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Preparación – Área de Cocina

Perspectiva espiritual

La mesa del Reino abierta para todos “Buenos y Malos”


Mateo 22.
8-Luego dijo a sus siervos: “El banquete de bodas está preparado, pero los
que invité no merecían venir. 9 Vayan al cruce de los caminos e inviten al
banquete a todos los que encuentren”. 10 Así que los siervos salieron a los
caminos y reunieron a todos los que pudieron encontrar, buenos y malos, y
se llenó de invitados el salón de bodas.

Sentarse a la mesa con alguien siempre es una prueba de respeto, confianza y


amistad. No se come con cualquiera; cada uno come con los suyos. Compartir la
misma mesa quiere decir que se pertenece al mismo grupo, y que, por tanto, se
marcan las diferencias con otros. Los gentiles comen con los gentiles, los judíos con
los judíos, los varones con los varones, las mujeres con las mujeres; los ricos con los
ricos; los pobres con los pobres. No se come con cualquiera ni de cualquier
manera. Y menos cuando se quiere observar la santidad propia del verdadero
Israel. En la secta de Qumrán, la comida era el centro de la vida comunitaria;
ningún extraño a la comunidad podía tomar parte en ella; incluso los mismos
miembros se sometían a rigurosas purificaciones antes de sentarse a la mesa; la
comida transcurría según un detallado ritual que fijaba el lugar de cada uno según
la estructura jerárquica de la comunidad. En los sectores radicales de los grupos
fariseos, los comensales se lavaban previamente las manos, excluían a los
ritualmente impuros y se aseguraban de que se había pagado el diezmo de todos
los alimentos que se iban a servir. Con estas reglas de la mesa, cada grupo excluye
a los extraños, consolida su propia identidad y manifiesta su visión del verdadero
Israel.
Jesús sorprende a todos al sentarse a comer con cualquiera. Su mesa está abierta a
todos: nadie se ha de sentir excluido. No hace falta ser puro; no es necesario
limpiarse las manos. Puede compartir su mesa gente poco respetable; incluso los
pecadores que viven olvidados de la Alianza. Jesús no excluye a nadie. En el reino
de Dios todo ha de ser diferente: la misericordia sustituye a la santidad. No hay que
reunirse en torno a mesas separadas. El reino de Dios es una mesa abierta donde
pueden sentarse a comer hasta los pecadores. Jesús quiere comunicar a todos lo
que él vive en su corazón cuando se sienta a la mesa con publicanos, pecadores,
mendigos, enfermos recién curados o gentes indeseables y de dudosa moralidad:
les cuenta la parábola de un hombre que organizó una gran cena y no descansó
hasta ver su casa llena de invitados: Un hombre dio una gran cena y convidó a
muchos; a la hora de la cena envió a su siervo a decir a los invitados: Venid, que ya
está todo preparado. Pero todos a una empezaron a excusarse. El primero le dijo:
He comprado un campo y tengo que ir a verlo; te ruego me dispenses. Y otro dijo:
He comprado cinco yuntas de bueyes y voy a probarlas; te ruego me dispenses.
Otro dijo: Me acabo de casar y por eso no puedo ir.
El señor de la parábola reacciona de forma inesperada. Habrá banquete por encima
de todo. De pronto se le ha ocurrido una idea insólita. Invitará a los que nunca
invita nadie: «los pobres y lisiados, los ciegos y cojos», gentes miserables que no le
pueden aportar honor alguno. Para llamarlos, el siervo tendrá que adentrarse por
«plazuelas y callejas» de los barrios pobres de la ciudad, alejados de la zona
reservada a la élite. Los oyentes escuchan sorprendidos: ¿Qué va a ser esa cena
donde se rompen todas las normas exigidas por el honor y el código de pureza? Su
sorpresa será pronto mayor. Al ver que todavía hay sitio, el señor da una orden
asombrosa: el siervo saldrá fuera de la ciudad, por «los caminos y las cercas» que
separan las propiedades para llamar a toda esa gente que vive como puede junto a
las murallas. La mayoría son forasteros y gentes de mala reputación, no pertenecen
a la ciudad, tampoco son propiamente campesinos. El siervo los tiene que «obligar
a entrar» en la casa, pues jamás se hubieran atrevido a penetrar en la ciudad hasta
el barrio residencial de la élite.
¿Qué está diciendo Jesús? ¿A quién se le puede ocurrir hacer un banquete abierto
a todos, sin listas de invitados, sin normas de honor y códigos de pureza, donde se
admite incluso a desconocidos? ¿Será así el reino de Dios? ¿Una mesa abierta a
todos sin condiciones: hombres y mujeres; puros e impuros; buenos y malos? ¿Una
fiesta donde Dios se verá rodeado de gente pobre e indeseable, sin dignidad ni
honor alguno?
El mensaje de Jesús era tan seductor que resultaba increíble. Pero Jesús habla con
fe total: Dios es así. No quiere quedarse eternamente solo en medio de una sala
vacía. Está preparada una gran fiesta abierta a todos, porque a todos siente él
como amigos y amigas, dignos de compartir su mesa. El gozo de Dios es que los
pobres y despreciados, los indeseables y pecadores puedan disfrutar junto a él.
Jesús lo está ya viviendo desde ahora. Por eso celebra con gozo cenas y comidas
con los que la sociedad desprecia y margina. ¡Los que no han sido invitados por
nadie, un día se sentarán a la mesa con Dios!
Fisiológicamente

Los neurobiólogos han descubierto un nexo entre la alimentación y el


estado de ánimo. Hay combinaciones de hormonas que inciden en el grado
de felicidad y bienestar, y algunas están presentes en los alimentos. Por
eso al comerlos uno puede sentirse mejor, dormir bien y hallar alivio para
ciertos dolores.

Comer para sentir

El cuerpo humano produce serotonina y endorfinas por sí mismo, pero se


puede estimular la producción natural de estas sustancias al consumir
determinado tipo de nutrientes. Así, en lugar de ser fabricados por el
organismo, éste las obtiene de los alimentos que se ingieren.

¿Qué beneficios puede aportarme una alimentación sana como


receptor?
Es importante que recuerdes que una dieta equilibrada y adecuada te ayudará
a aumentar tu memoria y mejorará tu capacidad de concentración y bienestar
personal haciendo que tu rendimiento para escuchar se mantenga.
Es imprescindible que realices al menos tres comidas al día, eliminando dentro de
lo posible alimentos grasos difíciles de digerir y que te proporcionarán un valor
energético innecesario.
El arroz, la pasta y las legumbres pueden ser tu gran aliado a la hora de aportarte
los hidratos de carbono que tu cuerpo necesita. Puedes acompañarlo con recetas
en frío como ensaladas, hortalizas y verduras.
Es importante que ingieras proteínas como las que encontrarás en fuentes poco
grasas como las carnes blancas, el pollo o el pescado blanco.
Por último, no olvides el aporte necesario de vitaminas y minerales que te ofrece
la fruta y las verduras pues son esenciales a la hora de favorecer el proceso de
aprendizaje.
Ten muy en cuenta que las digestiones pesadas o el exceso en las comidas
puede provocar somnolencia y hasta malestar de modo que no estudiarás en las
condiciones adecuadas. Tener horas fijas y mantener un control en las
comidas puede ayudarte para que esto no ocurra.
5 ALIMENTOS QUE TE MANTIENEN DESPIERTO

1. PLÁTANO
Contiene hidratos de carbono que nos levantan cuando estamos apagados. Es una
fuente de potasio, un mineral que contribuye al almacenamiento de glucógeno
(reserva energética).

2. HUEVOS
Al combinarlos en el desayuno con fruta y algún cereal de calidad, te permite
prescindir de las bebidas estimulantes, ya que eleva los niveles de dopamina.
3. SEMILLAS
Tenemos la chía, lino y entre otras que son fuente de ácidos grasos esenciales
necesarios para el correcto funcionamiento y despertar del organismo.

4. AVENA
Aporta pequeñas cantidades de fructosa, un azúcar que cuida el impulso nervioso,
además está cargada de carbohidratos que el cuerpo transforma en energía.

5. FRUTAS Y VERDURAS ECOLÓGICAS


Empezar el día con fruta y/o verdura sube el azúcar en la sangre y nos proporciona
energía que nos despierta. Aunque lo más sencillo es acudir a un licuado, es mejor
comerlos en trozos. Recuerda que la masticación promueve la saciedad y la fibra
llega intacta al intestino.

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