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Escuela Normal Superior n° 6 “Vicente López y Planes”. Profesorado en Educación Inicial.

Materia: “Ciencias Sociales: conocer el ambiente en el nivel inicial”.


Prof. Mariana Gesualdi

Experiencia directa: “Basílica de Nuestra Señora del Pilar. Recorriendo huellas de


nuestro pasado colonial”
Fecha y horario de la salida: 5-11-2021 18 a 20 hs
Lugar: Basílica de Nuestra Señora del Pilar, Junín 1898

Objetivos: La salida está enmarcada en el proyecto pedagógico áulico “Conocer el


ambiente social”, que se propone considerar el contexto amplio de la Ciudad de Buenos
Aires y las posibilidades y potencialidades de aprendizaje que brinda a partir de la
exploración y análisis de espacios emblemáticos del barrio de Palermo, donde se sitúa el
profesorado.

La propuesta didáctica en la que se funda la experiencia se vincula con el mirar lo


cotidiano con otros ojos y desnaturalizar el ambiente social, recorriendo la Basílica de
Nuestra Señora del Pilar y el espacio en el que está emplazada para acercarnos a
imaginar cómo sería Buenos Aires hace casi trescientos años, cuando fue construida.
Asimismo, recorreremos otros espacios públicos y verdes lindantes, como la Plaza San
Martín de Tours.
Asimismo, se propone poner en práctica estrategias de lectura del ambiente social a partir
de las guías de observación.
El traslado se hará por medios propios hasta la entrada de la Basílica y el recorrido se
hará a pie. Al ser un espacio al aire libre, se adaptará la salida a las condiciones
climáticas.
De acuerdo a las características del grupo, se dividirá lo dividirá en dos subgrupos, que
recorrerán en forma alternada el espacio de la basílica y el de la plaza. Los subgrupos
tomarán notas y fotografías de los espacios, y los recorrerán a partir de las consignas de
observación propuestas.
Se espera que al finalizar la salida las estudiantes elaboren un registro de la salida, en
formato narrativo en primera persona, en el que puedan dar cuenta de sus impresiones y
observaciones, y adjuntar las imágenes.

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Guía de observación de espacios públicos y patrimoniales
Basílica Nuestra Señora del Pilar: les propongo mirar la basílica como patrimonio histórico
de la ciudad, como un espacio que nos cuenta parte de la historia de la ciudad de Buenos
Aires hace 400 años. Prestaremos atención a los objetos y espacios, sus características y
usos y a los signos del pasado. Buscaremos pistas e indicios en los objetos que nos
permitan imaginar:
¿Cómo sería la zona en esa época? ¿Cómo serían las calles, habría viviendas? ¿Cómo
iluminarían y ambientarían los espacios?
¿Cómo se distribuyen los espacios en la iglesia y cuáles son sus usos?
¿Qué objetos encontramos allí? ¿Y en el museo de la capilla? ¿Cómo son? ¿Qué señalan
o indican?
¿Se observan carteles, placas, elementos de la construcción original? ¿Cómo son? ¿Qué
dicen?
¿Se observan o señalan cambios o restauraciones?
Plaza San Martín de Tours: ¿cuántas veces fuimos a una plaza sin “verla”? Mirar sus
objetos, la distribución de los espacios, las personas que la caminan y que la “habitan”,
que la recorren, que usan sus espacios, que realizan acciones en ella y sobre ella. Los
recorridos de las personas, los habitués y los visitantes ocasionales. Prestaremos
atención a ciertos objetos y espacios y sus usos y a las acciones de las personas que
transitan la plaza:
- ¿Cuál es la historia de la plaza? ¿cuándo se fundó y por quién/es? ¿Se han observado
cambios visibles en su fisonomía en los últimos años?
- Observemos el mapa de la plaza. ¿Cómo están distribuidos los espacios? ¿Qué formas
tienen? ¿Por qué? ¿Qué calles delimitan la plaza?
- Miremos los espacios y sus funciones, ¿quiénes los usan? ¿Están abiertos? ¿Cuándo
abren?
- Observemos los carteles de la plaza. ¿Qué tipo de carteles se ven? ¿Qué señalan?
- Miremos las estatuas y las placas conmemorativas. ¿De quiénes son? ¿Qué hechos
recuerdan?
- Observemos la plaza como espacio verde. ¿Qué arboles y plantas hay? ¿Quiénes los
cuidan?
- ¿Cómo se ve la plaza en la semana? ¿Y en el fin de semana? ¿Quiénes la recorren?

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Anexo informativo
La Basílica de Nuestra Señora del Pilar fue inaugurada en 1732 y declarada Monumento
Histórico Nacional en 1942. Ubicada en el barrio de Recoleta, actualmente es la iglesia
más antigua de Buenos Aires que conserva su estilo original barroco. En su origen
estaban en las afueras de la ciudad, teniendo en cuenta las reglas de la orden de
recogimiento y separación. El que aportó el dinero para la construcción fue un vecino
proveniente de Zaragoza, Juan de Narbona, y puso la condición de que venerara a la
Virgen del Pilar, muy popular en su ciudad de origen.
Su fachada está conformada por un conjunto de pilastras dobles bajo un frontis clásico,
coronado por cinco pináculos y una cruz de hierro en el centro. Del lado derecho hay una
espadaña de dos arcos, coronada por tres pináculos.
Los claustros son los tres pisos de las galerías originarias del claustro edificado por los
franciscanos, pegadas a la nave del evangelio de la iglesia. Desde este lugar había un
acceso al púlpito de la iglesia y una escalera que conducía al campanario.
Parte de sus dependencias estaban ocupadas por herramientas agrícolas. Otra parte eran
primitivas celdas de monjes, en espera de la construcción definitiva del convento.
En la actualidad se ha dispuesto allí un pequeño museo abierto al público. Pueden verse
pinturas, esculturas, manuscritos, imágenes de devoción, objetos litúrgicos. A través de
las ventanas de estas galerías se puede contemplar el cementerio de Recoleta en toda su
extensión.
Antes de ingresar al museo se pasa por las lápidas de dos damas ilustres allí enterradas:
la madre del general Juan Lavalle (Mercedes González de La Valle), en la entrada de la
capilla de San Pedro Alcántara. Al pie del primer altar lateral izquierdo, la de la viuda del
virrey del Pino (Rafaela de Vera y Mujica). Le dieron sepultura el 2 de julio de 1816 como
vecina de alcurnia. Tenía su quinta de descanso frente al templo (hoy confitería La Biela).
Llegaba con un carruaje Dumont arrastrado «por cuatro yuntas de mulas negras» desde
su casona de Perú y Belgrano, demolida en 1913.
La iglesia consta de una sola nave con un crucero muy desarrollado, cubierto por bóveda
vaída. Las capillas laterales son poco profundas. En su interior, se destaca el retablo
mayor (barroco), con la imagen de la Virgen del Pilar en el centro y a sus costados dos
santos franciscanos. El altar mayor es una pieza muy singular, con ornamentación inca
del Alto Perú, muy ricamente trabajado en plata. Fue obra de Domingo Mendízabal,
Ignacio de Arregui y Miguel de Careaga. El escudo basilical, que se puede en la parte
alta del retablo del altar, es una verdadera obra de arte de estilo barroco, de azur, un pilar
de plata marcado con una cruz patada de oro, superado de una estrella de plata. El
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escudo está timbrado con la umbela basilical, y lo acompañan, acolados en aspa, una
cruz procesional y un tintinnabulum.
Los altares laterales de la única nave, también son barrocos. La talla de madera de San
Pedro de Alcántara –copatrono de la iglesia– es del siglo XVIII y se le atribuye al escultor
Alonso Cano, mientras que el Altar de las Reliquias, según la tradición, fue un regalo del
rey Carlos III de España. El púlpito es también de factura barroca.
El vestíbulo de entrada o atrio cubierto, llamado Nartex, reproduce la fachada de la iglesia
en pequeño, y se agregó luego de la construcción de la Capilla de las reliquias, que puede
verse a la derecha una vez que se ingresa al templo. En el frente del Nartex se encuentra
la fecha en que fue inaugurada la iglesia 1732. Dentro del atrio, en los laterales, se
observan dos mayólicas colocadas en la época de la restauración llevada a cabo por el
Historiador Ing. Andrés Millé entre los años 1930 y 1945.
En una de las mayólicas (trabajo realizado por el artista valenciano José Remo) se
observa la primera representación gráfica de la Ciudad de Buenos Aires vista desde el Rio
a fines del siglo XVIII. Es una reproducción del cuadro pintado por el artista italiano
Fernando Brambila. La otra mayólica describe, en forma texto, distintos hechos en
relación a la historia de la basílica: menciona a la escuela de dibujo fundada en 1815 por
Fray Francisco de Paula Castañeda; la generosidad de Narbona; la consagración del
templo en 1734; la mención al Congreso Eucarístico Internacional de octubre de 1934,
cuando el Papa envió a su secretario de Estado, al Cardenal Eugenio Paccelli, que luego
se convertiría en el Papa Pio XII; el otorgamiento del título de Basílica en marzo de 1936
por parte del Papa Pio XI; los privilegios de S. Juan de Letran de Roma y las oraciones en
el altar mayor de Santiago de Liniers en el año 1806. Otro detalle a destacar es el vidrio
colocado sobre el suelo que deja ver parte del piso original del atrio, descubierto en el año
2001.
A la derecha, apenas se ingresa a Nuestra Señora del Pilar, luce la Capilla de las
Reliquias, un legado que se atribuye al rey Carlos III. La donación se concretó en 1777 al
padre Francisco Altolaguirre cuando éste viajó a España. Las reliquias se despacharon en
dos cajoncitos toscos que contienen treinta y cinco relicarios para el convento de
Recoletos de Nuestro P. San Francisco de la Ciudad de Buenos Aires.

La iglesia Nuestra Señora del Pilar


En 1717 se firmó la escritura de compromiso entre el comerciante Juan de Narbona y el
capitán Valdez e Inclán. Los frailes Recoletos construían sus conventos en zonas
apartadas, ya que se dedicaban a la oración. De manera que tenían un particular interés
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por instalarse en la antigua quinta de Los Ombúes, que había sido donada por un
matrimonio a Juan de Narbona. Según algunos historiadores los planos se deben a los
hermanos jesuitas alemanes Juan Kraus y Juan Wolf. Otros piensan que fueron los
hermanos jesuitas Bianchi o Blanqui y Prémoli, autores de importantes obras en Buenos
Aires como la antigua Catedral, el Cabildo, la Iglesia de San Ignacio y Nuestra Señora de
la Merced. En Córdoba construyeron la Catedral también. Como en aquella época había
muy pocos arquitectos y estos tenían experiencia se les confiaba la mayoría de los
edificios. También está la posibilidad de que todos ellos trabajaran en la construcción de
la iglesia y el convento.
Las obras comenzaron 1715 y en 1718 estaba terminado el primer claustro. En 1721 se
terminó el segundo claustro. En 1725 se terminó la iglesia siendo posible que la fachada
fuera obra del padre Bianchi. Mientras se edificaba el templo, Narbona construía su casa
al lado, donde hoy funcionan las oficinas del Cementerio y bajo su solado se encuentran
las ruinas de la antigua vivienda de catorce cuartos.
En 1731 se colocó la campana San Antonio de Padua en la espadaña, se terminó la torre
de 30 metros y se inauguró la iglesia el 12 de octubre de 1732, siendo obispo Fray Juan
de Arregui y gobernador el Mariscal Bruno Mauricio de Zabala. Al acto acudieron los todos
los miembros del Cabildo. En 1779 se modificó la fachada para ubicar el altar de las
reliquias y el baptisterio enfrente creando un atrio cerrado. La Iglesia fue consagrada el 30
de mayo de 1783.
En 1821 el Gobernador Martín Rodríguez y su Ministro de Gobierno Bernardino Rivadavia
expulsaron a los frailes de la Recolección expropiando todos sus bienes, quedando
cerrada la iglesia por varios años y en la antigua huerta se creó el Cementerio de la
Recoleta. La reforma religiosa de 1822, llevada a cabo por Bernardino Rivadavia,
secularizó esta propiedad. Transformó el convento en escuela pública y de agricultura.
Los frailes fueron trasladados a San Francisco.
El convento fue despojado del mobiliario y de sus obras de arte. En la antigua huerta se
creó el Cementerio de la Recoleta el 17 de noviembre de 1822. Al día siguiente los
primeros entierros fueron los de Juan Benito y el de María Dolores Maciel. El frontal de
plata que hoy está en el altar mayor fue enterrado para que no sea fundido por el
gobierno.
La Parroquia del Pilar tal como la conocemos hoy, se erigió a fines de 1829 y comenzó a
funcionar en marzo de 1830. En 1834 se destinó el Convento a asilo de mendigos y luego
de ancianos. Recién en 1866 se colocó el reloj inglés en la espadaña (campanario
abierto) y se colocó la actual reja en lugar de un muro de ladrillos.
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La máquina del reloj fue obra del maestro relojero inglés Thomas Windmill y data de la
época de la construcción del Convento. Se acciona por un péndulo de 2 metros con
contrapesos de 10 kilos. La esfera está adherida a una bola de cemento, procedimiento
bastante común en la época. Inicialmente servía para poner en movimiento las agujas de
otro reloj, cuya esfera aún existe pintada en la pared del claustro.
Del lado contrario se eleva la torre campanario, de base cuadrada, coronada por un
tambor con ventanas que es rematado por una cupulina en forma de campana, revestida
con azulejos provenientes de Calais (Francia) en 1866. En su extremo superior una bola
de bronce soporta una cruz de hierro forjado y una veleta. Al momento de su
construcción, era el punto más alto de la ciudad y, lo buscaban los navegantes con sus
catalejos para orientarse.
En 1881 el arquitecto Buschiazzo construyó la fachada del cementerio. En 1883 la Iglesia
fue elevada a la categoría de Parroquia siendo su primer párroco el padre Jose Antonio
Martinez.
En 1891 se amplió el templo y a comienzos del siglo veinte se hicieron modificaciones que
dañaron su estilo exterior e interior, pintándose frescos en los techos del templo y
agregándose estatuas en su fachada. En 1932 gracias al arquitecto Millé la iglesia volvió a
su estilo original.
En 1936 el Papa Pío XI la elevó a basílica y el 21 de mayo de 1942 se la declaró
monumento histórico nacional por decreto 120.411. A partir de 1994 se inició la
restauración definitiva de la iglesia recuperando el color blanco en su fachada, como la
puesta en valor de cada altar.

La chacra de Los Ombúes


El 11 de junio de 1580, Juan de Garay fundó la ciudad de la Santísima Trinidad a orillas
del Río de la Plata y en homenaje a Pedro de Mendoza le puso el nombre “Santa María
de Buenos Aires” al puerto. El 24 de octubre realizó el reparto de suertes, parcelas de
tierra con límites, 6 de las 65 futuras quintas estaban ubicadas en el actual barrio de la
Recoleta.
La suerte número 5 correspondió a Rodrigo Ortíz de Zárate. Le puso por nombre Quinta
de los Ombúes. Tenía por límites la barranca hacia el río y las actuales calles Ayacucho,
Azcúenaga y Arenales aproximadamente. La zona era conocida como “Pago del Monte
Grande”. Pago se lo llamaba porque había viñedos y Monte Grande se debía a los
numerosos bosques de altura baja, los cuales llegaban hasta San Fernando. Los montes
eran de baja altura y madera pobre, donde había muchos ombúes. En 1606, Rodrigo Ortiz
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de Zárate vendió la chacra a Francisco de Beaumont y Navarra, y en 1608 pasó a ser
propiedad de Juan Domínguez de Palermo quien estaba ampliando sus tierras. Diez años
después la adquirió Martín Dávila y Villavicencio, pasó por herencia a Enrique de
Mendoza, quien la vendió a Inés Romero de Santa Cruz y a Isabel Frías de Martel. Luego
la obtuvo Juan de Herrera y Hurtado, quien dejó la quinta a su hija Gregoria casada con el
capitán Fernando de Valdez e Inclán, quienes cedieron la parte más elevada de su chacra
a Juan de Narbona para que este edificara una iglesia y un convento para los frailes
Recoletos de la orden franciscana, recién llegados de España en 1708. Fueron el fray
Pedro de la Torre, el cabildo y el gobernador los que solicitaron permiso a su majestad el
rey Felipe V para construir un templo para los frailes de la Recolección de San Pedro de
Alcántara en la Trinidad, hoy Buenos Aires. Para esto contaban con una donación muy
fuerte de Pedro de Bustinza.
En 1716 fray Diego de Ceballos, lego del convento, hizo una nueva gestión ante la Corte
logrando la real cédula autorizándolo. Para entonces ya habían muerto tanto fray Pedro
como el donante. Es cuando apareció Juan de Narbona quien hizo un nuevo legado y
construyó una modesta capilla y cuatro celdas para los franciscanos.
Como el nuevo donante era devoto de la virgen del Pilar de Zaragoza puso como
condición que la iglesia permaneciera bajo su advocación. Juan de Narbona fue un
zaragozano mercader, mecenas y también contrabandista afincado desde el primer cuarto
del siglo XVIII en Buenos Aires. No puso menos empeño en el comercio de esclavos,
entonces admitido como parte del “orden de las cosas” y es más que probable que la
ilegalidad más o menos consentida del contrabando ocupara parte de su tiempo, y que
sus donaciones piadosas no fueran ajenas a una estrategia de consolidación de un poder
económico, ya por entonces floreciente.

Algunos hechos ocurridos en Nuestra Señora del Pilar


La documentación que guardaba la iglesia de Nuestra Señora del Pilar está en buena
parte desaparecida luego de la expulsión de los franciscanos. Pero mucho de su pasado
fue recopilado por el historiador Enrique Udaondo. Él publicó la reseña histórica del
templo en 1918, de manera que pudo hurgar en el archivo eclesiástico de la Curia
Metropolitana (que funcionó junto a la iglesia Catedral), yacimiento documental también
desaparecido en el vandálico incendio provocado contra los templos del casco histórico
en la noche del 16 de junio de 1955.
En la inauguración del templo no estuvo presente el obispo de la ciudad, franciscano Juan
de Arregui. Estaba en Asunción abocado al problema de los “comuneros”. Pero no
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faltaron alcaldes y regidores ni el depositario general y provincial de la Santa Hermandad,
José Ruiz de Arellano. Buenos Aires tenía 22 mil habitantes en 1773 y 46 eran monjes
recoletos.
Santiago de Liniers, según Paul Groussac, antes de viajar a la Banda Oriental para
preparar la Reconquista, pasó toda una devota noche en el Pilar. El templo durante la
defensa actuó como Hospital de Sangre.
Como el convento funcionó abierto para la reclusión y penitencia en tiempos del virreinato,
la media legua, que entonces se medía desde la Plaza Mayor, suponía una breve
peregrinación. Esto predisponía devotamente a los feligreses. Ellos llegaban dispuestos al
sosiego. Así lo hizo en 1774 quien iba a ser 38 años más tarde suegro del capitán José de
San Martín, don Antonio José de Escalada, flamante viudo de su primera esposa. Él pasó
entre los recoletos cuatro años de reclusión. Como se sabe, Escalada salió del convento
del Pilar para casarse con Tomasa de la Quintana y Aoiz, madre de Remedios.
El historiador Ricardo de Lafuente Machain sostiene que el cónsul norteamericano en
Buenos Aires, David Curtis de Forest, pasó en 1802 cinco meses en el convento para
aprender castellano.
En 1815, el padre Francisco de Paula Castañeda fundó en un local del atrio del convento
una academia de dibujo. Fue hospital de clínicas donde murió (en 1829) el coronel Juan
Ramón Estomba.
En 1834, a instancias del General Juan José Viamonte, se destinó el Convento a asilo de
mendigos y luego de ancianos. Valentín Alsina en 1958 lo reorganizó y paso a llamarse
Asilo de Inválidos. En 1944 en reconocimiento a su fundador se lo llamó “Hogar de
Ancianos General Viamonte”, cumpliendo su función social hasta 1981 cuando el gobierno
de facto lo traslado a Ituzaingó.

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La Basílica Nuestra Señora del Pilar en imágenes
Vista del Complejo desde el Puerto de la Ciudad

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Fuentes:
https://turismo.buenosaires.gob.ar/es/otros-establecimientos/bas%C3%ADlica-de-nuestra-
se%C3%B1ora-del-pilar
https://basilicadelpilar.org.ar/el-templo/
https://www.barriorecoleta.com.ar/iglesia-del-pilar/
https://baiglesias.com/basilica-nuestra-senora-del-pilar/

Mapa del espacio a recorrer


https://view.genial.ly/617f3fcb013d140db375f1b1/interactive-image-recoleta

Para conocer la plaza San Martín de Tours:


https://es.wikipedia.org/wiki/Plaza_San_Mart%C3%ADn_de_Tours_(Buenos_Aires)

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