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a las facultades
que definen el lenguaje:
una visión cognitivista
sobre la relación
entre gramática y significado
Prof. Dr. Francisco José Ruiz de Mendoza Ibáñez
Departamento de Filologías Modernas
Universidad de La Rioja
Servicio de Publicaciones
2018
RUIZ DE MENDOZA IBÁÑEZ, Francisco José
De “la facultad del lenguaje” a las facultades que definen el lenguaje: una visión cognitivista sobre la
relación entre gramática y significado : lección inaugural del curso académico 2018-2019 / Francisco José
Ruiz de Mendoza Ibáñez. -- Logroño : Universidad de La Rioja, Servicio de Publicaciones, 2018.
58 p. ; 24 cm.
Lección inaugural del curso académico 2018-2019
1. Lingüística cognitiva. I. Universidad de La Rioja. Servicio de Publicaciones. II. Título.
81’36
CF — THEMA 1.0
© 2018
Francisco José Ruiz de Mendoza Ibáñez
Universidad de La Rioja. Servicio de Publicaciones
ISBN: 978-84-09-11064-3
Diseño de colección: Servicio de Relaciones Institucionales y Comunicación de la UR
Esta obra, publicada por la Universidad de La Rioja, se difunde bajo una Licencia Creative Commons
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bierto por esta licencia pueden solicitarse a los titulares del copyright.
1. Introducción
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Cada lengua es un complejo mundo, variando respecto a otras en su
estructura fonológica (que incluye no solo sonidos sino también patrones
de entonación y acento), su organización léxico-idiomática, su sintaxis, y
las reglas y principios de uso de todo lo anterior atendiendo a un denso
entramado de variables contextuales, sociales y culturales. Estudiar cien-
tíficamente una sola lengua supone no solo adentrarse en cada uno de
estos niveles y dominios sino comprender sus interrelaciones, tarea nada
sencilla. Debido a las características intrincadas del lenguaje, la lingüís-
tica ha generado diversos modelos, en ocasiones dispares, que intentan
explicar por qué el lenguaje es y funciona de la forma que lo hace. Por
ejemplo, en los años sesenta del siglo pasado se produjo una importante
revolución en el estudio de la lingüística de la mano del afamado Noam
Chomsky y su gramática generativo-transformacional. En este enfoque se
propugnaba la reducción del estudio del lenguaje por parte del lingüista a
sus aspectos formales, en esencia la fonología, la morfología y la sintaxis,
siendo esta última la que más atención recibiría por encerrar principios
fundamentales de lo que se conoce como gramática universal, compues-
ta por el conjunto de reglas, comunes a todas las lenguas, que ayudan
a los niños a adquirir su lengua materna de forma sorprendentemente
rápida (Chomsky 1964, 1980). Para Chomsky, se puede distinguir entre
lingüística interna y externa. Ambas tienen carta de naturaleza, pero solo
la primera se ocupa de las leyes de la gramática universal, siendo la otra
de corte periférico y ligada a lenguas particulares, normalmente objeto de
la tipología lingüística, que se encarga del estudio de los rasgos que las len-
guas tienen en común, lo cual se puede abordar desde cualquier escuela.
Según Chomsky, del enfoque externo se pueden derivar tendencias, des-
criptibles como patrones de mayor o menor prevalencia en las lenguas,
pero no principios universales. Por ejemplo, un supuesto principio de la
gramática universal es la recursividad, propiedad a la que nos referiremos
más adelante (apartado 2), por la que una misma regla se puede aplicar de
forma indefinida a cada resultado anterior de su aplicación. Un patrón ti-
pológico, en cambio, establece que la mayor parte de las lenguas prefieren
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gramática universal, que ya posee de partida. En el funcionalismo y en
el cognitivismo se pone en duda que el aprendizaje de la lengua materna
dependa de una supuesta gramática universal. Así, en el funcionalismo se
argumenta que el niño recibe una gran cantidad de datos lingüísticos de
su entorno, cuya función y significado se van haciendo patentes a medida
que los interioriza y emplea en contextos comunicativos reales (Halliday
1993). En el cognitivismo se sostiene, además, que este aprendizaje está
constreñido por factores como la cognición social, la perspectivización y
la cultura (Tomasello 2008, 2010, 2014). Estos factores actúan conjunta-
mente en la adquisición de lenguas, pero también es posible que hayan
tenido que ver con el origen de las lenguas. Según el psicólogo Michael
Tomasello, los antepasados más directos de los humanos en la escala
evolutiva ya habían desarrollado hace unos 300.000 años un alto nivel
de inteligencia cooperativa, superior a la de otras especies (Evans 2015:
289). Los hallazgos arqueológicos no solo demuestran esto, sino que
también apuntan hacia una muy probable capacidad simbólica de estos
individuos. Así, las modificaciones en la organización social tuvieron que
venir acompañadas de cambios en la organización del cerebro y de un
incipiente desarrollo del lenguaje, que pudo haber comenzado como un
sistema de gestos posteriormente apoyado por el desarrollo vocal para
más adelante dar primacía a este último.
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2. La formulación de leyes
Los lingüistas aún no han logrado desentrañar las leyes que rigen todos
los aspectos de la forma, función y uso ni siquiera de las lenguas más
estudiadas —la mayor parte pertenecientes a la familia indoeuropea— y
mucho menos las de otras lenguas. Por desgracia, se carece de un apara-
taje analítico-explicativo completo y libre de controversias. Se puede po-
ner como ejemplo el estudio del idioma pirahã, hablado por una pequeña
comunidad de poco más de un centenar de individuos que habitan una
zona de Brasil a lo largo del río Maici, uno de los afluentes del Amazonas.
El conocido lingüista Daniel L. Everett, de la Universidad de Manchester,
ha dedicado toda su carrera profesional, de cuatro décadas, a estudiar
esta lengua. Algunas de sus características están bien establecidas; por
ejemplo, fonológicamente es la lengua más simple conocida, carece de
número gramatical y, como lengua aglutinante, acumula afijos en torno
a una base léxica para expresar lo que en lenguas no aglutinantes reque-
riría una cadena léxica organizada sintagmáticamente. Sin embargo, so-
bre su rasgo más característico no hay acuerdo entre los investigadores.
Se trata de la supuesta ausencia de recursividad en esta lengua (Everett
2005), fenómeno que durante años se ha postulado como una propie-
dad universal del lenguaje humano (cf. Hauser, Chomsky y Fitch 2002,
Chomsky 2005, 2007). La recursividad, como hemos señalado anterior-
mente, es una propiedad de las lenguas por la que una regla lingüística
se puede aplicar indefinidamente a cada resultado de la aplicación de esa
misma regla. Por ejemplo, la oración Sonrió a la niña se puede subordinar
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a La mujer es mi vecina formando el compuesto La mujer que sonrió a la
niña es mi vecina. Esta regla de composición se puede utilizar una y otra
vez, sin límite gramatical, si bien con límites psicolingüísticos de produc-
ción y procesamiento. Esto se puede apreciar claramente a partir de la
comparación de las oraciones compuestas (1) y (2), donde, siendo ambas
perfectamente gramaticales, la oración (1) es plenamente aceptable, pero
no así la (2), que causa extrañeza:
(2) La mujer que sonrió a la niña que sonrió a su hermanito que sonrió
a su primito que sonrió a su amiguito que sonrió a su tío que sonrió a
su esposa que sonrió a su hermana que sonrió a su cuñado que sonrió
a D. Manuel que sonrió a la congregación es mi vecina.
Según Everett, este tipo de uso recursivo del lenguaje no parece posi-
ble en pirahã. Sin embargo, según otros lingüistas, no se puede afirmar
categóricamente que no exista ningún tipo de recursividad en esta len-
gua. Así, en su reseña sobre el trabajo de Everett (2005), Nevins, Pestesky
y Rodrigues (2009: 370) apuntan a algunos casos de posible subordina-
ción recursiva mediante una reanálisis de ejemplos aportados por el
propio Everett. Por ejemplo, en pirahã la oración Realmente sabe hacer
flechas se expresa como sigue:
El marcador sai indica que existe una nominalización del verbo, con
lo que el constituyente que aparece entre corchetes equivaldría a decir
“hacer flechas” y la oración completa a decir “realmente conoce la ma-
nufactura de flechas”. Esto apuntaría a una subordinación de tipo nomi-
nal. Sin embargo, Everett sugiere que hay parataxis y no subordinación
(4) Está claro que López es el hombre que intentó asaltar la tienda de
electrodomésticos.
La oración (4) es mucho más fácil de procesar que la (5). Por eso, la (4)
es preferida por los hablantes de español. Sin embargo, esta oración sitúa
el sujeto en una posición que no es la que ocupa normalmente en espa-
ñol, donde suele ir antepuesto al verbo salvo por razones comunicativas
específicas. Así, se prefiere decir Juan corre mucho a Corre mucho Juan,
excepto si lo que se enfatiza es la acción verbal, lo cual conlleva efectos de
significado adicionales a lo denotado (por ejemplo, que el hablante pien-
sa que Juan debería no correr tanto). En el caso de (4), no existe ningún
efecto comunicativo especial; sí que existe en (5), la oración no preferida o
marcada, donde el sujeto oracional recibe mayor atención por el mero he-
cho de ocupar una posición no habitual para un constituyente complejo.
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Observaciones como las hechas en las líneas anteriores permiten al
lingüista formular leyes de carácter universal que nos ayudan a explicar
no solo aspectos concretos de lenguas específicas sino también princi-
pios generales que atañen al lenguaje como fenómeno. Así, en el estudio
del lenguaje en general, la existencia de la posposición de constituyentes
complejos revela, entre otras cuestiones, que la ordenación sintáctica es-
tándar puede estar sujeta a variaciones debido a tensiones con factores
externos. En el análisis de lenguas específicas, comprender su funciona-
miento puede ayudar a evitar errores tipológicos con consecuencias de
cara a determinar si un fenómeno es universal o no, como es el caso de
la recursividad.
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tas no se abren a sí mismas. La oración (6) se diferencia en eso de una
reflexiva auténtica como la de (8), donde el sujeto efectúa una acción que
recae sobre sí mismo:
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mas que se denominan “marcadas” para expresar secuencias en las que
la forma no va en paralelo con la realidad. De los siguientes ejemplos, el
(9) es icónico, debido a que respeta la estructura conceptual de causa-
efecto tal como la percibimos (la causa precede al efecto), mientras que
el (10), la oración marcada, no lo es:
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(15) Los empleados que trabajen duro recibirán un aumento de sueldo.
Según Talmy (2000), las expresiones lingüísticas pueden tener como fon-
do (o base, en terminología de Langacker) una versión no científica de la
dinámica de fuerzas basada en la observación común. Existen dos fuerzas
que se oponen entre sí, el agonista y el antagonista, siendo normalmente
una mayor que la otra. Esto da lugar a cuatro patrones de interacción, que
presentan su reflejo en la gramática:
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b. Patrón de dinámica de fuerzas en estado estable con tendencia
al reposo: La valla siguió en pie a pesar de la violencia del viento.
c. El tiempo vuela.
(23) Hay una barrera de árboles que va de este a oeste al sur del desierto
del Sahara.
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4. Gramática y cognición:
mecanismos de inferencia
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conocimiento que se puede producir a lo largo de la vida. No obstante,
existe una cierta estabilidad en cada modelo cognitivo, que viene a ser la
recogida por los lexicógrafos en sus definiciones de los vocablos que lo
activan. Hay cuatro grandes clases de modelos cognitivos:
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La metáfora y la metonimia son operativas sobre la base de marcos
y esquemas de imágenes (Ruiz de Mendoza 2017a). Esto dota a los dos
primeros fenómenos de una cualidad singular que no poseen los otros
dos. Son estos segundos los que nos permiten efectuar inferencias ba-
sadas en nuestra experiencia, las cuales se diferencian de otros tipos de
inferencia basados en necesidades lógicas. Este modo de razonamiento
experiencial es muy cercano a lo que algunos eruditos han denominado
pensamiento abductivo, siguiendo al semiotista Charles S. Peirce. Este
modo de pensamiento se diferencia claramente del inductivo y del de-
ductivo (Panther 2018: 147). Supongamos que alguien dice:
Sabiendo que los jilgueros son pájaros, se puede razonar que, si el ha-
blante tiene un jilguero, entonces necesariamente tiene un pájaro. Este
tipo de inferencia es lógica e irrefutable; es decir, no se puede cancelar
en ningún contexto. Por esta razón, la oración (30) no es una oración po-
sible, ya que contiene un contrasentido lógico:
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(33) Juan: ¿Se te ha pasado ya el dolor de cabeza?
(35) Juan: Dame algo de beber que me quite la sed, por favor.
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el beneficio es para el oyente y la obligación, autoimpuesta, es para el ha-
blante. Evidentemente, el ejemplo (34) nos proporciona un caso paralelo
al del ejemplo (33) en el terreno de la implicatura, con la única salvedad de
que la base para la activación metonímica que encontramos en (34) es una
convención social, mientras que en el caso de (33) se trata de un escenario
descriptivo (Ruiz de Mendoza y Galera 2018).
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En (38) se utiliza una predicación no dinámica (o estática) en el
marco de un imperativo, que, por definición, requiere una predicación
dinámica o basada en la acción. Este fenómeno ha sido analizado con
detalle por Panther y Thornburg (2000), quienes proponen que, en este
tipo de ejemplos, se activa la metonimia RESULTADO POR ACCIÓN. La
oración (38), en efecto, expresa un resultado, pero, de forma subyacen-
te, existe una acción, a saber, la de hacer lo necesario para permanecer
callado. Sin la activación de esta metonimia, no sería factible construir
una oración en imperativo con un predicado verbal no dinámico. Esto
significa que la metonimia actúa como factor “licenciador” de este tipo
de composición gramatical.
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incongruencia de complementar con un objeto directo un verbo cuya
función no es la de designar una acción sino la de marcar el aspecto de
una acción que no se expresa (Jackendoff 1997). Los verbos de aspecto
subcategorizan predicados que denotan acciones susceptibles de verse
en su inicio, desarrollo o fin (aspectos ingresivo, progresivo y egresivo,
respectivamente): comenzó a correr, continuó corriendo, terminó de co-
rrer. En sentido estricto, el verbo empezar de la oración (41) debería ir
seguido de verbos como comer, preparar, cocinar, etc.:
Pedro: Es un chirrido.
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puede hacer se puede considerar equivalente a una declaración en cuan-
to a lo que hace o piensa hacer. Esto último explica por qué esta metoni-
mia se utiliza con frecuencia en la producción de actos compromisivos
con verbos como prometer y garantizar:
(57) Es una persona muy cálida (EL AFECTO ES CALOR, basada en el sen-
timiento de calor cuando mostramos afecto mediante el contacto físico).
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(58) Va de mal en peor (EL CAMBIO ES MOVIMIENTO, basada en la co-
rrelación de ciertos lugares con ciertos estados, como la sensación de
frescor que se siente en la sombra, el calor de la cama, la seguridad del
hogar, etc.).
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(66) A través de la verja se accede al patio interior.
(68) El faro orienta (a los navegantes) (por las aguas bravas de esta costa).
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5. Conclusión
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del sistema gramatical de una lengua. Un correcto análisis de estos fac-
tores nos permite no solo enfrentarnos mejor al estudio de cada lengua
sino también comprender en qué consiste la facultad del lenguaje, ya sea
que algunos de sus elementos constituyan o no una gramática universal
como la postulada en el generativismo.
Las ideas expuestas en esta lección se relacionan con el trabajo del au-
tor para el proyecto FFI2017-82730-P, financiado por el Ministerio de
Economía, Industria y Competitividad. Agradezco a la Dra. Sandra Peña
Cervel (Universidad de La Rioja) y a la Dra. Alba Luzondo Oyón (UNED)
sus comentarios a una versión preliminar de esta lección. No obstante,
cualquier error que se encuentre en la misma es atribuible únicamente
al autor.
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