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Antropología y Marxismo

Article · September 2009

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Gimena Perret
University of Buenos Aires y Universidad Nacional de General Sarmiento
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De negaciones y ausencias.
Antropología y Marxismo: resultados fragmentarios de una búsqueda hostil

Gimena Perret

I. Introducción

Este trabajo no intenta (o por el momento no puede) ser más que una suma de resultados fragmentarios
producto de una búsqueda hostil. Decimos resultados fragmentarios porque se originaron en preguntas e
inquietudes acerca de la relación entre antropología y marxismo, formuladas en distintos momentos de
mi paso por la carrera de ciencias antropológicas y del creciente interés (y necesidad) que fui teniendo
por la historia de la teoría antropológica, en especial a partir de mi experiencia como docente en la
materia “Antropología” del CBC de la UBA.
Y decimos búsqueda hostil, por las dificultades que se me presentaron al momento de comenzar a
indagar en esta relación. Dificultades que pendularon entre la relativa poca bibliografía que trata la
temática y la (im)posibilidad de trascender el “sentido común antropológico” en el que todo lo que
podemos decir sobre la relación antropología-marxismo se reduce, en general, por un lado, a la
influencia que L. Morgan ejerce en la obra de F. Engels y, por el otro, a la recuperación que hace la
antropología del marxismo en el marco de la descolonización de Asia y África.
Con esto no queremos decir que no se tengan que tener en cuenta estos dos “momentos” del encuentro
entre la antropología y el marxismo (de hecho nosotros comenzamos por uno de ellos), sino que la
reducción que cristaliza la relación sólo a estos dos momentos produce el silenciamiento y negación de
ciertas preguntas que pueden incomodar ese sentido común antropológico.

En lo que sigue intentaré presentarles algunas de esas preguntas.

II. La sociedad primitiva de Lewis Morgan y su “núcleo materialista”.

“Y si tantos crímenes no fuesen aún suficientes para que la escuela


oficial diese fríamente la espalda a Morgan, éste hizo desbordarse la
copa, no sólo criticando, de un modo que recuerda a Fourier, la
civilización y la sociedad de la producción mercantil, forma
fundamental de nuestra sociedad presente, sino hablando además de
una futura transformación de esta sociedad en términos que hubieran
podido salir de labios de Carlos Marx”.
F. Engels, 1884.

Hace unos dos años, preparando una introducción a la corriente evolucionista en antropología para ser
trabajada en las clases de nuestra materia y, pensando en la realización de alguna actividad que
pudiera resultar significativa para los estudiantes, recordé el trabajo de Engels El origen de la familia, la
propiedad privada y el Estado de 1884. La lectura de los prefacios y del primer capítulo me dejó
sorprendida. Si bien en alguna materia de la carrera de antropología había leído que Engels “tomaba
algo de Morgan”, desconocía la -por así decirlo- magnitud de ese “algo”, es decir, cuán presente estaba
el trabajo de Morgan en el de Engels. Me llamaron la atención afirmaciones en las que expresaba, por
ejemplo, que “en América Morgan descubrió de nuevo, y a su modo, la teoría materialista de la
historia, descubierta por Marx cuarenta años antes, y, guiándose de ella, llegó, al contraponer la
barbarie y la civilización, a los mismos resultados esenciales que Marx”1.
En ese momento esto quedó así, repiqueteando como sorpresa.

1
El origen de la familia, la propiedad privada y el Estado (1884), Barcelona, Planeta Agostini, 1986, p. 27.
Hoy esa sorpresa devino en cuestionamiento y pregunta: ¿por qué ese “algo” nunca fue explícitamente
trabajado, estudiado o discutido durante el transcurso de mi experiencia como estudiante y graduada
de la carrera de antropología? ¿Es que acaso no implicaba consecuencias teóricas fundantes para una
disciplina que en ese momento (1860-1890) se estaba consolidando como ciencia?

Si tomamos como marco de referencia el período de consolidación de la antropología como ciencia


durante la segunda mitad del siglo XIX y primera del siglo XX, podemos decir que el puntapié inicial
de la relación entre antropología y marxismo puede situarse con la recepción de la obra de Lewis H.
Morgan La sociedad primitiva de 1877 y especialmente en la valoración que de la misma hacen Marx y
Engels2.
En su trabajo, Morgan expone los lineamientos generales de una reconstrucción de la historia de la
cultura humana a la manera de una historia natural, con el objetivo de establecer las leyes del orden y
la evolución socio-cultural. Propone diferenciar los distintos grados de desarrollo cultural a partir del
conocidísimo esquema de los tres períodos étnicos: salvajismo, barbarie y civilización. Dichos períodos
eran construidos a partir del supuesto de que las diversas técnicas de subsistencia que el hombre fue
desarrollando a lo largo de la historia son las que deberían ser consideradas en primer término por la
influencia que deben haber ejercido sobre la condición del género humano, y las que ofrezcan, por
tanto, las bases más apropiadas para el establecimiento de dichas divisiones3.
A partir de este supuesto, Morgan intentaba reconstruir el camino seguido por la humanidad “hasta un
punto en el cual, sin conocimiento del fuego, sin lenguaje articulado y sin armas artificiales, estaba
sujeta, como los animales salvajes, a los productos espontáneos de la tierra”4. Una especie de “punto
cero” de la humanidad a partir del cual “…lenta, casi imperceptiblemente, avanzó a través del
salvajismo, ... desde la maza como arma primera, hasta el dardo con punta pedernal, y, más adelante,
hasta el arco y la flecha; desde el cuchillo y formón de pedernal, al hacha y martillo de piedra ...”5.

En el análisis que hace Díaz Polanco acerca del impacto de la obra de Morgan en el pensamiento de
Marx y Engels, plantea que lo que los entusiasma a ambos es el lugar que Morgan le otorga a la
producción y al trabajo como factores importantes en el desarrollo evolutivo, y si bien, no ve con total
claridad que estos sean la fuente de los demás procesos superestructurales6, es justamente la presencia
de, como dice Díaz Polanco, este “núcleo materialista” la que hace que la obra de Morgan se distinga de
las demás obras evolucionistas del período y sea esto lo que haga la diferencia en la opinión de Engels7.
Es posible también, y en esto coinciden los análisis de Díaz Polanco y de Marvin Harris, que la
presencia de este núcleo materialista, la capacidad de Morgan para “ver” el papel desempeñado por el
trabajo, sea una de las claves para comprender que en el momento de la publicación y difusión de La
sociedad primitiva, la reacción no haya sido homogénea. Como en parte lo expresa la frase citada de
Engels al comienzo de este apartado, los círculos del pensamiento de la época la reciben con frialdad o
se refieren a ella para combatirla8. En el marco de la antropología, Díaz Polanco se anima a afirmar que

2 Es sabido que Marx leyó el libro de Morgan y tomó amplias notas con la intención de escribir acerca de los resultados a los

que Morgan había llegado en su estudio de la evolución sociocultural. Marx no llegó a hacerlo pero sus notas fueron
utilizadas por Engels para apoyar la argumentación de su obra El origen de la familia, la propiedad privada y el Estado.
3 Al respecto, Díaz Polanco plantea que Morgan “no sólo observa a estas artes de subsistencia como material adecuado para

elaborar una periodización, sino que le asigna directamente un papel esencial como motor del desarrollo evolutivo…”, en
“Morgan y el evolucionismo”, s/r, p. 15.
4 Morgan, H., L., La sociedad primitiva, Madrid, Ayuso, 1971, p. 524.
5 Morgan, ob. cit., p. 524.
6 Con esto Díaz Polanco se refiere a la separación entre el desarrollo de las artes de subsistencia y el de las instituciones.

Hecho que en la obra de Morgan puede traducirse como una tensión presente y no resuelta entre un enfoque materialista y
uno idealista.
7 Así, en su trabajo Engels menciona a otros antropólogos evolucionistas del momento como Bachofen, al que le cuestiona su

consideración de los cambios en las ideas religiosas como lo determinante en los cambios históricos que sufre la relación
social del hombre y de la mujer. Es decir, que no tuviera en cuenta, como sí lo hacía Morgan, el desarrollo de las condiciones
reales de existencia de los hombres.
8 Cfr. Díaz Polanco, ob. cit, pp. 12 y 13.
la simpatía de Engels por la obra de Morgan tuvo que ver seguramente con el rechazo y antipatía que
esta fue suscitando en los teóricos posteriores de la antropología clásica.
Para nosotros, esto dice mucho acerca de la relación que la antropología fue entablando con el
marxismo. Sin embargo, no puede dejar de inquietarme lo poco que se ha analizado, en general, la
presencia de ese “núcleo materialista” como elemento distintivo de la obra de Morgan.
Decimos esto debido a que lo que sabemos que se critica de las ideas presentes en el trabajo de Morgan
-como en general de los trabajos de los antropólogos evolucionistas del período-, tiene que ver con: el
etnocentrismo propio de la reconstrucción de la historia de la cultura que pretende realizar, la
concepción de la evolución cultural como universal y consecuentemente necesaria, unilineal y
progresiva, la débil y fragmentaria base empírica sobre la que se asientan sus resultados y su
funcionalidad ideológica con el sistema colonial.
Al no plantear que parte del problema de la obra de Morgan tenía y tiene que ver además con la
presencia de una concepción materialista de la historia, se anula la posibilidad de poder comprender
las razones de la negación y antipatía por las explicaciones de tipo tecnoeconómicas o tecnoecológicas
de la antropología de la primera mitad del siglo XX9.

III. La antropología contra el marxismo o la conformación de una antropología decididamente anti


marxista.

“Una evitación ritual de Marx. Muy a menudo nos encontramos con la


ausencia de Marx o, por el contrario, su oculta presencia como paria
silencioso cuya figura tenía hechizado al durkheimismo. Cuando se
dirigía al pensamiento de Marx, Durkheim hacía lo posible para situar
al marxismo en el plano de una ideología, dejando a un lado las
aportaciones teóricas de Marx”.
D. LaCapra, 1972.

El mecanismo de ocultamiento del “núcleo materialista” de la obra de Morgan sumado a la ausencia de


cualquier mención de los trabajos de Marx o Engels en la antropología posterior, refuerzan una
caracterización de la antropología como ciencia social desarrollada independientemente del marxismo.
Si tomamos en cuenta los trabajos que realizan una aproximación a la historia de la teoría
antropológica, vemos que uno de los primeros trabajos que incorporan problemáticamente a Marx es el
de Marvin Harris de 1968, El desarrollo de la teoría antropológica, logrando romper con una larga racha -de
casi un siglo- en el que la antropología había ignorado por completo a Marx10.
Harris intenta, entre otras cosas, cuestionar esta supuesta independencia de la antropología del
marxismo y desnaturalizar la ignorancia e indiferencia hacia este: no es que la antropología se
desarrolla independientemente del marxismo sino que se desarrolló contra él11.

¿A qué se está refiriendo Harris cuando dice que la antropología se desarrolló enteramente como una
reacción contra el marxismo?

Para intentar responder esta pregunta, me voy a remitir a lo siguiente. Recientemente, y a partir del
trabajo colectivo que con otros/as compañeros/as venimos desarrollando en el marco del Taller
Permanente de Metodología e Investigación12, pudimos comenzar a cuestionarnos ciertos lugares comunes

9 Nos referimos, por ejemplo, a los trabajos de B. Malinowski en el marco de la corriente funcionalista, de F. Boas y sus
discípulos en el marco del particularismo histórico y de Radcliffe-Brown en el seno del estructural funcionalismo.
10 Recientemente di con un trabajo de Joseph Llobera Hacia una historia de las ciencias sociales. El caso del materialismo histórico,

Barcelona, Editorial Anagrama, 1980, en el que confirma este dato.


11 Ver especialmente el Capítulo 8 de El desarrollo de la teoría antropológica. Una historia de las teorías de la cultura, Madrid, Siglo

XXI, 1999.
12 Taller que viene funcionando abierta y horizontalmente desde mediados de 2006 y del que participan estudiantes,

graduados y docentes de las carreras de sociología y antropología de la UBA. http://metodologiataller.blogspot.com


antropológicos y sociológicos. Uno de ellos tuvo que ver con hacer explícita las raíces durkheimianas de
la mayor parte de los autores y corrientes antropológicas, es decir, que Durkheim sirve como
fundamento teórico y epistemológico a gran parte de la antropología clásica.
Esto nos lleva a preguntarnos acerca de las consecuencias que pudo haber tenido sobre la
caracterización del objeto de estudio antropológico, sobre a qué aspectos de la realidad social darle
prioridad en el análisis, sobre la relación con el “otro cultural” y sobre su compromiso político-
ideológico. Es decir, sobre sus implicancias para la teoría antropológica y para el tipo de antropología
que se constituye.
En lo personal, fue sumamente significativo caer en la cuenta de las raíces durkheimianas de la
antropología, principalmente porque este hecho no quedó planteado de forma aislada sino que pudo
ser puesto en relación con la negación y el rechazo de la perspectiva marxista por parte de la
antropología.
De este modo, adquiere sentido lo que Harris está planteando respecto de una antropología que se
desarrolla contra el marxismo.
A partir de lo dicho hasta aquí, considero que estamos en mejores condiciones para entender y
resignificar el fuerte rechazo que autores como Malinowski o Boas hacen de forma más o menos
explícita a una concepción materialista de la historia y a partir de ello, qué análisis del Kula o del Potlach
están haciendo uno y otro respectivamente13. Harris afirma que Malinowski se abstuvo
deliberadamente de realizar un análisis económico del sistema productivo y distributivo de la cultura
trobriandesa en general y del Kula en particular.
Lo que se deriva del análisis que realiza Malinowski, es que este sistema de intercambio intertribal –
Kula y que tiene como característica central el hecho de que todo parece estar subordinado al
intercambio de conchas y brazaletes que no poseen valor de uso ni de cambio alguno, salvo el hecho de
su posibilidad de intercambio- está gobernado por motivaciones, sentimientos, deseos o valoraciones
enteramente no económicas14. Malinowski, dice Harris, nos presenta “una etnografía dominada en
todos los aspectos por las motivaciones subjetivas de los participantes en términos de prestigio y de
aspiraciones mágicas”15.

El hecho de que la antropología hunda sus raíces en el durkheimismo, rechace el materialismo y


abogue por o le dé primacía a los aspectos subjetivos y simbólicos de la cultura, es una tríada que se
consolidará durante los primeros cincuenta años del siglo XX y que no sólo será central en términos
constitutivos, sino también, en términos de la producción de conocimiento antropológico de la
actualidad. Es decir, lo que estamos planteando aquí no es parte solamente de la historia de la teoría
antropológica sino que refiere también a su presente, con efectos concretos sobre la producción de
conocimiento antropológico hoy.

IV. Reflexiones finales

Llegados a este punto del capítulo, se me podría decir que en lo que he desarrollado hasta aquí se me
ha olvidado mencionar el segundo “momento” de la relación antropología-marxismo: la recuperación
que en los 70 la antropología hace de la obra de Marx.
Si no la he mencionado, en parte es –aunque es algo para seguir discutiendo- porque considero que fue
una recuperación meramente coyuntural16 que quedó circunscripta a una antropología crítica europea

13 Tanto Malinowski como Boas influyen directamente en toda la antropología (sobre todo anglosajona y norteamericana) de

la primera mitad del siglo XX.


14 Cuando Harris se refiere a lo económico está haciendo alusión al sistema de producción y de distribución, de la energía, de

la inversión de tiempo y de trabajo, del transporte, de la relación entre la población y el hábitat en el que se desenvuelve, de
la energía alimenticia, etc.
15 Ob. cit, p. 487.
16 Me refiero al contexto de la descolonización de Asia y África a partir del cual la antropología se replantea el cómo, el por

qué y el para qué de su quehacer profesional. En el prefacio del libro de Josep Llobera al que ya hemos hecho referencia en la
(sobre todo francesa) y a cierta antropología crítica latinoamericana. Por lo que continúa operando el
legado de la antropología clásica que ha logrado, a mi entender, seguir vigente en gran parte de la
antropología contemporánea.
En la actualidad podemos observar esta continuidad y vigencia en la deficiente comprensión que
tenemos respecto de la dinámica de los procesos de producción y reproducción social. A lo que se suma
una comprensión igualmente sesgada de la perspectiva marxista guiada por el prejuicio de que las
explicaciones marxistas simplifican la realidad o caen en reduccionismos de tipo económicos o en
esencialismos de clase.
En antropología –pero también de forma más generalizada en el conjunto de las ciencias sociales- se
suele rechazar la explicación marxista como si esta redujera la comprensión de lo social a un solo factor,
el económico. Este reduccionismo suele asociarse con los nombres de Marx y Engels quienes son
comúnmente tildados de deterministas económicos/tecnológicos. Harris lo llama a esto el “mito del
simplismo del factor único”, mito que, por otra parte, se ha instalado con fuerza en nuestro sentido
común antropológico.

En el intento por avanzar en una comprensión de las características que asume el vínculo antropología-
marxismo, nos ubicamos frente al hecho de que nuestra disciplina se desarrolla fundamentalmente
contra las ideas marxistas, cuestionando y prescindiendo de sus categorías. En función de ello, nos
preguntamos acerca de las implicancias que esto tiene sobre la producción de conocimiento
antropológico en la actualidad. Si este interrogante ha estado reiteradamente formulado a lo largo del
capítulo, lo ha sido en el afán por mostrar que la ruptura que la antropología contemporánea cree haber
hecho con la antropología clásica es simplemente eso, un supuesto que no deja entrever los guiños
cómplices que sigue manteniendo aún con ella.

Bibliografía Inicial

-Díaz Polanco, H., “Morgan y el evolucionismo”, s/r.


-Engels, F., El origen de la familia, la propiedad privada y el Estado, Barcelona, Planeta Agostini, 1986.
-Harris, M., El desarrollo de la teoría antropológica. Una historia de las teorías de la cultura, Madrid, Siglo
XXI, 1999.
-Krotz, E., Utopía, asombro y alteridad: consideraciones metateóricas acerca de la investigación
antropológica, en Estudios sociológicos, v 14, México, 1987. pp. 283-301
-Llobera, J. R., Hacia una historia de las ciencias sociales. El caso del materialismo histórico, Barcelona,
Editorial Anagrama, 1980.
-Morgan, H., L., La sociedad primitiva, Madrid, Ayuso, 1971.

nota 12, plantea en términos un tanto biográficos, que en dicho contexto la perspectiva marxista era la única alternativa
válida o al menos un punto de partida necesario.

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