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Reforma
Joaquim M. Puigvert i Solà
Xavier Torres Sans
P08/74527/00782
© FUOC • P08/74527/00782 Renacimiento y Reforma
Índice
Introducción............................................................................................... 5
Objetivos....................................................................................................... 6
Resumen....................................................................................................... 37
Actividades.................................................................................................. 39
Ejercicios de autoevaluación.................................................................. 39
Solucionario................................................................................................ 40
Glosario........................................................................................................ 41
Bibliografía................................................................................................. 42
© FUOC • P08/74527/00782 5 Renacimiento y Reforma
Introducción
Así pues, el Renacimiento fue también un sueño o una creencia: que el redes-
cubrimiento�de�la�antigüedad y la familiarización con el legado�clásico po-
dían engendrar una civilización radicalmente nueva, donde el hombre fuera
la medida de todas las cosas y el bienestar fuera universal. El hecho de que a
principios del siglo XVI, y en medio del marasmo de las guerras�de�religión,
el sueño se viniera abajo fue, al fin y al cabo, porque los fundamentos de una
empresa como ésta eran, socialmente hablando, demasiado frágiles, y porque
el lenguaje de la mayoría de la población no era en absoluto el de los studia
humanitatis, sino el de las creencias religiosas.
Objetivos
• Exponer los hitos del sueño humanista o renacentista, pero también sus
limitaciones inevitables en una Europa dominada pronto por los antago-
nismos y las guerras de religión.
Así pues, hay que situar la verdadera frontera, la auténtica ruptura, en el Trecen-
to: en el tiempo y en la obra de Dante (1265-1321), Petrarca (1303-1374), Boc-
caccio (1313-1375) o Coluccio Salutati (1331-1406), el canciller de Florencia
desde 1375 (hemos seleccionado únicamente unos pocos y principales nom-
bres de una auténtica pléyade). Emblema de un maestro de escuela
renacentista pintado por Ambrosius Holbein.
Museo de Bellas Artes, Basilea
Ficino (1433-1499), Leonardo da Vinci (1452-1519) o de Brunelleschi, Dona- Podéis consultar "Humanis-
tello, Boticelli... (la nómina resulta inacabable). mo y Renacimiento: algunos
hitos, algunos nombres".
b) A continuación, ante otras ciudades rivales o bien enemigos exteriores de Lectura complementaria
innegable envergadura, como el papa y el emperador. He aquí el republica-
El tema del Humanismo cívi-
nismo o patriotismo: dos motivos o topoi característicos de la retórica del de- co ha sido tratado en:
nominado Humanismo�cívico, una corriente política que se veía reflejada en H.�Baron (1955). The Crisis of
the Early Italian Renaissance.
la Roma republicana y que preconizaba el compromiso político del ciudadano. Princeton: Princeton Univer-
sity Press.
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c) Final y simultáneamente, sin embargo, estas mismas elites urbanas (il popolo
grasso) querían garantizar y al mismo tiempo legitimar su preeminencia social
y política en el seno del comune, y frente al nutrido popolo minuto de sus ciu-
dades. Decididamente, el Humanismo y el Renacimiento no eran patrimonio
exclusivo de pintores y de poetas.
Los ciompi
Un ejemplo de enfrentamiento entre las elites patricias y el sector popular de las ciudades
fue la revuelta de los ciompi, los obreros de la lana florentinos que en 1378 protestaron
violentamente contra el monopolio de los gremios mayores, el cual acentuó su poder
oligárquico después del contratiempo de los ciompi.
Lecturas complementarias
P.�Burke (1993). El Renacimiento italiano. Cultura y sociedad en Italia (pág. 43-46). Madrid:
Alianza Forma (núm. 117).
L.�Martines (1980). Power and Imagination. City-States in Renaissance (cap. XI). Londres:
Allen Lane.
F.�Rico (1993). El sueño del Humanismo (De Petrarca a Erasmo) (pág. 35). Madrid: Alianza
Universidad (núm. 754).
"[...] con el Humanismo, los grandes difícilmente tenían nada que perder, y sí, con certeza,
no poco que ganar. En la variedad a su medida, el Humanismo les enseñaba a duplicar sus
horizontes con un orbe ideal más rico y más completo que cualquier otro [...] que invitaba
a estilizar la vida, refinaba el ocio y la conversación, proporcionaba una elegancia inédita
con que distinguirse, no ya del común de los mortales, sino entre las filas de la propia
élite. Era un universo cultural nuevo, polivalente, manejable, cómodo [...]".
tar comprensible, al menos inmediatamente. Porque los verdaderos humanis- Podéis ver el anexo "Un hu-
tas se hacían reconocer no sólo por determinadas aficiones, como la investi- manista florentino del Cua-
trocientos: Niccolò Niccoli".
gación y la lectura o la colección de vestigios antiguos, sino también por una
determinada manera de hablar, conversar, vestir e incluso de comer.
Así pues, el Humanismo era un estilo de vida que resultaba chocante e incluso
extravagante a los ojos de la mayoría de la población; en particular, claro está,
a la mayoría de menestrales y campesinos, que, contrariamente y de manera
bien pronta, sintonizaron con la Reforma y los nuevos o renovados lenguajes
religiosos. El sueño humanista se estrelló en las guerras�de�religión.
Antes de nada, la Europa del siglo XVI fue la Europa de las divisiones y las
rivalidades�religiosas. En esta sociedad obsesionada por la disputa teológica y
agobiada por las guerras de religión, los no creyentes, igual que los adherentes
a una forma u otra de "paganismo", eran bastante numerosos todavía.
Entre los historiadores hay opiniones variadas con respecto al grado�de�cris- La reducción del espacio
tianización efectiva de las distintas regiones europeas, sobre todo rurales, en "bárbaro"
la época medieval. El levantamiento de una cruz o de un campanario, la deli- Ahora sabemos, además, que
mitación de una diócesis o de una parroquia no son pruebas suficientes, claro uno de los resultados a largo
plazo, tanto de la Reforma co-
está, de cristianización. Sea como sea, el caso es que los reformadores religiosos mo de la Contrarreforma, fue
precisamente el de reducir (en
del siglo XVI, fuera cual fuera su credo o dogma, no se cansaron de compade- el doble sentido de la palabra)
este espacio "bárbaro", quizá
cer al estado "bárbaro" de muchas poblaciones. religioso o mágico, pero en to-
do caso todavía no eclesiástico
o confesional.
Por lo tanto, el cristianismo, si no la religión propiamente, tenía sus límites.
Sin embargo, allí donde habían arraigado efectivamente, estas creencias y prác-
ticas religiosas –cristianas, primero; católicas o protestantes, después– no eran
en absoluto una mera vivencia íntima o espiritual, sino que envolvían la acti-
vidad entera de los individuos y amoldaban su visión del mundo. Sin duda,
ahora nos resulta difícil imaginar todo aquello que significaba la religión antes
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Así, si las tesis de Lutero levantaron tantas protestas (y tanta violencia) fue
precisamente porque no eran exacta o solamente teológicas o religiosas, co-
mo diríamos ahora. El mérito de esto no fue en absoluto de Lutero, sino que
arrancaba más bien del hecho de que las vivencias religiosas no eran, entonces
y en aquella sociedad, disociables de la experiencia genérica de los individuos.
Lectura complementaria
La propagación de estas ideas fue obra, sobre todo, de los llamados herma- El Kempis
nos de la vida común, una comunidad fundada hacia 1380 por Geert�Groote
La "biblia" de este movimien-
(1340-1384) en la ciudad flamenca de Deventer y que se extendió en seguida to fue el Kempis, un breviario
por otras ciudades de los Países Bajos y los territorios germánicos fronterizos. espiritual titulado Imitación de
Cristo (hacia 1427) y escrito
Lutero y la Reforma protestante fueron el resultado tanto de la Devotio Mo- por el sacerdote y místico ale-
mán Tomás de Kempis (naci-
derna como de la crítica a la Iglesia romana. do en Colonia alrededor de
1380).
trastornado. Pues que habría muerto en pecado. Pero si el fin de los hombres
podía ser tan absurdo e imprevisible (un relámpago, una caída por la escalera,
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Esto puede explicar el apoyo fácil y rápido que las doctrinas protestantes en-
contraron en determinados ámbitos políticos, igualmente antipapales. Porque
aquello que discutían Lutero y otros reformadores era, una vez más, la pre-
tendida superioridad del poder pontificio sobre el civil, y de la Iglesia sobre
el Estado. Se comprende, entonces, tanto la intención como la respuesta del
Llamamiento a la nobleza cristiana de la nación alemana, que llevó a cabo Lutero
en el año 1520 y cuya finalidad declarada era luchar contra la "tiranía papal"
y las exacciones fiscales que suponía.
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De este modo, la conducta matrimonial de Enrique�VIII y su divorcio de Ca- La guerra de las Dos Rosas
talina de Aragón, origen de la ruptura con Roma, fue en realidad una cuestión
Recordemos que a finales del
o "razón de Estado", oportunamente sancionada por el Parlamento. Porque siglo XV, la guerra de las Dos
aquello que el monarca y los parlamentarios buscaban era simplemente un Rosas diezmó las filas de la no-
bleza o clase dirigente inglesa.
heredero susceptible de garantizar una sucesión tranquila y conjurar, por lo
tanto, el peligro de una nueva guerra civil. Cuando la Santa Sede denegó el
divorcio a Enrique VIII, la secesión se convirtió en inevitable, y el monarca Material
complementario
Tudor, con el apoyo del Parlamento, se proclamó jefe de la Iglesia de Inglaterra
por el Acta de Supremacía del año 1534. A continuación empezó la desamorti- Podéis ver la cronología "La
Inglaterra Tudor y anglica-
zación de los monasterios católicos (1536-1539). Y después de un breve perío- na".
do de recatolización (1553-1558), el anglicanismo se consolidó en la segunda
mitad del siglo XVI.
en muchas regiones tanto del Imperio Germánico como de la Europa centro- Podéis ver la cronología "La
riental: Alemania, Suiza, Países Bajos, Francia, países escandinavos, Escocia, Reforma protestante: crono-
logía y difusión (siglo XVI)".
Bohemia, Moravia, Polonia.
las doctrinas protestantes, como lo que se les podía hacer decir. Por esta razón,
si hubo una reforma de los príncipes, como se ha dicho del apoyo que algunos
señores y príncipes alemanes dieron desde el principio a Lutero, también hubo
una reforma radical o de los campesinos.
La Reforma
A principios del siglo XVI, las tierras del Imperio�Germánico eran un auténti-
co puzzle político. Las fronteras incluían una multitud de principados, conda-
dos, ciudades, abadías, episcopados y estados feudales que, según un recuento
de finales del siglo XV, sumaban más de 350 territorios distintos. Había una
dieta o asamblea imperial, formada por tres brazos o colegios:
La tendencia, afianzada en los primeros decenios del siglo XVI, era más
bien la contraria, es decir, la constitución de principados territoriales:
príncipes y magnates, titulares y beneficiarios de viejos y grandes feudos
imperiales, se habían librado de las antiguas y teóricas obligaciones de
vasallaje, y se habían hecho más señores que nunca de estos vastos do-
minios. El luteranismo y la Reforma acompañaron o legitimaron a me-
nudo este proceso de auténtica estatalización o independencia política.
Esta presión fiscal recaía, además, en una población campesina debilitada por
las repercusiones de la crisis de la Baja Edad Media. Aquí, como en todas partes,
los señores locales combatieron la disminución de la población y de los ingre-
sos subsiguientes mediante el aumento de tasas o prestaciones, la apropiación
Campesinos alemanes del siglo XVI. Grabado
de bienes comunales y una sujeción mayor de la mano de obra campesina: de Albrecht Dürer
Material
Pero aquello que hizo tan explosivo el levantamiento�campesino�de complementario
los� años� 1523-1525 fue la combinación o fusión de reivindicaciones
Podéis ver el anexo "La Refor-
materiales y "espirituales". Los campesinos se apropiaron del lenguaje ma protestante: cronología y
difusión (siglo XVI)".
religioso y reformador con el fin de legitimar mejor sus aspiraciones de
liberación social. No era una estrategia calculada, ni tampoco una sim-
ple coincidencia cronológica, sino el resultado espontáneo de la indife-
renciación existente entonces (y tal como ya hemos tratado de explicar
anteriormente) entre vida religiosa y vida cotidiana.
Estos artículos no eran otra cosa que la síntesis de los agravios característicos
e, incluso, tradicionales de muchas localidades rurales de la Alta Suabia. La
diferencia, sin embargo, es que ahora iban revestidos o envueltos con el len-
guaje de la Reforma y se enmarcaban en el ámbito de una res publica cristiana
e igualitarista.
Ésta fue una revuelta contra la servidumbre, pero los doce artículos incluían Los doce artículos
otras reivindicaciones�antifeudales�o�antifiscales, como:
La autoría de estas reivindica-
ciones campesinas ha sido atri-
• La supresión de determinados tributos señoriales. buida a Sebastian Lotzer, cur-
tidor de la ciudad suabia de
• La abolición o rebaja de diezmos e impuestos. Memmingen, y a Christoph
Schappeler, predicador de la
• La recuperación del usufructo comunitario de bosques, pastos y aguas. misma localidad.
Al fin y al cabo, bastante natural, claro está. Pero entre las demandas campesi-
nas había un par que quizá nos puedan sorprender por el carácter "espiritual"
que rezuman:
Lutero mismo se apresuró a impugnarlos uno por uno, aduciendo que unos
correspondían a la esfera o autoridad secular y que otros nada tenían que ver
ni con la renovatio religiosa ni con el cristianismo: cuestionar los diezmos, la
servidumbre y otras cargas económicas no era sino mero "robo" o "bandida-
je". Pero, a ojos de Lutero, los campesinos sublevados eran culpables de un
crimen o pecado peor todavía: el de la rebelión o desobediencia, lo que los
hacía auténticos "servidores del diablo". Por esta razón, el reformador realizó
un llamamiento a la nobleza y a los príncipes locales (Lutero siempre se dirigía
a los mismos) a fin de que los campesinos y los rebeldes fueran exterminados
como perros rabiosos.
Todo fue en balde, sin embargo. En el año 1525, un ejército mercenario apare-
jado por los príncipes alemanes, y encabezado por el duque de Baviera, aplas-
tó las columnas de campesinos armados en unos pocos meses. Además, hacia
finales de año fueron derrotados los anabaptistas o seguidores de Müntzer,
Proyecto de Dürer de un monumento por la
que fue ejecutado en Turingia. A principios de 1526, los derrotados fueron los guerra de los campesinos (1525)
campesinos del Tirol. En tierras del imperio, y más allá del campo de batalla,
la represión subsiguiente alcanzó una ferocidad extraordinaria: los señores, y
algunos reformadores, no perdonaban.
Así pues, la guerra de los campesinos alemanes acabó con una derrota sangran-
te y dolorosa. Sin embargo, la historiografía reciente del conflicto, a pesar de
no quitar dramatismo al desenlace, no parece tan pesimista, ya que, a la larga,
la intervención de la Dieta imperial posibilitó la satisfacción de algunos de los
"doce artículos". Después de todo lo que hemos explicado, ¿hay que aclarar
que los artículos satisfechos fueron siempre, y en el mejor de los casos, los de
carácter o tipo material? La represión de la guerra de los campesinos alemanes
fue, en realidad, la extirpación de la lectura�utópica,�radical,�del�Evangelio
o la palabra de Dios. Ésta no se podía dejar al arbitrio de la comunidad y de
la explicación "campechana" del Evangelio.
Ahora bien, una vez consumada la escisión religiosa, las estrategias de catoli- Lectura complementaria
zación emprendidas desde Roma no pudieron escapar en absoluto al influjo
Si queréis ampliar este apar-
protestante. Y en este sentido de combate o franca confrontación la Reforma tado podéis consultar el si-
católica se puede conceptuar, sin mucha violencia o distorsión, de reacción guiente manual:
H.�Jedin (1972). Manual de
antiprotestante o de Contrarreforma (Jedin, 1972). Historia de la Iglesia (vol. V).
Barcelona: Herder.
De hecho, los dos tipos de decretos se discutieron y aprobaron de manera si- Material
multánea a lo largo de las sesiones: una manera bastante salomónica de resol- complementario
ver las diferencias existentes entre el emperador, más interesado en la reforma Podéis ver el anexo "El Con-
disciplinaria, y el papado, más preocupado por la fijación doctrinal. cilio de Trento y la Reforma
católica: un balance historio-
gráfico".
2.1.1. Los decretos doctrinales
1) Así, mientras Lutero consideraba las Sagradas Escrituras como única fuen-
te de revelación, el concilio tridentino amplió el número de autoridades. La
única versión de la Biblia que reconoció, pese a las críticas severas que había
recibido de los humanistas, fue la Vulgata. De esta manera, pues, se inducía a
los fieles a no realizar la lectura directa y libre de las Sagradas Escrituras, lectura
ya por sí misma bastante difícil de hacer, ya que se prohibía la traducción en
las llamadas lenguas vulgares.
La Vulgata
Versión latina de la Biblia, oportunamente complementada, sin embargo, con las inter-
pretaciones efectuadas por la tradición y la Iglesia, "a la que, de manera privativa, corres-
pondía determinar el verdadero sentido y la interpretación de las sagradas letras", según
dice el decreto correspondiente.
El celibato
Esto propició que en los países católicos, a lo largo de los siglos XVII y XVIII, Lectura complementaria
las instituciones eclesiásticas continuaran siendo uno de los clientes de obras
Sobre el impacto del concilio
pictóricas y escultóricas más activos, a diferencia de los países luteranos y cal- tridentino en el campo de las
vinistas, donde la ruptura religiosa contribuyó, junto a otros factores, sin du- artes figurativas, podéis ver:
P.�Prodi (1984). Ricerca sulla
da, a acelerar la secularización del arte y a cambiar o reorientar, a la larga, las teorica delle arti figurative ne-
demandas artísticas. lla Riforma Cattolica. Bolonia:
Nuova Alfa Editoriale.
A pesar de que el concilio tridentino potenció los aspectos más externos del
culto, también se ocupó de modificar o depurar algunas prácticas sociales de
carácter marcadamente popular que rebasaban sus finalidades religiosas. Así,
se decretó:
"Que no abusen los hombres de las fiestas de los santos, ni de la visita de las reliquias,
para celebrar festines o emborracharse: como si el lujo y los deleites carnales fueran el
culto adecuado para salir con los santos".
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La�parroquia�o�la�organización�contrarreformista�del�territorio
"Que con el fin de asegurarse mejor la salvación de las almas que les son encomendadas,
dividan [los obispos] el pueblo en parroquias determinadas y propias, y asignen a cada
una su rector particular y a perpetuidad que las pueda conocer, y que de su única mano
les sea permitido recibir los sacramentos".
Fragmento traducido de la sesión XXIV del concilio tridentino, cap. 13, de la edición de
Ignacio López de Ayala (1893). El sacrosanto y ecuménico Concilio de Trento. París/México:
Librería de Ch. Bouret.
El obispo tridentino
Lectura complementaria
A la hora de configurar un arquetipo ideal de obispo, varias experiencias episcopales
influyeron a los padres conciliares, como la llevada a cabo por el cardenal Jiménez de El siguiente libro os puede
Cisneros en Toledo (1495-1517) o por el obispo Mateu Giberti en la diócesis de Verona servir para complementar lo
(1524-1543). Estas experiencias, y el espíritu que las animaba, fueron tomadas a modo que estáis leyendo:
de modelo e incorporadas tanto en los decretos tridentinos como en la tratadística, tal H.�Jedin (1950). Il tipo ideale
como se puede comprobar en la obra, pionera en el género, de Gaspare Contarini De di vescovo secondo la Riforma
officio episcopi (Venecia, 1589). Cattolica. Cremona: Morce-
lliana.
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Por otro lado, incluso una vez acatadas, quedaba la tarea, bastante más pesada
y complicada, de llevar las disposiciones tridentinas a la práctica. El papado
tuvo un papel destacable en esto, lo cual incrementó el grado de centralización
de la Iglesia católica por distintos medios:
Muy pronto, sin embargo, De las Casas se mostró contrario tanto del sistema Lectura complementaria
de encomienda como de los métodos evangelizadores utilizados (De unica vo-
Si queréis saber más cosas so-
cationis modo, obra de los años 1535-1536). A modo de alternativa, propuso bre Bartolomé de las Casas,
el método de aislar y concentrar a los indios bajo un régimen "patriarcal" y podéis leer:
M.�Bataillon (1976). Estudios
separados de los conquistadores (un método bastante similar a lo que, desde sobre Bartolomé de las Casas
1610, practicaron los jesuitas en las denominadas reducciones de Paraguay y (pág. 45-136). Barcelona: Pe-
nínsula.
otros lugares).
El misionero y el ''otro''
Lectura complementaria
Con respecto a De las Casas, hay que remarcar igualmente su esfuerzo de comprensión
de la alteridad, en palabras de Joan Bestard y Jesús Contreras (1987). Es decir, la voluntad Sería interesante que leyerais:
de comprender las costumbres de los indígenas, los "otros", dentro del ámbito que les era J.�Bestard;�J.�Contreras
propio, tal como refleja este fragmento: (1987). Bárbaros, paganos, sal-
vajes y primitivos. Una intro-
"Son también gentes paupérrimas y que no tienen ni quieren bienes temporales; y por ducción a la Antropología (pág.
ello no son soberbias, ni ambiciosas, ni codiciosas. Su comida es tal, que el de los santos 145-163). Barcelona: Barca-
padres en el desierto no parece en absoluto que haya sido ni menos deleitoso ni pobre. Sus nova.
trajes, generalmente, están en cueros, cubierta su vergüenza, y como máximo se cubren
con una manta de algodón [...]. Sus camas son una estera y, como mucho, duermen en
unas esteras como redes colgadas, que en lengua de la isla Española llaman hamacas".
Así, Portugal no se interesó por la conversión masiva de los indígenas africanos Ved también
por la sencilla razón de que sólo pretendía mantener unos asentamientos
Podéis ver el módulo "La ex-
costeros como base organizativa y protectora de su comercio. pansión europea y otras ex-
pansiones imperiales" de esta
asignatura.
En el caso de Asia, el panorama no fue muy diferente, con la dificultad añadi-
da, sin embargo, de que la tarea de cristianización se complicaba por la exis-
tencia de países y estados bastante organizados políticamente y con sistemas
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A.�Prosperi (1992). "El misionero". En: R. Villari y otros. El hombre barroco (pág. 201-239).
Madrid: Alianza.
A la larga, estas prácticas sincréticas provocaron, desde 1641, una gran polé- La Sacra Congregatio de
mica en Europa, incentivada, en parte, por órdenes religiosas rivales, como los Propaganda Fide
dominicos y los franciscanos, y que acabó con un decreto de la Sacra Congre- Congregación romana funda-
gatio de Propaganda Fide, en 1645, que prohibía los llamados "ritos chinos". da en 1622 con la finalidad de
dar más protagonismo a Roma
en la organización de las mi-
siones.
2.3. Las guerras de religión
El golpe fue particularmente violento en el reino de Bohemia, donde la noble- Ved también
za local se sublevó por razones tanto religiosas como políticas (otra vez, facto-
Podéis ver el módulo "La evo-
res o vertientes complementarias). En el año 1620, los rebeldes o protestantes lución política europea: esta-
fueron aplastados por los ejércitos de una liga católica comandada por el du- dos, revoluciones y absolutis-
mo" de esta misma asignatura.
que de Baviera en la batalla de la Montaña Blanca. Empezaba, así, la llamada
guerra�de�los�Treinta�Años (1618-1648): un conflicto entre las grandes poten-
cias europeas, pero que se inició, una vez más, como una guerra de religión.
Sin embargo, tan importante como el giro de estos territorios a la Reforma o Material
más fue la frustración de un estado protestante o calvinista en Francia: una complementario
posibilidad que no parecía en absoluto tan remota en la segunda mitad del Podéis ver los anexos "Las
siglo XVI, y que, sin duda, amenazaba con trastocar toda la geopolítica europea guerras de religión en Fran-
cia" y "Cronología de las gue-
del período. rras de religión francesas
(1562-1628)".
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Hasta qué punto, sin embargo, fue vuelta del revés esta cultura popular en el Lectura complementaria
transcurso de la época moderna es una cuestión que se discute todavía. Robert
Una lectura de interés que os
Muchembled (1978), al examinar el caso francés, llegó a una conclusión bas- puede ayudar a ampliar este
tante desoladora. apartado puede ser:
R.�Muchembled (1978). Cul-
ture populaire et culture des éli-
Peter Burke, menos tajante o catastrofista, no se priva tampoco de concluir tes dans la France moderne. Pa-
rís.
que:
"A finales del siglo XVI y a principios del XVII [...], la resistencia de la cultura popular se
empezó a partir y ocurrieron cambios importantes".
Por contra, algunos estudios de microhistoria o de historia local han puesto Lectura complementaria
el énfasis en la capacidad de resistencia o adaptación beneficiosa de la cultura
Si queréis ampliar lo que os
popular ante la presión tanto de la Iglesia como del Estado en el transcurso de estamos explicando, podéis
la época moderna. En ocasiones, el problema puede ser de orden geográfico echar un vistazo a:
W.�A.�Christian�Jr.� (1991).
o incluso cronológico: según los lugares, según el arco temporal examinado, Religiosidad local en la España
de Felipe II. Madrid: Nerea.
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La razón de esto es que leer y escribir, en el siglo XVI o en el siglo XVII, era
sobre todo un oficio, el "arte" o habilidad, en el sentido artesano de la palabra,
de unos pocos individuos, y no un requisito básico de la formación cultural y
la capacitación profesional de las personas en general.
Esto, sin embargo, tampoco puede ser exagerado. En la Europa de los siglos Lectura complementaria
XVI y XVII el analfabetismo era todavía abrumador, particularmente, claro
Si queréis saber más sobre lo
está, en las clases populares. Las cifras oscilan según el grupo social, el sexo o la que os estamos explicando,
edad, y el lugar y la época, pero algunos porcentajes son bastantes elocuentes. os puede ser de ayuda la lec-
tura del libro siguiente:
En el campo, la proporción de gente no alfabetizada raramente bajaba de las H.�Kamen (1986). La socie-
dos terceras partes de la población, y podía llegar fácilmente hasta el 90%. En dad europea (1500-1700) (pág.
226). Madrid: Alianza.
la ciudad de Londres, en cambio, hacia mediados del siglo XVII, sólo había,
según parece, el 30% de analfabetos. Y entre la burguesía o gente acomodada
de la ciudad y región de Narbona, hacia finales del siglo XVI, este porcentaje
era sólo del 10%.
Lecturas complementarias
Si os interesa saber qué pasaba con la cultura popular durante estos siglos, podéis leer:
C.� Ginzburg (1981). El queso y los gusanos. El cosmos, según un molinero del siglo XVI.
Barcelona: Muchnik.
P.�Burke (1991). La cultura popular en la Europa moderna (pág. 106-113). Madrid: Alianza
Universidad (núm. 664).
He aquí por qué Gargantúa y Pantagruel (1533-1534), la célebre obra de Fra- Lectura complementaria
nçois�Rabelais (hacia los años 1494-1553), un humanista goliardesco y más
Otra vez os puede ser de utili-
bien soez o escatológico (a nuestros ojos), ha sido interpretada por Mikhaïl dad el libro siguiente:
Bajtin (1974) como la transposición literaria de la carcajada y la broma pesada M.�Bajtin (1974). La cultura
popular en la Edad Media y en
de las plazas y los mercados populares de las urbes francesas de comienzos del el Renacimiento. El contexto de
siglo XVI. La comida pantagruélica –como se dirá desde entonces– no ha na- François Rabelais. Barcelona:
Barral.
cido en la mesa de ningún gran señor, sino en el afamado imaginario popular.
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El carnaval urbano, a su vez, tampoco era una fiesta o una diversión específi-
camente popular, sino un desenfreno que no conocía barreras de clase ni (se-
gún parece) frenos de ningún tipo. En las calles de la Florencia de comienzos
del siglo XVI, personajes como Lorenzo�de�Médici o Maquiavelo no disfru-
taban en absoluto menos que un simple joven del arrabal de la ciudad.
Con respecto al campo, sólo hay que recordar que señores y campesinos te- Combate entre Carnaval y Cuaresma. Óleo de
Pieter Bruegel el Viejo (1559). Kunsthistirisches
nían una misma afición hacia los mundos de fábula y los romances y los hé- Museum, Viena
los débiles y galán con las damiselas, que comparece una y otra vez en tantas Os volvemos a recomendar la
baladas, romances o piezas teatrales de la época? Robin Hood, según algunos lectura de:
P.�Burke (1991). La cultura
autores, quizá empezó su carrera o leyenda como un héroe caballeresco antes popular en la Europa moderna
que como un héroe popular. (pág. 61-68). Madrid: Alianza
Universidad (núm. 664).
Y qué puede ser, sino mezcla e interpenetración cultural, una biblioteca como
la de Domenico�Scandella, alias Menocchio (1532 - c. 1601), un molinero de Lectura complementaria
Friül cuyas lecturas incluían y cruzaban una Biblia en vernáculo, diferentes
C.�Ginzburg (1981). El queso
libros de piedad perfectamente ortodoxos, pero también un lunario o libro de y los gusanos. El cosmos, según
un molinero del siglo XVI (pág.
pronósticos astrológicos (que formaba parte entonces de la alta cultura), varios 66-68). Barcelona: Muchnik.
libros de viajes, el Decamerón de Boccaccio, quizá la Divina comedia de Dante
y una traducción del Corán...
3.2. La brujería
Pero aquello que hay que remarcar es que una creencia y unas prácticas pare-
cidas no eran en absoluto exclusivas de las clases populares, ni del campo o de
las regiones marginales y montañosas. Igual que la magia, la astrología o las
supersticiones en general, la brujería era, si no practicada, al menos aceptada
y considerada verosímil por la gente acomodada e incluso cultivada, aunque
fuera por el solo hecho de que, como cualquier otra creencia "religiosa", podía
explicar satisfactoriamente aquello que de lo contrario era ininteligible (y por
eso mismo, más inquietante todavía).
Desde finales del siglo XV, sin embargo, la brujería fue considerada unas
artes diabólicas y, a su vez, las habilidades o capacidades de brujas y
brujos, el producto de los tratos o pactos con el diablo. He aquí el aque-
larre, la cópula con el diablo y los no menos fantásticos viajes en esco-
bas voladoras. Dejando de lado la fantasía, sin embargo, esto significaba
que la brujería sería conceptuada desde entonces como un crimen de
herejía, y que su práctica debía ser perseguida y erradicada.
Si una idea parecida pudo prosperar en cosa de unos pocos decenios, y des-
encadenar o legitimar a continuación la caza de brujas por toda Europa, fue,
evidentemente, porque la gente corriente creía en la existencia de la brujería.
Sin embargo, al mismo tiempo y sobre todo, porque la gente no tan corriente
también creía o estaba bastante predispuesta a creer. Gobernantes, eclesiásti-
cos y eruditos, y la gente de orden en general, estaban fácilmente predispues-
tos, además, a asociar la rebelión popular y campesina, si no con el diablo y
su intervención exactamente, al menos con una cultura popular que, a sus
ojos, resultaba tan incomprensible como alarmante; demasiado poco cristiana
o demasiado poco reverente con la autoridad constituida. Incluso los huma-
nistas mejor intencionados no se privaban de reprobar este universo popular,
tildado a menudo de caótico, desordenado y amoral.
¿Quiénes eran las brujas o los brujos? Por lo que sabemos, el retrato es muy
parecido en todas partes. La mayoría eran personas marginales e indefensas,
sin parientes ni apenas recursos y que se establecían en pequeñas comunidades
rurales donde todo el mundo se conocía.
Tres de cada cuatro inculpados del crimen de brujería eran mujeres, y a me-
nudo mujeres viudas y sin hijos o al menos sin hijos en el hogar. Según los
tratadistas coetáneos, todos hombres, esta elevada tasa femenina se explicaba
por el hecho de que las mujeres eran moralmente más débiles que los hombres
(y más activas sexualmente, añadían algunos de estos tratadistas). La realidad,
sin embargo, es que el trabajo u ocupación de curandera, o algo parecido, de
muchas mujeres pobres debió facilitar, dado el caso, la asociación con las prác-
ticas de brujería descritas en los manuales eclesiásticos y hechas públicas por
los predicadores o curas locales.
Muchas de estas mujeres inculpadas de brujería eran, además, mujeres mayo- Lectura complementaria
res, a menudo por encima de los cincuenta años: una edad ciertamente pro-
Sobre las cifras de la caza de
vecta, dada la esperanza de vida de entonces. La inculpación, sin embargo, brujas y su distribución geo-
pedía una acusación. La relación entre este tipo de mujeres o de personajes gráfica o cronológica, podéis
ver:
marginales y la comunidad en general era, pues, determinante. Y fue este ti- B.�P.�Levack (1995). La caza
po de delaciones locales lo que alimentó durante más cien años, sobre todo de brujas en la Europa moderna
(pág. 45-51). Madrid: Alianza
entre los años 1550 y 1650, la caza�de�brujas por toda la Europa cristiana, Universidad (núm. 814).
a la que se atribuyen unas 50.000 ejecuciones y aproximadamente 100.000
procesamientos.
La conclusión del inquisidor castellano Alonso de Salazar de Frías, aterrado por la canti-
dad de criaturas que se autoinculpaban de brujería en una serie de pueblos navarros a
principios del siglo XVII, no puede ser más ilustrativa (y juiciosa):
"No hubo brujas ni embrujados hasta que se comenzó a tratar y escribir de ellos".
Esta revolución, si realmente existió o fue tal cosa, se llevó a cabo lentamente
y en medio de muchas penalidades. Las Iglesias, católica o protestante, pusie-
ron siempre bastantes obstáculos. Galileo�Galilei (1564-1642) tuvo problemas
con la Inquisición romana y Miguel�Servet (1511-1553), el médico humanista
aragonés, acabó quemado en la Ginebra calvinista.
Resumen
A principios del siglo XVI los ideales humanistas alcanzaron algunos hitos
destacables y se dispersaron un poco por todas partes. Pero también en todas
partes, casi, fueron engullidos por el alboroto de los antagonismos y las gue-
rras de religión. Esto fue consecuencia del poco relieve social del movimien-
to�humanista o renacentista. Pero también fue resultado del carácter mismo
de la vivencia y experiencia religiosa en la Europa de comienzos de la época
moderna, donde la religión no era en absoluto una simple creencia íntima
o personal, sino que impregnaba la actividad entera de los individuos y su
visión del mundo.
Actividades
1. Os proponemos la lectura, la contrastación y la discusión de los textos reformadores, ca-
Material
tólicos y protestantes, más característicos:
complementario
I.�de�Loiola (1990). Ejercicios espirituales (introd. de J. M. Rambla y trad. de R. M. Torelló y J.
M. Rambla). Barcelona: Facultad de Teología de Cataluña/Fundación Enciclopedia Catalana A modo de ejemplo, podéis
(Clásicos del Cristianismo, núm. 15). ver el ejercicio propuesto en el
anexo "La crítica erasmista en
M.�Lutero (1986). Escritos políticos. Madrid: Tecnos. la Iglesia".
T.�Müntzer (1989). Tratados y sermones (trad. e introd. de Lluís Duch). Barcelona: Facultad de
Teología de Cataluña/Fundación Enciclopedia Catalana (Clásicos del Cristianismo, núm. 8).
E.� de� Rotterdam (1984). Elogio de la locura (trad. de Jaume Medina). Barcelona: Edicions
62/"La Caixa" (Mejores Obras de la Literatura Universal, núm. 10).
Ejercicios de autoevaluación
Cuestiones�breves
3. ¿Hay alguna relación entre la Reforma y la guerra de los campesinos alemanes de los años
1523-1525?
Desarrollo�del�tema
1. La Contrarreforma colonial.
Solucionario
Ejercicios�de�autoevaluación
Cuestiones�breves
1. No sólo pintura y poesía, ni tampoco simple "curiosidad" por un pasado remoto. Se puede
mostrar, al menos, la necesidad o la funcionalidad del descubrimiento de la antigüedad y sus
valores por parte de las clases acomodadas de las ciudades Estado italianas, y la carga política
de la cultura y de las buenas maneras (recordad que el Humanismo era también "una manera
de comida").
3. Obviamente, sí. Pero hay que remarcar que esta relación no es meramente oportunista o
cronológica. Si los campesinos se levantaron contra los señores en nombre de las Sagradas
Escrituras fue –recordadlo– porque la religión y la experiencia religiosa no eran en absoluto
un asunto meramente espiritual o individual. Intentad argumentarlo a partir de la noción
lingüística de la religión: la religión como un lenguaje (forma de expresión y designación)
que daba sentido a la existencia y a la rebelión de los campesinos.
4. En realidad, las dos cosas: la reforma (el deseo, las tentativas) venía de antes, pero después
de la Reforma protestante, toda Reforma "romana" o católica no podía dejar de ser una reac-
ción, doctrinal y de otro tipo, contra los progresos de aquélla.
Desarrollo�del�tema
2. Quizá no hay mejor manera de argumentar e ilustrar el impacto de las reformas católica y
protestante en la cultura popular, y la represión o "aculturación" subsiguiente, que analizando
el fenómeno de la brujería o caza de brujas en la Europa moderna. Conviene que hagáis
énfasis en el alejamiento de las clases acomodadas y cultivadas de este universo popular, así
como en el proceso simultáneo de disciplina social.
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Glosario
beneficio eclesiástico m Oficio sagrado o eclesiástico, con los deberes y los servicios
correspondientes, y un derecho a percibir las rentas que van anexas a él.
evangelios m Libros del Nuevo Testamento (de Mateo, Marco, Lucas y Juan).
libre albedrío m Dogma católico que enfatizaba la facultad de libre elección del creyente,
su capacidad para distinguir entre el bien y el mal, y para ganarse la salvación del alma.
visita ad limina f Visita periódica (instituida en 1585) que los obispos de la Iglesia católica
efectuaban a Roma con la finalidad de presentar al papado un informe sobre el estado de sus
diócesis. Generalmente, enviaban a un delegado. Las visitas ad limina se convirtieron en un
instrumento de centralización al servicio del papado.
visita pastoral f Visita o inspección que los obispos o sus delegados (los visitadores) de-
bían realizar periódicamente a cada una de las parroquias de la diócesis con el fin de verificar
tanto el estado material (administración y finanzas) como el espiritual (costumbres y hábitos
de la población local). De todo se levantaba la oportuna acta. El Concilio de Trento afianzó
particularmente esta práctica.
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Bibliografía
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