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Se decía que, por las calles de la localidad de San Isidro, mejor dicho, el bajo de San

Isidro había una plaza con años de ser abandonada. De esta plaza era popular hablar
cuando hacíamos pijamadas con amigas y nos poníamos a contar historias de terror
para ver quién aguantaba más tiempo despierta. Se escucha que, en esa plaza,
desaparecieron personas de un rango de edad bastante amplio, a tan solo unos días de
estas desapariciones, se encontraron los cuerpos sin sangre y con una mordedura; que
si una persona fuera lógica creería que fue un animal salvaje. En esta localidad,
durante la inmigración europea, marco el origen de estas muertes tan inusuales y
misteriosas. Fue cuando mi amiga fue a esa plaza de noche con unos amigos y uno de
ellos desapareció en frente de sus narices sin haberse dado cuenta. Mientras ellos lo
buscaban, el sol subía haciéndose notar cada vez más en el cielo. Entre búsqueda y
búsqueda encontraron el cuerpo de un joven más o menos de su misma edad que
estaba literalmente seco y con esa mordedura de forma extraña que perturbaba a
cualquiera que la viera. Por instinto llamaron a la policía para que solucione el
problema que había en ese lugar en específico, pero lamentablemente uno de los
policías desapareció, pero este fue encontrado a unas pocas cuadras de la plaza
embrujada.

Desde ese entonces, que no fue hace mucho se cree que en esa plaza suceden cosas
raras, paranormales que nadie puede explicar y que se declare oficialmente prohibida
para visitar y quedarse para los linyeras que solían dormir en los bancos internos del
lugar hechizado. Pero la leyenda no termino ahí, si bien fue prohibida su entrada,
seguía siendo accesible para la persona que estuviera fuera de la ley. Fue en esas
épocas cuando las muertes de estas personas se nombraron como “ataques
vampíricos” debido a que los perfiles y las coartadas de los muertos justificaba todas
las acciones de un vampiro tradicional más allá del que crea o no.

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