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CONCEPTO DE PATRONO

Rama del Derecho: Derecho Laboral. Descriptor: Empleador.

Palabras Claves: Empleador, Patrono, Artículo 2 del Código de Trabajo.

Fuentes de Información: Doctrina, Normativa y Jurisprudencia. Fecha: 28/01/2019.

Nombre del Investigador: Simons Salazar García.

Contenido

RESUMEN ...................................................................................................................................2

NORMATIVA ............................................................................................................................. 2
Concepto de Patrono .........................................................................................................2

DOCTRINA .................................................................................................................................3
Patrono...................................................................................................................................3
Definición de Patrono .......................................................................................................3
Significado de Patrono ......................................................................................................3
El Patrono .............................................................................................................................. 3
Concepto de Patrono .........................................................................................................4

JURISPRUDENCIA ....................................................................................................................4
1. Concepto de Patrono y Formas que Adopta ...................................................... 4
2. Tesis de la Despersonalización Patronal y la Teoría del Patrono
Aparente ................................................................................................................................ 9
3. Sujetos de Derecho Laboral: Patrono, Trabajador, Intermediario ........ 11

1
4. Naturaleza Jurídica de la Relación Laboral .................................................... 16
5. Figura Patronal ........................................................................................................ 27
6. Sobre la Identidad de Empleador ...................................................................... 31
7. ¿Quién es el Patrono? ............................................................................................. 34
8. Determinación del Patrono ................................................................................. 36
9. Concepto de Patrono y Determinación de la Relación Laboral ............... 39
10. Artículo 2 del Código de Trabajo.................................................................... 42
11. Definición de a Relación Laboral y la Importancia del Concepto de
Patrono................................................................................................................................ 44
12. Patrono.................................................................................................................... 46

RESUMEN

El presente informe de investigación recopila normativa, doctrina y jurisprudencia


sobre el Concepto de Patrono, considerando para ello los supuestos del artículo 2 del
Código de Trabajo, las definiciones a portadas por la doctrina nacional y extranjera; sin
olvidar el criterio de la jurisprudencia de los Tribunales de la Corte Suprema de Justicia,
representado por el criterio de los Tribunales de Trabajo y la Sala Segunda de la Corte
Suprema de Justicia.

NORMATIVA

Concepto de Patrono
[Código de Trabajo]i

Artículo 2. Patrono es toda persona física o jurídica, particular o de Derecho Público,


que emplea los servicios de otra u otras, en virtud de un contrato de trabajo, expreso o
implícito, verbal o escrito, individual o colectivo.

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DOCTRINA

Patrono
[Durante Calvo, M.]ii

[P. 138] Conforme a lo establecido en el artículo 2 del Código de Trabajo, patrono es


toda persona física o jurídica, particular o de Derecho Público, que emplea los servicios
de otra u otras, en virtud de un Contrato de Trabajo, expreso o implícito, verbal o
escrito, individual o colectivo.

Definición de Patrono
[Cabanellas de Torres, G.]iii

[P. 286] Defensor. | Protector, amparador, favorecedor. | Titular del derecho de


patronato (v.). | Manumisor. | Dueño del lugar donde uno se aloja. | En los feudos,
dueño del dominio directo. | Quien emplea remuneradamente y con cierta
permanencia a trabajadores subordinados a él.

Significado de Patrono
[Casado, M.L.]iv

[P. 628] PATRONO: patrón, empleador.  Persona natural o jurídica que proporciona
trabajo, por cuenta propia o ajena, para la ejecución o la explotación de una obra o
empresa. Empleado y obrero es el que trabaja por cuenta ajena.

El Patrono
[Ossorio, M.]v

[P. 700] Persona física (aunque el concepto también cabe aplicarlo a las personas
jurídicas) que, en el contrato laboral, da ocupación retribuida a los trabajadores que
quedan en relación subordinada. Es, pues, el propietario de la empresa y quien la
dirige personalmente o valiéndose de otras personas. Es llamado también empleador y
empresario. (V. CONTRATO DE TRABAJO.)

En Roma, el que había manumitido a un esclavo y conservaba sobre él los llamados


derechos de patronato (v.). I En lo eclesiástico, titular del patronato canónico (v.). I
Dueño del lugar en que uno se aloja, en especial en fondas y pensiones. I En el feudo
(v.) medioeval, el dueño del dominio directo.

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Concepto de Patrono
[Cabanellas de Torres, G.]vi

[P. 696] Persona física (aunque el concepto también cabe aplicarlo a las personas
jurídicas) que, en el contrato laboral, da ocupación retribuida a los trabajadores que
quedan en relación subordinada. Es, pues, el propietario de la empresa y quien la
dirige personalmente o valiéndose de otras personas. Es llamado también empleador y
empresario. (V. contrato de trabajo.)

En Roma, el que había manumitido a un esclavo y conservaba sobre él los llamados


derechos de patronato (v.). | En lo eclesiástico, titular del patronato canónico (v.). |
Dueño del lugar en que uno se aloja, en especial en fondas y pensiones. | En el feudo
(v.) medieval el dueño del dominio directo.

JURISPRUDENCIA

1. Concepto de Patrono y Formas que Adopta

[Tribunal de Apelación de Trabajo del II Circuito Judicial de San José]vii


Voto de mayoría:

III. En su primer reproche la apoderada de la parte demandada critica que se haya


condenado al codemandado Herrera Arauz, solidariamente en su condición personal,
argumentando, en síntesis, que en la demanda no se invocó esa solidaridad con base
en la existencia de un grupo de interés económico, sino en la existencia de una
prestación personal del servicio directamente ejecutada a su favor, aspecto que no se
acreditó, y en todo caso, en no es posible transferirle la responsabilidad a una persona
que es representante legal y propietaria de una persona jurídica, por las obligaciones
laborales que adquiera esta última. Lo primero que hay que explicar es que no es
cierto que la demanda se haya formulado contra el señor Herrera Arauz únicamente
aduciendo que este era patrono por efectuarse labores en su beneficio personal, ese
forma parte de los aspectos consignados en los hechos de la demanda (hechos 1, 3, 4)
), pero también se incluyeron otros elementos tale como que trabajaba “bajo
supervisión única y exclusiva del señor … Herrera Arauz” (hechos 1, 3 4), que las
empresas eran propiedad de ese codemandado (hechos 1, 3 y 4), que el salario fue
pagado por tres empresas distintas por decisión de su dueño (hecho 3); y que era este
quien controlaba y adoptaba todas las decisiones relacionadas con la actividad
económica desarrollada por las distintas empresas, por lo que es claro que desde la
formulación de la demanda, la tesis de la partes actora es que existe un grupo de

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interés económico integrado por personas físicas y jurídicas que fungían como parte
patronal, y a partir de esa premisa se sustentaron las pretensiones, por lo que no
existe yerro alguno por parte del juzgado al examinar, desde esa perspectiva, si existía
una responsabilidad solidaria del codemandado Herrera Arauz respecto de los rubros
que eventualmente le correspondieran al actor. Dicho esto, tenemos entonces que el
principal aspecto a determinar es si es posible atribuirle responsabilidad solidaria, en
materia laboral, a la persona que funja como representante y propietaria de
determinadas personas jurídicas organizadas formalmente bajo figuras mercantiles,
ello por cuanto la parte apelante no impugna el hecho de que las empresas conformen
un grupo de interés económico, ni que el propietario sea el señor Herrera Arauz. Al
respecto considera el Tribunal que en el recurso no se invoca ningún motivo válido
para variar lo resuelto. Véase que la jueza de instancia apreció que el codemandado es
quien ejerce la representación y además ostenta la titularidad de las empresas, fue
quien directamente contrató al actor y era quien daba las órdenes, y por ende
concluyó que el codemandado persona física utilizaba las personas jurídicas para
organizar y desarrollar sus actividades de comercio. Esos aspectos no solo se infieren
de los hechos probados 1, 3 y 4, sino del análisis contenido en el considerando “IV.d)
donde la juzgadora expresa: “Con respecto a lo anterior, del expediente se desprende
que el señor VÍCTOR EMILIO HERRERA ARAUZ no era un simple representante de la
sociedad accionada, sino un verdadero patrono. La anterior afirmación se fundamenta
en los siguientes elementos probatorios. Para comenzar y como se indicó
anteriormente, de las certificaciones se extrae que el señor demandado VÍCTOR
EMILIO HERRERA ARAUZ ostenta el cargo de presidente todas las sociedades
demandadas. Por otro lado, los dos testigos presentados a este proceso (quienes son
proveedor y trabajadores de la sociedad accionada) identificaron lo siguiente: el señor
testigo José Enrique Morales Salas manifestó: “era el dueño de las dos empresas,
Víctor Herrera (...) era el jefe directo", también el señor testigo Eddy Vargas Artavia
señaló: "El superior de José Miguel era Víctor Emilio", también indicó Fanny Artavia
Sandí, cuando se le preguntó sobre las empresas: "El dueño es don Víctor Emilio
Herrera". Uno de los problemas comunes en el Derecho del Trabajo, derivado de la
presencia de las agrupaciones de interés económico, concierne en la identificación de
la parte empleadora y, en algunos casos, el problema trasciende a la posibilidad real de
hacer efectivos los derechos laborales de la persona trabajadora. Ante situaciones
como esas, que producen una incertidumbre inicial en la identificación del empleador,
la existencia del grupo económico debe tenerse como empleador y,
consecuentemente, como responsable único de las prestaciones laborales que le
correspondan a una persona trabajadora. Américo Plá, explica que esta conclusión
viene impuesta por la aplicación de los principios laborales de primacía de la realidad,
por cuanto este lleva a buscar la realidad de los hechos más allá de los formalismos y
de las meras formalidades jurídicas; así como del principio protector, por el cual debe
preferirse, en caso de duda, la solución más favorable para quien labora, así no que no

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ha quedado duda que nos encontramos ante una unidad económica y esto conlleva
responsabilidad solidaria para las partes demandadas.” Este argumento, según el cual
el codemandado constituía una sola unidad económica frente al trabajador, no fue
directamente atacado y ello sería suficiente para confirmar lo resuelto por la instancia
previa. No obstante, para mayor abundamiento, debemos señalar que conforme lo
dispuesto por el artículo 2 del Código de Trabajo: "Patrono es toda persona física o
jurídica, particular o de Derecho Público, que emplea los servicios de otra u otras, en
virtud de un contrato de trabajo, expreso o implícito, verbal o escrito, individual o
colectivo". La jurisprudencia nacional ha venido reconociendo - desde antigua data -
que la figura patronal no necesariamente se presenta como unitaria, puede adoptar
formas complejas que en términos generales se asocian con el concepto de "grupo de
interés económico" y este puede manifestarse de múltiples maneras. Sobre el
particular, el Tribunal Superior de Trabajo, en su voto número 1607 de las 9:15 horas
del 18 de abril de 1976, desde aquel entonces señalaba: "La actual tendencia patronal
de dividir en un mismo consorcio económico en distintas sociedades, a efecto de
obtener beneficios respecto a ciertas obligaciones tributarias, ha traído no pocos
perjuicios a sus trabajadores, quienes muchas veces desconocen quien ostenta la
calidad jurídica de patrono, obstaculizando así el reclamo de sus derechos. Ante esta
actitud, han surgido dos corrientes de pensamiento en la doctrina moderna,
orientadas al mismo objetivo: la tesis de la despersonalización patronal y la teoría del
patrono aparente, cuyo combinado estudio atribuye la categoría de patrono al ente
económico empresarial que se favorece con el servicio prestado por el trabajador, sin
que para lo laboral tenga importancia la identificación de las distintas sociedades o
compañías individuales que forman parte de todo el engranaje económico de esa
unidad. Con arreglo a esos principios, basta entonces demostrar el nexo económico de
las distintas sociedades que integran una empresa, para estimarla, laboralmente, como
un mismo patrono. La prueba recibida en la especie, permite concluir que las dos
sociedades demandadas, si bien en derecho común son individualidades diferentes,
ambas forman parte de una misma unidad económica, y ello es suficiente para estimar
que la prestación de servicios que en cada una de ellas realizó el actor, sin la existencia
de prueba que al pasar de una a otra se le hubieren reconocido sus derechos laborales,
ha de entenderse como un mismo contrato sin solución de continuidad, por lo que han
de responder en forma solidaria de las indemnizaciones que encuentran sustento en
las leyes de trabajo." El fenómeno retratado en la cita jurisprudencial transcrita no es
ajeno a la realidad actual, donde incluso diríamos se ha intensificado. En la vida
moderna es común que las personas, incluso que no se dedican a ningún tipo de
actividad económica, constituyan sociedades de capital con la finalidad de mantener
patrimonios separados y diluir su eventual responsabilidad por las obligaciones que
contraigan. En el mundo del trabajo, como refiere el Tribunal Superior de Trabajo, ese
fenómeno es constante, y su uso patológico adquiere formas diversas, que permiten
incluso que hoy día existan grupos de empresas que constantemente estén

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trasladando su planilla entre las diversas sociedades anónimas que lo conforman, en
muchos casos con la finalidad de dificultar el adecuado acceso a la justicia por parte de
su personal, en el supuesto de que surjan eventuales conflictos laborales. En este caso
concreto el codemandado persona física no solo ha actuado como representante de la
empresa accionada, suscribiendo en representación de esta el contrato con el actor,
sino que como se tuvo por demostrado, y no lo rebate la demandada, era quien
además ostentaba la titularidad de la empresa, organizaba el negocio, giraba las
órdenes, lo que pone en evidencia que sus intereses en lo personal convergen con los
intereses de la empresa demandada, actuando frente al personal como una unidad
económica, la cual en consecuencia debe responder por los derechos derivados del
contrato de trabajo que vinculó a las partes en los términos de los artículos 2 y 3 del
Contrato de Trabajo. Nótese que la máxima del derecho laboral según la cual la
persona trabajadora no tiene por que saber quien es el patrono, tiene múltiples
dimensionamientos en el plano práctico procesal, y va más allá de la posibilidad de
traer al proceso a distintas personas, sino que permite analizar si la figura patronal se
presenta compleja frente a la persona trabajadora, precisamente para generar
confusión y dificultar la realización de los derechos laborales, para lo cual en algunas
ocasiones se introduce la figura de personas jurídicas diversas con ese propósito,
aspecto que lejos de ser tolerado por la jurisdicción de trabajo, debe ser analizado con
visión proteccionista, conforme al mandato del artículo 17 del Código de Trabajo,
aplicando el principio protector, en aras de que las sentencias no se vuelvan ineficaces
en perjuicio de la parte débil del contrato de trabajo. En ese espíritu, cuando se
aprecie que existen grupos de interés económico que actúen frente a la persona
trabajadora, en aplicación de las normas antes citadas, es posible imponer la
responsabilidad solidaria para todos sus integrantes, tal y como en la especie lo
impuso el juzgado y deberá ser confirmado por el Tribunal. Tome en cuenta la parte
que el hecho de ser persona física no implica que no pueda ser considerada como
parte del grupo de interés económico, ya que como ocurre en el caso concreto es
posible que, en supuestos de empresas familiares o unipersonales, una sola persona o
un grupo reducido de personas sean las que en su condición personal ejerzan el
control y mando de la actividad. En igual sentido, en la sentencia impugnada se cita la
jurisprudencia que avala esa conclusión, concretamente el voto 318-2017 de las 10:10
horas del 3 de marzo de 2017, que en lo de interés dispuso: “Esta Sala concuerda con
lo resuelto sobre este punto por los señores jueces de segunda instancia. En nuestro
voto n° 304-08 se externó: “En reiterados fallos, esta Sala ha externado el criterio, que
el trabajador no está obligado a saber, con certeza, quién es su real y verdadero
empleador (léanse, entre otros, los votos N° 319, de 9:40 horas de 23 de diciembre de
1998 y el 981, de 10 horas de 7 de diciembre de 2000). No debe olvidarse que el
Derecho de Trabajo, como Derecho Social que es, trata de compensar una desigualdad
normalmente latente entre trabajador y patrono, sobre todo si se considera la
cantidad de mecanismos a los que puede recurrir este último para evadir su

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responsabilidad como tal (en este sentido véase nuestra sentencia N° 1, de 9:30 horas
de 18 de enero de 2006). Específicamente en los casos de grupos de interés
económico, se ha sostenido que resultaría contrario a la buena fe contractual obligar al
trabajador a conocer con exactitud quién es su patrono (voto de la Sala Segunda N°
995, de 11:10 horas de 12 de noviembre de 2004) (…). Otro aspecto que ha dejado
claro este Tribunal es que es posible considerar a las personas físicas como integrantes
de un grupo de interés económico. A modo de ilustración, en la resolución N° 1117, de
10:50 horas de 30 de noviembre de 2006 se indicó: “Así las cosas, no queda más que
confirmar lo resuelto en la sentencia impugnada sobre la existencia de una sola e
ininterrumpida relación laboral del 18 de junio de 1998 al 31 de agosto del 2003, al
servicio de un grupo de interés económico constituido, entre otros, por la sociedad
demandada y el señor C.O.C” (…) Uno de los problemas comunes en el Derecho del
Trabajo, derivado de la presencia de las agrupaciones de interés económico, concierne
en la identificación del empleador y, en algunos casos, el problema trasciende a la
posibilidad real de hacer efectivos los derechos laborales del trabajador. La doctrina
nacional, desde hace ya varios años, también dejó planteada esta problemática. Al
respecto, Bejarano Coto, indicó: "En resumen, entre el empresario que establece una
UNIDAD ECONOMICA-JURIDICA para la consecución de un fin lucrativo determinado, y
sus trabajadores, se establece una relación laboral, en la que el concepto del obligado,
como patrono frente a las leyes laborales, a cubrir las prestaciones derivadas de la
aplicación de las leyes sociales, no siempre está claro, si no acudimos a la definición
que la doctrina, nos da del concepto de la empresa o establecimiento. Es factible que
una explotación económica esté integrada en varias formas jurídicas Vgr. una sociedad
anónima con acciones al portador es la propietaria de la maquinaria, otra sociedad
igual es la propietaria de los terrenos y el edificio y una tercera puede ser la que
financia la operación de la empresa. Quizás, lo que no es raro, figure una sola de esas
tres sociedades en los registros de la Caja Costarricense de Seguro Social pagando las
respectivas cuotas obrero-patronales. Presentado el problema, en la práctica, el
trabajador acude frecuentemente a demandar a la persona que le paga su salario, que
es el concepto más simple a que se puede acudir para definir el patrono, pero
sentenciado este patrono que llamaremos ′aparente′ resulta que los medios con que
se puede hacer efectiva la condenatoria obtenida por la violación reclamada a las leyes
laborales y al contrato de trabajo, están en poder legal (propiedad) de otras personas
que no fueron objeto de la litis". (Bejarano Coto, Oscar. El Concepto de la Empresa
como Patrono en Derecho Laboral, Revista de Ciencias Jurídicas, n° XI, Universidad de
Costa Rica, Escuela de Derecho, Julio, 1968, pp. 337-347). Ante situaciones como esas,
que producen una incertidumbre inicial en la identificación del empleador, los autores
son coincidentes en que demostrada la existencia del grupo económico, este debe
tenerse como empleador y, consecuentemente, como responsable único de las
prestaciones laborales que le correspondan a un trabajador. Américo Plá, explica que
esta conclusión viene impuesta por la aplicación de los principios laborales de primacía

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de la realidad, por cuanto este lleva a buscar la realidad de los hechos más allá de los
formalismos y de las meras formalidades jurídicas; así como del principio protector,
por el cual debe preferirse, en caso de duda, la solución más favorable para quien
labora. En consecuencia, procede confirmar el fallo impugnado.”

2. Tesis de la Despersonalización Patronal y la Teoría del Patrono Aparente

[Tribunal de Apelación de Trabajo del II Circuito Judicial de San José]viii


Voto de mayoría

VII. Por último, la parte protesta que se haya establecido que la relación laboral era,
además de con Tecnología Luvet Tecnoluvet S.A., con el señor Roberto Lutz Guevara,
sosteniendo, en síntesis, que la sentencia se funda únicamente en las declaraciones
que señalan que este último es el dueño de la empresa y no consideró elementos
adicionales como correspondía. Al respecto considera el Tribunal que no existe motivo
válido para variar lo resuelto. Véase que el juez de instancia apreció que el
codemandado es quien ejerce la representación y además ostenta la titularidad de la
empresa, fue quien directamente contrató al actor y era quien daba las órdenes, y por
ende concluyó que el codemandado persona física utilizaba la persona jurídica para
organizar y desarrollar sus actividades de comercio, “por lo cual estamos en presencia
de un único núcleo de interés, vinculado funcionalmente bajo una única dirección y
mando. Si bien, en apariencia se presentan personas físicas y mercantiles diversas,
esto se debe a una estrategia empresarial realizada con el fin de diluir el riesgo y
responsabilidades derivado de su giro comercial y, no porque se trate de entes sin
ninguna vinculación como se alega”. Este argumento, según el cual el codemandado
constituía una sola unidad económica frente al trabajador, no fue atacado y ello sería
suficiente para confirmar lo resuelto por la instancia previa. No obstante lo anterior,
para mayor abundamiento, debemos señalar que conforme lo dispuesto por el artículo
2 del Código de Trabajo: "Patrono es toda persona física o jurídica, particular o de
Derecho Público, que emplea los servicios de otra u otras, en virtud de un contrato de
trabajo, expreso o implícito, verbal o escrito, individual o colectivo". La jurisprudencia
nacional ha venido reconociendo - desde antigua data - que la figura patronal no
necesariamente se presenta como unitaria, puede adoptar formas complejas que en
términos generales se asocian con el concepto de "grupo de interés económico" y este
puede manifestarse de múltiples formas. Sobre el particular, el Tribunal Superior de
Trabajo, en su voto número 1607 de las 9:15 horas del 18 de abril de 1976, desde
aquel entonces señalaba: "La actual tendencia patronal de dividir en un mismo
consorcio económico en distintas sociedades, a efecto de obtener beneficios respecto
a ciertas obligaciones tributarias, ha traído no pocos perjuicios a sus trabajadores,
quienes muchas veces desconocen quien ostenta la calidad jurídica de patrono,
obstaculizando así el reclamo de sus derechos. Ante esta actitud, han surgido dos

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corrientes de pensamiento en la doctrina moderna, orientadas al mismo objetivo: la
tesis de la despersonalización patronal y la teoría del patrono aparente, cuyo
combinado estudio atribuye la categoría de patrono al ente económico empresarial
que se favorece con el servicio prestado por el trabajador, sin que para lo laboral tenga
importancia la identificación de las distintas sociedades o compañías individuales que
forman parte de todo el engranaje económico de esa unidad. Con arreglo a esos
principios, basta entonces demostrar el nexo económico de las distintas sociedades
que integran una empresa, para estimarla, laboralmente, como un mismo patrono. La
prueba recibida en la especie, permite concluir que las dos sociedades demandadas, si
bien en derecho común son individualidades diferentes, ambas forman parte de una
misma unidad económica, y ello es suficiente para estimar que la prestación de
servicios que en cada una de ellas realizó el actor, sin la existencia de prueba que al
pasar de una a otra se le hubieren reconocido sus derechos laborales, ha de
entenderse como un mismo contrato sin solución de continuidad, por lo que han de
responder en forma solidaria de las indemnizaciones que encuentran sustento en las
leyes de trabajo." El fenómeno retratado en la cita jurisprudencial transcrita no es
ajeno a la realidad actual, donde incluso diríamos se ha intensificado. En la vida
moderna es común que las personas, incluso que no se dedican a ningún tipo de
actividad económica, constituyan sociedades de capital con la finalidad de mantener
patrimonios separados y diluir su eventual responsabilidad por las obligaciones que
contraigan. En el mundo del trabajo, como refiere el Tribunal Superior de Trabajo, ese
fenómeno es constante, y su uso patológico adquiere formas diversas, que permiten
incluso que hoy día existan grupos de empresas que constantemente estén
trasladando su planilla entre las diversas sociedades anónimas que lo conforman, en
muchos casos con la finalidad de dificultar el adecuado acceso a la justicia por parte de
su personal, en el supuesto de que surjan eventuales conflictos laborales. En este caso
concreto el codemandado persona física no solo ha actuado como representante de la
empresa accionada, suscribiendo en representación de esta el contrato con el actor,
sino que como se tuvo por demostrado, y no lo rebate la demandada, era quien
además ostentaba la titularidad de la empresa, organizaba el negocio, giraba las
órdenes, lo que pone en evidencia que sus intereses en lo personal convergen con los
intereses de la empresa demandada, actuando frente al personal como una unidad
económica, la cual en consecuencia debe responder por los derechos derivados del
contrato de trabajo que vinculó a las partes en los términos de los artículos 2 y 3 del
Contrato de Trabajo. Nótese que la máxima del derecho laboral según la cual la
persona trabajadora no tiene por que saber quien es el patrono, tiene múltiples
dimensionamientos en el plano práctico procesal, y va más allá de la posibilidad de
traer al proceso a distintas personas, sino que permite analizar si la figura patronal se
presenta compleja frente a la persona trabajadora, precisamente para generar
confusión y dificultar la realización de los derechos laborales, para lo cual en algunas
ocasiones se introduce la figura de personas jurídicas diversas con ese propósito,

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aspecto que lejos de ser tolerado por la jurisdicción de trabajo, debe ser analizado con
visión proteccionista, conforme al mandato del artículo 17 del Código de Trabajo,
aplicando el principio protector, en aras de que las sentencias no se vuelvan ineficaces
en perjuicio de la parte débil del contrato de trabajo. En ese espíritu, cuando se
aprecie que existen grupos de interés económico que actúen frente a la persona
trabajadora, en aplicación de las normas antes citadas, es posible imponer la
responsabilidad solidaria para todos sus integrantes, tal y como en la especie lo
impuso el juzgado y debe ser confirmado por el Tribunal.

3. Sujetos de Derecho Laboral: Patrono, Trabajador, Intermediario

[Sala Segunda]ix
Voto de mayoría

III. ANÁLISIS DEL CASO. Mediante Ley n.° 2680, del 19 de noviembre de 1960 se creó la
Fundación Nacional de Clubes 4-S, como un organismo semiautónomo tendiente al
fomento y mejor desarrollo de los programas propios de los Clubes 4-S en Costa Rica.
Su dirección se dejó a cargo del Ministerio de Agricultura, como parte del Servicio de
Extensión Agrícola, y entre sus fines se previó el de colaborar con dicho Servicio en la
promoción del programa de los Clubes 4-S. La ley se emitió con el fin de fortalecer el
movimiento de esos Clubes, el cual funcionaba en el país desde agosto de 1949.
Posteriormente, mediante Ley n.° 9056 del 23 de julio de 2012, su naturaleza varió a la
de Consejo Nacional de Clubes 4-S, como un órgano de desconcentración mínima de
dicho Ministerio. Sus funciones se redefinieron más claramente, en lo que interesa, así:
“Desarrollar y coordinar acciones dirigidas a la organización comunitaria de los niños y
las niñas, los jóvenes y las mujeres adultas de las zonas rurales del país, mediante su
integración y conformación en Clubes 4-S, a los que les brindará, con equidad y
perspectiva de género, asesoramiento para su organización, capacitación para el
fomento de la producción y acompañamiento en el desarrollo de proyectos de carácter
agropecuario, agroindustrial, forestal, ambiental, artesanal y turístico, así como la
promoción de los valores fundamentados en sus principios filosóficos relacionados con
la salud, el saber, los sentimientos y el servicio” (artículo 2, inciso a), de la ley última
citada). En ese ámbito de acción, la FUNAC 4-S, el 15 de octubre de 1987, firmó un
convenio de cooperación institucional con la Caja Costarricense de Seguro Social. En la
adopción de este convenio, se tomaron en cuenta las siguientes circunstancias:
“Considerando que las instituciones arriba indicadas han estimado de fundamental
importancia impulsar la creación de talleres para producción de ropa, como un
mecanismo real de generación de empleo y de participación e incorporación del
costarricense al proceso productivo nacional de forma que permita elevar el nivel
socioeconómico de sus integrantes y conscientes de la grave crisis por la que atraviesa
la Caja en la confección y abastecimiento de prendas hospitalarias, acuerdan suscribir

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el presente convenio” (folder 2 aportado como prueba en formato físico “Convenio
entre la Caja Costarricense de Seguro Social y la Fundación Nacional de Clubes 4-s”).
De lo transcrito se advierte que el acuerdo se adoptó con el fin de solventar una
necesidad imperiosa y básica de la Caja Costarricense de Seguro Social. En virtud del
convenio, la FUNAC 4-S asumió los siguientes compromisos: a) Coordinar las
actividades y labores de las etapas de producción de ropa y la puesta en marcha e
implementación de las empresas de las distintas comunidades o grupos; b) colaborar
en el financiamiento para el inicio de los proyectos de producción mediante el pago
mientras dure el trámite de cancelación ante la Caja, recuperando posteriormente esos
adelantos, cobrándolos de la cancelación hecha por la Caja; c) colaborar con la
confección de los estudios de pre factibilidad y factibilidad que garanticen que los
proyectos de confección de ropa sean rentables y durables; d) colaborar con la
coordinación del desarrollo de las actividades de capacitación de los socios 4-S que se
incluyen en proyectos de confección de ropa; e) cuando sea solicitado por la Caja
Costarricense de Seguro Social, FUNAC realizará en su taller el corte de prendas que le
sea asignado, aportando la Caja las telas y moldes de corte que sean necesarios para
este requerimiento; f) de la tarifa establecida por la Caja, FUNAC 4-S cobrará un 15%
con el propósito de cubrir los gastos indirectos del proyecto, tales como la
administración, supervisión, seguimiento y evaluación; g) supervisar que cada taller
realice el conteo de la orden asignada, tanto al recibo como a la entrega de materiales;
h) supervisar que cada taller se haga cargo de los servicios de transporte del material y
el producto terminado; i) responsabilizarse por el uso y destino de las materias primas y
materiales entregados por la Caja; j) responsabilizarse de que la confección se elabore
de acuerdo con las características de calidad estipuladas por la Caja y que la labor de
supervisión sea realizada en forma conjunta por personal especializado de la Caja y de
FUNAC; k) por último, asumió la obligación de trasladar al supervisor de la Caja a los
diferentes talleres comunales, para lo cual debía aportar el vehículo respectivo. En
orden al cumplimiento del convenio referido, la FUNAC 4-S procedió a contactar
distintas personas o talleres a fin de que se organizaran, se constituyeran en
asociaciones y se inscribieran como Clubes 4-S; para que, de esa manera, pudieran
acceder a la labor de confección de la ropa requerida por la Caja. Como se ve, esa fue
la organización exigida o impuesta por la FUNAC, a efecto de que las personas
pudieran brindar aquel servicio a la Caja, de ahí que el argumento del Estado de que se
contrató con personas jurídicas y que por ello se excluye el vínculo laboral no es
suficiente para que se resuelva como lo pretende. Esta Sala ha tenido la oportunidad
de conocer asuntos similares al presente. En uno de ellos conoció el reclamo de una
persona organizada en ese tipo de asociaciones en relación directa con la Caja, FUNAC
y la asociación respectiva. Se concluyó que no podía excluirse de responsabilidad a la
FUNAC (Estado), por cuanto sí se evidenciaban los elementos del contrato de trabajo y,
en especial, porque no se desvirtuó la presunción de legalidad sobre la existencia de
una relación de ese tipo entre la persona que presta un servicio y quien la recibe

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(véase la sentencia 1033, de las 9:40 horas del 23 de setiembre de 2015). Nótese que
además, resultan estériles los argumentos dados por el Estado, respecto de que la
carga probatoria corresponde al particular (empleado), pues véase que la propia CCSS
admitió, en escrito de fecha 25 de marzo de 2008 la existencia de una relación laboral
que bien puede extenderse a FUNAC-4S en razón de la condena solidaria impuesta en
el caso subexámine. Para ilustrar mejor lo dicho, la Caja, en el documento antes citado
indicó lo siguiente “tomando en consideración que los informes de la propia
Inspección de la Caja señalan la laboralización de la relación entre las demandantes y
la institución, esta Gerencia recomienda a la Junta Directiva, que en ejercicio de las
potestades conferidas por el artículo 14 inciso d) de la Ley Constitutiva de la Caja
Costarricense de Seguro Social, se apruebe acudir a los institutos de la conciliación o
transacción sea en sede judicial o extrajudicial de los extremos que pudieran derivarse
de la relación laboral, con las personas que laboraron en los centros de corte y
confección creados al amparo del Convenio con FUNAC, para lo cual se somete a la
valoración la siguiente propuesta de acuerdo” (folios 7-10 expediente judicial). De
mayor relevancia resulta lo decidido en el voto 1227 de las 9:35 horas del 4 de
noviembre de 2015 , pues en esa oportunidad se analizó el reclamo del Estado contra
el acto administrativo por el cual la Caja Costarricense de Seguro Social procedió a
confeccionar planillas adicionales y a cobrarle las cuotas obrero-patronales
correspondientes a las personas que laboraron en alguno de esos talleres o
asociaciones encargadas de confeccionar la ropa hospitalaria requerida por la Caja. En
ese pronunciamiento se explicó: “…los 3 elementos que definen jurídicamente el
carácter o la naturaleza de una relación de trabajo se encuentran presentes en el caso
concreto: A) Prestación personal del servicio. En estos casos, Funac es la encargada de
buscar grupos de mujeres, incentivarlas para que se agremien y formen parte de los
clubes 4-S, brindarles capacitación y hasta de colaborar con la búsqueda del
financiamiento y adquisición de las máquinas que se requieren para la maquila de
ropa hospitalaria, cada asociación contrata a las operarias, lo que comprueba que sí se
dio una prestación personal del servicio, que era precisamente la confección de ropa
para hospitales de la Caja Costarricense de Seguro Social. La testigo Yorleny María
Víquez Vargas, quien se desempeña como jefa de la fábrica de ropa de la Caja
Costarricense de Seguro Social, dijo que FUNAC era la encargada de conformar los
talleres y posteriormente le decía a la Caja cuales estaban adscritos. La Caja le
entregaba a la FUNAC las órdenes de producción, que tienen que ser confeccionadas en
un plazo establecido y la FUNAC es la que se encargaba de entregar las órdenes a la
Asociación. Además, la Caja le entregaba a la FUNAC la materia prima y ésta se
encargaba de distribuirla en los distintos talleres… B) Salario. En cuanto este elemento,
el pago era a destajo, la Caja le pagaba a la FUNAC las órdenes y esta se dejaba el 15%
y giraba el restante a la Asociación. C) Subordinación. Tanto la FUNAC como la Caja
tienen injerencia en el horario, de lunes a viernes de las 7:00 a.m. a las 5:00 p.m. Sobre
este aspecto la señora Víquez Vargas indicó que FUNAC es la que responde a la Caja,

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por lo que el Coordinador de FUNAC realizaba visitas a los diferentes talleres, porque
era el responsable de cumplir con los plazos de entrega. Funcionarios tanto de FUNAC
como de la Caja hacían inspecciones. Cuando un taller no cumplía con los pedidos a
tiempo, FUNAC los sancionaba suspendiéndoles la entrega de órdenes de producción.
De los tres elementos descritos anteriormente, se colige que la enajenación de la fuerza
de trabajo es realizada en forma conjunta por FUNAC y la Caja Costarricense de Seguro
Social, por cuanto, la primera como parte de sus objetivos de creación y en
cumplimiento de lo dispuesto en el convenio suscrito por la Caja, contrataba con el
taller para que este pudiera confeccionar las prendas de ropa hospitalaria, a cambio de
lo cual, obtenía un ingreso del 15% del monto total cancelado por la Caja por las
órdenes de producción maquiladas. La Caja se beneficiaba al contar con ropa
hospitalaria que requería para el normal funcionamiento de los centros de salud a su
cargo”. En el presente caso, la parte recurrente sostiene que nunca pudo mediar
contrato de trabajo porque la FUNAC nunca contrató directamente con personas
físicas, sino solo con asociaciones o talleres. Sin embargo, como se dijo, ese argumento
no puede resultar válido para restarle la naturaleza laboral dada al vínculo; por cuanto,
como se advirtió, esa fue una condición impuesta por la FUNAC para contratar la
prestación requerida. En el último fallo citado, tal cuestión fue abordada y, al respecto,
se manifestó: “Cabe aclarar que no es de recibo el argumento en cuanto a que la
FUNAC no mantuvo vínculo alguno con las integrantes de la Asociación, de manera
individual, para negar la relación laboral, pues ello se debe a que el contrato se hizo
con la Asociación directamente y no con las trabajadoras de manera individual,
situación que no desmerita la laboralidad”. La condición de agruparse en asociaciones
fue impuesta por la FUNAC como requisito para poder acceder al trabajo. Por esa
misma circunstancia es que no le asiste razón a la recurrente en cuanto muestra
disconformidad con la decisión de haberse excluido de responsabilidad, a la Asociación
de Mujeres Costureras de Lomas, ya que la conformación de las distintas personas en
ese tipo de organización fue una condición necesaria para poder trabajar en la
confección de ropa hospitalaria requerida por la Caja, sin que realmente ejercieran un
rol de empleadoras. En el recurso, también se pretende discutir la condena solidaria
con la Caja, no obstante, del propio convenio firmado entre la CCSS y la FUNAC queda
claro que esta última también tuvo participación activa en la relación, al grado que, de
conformidad con el convenio suscrito, era la encargada de determinar las personas
que brindarían el servicio, de asignar las órdenes de confección y de ejercer
fiscalización en compañía de la Caja. En otro orden de ideas, la recurrente objeta que
se hayan tenido como ciertas las fechas de inicio y término de los vínculos , expuest a s
en la demanda. Considera que tales aspectos debieron haber sido demostrados por las
demandantes y no hay pruebas sobre el particular. No obstante, tal y como se advirtió,
los hechos se tuvieron como ciertos con base en el principio de redistribución de la
carga probatoria, conforme al cual, deben presumirse como verdaderos los hechos
invocados en la demanda respecto de los cuales la parte demandada no haya aportado

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las pruebas para desacreditarlos. En el caso, si se consideró que la FUNAC 4-S ejerció
funciones de empleadora, a ella le correspondía la obligación procesal de demostrar
los hechos básicos de la relación, como lo serían la fecha de inicio y fin del vínculo o el
salario pagado. Como no presentó ninguna prueba sobre esos puntos, deben tenerse
por ciertas las afirmaciones hechas en la demanda, sin que estas se adviertan como
falsas, exageradas o desproporcionadas. Respecto del tercer y cuarto agravio, puede
apreciarse que la FUNAC 4-S efectivamente fungió como un intermediario necesario
entre las personas operarias de los talleres de costura y la C.C.S.S. Acierta el tribunal
respecto de lo declarado por el señor Bernal Méndez Arias sobre la dinámica de la
FUNAC-4S con las demandadas, pues ciertamente la labor de la Fundación no era
simplemente de ayudar a las mujeres para llevar sustento a sus casas, sino “les
solicitaba que debían integrarse en forma de clubes 4-S, el pago por la labor realizada
se hacía por medio de la Fundación”. También reprocha el recurrente la condena
solidaria junto con la C.C.S.S., sin embargo, está claro que la FUNAC 4-S fue un ente
facilitador de la relación laboral entre los actores y actoras y aquella. Frente a los y las
accionantes, tanto la C.C.S.S. como la FUNAC 4-S se presentaban como entes
patronales y sobre este punto la jurisprudencia de esta Sala es prolija al indicar que la
persona trabajadora no tiene la obligación de conocer quién es realmente su patrono.
En este caso, ello les faculta para accionar contra cualquiera de las demandadas, o
contra ambas, a pesar de que a lo interno de la relación entre las codemandadas una
pueda ser considerada como patrono y otra como intermediario (voto de esta Sala n.º
574 de las 10:05 horas del 21 de abril de 2010). Al respecto, el artículo 2 del Código de
Trabajo, establece que patrono es toda persona física o jurídica, particular o de
Derecho Público, que emplea los servicios de otra u otras, en virtud de un convenio de
trabajo; mientras que el numeral 3 del mismo código señala como intermediario, a
quien contrata los servicios de otra u otras, para que le ejecuten un trabajo, en
beneficio de otro, quien es el patrono; asimismo, califica como patronos (y no como
intermediarios), los que se encarguen, por contrato, de trabajos que ejecuten con
capitales propios. CALDERA define la figura del intermediario como “aquella persona
que contrata los servicios de un trabajador en su propio nombre, pero por cuenta o
beneficio de otra; y sin perder su propia responsabilidad, compromete la del
beneficiario de aquellos servicios, siempre que éste haya autorizado expresamente al
intermediario o recibiere la obra ejecutada” (CALDERA (Rafael), Derecho del Trabajo,
Editorial El Ateneo´, Buenos Aires, 1979, p. 242). Ahora bien, independientemente de
la calificación como patrono o intermediario, la responsabilidad frente a los
trabajadores es la misma, pues el intermediario quedará obligado solidariamente por
la gestión del patrono, para los efectos legales que se deriven del Código de Trabajo,
sus reglamentos y de las disposiciones de previsión social (artículo 3 ibídem). Esta Sala,
en un caso similar indicó: “No regula el Código fenómenos societarios como el de los
grupos de interés económico o consorciales, en los cuales vamos a encontrar empresas
controladas o simplemente instrumentales, creadas con el fin de hacer posible o

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facilitar la actividad de las controlantes, pues cuando se promulgó el Código estas
figuras no eran conocidas… Dijimos que el Código no se ocupa expresamente de la
figura jurídica comentada, pero si el Código contiene la regla de la solidaridad en el
caso de los intermediarios, es claro que la filosofía del Código es la tutela efectiva de
los trabajadores frente al empleador, cualquiera que sea la forma de organización,
siempre y cuando sea el verdadero beneficiario de los servicios. En otras palabras, el
Código, en materia de responsabilidad frente a los trabajadores se inclina por la
solidaridad considerando quien es en la realidad el que se beneficia de la fuerza de
trabajo, lo cual no es extraño, pues la legislación laboral en desarrollo del principio de
protector se basa para hacer justicia y equidad en la primacía de la realidad. De otro
lado, al interpretar los institutos jurídicos en la legislación laboral, cuando se estuviere
en frente de dualismos, debe escogerse aquel elemento que más favorezca al
trabajador (artículo 17 ídem). Así las cosas, considerando que en la realidad quien se
benefició de la fuerza de trabajo del actor fue el Estado y que el Consejo demandado
solo es un instrumento de aquel, debe resolverse la cuestión a favor de la solidaridad,
pues esta es más favorable. De lo contrario, se obligaría al trabajador a agotar
procedimientos y solo en el supuesto de que sus esfuerzos sean negativos podría
dirigirse contra el beneficiario de su trabajo. El hecho de que los demandados sean el
Estado y un órgano dependiente de él, no enervan la aplicación de los principios
propios del Derecho de Trabajo para la solución del caso, cuando se trata de hacer
efectivas prestaciones reguladas en este Derecho y sus leyes conexas” (Voto n.º 1135
de las 9:35 horas del 19 de noviembre de 2014). La relación laboral entre los actores y
la C.C.S.S. está fuera de discusión en este proceso, debido a que la Caja, como se
mencionó ut supra, reconoció que sus propios inspectores determinaron la existencia
de una relación laboral entre dicha institución y los trabajadores de estos talleres. Es
importante dejar claro que no es posible atribuir a la “Asociación de Mujeres
Costureras de Lomas” la responsabilidad que corresponde a la FUNAC 4-S. Así, no es
posible endilgar a dicha asociación, la responsabilidad correspondiente a las
codemandadas, pues se caería en el ilógico de condenar a las personas trabajadoras al
pago de sus propios derechos laborales. Según lo expuesto, no se encuentran motivos
para variar la condena solidaria dispuesta contra la CCSS, el Estado y la FUNAC 4-S por
la sentencia que se recurre.

4. Naturaleza Jurídica de la Relación Laboral

[Sala Segunda]x
Voto de mayoría

III.- NATURALEZA LABORAL DE LA RELACIÓN: Como lo que aquí se discute es la


presencia de una relación laboral, debemos acudir a los artículos 2, 4 y 18, todos del
Código de Trabajo, que por su orden disponen: “Artículo 2. Patrono es toda persona

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física o jurídica, particular o de Derecho Público, que emplea los servicios de una u
otras, en virtud de un contrato de trabajo, expreso o implícito, verbal o escrito,
individual o colectivo”. “Artículo 4. Trabajador es toda persona física que presta a otra
u otras sus servicios materiales, intelectuales o de ambos géneros, en virtud de un
contrato de trabajo, expreso o implícito, verbal o escrito, individual o colectivo”.
“Artículo 18. Contrato individual de trabajo, sea cual fuere su denominación, es todo
aquel en que una persona se obliga a prestar a otra sus servicios o a ejecutarle una
obra, bajo la dependencia permanente y dirección inmediata o delegada de esta, y por
una remuneración de cualquier clase o forma. Se presume la existencia de este
contrato entre el trabajador que presta sus servicios y la persona que los recibe”. A
partir de lo anterior, se han distinguido tres elementos que caracterizan un nexo de
tipo laboral, a saber: la prestación personal del servicio, la remuneración y la
subordinación jurídica. En razón de que los elementos atinentes a la prestación
personal del servicio y la remuneración se dan también en otras formas de
contrataciones, doctrinaria y jurisprudencialmente se ha recurrido al tercer
componente -la subordinación jurídica- como criterio de distinción, entendido como la
facultad del empleador de impartir órdenes al trabajador y disciplinar sus faltas, así
como la de dirigir las tareas. Este concepto ha sido definido como un estado de
limitación de la autonomía del trabajador con motivo de la potestad patronal para
dirigir y girar instrucciones sobre las labores a desempeñar, y su correlativa obligación
de obedecerlas (CABANELLAS (Guillermo), Contrato de Trabajo , Volumen I, Buenos
Aires, Bibliográfica Omeba, 1963, pp. 239 y 243). En otras palabras, la subordinación
laboral lleva implícitos una serie de poderes que el empleador puede ejercer sobre el
trabajador: el de mando, el de fiscalización, el de dirección y el disciplinario. Le
compete al operador jurídico determinar, en cada asunto, según las circunstancias
particulares que se detecten, si se está o no ante una relación laboral. A tales efectos,
deberá realizar la valoración correspondiente, a fin de dilucidar si se ha pretendido
disimular un contrato de trabajo, o si por el contrario, legítimamente, el vínculo no
tuvo esa naturaleza. Así las cosas, no hay soluciones automáticas en esta materia. El
numeral 18 del Código de Trabajo, arriba transcrito, contempla una presunción iuris
tantum a favor de la laboralidad del ligamen de quien presta sus servicios y la persona
que los recibe. En aplicación de los artículos 414 del Código Procesal Civil y 452 del
Código de Trabajo, toda presunción legal exime a la parte que la alegue del deber de
demostrar el hecho reputado como cierto en virtud de la misma. No obstante, se
obliga a quien la invoque a demostrar los hechos que le sirven de base; en este caso, la
prestación personal de los servicios. Al resolver juicios como el que nos ocupa, ha de
tenerse presente el principio de primacía de la realidad, implícito en el mencionado
ordinal 18. Los suscritos no comparten la apreciación de la prueba efectuada en los
estadios precedentes, ya que de la misma se desprenden los tres elementos del
contrato de trabajo (prestación personal del servicio, salario y subordinación). La
prestación personal del servicio no fue controvertida, debiendo por lo tanto

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presumirse laboral el vínculo; presunción que no fue desvirtuada por la parte
demandada. El petente convocó a tres testigos. A folio 64, la señora Silvia Elena
Campos López declaró: “Yo era alumna de la academia de tenis. Cuando me inscribí
llamé a un teléfono que había en Café Delicias y conversé con un muchacho, que luego
me dijeron que era Mario, el contador de la cafetería. En ningún momento para esa
inscripción conversé con el actor. El muchacho me dio la información de las clases, yo le
dije el horario en el que yo tenía disponibilidad para ver si había espacio en ese horario.
Los horarios estaban ya establecidos. Luego llegué a clases y ahí fue donde conocí al
actor, quien era el profesor. Nunca le pagué clases al actor. Había una pizarra con el
nombre de todos los alumnos con una hora establecida para cada uno de ellos. En los
recibos que nos daban siempre decía “Academia de Tenis Webb” y abajo decía el
nombre de doña Ana Lizeth Corrales, además cuando se pagaba por transferencia
bancaria se hacía en la cuenta a nombre de Ana Lizeth Corrales. Recuerdo que cuando
se tomaban ciertas decisiones en la academia, el actor decía que esa decisión se
tomaba porque doña Lizeth quería que se hiciera, por ejemplo: torneos, clases de
cardio que se impartían los viernes, también que en los días feriados se impartían
lecciones y luego eso se cambió. A mí siempre me pareció que las decisiones eran de
Liz. Era los viernes que le pagaban al actor, lo sé porque ese día teníamos clases de
cardio y él nos decía que tenía que ir a la cafetería a que le pagaran. Había clases con
él de seis de la mañana a seis de la tarde de lunes a viernes, excepto los miércoles que
había otro profesor en la tarde, pero en las mañanas sí daba clases el actor de seis de
la mañana a doce medio día. Los sábados el horario era de seis de la mañana a doce
medio día, y esas clases las impartía el actor, y en la tarde estaba otro profesor.
Cuando el pago se hacía en la cancha el dinero lo recibían los guardas y nos hacían el
recibo. En algún viernes que yo estuve por ahí observé a la señora Lizeth con el guarda,
como haciendo cuentas. El día que despidieron al actor, me llamaron y me dijeron que
ya él no iba a seguir siendo profesor de la academia, y luego él me comentó que no le
habían dado una carta de despido y que la necesitaba, entonces yo ese día no pude ser
testigo de que le iban a entregar la carta, pero al siguiente día que fue cuando le
habían dicho a él que le iban a dar la carta fuimos a la Cafetería Delicias y Mario el
contador le dijo que no le iban a dar ninguna carta de despido. Yo tenía a mi hija en
clases de cinco a seis de la tarde y yo iba los jueves de una a dos de la tarde, él nos
daba la clase. En ningún momento estuve en la academia a las seis de la mañana. Se
finalizaba las clases a las seis y nosotros nos íbamos y él se retiraba. Yo no vi al actor
firmando ningún libro de entrada o salida. Yo no hablé con doña Lizeth sobre el horario,
que era el que había acordado con el contador de Café Delicias. Cuando yo matriculé a
mi hija, que fue posterior, en la pizarra pude ver un campo y entonces conversé con el
actor y le dije que si podía llevarla en ese horario y él me dijo que sí”. A folio 69, Ana
Laura Ovares Morales depuso: “El actor fue mi profesor de tenis en la Academia Webb.
Tengo entendido que esa academia es de doña Liz. En la academia me atendió un
muchacho que no recuerdo el nombre. El precio de las clases estaba en un rotulito en la

18
malla de cancha y había dos rotulitos de profesores diferentes. Yo cancelaba las clases
con el guarda. Cuando llamé me dijeron que también tenía la opción de pasar a la
cafetería a pagar con tarjeta si quería pagar por ese medio. Las clases comenzaban
temprano en la mañana y el límite era hasta las seis. No sé si el actor marcaba entrada
o salida. Mi hijo también recibía clases ahí. El actor siempre estaba en las canchas. En
algún momento vi a doña Liz conversando con el actor acerca de cambio de horarios.
No sé cómo le pagaban al actor. Yo tomaba clases de cardio y se las pagaba al guarda.
Esas clases las organizaban entre el actor y Liz pero no sé de quién fue la idea. Yo nunca
vi que alguno de los alumnos le pagara directamente al actor. Había una pizarra con la
disponibilidad en la academia. Yo vi al guarda, al actor y doña Liz cambiando la
disponibilidad de espacios que existía en esa pizarra. Cuando pasó lo del despido él me
pidió que lo acompañara para ir a pedir la carta de despido, llegamos a la Cafetería
Delicias, porque la oficina de los dueños estaba en el segundo piso de la cafetería, y ahí
estaban Liz, Rodney y Mario, y el actor dijo que venía por la carta de despido y le
respondió Liz que más tarde se la daba y nos marchamos. En la pizarra se indicaba que
se iniciaban las lecciones a las seis de la mañana. En algún momento yo tuve que
cancelar la clase, y si estaba en la cancha la cambiaba con el actor o el guarda y si
llamaba por teléfono la cambiaba con el guarda porque él era el que atendía. En los
rótulos había un precio más barato y otro más caro, el actor era el más caro porque era
el que tenía más experiencia, según me explicó el guarda que fue el que me atendió.
Cuando yo inicié había una única cancha y dos profesores, entonces el profesor más
barato trabajaba únicamente los miércoles. Los días que yo tenía clases el actor nunca
faltó. Mi horario era variado, y tenía una clase por semana al inicio y luego me pasé a
dos clases por semana. Doña Liz y la familia recibían clases con el actor, no sé si ella
pagaba las clases de ella y su familia”. A folio 72, Maximiliano Araya López relató: “Soy
amigo del actor y trabajé para doña Liz en la academia. Yo trabajé en la academia en el
período 2011-2012, como unos siete meses. Yo contaba con un salario mínimo y me
contrató la señora Liz. Tenía un horario, laboraba medio tiempo. Yo era asistente en las
clases que impartía el actor. Estaba establecido un monto por clase, lo cual era lo que
se le cancelaba al actor por las clases que daba. Se le pagaba los viernes. El actor
recibía un promedio de doscientos cincuenta mil colones por semana. Se trabajaba de
lunes a viernes de seis de la mañana a seis de la tarde y en el caso mío yo los sábados
no asistía, pero el actor asistía los sábados. En el momento en el que yo estuve había
una cancha y estaba en proceso de construcción la segunda. Había dos profesores, el
actor y Napo. Las clases las pagaban los alumnos al guarda o en la cafetería. En la
academia existía una pizarra, pero el alumno llamaba a la academia o a la cafetería y
ahí les indicaban sobre los horarios disponibles en la pizarra. Si no estaba la persona
encargaba en la cancha le tocaba al actor contestar el teléfono y entonces ahí podía
informar sobre horarios. Pude ver don Rodney y doña Liz llegar a la academia a girar
instrucciones al actor, en cuanto a horarios, todo era sobre las clases más que todo. Yo
nunca oí que la relación que tenía el actor con los demandados fuera de tipo sociedad,

19
era una relación de tipo empleado patrono. Cuando algún alumno faltaba siempre se le
daba algún tiempo prudencial, siempre y cuando no hubiera cancelado de antemano,
de lo contrario se permanecía en las instalaciones. El actor daba clases de seis de la
mañana a seis de la tarde, de lunes a sábado. Los miércoles había como un tiempo
compartido, con disponibilidad para ambos profesores en las canchas, obviamente los
dos profesores no estaban a la misma hora en la misma cancha, se acomodaban los
horarios ese día para que cada uno ejerciera en su hora. Cuando los alumnos le
pagaban al guarda se les extendía un recibo, no me consta qué decía. El actor no
recibía dineros por pago de las clases, yo nunca vi. No tengo conocimiento el motivo
por el cual el actor dejó de dar clases ahí, simplemente me comentó el actor que estaba
recibiendo rebajos de salarios. En el horario que laboraba los cupos estaban llenos,
podían ser alrededor de diez a doce clases por día y un alumno por clase o clases
grupales con un máximo de cuatro alumnos. No tengo conocimiento de cuánto pagaba
cada alumno (…). Las clases de cardio no se le pagaban al actor, si se daba algún cobro
por eso se le pagaba a la administración. Se nos pagaba un monto por clase impartida.
Al actor se le pagaba un monto por clase, a mí se me contrató medio tiempo para
posteriormente comenzar a ganar un monto por clase cuando la segunda cancha
estuviera lista. No sé cómo hacían cuando llamaban a la cafetería para saber los
horarios si la pizarra estaba en la cancha, eso es administrativo. No sé si se le pagaba
diferente a cada profesor. No había información respecto de entrada y salidas, solo se
cumplía con el horario establecido, seis de la mañana a seis de la tarde, incluso a veces
se entraba con alguno de los familiares entonces era una forma de percatarse de los
horarios, aparte de la permanencia de ellos (Liz y Rodney y los hijos), casi siempre o a
diario en las canchas, ellos estaban en las canchas porque recibían clases o sin recibir
clases estaban ahí también. Doña Liz y su familia recibían lecciones y pagaban las
lecciones. Cuando a nosotros se nos citaba para pago, en el listado que se emitía
estaban las clases impartidas a la familia. Se llevaba un control de las clases impartidas
y en base a eso se hace el chequeo. Si se cancelaban las últimas lecciones de la tarde
los dueños nos avisaban que el alumno no iba a llegar y ya nosotros disponíamos
retirarnos. Era el actor el que informaba que le habían llamado que la clase se había
cancelado y que podíamos retirarnos”. Por su lado, la parte demandada citó a dos
testigos. A folio 67, Mario Alberto Castillo Morales narró: “Soy el contador personal de
don Rodney y doña Lizeth. Conozco al actor porque a principios del 2010 supe que él se
asoció con doña Lizeth para dar clases de tenis, aprovechando que doña Lizeth tenía
unas canchas y que el actor era buen profesor, y ellos se reunían en la oficina donde yo
trabajaba para los acuerdos de repartición de utilidades. Las veces que se reunieron en
la oficina ellos hicieron varios acuerdos y dentro de esos estaban la repartición de las
utilidades de las clases que se impartían en razón de un 70% para el actor y un 30%
para Lizeth, de los cuales recuerdo que acordaron que del 70% de él este tenía que
cubrir el transporte y hacerse cargo de las bolas y ella con su 30% tenía que cubrir la
electricidad, el guarda y el mantenimiento de las instalaciones. Las negociaciones las

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hicieron entre ellos, en realidad ni ella ni yo teníamos mucha experiencia sobre el tenis,
se buscó en internet y con esos datos y con lo que ellos aportaron ahí se fijaron las
tarifas de lo que costaba cada clase. La academia empezó de cero, pero llegó a tener
un aproximado de más de treinta alumnos. Cada alumno pagaba creo que 8.750 por
clase, y había alumnos que tenían clases todas las semanas, algunos hasta dos clases y
otros iban esporádicamente. Las canchas estaban disponibles todo el día y los horarios
los hablaban directamente con el actor. En la cancha había unas pizarras y ahí se iban
anotando los espacios disponibles y los ya ocupados. Nosotros nos reuníamos una vez a
la semana, porque ese era el acuerdo con él, para la repartición. También un guarda
era el que llevaba las anotaciones de las clases que se impartían, pues él estaba ahí
todo el día y era con base en estas anotaciones que llevaba el guarda que tanto el actor
como doña Liz podían darse cuenta de la cantidad de dinero que había ingresado y por
consiguiente se tenía que repartir. Yo estaba presente en esas reuniones, y recuerdo
algunos datos sobre la repartición, tales como que al actor le correspondía una suma
de alrededor de doscientos o doscientos cincuenta mil colones por semana y a doña Liz
la suma de setenta y cinco mil colones, esto aproximadamente, y con eso ella pagaba
guarda, mantenimiento y la luz. Para anunciar la academia ellos (Ana Lizeth y el actor)
hicieron volantes y el actor los repartía en el mall. La academia se llamaba Academia
de Tenis Webb, así decidieron ponerle, no recuerdo quién lo decidió. Los alumnos
pagaban a las dos partes, había alumnos que le pagaban a doña Lizeth a través del
guarda y otros que le pagaban directamente al actor, incluso había clientes que no
pagaban porque le tenían una deuda porque ellos le vendían cosas, entonces los
dineros no aparecían, entonces el día de la repartición el actor le tenía que reembolsar
el 30% correspondiente al valor de las clases a doña Lizeth. Algunos alumnos pagaban
en cheque, muy pocos, la mayoría pagaban en efectivo. Los alumnos que le pagaban a
doña Lizeth a través del guarda le daban un recibo y los que le pagaban al actor
también les daba un recibo. Cuando le pagaban al guarda les daba un recibo de doña
Lizeth con cédula física. Los recibos que yo vi que extendía el actor por el pago eran
recibos informales, no tenían membrete. No recuerdo si en esa información divulgando
las clases se daban números de teléfono de Café Delicias. A mi oficina no llegaban
algunos a matricularse en Café Delicias. Las canchas estaban abiertas de las seis de la
mañana hasta las ocho de la noche, pero el horario específico en que impartía lecciones
el actor no lo conozco. Unas semanas antes de que el actor se fuera, hubo algunos
problemas con ese porcentaje, porque no se cubrían los gastos y él no estaba de
acuerdo en negociar menos, y posteriormente, cuando él ya no volvió a ir, escuché que
había habido algunos problemas indecorosos con unas alumnas. Yo nunca me di
cuenta que la señora Lizeth le diera alguna orden al actor. El actor no contaba con
seguro social, porque eso era una repartición de utilidades, nunca fue salario. Cuando
ellos se reunían el actor llevaba una lista de todas las clases impartidas durante la
semana para hacer cuentas. Supe que el actor cobraba directamente a algunos
alumnos, recuerdo Diego Chacón, doña Felicia y Luis Enrique Brenes. El actor no hacía

21
ningún reporte de entrada y salida cuando llegaba a las canchas, esto lo sé porque
tengo mucha amistad con doña Lizeth y me comentaba y yo visitaba la cancha y me
comentaba los proyectos. Yo fui a clases con el actor, pocas pero sí fui. El pago de mis
clases yo las pagaba en la cancha para que fuera objeto posteriormente de repartición.
Doña Ana Lizeth, el esposo y la familia también recibían clases y cancelaban sus clases.
El actor podía realizar cambios de clases o suspender horarios, pero eso lo hacía de
mutuo acuerdo con los alumnos. El actor no realizaba ninguna comunicación acerca de
cambio de horarios o suspensión, salvo que fueran las clases de ella o su familia que
supongo que sí le avisaba. Recuerdo que en una oportunidad el actor se ausentó por
motivos de salud y suspendió las clases y posteriormente las repuso. En esa época
recuerdo estuvo un muchacho que doña Liz contrató para que diera clases de tenis,
pero no duró ni tres meses, y se le cancelaba un salario y era con horario de ocho
horas, hubiera gente o no, se le cancelaba el salario, se llamaba don Maximiliano. Ellos
empezaron el negocio de cero, al principio se manejaban ganancias pocas porque eran
pocos alumnos. Sobre lo que hacía doña Liz, ella daba recibo timbrado y tenía que
tributar, de lo que hacía el actor no sé. La demandada siempre hizo incansables
esfuerzos para que se legalizara la sociedad pero el actor siempre se negó a legalizar
los acuerdos ante un notario, recuerdo que yo les ayudé a redactar un documento
queincluyera todos los aspectos importantes para llevarlo ante un notario, pero nunca
se pudo. El esposo de doña Liz es dueño de todas las cafeterías Café Delicias, que están
bajo las denominaciones sociales de las demandadas, y la demandada y el esposo son
los representantes legales de las sociedades. Ellos tienen una oficina en cada Café
Delicias. Unas semanas antes de irse, ellos se sentaron a negociar lo del 50% y 50% que
era lo que doña Liz proponía para fuera más justa la repartición, pero ahí empezaron
los problemas. El inmueble donde están las canchas creo que en este momento están a
nombre de don Rodney Webb. Yo tenía hojas en Excell donde yo lo formulaba con un
30% y un 70% para ver cómo se repartía, conciliado con los datos que traía el actor de
sus apuntes, esto no se imprimía ni se le daba copia al actor, porque él manejaba sus
propios apuntes, pero él podía revisarlo y nunca tuve ningún problema en entregárselo
si lo solicitaba si era exactamente lo mismo. Recuerdo que había un profesor de
nombre Napoleón que iba unas horas los sábados. Son dos canchas las que existen en
esa academia”. A folio 70, Paula Fernández Álvarez contó: “Soy amiga de doña Liz.
Conozco al actor, fue profesor de tenis mío por un tiempo. Yo tenía a mi hijo llevando
clases y a raíz de eso hablé con el profesor para llevar clases yo. El horario ya estaba
establecido, había una pizarra con espacios en blanco y uno se acomodaba de acuerdo
a esos espacios y a lo que el profesor tuviera disponible. La academia es de doña Liz. El
actor ganaba un porcentaje, porque cuando íbamos a participar en un torneo, Liz y yo
éramos compañeras de juego siempre, Liz me decía venga usted no paga lo que
corresponde a la cancha y solo pagamos lo que corresponde al profesor por lección. No
sé de cuánto era porcentaje. Sé que era un porcentaje porque Liz me decía que no
pagara yo el porcentaje de la cancha, solo la clase al profesor. No sé si al actor le

22
daban ese porcentaje por semana, por quincena o mes. Se le pagaban las clases al
muchacho que era encargado de recoger el dinero en la academia. Creo que el macho
se llamaba Allan, y también estuvo un tiempo otro de nombre César. Se presentaron
varios problemas a nivel personal del actor con algunas clientas y por ética y moral el
señor Rodney y Liz consideraron que no era conveniente que el actor siguiera
impartiendo lecciones, incluso algún comentario se le hizo a alguna de las hijas de doña
Liz y eso fue lo que reventó el asunto. No sé si le dieron carta de despido. A lo que
conozco el actor no tenía horario fijo, se acomodaba al horario de los clientes, incluso
cuando había un espacio de varios clientes que no iban a venir se suspendían las clases.
Mi clase era de ocho a nueve de la mañana, la llevaba en conjunto con doña Liz, ella
también pagaba su clase. No sé cuánto pagaba Liz por su clase. El hijo tenía también
clases pero con otro profesor de nombre Napoleón. A veces yo llegaba y lo encontraba
descansando en la hamaca, esto porque en ocasiones no tenía una siguiente clase o
varias clases, también iba a una pulpería que quedaba por ahí cerca. En algún
momento yo realicé cambio de clases y las realizaba con el profesor. En ningún
momento el actor me manifestó que tenía que conversar con doña Liz para cambio de
clases, siempre era con él. Una vez el profesor me llamó y me dijo que no iba a poder
llegar porque estaba mal de un pie y se cambiaba la clase para otro día. También en
otras ocasiones yo lo llamé para cambiar la clase. En algún momento el actor impartió
clases de cardio-tenis, y fue idea de él, se le pagaban esas clases directamente a él.
Esas clases eran los viernes. Las clases se impartían en la cancha de doña Liz. Estas
clases eran en la mañana. Doña Liz iba a esas clases. Yo nunca coordiné ninguna
lección con don Rodney o doña Liz. Yo nunca vi apersonarse a doña Liz y don Rodney a
darle instrucciones al actor. El actor no marcaba ningún dispositivo a su salida o
entrada. Eran dos los profesores, el actor y don Napoleón. Los muchachos que
cobraban le daban los reportes a doña Liz que era la dueña de la cancha. Yo pagaba
por mes y en efectivo. Me daban un recibo y era de la Academia de Tenis Webb. Esta
academia no tiene que ver nada con Café Delicias, lo sé por la amistad que tengo con
doña Liz, y sé que ella es dueña de la academia y Café Delicias es del esposo y ella es
socia también”. Los testigos del promovente gozan de mayor credibilidad, puesto que
no tienen lazos calificados con ninguna de las partes y conocen de primera mano la
manera en que se desarrolló la relación, ya que eran alumnos o empleados de la
academia; en cambio, los deponentes traídos por la parte accionada sí ostentan esos
lazos calificados (de trabajo o de amistad) que podrían comprometer su imparcialidad.
Vale destacar lo complaciente que se mostró el contador de la empresa, quien aseguró
que estuvo presente en las negociaciones previas y se refirió a muchos detalles de lo
que ahí supuestamente se discutió; pero cuando se le preguntó quién escogió el
nombre de la escuela, manifestó no acordarse. En la contestación de la demanda se
argumentó que la sociedad entre la señora Corrales Rivera y el actor no se constituyó
legalmente por razones de confianza, ya que eran amigos. Esto resulta cuestionable,
porque con su propio marido doña Lizeth sí creaba sociedades (por ejemplo, Webb y

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Corrales S.R.L.). Es más, si de verdad se trató de una sociedad del accionante con doña
Lizeth, no se entiende por qué el negocio se llamaba Academia de Tenis Webb (siendo
Webb el apellido de su consorte). Lo anterior denota que la pareja era la dueña de la
academia. Doña Lizeth era quien contrataba y sufragaba el salario de los trabajadores
de la escuela (el otro instructor de tenis y el vigilante). El contador de doña Lizeth era
quien le giraba el sueldo al demandante. Dicha señora se apersonaba a las canchas
para sacar cuentas con los guardas, quienes se encargaban de cobrarles a los alumnos
que pagaban en efectivo. Si estos cancelaban mediante transferencia bancaria, era a
una cuenta de doña Lizeth. Los estudiantes consideraban a la señora Corrales Rivera
como la propietaria del negocio. Era ella quien tomaba las decisiones sobre aspectos
tales como torneos, lecciones de cardio, apertura en días feriados, etc. Don Rodney y
doña Lizeth le daban órdenes al actor, quien además estaba sometido a un horario, lo
que evidencia la subordinación. El demandante tenía que permanecer en las
instalaciones, hubiera o no usuarios; solamente si se cancelaba la última lección podía
retirarse más temprano. La circunstancia de que el reclamante suministrara las bolas
de tenis no demerita la laboralidad del nexo, porque el Código de Trabajo permite que
las herramientas de trabajo sean proporcionadas por el propio empleado (precepto 69
inciso d). No hay prueba de que el promovente ejecutara tareas distintas al otro
profesor de tenis, quien sí estaba contratado bajo una modalidad laboral, lo que abona
a favor de nuestra posición. Una testigo del actor escuchó cuando él pidió la carta de
despido y doña Lizeth y don Rodney le respondieron que después se la entregarían, lo
cual carecería de sentido si se tratara de un socio, pues el despido es un instituto
netamente laboral. La periodicidad semanal de la remuneración que percibía el
gestionante no se ajusta a la distribución de las utilidades que opera en las sociedades
mercantiles, acercándose más a la figura del salario. La forma de retribución pactada
entre los litigantes está contemplada en el precepto 164 del Código de Trabajo, que
estatuye entre los esquemas salariales “la participación en las utilidades, ventas o
cobros que haga el patrono”. El demandante se dejaba el 70% de lo que
desembolsaban sus alumnos, y doña Lizeth, el 30% (hecho no controvertido). Este
punto, que en principio parecería extraño en un contrato de trabajo, se explica porque
-como se aceptó en la contestación de la demanda-, doña Lizeth cuando fundó la
academia no conocía el manejo de ese tipo de negocios, lo que la llevó a cometer un
error a la hora de fijar los porcentajes; empero, el que el patrono se equivoque al
establecer el monto de la remuneración no le quita el carácter salarial a esta. Aunado a
lo anterior, debe tomarse en cuenta que doña Lizeth percibía ingresos provenientes de
la actividad de los otros instructores de tenis. Nótese que si el actor hubiera sido
realmente un socio, le hubiera correspondido el 70% de todas las utilidades del
instituto, o sea de lo generado por las lecciones que él y el otro instructor impartían,
mas solo ganaba ese porcentaje respecto de las clases que él mismo daba. Por último,
es obvio que cuando doña Lizeth y sus familiares recibían clases con él tenían que
pagárselas (pregunta n.° 9 de la declaración de parte, folios 59-63), dado que la

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retribución estaba fijada por lección impartida (es decir, el accionante no devengaba
un sueldo fijo).

IV.- EXISTENCIA DE UN GRUPO DE INTERÉS ECONÓMICO: Ante la proliferación de


sociedades de capital, el avance de las relaciones comerciales y la facilidad que existe
hoy día para transferir el capital de una sociedad a otra, tanto la doctrina como la
jurisprudencia han venido dando relevancia a la figura de la unidad económica como
una forma de evitar el fraude patronal a los derechos de los trabajadores. Así, ya no
tendrá tanta importancia cuál persona jurídica aparezca formalmente como patrono o
a cuál establecimiento se presenta el trabajador diariamente a realizar sus labores, o
quién pague el salario, sino la determinación de un interés económico común que une
a las empresas y se concreta en la existencia de un fondo económico con capacidad
suficiente para atender los reclamos formulados por los trabajadores (así se exteriorizó
en el voto de esta Sala N .° 1-2006). En nuestro fallo N .° 98-2005 se apuntó que el
grupo de interés económico se caracteriza por los intereses en común de varias
empresas, que desde el punto de vista formal, aparecen como sociedades distintas. La
doctrina española define al grupo de empresas como “el conjunto de empresas
aparentemente autónomas pero sometidas a una dirección económica única”
(Champaud (1962), p. 195 y Plá Rodríguez (1981), p. 187, citados por Edurne
Terradillos Ormaetxea, Los grupos de empresas ante la jurisprudencia social española,
Editorial Tirant lo Blanch, Valencia, 2000, p. 17). Dentro de los puntos de conexión
entre las compañías que forman los denominados “grupos de interés económico”,
según la doctrina, están: contar con un mismo representante, tener denominaciones
parecidas, que las mismas personas tengan participaciones sociales en las sociedades
involucradas, que haya confusión patrimonial, compartir servicios tales como líneas
telefónicas, tener el mismo lugar de operaciones, la utilización indistinta de los bienes,
no llevar contabilidades separadas, la existencia de una unidad de decisión, la
prestación de avales, fianzas y garantías cruzadas entre las sociedades y anunciarse en
conjunto (DOBSON (Juan), El abuso de la personalidad jurídica, Buenos Aires, Ediciones
Depalma, 1985, p. 661; OLIVENCIA RUIZ (Manuel), La confusión de patrimonios y el
artículo 285 del Código de Comercio, Estudios de Derecho Mercantil en homenaje a
Rodrigo Uría, Editorial Civitas S.A., 1978, pp. 496-524; y FASSI (Santiago) y GEBHARDT
(Marcelo), Concursos, Buenos Aires, Editorial Astrea, cuarta edición, 1993, p. 663).
Luego, este Despacho se ha referido al tema del grupo de empresas de naturaleza
familiar: “Lo anteriormente expuesto, también es aplicable al caso en examen, donde
se revela una relación familiar empresarial, una dirección unitaria de orden patronal
respecto de la actora, pues esta laboró tanto para don R.F., como para su hija, S.F.C. En
este asunto, está claro, que doña A.Q.F. dirigió el presente proceso contra Aviata S.R.,
S.A., domiciliada en Curridabat, y con cédula de persona jurídica tres-ciento uno-
trescientos nueve mil seiscientos cincuenta y seis, representada por doña S.F.C. La
representante de la accionada alegó, al contestar la acción, que Aviatica Limitada fue

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una sociedad representada por su padre R.F.C., ya fallecido, para quien laboró la
actora, sea, la inexistencia entre su representada y la actora de un nexo contractual,
pues nunca fue doña A. trabajadora de esa compañía (se refiere a Aviata SR, S.A.,
siendo su representante S. y C.F.C., constituida desde el 7 de diciembre de 2001, según
folios 20 a 26). Analizado el expediente, cabe destacar que el documento de folio 74,
que es la carta de despido, tiene en la parte superior un membrete de la empresa
Aviatica Ltda., la firma su Gerente General, señora S.F., quien según certificación de
folios 38 a 40, tiene la cédula jurídica 3-101-038286, domiciliada en San José. Además,
el cheque de liquidación laboral a nombre de la actora y la liquidación respectiva, es de
Clubes de Viajes Aviata SR, S.A., visibles a folios 19 y 18. De esta prueba, se desprenden
indicios claros de la existencia de un grupo económico, conformado por la familia F.,
tanto por su padre como por las hermanas S. y C. F.C. (...). Es claro ese nexo familiar
empresarial, no cabiendo duda de que de una u otra forma cooperaban en las
actividades entre sí y se beneficiaban todos, con el resultado de sus gestiones a través
de esas sociedades” (sentencia N .° 1-2006; en un sentido semejante, puede estudiarse
el fallo N .° 101-2003). Otro aspecto que ha dejado claro este Despacho es que es
factible considerar a las personas físicas como integrantes de un grupo de interés
económico. A modo de ilustración, en la resolución N .° 1117-2006 se razonó: “Así las
cosas, no queda más que confirmar lo resuelto en la sentencia impugnada sobre la
existencia de una sola e ininterrumpida relación laboral del 18 de junio de 1998 al 31
de agosto del 2003, al servicio de un grupo de interés económico constituido, entre
otros, por la sociedad demandada y el señor C.O.C”. De los testimonios transcritos en
el apartado pasado y de los documentos que a continuación se enlistarán se deduce
que los codemandados conformaban un grupo de interés económico de carácter
familiar. A folios 3, 4 y 5 están las certificaciones de personería de las tres sociedades
accionadas, donde se observa que sus representantes legales son Ana Lizeth Corrales
Rivera y Rodney Webb Orozco -quienes están unidos en matrimonio-. A folio 26 vuelto
figura el permiso sanitario de funcionamiento de la Academia de Tenis Webb, cuya
representante legal (según allí se consigna) es doña Lizeth. A folio 27 vuelto consta que
la institución está inscrita en Tributación Directa a nombre de dicha señora. A folios 39
y 40 se ve que las líneas telefónicas 24950034 y 24950033 le pertenecen a don
Rodney. A folio 41 salen varios recibos de los que se le entregaban a los alumnos,
algunos con el membrete de la Academia de Tenis Webb y otros con el logo de Café
Delicias; siendo que en ambos casos en la papelería aparece el nombre y la cédula de
doña Lizeth. A folio 41 vuelto se adjuntaron los volantes que anunciaban la apertura de
la Academia de Tenis Webb, indicándose que sus teléfonos eran 24950034 y
24950033. En la contestación de la demanda se afirmó que el señor Webb se dedicaba
a la actividad de las cafeterías y que, para tal efecto, había constituido las sociedades
codemandadas. Como se analizará, tales locales comerciales estaban entremezclados
con la escuela de tenis y eran manejados por los cónyuges. Tanto el instituto como las
cafeterías tenían el mismo contador, quien le giraba el salario al actor -en las

26
instalaciones de estas últimas, por cierto-. Ambos cónyuges le daban órdenes al
demandante. El inmueble donde se ubican las canchas le pertenece al señor Webb. El
nombre de la academia lleva el apellido de dicho señor, mientras que en sus facturas
sale el nombre de doña Lizeth. Los recibos de dinero de los alumnos se confeccionaban
indistintamente en papelería de la academia o de la cafetería. En la cafetería se
promocionaba la academia de tenis, la gente pedía ahí información sobre las clases y
llamaban para reservar cupos y matricularse; además, los estudiantes que pagaban las
lecciones con tarjeta de crédito lo hacían en la cafetería. La academia en su
denominación llevaba el apellido de don Rodney y él era el dueño de las líneas
telefónicas que utilizaba dicha entidad, pero quien aparecía como responsable ante
Tributación Directa era doña Lizeth; a cuyo nombre también se expedían los permisos
sanitarios de funcionamiento. Con base en lo expuesto, se concluye que el gestionante
fue empleado de un grupo de interés económico de carácter familiar, conformado por
personas físicas y jurídicas; debiendo consecuentemente condenarse de manera
solidaria a todos los codemandados.

5. Figura Patronal

[Sala Segunda]xi
Voto de mayoría

IV.- EN CUANTO A LA FIGURA PATRONAL: El reparo relacionado con la conculcación


de los preceptos 368 y 372 del Código Procesal Civil es novedoso, dado que no se
invocó de previo ante el ad quem, situación que lo torna inatendible, a tenor del canon
608 del Código Procesal Civil (al que remite el 452 del Código de Trabajo). En todo
caso, vale aclarar que en materia laboral no rigen las reglas de valoración de la prueba
del derecho común, de acuerdo con el artículo 493 del Código de Trabajo, que
estatuye que “salvo disposición expresa en contrario de este Código, en la sentencia se
apreciará la prueba en conciencia, sin sujeción a las normas de Derecho Común; pero el
Juez, al analizar la que hubiere recibido, está obligado a expresar los principios de
equidad o de cualquier otra naturaleza en que funde su criterio”. En distinta línea de
pensamiento, el último reproche que se hace en el recurso (“Ese error que se acusa por
parte del tribunal tiene su génesis en la sentencia dictada por el juzgado, en cuanto
resolvió: “En el caso concreto si bien formalmente nunca fue empleado directamente
de DONALD CAMACHO RAMÍREZ y la sociedad CAZU SECURITY CORPORATION
S.A. (...) lo cierto es que ha quedado demostrado con las personerías de las empresas
accionadas que conforman una unidad comercial, tienen la misma representación,
cuyos personeros se intercambian entre una a otra ...”. Este razonamiento
representa una flagrante violación al contenido del Libro 1, Título 1, del Código de
Comercio”) tampoco es de recibo, por cuanto está dirigido contra la sentencia del
juzgado, siendo que el recurso de tercera instancia rogada tiene por objeto el

27
pronunciamiento del tribunal (mandato 556 del Código de Trabajo). A mayor
abundamiento, ante el órgano de alzada no se discutió la infracción del Código de
Comercio, lo que implica que, al igual que el agravio anterior, es de carácter novedoso,
por lo que cabe repetir aquí lo ya expuesto acerca del numeral 608 del Código Procesal
Civil. De cualquier forma, la jurisprudencia laboral ha adoptado la teoría del
levantamiento del velo social, por ejemplo en las resoluciones que a continuación se
transcriben:

"Debe tenerse presente que, por la materia en que nos encontramos, lo que debe privar
es el principio de primacía de la realidad y es suficiente con que se pruebe la existencia
de una comunidad económica, un grupo de personas físicas o morales que operen
conjuntamente, para que pueda responsabilizarse, a todos, por las prestaciones del
trabajador. En estas situaciones, debe irse más allá de las apariencias societarias
formales, para llegar a la realidad y no hacer nugatorio el ejercicio efectivo de los
derechos del trabajador" (fallo n° 236-1992 de este Despacho).

“En nuestro entorno, en no pocos casos se recurre a conformaciones societarias o


personas jurídicas para evadir responsabilidades laborales -impedir que trabajadores
contratados puedan obtener el pago de los derechos laborales que otorga el
ordenamiento jurídico-, en cuyo caso la práctica deviene ilícita. En esos supuestos
podemos decir que el empleo de tales figuras se hace con el ánimo de defraudar, pues
por lo general el patrimonio del empleador está a su nombre o de otra sociedad y a los
trabajadores se les relaciona o se les incluye en planillas de una persona que no tiene
bienes para satisfacer las obligaciones que surjan a consecuencia del rompimiento de
las relaciones de trabajo con responsabilidad patronal. En procura de desatender las
formas a que se recurre para esconder la realidad, la doctrina ha desarrollado varias
teorías, todas con una única filosofía: romper el velo social, desentrañar la realidad y
resolver los conflictos jurídicos laborales patrimoniales en estricta conformidad con
esta última. De esas teorías, en términos generales han destacado por su desarrollo y
aplicación, la del abuso de la personalidad jurídica de la sociedad (abuso del derecho) y
en el campo particular del Derecho del Trabajo, la de primacía de la realidad. Ese tema
no solo ha tenido un amplio desarrollo doctrinario, sino también una clara definición
legislativa, a través de normas que tienden a la ampliación de la mencionada teoría de
la primacía de la realidad. De acuerdo con el artículo 15 del Código de Trabajo, los

28
casos no previstos por ese cuerpo normativo, deben ser resueltos por los principios
generales del Derecho del Trabajo, entre los cuales destaca el de primacía de la
realidad, según el cual, los hechos prevalecen sobre las formas, las formalidades o las
apariencias. En ese entendido, a efecto de determinar la figura del empleador, no
interesa la forma de organización adoptada, sino quién o quiénes en realidad la
constituyen, a efecto de determinar el o los obligados respecto del
trabajador” (pronunciamiento n° 478-2011 de esta Sala).

Para solucionar la contienda que nos ocupa, hay que partir de lo dispuesto por el
artículo 2 del Código de Trabajo: “Patrono es toda persona física o jurídica, particular o
de Derecho Público, que emplea los servicios de otra u otras, en virtud de un contrato
de trabajo, expreso o implícito, verbal o escrito, individual o colectivo”. A folio 65
aparece un contrato de trabajo firmado entre el demandante y C y C Servicios de
Seguridad S.A., representada por Donald Camacho Ramírez, en su condición de
gerente general con facultades de apoderado generalísimo sin límite de suma.
Asimismo, a folio 18 consta que era dicha compañía la que lo tenía en planillas de la
C.C.S.S. Como ya se acotó, en esta rama del derecho opera el principio de primacía de
la realidad, de manera tal que, aun cuando existan esos documentos, para determinar
si don Donald era patrono del actor debe estarse a lo que en el plano de los hechos
sucedía. A los suscritos no les queda duda de que las empresas coaccionadas formaban
un grupo de interés económico de naturaleza familiar. Esto es así porque ambas
sociedades están representadas por las mismas personas (Wálter y Donald, ambos de
apellidos Camacho Ramírez -folios 12 y 15-), quienes son hermanos (testimonio de
Pedro Reyes Flores, grabado en el CD adjunto). Otros puntos de conexión entre ambas
compañías son que se dedican al mismo giro comercial (servicios de seguridad -lo que
se infiere de sus propias denominaciones-) y que los pagos del salario al actor los
hacían indistintamente una u otra (folios 19-25). Además, se nota una estrecha
relación entre C y C Servicios de Seguridad S.A. y don Donald, sociedad que él preside y
cuyo nombre evoca el primer apellido y el parentesco de los hermanos Camacho (“C y
C”). Es importante destacar que el accionante no demandó a don Wálter, sino solo a
don Donald, lo que significa que no fue por la condición de representante de la
sociedad que dirigió la demanda en su contra, sino porque lo reputaba como

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empleador a título personal. Una circunstancia trascendental es que don Donald -por sí
mismo- realizó dos depósitos en la cuenta bancaria del petente, por concepto de
tractos del aguinaldo del año 2010 (folios 19-25). Entonces, la verdad es que los
patrimonios de la sociedad y de su representante se confundían, no operando en el
ámbito de los hechos como personas independientes. Don Donald no ha procurado la
prueba que demuestre a cabalidad que su vínculo con C y C Servicios de Seguridad
S.A. se limitaba a ejercer el cargo de presidente y que mediaba plena autonomía entre
su persona e intereses y la actividad que se desarrollaba mediante la organización
societaria. A todo lo apuntado se agrega la confesión ficta de dicho señor, visible a
folio 96, cuya primera posición reza: “Para que diga que es cierto como en verdad lo es,
que existió una relación laboral entre usted y el señor José Miguel Castellón, quien
desempeñó el puesto de oficial de seguridad para la empresa C Y C Servicios de
Seguridad S.A.” (énfasis suplido). En forma reiterada (consúltense, entre otras, las
sentencias n° 9-2006 y 73-2008), la Sala ha sostenido que la confesión ficta en esta
materia no constituye plena prueba, sino que debe ser analizada a la luz de los demás
elementos probatorios, sin perjuicio de que con base en la relación de todas las
pruebas existentes pueda tenerse como confesa a la parte que evadió la diligencia
probatoria; tal como acontece en este caso. Procede estimar como empleador a don
Donald en su condición personal, pues es evidente que al tratarse de empresas
familiares, se beneficiaba directamente de las utilidades generadas por la actividad
societaria (no se probó que hubiera socios que no formaran parte de la familia), por lo
que es justo y equitativo correr el velo social y responsabilizarlo solidariamente por los
derechos laborales del demandante. Que el señor Camacho haya acudido a la figura de
la persona jurídica para manejar sus negocios no puede interpretarse en detrimento
del trabajador, por cuanto resulta incuestionable que no se dio la aludida separación
patrimonial. El ordinal 17 del Código de Trabajo estipula: “Para efectos de interpretar
el presente Código, sus Reglamentos y sus leyes conexas, se tomarán en cuenta,
fundamentalmente, el interés de los trabajadores y la conveniencia social”. En este
orden de ideas, en un asunto como el presente, negar que el demandado físico
conforma también la parte patronal, junto con las sociedades anónimas
codemandadas, sería resolver en contra no solo del promovente, sino del interés social
que existe en dilucidar quiénes deben contribuir a la seguridad social, por ejemplo, o

30
responder ante eventuales responsabilidades laborales (así se advirtió en nuestra
resolución n° 742-2014).

6. Sobre la Identidad de Empleador

[Sala Segunda]xii
Voto de mayoría

V.- DE LA IDENTIDAD DEL EMPLEADOR: El recurrente objeta que se haya tenido como
empleadora a su representada y afirma que quien realmente tenía ese rol era la madre
de esta. Sostiene que se desconoció el poder generalísimo con base en el cual actuaba,
así como la prueba testimonial. Arguye que por las enfermedades de la mamá de la
accionada no puede trasladarse la responsabilidad a esta última. Asimismo, aduce que
no se valoraron los recibos de pago de salarios aportados. De los elementos de prueba
que constan en los autos, se extrae que la actora fue contratada para que cuidara a la
madre de la demandada, dado que esta es una adulta mayor que requiere atención y
compañía, por su padecimiento de demencia moderada (folio 66). Para dilucidar el
punto en discusión, resulta importante invocar el concepto de empleador que se prevé
en el artículo 2 del Código de Trabajo. Ahí se indica que “Patrono es toda persona física
o jurídica, particular o de Derecho Público, que emplea los servicios de otra u otras, en
virtud de un contrato de trabajo, expreso o implícito, verbal o escrito, individual o
colectivo”. Por su parte, el numeral 18 ídem estipula que “Contrato individual de
trabajo, sea cual fuere su denominación, es todo aquél en que una persona se obliga a
prestar a otra sus servicios o a ejecutarle una obra, bajo la dependencia permanente y
dirección inmediata o delegada en ésta, y por una remuneración de cualquier clase o
forma./ Se presume la existencia de este contrato entre el trabajador que presta sus
servicios y la persona que los recibe”. En el presente asunto, no hay duda de que la
actora se obligó a prestar los servicios de cuido y, a la luz de las pruebas, puede
concluirse que tanto la demandada como su madre recibían los beneficios de la
prestación, por lo que aquella no puede excluirse de la condición de empleadora. La
primera porque al no vivir en el mismo lugar que su progenitora –Puntarenas-, sino en
Heredia, requería alguna persona que pudiera atenderla y cuidarla, dado su
padecimiento, y la madre porque se beneficiaba con el cuido que la accionante le
brindaba. Luego, está claro que se trataba de una relación subordinada. La accionada
ha sostenido durante el proceso que la empleadora era su mamá, y que ella procedió
en su representación, conforme al poder generalísimo que le fue otorgado; pero en los
autos no consta prueba del contrato que demuestre que ella actuó en esa condición de
representante. El único testimonio en ese sentido fue el rendido por su hijo. Sin
embargo, a juicio de la sala, esa prueba ni los recibos firmados por la actora, donde
hacía constar que recibía el pago de su salario de parte de la madre de la demandada
son suficientes para desplazar las conclusiones que derivan de la realidad de la

31
prestación. Como antes se advirtió, el vínculo entre las partes fue de subordinación y la
accionada se benefició de los servicios prestados por la promovente, lo que impide
remover la condición de empleadora, sin perjuicio de que la madre también se hubiera
tenido por tal. No obstante, de las demás pruebas se extrae que quien giraba las
instrucciones era la demandada, y no se advierte que su madre lo hiciera. Por otra
parte, llama la atención que en la certificación del poder presentado se indique:
“FACULTADES O RESTRICCIONES: Poder generalísimo sin límite de suma de acuerdo al
artículo 1254 del Código Civil, para que esta pueda en su nombre tener acceso a su
cuentas de ahorro en el Banco Popular y de Desarrollo Comunal, Agencia de
Puntarenas, número…, solicitando en las oficinas centrales y cualquier agencia del país,
estados de cuentas, retiros, depósitos aumentos y giros de efectos, retiro de dinero
cuando se necesario. La cuenta de ahorros que tiene en la Mutual de Alajuela de
Ahorro y Créditos, oficina de Puntarenas, cuenta…, en la misma condiciones anteriores,
solicitar la reposición del documento del depósito a plazo fijo que tiene su madre con la
Mutual de Ahorro y Crédito de Alajuela, sede Puntarenas, mismo que se le extravió y
vence el cinco de mayo de dos mil ocho” (sic. folio 68). De lo anterior se desprende que
el poder generalísimo otorgado no fue para todos los negocios, sino precisamente para
lo ahí indicado, conforme a lo regulado en el canon 1254 del Código Civil. En
consecuencia, la reiterada afirmación de la parte demandada, en el sentido de que el
contrato de trabajo se pactó en representación de su madre, conforme al poder
generalísimo otorgado, no tiene sustento jurídico, pues el mandato conferido no tenía
esos alcances.

VI.- DE LA CLASIFICACIÓN DEL PUESTO: El recurrente recrimina que se haya concluido


que la actora ejercía como trabajadora especializada, lo que deriva del salario mínimo
que se le asignó. En relación con este concreto punto, se estima que los reproches son
acertados. La sala colige que aunque no se indicó expresamente, el puesto de la
accionante fue clasificado como trabajador especializado del grupo de servicios. En la
resolución administrativa 03-2000, el Consejo Nacional de Salarios define servicios así:
“Se entiende por Servicios, las actividades y personas físicas y jurídicas destinadas a
cuidar intereses o satisfacer necesidades personales, de los hogares, empresas,
instituciones, organizaciones y público en general. Incluye actividades que pueden ser
prestadas tanto por personas físicas como jurídicas, desde las más simples hasta las
más complejas, técnicas o profesionales”. De igual forma, hace referencia al trabajador
especializado de la siguiente manera: “Se define como Trabajador Especializado en
Comercio, Turismo y Servicios a aquel trabajador cuyas tareas tienen un alto grado de
dificultad mental o física y requiere profundos conocimientos generales sobre una
determinada materia, además de conocimientos específicos en un área de la misma,
que hacen posible que conozca bien su ocupación, maquinaria y equipo utilizados, así
como la calidad del resultado o producto que se obtendrá./ Sus tareas pueden incluir la
preparación, el ajuste e incluso la operación de máquinas o equipos complejos de

32
avanzada tecnología, con materiales valiosos o de delicada manipulación”. (La negrita
no consta en el original). Esa descripción permite excluir el trabajo que realizaba la
demandante de esta clasificación. Está claro que sus labores se limitaban a acompañar
a la madre de la accionada y darle las medicinas, sin que esa actividad demandara un
alto grado de dificultad mental ni físico, menos aún un conocimiento profundo de una
materia determinada. De esa manera, el ejemplo que se cita en la resolución
administrativa dicha, de las labores del puesto de trabajador especializado, no
corresponde a las que desempeñaba la actora. En efecto, ahí se hace referencia a que
el trabajador especializado debe “Atender y cuidar ancianos en su domicilio, mediante
el suministro de los cuidados y medicamentos que se le han recetado; tomándole la
presión, la temperatura, aplicándole inyecciones, preparando y dándole los alimentos o
dietas especiales indicadas por los profesionales, llevando las estadísticas y reportes de
los datos que requiere el personal médico o de enfermería; aseándolo, aplicándole
ungüentos y otros cuidados según el estado físico y mental del anciano”. Como se
indicó, de la prueba evacuada se advierte que las labores de la promovente no eran de
esa naturaleza. Consecuentemente, se estima correcto lo argumentado por el
representante judicial de la accionada, en cuanto a que la remuneración debe estar
acorde con la fijada para una persona trabajadora del servicio doméstico; por cuanto,
conforme a la resolución administrativa, sus labores no solo abarcan las de “aseo,
cocina, lavado, planchado y otras tareas propias de un hogar” sino que
también “Incluye el cuido y acompañamiento de personas, siempre y cuando para ello
no se requiera ningún tipo de conocimientos o preparación específica”, cual fue el
supuesto en el que la demandante ejerció sus tareas. Con sustento en lo razonado, lo
procedente es adecuar el monto de los derechos concedidos a la actora. Para ello,
debe tenerse en cuenta que se tuvo por demostrado que su contrato se extendió del
1° de noviembre de 2010 al 15 de octubre de 2011. Diferencias salariales: La
remuneración de la trabajadora doméstica para el segundo semestre de 2010 y el
primero y segundo semestres de 2011 fue de ¢128.526,79, ¢131.907,04 y ¢135.270,67,
respectivamente. El promedio salarial durante todo el período fue entonces de
¢132.342,88. Como a la promovente solo le cancelaron ¢90.000,00 mensuales, las
diferencias salariales son de ¢42.342,88 por mes y por los 11,5 meses en que se
extendió la relación le corresponden ¢486.943,12. Horas extra: en las instancias
precedentes se partió de una jornada ordinaria de ocho horas por día y se concedieron
dos horas extra de lunes a viernes, para un total de 497,95 horas, pero se redujeron a
249 por la limitación hecha por la parte actora. Si el promedio salarial fue de
¢132.342,88, el salario diario sería de ¢5.090,11 (el promedio se divide entre 26 días).
El valor de la hora ordinaria ascendería a ¢636,26 y el de la extraordinaria a ¢954,39.
Por las 497,95 horas le hubieran correspondido ¢475.238,50, pero por las 249 horas
extra concedidas deben pagarse ¢237.643,11. Vacaciones: se otorgaron 11,5 días. El
salario ordinario mensual promedio fue de ¢132.342,88. La media de horas extra por
mes debió ascender a ¢41.325,08, para un total promedio por mes de ¢173.667,96 y

33
diario de ¢6.679,53. Por los 11,5 días han de otorgarse ¢76.814,59. Aguinaldo: El total
de salarios ordinarios y extraordinarios que debió haber percibido durante los 11,5
meses fue de ¢1.997.181,54. Un doceavo de esa cantidad asciende a ¢166.431,79.

7. ¿Quién es el Patrono?

[Sala Segunda]xiii
Voto de mayoría:

III.- El artículo 18 del Código de Trabajo establece que: “Contrato individual de trabajo,
sea cual fuere su denominación, es todo aquél en que una persona se obliga a prestar a
otra sus servicios o a ejecutarle una obra, bajo la dependencia permanente y dirección
inmediata o delegada en ésta, y por una remuneración de cualquier clase o forma. /Se
presume la existencia de este contrato entre el trabajador que presta sus servicios y la
persona que los recibe”. La norma integra en su definición dos aspectos fundamentales
para la protección del trabajador, por un lado incorpora el principio de primacía de la
realidad, al establecer la naturaleza laboral de la relación de prestación de servicios
que incorpore los elementos de: prestación personal, retribución y subordinación
jurídica, -independientemente de la denominación o forma jurídica que adopte- y en
respaldo de lo anterior,

establece una presunción de laboralidad -que admite prueba en contrario- para ese
tipo de relaciones. El principio de primacía de la realidad, dentro del ámbito del
derecho del trabajo, pretende hacer prevalecer la verdadera naturaleza de la
vinculación jurídica que une a las partes que integran esa relación, sobre la apariencia
que formalmente se le pretenda dar -muchas veces con el único objetivo de burlar
obligaciones laborales o de seguridad social-. Al respecto señala Vázquez Vialard “… las
estipulaciones contractuales por escrito (que no son frecuentes en derecho del trabajo),
no tienen más que un valor de presunción que cae ante la prueba de los hechos. Se
imponen éstos sobre la denominación o calificación que las partes atribuyan a la
relación contractual. Este principio es importante para resolver la situación en los casos
de simulación o fraude laboral (…), tan frecuente en la práctica, para no cumplir con las
exigencias mínimas de la ley. En tales situaciones, se toma en cuenta la realidad, no lo
pactado. Las cláusulas simuladas o fraudulentas son reemplazadas ope legis por las
que corresponden en virtud de las disposiciones de orden público laboral que se
hubieren violado”. (Vázquez Vialar, Antonio. “Derecho del trabajo y la seguridad
social”. Tomo I. 8° ed. Editorial Aestrea. Buenos Aires. Año: 1999. pp. 138-139). Así el
juzgador debe -en primer lugar- estudiar las cláusulas contractuales y establecer -en la
medida de las posibilidades- la naturaleza laboral, sui géneris, o no laboral de éstas,
entendidas en su conjunto, y definir la naturaleza jurídica de la convención,
adicionalmente, verificar lo que acaeció en la práctica y con base a estos elementos

34
determinar cuando nos encontramos frente a una verdadera relación de naturaleza
laboral oculta bajo otras formas contractuales. Al respecto la Sala ha expresado: “…De
conformidad con los artículos 1, 2, 4 y 18 del Código de Trabajo, la existencia de un
contrato de trabajo, constituye la esencia del proceso donde se pretende la aplicación
de la normativa proteccionista del derecho laboral. La calidad de patrono y de
trabajador "sujetos vinculados por un contrato de ese tipo", es presupuesto necesario
para la aplicación de las normas laborales; consecuencia directa y necesaria de la
celebración de un acuerdo material de voluntades, con esa particular naturaleza
jurídica. En otras palabras, una persona deviene en titular de los derechos y de los
deberes inherentes a la condición de trabajador, sólo cuando ha nacido a la vida
jurídica el vínculo laboral que se origina en un contrato de trabajo. Por esa razón, el
numeral 25 ibídem, dispone la obligación de demostrar, en cada caso, la existencia de
ese negocio jurídico bilateral. La prueba plena de su existencia, sólo puede hacerse con
documento escrito "contrato de trabajo", cuya emisión constituye, con marcadas
excepciones, un deber legal de los contratantes (precepto 23 ibídem). La falta de ese
elemento probatorio, se imputa siempre al patrono; resultando procedente, entonces,
recurrir a cualesquiera de los medios generales de prueba, admitidos por la legislación
procesal, para acreditar tanto la relación como su típica naturaleza laboral. En esta
última hipótesis, la prueba de la existencia del acto contractual en cuestión, no se
dirige a comprobar que se llegó a un convenio verbal, de ese tipo; sino a demostrar que
se dio, realmente, una relación laboral entre un sujeto, en calidad de trabajador, y otro,
en carácter de patrono. El artículo 18 citado, establece una presunción de existencia de
tal negocio jurídico, cuando se logra constatar, durante el proceso "tal y como lo
sostiene la doctrina más autorizada y lo ha entendido la jurisprudencia" que, en el
vínculo jurídico que tuvieron las partes, concurrieron los siguientes elementos: 1)
prestación personal de servicio; 2) pago de un salario o de una remuneración; y 3)
subordinación jurídica (ver, entre otros, los Votos Nos. 251, de las 9:30 horas, del 16 de
octubre de 1992; 140, de las 9:30 horas, del 15 de junio de 1994; 157, de las 14:00
horas, del 23 de junio de 1994 y 402, de las 10:40 horas, del 20 de diciembre de 1996).
En las denominadas "zonas grises" o "casos frontera", en los cuales resulta en extremo
difícil, poder acreditar la convergencia de esos elementos, por tratarse de
contrataciones análogas a la típicamente laboral "V. Gr. servicios profesionales y
otros", se ha permitido utilizar dos fórmulas, que, en concordancia con los numerales
16 y 17 del Código de la materia, tienden a preferir y a establecer la existencia de un
contrato de índole laboral, en beneficio del trabajador; a saber: a) la teoría del contrato
realidad; y, b) la determinación única del elemento subordinación (véanse, en este otro
sentido, los Votos Nos. 268, de las 8:00 horas, del 13 de diciembre de 1991; 25, de las
9:00 horas, del 24 de enero de 1992; 392, de las 10:40 horas, del 25 de noviembre de
1994; 235, de las 10:40 horas, del 18 de octubre de 1996; 382, de las 9:50 horas, del 29
de noviembre de 1996 y 30, de las 15:40 horas, del 12 de febrero de 1997). Para llegar
a las anteriores conclusiones, basta tener en cuenta los conceptos normativos básicos,

35
de la disciplina iuslaboralista, contenidos en los referidos numerales 2, 4 y 18. El
primero señala: "Patrono es toda persona física o jurídica, particular o de Derecho
Público, que emplea los servicios de otra u otras, en virtud de un contrato de trabajo
expreso o implícito, verbal o escrito, individual o colectivo." El segundo, a su vez,
dispone: "Trabajador es toda persona física que presta a otra u otras sus servicios
materiales, intelectuales o de ambos géneros, en virtud de un contrato de trabajo,
expreso o implícito, verbal o escrito, individual o colectivo." El tercero, y último, por su
lado estipula: "Contrato individual de trabajo, sea cual fuere su denominación, es todo
aquel en que una persona se obliga a prestar a otra sus servicios o a ejecutarle una
obra, bajo la dependencia permanente y dirección inmediata o delegada de ésta, y por
una remuneración de cualquier clase o forma. Se presume la existencia de este
contrato entre el trabajador que presta sus servicios y la persona que los recibe". En
materia laboral privada debe tomarse en cuenta el principio de primacía de la realidad
"los hechos prevalecen sobre las calificaciones formales que, las partes, den al
contrato". En consecuencia, no obstante, la existencia de documentos que hagan
referencia a esa relación, como una de carácter laboral, civil o comercial, siempre se
debe analizar la situación concreta, de acuerdo con lo realmente acontecido (sobre el
particular, consultar los Votos n°s 50, de las 14:30 horas, del 3 de abril de 1991; 392, de
las 10:40 horas, del 25 de noviembre de 1994 y 217, de las 9:40 horas, del 19 de julio de
1996)”. Dicho lo anterior, conviene analizar en el caso concreto, en el cual, la parte
recurrente ha negado la existencia de una relación laboral entre su representada y el
actor, fundamentándose en la existencia de un “Contrato para la prestación de
servicios de seguridad y vigilancia” suscrito por las partes, efectivamente, en la
práctica, esta fue la verdadera naturaleza de la relación; o si por el contrario, existió
una relación típicamente laboral, como lo afirma el actor en su demanda.

8. Determinación del Patrono

[Sala Segunda]xiv
Voto de mayoría

IV.- SOBRE LA DETERMINACIÓN DE LA FIGURA PATRONAL: En síntesis, el recurso la


parte demandada cuestiona que se tuviera a la empresa Rincón Grande S.A. y a
Guillermo Gutiérrez Israel como empleadores, ya que a su criterio, desde el año 2004,
dichos codemandados ya no era patronos del actor y, por consiguiente no son
responsables por sus derechos laborales. La jurisprudencia de esta Sala es prolija en
referirse acerca de que el trabajador no tiene la obligación de conocer quién es su
patrono, dado que la figura empresarial pueda adoptar formas estructurales que
hacen imposible tener un conocimiento pleno de quién es el empleador. No obstante,
las responsabilidades laborales del empresario, no pueden distraerse bajo el
andamiaje de diferentes sociedades y personas jurídicas. Ante este tipo de prácticas,

36
debe prevalecer el principio de primacía de la realidad, el cual informa que se debe
privilegiar a los hechos sobre los acuerdos formales, de esta manera los cambios
operados en la forma de organización de la empresa, no podrán ser utilizados con el
objeto de hacer nugatorios los derechos de la persona trabajadora. Al respecto este
despacho en el voto 2006-0001 de las 9:30 horas del 18 de enero de 2006 dijo lo
siguiente: “Reiteradamente, se ha señalado que la trabajadora no tenía la obligación
de conocer la identidad de su patrono, cuando éste es una persona jurídica o un grupo
económico; pues lo característico de esta figura, como se ha señalado, reside en la
circunstancia de que el trabajador/a es puesto a disposición de una sociedad del
“grupo” distinta de la que formalmente ostenta la condición de empleador. Por lo
tanto, no existe una situación de comunicación o confusión de plantillas, pues no se
trata de que el trabajador/a preste sus servicios indiferentemente a varias sociedades
del grupo, sino de una puesta a disposición de aquél a una determinada sociedad de
éste, y tampoco se produce la celebración de un nuevo contrato de trabajo, ya que la
prestación de servicios se realiza manteniendo el vínculo contractual primitivo que
ligaba al trabajador/a con la sociedad que le contrató y le destaca a otra del “grupo”
para que desarrolle en ella su prestación laboral (CAMPS RUIZ Luis Miguel. La
Problemática Jurídico-Laboral de los Grupos de Sociedades. Centro de Publicaciones
Ministerio de Trabajo y Seguridad Social. Madrid, España, 1986, p. 72). De la relación
de los numerales 2, 4 y 18, todos del Código de Trabajo, se pueden deducir los
elementos caracterizantes de una relación laboral, a saber: la prestación personal del
servicio, la remuneración y la subordinación jurídica. Esta última se ha entendido
como el derecho del patrono de dar órdenes, de dirigir la fuerza laboral del empleado
y de disciplinarlo. A efecto de determinar, quién fue la verdadera empleadora del
trabajador, se debe tomar en cuenta que, el contrato de trabajo, es un contrato
realidad. De ahí que, ante la discordancia entre los documentos o acuerdos y lo que
acontece en la práctica, debe estarse a esto último. Por la desigualdad de las partes y
en aras de no hacer nugatorios los derechos de los trabajadores/as, la condición de
empleado o de patrono no depende de la interpretación que le hayan dado las partes,
ni de lo que conste en papeles o documentos, sino la que resulte de la realidad. Por
esa razón, en reiterados fallos, esta Sala, ha externado criterio en el sentido de que, el
trabajador/a, no está obligado a saber con certeza, quién es su real y verdadero
empleador (ver entre otros los votos n° 120-86 de las 14:10 hrs. del 10 de julio de
1986; el n° 319-98 de las 9:40 hrs. del 23 de diciembre de 1998 y el 981-00 de las 10:00
hrs. del 7 de diciembre del 2000). No debe olvidarse que, el Derecho del Trabajo,
como derecho social que es, trata de compensar una desigualdad normalmente
latente entre trabajadores/as y patrono, de sus representantes o de la persona que
cancela su salario, es dejarlo librado a la posibilidad de ver frustrados sus derechos,
sobre todo si se considera la cantidad de mecanismos legales a los que puede recurrir
el patrono, para cubrir la responsabilidad patronal. (…) Debe señalarse, también, que
todo contrato de trabajo tiene como presupuesto la buena fe de las partes

37
contratantes. Igualmente en su desarrollo y de acuerdo con el artículo 15 del Código
de Trabajo, los casos no previstos por ese cuerpo normativo, deben ser resueltos por
los principios generales del Derecho del Trabajo, entre los cuales destaca, el de
“Primacía de la Realidad”, según el cual, en materia laboral ha de prevalecer siempre la
verdad de los hechos por encima de los acuerdos formales; es decir, los hechos
prevalecen sobre las formas o apariencias. Por lo tanto sería erróneo pretender juzgar
la naturaleza de una relación de acuerdo con lo que las partes hubieran pactado, ya
que si las estipulaciones consignadas no corresponden a la realidad carecen de todo
valor (PLA RODRÍGUEZ Américo. Los Principios del Derecho del Trabajo. Editorial
Depalma, Tercera Edición, Buenos Aires, Argentina, 1998, p. 315). En ese entendido,
para determinar la figura patronal, no interesa la forma de organización adoptada,
sino, quien o quiénes en realidad la constituyen, a efecto de determinar él o los
obligados respecto del trabajador/a (Ver los Votos de esta Sala n° 236, de las 10:10
horas del 2 de octubre de 1992, n° 110 de las 16:00 hrs. y el n° 111 de las 16:10 hrs.,
ambos del 4 de febrero del 2000)”. (La cursiva es de quién redacta). Bajo este orden de
ideas, con el objeto de cumplir con la garantía constitucional del canon 74, el juzgador
deberá recurrir al análisis indiciario, para de este modo, desarticular cualquier intento
espurio de eludir los derechos legales inherentes a la persona trabajadora. Según se
tuvo por acreditado en autos, el actor fungía como encargado de mantenimiento y
guarda dormilón en una finca de recreo propiedad de la parte demandada. Conforme
la documental de folio 5, entre 1992 a 2006 fue inscrito como trabajador ante la Caja
Costarricense de Seguro Social por María Luisa Israel Sarkis, Guillermo Gutiérrez Israel,
Rincón Grande S.A. y Veintinueve mil ciento once S.A. Tal como indica la parte
demandada en el año 2004, Rincón Grande S.A., empresa representada por el
codemandado Guillermo Gutiérrez Israel (folio 14) canceló al actor ¢233.613.64 por
liquidación de vacaciones, aguinaldo y cesantía (folio 7). No obstante, el señor Pérez
Bustos se mantuvo laborando en dicha finca hasta el mes de mayo de 2006, fecha en la
que fue despedido por María Isabel Israel Sarkis en su condición de representante de
Veintinueve Mil Ciento Once S.A. (folio 4). La anterior relación de hechos, son un
indicativo claro de que el actor fue empleado de un grupo de interés económico
familiar, esto por cuanto existió una dirección unitaria patronal ejercida por los
codemandados, lo que se demuestra en el hecho de que estos sucesivamente lo
inscribieron como su trabajador, manteniendo pese a ello las misma funciones en su
lugar de trabajo habitual. Ahora bien, el que al actor le fueran liquidados sus derechos
laborales en el año 2004, no implicó que el vínculo jurídico laboral feneciera e iniciara
consustancialmente otro con un empleador distinto, según la liquidación hecha al
actor no se le pagó el rubro de preaviso, situación igualmente visible en liquidaciones
anteriores y posteriores (folios 8 a 13) a esa data practicadas por los codemandados,
tal circunstancia demuestra que nunca hubo intención de parte del grupo empleador
de dar por finalizada la relación laboral, sino solo liquidar anualmente la antigüedad
del actor, puesto que el señor Pérez Bustos se mantuvo ligado al grupo, el cual en todo

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momento se benefició con sus servicios de jardinería y vigilancia. Así las cosas, no lleva
razón la parte demandada en sus apreciaciones, ya que la relación laboral nunca
terminó, por el contrario esta se mantuvo vigente, con independencia de la forma que
esta quiso darle. Por otra parte, conviene señalar que en la hipótesis de que el señor
Pérez Bustos hubiera firmado conforme su hoja de liquidación y de forma ulterior
reclamado judicialmente la cuantía de estos montos, no violenta la seguridad jurídica,
esto por cuanto en virtud del principio de irrenunciabilidad la persona trabajadora en
caso de discrepancia con su patrono por las sumas consignadas, posee el derecho de
reclamar sus derechos laborales ante los órganos de la jurisdicción competente, los
cuales serán los encargados de determinar si los rubros cancelados, se hicieron al
amparo del derecho.

9. Concepto de Patrono y Determinación de la Relación Laboral

[Tribunal de Trabajo, Sección IV]xv


Voto de mayoría

9.- El mecanismo utilizado consistía en que Donaldo Rodríguez Soto recibía grandes
cantidades de dinero conforme avanzaban las obras, como si fuera un contratista
independiente, pero en realidad era para que pagara a los trabajadores que no
estaban asegurados ante el régimen de Invalidez, Vejez y Muerte y aunque afirmó que
tenía una relación de carácter comercial con la sociedad demandada, no aportó
material probatorio en sustento de su versión. Recordemos que el "trabajador
independiente" se caracteriza porque trabaja por su cuenta; soporta los riesgos de la
cuenta de explotación; paga sus propias cotizaciones sociales, los impuestos, la renta;
contrata a su personal y trabaja también para otro y otros empleadores, todo lo cual
no quedó demostrado. Nótese que si efectivamente Donaldo Rodríguez ejecutaba
dichas labores por su cuenta, debió traer documentos del Seguro Social o del Instituto
Nacional de Seguros, con el fin de probar su status de empleador. Asimismo debió
aportar material documental de algún banco estatal o privado para demostrar su
capital propio, caso contrario su declaración carece de validez jurídica, que es
precisamente el criterio de los suscritos. Dentro de ese mismo orden de ideas,
contamos con una prueba contundente que deja sin sustento sus argumentos, cual es,
que los trabajadores "contratados" por él estaban asegurados mediante la póliza de
riesgos profesionales número 233123, del Instituto Nacional de Seguros. De lo
expuesto, podemos sacar la conclusión de que el contratante aludido, no era un
contratista independiente, que pudiera imponer sus criterios en determinados
aspectos, sino que todo obedecía a una estrategia, donde la compañía cancelaba los
salarios de los empleados mediante este subterfugio, con el fin de evadir el pago de
cargas sociales, que en nuestro sistema costarricense, representa un gasto importante
en los costos de operación de las sociedades privadas. Corolario de lo anterior, en

39
realidad estamos en presencia del típico intermediario que prevé el ordinal 3 del
Código de Trabajo y en aras de tener una mejor visión de este instituto, procederemos
a transcribir el Voto Nº 2001-385, que en lo conducente señaló:

"El artículo 2 del Código de Trabajo, establece que patrono es toda persona física o
jurídica, particular o de Derecho Público, que emplea los servicios de otra u otras, en
virtud de un convenio de trabajo. Por otra parte, el numeral 3 ídem indica que,
intermediario, es quien contrata los servicios de otra u otras, para que le ejecuten un
trabajo, en beneficio otro, quien es el patrono; asimismo, califica como patronos y no
como intermediarios , los que se encarguen, por contrato, de trabajos que ejecuten
con capitales propios. CALDERA define la figura del intermediario como aquella
persona que contrata los servicios de un trabajador en su propio nombre, pero por
cuenta o beneficio de otra; y sin perder su propia responsabilidad, compromete la del
beneficiario de aquellos servicios, siempre que éste haya autorizado expresamente al
intermediario o recibiere la obra ejecutada (CALDERA (Rafael), Derecho del Trabajo,
Editorial El Ateneo , Buenos Aires, 1979, p. 242). Resulta importante reseñar los
criterios de distinción que señala la doctrina entre las figuras del intermediario y el
contratista: "En otras oportunidades, la relación laboral surge cuando un sujeto, sin ser
representante del empleador, sino una persona física o jurídica independiente de este
último, contrata a trabajadores para que presten sus servicios a un tercero, quien por
ser el beneficiario real de los servicios prestados, se reputa para todos los efectos
como el empleador (...). El contratista es una persona física o jurídica que para todos
los efectos resulta ser un empresario independiente que por su cuenta y riesgo ejecuta
una obra por encargo de un tercero. El contrato entre el contratista y el contratante
reviste un carácter civil y no laboral, mientras que el contratista frente a los
trabajadores que prestan sus servicios subordinados en la obra, aparece como el único
empleador (...). La distinción entre intermediarios y contratistas constituye una de las
"zonas grises" del derecho laboral: en principio, ambos presentan la similitud de ser
empresarios independientes, pudiendo actuar el primero a nombre propio o de un
tercero, mientras que el segundo actúa en nombre propio (...). El Código de Trabajo en
el artículo 3, párrafo segundo, establece que el principal criterio diferenciador entre
intermediarios y contratistas radica en el hecho de que estos últimos ejecuten los
trabajos con capitales propios". (JIMÉNEZ (Mariano), "Intermediarios, contratistas y
patronos: criterios para su distinción", en Revista Ivstitia, año 8, N° 93, setiembre 1994,
p. 13)".

Bajo esta clara perspectiva y en consonancia con la prueba evacuada, es posible


concluir que en el caso subexamine, existió intermediación y consecuentemente, se
estableció una relación de subordinación jurídica entre la sociedad accionada y los
trabajadores "contratados" por el señor Rodríguez Soto.

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10.- No obstante, como se dijo anteriormente, la actora sí los incluía en las pólizas de
riesgos del Instituto Nacional de Seguros, porque como los empleados estaban
expuestos a muchos peligros en ese tipo de faenas, se protegía legalmente en caso de
algún accidente. Como ya lo explicamos anteriormente le correspondía a la sociedad
accionante aportar el material probatorio contundente para poder desvirtuar el
contenido de los informes supracitados y ello no sucedió, aplicándose en la especie, el
numeral 18 del Código de la materia. Tocante a la evasión del pago de las cargas
sociales por parte de algunas empresas privadas, la máxima Instancia Judicial en
materia laboral indicó:

"El hecho de que la demandante expidiese facturas, al principio una vez al mes y
posteriormente cada quince días, a nombre de la demandada, cuando recibía el pago
de su remuneración, como si se tratase de verdaderos servicios profesionales, no es
más que un elemento puramente formal, del cual en no pocas ocasiones se valen los
empleadores para intentar disfrazar la relación laboral. (…) en otras palabras, no se
trataba de una prestación ocasional y ajena al giro principal de la empresa, que
justificase la utilización de la modalidad de los servicios profesionales".

11.- Como ya lo señalamos, los tres elementos que deben concurrir en toda relación
laboral y que son: la prestación personal del servicio, la remuneración y la
subordinación jurídica, se dieron en el sublite. Al respecto, nuestro Superior en Grado,
en el mismo fallo citado, en forma elocuente señaló:

"Jurisprudencial y doctrinariamente se ha establecido que, normalmente, tal


subordinación o dependencia es el elemento fundamental para determinar si se está, o
no, en presencia de una relación laboral. Esto por cuanto existen otros tipos de
relaciones jurídicas, donde los elementos referentes a la prestación personal del
servicio, así como a la remuneración, también están presentes. De esa manera,
generalmente, el elemento determinante, característico y diferenciador de la relación
laboral, es el de la subordinación. La doctrina define la subordinación jurídica como el
estado de limitación de la autonomía del trabajador al cual se encuentra sometido, en
sus prestaciones, por razón de su contrato; y que proviene de la potestad del patrono
o empresario para dirigir la actividad de la otra parte (...) es un estado de dependencia
real producido por el derecho del empleador de dirigir y dar órdenes, y la correlativa
obligación del empleado de obedecerlas (...) por lo que basta con que exista no la
posibilidad de dar órdenes, sino el derecho de hacerlo y de sustituir su voluntad a la de
quien presta el servicio, cuando el que ordena lo juzgue necesario. (CABANELLAS
(Guillermo), Contrato de Trabajo, Volumen I, Buenos Aires, Bibliográfica Omeba, 1963,
pp. 239 y 243). Podemos concluir, entonces, que la subordinación laboral lleva
implícitos una serie de poderes que, el empleador, puede ejercer sobre el trabajador,
cuales son: el poder de mando, el poder de fiscalización, el poder de dirección y el
poder disciplinario.

41
10. Artículo 2 del Código de Trabajo

[Sala Segunda]xvi
Voto de mayoría

IV.- ANÁLISIS DEL CASO CONCRETO: Según lo dispuesto en el artículo 2 del Código de
Trabajo, “patrono es toda persona física o jurídica, particular o de Derecho Público, que
emplea los servicios de otra u otras, en virtud de un contrato de trabajo, expreso o
implícito, verbal o escrito, individual o colectivo”. En un sentido similar, pero desde la
perspectiva de la contraparte de la relación, el numeral 4 define al trabajador
como “toda persona física que presta a otra u otras sus servicios materiales,
intelectuales o de ambos géneros, en virtud de un contrato de trabajo, expreso o
implícito, verbal o escrito, individual o colectivo”. En el asunto bajo análisis, el actor
alegó que el coaccionado Fabio Mena Pacheco fue quien lo contrató personalmente,
además de ser el encargado de darle órdenes, circunstancia que ha sido negada por
dicho señor en su condición personal y como representante de la empresa
codemandada, posición esta última, que fue avalada por el Tribunal en el fallo ahora
impugnado. Así bien, con respecto a la existencia de una relación laboral del
demandante con la empresa coaccionada Miguel Mena P. S.A. no existe discusión ni
duda, pues así quedó debidamente acreditado en las instancias precedentes, sin que
haya sido motivo de impugnación ante la Sala. Sin embargo, en atención a los agravios
contenidos en el recurso de la parte demandante, se impone determinar si con
respecto al señor Fabio Mena Pacheco, en su condición personal, también se configuró
una relación de tipo laboral o si este simplemente debe considerarse como un
representante de la compañía, de manera que los efectos jurídicos de su actuación
deben serle imputados a esta y no a él a título personal. Así, en cuanto a la prueba
testimonial, se contó con la declaración del señor Hernán Quesada González, quien
indicó al respecto: "A nosotros cuando nos contrataron nos dijeron que el patrono era
el Almacén Miguel Mena, en eso estaba Fabio como apoderado pero como le
dijo (sic) después nos dijeron que el único dueño iba a ser don Fabio. […] A nosotros los
trabajadores, incluyendo al actor no nos pagaron nada al momento del despido, nos
quedaron debiendo aguinaldo, cesantía, vacaciones. Cuando nos dijeron que el
Almacén lo habían vendido esto nos lo dijo Asdrúbal Mata Murillo que era el jefe de
personal, él nos dio la carta de despido. El jefe de Asdrúbal era Fabio Mena. […] Ante
los empleados quien se presentaba como dueño del Almacén era don Fabio Mena. […]
El salario nos lo pagaba el señor Walter Loasiga (sic) quien ordenaba esos pagos era
Don Fabio Mena. […] Quien suscribió el arreglo en el Ministerio de Trabajo fue la
abogada de Don Fabio Mena y se presentó como abogada de Don Fabio Mena en
forma personal. […] Abilio estaba reportado como empleado de Don Fabio Mena ante
la Caja. […] El testigo dice que está confundido que cree que las órdenes patronales
venían reportados como empleados de Almacén Miguel Mena ante la Caja del

42
Seguro. A lo último don Fabio era el apoderado del Almacén. Como dije al inicio el
Almacén era una sociedad, pero ellos se separaron y don Fabio fue el único que
quedaba de apoderado de eso. Esto porque el jefe Asdrúbal nos lo dijo, y nos dijo que
ahora recibíamos orden sólo de Fabio y no de los demás hermanos". (Folios 115-116)
(El subrayado no consta en el original). Como se puede observar de la anterior
declaración, al inicio, el testigo manifestó que tanto él como el accionante habían sido
contratados por Fabio Mena Pacheco, de quien, además, recibían órdenes; así como
que el negocio familiar se dividió y quien quedó como único dueño fue dicho señor. Sin
embargo, al final de su declaración entró en confusión y admitió que el accionado
Mena Pacheco había quedado como único representante de la empresa, a la vez, se
desdijo en cuanto a que aquel era quien aparecía reportado como empleador ante la
Caja Costarricense de Seguro Social. Las inconsistencias apuntadas hacen que esta
declaración no resulte idónea para concluir con certeza sobre la condición de
empleador del señor Fabio Mena Pacheco, pues es claro que esa presunta condición
fue producto de una percepción errada del testigo, similar a la que ha tenido el
accionante. Por el contrario, como se analizará enseguida, se estima que de la demás
prueba constante en autos se infiere que Fabio Mena Pacheco solamente fungía como
apoderado de la empresa y, por ende, actuaba en representación y por cuenta de esta.
Por otra parte, dicho testimonio debe valorarse con las reservas del caso, en tanto el
deponente también planteó demanda contra los accionados en términos similares que
el demandante, tal y como fue admitido por este al inicio de su declaración a folio 115
(en cuanto a esto, también se pueden consultar al respecto los documentos de folios
10, 11, 123-128). Luego, de conformidad con la demás prueba documental aportada al
expediente, se desprende también que el accionado Mena Pacheco solamente era un
representante de la empresa, en su calidad de presidente de esta, y que nunca actuó
como empleador del demandante en carácter personal. Así, a folio 10 del expediente
consta la solicitud de comparecencia ante el Ministerio de Trabajo, en la cual, dentro
de los hechos expuestos por el accionante y otros trabajadores afectados con el
despido, se identificó al señor Emilio Mena Pacheco (Fabio) como representante de la
entidad patronal, denominada Miguel Mena P. S.A., en su carácter de presidente con
facultades de apoderado generalísimo sin límite de suma de aquella (circunstancia que
consta también en certificaciones de folio 66, 141 y 143). Asimismo, fue como
representante de la compañía que dicho señor procedió a despedir al actor (ver carta
de despido de folio 3). Mediante la certificación de folios 37 al 38, expedida por la Caja
Costarricense de Seguro Social, aparece como entidad patronal, únicamente, la
Sociedad Miguel Mena P. Cía. S.A., situación que se complementa con la confesión
rendida por el accionante, visible al folio 114, en tanto dicha parte admitió que, en su
caso, Fabio Mena Pacheco nunca había aparecido reportado en planillas como su
empleador a título personal. Consecuentemente, se estima que la prueba
anteriormente analizada no es suficiente para determinar lo que es objeto del
presente recurso, por lo que se debe concluir que el accionado Mena Pacheco nunca

43
fungió, en su condición personal, como empleador del demandante, en tanto aquel se
limitó a representar los intereses de la organización societaria de la cual formaba
parte. Aunque la Sala ha indicado que el trabajador no tiene la obligación de saber con
certeza quien es el empleador (ver, entre otros, voto N° 529, de las 9:35 horas del 25
de junio del 2008), ello tampoco implica que pueda señalar como tal a una
determinada persona física o jurídica sin que se acredite que verdaderamente existió
una prestación personal de trabajo bajo su supervisión y subordinación, máxime
cuando se compruebe, como en este caso, que la persona física era un simple
representante de la compañía accionada.

11. Definición de a Relación Laboral y la Importancia del Concepto de


Patrono

[Sala Segunda]xvii
Voto de mayoría

III.- ELEMENTOS DEFINITORIOS DE UNA RELACIÓN LABORAL: Como en este asunto lo


que se discute es la existencia de una relación laboral, debemos recurrir a la relación
de los artículos 2, 4 y 18, todos del Código de Trabajo, que, por su orden, disponen:
“Artículo 2.- Patrono es toda persona física o jurídica, particular o de Derecho Público,
que emplea los servicios de una u otras, en virtud de un contrato de trabajo, expreso o
implícito, verbal o escrito, individual o colectivo”. “Artículo 4.- Trabajador es toda
persona física que presta a otra u otras sus servicios materiales, intelectuales o de
ambos géneros, en virtud de un contrato de trabajo, expreso o implícito, verbal o
escrito, individual o colectivo”. Y, “Artículo 18.- Contrato individual de trabajo, sea cual
fuere su denominación, es todo aquel en que una persona se obliga a prestar a otra sus
servicios o a ejecutarle una obra, bajo la dependencia permanente y dirección
inmediata o delegada de esta, y por una remuneración de cualquier clase o forma. Se
presume la existencia de este contrato entre el trabajador que presta sus servicios y la
persona que los recibe”. A partir de lo anterior, se han distinguido tres elementos que
caracterizan una relación de tipo laboral, a saber: la prestación personal del servicio, la
remuneración y la subordinación jurídica. En razón de que los elementos
correspondientes a la prestación personal del servicio y a la remuneración se
presentan también en otros tipos de contrataciones, doctrinaria y
jurisprudencialmente se ha recurrido al tercer elemento -la subordinación jurídica-
como criterio de distinción, entendido este como la facultad del empleador de dar
órdenes al trabajador y disciplinar sus faltas, así como la de dirigir las tareas. Este
concepto ha sido definido como un estado de limitación de la autonomía del
trabajador con motivo de la potestad patronal para dirigir y dar órdenes sobre las
labores a desempeñar, y su correlativa obligación de obedecerlas (CABANELLAS
(Guillermo), Contrato de Trabajo, Volumen I, Buenos Aires, Bibliográfica Omeba, 1963,

44
pp. 239 y 243). Es decir, la subordinación laboral lleva implícitos una serie de poderes
que el empleador puede ejercer sobre el trabajador, cuales son: el poder de mando, el
poder de fiscalización, el poder de dirección y el poder disciplinario. El problema de
identificar la existencia de un verdadero contrato de trabajo se exacerba con el
proceso de relativización de la noción de subordinación que se da en muchos
supuestos, lo que produce mayor dificultad para establecer la frontera entre una
relación laboral y el trabajo por cuenta propia pues, en gran cantidad de casos, la
noción de dependencia no permite abarcar la diversidad de formas que reviste el
trabajo por cuenta ajena donde, en muchas ocasiones, las labores se desarrollan por
cuenta propia en cuanto a la forma de organizar su trabajo, pero por cuenta ajena en
cuanto al ámbito directivo y disciplinario (LOPEZ GANDÍA, Juan. Contrato de trabajo y
figuras afines, Valencia, Tirant lo blach, 1999, pp. 9-12). Le corresponde entonces al
operador jurídico determinar, en cada caso concreto, según las circunstancias
particulares que se presenten, si se está o no en presencia de una relación laboral. A
esos efectos, deberá realizar la valoración correspondiente, para determinar si se ha
pretendido disimular la existencia de un contrato de trabajo o si, por el contrario,
legítimamente, el vínculo jurídico no tuvo naturaleza laboral. Es importante destacar
que el numeral 18 del Código de Trabajo, arriba transcrito, establece una
presunción iuris tantum a favor de la laboralidad de la relación de quien presta sus
servicios y la persona que los recibe. En aplicación del artículo 414 del Código Procesal
Civil, a tenor de lo dispuesto en el numeral 452 del de Trabajo, toda presunción legal
exime a la parte que la alegue de la obligación de demostrar el hecho reputado como
cierto en virtud de la misma. No obstante, se obliga a quien la invoque a demostrar los
hechos que le sirven de base, a saber, la prestación personal de los servicios.
Finalmente, al realizar el análisis de asuntos como el que se conoce, debe tenerse en
cuenta el principio de la primacía de la realidad, cuya aplicación está implícita en el
mencionado artículo 18. Como se sabe, el Derecho Laboral está caracterizado por una
serie de principios propios que marcan o establecen su particularidad respecto de
otras ramas del Derecho. Uno de los principios clásicos lo constituye el denominado
principio de primacía de la realidad, conforme con el cual, en materia Laboral, cuentan
antes y preferentemente las condiciones reales que se hayan presentado, las cuales se
superponen a los hechos que consten documentalmente. En efecto, dicho principio
establece que “en caso de discordancia entre lo que ocurre en la práctica y lo que surge
de documentos o acuerdos, debe darse preferencia a lo primero, es decir, a lo que
sucede en el terreno de los hechos” (PLÁ RODRÍGUEZ, Américo. Los principios del
Derecho del Trabajo, Buenos Aires, Ediciones Depalma, segunda edición, 1.990, p.
243). Por esa razón, el contrato de trabajo ha sido llamado “contrato-realidad” dado
que, tanto legal como doctrinaria y jurisprudencialmente se ha aceptado, de forma
pacífica, que la relación de trabajo está definida por las circunstancias reales que se
den en la práctica, y no por lo pactado, inclusive expresamente, por las partes; lo que,
a su vez, guarda relación con otro de los principios del Derecho del Trabajo como lo es

45
el de la irrenunciabilidad (artículos 74 de la Carta Magna y 11 del Código de Trabajo).
Para concluir, debe quedar claro, y así se ha dejado establecido en otros
pronunciamientos, que cada decisión dependerá siempre de las características propias
de cada caso concreto, por lo que no puede adoptarse una línea invariable, sino que se
han de fijar parámetros generales para poder determinar, según las circunstancias
dadas, si se está o no en presencia de un contrato de trabajo (sobre los temas
desarrollados en este considerando, pueden consultarse las sentencias de esta Sala N°
628-05, 675-06 y 538-07).

12. Patrono

[Sala Segunda]xviii
Voto de mayoría

II.- El tema a dilucidar en esta litis es si entre la demandada y el actor existió una
relación laboral como lo sostiene la parte actora. Para ello, debemos recurrir a la
relación de los artículos 2, 4 y 18, todos del Código de Trabajo, los que por su orden
disponen: “Artículo 2.- Patrono es toda persona física o jurídica, particular o de
Derecho Público, que emplea los servicios de otra u otras, en virtud de un contrato de
trabajo, expreso o implícito, verbal o escrito, individual o colectivo”. “Artículo 4.-
Trabajador es toda persona física que presta a otra u otras sus servicios materiales,
intelectuales o de ambos géneros, en virtud de un contrato de trabajo, expreso o
implícito, verbal o escrito, individual o colectivo”. Y, “Artículo 18.- Contrato individual
de trabajo, sea cual fuere su denominación, es todo aquel en que una persona se obliga
a prestar a otra sus servicios o a ejecutarle una obra, bajo la dependencia permanente
y dirección inmediata o delegada de ésta, y por una remuneración de cualquier clase o
forma. Se presume la existencia de este contrato entre el trabajador que presta sus
servicios y la persona que los recibe” (lo resaltado y subrayado no es del original). Con
base en esas normas, se han distinguido tres elementos que caracterizan una relación
de tipo laboral, a saber: la prestación personal del servicio, la remuneración y la
subordinación jurídica. En ese sentido, la resolución de esta Sala N° 25, de las 9:00
horas del 24 de enero de 1992, en lo que interesa expresó: “Establece el numeral 23
del Código de Trabajo, la regla general de que, todo contrato laboral deberá
extenderse por escrito, y su existencia se acredita con el respectivo documento y, a
falta de él, con cualquiera de los medios de prueba que señala el ordenamiento jurídico
procesal. En ese orden de ideas, la prueba de la existencia del contrato de trabajo, se
dirige, no a demostrar que se llegó a un acuerdo verbal, sino que realmente existía la
relación jurídico laboral, entre un sujeto en calidad de trabajador, y otro, en carácter de
patrono. Para ello, la doctrina y la jurisprudencia, han establecido que el mecanismo
idóneo, consiste en acreditar la concurrencia de los tres elementos que integran la
definición de contrato de trabajo: 1) prestación personal del servicio; 2) subordinación;

46
y, 3) remuneración o pago de un salario”. Ahora bien, el numeral 18 citado establece
una presunción iuris tantum a favor de la laboralidad de la relación de quien presta sus
servicios y la persona que los recibe. En aplicación del artículo 414 del Código Procesal
Civil, a tenor de lo dispuesto en el numeral 452 del de Trabajo, toda presunción legal
exime a la parte que la alegue de la obligación de demostrar el hecho reputado como
cierto. No obstante, se obliga a quien la invoque a demostrar los hechos que le sirven
de base, a saber, en un caso como el presente, la prestación personal de los
servicios. En ese orden de ideas, la persona o entidad beneficiada con la fuerza laboral
del trabajador que niegue su carácter de empleadora, es quien debe acreditar -sin
lugar a dudas- que en realidad no lo es. A pesar de la apariencia que los contratantes
hayan pretendido dar a la relación, en aplicación del principio de primacía de la
realidad que rige en Derecho del Trabajo, el juez está llamado a analizar sus
particularidades, a efecto de dilucidar si lo pactado pretendía disimular la existencia de
un contrato de trabajo o si, por el contrario, legítimamente, el vínculo jurídico que
existió entre las partes no tuvo esa naturaleza. Según dicho principio, en esta materia
prevalecen las condiciones reales que se hayan presentado respecto de lo que conste
documentalmente. Así, “...en caso de discordancia entre lo que ocurre en la práctica y
lo que surge de documentos o acuerdos, debe darse preferencia a lo primero, es decir,
a lo que sucede en el terreno de los hechos”. (Plá Rodríguez, Américo. Los principios del
Derecho del Trabajo, Buenos Aires, Ediciones Depalma, segunda edición, 1990, p.
243). De ahí que al contrato de trabajo se le denomine “contrato-realidad”. En ese
sentido, en tesis de principio, importa más lo que ocurre en la práctica, que aquello
que las partes hayan pactado y hasta lo que aparezca en documentos (sobre el punto
se pueden consultar, los votos números 151, de las 9:10 horas del 28 de marzo; 428,
de las 10:10 horas; 439, de las 15:30 horas, ambas del 13 de agosto, todas del 2003; y,
279, de las 9:35 horas del 28 de abril del 2004). Ese principio informa el citado artículo
18, en el cual, precisamente, se indicó que el contrato de trabajo es tal si se cumple
con los presupuestos que ese numeral señala y “sea cual fuere su denominación”. En el
caso que nos ocupa, la prestación personal de servicios por parte de Rafael Muñoz
Fuentes a Shell de Costa Rica, Sociedad Anónima es un hecho incuestionable y
admitido inclusive por la demandada. No se infiere otra cosa del escrito inicial y su
contestación, en relación con los documentos de folios 8, 9 a 75, así como con el
detalle del departamento de cuenta individual de folios 98 a 101 y reportes de planillas
al Instituto Nacional de Seguros y a la Caja Costarricense de Seguro Social de folios 116
a 128 y 161, en donde consta reportado como trabajador de Desarrollo e Inversiones
MYC, Sociedad Anónima solamente el demandante, de lo cual se extrae que él era el
único encargado de prestar el servicio, a través de aquella sociedad. La afirmación
hecha en el recurso, de que el actor prestaba el servicio mediante trabajadores que
estaban a cargo de la sociedad en la que figuraba como presidente, carece de sustento
probatorio y, por el contrario, las pruebas hacen concluir sobre una prestación
personal. Una vez demostrado el hecho que da paso a la aplicación de la presunción

47
legal, le correspondía a la sociedad demandada demostrar que la naturaleza jurídica de
la relación tenía un carácter diferente al laboral. Analizadas las pruebas que constan en
los autos, se concluye que no cumplió con esa carga probatoria. No desconoce la Sala
las nuevas formas de organización productiva, que incluyen procesos de
descentralización o externalización, como se invoca en el recurso, mas en el caso
concreto las pruebas no permiten concluir que efectivamente se estuviera en
presencia de un legítimo proceso de esa naturaleza y que la prestación del accionante
se haya dado en régimen de autonomía. (Al respecto, pueden consultarse, entre otras,
las sentencias números 696, de las 10:00 horas del 27 de agosto; 725, de las 9:35 horas
del 1° de setiembre ambas del 2004; 413, de las 14:20 horas del 25 de mayo y 967, de
las 8:45 horas del 25 de noviembre, estas del 2005, en las que se analizó el tema de la
descentralización -outsourcing-). En aplicación de la presunción legal citada, debe
indicarse que la tesis contenida en la contestación de la demanda, la apelación y en el
recurso ante esta Sala, en el sentido de que el actor no estaba relacionado
laboralmente con la accionada, carece de sustento real y jurídico, pues valorada la
prueba documental aportada, en la forma prevista por el artículo 493 del Código de
Trabajo, se llega a la misma conclusión a que llegaron los juzgadores de las instancias
precedentes, de que la relación que se dio entre el señor Muñoz Fuentes y la parte
demandada fue de naturaleza laboral, pues no quedó desvirtuada la presunción legal.
Aun cuando la prestación se haya dado mediante la figura jurídica de una sociedad
anónima, debe apuntarse que el criterio reiterado de esta Sala ha sido el de que
subsiste la relación laboral, pues resulta improcedente que los empleadores acudan a
esa figura con el fin de disfrazar un verdadero contrato de trabajo, debiendo imperar
el principio de primacía de la realidad (véanse las sentencias números 1004, de las
10:00 horas del 2 de diciembre del 2005 y 340, de las 14:35 horas del 6 de junio del
2007). Por esa razón, al caso no interesa que la remuneración se haya dado contra
entrega de factura por parte del actor, pues esa es solo una forma de pago. Asimismo,
tampoco desvirtúa la relación laboral, el hecho de que estuviera reportado como
trabajador de Desarrollos e Inversiones MYC, S.A., pues esa fue la sociedad que se
utilizó como disfraz. Como se indicó, de dicha documental más bien se llega a la
conclusión de que su contrato tenía naturaleza laboral, dado que era el único
trabajador (pues la demandada no presenta prueba alguna en sentido contrario) de la
supuesta empresa, con lo cual se acredita que no estaba en realidad organizado bajo
un régimen empresarial con autonomía e independencia. El hecho de que durante
todo el período por el cual se extendió la relación no haya percibido vacaciones ni
aguinaldo, no es un elemento determinante para acoger el recurso de la parte
demandada, pues está claro que en muchas ocasiones, ante la necesidad de trabajar,
se prefiere prescindir de esos derechos.

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ADVERTENCIA: El Centro de Información Jurídica en Línea (CIJUL en Línea) está inscrito en la
Universidad de Costa Rica como un proyecto de acción social, cuya actividad es de extensión docente y en
esta línea de trabajo responde a las consultas que hacen sus usuarios elaborando informes de investigación
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compromete a citar el nombre del autor, el título de la obra y la fuente original y la digital completa, en caso
de utilizar el material indicado.

i
ASAMBLEA LEGISLATIVA. Ley 2 del veintisiete de agosto de mil novecientos cuarenta y tres.
Código de Trabajo. Vigente desde: 29/08/1943. Versión de la Norma 32 de 32 del 25/01/2016.
Publicada en: Gaceta No 192 del 29/08/1943. Alcance: 0.

ii
DURANTE CALVO, Marco. (2010). Glosario: Términos Usuales Laborales. BDS Asesores
Jurídicos. San José, Costa Rica. Pp 138.

iii
CABANELLAS DE TORRES, Guillermo. (2008). Diccionario Jurídico Elemental. Editorial
Heliasta. Buenos Aires, Argentina. Pp 286.

iv
CASADO, María Laura. (2009). Diccionario Jurídico. Valleta Ediciones. Buenos Aires,
Argentina. Pp 628.

v
OSSORIO, Manuel. (2004). Diccionario de Ciencias Jurídicas, Políticas y Sociales. Editorial
Heliasta. Buenos Aires, Argentina. Pp 700.

vi
CABANELLAS DE TORRES, Guillermo. (2012). Diccionario de Ciencias Jurídicas. Editorial
Heliasta. Buenos Aires, Argentina. Pp 696.

vii
TRIBUNAL DE APELACIÓN DE TRABAJO DEL SEGUNDO CIRCUITO JUDICIAL DE SAN JOSÉ.
Sentencia 278 de las nueve horas y cincuenta minutos del diecisiete de agosto del año dos mil
dieciocho. Expediente: 16-001258-0166-LA

49
viii
TRIBUNAL DE APELACIÓN DE TRABAJO DEL SEGUNDO CIRCUITO JUDICIAL DE SAN JOSÉ.
Sentencia 191 de las diez horas del dieciocho de mayo de dos mil dieciocho. Expediente: 10-
000247-0694-LA.

ix
SALA SEGUNDA DE LA CORTE SUPREMA DE JUSTICIA. Sentencia 16 de las nueve horas treinta
minutos del doce de enero de dos mil dieciocho. Expediente: 08-003220-0166-LA

x
SALA SEGUNDA DE LA CORTE SUPREMA DE JUSTICIA. Sentencia 1566 de las once horas veinte
minutos del veintinueve de setiembre de dos mil diecisiete. Expediente: 12-000950-1178-LA.

xi
SALA SEGUNDA DE LA CORTE SUPREMA DE JUSTICIA. Sentencia 637 de las diez horas veinte
minutos del diecisiete de junio de dos mil quince. Expediente: 12-000586-0505-LA.

xii
SALA SEGUNDA DE LA CORTE SUPREMA DE JUSTICIA. Sentencia 637 de a las nueve horas
treinta minutos del seis de marzo de dos mil quince. Expediente: 11-000770-0643-LA.

xiii
SALA SEGUNDA DE LA CORTE SUPREMA DE JUSTICIA. Sentencia 763 de las catorce horas
veintiuno minutos del tres de junio de dos mil diez. Expediente: 05-000020-0639-LA.

xiv
SALA SEGUNDA DE LA CORTE SUPREMA DE JUSTICIA. Sentencia 574 de las diez horas cinco
minutos del veintiuno de abril de dos mil diez. Expediente: 06-000296-0505-LA.

xv
TRIBUNAL DE TRABAJO SECCIÓN CUARTA SEGUNDO CIRCUITO JUDICIAL DE SAN JOSÉ.
Sentencia 492 de las dieciocho horas veinticinco minutos del dieciocho de setiembre de dos
mil nueve. Expediente: 04-000480-0161-CA.

xvi
SALA SEGUNDA DE LA CORTE SUPREMA DE JUSTICIA. Sentencia 916 de las diez horas
cincuenta y cinco minutos del veintidós de octubre del dos mil ocho. Expediente: 02-000313-
0166-LA.

xvii
SALA SEGUNDA DE LA CORTE SUPREMA DE JUSTICIA. Sentencia 735 de las diez horas del
veintinueve de agosto del dos mil ocho. Expediente: 06-000073-0643-LA.

xviii
SALA SEGUNDA DE LA CORTE SUPREMA DE JUSTICIA. Sentencia 202 de las ocho horas y
treinta minutos del siete de marzo del dos mil ocho. Expediente: 03-003977-0166-LA.

50

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