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Antecedentes:
4 Cuando los israelitas oyeron estas palabras tan demoledoras, comenzaron a llorar y
nadie volvió a ponerse sus joyas,5 pues el Señor le había dicho a Moisés: «Diles a los
israelitas que son un pueblo terco. Si aun por un momento tuviera que acompañarlos,
podría destruirlos. Diles que se quiten esas joyas, que ya decidiré qué hacer con ellos.»6
Por eso, a partir del monte Horeb los israelitas no volvieron a ponerse joyas.
Como funciona:
1. Monta tu Tienda de reunión:
7 Moisés tomó una tienda de campaña y la armó a cierta distancia fuera del
campamento. La llamó «la *Tienda de la reunión con el Señor». Cuando alguien quería
consultar al Señor, tenía que salir del campamento e ir a esa tienda.8 Siempre que
Moisés se dirigía a ella, todo el pueblo se quedaba de pie a la entrada de su carpa y
seguía a Moisés con la mirada, hasta que éste entraba en la Tienda de reunión.9 En
cuanto Moisés entraba en ella, la columna de nube descendía y tapaba la entrada,
mientras el Señor hablaba con Moisés.10 Cuando los israelitas veían que la columna de
nube se detenía a la entrada de la Tienda de reunión, todos ellos se inclinaban a la
entrada de su carpa y adoraban al Señor.
19 Y el Señor le respondió:
—Voy a darte pruebas de mi bondad, y te daré a conocer mi *nombre. Y verás que
tengo clemencia de quien quiero tenerla, y soy compasivo con quien quiero serlo.20
Pero debo aclararte que no podrás ver mi rostro, porque nadie puede verme y seguir con
vida.
21 »Cerca de mí hay un lugar sobre una *roca —añadió el Señor—. Puedes quedarte
allí.22 Cuando yo pase en todo mi esplendor, te pondré en una hendidura de la roca y te
cubriré con mi mano, hasta que haya pasado.23 Luego, retiraré la mano y podrás verme
la espalda. Pero mi rostro no lo verás.
Cuando viene la gloria de Dios a tu vida, hay confrontación y hay una entrega total por
parte nuestra.
Conclusión:
Isaías 52
1 ¡Despierta, *Sión, despierta!
¡Revístete de poder!
Jerusalén, ciudad *santa,
ponte tus vestidos de gala,
que los incircuncisos e *impuros
no volverán a entrar en ti.
2 ¡Sacúdete el polvo, Jerusalén!
¡Levántate, vuelve al trono!
¡Libérate de las cadenas de tu cuello,
cautiva hija de Sión!
3 Porque así dice el Señor:
«Ustedes fueron vendidos por nada,
y sin dinero serán redimidos.»
4 Porque así dice el Señor omnipotente:
«En tiempos pasados,
mi pueblo descendió a Egipto y vivió allí;
en estos últimos tiempos,
Asiria los ha oprimido sin razón.
5 »Y ahora —afirma el Señor—,
¿qué estoy haciendo aquí?
Sin motivo se han llevado a mi pueblo;
sus gobernantes se mofan de él.[a]
No hay un solo momento
en que mi *nombre no lo blasfemen.
6 Por eso mi pueblo conocerá mi nombre,
y en aquel día sabrán
que yo soy quien dice: "¡Aquí estoy!" »