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LA TRAMPA DE LAS TRAMPAS

La mente necesita siempre comprobar si lo que está ocurriendo es lo que debe suceder, según
su idea preconcebida por supuesto. Y esto es mucho mas notable precisamente en aquellos
que abrazan el Camino Espiritual donde todo se pervierte y lo que debe estar de pie se coloca
cabeza abajo sin pudor alguno.

¿Cabe mayor absurdo que elevar un ego desmedido predicando justo aquello que se basa,
busca, quiere y habla, como requisito imprescindible, carecer del mismo?

Precisamente en aquello que dice defender la extinción del ego, la desaparición de la


personalidad plagada de egoísmos y necesidades absolutamente innecesarias, es donde
prolifera la tentación y las trampas más sutiles acechando de manera constante, sólo a cuerpo
y mente, que son los que insisten en decir qué somos, porque lo Otro, Eso que ya Es, se
encuentra fuera de su alcance y de su comprensión.

Después de haber estado meditando, recitando mantras, viendo las maravillas y la


transformación que se va produciendo cuando te desvistes de las ropas artificiosamente
innecesarias, de repente emerge la necesidad de estar alejado de todo, sin querer hacer nada,
sin leer nada, sin buscar nada, atrapado por la historia banal de un cómic en lugar de un texto
sagrado, donde sólo se "quiere" permanecer sentado sin nada más, y en esa nada placentera,
recogida y fértil, en cierto momento aparece la idea poderosa de que algo se ha "estropeado o
torcido" en la Sadhana específica que se estuviese realizando.

Es la trampa de las trampas, el ardid casi imperceptible por la sutileza que posee, que intentará
por todos los medios hacer creer que todo estaba bien como estaba antes, que "eso" que
ahora sucede, esa falta absoluta de necesidad, planes y propósitos, es un error, que hay que
hacer algo y rápido o se “puede perder todo lo ganado”.

¡Qué trampa más poderosa! pero su fuerza se desmonta en cuanto observemos cómo
funciona la Naturaleza en sus producciones: la semilla se pudre en la tierra, se riega, se cuida y
se deja en sagrado repose para que produzca aquello que irremediablemente está destinada a
realizar.

El despertar, si queremos denominarlo así (¿quién despierta?) ocurre sin fuegos de artificio ni
florituras, esas que, sobre todo más modernamente, se esperan, como un algo trascendental
que “nos ilumine” (¿quién está aquí para ser iluminado?), porque la duda surge ante el temor
de que ese no "hacer nada", no meditar, no recogerse en silencio, bloqueen la salida del
sueño.

Hacer lo que hay que hacer sin esperar nada a cambio, respondiendo a lo que la Vida va
presentando en cada momento, actuando sin actuar, viviendo la vida que fluye es el culmen de
la Realización.

La Comprensión surge en el silencio de la quietud perfecta, incluso en medio de la multitud


exterior de personas, quejas y deseos, incluso, también, en medio de la otra multitud interior
plena de dudas, más quejas y más deseos.

Riega la semilla por el simple placer de regarla.

Ella crecerá y mostrará su esplendor sí o sí.

El jardín de la Vida te aguarda.

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