfoques parciales de los distintos autores. Esta amplitud

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puede aportarla el concepto de categoría natural (E. Rosch, 1972) que define la
formación de las categorías en torno a un prototipo.
Una categoría natural se caracteriza por:
- sus elementos son desigualmente representativos de la categoría, en los
que algunos son más representativos que otros, por lo que no tiene
límites bien definidos,
- sus límites son difusos y borrosos ya que no son categorías cerradas como
las categorías lógicas y matemáticas.
La categoría natural posee, entonces, una estructura interna pero no tiene límites
precisos y definidos. Es necesario destacar que la mayor parte de las categorías no son
inequívocas, como habitualmente se cree: las categorías naturales –con su ambigüedad
inherente– permiten que los contenidos –tal como han sido definidos por diferentes
autores– se configuren como unidades conceptuales.
Estas tareas, que comienzan con la selección del material y desembocan en
nuevas caracterizaciones y conocimientos, solo son factibles en la medida en que ese
sistema de criterios y principios de esas operaciones conduzca a una posibles
interpretación: sólo puede seleccionarse el material –para referirnos a la operación más
sencilla– sobre la base de una determinada manera de "comprenderlo", es decir, sobre
la base del sentido que ese material nos proponga.
¿Cómo dilucidamos el entrecruzamiento de varios enfoques?
¿Qué ocurre con las interpretaciones de los textos?

6.1. Competencias para el análisis de contenidos


Para concretar algunos aspectos en el análisis de contenidos y su incidencia en
las tareas del investigador, tendremos en cuenta:
- Las competencias para comprender información.
- Las competencias para elaborar información.

6.1.1. Competencias para comprender información


Las competencias para comprender información –constituidas en gran parte por la
competencia lingüística– posibilitan procesos de distinto nivel de complejidad:
a) procesos básicos de reconocimiento y elaboración semántico-sintáctica de
los elementos del mensaje en el documento.
b) procesos superiores de elaboración semántica que van más allá de la
información representada en el texto, siendo los más importantes:
- activación de determinados esquemas mentales provocados por el
texto, que siempre deja “huecos” sin llenar, y ambigüedades.
- activación de conocimientos anteriores, generación de expectativas y
desarrollo de estrategias de búsqueda, provocadas por la
interacción del contenido con los conocimientos previos y los
objetivos del investigador-analista.
- generación de inferencias: todo documento transmite (como cualquier
mensaje) información implícita, indeterminaciones, ambigüedades,
“huecos” o lugares vacíos que deben ser deducidos por el
investigador para obtener una estructura semántica coherente.

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Las inferencias más importantes para lograr la comprensión son:


1) Inferencias de elaboración: vinculan de diversos modos las nuevas
informaciones con las estructuras cognitivas existentes en el receptor. Un
conjunto de conceptos propuestos por el texto activa en el receptor la
producción de ideas, pensamientos y relaciones que amplían y transforman
la información propuesta.
2) Inferencias de reducción: cumplen, dirigidas por los objetivos del receptor, la
función de condensar la información recibida junto con los conocimientos
previos y las ideas y relaciones generadas, en una macroestructura
semántica que, construida en base a procesos de abstracción y
generalización, representa la información resultante que conservará el
investigador.

6.1.2. Competencias para elaborar información


Estas competencias –también basadas en la competencia lingüística– posibilitan
otra serie de procesos, pero destinados a la posible re-construcción del texto, obtenida
de la lectura e interpretación de todos los textos que se están analizando. Es
conveniente diferenciar entre:
- la “historia” –la secuencia de sucesos– que se cuenta como una
secuencia lineal de eventos episódicos, y
- la “forma” en que se cuenta –la secuencia de esos sucesos–.
Como indica G. Genette (1987), la distinción algunas veces es difícil, por:
- la explicación de eventos que ocurrieron en el pasado y que todavía no
han sido identificados –lo que se conoce como analepsis–, y
- la anticipación de algo por ocurrir –lo que se conoce como prolepsis–.
 Como es de inferir, para el análisis de contenidos es fundamental considerar
los conocimientos previos del investigador sobre el tema.

6.1.3. Competencias para “construir significado”


¿Qué estrategias cognitivas adoptan los investigadores para “construir
significado” cuando analizan contenidos?
Como ejemplo, ofrecemos el esquema conceptual de W. Watson (1985), que
afirma que todo autor, incluyendo los oradores (como surge en textos de desgrabaciones
de audiocasetes), revela sus presuposiciones filosóficas utilizando en forma diferenciada
cuatro componentes necesarios de toda pieza literaria:
- la perspectiva del autor (que puede ser personal, o la de una determinada
tradición, y que podría estar oculta incluso para el propio autor);
- los objetivos discutidos;
- el texto en sí –especialmente cómo vincula entre sí los diferentes ítems–; y
- las metas o principios –ideales, valores, etcétera– que orientan o motivan el
texto, y reflejan un conjunto de suposiciones básicas, tales como
valores culturales que influencian tanto a los autores como a las
tradiciones intelectuales.

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El esquema de análisis también tiene cuatro configuraciones:


I) Los autores que destacan la objetividad por encima de los otros
componentes emplean un estilo científico de escritura: tienden
también a usar métodos lógicos, invocar metas reduccionistas y
evitar al máximo los valores.
II) Los autores que enfatizan deliberadamente los valores y ven los
objetos de su discurso como sombras mundanas de realidades de
otro mundo –vinculando típicamente a ambas por medio de un
método denominado explícitamente “dialéctico”–: tienden a
enfatizar la comprensión, y a menudo menosprecian la estrechez
del conocimiento técnico-científico.
III) Los autores que enfatizan el método y la disciplina –en el sentido de
objeto de estudio o disciplina profesional–: subrayan el
encadenamiento de los objetos en largos esquemas
enciclopédicos.
IV) Los autores que destacan su subjetividad –su perspectiva, o su
creatividad– como un fin en sí mismo: en términos de método,
éstos tratan a menudo de ser anti-metódicos, de utilizar cualquier
medio que mueva la narrativa (cuento, drama, etc.) hacia adelante.
Finalmente, este autor admite que esos cuatro grupos básicos no agotan el
campo estilístico, ya que muchos autores combinan las diferentes modalidades,
generando estilos híbridos con la utilización simultánea de dos o más de estos cuatro
estilos básicos. Con este esquema podemos avanzar en el intento por descubrir los
presupuestos conceptuales de los autores –explícitos, o a veces implícitos– sobre los
conceptos o contenidos que estamos analizando.
Si bien la estructura conceptual está dada por el autor del texto, es bueno
plantearse cuáles serán las estrategias de exploración del analista-investigador, ya que
es él quien selecciona la secuencia de textos y lecturas. Como se infiere, las
posibilidades de la interpretación –que puede tomarse como un modelo de análisis para
relacionar conceptos– requieren un marco conceptual que permita:
- dar alguna estructura lógica a los textos que lo componen,
- recorrer los contenidos y las estructuras conceptuales según el nivel de
detalle que procuremos extraer del texto,
- integrar, en forma pertinente, datos e información de orígenes diversos,
en una unidad con sentido.
Resumiendo: lo que decimos y hacemos tiene significado dentro de un marco de
conocimiento cultural. El modo en que usamos ese discurso tiene raíces en la
sociocognición grupal y comunitaria, por medio de la cual le damos sentido a nuestra
experiencia. La interpretación de ese discurso también tiene raíces en la sociocognición
grupal pero incluye las percepciones personales (D. Hymes 1971).

6.2. Análisis semántico


En principio, la estructura semántica del discurso está dada por el tema que
desarrolla el texto que se analiza. Esta perspectiva nos indica que ese texto está
conectado con la interpretación que el lector esta inducido a darle a ese texto. Es decir,
la estructura semántica remite a la coherencia global en donde el que interpreta

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reconstruye el texto en dos direcciones (T. Van Dijk, 1980):


- en la acción de recuperar información semántica que el texto posee, y
- en la acción de transferir todos los elementos propios, como los supuestos
socio-culturales e ideológicos, los sistemas de creencias, etcétera.
Según este autor, la coherencia es una de las propiedades semánticas de los
discursos, basada en la interpretación de cada frase individual y, a su vez, relacionada
con la interpretación de otras frases. Esto se enlaza con lo que es necesario para
interpretar adecuadamente una enunciación recurrente en un discurso, que requiere de
los elementos que preceden a ese discurso, es decir del contexto. En este sentido, T.
Van Dijk dice que la coherencia textual no está conferida sólo por lo que se dice en el
texto sino también por lo que está implícito en el mismo.
En los distintos métodos utilizados, la estructura semántica del discurso está dada por:
1) Fases y componentes de la obtención de datos
- Selección de participantes
- Redacción autobiográfica del sujeto: biografía ingenua
- Segmentación de la biografía ingenua
- Distribución parcelada del texto
- Reconstrucción del relato del sujeto
- Contraste con el sujeto de la reconstrucción
- Configuración de la primera autobiografía asistida
- Reuniones de grupo
- Configuración de la segunda autobiografía asistida
- Balance del sujeto
2) Técnicas de elaboración y registro de datos en historias de vida y
criterios de segmentación de textos autobiográficos (Sarabia, 1985)
- Marco micro-sociológico:
- Perspectiva temporal.
- Ecología social.
- Condiciones socioeconómicas de vida.
- Pautas psico-sociológicas de vida:
- Familia y grupos.
- Pautas culturales de valores, normas, expectativas y roles.
- Situación institucional.
- Características individuales: sí mismo (self) y personalidad:
- Autodescripciones e interpretaciones.
- Intereses: actividades ocupaciones y de tiempo libre.
- Fines, aspiraciones y conflictos.

6.3. Análisis de contenido manifiesto y latente


Á. Rivière (1999) dice: “El análisis de contenido hay que entenderlo en su sentido
contextual, es decir, el lenguaje no existe como fenómeno aislado, sino que se
manifiesta siempre junto con otros factores que posibilitan la comunicación”. Por eso
alude a dos tipos de análisis simultáneos:

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- el análisis de contenido manifiesto: lo que aparece –lo literal– , y


- el análisis de contenido latente: lo que subyace, o puede leerse entre líneas.
El análisis de contenido manifiesto nos limita a analizar lo que el autor ha escrito
sin que supongamos nada. Es suficiente una simple transcripción directa de la respuesta
en función de alguna sistematización determinada. Esto nos lleva a presentar todos los
textos que apoyan nuestras hipótesis citándolos textualmente. Este análisis elimina las
“suposiciones gratuitas” –las “validadas”, en una primera instancia, por la intuición–.
Pero estamos en una sociedad donde es necesario comprender no sólo lo que los
contenidos transmiten en forma manifiesta, sino lo que transmiten en forma latente y de
modo intencional: el análisis en el nivel latente nos lleva a decodificar el significado de la
respuesta, o de la motivación subyacente, del texto analizado. Nos interesa no sólo qué
aparece, sino lo que la respuesta implica y lo que se deduce de ella, yendo más allá de
la mera transcripción literal de lo que se ha dicho o escrito. Porque un autor se mueve y
evoluciona dentro de determinados contextos: a partir de un texto se puede deducir lo
que quiso decir, o dar a entender, e inferir, dentro de ese contexto.
El material del que se parte es, habitualmente, algo fragmentario y disperso– aun
cuando se trate de un texto perfectamente orgánico, porque en tanto que nos
propongamos interpretarlo, y no simplemente reiterarlo, se nos plantea el problema de
darle una nueva forma, otorgarle cierta conexión interna dentro de una nueva totalidad:
la interpretación consiste en revelar el sentido del texto (T. Van Dijk, 1980).
Pero ese sentido del texto no brota “espontáneamente” con la sola lectura: un
texto nos permanecerá “cerrado” mientras no hallemos medio de descifrarlo; y de la
lectura "literal" a la comprensión y traducción hay un largo camino. Sólo un estudio de la
cultura a la que el texto pertenece nos permitirá adentrarnos adecuadamente en él: todo
lo que "encontramos" en el texto, lo encontramos sin embargo porque lo hemos "puesto"
en él: comprender significa "colocar" el texto dentro del horizonte de sentido en que nos
movemos y somos, pero a la vez este horizonte está determinado por el pasado del que
somos herederos, y por nuestro saber de ese pasado (T. Van Dijk, 1980).
Como afirma J. L. Piñuel Raigada (2003): “la técnica del análisis de contenido no
producirá interpretaciones relevantes de los datos si éstos mismos no son relevantes
para conocer y comunicar; y estas condiciones son de naturaleza sociocognitiva”.
Pero si, a pesar de todo, interpretamos, ello se debe a que el texto no se agota en
su literalidad, sino que adquiere sentido sólo en función de nuestro entendimiento de él.
Interpretar un escrito significa colocarlo por encima de su sentido literal, en el nivel de
nuestra comprensión. El texto escrito es claro en tanto somos capaces de seguir el curso
de su razonamiento. Allí encontraremos cosas que nos parecen triviales, temas o
referencias típicos de su momento y que a nosotros nos parezcan prescindibles. Pero
nos parecerán triviales o superados porque nosotros los hemos superado y se nos han
vuelto triviales; y creemos que lo son efectivamente. Aquí nuestro modelo conceptual
puede ponernos en aprietos porque esta interpretación tiene que ver más con nosotros
que con el autor (B. Sarlo, 2005).
Consecuentemente, no sólo nos deben interesar los motivos de la interpretación
metodológica sino también en qué consiste la interpretación, es decir, el método utilizado
por el analista de contenidos y los elementos en los que se estructura su interpretación.

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7. Procedimiento para el análisis de contenidos

A medida que aumenta la complejidad de un problema,


disminuye la posibilidad de analizarlo en términos precisos
Lotfi Zadeh
A la hora de utilizar el análisis de contenidos la mayoría de los autores proponen
las siguientes fases: 1) pre-análisis, 2) formación del sistema de categorías, 3)
codificación, 4) análisis e interpretación, y 5) presentación de los resultados.

7.1. Pre-análisis
El pre-análisis es una fase de organización de la investigación. El cuidado sobre
las decisiones que se adopten en esta fase repercutirá sobre la calidad de la aplicación
del análisis. En esta fase deberemos adoptar una serie de decisiones respecto a:
- los objetivos concretos que va a perseguir,
- la identificación y selección de los textos,
- la selección de la muestra a la cual se le efectuará el análisis, y
- la revisión de la literatura específica y de investigaciones similares.
En este momento se toma contacto con los textos sobre los que se hará el
análisis. Los objetivos a alcanzar están claramente relacionados con dos niveles de
análisis: manifiesto y latente. El primero se centra en lo que el sujeto ha dicho, limitado
por la respuesta y no interpretando nada entre líneas; en el segundo el investigador trata
de codificar el significado de las respuestas o de la motivación subyacente que origina la
conducta. Mientras el primero es más limitado, el segundo persigue superar la mera
transcripción de la presentación de los datos: explicar también el por qué y el para qué.
Los criterios de selección del material que podemos adoptar son diversos, y van
desde los temporales, acotando la selección de un momento histórico específico, hasta
la adopción de diferentes medios con tratamientos simbólicos diferentes de la
información. La elección de uno u otro dependerá de las pretensiones del investigador.
Por otra parte, los criterios pueden combinarse. Aún así, es necesario:
- especificar claramente el criterio adoptado y justificar los motivos que le
llevaron a adoptarlo,
- mantener a lo largo del análisis la constancia del criterio adoptado y que el
criterio se relacione con los objetivos perseguidos en el estudio, y
- comparar sus resultados con los alcanzados por otros investigadores y los
utilizados en otros estudios.

7.2. Formación del sistema de categorías


Es la fase más significativa, ya que refleja directamente el propósito del
investigador y la teoría subyacente que organiza el estudio. Las categorías pueden ser
establecidas por el investigador a partir de diferentes vías, entre las que cuales están:
- la revisión teórica y conceptual de su objeto de estudio y el acercamiento a
los textos de análisis,
- los sistemas de categorías formulados por otros autores. y
- las opiniones de expertos y especialistas en el objeto de estudio.
Un buen sistema de categorías debe tener las siguientes características (Fox,

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1981; Pérez Serrano, 1984):


- exclusión mutua: cada uno de los elementos que aparezcan en el texto debe
ubicarse exclusiva y únicamente en una categoría;
- homogeneidad: el mismo principio de clasificación dirige su organización;
- pertinencia: se adapta tanto al material elegido como al objetivo del estudio;
- productividad: el sistema de categorías debe proporcionar resultados
aclaratorios del fenómeno estudiado y suministrar nuevas hipótesis.

7.3. Codificación
Implica la elección de las unidades de análisis o registro, y la determinación de los
indicadores de codificación que se utilizarán. Algunas de las decisiones que aquí se
adoptan son simultáneas, pero podrían ser anteriores, a la elaboración de las categorías.
Las unidades de análisis son los elementos básicos a los cuales les será aplicado
el sistema de categorías. De acuerdo con diferentes autores podemos diferenciar dos
tipos básicos de unidades de codificación:
- Unidad de registro: se refiere a la unidad más pequeña que se debe de
codificar: la palabra, el tema, los tipos de planos, el documento; y
- Unidad de contexto: el mayor cuerpo de contenido que puede investigarse,
que determina los límites de la información que puede incorporarse a
una unidad de registro.
Como ya vimos, los criterios que se pueden adoptar para la selección de las
unidades son diversos, y van desde la palabra, el tema, el objeto, el personaje, el
acontecimiento hasta el documento, el programa televisivo o la emisión de radio.
Siguiendo a D. J. Fox (1981), en esta etapa es conveniente disponer de “datos
piloto”, debido a que inicialmente no siempre se consigue fiabilidad y validez
satisfactoria. Estos datos deberían verificar, en principio, los mismos criterios de claridad
y ambigüedad, o certeza e incertidumbre, que los datos finales, para no llegar a
conclusiones engañosas en cuanto a nuestra capacidad para analizar esos datos.

7.4. Análisis e interpretación


La propuesta que consideramos más aconsejable es intentar responder las cuatro
preguntas básicas (Weber, 1985):
¿Cuál es el resultado principal?
¿Las interpretaciones son competentes?
¿Las interpretaciones de los resultados tienen sentido a la luz de alguna teoría?
¿Cómo decidir si las interpretaciones son, en algún sentido, correctas?
Respecto a las técnicas para el análisis de los datos se pueden utilizar desde la
estadística descriptiva, hasta las técnicas no paramétricas y de regresión a análisis
factorial de correspondencia (J. Nieto, 1992).

7.5. Análisis de material impreso


En el análisis de contenidos, la elección de los documentos es un aspecto
fundamental. El primer paso es la determinación del universo de los documentos –el
conjunto y tipo de documentos sobre los que vamos a efectuar el análisis–, para
establecer a partir de ese universo qué subconjunto de documentos van a ser sometidos

13
Metodología de la Investigación MÓDULO 10

a los distintos procesos de análisis. En ese universo se pueden recoger, por ejemplo:
- Documentos de contenidos: libros, artículos, recopilaciones, etcétera.
- Documentos informativos: revistas, actas de reuniones, etcétera.
Los primeros criterios que se utilizan para caracterizar ese material, son:
- Cantidad suficiente: teniendo en cuenta las posibilidades reales del
entorno de trabajo, determinar la cantidad necesaria en función de
nuestro estudio.
- Actualidad (o antigüedad): qué reciente, o antiguo, es ese material.
- Accesibilidad: la facilidad en las condiciones de obtención, préstamo o
acceso –fuentes privadas, públicas– para realizar nuestro trabajo.
- Confiabilidad: La calidad de las fuentes de la información –autores
conocidos, o no muy conocidos–; periodicidad, o carácter eventual.
El análisis en esos mensajes, discursos o textos, nos permite identificar las
características conceptuales –el marco teórico, el modelo mental, las ideas
predominantes– del autor/autores que han producido ese determinado documento.
También nos permite indagar en las características de ese texto, si lo comparamos con:
- otros documentos de la misma fuente –por ejemplo, el mismo autor, los
documentos de una institución, la misma editorial–,
- documentos de una sola fuente en situaciones diferentes –por ejemplo, la
misma editorial, con dos traducciones distintas–, y
- documentos de dos o más fuentes –por ejemplo, distintos autores, varias
editoriales–.
Para continuar en el proceso de análisis es necesario identificar las características
de quienes produjeron ese determinado texto o discurso, en ese determinado contexto
socio-cultural, científico, o ideológico. En otros casos, el análisis está dirigido a la
información general de una institución, grupo, o persona. En este caso, podríamos
esbozar otras categorías y subcategorías, de la siguiente forma:
- Datos de identificación de la institución, grupo, o persona.
- Aspectos generales del documento:
Comenzada la selección de documentos, la posible secuencia con que se realiza
el análisis de los mismos puede hacerse de la siguiente manera:
- Textos a comparar.
- Conceptos a analizar.
- Datos obtenidos.
- Tratamiento de los datos obtenidos.
- Conclusiones.
Completada la selección de documentos, el análisis de contenido incluye,
necesariamente, los siguientes pasos:
- la selección de los contenidos que será estudiados;
- la selección de las categorías que se utilizarán;
- la selección de las unidades de análisis, y
- la selección del sistema de medidas o recuentos.
Nos brinda datos el número total de palabras utilizadas, que si bien no remite

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Metodología de la Investigación MÓDULO 10

directamente al proceso de comunicación que facilita la interpretación cognitiva y social


del texto, nos acerca al proceso de producción del texto. Con esta operación de análisis,
podemos separar las palabras que contiene, y elaborar como dato, la cantidad de veces
que se repite cada una. Ello puede servirnos para calcular la frecuencia de sustantivos y
verbos –palabras llenas– comparándola con la frecuencia de determinantes y partículas
(artículos, conectivos) –palabras vacías– que contiene. Esa comparación puede
representar un índice del estilo literario (que suponemos propio de cada autor).
Ese mismo dato –el número de palabras– permitirá nuevos cálculos y datos de
“segundo orden” –que sólo serán adecuados si están bien hechos–. Por ejemplo, la
relación entre las palabras llenas y las palabras vacías se acerca mucho más a
caracterizar el proceso de comunicación que a detallar en el texto qué y cómo se
comunica, y sirve para considerar el modo de expresión del autor. Pero no es
significativo para representar la eficacia de la comunicación que produce, y resulta
insuficiente en un texto cuyo objetivo primordial, puede suponerse, es la claridad. En
cambio, el número de repeticiones, redundancias, metáforas y ejemplos, serán
significativos por su relevancia para representar el proceso de comunicación y
comprensión del que el texto es su producto material y de la representación escrita de
ese objeto de conocimiento.
Supuesto el diseño del proceso de búsqueda y recuperación de material
bibliográfico, así como la localización de las fuentes de información y la consulta a los
distintos bancos de datos, podemos caracterizar aquellos datos que queremos analizar y
valorar, dando una primera respuesta a los objetivos que buscamos (Figura Nº 8).
Fig. Nº 8: Secuencia del análisis de contenido en la revisión de textos

Las etapas básicas para la aplicación de esta técnica son:


- Decisión sobre qué textos se analizan.
- Determinación del conjunto de categorías.
- Fundamentos para asignar los textos en cada categoría.
- Interpretaciones sobre el conjunto de textos analizados.
Al margen de las cuantificaciones por variables y categorías y, como veremos
luego, los datos numéricos “obtenidos” con algún software especializado, nos interesa
desentrañar la naturaleza de “la realidad de esos libros de texto” que, estimamos, debe
aportar suficiente material conceptual para facilitar alguna interpretación. De las
preguntas que nos podemos formular, rescatamos las siguientes:
¿Qué contenidos tienen esos testos?
¿Cómo se tratan estos contenidos?

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Metodología de la Investigación MÓDULO 10

¿Hay alguna matriz conceptual?


¿Cuál es la matriz conceptual en la que se apoya el autor?
Las categorías que pueden surgir –como conjunto de significados–, son:
- Formación profesional de los autores,
- Concepción científica de los autores,
- Concepción ideológica de los autores, etcétera.
Rápidamente se puede percibir que éstas son, o no, categorías relevantes y que
la cosmovisión –el modelo mental– de los autores debe ampliarse a medida que se
incorporan nuevos textos, ajustando sus caracterizaciones las veces que parezca
necesario (con las obvias dificultades de reorganización del material). Pero surgen
muchas más preguntas:
¿Qué autores se refieren a este tema?
¿Con quién concuerda, o a quién se opone este autor?
¿Cómo nos posicionamos frente a los mensajes del autor?
¿Cómo se organizan los flujos de información y en base a qué concepción?
¿Qué concepción epistemológica subyace en una y otra propuesta?
Como se aprecia, se busca sistematizar para descubrir las presunciones
subyacentes en los textos. Esto lleva a revisar –más de una vez– los posibles vínculos
que los autores podían tener, por ejemplo, con alguna matriz conceptual.
Las diversas operaciones conceptuales en las que radica el proceso de
interpretación –selección, ordenamiento, establecimiento de relaciones, etcétera–
configuran una verdadera re-construcción del texto. Es por ello por lo que cada vez se
comprende mejor el contenido analizado, porque cada vez establecemos nuevos nexos,
relaciones, soluciones o problemas, que percibimos con mayor profundidad, según las
diferentes perspectivas que podamos adoptar. Esto no supone que todo texto ayude a
tal comprensión, ni que buena parte de las interpretaciones que hagamos contribuyan al
“oscurecimiento”, y a las interpretaciones absurdas.

7.6. Análisis de contenido manifiesto y latente


En las Terceras Jornadas sobre Psicología Cualitativa, G. Huber (2002) pregunta:
¿El caballero Don Quijote estaba loco o no?
¿Caballero imaginario, o real?
Y agrega: para contestar esta pregunta el término “locura” tiene que ser definido
en términos del momento histórico en que fue utilizado, debido a que las normas para la
"locura" interactúan con el tiempo y el lugar. Una definición clínica, propia del Siglo XXI,
sacada del ICD-10 1, o del DSM-IV 2, no serían seguramente una solución adecuada.
¿Cómo distinguimos una buena interpretación de un simple abuso?
Desde la perspectiva de los estudios semiológicos, U, Eco (1992) señala que en
todo proceso de interpretación de textos tenemos tres intenciones:

1
The International Statistical Classification of Diseases and Related Health Problems (10a Revisión);
publicada por WHO
2
Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders (4a Edición), publicada por la American Psychiatric
Association

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Metodología de la Investigación MÓDULO 10

- la intención del autor,


- la intención del intérprete y
- la intención del texto.
Como dijimos, el problema surge cuando pensamos que "un texto es sólo un
picnic en el que el autor lleva las palabras, y los lectores, el sentido" (U. Eco, 1992).
Admitida la imposibilidad de acceder a la mente del autor para indagar acerca de su
intención, sólo nos quedan la intención del lector y la intención del texto. Este autor dirá
que cuando se hacen valer los derechos del intérprete sobre los del texto, se deja
abierta la puerta para la “infinitud de interpretaciones”.
¿Cuáles son los límites, más allá de sus deseos, de una interpretación sostenida
únicamente en el lector?
Dice U. Eco (1992): “Por suerte, los textos se resisten a cualquier lectura
desaprensiva”, y agrega más adelante: “hay que evitar los extremos de la "única
interpretación" y la “infinitud de interpretaciones": "Por una parte, se admite que
interpretar un texto significa esclarecer el significado intencional del autor o, en todo
caso, su naturaleza objetiva, su esencia, una esencia que, como tal, es independiente de
nuestra interpretación”.
Queda claro que las dimensiones de los datos extraídos del análisis de contenido
sólo existen fuera de los textos “continentes”, es decir, existen en la mente de los
productores de los textos, discursos, o documentos que se analizan, o del investigador o
analista –en la mente de los participantes de los procesos de interpretación que se han
producido con los documentos analizados–.
Aún así, el análisis de contenido no debe perseguir otro objetivo que el de hacer
emerger aquel sentido latente que procede de las prácticas sociales y cognitivas que
generan los procesos de comunicación, para facilitar la interacción que subyace a los
actos comunicativos concretos y está por debajo de la superficie material del texto (J. L.
Piñuel, 1995).
En este análisis cualitativo, re-construir un texto, un tema o una teoría, significa
intentar generar la concepción del escritor sobre el problema que está planteando; es
decir, intentamos reconstruir el sistema subjetivo de significados de esa persona. Las
soluciones pueden desarrollarse inductivamente, deductivamente o combinando las
estrategias inductivas y deductivas. Obviamente, la estrategia a emplear dependerá de
los objetivos de la investigación (G. L. Huber, 2002):
- Inductivamente, las preguntas serían:
¿Qué sentidos se pueden encontrar?
¿Qué atributos caracterizan estos textos?
- Deductivamente, las preguntas serían:
¿Cómo afirman estos datos esas características?
Explicitar la metodología usada para descubrir las presunciones subyacentes en
los textos nos puede conducir a la matriz conceptual, o “filosofía”, de los autores y su
vínculo con los contenidos a analizar. Como afirmaran P. Stone y O. Holsti (1966), el
análisis de contenidos “es una técnica de investigación para hacer inferencias mediante
la identificación sistemática y objetiva de características especificadas dentro de un
texto”. Su potencialidad como técnica sólo puede entenderse plenamente cuando nos
situamos más allá del contexto lógico del texto.

17
Metodología de la Investigación MÓDULO 10

7.7. Tamaño de la muestras


La selección de la muestra del material a analizar debería respetar criterios como:
- Homogeneidad: los documentos a recoger deben responder a los criterios
estipulados respecto a la población de la cual han sido extraídos.
- Pertinencia: deben tener sentido respecto a los objetivos que se persiguen
con el análisis.
- Exhaustividad: establecido el criterio de selección, el material a recoger será
todo el ubicado dentro del criterio y el objeto de estudio.
- Representatividad: la muestra seleccionada debe ser representativa de la
población o universo del cual ha sido extraída, con el objeto de que
permita una correcta interpretación del objeto a estudiar.
Esto nos lleva al problema del “tamaño” de la muestra, respecto al cual –como
indica Krippendorff (1990)– no existe una solución establecida. Con un criterio amplio,
este autor propone la técnica de la división en dos mitades, para analizar si el tamaño es
el apropiado, en ella: "... se divide aleatoriamente a una muestra en dos partes de igual
tamaño; si cada una de las partes permite extraer las mismas conclusiones estadísticas,
dentro del mismo nivel de confianza, puede aceptarse que la muestra total tiene un
tamaño adecuado".
De todas formas la estrategia a utilizar dependerá del tipo de análisis que se
efectúe. En estos casos, “el tamaño de la muestra depende de nuestro diseño, es decir,
del tipo de análisis que necesitamos realizar con nuestros datos, para obtener nuestros
resultados, y del error que deseemos en esos resultados” (J. Serrano Angulo y M. J.
Mayorga Fernández, 1999).
Este acercamiento a lo cuantitativo no hace más preciso al análisis de contenido
ya que no evita nuestra subjetividad ni sustituye los juicios complejos que surgen del
análisis. Y tampoco se puede desarrollar una explicación y sacar conclusiones con
fundamentos escasos. (R. Adler y otros, 2007).
 Al asociar representatividad y generalización explicativa con magnitud
cuantitativa de la muestra se circunscribe el concepto de "representatividad" a una
dimensión numérica: "Se cree que los métodos estadísticos son inherentemente más
precisos porque sustituyen juicios complejos por simples números, y de este modo se
evitan la posible subjetividad. Pero esa creencia es infundada" (R. Adler y otros, 2007).
Otra cosa es que una muestra sea significativa, es decir, que refleje un hecho o
un caso que es pertinente para mostrar, interpretar y comprender un conjunto de
relaciones entre personas, o en un sistema social, donde la representatividad y la
generalización dejan de tener la repercusión que puede ser necesaria en otras
investigaciones.

7.8. Fiabilidad y validez en el análisis de contenidos


Como ya vimos, fiabilidad y validez son dos condiciones básicas que debe tener
todo trabajo de investigación, en particular todo análisis de contenido y su sistema de
categorías. En líneas generales, la primera se refiere a la exactitud y constancia de un
instrumento cuando se aplica varias veces por diferentes investigadores, y la segunda, al
grado en el instrumento mide lo que realmente se desea medir.
Dice K. Krippendorff (1990): “La importancia de la fiabilidad procede de la
seguridad que ofrece que los datos han sido obtenidos con independencia del suceso,

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Metodología de la Investigación MÓDULO 10

instrumento o persona que los mide”. Para verificar esa fiabilidad se requieren ciertos
esfuerzos de verificación y corroboración. En cambio, la validez se verifica en base a
que los datos en esos textos se ajusten a lo que ya se acepta o presume como válido en
ese campo disciplinar.
La fiabilidad –el acuerdo en la codificación que los codificadores obtengan en la
aplicación del instrumento con las diversas categorías– va a depender no sólo de la
calidad del instrumento sino también del tiempo y tipo de entrenamiento que los
codificadores reciban. Por otra parte, escuchar las reflexiones de los codificadores
respecto a las decisiones adoptadas es una buena estrategia para la interpretación y
comprensión del instrumento. La fiabilidad de nuestro análisis procederá de que los
datos han sido obtenidos con independencia de:
- los sucesos en que se produjeron,
- los instrumentos que se utilizaron, o
- las personas que los evaluaron.
Decimos que son datos fiables porque.
- permanecen constantes –los documentos están allí–, y
- pueden corroborarse –con el mismo enfoque conceptual–: los datos a
recoger y las interpretaciones sólo tendrán ligeras variaciones.
Para verificar esta fiabilidad, y acercarnos a la validación, se requiere cierta
duplicidad de esfuerzos –verificar los mismos lineamientos en distintos textos del mismo
autor, o en similares contenidos en textos de distintos autores, o las mismas
configuraciones en textos de la misma editorial, etcétera–.
La validez comienza a verificarse en base a que los datos recogidos se ajustan a
las hipótesis presuntivas –de aquello que ya intuíamos como válido, o que entendíamos
por “verdadero”–. Este análisis de contenidos será plenamente válido en la medida en
que sus inferencias se sostengan frente a otros datos obtenidos de forma independiente
a nuestro trabajo de campo.
Dadas las características de los textos analizados, siempre debemos aceptar
como “buenos” los esquemas planteados por los autores –de allí la necesidad de
caracterizar concepciones y enfoques–, es decir, es una validez “orientada” a los
resultados –validez pragmática–, donde los resultados ajustan, pero no coinciden, con la
representación que pretendíamos. Y asumir que no existe una única validez, sino que
existen diferentes tipos, desde la semántica hasta la de muestreo, e incluso la de
construcción del instrumento.
En nuestro análisis debemos configurar un enfoque formal, con un intento
sistemático de recolección de datos en cantidad suficiente como para percibir los
componentes básicos del fenómeno que estamos analizando, extrayendo conclusiones
de los documentos dados a través de un proceso que se caracteriza por el mayor intento
de rigor en la investigación, teniendo en cuenta que en este proceso intervienen
actitudes, intereses, ideologías, personalidades y valores de quienes escribieron los
documentos y de quienes los están analizando y evaluando.
Habitualmente, suele caerse en tres errores importantes:
- extraer las palabras de su contexto,
- no eliminar la subjetividad, o arbitrariedad, en la categorización, y
- otorgar prioridad a lo cuantitativo sobre lo cualitativo en la

19
Metodología de la Investigación MÓDULO 10

interpretación de los resultados.


Más allá de lo formal, la exploración de conocimiento no puede estar al margen
del sentido común y del contexto cultural en donde surge. Tampoco puede ser
irreflexiva, es decir, transmitirse sin un cuidadoso análisis conceptual de la realidad en la
que se produce. Obviamente, tampoco puede tener respuestas triviales, que no
investiguen la raíz de los problemas y lo que subyace en las argumentaciones que se
ofrecen. Para que las investigaciones sean válidas y confiables, el conocimiento debe
ser construido y organizado con una estructura conceptual que permita su contrastación
por distintos medios y por diversos investigadores.
En síntesis: no se puede edificar una gran explicación sobre fundamentos
escasos y dudosos, pero tampoco podemos quedarnos en la engorrosa fase de
recolección y cuantificación –siempre laboriosa– para apenas sacar conclusiones “de
sentido común”.

7.9. La aplicación de software a la exploración de significados


Una estrategia complementaria en el análisis de datos cualitativos, y muchas
veces necesaria, es utilizar técnicas estadísticas para aplicar a los valores resultantes de
los datos textuales. Si bien el análisis de la información textual se apoya generalmente
en la codificación previa de los textos y en la sistematización de los códigos empleados
en la misma, preservando la naturaleza verbal de los datos, el tratamiento estadístico
mediante un programa de computadora completa las conclusiones.
Los cambios producidos en las tecnologías informáticas permiten no sólo el
tratamiento estadístico mediante programas de computadora sino también la aplicación
de software específico y potente para el análisis de contenidos. Esto permite desarrollar
otras estrategias, ya que pueden aplicarse diversas técnicas al análisis de los datos y a
los valores resultantes de los datos textuales.
Las ventajas que ya ofrecían los procesadores de texto y las bases de datos han
sido superadas por los programas diseñados específicamente para el análisis de datos
cualitativos textuales. Si bien casi todos los programas se basan en enfoques
cuantitativos del análisis de datos textuales, también hay programas basados en las
líneas cualitativas de investigación, de manera que el proceso de análisis de datos
cualitativos puede ser controlado, reconstruido y comunicado con mucho detalle.
Las principales funciones que desarrollan estos programas, son:
- la búsqueda de palabras,
- la creación de listados alfabéticos de palabras,
- la localización de los contextos de cada palabra,
- la definición de segmentos,
- la asociación de códigos a los segmentos de texto marcados por el usuario,
- la búsqueda y unión de segmentos marcados con un código, varios códigos
o una secuencia de códigos concreta, o
- el recuento de ocurrencias y co-ocurrencias de códigos o palabras en el texto, que
permita considerar posibles relaciones entre dos o más categorías.
Todo ello requiere que el investigador delimite las unidades dentro del texto y
asigne los códigos. La facilidad de uso de tales programas hace que el investigador no
necesite tener conocimientos de programación para aplicarlos con éxito en la
investigación cualitativa (Fig. Nº 9).

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Metodología de la Investigación MÓDULO 10

Fig. Nº 9: Diagrama de flujo para la formulación y comprobación de hipótesis


utilizando software

Por ejemplo:
- Word –herramientas/contar palabras– nos dice cuántas palabras hay en un texto,
- Wordcounter https://wordcounter.net/ nos dice cuántas palabras diferentes hay en
un texto y la cantidad y el porcentaje de cada una las palabras,
- Programas como el AQUAD v.7. –Analysis of Qualitative Data–
http://www.aquad.de/es/ (G. L. Huber, 1992, 2004) facilita la formulación y
comprobación acerca de potenciales relaciones entre palabras y/o párrafos y
la exploración y comprobación de conexiones entre ellos.
Cabe reiterar una vez más que si bien la operación de datos mediante
computadora puede ser tentadora y la aplicación de la informática al análisis de datos
cualitativos puede ser vista como una garantía de objetividad y rigor, el uso de
sofisticados programas no puede realizarse sin adecuar las técnicas de recolección de
datos a las bases teóricas de la investigación: la subjetividad del investigador no
desaparece con este recurso, y podríamos cometer los mismos errores que si no
contáramos con ellos.

21
Metodología de la Investigación MÓDULO 10

8. A tener en cuenta
Se las mire como se las mire,
las teorías científicas fundadas en la representación lógica
no pueden ir más allá de interpretar la realidad de distintas maneras.
J. Habermas

El análisis de contenido es una de los procedimientos más depurados para el


análisis de comunicación humana utilizadas tradicionalmente para decodificar los
mensajes manifiestos, latentes y ocultos plasmados en diferentes documentos: asume
como principio, que los documentos reflejan las actitudes y creencias de las personas e
instituciones que los producen, así como las actitudes y creencias de los receptores de
éstos y presenta una serie de ventajas e inconvenientes.
Respecto de las ventajas podemos sintetizar las siguientes:
- produce datos que pueden ser cuantificables;
- se puede aplicar a textos y eventos producidos en diferentes tiempos;
- puede aplicarse a un gran volumen de datos.
- acepta material no estructurado como elemento de análisis;
- puede aplicarse a una diversidad de textos y materiales;
- su calidad depende de la calidad plan de investigación del investigador; y
- frente a otras técnicas su aplicación es aceptable.
Respecto de sus limitaciones podemos sintetizar las siguientes:
- asumir que la frecuencia de ocurrencia de un acontecimiento, no es el
único recurso para determinar su significación;
- la dificultad de reducir un texto, y sus connotaciones, a un sistema de
categorías previamente establecido, y el peligro de que con ello se
pierdan matices de la información;
- toda la validez de la técnica reposa sobre la calidad del sistema de
categorías elaborado;
- antes de su aplicación el investigador puede sesgar la información que se
obtenga, imponiendo los posibles significados a encontrar mediante
el sistema de categorías; y
- resulta complejo demostrar que las inferencias realizadas sobre los textos
sean correctas, así como definir los tópicos y categorías a analizar
antes de comenzar el estudio.
En comparación con la investigación empírica, el análisis de contenido tiene
puntos débiles característicos:
- la información puede estar sesgada porque faltan conjuntos importantes de
información ,
- la veracidad de la información puede ser poco clara, especialmente cuando
el material incluye papeles privados,
- los hechos pueden referirse a otro contexto distinto del aquel en que el
investigador quiere aplicarlos,
- la información obtenida puede ser obsoleta.

22
Metodología de la Investigación MÓDULO 10

Algunas de estas limitaciones pueden resolverse con las siguientes estrategias:


- profundizar en la revisión teórica del problema y en las aportes de otros
estudios antes de especificar el sistema de categorías,
- someter el sistema de categorías a un “plan piloto” con los documentos a
tratar, estudiando su adecuación al medio concreto,
- evaluar el sistema de categorías por diferentes estrategias que pueden ir
desde la consulta a expertos a una interpretación homogénea por los
codificadores,
- utilizar varios codificadores para eliminar el sesgo de que sólo uno aporte su
visión al documento, seleccionando codificadores con diferentes
concepciones.
Queda claro que estamos tratando de entender el mundo de otra(s) persona(s) –y
no el nuestro–:
- Imponer un significado desde afuera –aplicando al texto un sistema de
categorías a la fuerza–, puede producir un análisis rico, pero esto no es
correcto para con el texto y, muy probablemente, no contribuya a una
mayor comprensión del mismo.
- Los significados deben ser coherentes: no se deben elegir rasgos sueltos del
texto y combinarlos en un conjunto nuevo porque se estaría falseando
la realidad.
- Cuando interpretamos el texto, estamos inmersos en nuestra propia vida: No
hay cosas como “formas objetivas de lectura”. Sólo dentro de nuestros
propios límites somos capaces de atribuir significados al texto, que
puede ser entendido de varias maneras en el curso del tiempo.
- Deberíamos reflejar conscientemente nuestra forma de interpretación:
entender nuestros propios puntos de partida nos ayudará, en alguna
medida, a liberarnos de la imposición de otros puntos de partida.
- Recordemos que estamos tratando con nuestras propias interpretaciones y
que otros investigadores, desde el mismo punto de partida, pueden
llegar a interpretaciones diferentes.
- debemos decidir si queremos presentar la información como: un hecho
indiscutible, una afirmación dudosa, un error, una mentira intencionada,
o una opinión personal. Pero también tenemos que revelar nuestra
propia opinión sobre el tema.
Es verdad que algunos publican sus opiniones e interpretaciones todos los días, e
incluso las van cambiando sin ninguna vergüenza. Pero no podemos hacer lo mismo en
un proceso de investigación. Si estamos bastante seguros de nosotros mismos, somos
libres de declarar que nuestra interpretación es la correcta y que lo que mejor que
pueden hacer otros es adoptarla.
 El análisis de contenidos será plenamente válido en la medida en que sus
análisis y conclusiones se corroboren con los análisis y conclusiones de los otros datos
obtenidos, de forma independiente, en otros tramos del trabajo de campo de nuestra
investigación. Esto se logra triangulando esos datos y corroborando la información.

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Metodología de la Investigación MÓDULO 10

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