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Antropología y Marxismo
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Gimena Perret
University of Buenos Aires y Universidad Nacional de General Sarmiento
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All content following this page was uploaded by Gimena Perret on 01 June 2014.
Gimena Perret
I. Introducción
Este trabajo no intenta (o por el momento no puede) ser más que una suma de resultados fragmentarios
producto de una búsqueda hostil. Decimos resultados fragmentarios porque se originaron en preguntas e
inquietudes acerca de la relación entre antropología y marxismo, formuladas en distintos momentos de
mi paso por la carrera de ciencias antropológicas y del creciente interés (y necesidad) que fui teniendo
por la historia de la teoría antropológica, en especial a partir de mi experiencia como docente en la
materia “Antropología” del CBC de la UBA.
Y decimos búsqueda hostil, por las dificultades que se me presentaron al momento de comenzar a
indagar en esta relación. Dificultades que pendularon entre la relativa poca bibliografía que trata la
temática y la (im)posibilidad de trascender el “sentido común antropológico” en el que todo lo que
podemos decir sobre la relación antropología-marxismo se reduce, en general, por un lado, a la
influencia que L. Morgan ejerce en la obra de F. Engels y, por el otro, a la recuperación que hace la
antropología del marxismo en el marco de la descolonización de Asia y África.
Con esto no queremos decir que no se tengan que tener en cuenta estos dos “momentos” del encuentro
entre la antropología y el marxismo (de hecho nosotros comenzamos por uno de ellos), sino que la
reducción que cristaliza la relación sólo a estos dos momentos produce el silenciamiento y negación de
ciertas preguntas que pueden incomodar ese sentido común antropológico.
Hace unos dos años, preparando una introducción a la corriente evolucionista en antropología para ser
trabajada en las clases de nuestra materia y, pensando en la realización de alguna actividad que
pudiera resultar significativa para los estudiantes, recordé el trabajo de Engels El origen de la familia, la
propiedad privada y el Estado de 1884. La lectura de los prefacios y del primer capítulo me dejó
sorprendida. Si bien en alguna materia de la carrera de antropología había leído que Engels “tomaba
algo de Morgan”, desconocía la -por así decirlo- magnitud de ese “algo”, es decir, cuán presente estaba
el trabajo de Morgan en el de Engels. Me llamaron la atención afirmaciones en las que expresaba, por
ejemplo, que “en América Morgan descubrió de nuevo, y a su modo, la teoría materialista de la
historia, descubierta por Marx cuarenta años antes, y, guiándose de ella, llegó, al contraponer la
barbarie y la civilización, a los mismos resultados esenciales que Marx”1.
En ese momento esto quedó así, repiqueteando como sorpresa.
1
El origen de la familia, la propiedad privada y el Estado (1884), Barcelona, Planeta Agostini, 1986, p. 27.
Hoy esa sorpresa devino en cuestionamiento y pregunta: ¿por qué ese “algo” nunca fue explícitamente
trabajado, estudiado o discutido durante el transcurso de mi experiencia como estudiante y graduada
de la carrera de antropología? ¿Es que acaso no implicaba consecuencias teóricas fundantes para una
disciplina que en ese momento (1860-1890) se estaba consolidando como ciencia?
En el análisis que hace Díaz Polanco acerca del impacto de la obra de Morgan en el pensamiento de
Marx y Engels, plantea que lo que los entusiasma a ambos es el lugar que Morgan le otorga a la
producción y al trabajo como factores importantes en el desarrollo evolutivo, y si bien, no ve con total
claridad que estos sean la fuente de los demás procesos superestructurales6, es justamente la presencia
de, como dice Díaz Polanco, este “núcleo materialista” la que hace que la obra de Morgan se distinga de
las demás obras evolucionistas del período y sea esto lo que haga la diferencia en la opinión de Engels7.
Es posible también, y en esto coinciden los análisis de Díaz Polanco y de Marvin Harris, que la
presencia de este núcleo materialista, la capacidad de Morgan para “ver” el papel desempeñado por el
trabajo, sea una de las claves para comprender que en el momento de la publicación y difusión de La
sociedad primitiva, la reacción no haya sido homogénea. Como en parte lo expresa la frase citada de
Engels al comienzo de este apartado, los círculos del pensamiento de la época la reciben con frialdad o
se refieren a ella para combatirla8. En el marco de la antropología, Díaz Polanco se anima a afirmar que
2 Es sabido que Marx leyó el libro de Morgan y tomó amplias notas con la intención de escribir acerca de los resultados a los
que Morgan había llegado en su estudio de la evolución sociocultural. Marx no llegó a hacerlo pero sus notas fueron
utilizadas por Engels para apoyar la argumentación de su obra El origen de la familia, la propiedad privada y el Estado.
3 Al respecto, Díaz Polanco plantea que Morgan “no sólo observa a estas artes de subsistencia como material adecuado para
elaborar una periodización, sino que le asigna directamente un papel esencial como motor del desarrollo evolutivo…”, en
“Morgan y el evolucionismo”, s/r, p. 15.
4 Morgan, H., L., La sociedad primitiva, Madrid, Ayuso, 1971, p. 524.
5 Morgan, ob. cit., p. 524.
6 Con esto Díaz Polanco se refiere a la separación entre el desarrollo de las artes de subsistencia y el de las instituciones.
Hecho que en la obra de Morgan puede traducirse como una tensión presente y no resuelta entre un enfoque materialista y
uno idealista.
7 Así, en su trabajo Engels menciona a otros antropólogos evolucionistas del momento como Bachofen, al que le cuestiona su
consideración de los cambios en las ideas religiosas como lo determinante en los cambios históricos que sufre la relación
social del hombre y de la mujer. Es decir, que no tuviera en cuenta, como sí lo hacía Morgan, el desarrollo de las condiciones
reales de existencia de los hombres.
8 Cfr. Díaz Polanco, ob. cit, pp. 12 y 13.
la simpatía de Engels por la obra de Morgan tuvo que ver seguramente con el rechazo y antipatía que
esta fue suscitando en los teóricos posteriores de la antropología clásica.
Para nosotros, esto dice mucho acerca de la relación que la antropología fue entablando con el
marxismo. Sin embargo, no puede dejar de inquietarme lo poco que se ha analizado, en general, la
presencia de ese “núcleo materialista” como elemento distintivo de la obra de Morgan.
Decimos esto debido a que lo que sabemos que se critica de las ideas presentes en el trabajo de Morgan
-como en general de los trabajos de los antropólogos evolucionistas del período-, tiene que ver con: el
etnocentrismo propio de la reconstrucción de la historia de la cultura que pretende realizar, la
concepción de la evolución cultural como universal y consecuentemente necesaria, unilineal y
progresiva, la débil y fragmentaria base empírica sobre la que se asientan sus resultados y su
funcionalidad ideológica con el sistema colonial.
Al no plantear que parte del problema de la obra de Morgan tenía y tiene que ver además con la
presencia de una concepción materialista de la historia, se anula la posibilidad de poder comprender
las razones de la negación y antipatía por las explicaciones de tipo tecnoeconómicas o tecnoecológicas
de la antropología de la primera mitad del siglo XX9.
¿A qué se está refiriendo Harris cuando dice que la antropología se desarrolló enteramente como una
reacción contra el marxismo?
Para intentar responder esta pregunta, me voy a remitir a lo siguiente. Recientemente, y a partir del
trabajo colectivo que con otros/as compañeros/as venimos desarrollando en el marco del Taller
Permanente de Metodología e Investigación12, pudimos comenzar a cuestionarnos ciertos lugares comunes
9 Nos referimos, por ejemplo, a los trabajos de B. Malinowski en el marco de la corriente funcionalista, de F. Boas y sus
discípulos en el marco del particularismo histórico y de Radcliffe-Brown en el seno del estructural funcionalismo.
10 Recientemente di con un trabajo de Joseph Llobera Hacia una historia de las ciencias sociales. El caso del materialismo histórico,
XXI, 1999.
12 Taller que viene funcionando abierta y horizontalmente desde mediados de 2006 y del que participan estudiantes,
Llegados a este punto del capítulo, se me podría decir que en lo que he desarrollado hasta aquí se me
ha olvidado mencionar el segundo “momento” de la relación antropología-marxismo: la recuperación
que en los 70 la antropología hace de la obra de Marx.
Si no la he mencionado, en parte es –aunque es algo para seguir discutiendo- porque considero que fue
una recuperación meramente coyuntural16 que quedó circunscripta a una antropología crítica europea
13 Tanto Malinowski como Boas influyen directamente en toda la antropología (sobre todo anglosajona y norteamericana) de
la inversión de tiempo y de trabajo, del transporte, de la relación entre la población y el hábitat en el que se desenvuelve, de
la energía alimenticia, etc.
15 Ob. cit, p. 487.
16 Me refiero al contexto de la descolonización de Asia y África a partir del cual la antropología se replantea el cómo, el por
qué y el para qué de su quehacer profesional. En el prefacio del libro de Josep Llobera al que ya hemos hecho referencia en la
(sobre todo francesa) y a cierta antropología crítica latinoamericana. Por lo que continúa operando el
legado de la antropología clásica que ha logrado, a mi entender, seguir vigente en gran parte de la
antropología contemporánea.
En la actualidad podemos observar esta continuidad y vigencia en la deficiente comprensión que
tenemos respecto de la dinámica de los procesos de producción y reproducción social. A lo que se suma
una comprensión igualmente sesgada de la perspectiva marxista guiada por el prejuicio de que las
explicaciones marxistas simplifican la realidad o caen en reduccionismos de tipo económicos o en
esencialismos de clase.
En antropología –pero también de forma más generalizada en el conjunto de las ciencias sociales- se
suele rechazar la explicación marxista como si esta redujera la comprensión de lo social a un solo factor,
el económico. Este reduccionismo suele asociarse con los nombres de Marx y Engels quienes son
comúnmente tildados de deterministas económicos/tecnológicos. Harris lo llama a esto el “mito del
simplismo del factor único”, mito que, por otra parte, se ha instalado con fuerza en nuestro sentido
común antropológico.
En el intento por avanzar en una comprensión de las características que asume el vínculo antropología-
marxismo, nos ubicamos frente al hecho de que nuestra disciplina se desarrolla fundamentalmente
contra las ideas marxistas, cuestionando y prescindiendo de sus categorías. En función de ello, nos
preguntamos acerca de las implicancias que esto tiene sobre la producción de conocimiento
antropológico en la actualidad. Si este interrogante ha estado reiteradamente formulado a lo largo del
capítulo, lo ha sido en el afán por mostrar que la ruptura que la antropología contemporánea cree haber
hecho con la antropología clásica es simplemente eso, un supuesto que no deja entrever los guiños
cómplices que sigue manteniendo aún con ella.
Bibliografía Inicial
nota 12, plantea en términos un tanto biográficos, que en dicho contexto la perspectiva marxista era la única alternativa
válida o al menos un punto de partida necesario.