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Luis A.

Fallas López

La Paradoja de la Identidad de Leoncio

Abstract. A review of the platonic problema el puerto del Pireo por la parte externa del muro
of the identity of the soul on the basis of the theory norte, se dio cuenta de que estaba por allí el
of the affinity in regard to the Forms present in ejecutor público, junto al cual yacían en el suelo
the Phaedo, as well as the proposed tripartite of unos cadáveres, posiblemente a punto de ser
the Soul in the Republic. If the second doctrine tirados al barranco, y así como deseaba ver y
turns out to be prevailing, it is necessary to find al mismo tiempo rechazaba y evitaba aquello
the fundamental reasons to maintain a basic mismo, entretanto luchaba y se cubría el ros-
functional coherence in our lives, which one tro, entonces siendo vencido ya por el deseo
would be able to reach primarily by reason of abriendo completamente los ojos
the moral pre-eminence of justice. y corriendo hacia los muertos, dijo ‘he ahí
para ustedes, desgraciados
Key Word: soul, affinity, justice, Platon, satisfáganse con el bello espectáculo’ (439e9-
Phaedo, Republic. 440a4). Se podría decir que Leoncio sentía lo que
muchos de nosotros cuando hacemos una suerte
Resumen. Se hace una revisión del problema de ruptura ya racional, ya pasional, en nuestro ser
platónico de la identidad anímica a partir tanto interno, como si fuésemos una suma de persona-
de la teoría de la afinidad del alma con respecto lidades que viven en mismo lugar, pero sin tener
a las Formas presente en el Fedón, como de la por ello que conformarse con una exclusiva iden-
postulación en la República de una tripartición tidad o sentido de ser. Platón refuerza con este
del alma. En el supuesto básico de que la personaje su explicación de la compleja natu-
segunda doctrina resulta imperante, se señala raleza del alma humana: un ser provisto, como
la necesidad de encontrar razones de peso la ciudad, de géneros de personas, o funciones,
para mantener una básica coherencia funcional que distan muchas veces de ser congruentes o
en nuestra vida anímica, lo cual habría de cercanos, sobre todo cuando se disputan el poder
poder alcanzarse primordialmente gracias a la o la representación del todo; con lo cual nuestra
preeminencia moral de la justicia. pretendida unidad más parece un signo de inte-
rrogación que una afirmación.
Palabras clave: alma, afinidad, justicia, En este trabajo intentamos precisamente dar
Platón, Fedón, República. algunas luces sobre el problema de la identidad
anímica en la obra platónica, tanto desde lo que
se puede descubrir y describir de ello, como
desde lo que se puede postular como mejor.
Cuenta Platón en el libro IV de la República Ciertamente Leoncio es un prototipo de un per-
que hubo una vez un tal Leoncio, hijo de Agatón, sonaje para comedia1, pero esa lucha que vive
que vivió una extraña situación en su circuns- es tan común como nuestras ansiedades, frente
pección anímica: resulta que cuando subía desde a las cuales casi todos quisiéramos poder tener

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capacidad de respuesta; pero en general termi-


namos como aquel, echándole la culpa a ese otro
yo que parece apoderarse de nuestras decisiones
y obligaciones. Dada la complejidad de proble-
mas que puede conllevarnos hacer esta incursión (Fedón 80b1-3)2
temática en la obra platónica, nos limitaremos a
dar dos pasos específicos: uno al Fedón, sobre En una gradación ontológica platónica pare-
todo desde el argumento de la afinidad del alma ce evidente que el alma debería poseer un lugar
con las formas en sí, el cual nos permite concebir preeminente respecto a cualquier otra entidad que
una identidad efectiva del ser anímico, como si podamos aprehender en este mundo; a menos,
fuese una especie de individuo puro, simple y por supuesto, que fuese considerable como la
“monoeidético”; al lado de ello tratamos dos tesis encarnación particular de una Forma pura3, en
fedónicas que resultan correlatos de esta afini- cuyo caso podría prevalecer, pero quizás solo
dad: la respuesta a la versión armonista del alma desde una perspectiva gnoseológica. Lo cierto
y la cuestión de la vida. El segundo acceso es a es que nuestro filósofo la concibe de una manera
la República, en la cual podríamos ver reiterada tan cercana a las Formas en sí que nos obliga a
la individualidad del alma, si es que pensamos considerarla como un individuo singularizado,
que lo importante es sobrevivir a la muerte en plenamente idéntico consigo mismo, pese a no
condiciones ideales de racionalidad; no obstante, atribuirle una naturaleza eidética en el sentido
el peso argumentativo del gran diálogo políti- estricto.
co más bien está en la partición funcional que En línea con ello refirámonos a la tesis
muestra un personaje como Leoncio, además de más marcadamente dualista que presentan los
cómo se pueden llegar a distinguir esas partes, Diálogos, aquella que permite pensar en nuestra
así como conjugar, para llegar a fin de cuentas naturaleza anímica como algo unitario y de suyo.
a establecer una perspectiva justicialista, que Así, si es que tiene su origen en un reino superior,
supone que la grandeza de lo anímico no está en el mundo eterno de las Formas, sea que se cons-
su separabilidad, sino en su capacidad de asimilar tituya como una espectadora de estas o que tenga
la composición que vive, respecto de la cual se la dignidad de ser una forma más4, y, adicional-
establece como modelo fundamental un respeto mente, es inmortal, es decir, en estricto sentido
significativo a todas y cada una de las partes. no llega a tener origen ni fin; ella no podría ser
Obviamente hay intencionalidades filosófi- considerada como un mero partícipe de alguna
cas distintas en estos diálogos, por lo que buscar idea –a lo sumo lo haría por la vía cognitiva5–,
respuesta a la cuestión de la individuación en solo y, en consecuencia, correspondería a una entidad
estos resulta casi un despropósito; pero deseamos substancial ( )6 plenamente separable, esto
mostrar precisamente las paradojas que conlleva es, un ente indiviso, cuya historia es compleja, por
el tema: si hay inmortalidad, parece exigirse que cuanto ha vivido en los dos extremos de lo que es,
haya ciertos patrones de pureza y sublimidad pero se mantiene indemne en su mismidad7. Para
casi imposibles de concebir en lo anímico a lo poder descubrir esta naturaleza, desgraciada-
que tenemos acceso; en tanto que si hablamos de mente, no tenemos datos suficientes sobre lo que
un alma más bien compuesta y establecida para pudo ser antes de esta vida en convivencia con la
funciones relativas al cuerpo, su identidad fuera corporeidad, por lo que tenemos que remitirnos
de este no parece justificarse, de modo que no casi con exclusividad a su condición de individuo
parece tener sentido el que se prometan premios perfectamente distinguible y ajeno a esta cárcel
ulteriores a quien sea realmente bueno y justo. que le contiene en el mundo8.
Pese a ello, al fmenos el tránsito por estas aporías Es el Fedón el lugar que Platón escoge para
ya resulta aleccionador incluso para quien quizás fundamentar su doctrina antropológica más radi-
se siente representado en la graciosa figura de ese cal9. En este aquella gran revelación del Menón de
que se tapa los ojos con las manos abiertas frente la inmortalidad (81b) por fin se pone en discusión,
a la tentación de ver lo inconveniente. en el ambiente íntimo que necesita un verdadero

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diálogo –como lo haría un pitagórico, “entre Tal vez en esto nos pueda auxiliar el len-
amigos”–, pero además en un momento crucial guaje religioso, del que toma Platón el adjetivo
para la Filosofía: el término de la existencia de (65e). Siguiendo a Festugière
su mayor mentor. Sócrates vive el último de sus (1967: 127), podríamos suponer que la divinidad
días, solo espera la aplicación de la pena capital, es pura, y para intentar siquiera ofrecerle dádivas
y quizás por ello ya no calla sus opiniones –no es indispensable que nos purifiquemos, esto es,
habría manera de seguir la discusión otro día (cf. lavemos nuestras impurezas, pues un
Eutifrón 15e-16a, Laques 201b-c, Protágoras no podría permitir que se le acercaran más que
361e-362a, Menexeno 249e y Crátilo 440e)–. Es aquellos que le fueran análogos. De ahí procede-
este el momento oportuno para confirmar las ría la noción de pureza que mantendría nuestro
ideas previstas del alma: el maestro no morirá, su filósofo, es decir, de una suerte de higiene que
espíritu, su ser, sobrevivirá a esta separación del exige lo divino12.
cuerpo, pues gastó todos sus esfuerzos filosófi- Para alcanzar este nivel de perfección casi
cos en prepararse para ello: ¿no se evidencia, en deberíamos renunciar a nuestra vida terrena:
primer lugar, que en tales situaciones el filósofo mientras tengamos el cuerpo y esté nuestra alma
sobre todo libera el alma de su alian- mezclada con tal mal, no
za con el cuerpo de un modo dife- poseeremos quizás suficientemente lo que desea-
rente de los otros hombres? (Fedón 64e8-65a2). mos ; y decimos que esto es lo
En efecto, las condiciones que brinda la verdadero (66b5-7). Amores, deseos, placeres,
corporeidad al espíritu no son dignas de este: pri- dolores, miedos e imágenes engañosas, incluso
mero lo abruma con placeres y dolores, luego no males como la guerra, son todos el producto de
permite que en la investigación se pueda acceder la locura del cuerpo y lo que le rodea. El pensa-
de forma adecuada a la verdad (cf. 65b). El filó- miento en y por sí, el que posibilita el acceso a la
sofo, en su aspiración a lo superior, pronto se da Verdad, es completamente ajeno a este mundo,
cuenta de que está siendo engañado y que debe tanto que, como dice más adelante Sócrates,
despreciar los medios de conocimiento sensible cuando el alma se vuelve sobre lo corporal pade-
que en principio disfrutaba como los demás, en ce grandes males: ella anda errante, se agita
especial los tentadores oído y vista, y no se deja y se marea, como ebria, por estar pendiendo
perturbar por las pasiones que sufre en esta “cár- de tales cosas (79c7-8)13.
cel”: en efecto allí el alma del filósofo principal- Así las cosas, la filosofía puede auxiliarnos
mente desprecia el cuerpo, huye de este, y busca para ser al menos conscientes de cuáles son nues-
ella misma llegar a estar consigo misma tros fines verdaderos y cuáles las cosas que nos
(65c11-d2). alejan de ello, de manera que nos deberá enseñar
El alma sola está llamada a reflexionar, esto a romper lazos con el cuerpo, hasta que “el dios
es, a volverse sobre sí misma para buscar objetos mismo nos libere” (67a6) de sus cadenas (d1)
incontaminados, los en sí; pero lo hace solo en por medio de la muerte –
la medida en que ella posee de algún modo tal [la liberación y sepa-
condición: ración del alma respecto del cuerpo] (d9-10)–.
(66a1-2)10, es decir, en Por eso, ella nos ejercita fundamentalmente en
tanto que se purifique hasta perder todo rasgo de el morir
composición con lo corporal y centre su acción (e4-5)–.
en el pensamiento. La pureza exigida es difícil de Estas eran en resumen las razones que
expresar, pues supondría que cualquier elemento movían a gran filósofo a confiar plenamente en
de orden material se descartaría en la cognición, la bondad de la ocasión que vivía. Mas sus discí-
incluyendo la imagen lumínica que nos deja la pulos no parecían así de convencidos, sintiéndose
palabra 11, que puede confundirnos y quizás sobrepasados en demasía en comprensión
hacernos pensar que sería como una suerte de espa- y confianza, como lo delatan los interlocutores
cio donde se puedan percibir en su simplicidad las del diálogo, los tebanos Simmias y Cebes, cuya
ideas atomizadas. formación habría sido pitagórica, pero de la que

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podría brindar un maestro como Filolao (61d), de la que se toma conciencia cuando se alcanza la
quien se había ocupado de la física más que de verdadera inteligencia ( ), que es aquella
las cuestiones psicológicas y religiosas14. Así, experiencia que nos diviniza (
el segundo de ellos deja de contener sus dudas [80a8])20: cuando ella mira en
y rompe el fuego defendiendo la disgregación sí misma, desde ahí se va hacia lo puro, eterno,
del alma bajo el supuesto de que se trata de una inmortal y que se mantiene del mismo modo
suerte de hálito que se expulsa al morir el cuerpo
(70a-b)15. Entonces Sócrates, sin olvidar prác- ; y como es afín a esto mismo,
ticamente en ningún momento que la filosofía llega a para estar siempre con ello, siempre que
verdadera está más cerca de lo que podríamos ella llegue a estar en sí ( ) y le
con cierta libertad llamar “Teología”, o acaso esté permitido ( ) (79d1-4).
“Morfología”, que del juego de los argumentos, Este encuentro con lo divino nos hace recor-
se da a la tarea de ofrecer razones para asegurar dar la feliz vida pasada y adquirimos conciencia
la fe de sus discípulos16. de que provenimos de otro nivel ontológico, pues
Tres tesis en primera instancia apoyan la somos lo más cercano que hay a ello: el alma es lo
creencia en la inmortalidad anímica: primero, más semejante ( ) que hay a lo divi-
que el cambio de un estado al otro exige una no, inmortal, inteligible, monoeidético (
vuelta atrás, o sea que, si se nace, se tiene que )= , indisoluble ( ) y que siempre del
morir, y ocurrido esto se ha de renacer (70a-72d). mismo modo se da según lo mismo (
Segundo, la teoría epistemológica de la ) [80b1-3].
, por la cual se hace posible el reconoci- Estas condiciones nos aseguran que nuestra
miento de las Formas (72e-78a). Finalmente, la individualidad plena es posible, que no existen
afinidad que tiene el alma con estos arquetipos géneros que nos expliquen, que además somos
(78b-80d). De las tres es precisamente esta última autosuficientes, incluso “autoevidentes”, es decir,
la que nos interesa rescatar para esta ocasión. que solo auscultándonos a nosotros mismos y en
La individualidad supone la unidad, pero nuestro discurso interior podríamos “sabernos”
también una cierta “atomicidad”, en la medida en como los individuos que somos. En este estadio
que perdería su condición substancial, si es que el temor de la disgregación se disipa, porque
tuviese cortes o quebrantos ( )/ en su ser. Si reconocemos nuestra inmortalidad en esa unidad
el “uno” se descompone, sea en dos o más partes, absoluta que ahora nos es explícita. Aquí la máxi-
es porque realmente no era uno17. Es evidente ma délfica deja de ser histórica,
que lo que se corrompe es aquello que pierde su dando paso a la indagación de lo absoluto, eso
unidad, ya sea de forma paulatina o radical, en que de alguna manera habremos de ser nosotros
cuanto está predispuesto a la desunión de sus par- mismos.
tes, o a la indisposición de las mismas respecto Así pues, ¿podemos ya hablar con toda clari-
del todo18. Esto no se podría aplicar de ninguna dad sobre cuál es nuestra naturaleza última, si es
manera a lo individual estricto de que estaríamos que somos sujetos espirituales, dioses o incluso
hablando, en la medida en que no es un conglo- Formas? A decir verdad, no. Hemos de reconocer,
merado o una entidad con partes distinguibles. como Heráclito (frag. 45), que los límites aními-
Partimos del supuesto de que existen cosas cos son insondables, que en la sustentación de
indivisibles, a las cuales podríamos denominar nuestro ser en ese nivel metafísico enfrentamos
simples. Estas, según se puede creer19, se carac- un vacío de comprensión casi total, al punto de
terizarían por estar siempre en las mismas con- que nuestras palabras se vuelven insuficientes,
diciones y en el mismo modo pues una y otra vez tendemos a repetirlas, como
[78c6]). La natura- si el pensamiento no hiciera otra cosa que dar
leza de lo eidético, sin duda, cumple a cabalidad vueltas sobre lo mismo.
con estos requisitos, y de forma análoga también Es esta quizás la razón por la que resulta más
lo haría el alma, que sería la entidad más afín u fácil describir lo que está fuera de estos estrados.
homologable ( ) a aquella (79b), cosa Así, en la determinación de esta realidad se parte

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más de una contemplación negativa de lo que realidad sensible, la corruptibilidad de las almas
acontece al externo que de una “teoría” de lo que encarnadas es evidente. Esta cárcel, el cuerpo,
es. Por eso Sócrates insiste las más de las veces tienta a gozar con lo divisible hasta el punto de
en atacar la debilidad de lo mortal, en detrimento que el alma prisionera parece disfrutar encade-
de la exaltación y descripción de la plenitud de lo nándose a sí misma (82e), colaborando con el
anímico. Esa falta de más argumentos filosóficos castigo sin darse cuenta. Aunque de alguna mane-
positivos quizás se deba al esfuerzo por llevarnos ra, pensamos, hay que agradecer que hayamos
a limpiar nuestras impurezas, aunque más parece perdido la memoria de aquella vida maravillosa
una deficiencia que una virtud. y que no es sino en un alto grado de madurez
En cualquier caso, el lenguaje religioso vuel- filosófica –cosa que pocos podrán alcanzar– que
ve a aparecer: ¿no es cierto que estando el alma volvemos a recordar lo verdadero, pues sin duda
así, sale hacia lo que es semejante ( ) el sufrimiento sería todavía más insoportable.
a ella misma, lo invisible ( ), lo divino, Planteadas así las cosas, la propuesta parece
inmortal y sabio ( ), y habiendo llegado surtirse con exclusividad de un lenguaje bastante
allí comienza a tener ella felicidad, liberándose ajeno a la mayor parte de la tradición filosófica
del extravío, la necedad ( ), los temores, que posiblemente más respetaba Platón, la llama-
los amores salvajes y los otros males humanos; da presocrática22. Nuestro autor, perfectamente
así como se dice de los Iniciados, que pasan consciente de ello, se da, entonces, a la tarea
de verdad el resto del tiempo con los dioses? de crear una plataforma de respuesta a algunas
(81a4-9). Aunque ahora se complica quizás en posibles objeciones fisiologistas, que pone en
demasía nuestra percepción del “otro mundo”, boca de los discípulos de Filolao. La primera
pues el gozo, la apatía y la imperturbabilidad21, de estas, que expone Simmias, corresponde a
que se añaden como datos justificadores, serían una concepción anímica que quizás habría teni-
oportunas para dioses al modo tradicional, esto do buena acogida en la “ilustrada” comunidad
es, con personalidad y rasgos antropomórficos, y ateniense y que habría procedido de la Magna
no para un encuentro de individuos puros. Grecia: el alma es una especie de harmonía23. En
Más allá de eso, que bien puede justificarse un segundo momento Cebes reconstruye desde
por el ropaje mítico que carga, surge un eviden- los mismos parámetros establecidos por Sócrates
te problema que hace difícil comprender estas una dificultad que discute no la preexistencia del
páginas: ¿cómo justificar la maldad a que pueden alma, sino su supervivencia: se podría suponer
llegar las almas que se dejan atrapar por la cor- que el alma vive más que el cuerpo, pero no que
poreidad? Todavía más: ¿cómo puede entenderse sea inmortal.
la vivencia, desgraciadamente tan generalizada, La objeción de Simmias es especialmente
de Leoncio de enfrentamientos a nuestro interior? significativa, puesto que cuestionaría sobre todo
Si el alma es incorruptible, no tiene partes, etc., la inmortalidad personal. La harmonía divina,
ni siquiera debería haber caído en el mundo. La que sería eidética, podría estar reinando en el
encarnación tendría que o bien proceder de una universo eternamente; el alma, por su parte, sería
naturaleza anímica debilitada anterior, lo cual un signo hermoso y fecundo de ella, pero no
sería contraproducente; o bien suponer una gene- necesario ni eterno –la apoteosis de harmonía que
ración del alma en estos lares, lo que contradiría estaría entre las Formas no necesitaría, ni puede,
la doctrina, especialmente en la cuestión de la aumentar en tamaño para recibir a las almas
reminiscencia; o resultar de una suerte de castigo que saldrían de los cuerpos–. De manera que,
divino por alguna mala acción previa, comple- aún manteniendo el esquema dualista, se podría
tamente olvidada y a su vez incomprensible en objetar la trascendencia del alma como un baladí
nuestras circunstancias actuales. argumento religioso24.
La respuesta a estas interrogantes quizás Sócrates, por supuesto, no tarda en responder
solo un mito las podía ofrecer. Mas lo cierto es ante semejante desarticulación de lo espiritual.
que a la luz ya no de nuestros posibles antece- Para ello hace una primera distinción que desarma
dentes, sino de lo que se nos hace patente en la a Simmias: si se acepta la tesis de la reminiscencia

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–presupuesto que el discípulo había asumido sin Simmias no puede más que callar ante
reparos–, el alma no podría ser una mera harmo- semejantes consecuencias. Sin embargo, a nues-
nía, dado que tendría algún tipo de entidad ante- tro modo de ver, este razonamiento quizás se
rior que le habría permitido su saber. La harmonía podría haber objetado incluso con los parámetros
es propiamente un concepto relacional referido a pitagóricos que habría conocido Platón para esta
las combinaciones de elementos materiales: a la época, puesto que sí cabría la existencia de una
harmonía no le corresponde en efecto conducir cierta gradación de la harmonía o al menos una
esas cosas de las cuales se compondría, sino cierta apertura a juegos interválicos complejos.
seguirlas... muy lejos debe estar la harmonía de Claramente se pueden distinguir los intervalos
mover o sonar ( ) en un sentido con- más perfectos, que corresponden a un nivel de
trario, o de que contraríe a algo distinto frente harmonización “divina” y que incluso se pueden
a sus partes (93a6-9). Quizás podríamos hablar oír plasmados en instrumentos musicales; un
de una suerte de “Forma-Harmonía” de la que se caso muy evidente es la octava, que sería la más
pueda participar en mayor o menor grado, pero no perfecta de las concordancias, pues siendo que se
se explicaría de ninguna manera la individuación deben escuchar dos notas pareciera que se perci-
de que somos conscientes. be una sola25. Junto a ello en la práctica musical
Mas el filósofo no se queda allí. Necesita común de los griegos deberían estar abiertos a la
llevar al absurdo esta tesis. Por eso, siguiendo escucha de intervalos con una gama incluso más
la lógica de la propuesta, sostiene este posible amplia que la que nosotros hoy solemos percibir
dato: la harmonía debería permitir niveles según y entender –es muy clarificador el ejemplo de un
sea mayor o menor, más o menos plena. Así, en cálculo de intervalos que se atribuye a Arquitas
correspondencia con ello también se deberían en el cual se plantean teóricamente
abrir diferencias substanciales entre las almas:¿O –cuartos de tono- diferenciables26 –. La combina-
acaso se da esto en el alma, de manera que ción de notas con intervalos de este segundo tipo
incluso en lo más pequeño sea más un alma que debería considerarse harmónica, pero en cierto
otra por ser más (harmonizada) y mejor, o por sentido de un talante inferior o menos consonán-
serlo menos e inferiormente ocurra eso mismo? tica –la distinción por vía auditiva de un intervalo
(93b4-6) La respuesta del pitagórico no puede ser de un tono es muy sencilla, más aún una de un
sino negativa, pues Sócrates le está pidiendo que cuarto de tono, pues resultan vibraciones incó-
acepte que las almas, que de plano él supondría modas incluso para el oído no experto–. De esta
que son entidades más que relaciones, sean onto- manera, si el alma fuese harmonía, su gradación
lógicamente diferenciables, es decir, que unas –que evidentemente no sería substancial– permi-
sean más “alma” que las otras. Y, ¿puede ser algo tiría hablar de una mayor o menor perfección en
más “algo” que otro “algo”? Si se parte de la la medida en que se acerque a combinaciones más
substancialidad de la misma, evidentemente no. correspondientes –acaso más divinas–. Así, un
Todavía Sócrates, dando un paso curiosamen- trasgresor de la moral tendría consonancias poco
te en contraposición al anterior, sostiene que sí adecuadas, que en perspectiva a lo mejor nos
debería mantenerse una distinción entre las almas: resultan improcedentes; en tanto que un ciuda-
las hay buenas, inteligentes y virtuosas, otras en dano virtuoso ‘cantaría las glorias de los acordes
cambio son malas, dementes y depravadas –una más perfectos’.
diferenciación cualitativa y no substancial como Una argumentación semejante, sin embargo,
la anterior–. Además añade que se podría soste- no puede tener cabida, si se mantiene la premisa
ner que el vicio sería una ausencia de harmonía, de la substancialidad o entidad del espíritu a la
mientras la virtud una perfecta consonancia. En luz de las condiciones de pureza y singularidad
consecuencia, habría unas almas harmónicas y que supone. Platón entendía que la tesis harmo-
otras inharmónicas. Así, los corruptos no deberían nista perdía toda perspectiva espiritual y, aunque
tener alma o, en su defecto, dado que todos los fuese funcional para explicar su correlación con
seres humanos poseemos alma, no habría manera la materialidad, no era capaz de entender nuestra
de justificar la existencia de la maldad. capacidad de trascendencia. La individuación no

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se puede comprender en los juegos de relación, visiones filosóficas de la cuestión de las causas,
sino en la aprehensión de entidades plenas y por las cuales accede al tema de las cosas en sí,
perfectas. para llegar finalmente a un argumento que resulta
Junto a esta notable acusación contra la toda una novedad: ¿qué habrá en un cuerpo en el
harmonía vale sumar lo siguiente: el alma pura que se dé la vida? –El alma… El alma misma
es fundamentalmente pensamiento, y este exige en tanto que prevalezca ( ), ¿llega
una suerte de unidad del sujeto que lo realiza. siempre a aquel trayendo la vida? –En efecto
Si el alma fuera harmonía, no podría decirse lo hace (105c9-11 y d3-5). El alma es con toda
en estricto sentido que ella corresponda a nues- necesidad un signo de vida, por eso es contrario
tro carácter de seres cognoscentes y pensantes. a su naturaleza participar de la corrupción y la
Todavía más, una de las condiciones que descu- muerte; de esta manera, al ocurrirle esto al cuer-
brimos en nosotros es la capacidad de sentirnos po, ella se aleja a salvo, no llevando parte en tal
ajenos o al menos diferentes al cuerpo (cf. 94d). acontecimiento.
Así, es evidente que actuamos bajo la consigna de Mas, ¿qué es la vida? Tal vez la crítica que se
que nuestra alma, o conciencia o pensamiento, es hiciera a Anaxágoras unas páginas atrás resulte
una suerte de gobernante del mismo, al punto de esclarecedora. El clazomenio habría desarrollado
que toma decisiones que parecen afectar a unas el concepto de una mente universal por la que
partes en beneficio de las otras o del conjunto. se regiría el movimiento, lo cual en principio
Esto no cabría en la propuesta pitagórica conside- Sócrates interpretó así: me pareció que de algún
rada: ¿No es que concordamos en lo anterior en modo está bien que el intelecto sea la causa
que de ningún modo el alma, siendo harmonía, de todo, y cría que, si esto se da así, el inte-
cantaría ( ) de forma contraria a las cosas lecto ordenador ( ) ordena todas
con las cuales se tensaría, relajaría y vibraría, las cosas y coloca cada una allí donde estará
así como frente a cualquier otra afección que mejor (97c3-6) Ya sabemos que la doctrina del
padezca estando ella en relación con las cosas jónico no terminaba felizmente, pero esto sería
que la producen; pero además (convenimos) en salvable, de manera que se supondría, en parale-
que ella las sigue y de modo alguno las conduce? lo, que el alma podría perfectamente ser la que
(94c3-7) provoca el movimiento del cuerpo, determinando
Este argumento termina por desarticular los fines en cada acción que lleve a cabo. Así
la propuesta harmonista: el alma está llamada habría una congruencia entre el intelecto–alma y
a conducir el cuerpo y a enseñorarse sobre sus vida–movimiento por la vía teleológica –tal vez
afecciones (94e). Allí mismo está la forma de podríamos considerarla etiológica, pero puede
contrarrestar las debilidades que promociona la resultar excesivo–.
nefasta materia, de superar nuestras limitaciones Esta doctrina, con todo, abre una nueva gama
más inmediatas, de salir aunque sea virtualmente de conclusiones que complica las cosas: primero,
de esta cárcel que nos aprisiona. y de forma más evidente, podría afirmarse que
Como resulta evidente, la refutación de esta el cuerpo ha sido creado de forma apropiada
tesis fisiologista nos ha desvinculado del tema para el alma y la llegada de ella a este no sería
central del diálogo, la inmortalidad, para cuya meramente casual; la relación entre ambos se
recuperación se vale Platón de la objeción de vería ahora consolidada: ¿dónde podría el alma
Cebes. Esta sumaba tanto la perspectiva religiosa ejercer su papel de propiciadora de la vida sino
que había conocido atrás, en el sentido del origen en lo mortal?
divino del alma y su perduración por sobre la cor- Segundo, sabemos que lo que “participa”
poreidad, cuanto una visión más “materialista” de lo eidético, además de particular, es mortal;
que supondría que el cuerpo puede pesar tanto el alma no llega a morir, por tanto ella debería
en esta relación, que quizás terminaría socavan- ser una forma encarnada27. Así, el hecho de ser
do sus fuerzas o aniquilándola definitivamente inmortal y de tener vida por excelencia proce-
(95d). La respuesta de Sócrates pasa por un largo dería de su misma condición eidética: respecto a
rodeo, en el que hace un repaso de algunas de las lo inmortal, si se concertó entre nosotros que es

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incorruptible, el alma sería relativa a lo que es determine ni siquiera desde sus límites externos.
inmortal e incorruptible (106c9-d1). Esto también se vería corroborado por la tercera
Todavía se seguiría una tercera conclusión, a consecuencia que sacábamos: ser vida para sí,
saber, siendo el alma vida para el cuerpo, a su vez que nos permite entender una segunda condición,
ella sería vida para sí misma: Dios es la forma a saber, la autorreferencialidad, que sería una
misma de la vida ( de las posibles explicaciones de la naturaleza de
) y, si hay algo inmortal, se concordaría entre lo individual estricto, aunque quizás no la más
todos en que jamás muere (106d5-7) simple ni la más idónea29.
La primera secuela interpretativa que des- Con todo, si la individualidad y separabi-
tacamos resulta concordar con la doctrina de la lidad del alma hubiese que defenderla desde
separación del alma, pero deja la impresión de esta última argumentación del Fedón a favor de
romper con las fuertes tesis dualistas que hemos la inmortalidad, habría que reconocer que no
referido atrás, al establecer lazos entre cuerpo y sería el más feliz ni seguro auxilio filosófico,
alma mucho más fecundos de lo esperable. Las no porque creamos que es simplemente falaz30,
otras dos consecuencias dejan la idea de que el sino porque no cumple de un modo cabal con un
alma tendría el talante de una Forma. Esto le cometido racionalista oportuno, en la medida en
permitiría mantener las cualidades de este tipo que se fundamenta en contenidos cuasi-religiosos
de entidad, incluida su paradigmática identidad. y sus palabras redundan en la mitificación31. De
No obstante, esta posición resulta muy proble- esta forma el cometido que Sócrates había fijado
mática desde el punto de vista ontológico que un poco atrás: “me pareció que era necesario,
perseguimos explicitar: si el “espíritu” es una habiéndome refugiado en las razones32, mirar en
Forma en sentido estricto, su encarnación se estas la verdad de los seres” (99e4-6), aquí no lo
podría dar en dos modos distintos, a saber, plena habría podido poner en práctica en un sentido
o parcialmente. Si se da lo primero, sería como pleno.
“formas entre nosotros” que terminan distan-
ciándose de manera significativa respecto de las Tanto ahora, como en los comienzos, un
en sí, al punto de llegar a “batirse en retirada” o razonamiento ( ) nos mostró
incluso “morir” cuando cambian las condiciones que no había de buscarse lo bueno en una
(102d-e); pero esto, por supuesto, sería contrario vida sin mezcla ( ),
a lo estipulado, es decir, la propia inmortalidad, sino en una mezclada (Filebo 61b4-6)
a más de la continuidad en el ser humano –se
supondría que el atributo vida sería esencial en el Hemos acabado nuestra lectura del Fedón
compuesto, por lo que su retirada sería imposible, con cierta intranquilidad, como la respuesta a
a menos que pensemos en su muerte–. Si se da de la cuestión de Leoncio no fuese tan fácil como
manera parcial, el alma habría de corresponder a pareciera de ofrecer. Al entrar en la consideración
una suerte de particularización de un universal de la psicología en la República, nos encontramos
(la Forma-Alma, sea una sola o haya muchas), de frente a un panorama un bastante más desola-
manera que su naturaleza sería equivalente a la dor: Platón parece haber perdido el norte que
de cualquier otra formalización; en este caso, por fundó su tránsito metafísico, abriendo brechas
supuesto, intentar probar su inmortalidad sería en nuestra identidad, como si lo que hasta ahora
innecesario28. hemos visualizado como lo mejor, la mismidad
Aún así, esta tesis del alma como vida nos plena, tuviese que dar paso a un reencuentro con
podría permitir hablar de dos condiciones que este mundo material. Al introducir, en efecto, la
podrían considerarse principios fundamentales idea de la tripartición del alma, parece asestar el
de la identidad que deberíamos exigirnos: pri- más duro golpe a la identidad que atrás habíamos
mero, su impenetrabilidad, que se relacionaría hallado. Se trata ciertamente de una cuestión difí-
con esa incorrupción, propia de un ente que no cil, incluso en el propio lenguaje: se supone que
es divisible: la unidad de lo indiviso debería ser hablaríamos de una sola entidad que dividimos
tal que no permita que nada otro a sí mismo lo para una mejor intelección33, pero en el diálogo

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LA PARADOJA DE LA IDENTIDAD DE LEONCIO 79

está claro que se da una suerte separación de la qué modo se da. Ahora expusimos adecuada-
parte racional respecto del resto, y que es esta mente, según creo, sus afecciones ( ) y
la verdaderamente inmortal. Quizás, por esto, formas ( ) en la vida humana (612a3-6). La
convendría hablar más bien de tipos o géneros doctrina psicológica, por ello, no ha pretendido
de alma; lo cual se puede corroborar terminoló- saltar la valla de la temporalidad, por mucho que
gicamente, pues, aunque encontramos el vocablo lo haya deseado. El alma manifiesta afecciones,
referido a ello34, este lo usa nuestro autor goza, sufre, desea, ama y odia, lo mismo que
tantas veces o incluso menos que los términos piensa e intuye, razones estas últimas por las que
35 y 36.
solemos suponer que será intelectual lo que allá
De cualquier manera, si se mantiene una tesis impere, pero desde nuestra posición actual no
como esta, la individuación, que hemos supuesto podemos más que partir de probabilidades. En
gracias a la afinidad entre las Formas y el alma, ese sentido, podemos decir que sabemos qué nos
se vuelve casi insostenible, principalmente por- ocurre e incluso quiénes parecemos ser, pero no
que esta última termina poseyendo una suerte estar seguros de cuál es nuestro ser verdadero.
de naturaleza intermedia, sin duda probada por Siguiendo una conocida distinción en el
su adecuado o justo acomodo a la corporeidad, campo de la Filosofía de la mente contemporá-
a la que incluso le ofrece la vida, que es fruto de nea, se podría afirmar que Platón está interesa-
una mezcla entre lo Mismo y lo Otro, lo mortal do fundamentalmente en hacer una explicación
y lo inmortal, lo puro y lo compuesto. No se funcionalista del alma más que ofrecer una
puede negar, sin embargo, que Platón sostiene descripción física o entitativa de esta38. De ahí
la inmortalidad y, por ende, el paso por la vida que en este diálogo podamos ver como objetivo
terrena como una suerte de prueba moral para primordial la investigación de cómo se manifies-
medir su capacidad de asimilación de la existen- tan nuestros impulsos, intelecciones y pasiones, a
cia superior; mas ello se mira con una perspectiva fin de poder llevarlos a donde deseamos, es decir,
diferente: el alma ya no va a tender a la imitación para encauzarlos por la vía del bien y la virtud.
o asimilación de lo puro y simple, sino a la vida Esto, evidentemente, facilita nuestra pre-
de los dioses que surcan el universo. El mayor tensión inicial de indagar la naturaleza anímica
premio que alcanzaremos, según se describirá de los comunes, pero ciertamente complica la
en el Fedro (252d-256d), está en poder seguir postulación de lo que deberíamos buscar como
la trayectoria de los instrumentos del tiempo, ya ideal para nuestro ser. En esta obra nuestro
porque corramos correctamente detrás de ellos o pensador, consciente de la necesidad de traer lo
porque seamos sembrados en los mismos. Formal a la realidad inmediata, dedica su trabajo
La República dedica un significativo espacio a describir fenómenos, eventos o tendencias que
a la discusión de las relaciones entre la moral y nos acontecen, pero sin creer demasiado en sus
lo psicológico, brindando más pautas de com- mismas palabras, pues no estamos en condicio-
portamiento que doctrinas exactas sobre las nes de jurar por las cosas que opinamos. Él sabe
características substanciales del alma, por ello que es fácil caer en la ligereza o dejarse seducir
resulta difícil asegurar que en esto mantenga una rápidamente por las imágenes, como la que él
posición contundente. Diríamos que, más que una mismo explica del paralelismo entre la ciudad y
proposición ontológica de la naturaleza del alma, el individuo; por eso se cuida de advertir que con
se desarrolla una fenomenología de lo psíquico tales métodos, como esos de los que nos hemos
desde una perspectiva moral, en cuanto se pre- valido ahora en los razonamientos ( ), no
tende dar cuenta de lo que ocurre con nosotros lograremos jamás esto de un modo adecuado:
en esta vida corporal, pero sabiendo que, si no pues el camino que nos lleva a ello es más largo
estuviéramos aquí, tendríamos otra naturaleza37. y complejo (435d1-3). En esto presagia que la
Así, después de su defensa de la inmortalidad en cuestión no se quedará en ese libro IV, sino que
el libro X, dice: Alguien vería (en el otro mundo), le llevará incluso hasta la exposición del Mito de
entonces, la verdadera naturaleza de esta, si Er en el X; aunque de momento seguirá la norma,
es poliformal o monoeidética, o en dónde y de que sistematizará Aristóteles en los Tópicos, de

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mantener las doctrinas más probables hasta que que poseen la ciencia de la vigilancia
no se pruebe lo contrario (cf. 437a), precisamente que les hace deliberar no sobre cuestiones
la que nosotros deberíamos aplicar en general en particulares sino sobre el conjunto de la ciudad,
esta indagación. en sus relaciones internas y externas (428d);
Así pues, parece necesario pasar en la expli- que es valerosa, si tiene quienes conserven la
cación de la visión tripartita del alma por al opinión básica de lo que hay que temer y lo que
menos tres momentos del diálogo: el primero su no en toda circunstancia (429b-c); en tanto que
exposición en el libro IV, luego la propuesta inte- moderada en la medida en que sea capaz de
gracionista del libro IX, para finalmente conside- ordenar y dominar su placeres y deseos (430e),
rar su unidad en el X. Si optáramos por mantener es decir, contener a los más bajos de sus miem-
solamente la doctrina del primer libro citado, bros, aunque sean estos la gran mayoría (cf. en
la cuestión de la identidad se descartaría con paralelo 442a).
facilidad, pero esto está pensado en perspectiva Esta última virtud tiene que obrar por toda la
a una síntesis anímica que puede reabrir nuestro ciudad, logrando que canten en octava40 lo mismo
problema, y ello es lo que debemos considerar los más débiles, los más fuertes y los de en medio
con mayor cuidado. (432a3-4), por ello parece ser la que da unidad
o un perfil homogéneo a todos. No obstante, es
Aguanta corazón, otra cosa peor alguna más bien la justicia la que cumple esa función,
vez soportaste 39 pues ella antecede los actos que corresponden
(Homero, Odisea XX 18) a las demás, en cuanto les da el vigor necesario
para que se desarrollen y conserven (433a), para
Teniendo presente la objeción de Adimanto, lo cual prescribe que cada uno cumpla su papel
en el sentido de que en el planeamiento de la y no multiplique sus acciones a instancias que
educación de los gobernantes se notaba una sig- no le correspondan. Esto es de tal importancia
nificativa ausencia de estímulos para los poten- que la ciudad buena será definida como aquella
ciales monarcas (419a), Sócrates desarrolla la en la que efectivamente pueda encontrarse jus-
perspectiva moral que habrá de fundar la comu- ticia, y no la que cumpla con alguna de las otras
nidad, donde la felicidad estará en el pleno virtudes.
cumplimiento de las condiciones naturales de los Para poder explicar esto último se introduce
individuos que la componen y no en la prosperi- la analogía con el individuo: y quizás, mirándo-
dad de algunos privilegiados. La comprensión de los uno (el individuo) junto a la otra (la ciudad)
esto no es simple, pues se hace necesario no solo y frotándolos, produciríamos la justicia como
formar adecuadamente a los que tomarán puestos encendiéndola con pedernales; y nos asegura-
de mando, sino también a todos los miembros de ríamos que llegue a ser evidente esta en nosotros
la ciudad –sin duda la moral se puede llevar a los mismos (435a1-3). De esta manera se logra con-
grandes grupos sociales sin demasiadas compli- jugar, como es deseable, lo político y lo moral,
caciones pedagógicas, pero su fundamentación haciendo que unos mismos principios puedan
debe ser más que rigurosa–. Es en este contexto efectivamente favorecernos a todos y cada uno.
en el que se presenta la analogía entre el Estado y Puede decirse, en efecto, que en nosotros hay
el alma humana, la que viene a explicitar los valo- también tres géneros distintos en el alma
res que ha de regir en la nueva moral, en la que el (435b-c) –casi inmediatamente habla de
punto central, que desde el libro I se había venido [comportamientos o modos de ser] (e)–, a saber:
discutiendo, es la justicia el apetitivo el fogoso o irascible
La ciudad, si es que deseamos que sea com- y el racional
pletamente buena ha de ser Mas es difícil de determinar de forma conve-
prudente valerosa moderada niente hasta dónde llega cada uno (436b), para
y, siempre junto a ello, justa esto Platón decide introducir el principio de la
(427e). Decimos, en primera instancia, que es sabia o oposición: nada dicho en tales nos asustará, ni
prudente en la medida en que tiene unos individuos nos persuadirá en modo alguno de que algo que

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LA PARADOJA DE LA IDENTIDAD DE LEONCIO 81

es una misma cosa, a la vez en sí para sí mayor propiedad debería ser la baja, pues se
padezca, sea o haga supone que es la tónica, mientras las otras son
cosas contrarias (436e8-437a2). Es evidente que relativas a esta, aunque en ello se pueden ver otras
nuestras acciones y pasiones son distinguibles y variables–, pero no puede disentir de los grados
muchas veces contradictorias, por consiguiente, subalternos, cuyo papel puede llevarle a parecer
nuestra unidad anímica es difícil de sostener. desentonar42. Leoncio se dejó batir por la gra-
Es en este contexto en el que Platón nos vedad de sus notas inferiores, de ahí su reclamo
ofrece la imagen de Leoncio que nos sirve de airado a sí mismo; aunque tal enojo no fue más
apertura para justificar la problematización de que la reacción ante su impotencia para coordinar
la identidad anímica. Según esta, al menos dos su vida espiritual43.
actores estarían presentes en nuestro ser: un insa- Este principio de la harmonía, que más pare-
ciable deseo, que tiene una curiosa cercanía con ce una notable justificación de la ordenación de
el conocimiento, y un colérico ánimo que parece puntos intermedios, hace que la noción de unidad
el portavoz de la racionalidad, que no es capaz anímica tenga que modificarse substancialmente.
de someter semejante instinto y le castiga con No podemos seguir creyendo que la vida buena y
permitirle mirar. El alma encarnada parece obli- justa es aquella que renuncia a la pasión o a las
gada a desdoblarse, a permitir que emerjan en ella múltiples afecciones y se entrega de lleno a una
razones de división, casi como si fuerzas que tiran racionalización purificadora de cada acto. Ser
hacia sitios diferentes estuvieran manifestándose justo es dejar que cada porción de nuestro ser
en nuestros distintos actos41. manifieste sin exclusiones su acción. Eso sí, bajo
El fisgón de cadáveres evidentemente sería la mirada atenta de la razón y el debido cumpli-
un ejemplo negativo, pues una persona buena miento de sus mandatos44.
sería aquella que logra ajustar de manera adecua- En nuestra microciudad los trabajadores y
da estas tendencias o formas de ser para vivir en labradores deben evitar la renuncia a su ser y
justicia, haciendo que cada actor cumpla con lo comprometerse en el fiel cumplimiento de su
que le es propio. Para ello la norma se encuentra trabajo. Los guardianes les deberán mantener
en la harmonía: (el justo) determina bien los en su lugar, como aliados fundamentales de la
asuntos domésticos se rige y orde- pequeña pero fundamental clase gobernante,
na a sí desde sí mismo, llega a cuyo mérito principal está en tener la ciencia
ser amigo de sí mismo, harmoniza sus tres seres de lo conveniente para cada uno
como natural- y para la ciudad
mente se dan los tres términos de la harmonía: completa (442c). En ello, de nuevo, lo que marca
el bajo –cuerda baja de la lira–), el la pauta es la moral: el género apetitivo tiene que
agudo y el medio; y si se producen ser temperante, el irascible valiente y el racional
algunos otros, para él estarán (harmonizados), sabio. Este control, no obstante, solo se puede
al entrelazarlos todos esos, llegando él a ser lograr en la medida en que se actúe en justicia, en
completamente una sola cosa musical concordato.
desde muchas, sensata y harmonizada Mas, ¿es esto una respuesta suficiente para lo
(443d3-e2). que vive Leoncio? ¿Cómo no ver en esa raciona-
En ese sentido, diríamos que una voz baja lidad regañona y complaciente un problema que
no lleva la nota cantante, es decir, no cumple más allá del respeto a una justicia del conjunto?
papeles principales; pero ello no quiere decir Incluso si pensamos nuestra identidad en térmi-
que se pueda excluir. La harmonía no es una nos de pureza, simplicidad e inmortalidad, evi-
cuestión que incumba a entidades exclusivas que dentemente surge una incomodidad obvia: ¿cómo
puedan actuar solas, sino que exige relaciones no ver con buenos ojos el castigo que impone el
más o menos constantes y concordantes. El fisgón a sus ojos, de que vean lo que quieran,
género racional sería posiblemente esa voz alta pues a fin de cuentas él es otro y no tendría por
que presenta las líneas melódicas que definen qué preocuparse por esas pobrezas morales de las
nuestro sentido y la harmonía completa –con otras partes que unió la desventurada encarnación

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de su alma; más bien él hace un esfuerzo notable se canaliza un torrente de pasión que nos subyu-
con advertirles su bajeza? Obviamente Platón nos ga. Así, quien se entrega a la más perfecta de las
obliga a ir un poco más allá de nuestros supues- disciplinas, la Filosofía, se apasiona tanto como
tos básicos para la identidad. Para entenderlo es el desenfrenado que no es capaz de contenerse
necesario ir a los libros finales del diálogo. en su ímpetu corporal; la diferencia está en el
objeto que pretende, pues su mayor deseo es el
[El mejor de los guardianes es] el razona- encuentro con la Verdad, la Belleza y el Bien. Él
miento combinado es un amante del saber y la instrucción (581b),
con la música, el cual, dándose solo, mora placeres que se sacian pero felizmente no parecen
en quien lo posee a través de su vida acabar: ¿cómo creemos que juzga el filósofo los
en calidad de conservador de la otros placeres frente al del saber lo verdadero
virtud (549b6-7) tal como es y estar siempre aprendiendo en algo
semejante? (d10-e2)
En el libro IX se vuelve a discutir la cuestión En correspondencia con ello, se puede hablar
tripartita, llegándose a una nueva perspectiva que genéricamente de distintas tendencias humanas
exige repensar la mezcla de que somos objeto, según la pasión que las determine: el amante del
pues propone una condición que Leoncio mos- lucro, el ambicioso y el filósofo46. De ellos es este
traba y en general debió suponerse: cada género último el que supera a los demás en experiencias,
puede cargar con atributos propios de los otros, pues ha pasado por los otros dos tipos de vida;
lo cual de alguna manera implica que el criterio de ahí que su modo de ser sea el superior, pese
de distinción utilizado antes, la moralidad, debe a que todos parecen disfrutar igualmente de lo
ser superado. Así, nos encontramos con que que viven. Mas, como era previsible desdichada-
todos los géneros tienen placeres, por supuesto mente, la práctica filosófica está poco extendida;
correspondientes a la naturaleza propia; asimis- aunque ello tal vez la haga más valedera, al punto
mo cada uno tiene deseos y su propio puesto de de que se diría que es la vida por excelencia, en
mando [580d]. Esto genera una diversidad la medida en que nos permite acceder de manera
difícil de determinar, en especial porque resulta efectiva a lo eidético.
de la reposición de una variable explicativa que El filósofo, con el auxilio de la inteligencia
es crucial en el platonismo: la pasión. y su instrumento por excelencia, los
Con el esquema de los tres géneros podría razonamientos [582d], goza del placer
tenderse a poner la racionalidad en una especie de la contemplación del ser
de puesto supremo y absoluto, como si fuese una [c]; lo que marca una diferencia radical respecto
entidad pura que cumple funciones directrices en de aquellos con quienes le comparamos, cuyos
los actos sin entremezclarse más que por razón de placeres son como sombras frente la plenitud
su puesto con las otras partes, cual si fuese una (585b9)47– y pureza del
especie de consejo consultor absolutamente ajeno filosófico (583b). La ciencia, la inteligencia y
a las necesidades y tendencias de todo el resto la creencia cierta con las que vive íntimamente
del Estado. Ahora esto parece quedar excluido, hacen que le veamos participando mejor que
pues podemos decir que incluso en la más pura ningún otro de la substancia pura
de nuestras funciones somos pasionales. El mora- [585b], pues es aquello que se atiene
lismo que dejaba entrever la concepción tripartita, a lo siempre semejante, lo inmortal
da paso a una visión más sensibilizada, y acaso y la verdad, siendo en sí tal y llegando a
con ello, como dice Grube (1987: 212), nuestro ser en algo de tal condición (c1-3).
pensador “pone de manifiesto una vez más que el Con esto Platón da un giro hacia la ontolo-
objetivo no es la represión, sino la sublimación”, gía que debería dar pie a una identidad plena:
la realización plena de nuestras posibilidades ¿acaso no se llena realmente más lo que
anímicas45. está lleno de entes mayores [más reales]
El frío intelectualismo del Fedón deja paso a y que es en sí un ente mayor
la idea de que el alma es una entidad por la que (más real), frente a lo que se llena de seres

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LA PARADOJA DE LA IDENTIDAD DE LEONCIO 83

menores y es en sí mismo menos ente? (585d7-9). terrena plenamente feliz, permitiendo que todo
Habla del alma en cuanto está no al servicio del mantenga su verdadera estatura y siendo el mode-
cuerpo, sino de sí misma, o sea en el disfrute del lo ideal de ser humano, una persona en la que pre-
auténtico placer el que no se valecen deseos ordenados y correspondientes a la
mezcla con dolor sino con un intenso deseo de realeza los que engendran placeres
seguir en búsqueda. De esta manera parece estar tan legítimos como verdaderos. El monarca que
volviendo a los criterios vertidos en el argumento impera en su pequeña ciudad anímica hace que
de la afinidad alma-Formas, en la medida en que todo el conjunto tienda a su mejor realización,
sigue presente la idea de que el Ser es lo mismo, lo esto es, que cumpla con su debido papel: que los
puro y simple, y el alma aquello que por correla- apetitos sean los indispensables y la fogosidad
ción con esto deberá constituir una entidad efecti- apoye cada paso con ese ardor que asegura el
vamente real –existente como lo mismo–. Incluso complejo caminar de quien busca la Verdad.
reitera la censura a los placeres menores, sean De esta manera, Platón recupera las tres
los apetitivos, que aquí curiosamente relaciona visiones anímicas que atrás parecieron incompa-
en especial con quienes buscan la riqueza y las tibles: nuestra racionalidad impera, siendo toda-
ganancias, o los de la fogosidad, que tantas veces vía lo más simple y puro que podemos conocer,
convierten en soberbios, envidiosos, mal humora- pero sin ahogar las dulces mieles de la pasión de
dos, indiscretos e irracionales las otras dos secciones de su historicidad, sino
a quienes se dejan seducir por ellos (586c-d). Sin haciéndolas fluir gozosamente por canales que
embargo, ahora nos encontramos con un intento se unen a su propio torrente, en el que la justicia
de redimir las tendencias de tales partes aními- obliga a respetar la diferencia, como si lo mismo
cas, para hacerlas superar esas tentaciones y bus- sin lo otro no pudiese sobrevivir.
car los placeres que la razón les presenta. Expresado de otro modo: somos como una
Así pues, ya no podemos simplemente echar- bestia policéfala en la que un hombre interior
le la culpa al cuerpo de nuestras desventuras espi- alimenta y domestica lo
rituales. Nuestra alma soporta su vida historizada inofensivo que hay en ella, impidiendo que lo sal-
con un desdoblamiento que le permite relacio- vaje crezca, y cuida de las distintas partes hacién-
narse con los dos mundos, pero que a la vez le dolas amigas entre ellas y para con él (589a-b),
hace acercarse la mayor parte de las veces de esto es, siendo un gobernante comprometido con
forma desmedida a lo sensible, alejándonos casi la justicia, el medio idóneo para su propia realiza-
irremediablemente de lo más deseable. Por ello ción. Por ello, en este complejo reino el gobierno
aquel lenguaje carcelario, que nos daba la idea de de la filosofía engendra la verdadera amistad y
que la mejor de las soluciones está en la muerte hace símil lo diferente (590d), alcanzando así la
del cuerpo, no tiene de manera alguna cabida. comprensión de unos y otros, al punto incluso de
Estamos llamados a dejarnos seducir aquí mismo que sus decisiones marcadamente favorables a lo
por el Ser, a gozar de una vida en la Filosofía, más excelso de su alma no llegarán a parecer tirá-
entregados al proyecto de hacer realidad lo que nicas, sino hermosas y deseables, y así deberemos
por ahora solo vislumbramos en nuestros pensa- volver a alcanzar el honorífico título de “uno”48.
mientos (592b). Aunque asimilar los elementos apetitivos y
Esto no se podrá lograr desechando nuestra fogosos a un proyecto de este calibre exige un
naturaleza mezclada, pues nos medimos confor- manejo muy cuidadoso del sentido de justicia.
me con lo justo: dirigiéndose el alma completa Ya hemos avanzado significativamente al unir
hacia lo filosófico, sin sublevaciones, en cada pasión y razón, pero el paso definitivo es la entra-
parte sucede para con el resto que realiza las da en escena de nuevo de la harmonía musical:
cosas que le son propias y se da en lo justo; y así el alma superior, pese a ser lo que en principio
consigue los placeres propios de cada uno menos actúa en la vida cotidiana de los hombres,
que no solo son los mejores, debe hacerse oír, imponer su propio sentido, al
sino también en lo posible los más verdaderos punto de que no solo pueda superar los placeres
(586e4-587a1). El filósofo, por eso, tiene una vida más irracionales y fieros, sino también

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los elementos que parecen más positivos de lo –Por Dios, yo por lo menos no: ¿tú puedes
corpóreo –fortaleza, salud y belleza–, para encau- decir eso?
zar todo ello por los acordes que pueden efecti- (608d3-6)
vamente acompañar su melodía: (el ser humano
con inteligencia) se mostrará siempre afinando La admiración que produce semejante pre-
la harmonía en su cuerpo conforme con la sinfo- gunta a esta altura de la obra platónica no es para
nía [el concierto] que tiene en el alma. –Desde menos. Casi podíamos asegurar, después de que
luego, dijo, si es que piensa ser músico de verdad el alma se distinguió en sus tres secciones, que
[591d1-5] la revelación que conocimos en el Menón ya no
Por lo que habíamos visto atrás, a la música debería tener sentido; pero parece que las cosas
incumbe una integración que rompe con la idea no han cambiado tanto. Sócrates incluso utiliza
de pureza y singularidad, mas aquí parece haber un verbo que nos hace pensar en la
una mayor imposición de la racionalidad sobre sensación, como si Glaucón hubiese tenido frente
los otros elementos anímicos. Pero la melodía que a sí la cuestión. Decíamos que la racionalidad
puede cantar este músico precisa de intervalos quizás presumía más de la cuenta en su estrado, y
que saltan más allá del juego de lo unísono o de todo parece indicar que este paso por la cuestión
las octavas; casi nos atreveríamos a decir que ni de la inmortalidad le devuelve su puesto, y acaso
siquiera le son suficientes las cuartas y las quin- incluso su condición de entidad pura y simple51.
tas, pues en una harmonización que parta de la Si el alma no puede destruirse, entonces,
‘diferencia’ hacia la ‘semejanza’ no deja de vibrar ¿cómo se explica la corrupción con que la vemos
lo ‘otro’, aquello que completa y hace comprender mezclada? La respuesta a esta pregunta nos exige
la grandeza de lo ‘mismo’. En ese sentido, el paso desplazarnos del plano de la política y la moral
atrás, hacia una ruptura con la materialidad, no es al de la ontología: nuestra naturaleza anímica no
más que la ilusión para seguir en el impulso que es una entidad material, los males que le pode-
nos lleve a la verdadera conjugación de las partes. mos achacar –injusticia, desenfreno, cobardía,
Tenemos que ser músicos de verdad, seres que ignorancia, por ejemplo (609b-c)–, por graves
auténticamente pueden lograr la felicidad, pese a que parezcan ser, no son capaces de destruirla,
todas las debilidades e impurezas que acompañan pues no se trata de enfermedades como las que
nuestro acontecer. padecen los organismos compuestos, cuyo equi-
Quizás tendamos a creer que la exaltación librio y correlación se ven afectados al punto de
del ‘pensamiento puro’ sigue presente, en el últi- la dispersión, o la modificación entitativa, sino de
mo de los estadios posibles para el alma; pero la fenómenos pasajeros.
justicia sigue siendo nuestro principal aliado, el La destrucción suele darse por una intromi-
medio que nos hará acceder a lo que parece más sión de elementos externos que llevan al desarrollo
un sueño; y ella está sobre las individualidades de males internos; por ejemplo, ingerir alimentos
en cualesquiera niveles. La utopía filosófica está en mal estado nos lleva a enfermar e incluso nos
para ser construida, para efectivamente jugar con pueden llevar a la muerte, pero precisamente por-
nuestras posibilidades reales49. que desarrollamos trastornos internos (609e). En
Con esto casi logramos dar suficiente res- el caso del alma sabemos que tiene enfermedades
puesta a la pregunta por la identidad de Leoncio, (cf. Timeo 87a-b), pero ninguna de ellas la lleva
pero hace falta aún dar un paso ulterior en este a la destrucción; podría ser que incluso llegara a
diálogo, uno que para muchos parece más bien sufrir las mayores de las bajezas, sea conscientes
un retroceso50, por cuanto se vuelve por los pasos o no, pero nadie llega a perderla.
de la separación. Es normal que temamos a la muerte, bajo la
suposición de que sin el cuerpo el alma no tendría
¿No te das cuenta, dije, de que el alma es su habitáculo natural, además porque a lo mejor
inmortal y jamás perece? las enfermedades de este se podrían traspasar a
Él (Glaucón) mirándome sorprendido las de ella, pero esto no es cierto: ni por la fiebre,
dijo: por otra enfermedad, por un degüello, ni aún

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LA PARADOJA DE LA IDENTIDAD DE LEONCIO 85

si alguien (lograra) que se desmenuce todo el con una entidad plena, distinguible de las even-
cuerpo en las más pequeñas partes, de ninguna tualidades, un “mismo de suyo” que no puede
manera por esas cosas llegaría a perecer el alma descubrirse sino con la mediación del raciocinio
alguna vez (610b1-4). No es posible relacionar [c]52.
dos entidades cuyo ser es incompatible ontológi- No obstante, nuestra situación presente solo
camente. nos permite mirar acontecimientos tempora-
Pero, entonces, ¿hasta qué grado pueden les, la inmortalidad y la pureza las deberíamos
llegar las relaciones con la corporeidad? La hallar vueltos con exclusividad a lo que el pen-
consideración de los géneros apetitivo y fogoso samiento nos puede llevar, esto es, al amor al
de los libros tratados atrás deja la impresión de saber y así, conocer qué cosas
que estos no tienen sentido sino en la medida en comprende y a qué compañías aspira, en cuan-
que existe relación con el cuerpo, y asimismo la to es afín a lo divino, inmortal,
justicia tampoco tiene razón de ser sin que haya siempre existente; así mismo cómo llegaría a
partes que cumplan debidamente con su cometi- ser ante algo tal (611e1-4). Por eso, de momento
do. Pero ahora volvemos a encontrarnos con la solo se pueden mirar sus acontecimientos
versión dualista radical, que supone que no puede y formas en la vida humana, ya luego
haber contacto pleno, que los males del uno no esperamos poder ver si es que es efectivamente
pueden hacer cambiar a la otra en su realidad –sí simple como suponemos, o por el
podríamos sostener que las almas se ven tentadas contrario compuesta (612a). Afirmar desde ahora
moralmente por lo corporal, mas ello no tiene una plena identidad anímica, autosuficiente y de
mayor significado entitativo–, ni siquiera la muer- suyo, puede ser una presunción que interese para
te: nadie demostrará alguna vez que las almas de convencernos de nuestra trascendencia, pero no
los que están muriendo llegan a ser más justas podemos ofrecer razones que la comprendan.
por su muerte (610c3-5). Y es que ni el mayor mal Nuestra visión metafísica está transida de mor-
suyo, la injusticia, la puede trastocar; al contrario, talidad.
quien la posee resulta estar muy vivo, y más allá Hemos llegado aquí posiblemente a un
de vivo, despierto (e1-3). momento clave y definitivo, aunque pueda pare-
El alma, por ello, es inmortal y podemos cer simplemente una inesperada recaída en el
estar seguros de que siempre existen las mis- dualismo53. Aquella extrañeza de Glaucón se
mas almas, puesto que, como ninguna perece, justifica plenamente, pues dos discursos con-
no llegarían probablemente a ser más, ni aún tradictorios se estarían tocando: ¿cómo puede
menos. Si, pues, algo de los inmortales llegara justificarse una propuesta política y ética que
a ser más, sabes que nacería de lo mortal y, esté esperando un más allá para poder realizar-
entonces, todas las cosas terminarían inmortales se plenamente? ¿Podemos seguir creyendo que
(611a5-8). Esto se confirma en la medida en que la justicia es el factor fundamental de la vida
nos volvemos hacia su naturaleza, pues podemos anímica? ¿Es posible llamar la atención a los
decir que es plenamente idéntica consigo misma, injustos, cuya naturaleza a fin de cuentas no se ve
carece de toda diversidad desigual- coartada ni transformada? Platón bien sabe que
dad y diferencia [b]. la combinación entre un lenguaje político y uno
Los atributos que antes le hemos encontrado metafísico puede ser forzada, pero no renuncia a
pudieron dejar la impresión de que se trataba ello, su piedra de toque ha sido la moral, y ahora
de un ser complejo, cuyos extremos luchan por nos quiere presentar la culminación de todos los
sobreponerse a los demás, y cuya unidad depen- esfuerzos que en vida se pueden hacer: somos
de de la adecuada formación –que solo algunos algo más que esta especie de animal fantástico
alcanzan– del elemento racional, que tendría cuyas cabezas aspiran cada una a gozar de toda
que hilar fino para establecer la urdimbre y, así, la pasión de que son capaces; más allá de lo pre-
permitir que la lanzadera de los acontecimientos sente a lo mejor seríamos como intelectos puros,
entretejiese un hermoso resultado. Pero a la vista entidades simples cuyo ser solo puede realizarse
de lo que realmente somos, nos encontraremos con lo Mismo54. Mas para alcanzar esta meta es

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86 LUIS A. FALLAS LÓPEZ

necesario prepararse adecuadamente, los medios la tentación de sentirse tan otro, que podría pen-
los ha de dar la excelencia moral. sarse que solo lo mejor de nosotros merece res-
(Es irreprochable) que se den recompensas peto y atención, y esas tentaciones del deseo no
por la justicia y la virtud restante, tantas y cuan- tengan tanta importancia en el sentido ontológico
tas se conceden al alma por parte de hombres estricto. Pero el proyecto platónico asume que la
y dioses, estando el hombre en vida, así como moralidad es principio ineludible para la vida que
después de que se termina esta (612b7-c3). Aquí nos toca, sea cual sea el resultado ulterior. Y de
estamos a prueba, si cumplimos con lo que nues- momento, hay que asumir esa justa musicalidad
tra naturaleza está llamada a hacer, entonces los que suma diferencias en un hermoso contraste,
dioses nos premiarán, otorgándonos bienes que como si fuese posible dejar que esos ojos miren
son hermosos y sólidos (614a); si no, posiblemen- con gusto, y no haya que enojarse por las pasiones
te volvamos de nuevo a encarnarnos. que los conmueven, sino comprenderlas y asumir-
Esto significa que no nos será posible alcan- las como parte de nuestro ser. Nos desdoblamos,
zar un conocimiento adecuado de nuestra identi- sí, pero realmente para ser mejores.
dad en esta vida, aunque la supongamos. Quizás
sea una buena promesa para quienes intuyan las
cosas mismas, pero de momento no podemos Notas
hacer más que elucubraciones, y, por supuesto,
tratar de cumplir con lo que nos toca: ser justos, 1 Comúnmente se ha relacionado este personaje
pues es ello lo mejor para el alma en sí misma con el citado en el fragmento 24 del Capélides del
(612b3). En el más allá podríamos suponer que no cómico Teopompo.
haga falta virtud alguna, pues esto constituye una 2 El alma es lo más semejante que aquello que en
ayuda para sobrellevar lo presente; allí en cambio sí es divino, inmortal, inteligible, monoeidético,
deberíamos estar libres de las penitencias de la indisoluble y que siempre de un idéntico modo se
encarnación y por ello ser realmente felices. da según las mismas cosas.
Platón no encuentra mejor culminación para 3 A favor de esta tesis se manifiesta O’Brien (1967:
su estudio de la justicia que la promesa de la feli- 226), quien reconoce, no obstante, que hay una
cidad futura. Con ello se ha vuelto a introducir ambigüedad en el lenguaje platónico del Fedón
que nos lleva por lo común a no poder definirnos
el lenguaje que caracterizó el Fedón, aunque no
con claridad entre suponer que es una entidad
parezca que tengamos las cosas más claras55. Mas
individual y de suyo o la particularización de una
sí hemos alcanzado una mayor comprensión de Forma (228).
las variables de relación del alma con la corporei- 4 Según Guthrie, si esto se diera así, las Formas no
dad y el desdoblamiento de que es capaz frente a deberían conocer; y, en consecuencia, la tesis de
lo que parece contradecirle, aunque su naturaleza que sea una de estas sería incomprensible (1990:
última quede en signos de interrogación. 348) [cf. también Frede 1978: 35-6)]; aunque sobre
Ser hijos de este mundo y no poder salir esto no encontramos consenso (en sentido contra-
de él nos compromete a entenderlo y mejorarlo rio se puede mirar la opinión de Hackforth (1952:
hasta donde sea posible. Por eso, incluso nuestras 162-3) y la de D. Keyt (1963: 169). Evidentemente
pasiones racionalistas han de ser contenidas y la estructuración de niveles en las Formas está
realmente inteligentes en correspondencia con muy lejos de discutirse siquiera en obras anterio-
la vida que nos toca. Lo Mismo y lo Otro, la res a la República. A partir de este diálogo quizás
se podría consentir que la primacía de la Idea del
Inteligencia y la Necesidad, se contaminan en
Bien es tal que determina la constitución de este
nosotros, y la pureza ya no es, pues somos un
“reino” eterno (508e).
todo que reconcilia y harmoniza. Como retoños 5 En la República (500c) Platón, al hablar de la
de la proporción, no nos incumbe otra cosa que contemplación de los entes que están siempre bajo
interpretar el canto universal en la pequeñez de el mismo modo
nuestra particularidad. dice que el sujeto intenta imitar tales
¿Nos sirve esto como una propuesta identita- objetos y asimilarse a ellos pero
ria para Leoncio? Quizás no, porque se mantiene tal emulación no implicaría una determinación

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LA PARADOJA DE LA IDENTIDAD DE LEONCIO 87

completa de su naturaleza –esto supondría, por del pensamiento en sí mismo, por sí mismo e
supuesto, que cada vez que el alma conociera incontaminado”.
algo, sea lo que sea, tendería a reproducirlo en su 11 Cf. el uso de este adjetivo en el Timeo (45b7 y
ser–. 76b3). Esta palabra aparece solo en la prosa grie-
6 Para el sentido de cf. Fedón 65d. Eggers ga; es particularmente importante su uso en el
Lan anima a traducir el término por “realidad” Corpus Hippocraticum, siempre como antónimo
(1993: 106). Esta palabra, que procede del par- de
ticipio de fue utilizada primeramente para 12 Frente a ello, Eggers Lan sostiene que los dos
signar la propiedad o la hacienda (cf. Heródoto I atributos citados y son
92; Eurípides, Hercules 337, Helena 1253; etc.). transpuestos por Platón a la esfera divina a partir
En los textos filosóficos suele asumir un papel de lo que él pudo constatar en ritos religiosos
fundamental, en especial por nombrar aquella de purificación y su propia manera de ver la
naturaleza estable (sería sinónimo de en situación humana: “como considera que el alma
Filolao, frag. 11.5, República 359a y b, etc.) que se debe purificarse de la negatividad que padece
distingue de lo generado (cf. Timeo 29c y Sofista en su existencia actual..., extiende desde luego
232c, entre otros), así como de las (Eutifrón la incontaminación a lo divino, que así se torna
11a). incorpóreo, quizás por primera vez en la historia
7 A partir del Fedón, según Frede (1978: 36), lo que de la filosofía” (1993: 107, nota 52).
se puede afirmar con mayor claridad es precisa- 13 En el libro X de la República se plantea la necesi-
mente que el alma es una entidad independiente dad de contemplarla –por medio del razonamien-
con propiedades y capacidades propias, que nos to– en la pureza que está llamada a tener
permiten concebirla como una substancia. condición que
8 Esto no nos puede hacer olvidar que es factible en nuestra situación encarnada es muy difícil de
pensar desde el platonismo en la unidad de la per- ver (611c). Mientras el alma está afectada por la
sona (Cf. McCabe 1994: capítulo 9) o que podría- corporeidad “se asemeja más a una bestia que a lo
mos sostener lo que dice en llamar Crombie “la que es por naturaleza” (d5-6).
tesis personalista” (1979: 309), por la cual creería- 14 Esta afirmación se funda exclusivamente en
mos que el ser humano sería propiamente el alma, una consideración general de los fragmentos y
la que, siendo inmortal, no obstante va al otro testimonios de y sobre él que aparecen en Diels
mundo con su racionalidad y su pasionalidad. y Kranz (1967-9: cap. 44). Hay una amplia discu-
Según Crombie, el que cree en la inmortalidad sión sobre la autenticidad de estos documentos;
personal supone de alguna manera la resurrección al respecto el trabajo más sistemático y completo
del cuerpo: “no se continúa siendo una persona que conocemos es el de Huffman (1993), quien
si se le resta a nuestra experiencia, tal y como la argumenta a favor de la aceptación de los frags.
conocemos, todo lo que pertenece esencialmente 1-7, 13, 16-18 y 20, además de diversos testimo-
a este mundo físico” (p. 310). En ello sigue la nios recogidos por el trabajo de esos grandes
perspectiva del clásico trabajo de P. F. Strawson, filólogos alemanes (cf. en particular de la I parte
Individuals (Londres, 1959, cap. III). de su texto el cap. 2).
9 Procuramos ahora reponer el dualismo antropo- 15 Cebes afirma no estar atemorizado por la muerte,
lógico más extremo del platonismo, en la medida incluso su contraposición la inicia con un cierto
en que funda una noción individualista del alma. humor pues dice que tomará el papel de un niño
Este diálogo, no obstante, permite muchas más que teme la muerte como si fuera un espanto
lecturas. Es difícil no tener en cuenta la inquie- (77e); pero ello contrasta con
tante interpretación de Gadamer (1995: caps. IV las dudas en él y su compañero tebano generan
y V), para quien las objeciones de los personajes la serie de argumentos ulteriores (cf. 84c-d y
Simmias y Cebes son lo suficientemente contun- 107a-b). Es especialmente significativo el que
dentes como para que al final quede un juego no quieran molestar en demasía a Sócrates ante
entre la desconfianza, que se expresa en el llanto la “desgracia” presente
de los discípulos, y la fe de Sócrates en sus ideas; [84d7].
verdaderamente él más argumenta con el ejemplo 16 Al final de toda su argumentación el filósofo dice:
que con una lógica contundente. “sobre las primeras tesis que tomamos como base,
10 Hackforth traduce “by means of thought pure and aunque sean dignas de fe para ustedes, conviene
simple”, mientras Eggers Lan dice: “sirviéndose no obstante examinarlas con mayor precisión.

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Y creo que si las recorren en toda su extensión 20 La inteligencia no parece una facultad o naturale-
suficientemente, darán con el hilo de la argu- za del alma, sino más bien un acontecimiento
mentación de la manera que más le es posible a [79d]), por el que realiza su ser plenamente.
un hombre. Y cuando esto resulte claro, no habrá Burnet (1984: 69) estima que se trata de una con-
ya necesidad de seguir buscando” (107b4-9). dición necesaria, pero no justifica por qué ha de
Esto, en principio, deja entre paréntesis la valía afirmarse esto. Podemos decir que no todas las
de los razonamientos filosóficos que plasma en almas son inteligentes, pese a que sus condiciones
este diálogo. No obstante, el pasaje permite más naturales se lo permitan.
de una lectura; por ejemplo, Burnet (1984: 124) 21 Utilizamos estos términos llevados por establecer
considera que se trata de una confesión de la una cierta analogía con el pensamiento estoico.
debilidad de los argumentos humanos, mientras 22 Excluiríamos quizás los ambiguos trabajos psico-
Eggers Lan (1993: 56) supone que se trata de la lógicos de Empédocles, además, por supuesto, de
natural duda emocional humana: “me es imposi- las tradiciones cosmogónicas y la llamada “sabi-
ble interpretarlas como dudas acerca de la solidez duría griega” primigenia (cf. Colli 1998: 15-53).
lógica de los argumentos expuestos, sino más 23 Pese a los traductores que citamos, preferimos
bien como la duda vivencial que de a ratos invade utilizar el grafismo “harmonía” para hablar de
sigilosamente a la fe más auténtica e intensa”. En la pitagórica. Es posible que la palabra
general podemos afirmar que es realmente difícil más oportuna para hablar de nuestra “armonía”
mantener la “objetividad” al valorar las posibili- sea la palabra Como dice Guthrie
dades filosóficas de este texto. (1984: 248), “la palabra harmonía... significaba
En nuestra opinión la dialéctica aquí todavía está primariamente el acoplamiento o adecuación
cargada de fe y los argumentos de Sócrates solo entre sí de cosas, incluso la clavija material con
refuerzan al discípulo creyente, no convierten al la que se unían (Homero, Odisea V 248), luego,
escéptico. En ese sentido compartimos la opinión específicamente, la afinación de un instrumento
de Guthrie (1990: 352) de que el fin de la filosofía con cuerdas de diferente tirantez”. Aunque se
platónica es reducir lo más posible las expresiones trata, sin duda, de una cuestión con múltiples aris-
míticas, pero él nunca renunciará del todo a ellas. tas en el pensamiento platónico, no solo porque se
17 El pitagorismo tendría respuesta a esta cuestión a sirve de distintos usos de la palabra, sino también
partir de la suposición de que existen como prin- porque su base conceptual es compleja: así, por
cipios de los números lo par y lo impar, lo cual ejemplo, no podemos comparar el heraclitismo
debería permitir romper la inquebrantable barrera con el pitagorismo en esta cuestión, y sin embargo
de la unidad absoluta (cf. Aristóteles, Metafísica ambos se concentran en su pensamiento. Un estu-
I, 5 [985b23-987a28]). dio general y adecuado sobre el tema se puede ver
18 Platón hace uso de formas derivadas del verbo en Moutsopoulos 1959: 321-347.
para hablar de la composición (cf. 24 La idea de una harmonía entre las partes del
78c), este verbo es especialmente importante cuerpo se desarrolla en el discurso del médico
en el Timeo (cf. 79e y sigs.); mientras que para Erixímaco en el Banquete. Según Burnet (1963:
explicitar el proceso disolutivo utiliza tanto la 295), esta era una reproducción del pensamiento
negación de este mismo verbo adjetivada de Filolao; no obstante, este juicio no ha logra-
como el verbo (Cf. do completa aceptación. Es muy posible que
Fedón 78b). Esta última palabra aparece en un el primer pitagorismo no llegara a aceptar una
fragmento de Critias (62) y en la obra platónica doctrina semejante, pero el que se plasma en los
está citada en tres ocasiones expresamente en esta fragmentos de Arquitas de Tarento, así como
sección del Fedón. Por otro lado, la forma los atribuidos al crotoniata, quizás sí lo permita
que es utilizada por Tucídides (II 102, 4, 3 (cf. Huffman 1993: 328-332). El antecedente
y IV 112, 3, 4), significa diseminar o dispersar, a de esta doctrina más comúnmente citado es el
la manera como se disuelve un ejército. fragmento 4 de Alcmeón de Crotona que habla
19 Platón no está completamente convencido de que específicamente de la salud como una suerte de
el lenguaje utilizado sea el adecuado, pues dice equilibrio de fuerzas
que serían esos los rasgos más probables o los [Aecio V 30, 1], pero evidentemente aquí
que mejor parecerían [78c7]), el tema no es el alma. El mismo Alcmeón ofrece
pero no contaría con otro mejor al menos por el un argumento clásico a favor de la inmortalidad
momento. anímica que acaso rompería con la lógica del

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LA PARADOJA DE LA IDENTIDAD DE LEONCIO 89

razonamiento de Simmias: el alma no cesa jamás participación del cuerpo, deficiente o no, sino que
en su movimiento (cf. Aristóteles, Sobre el alma pasa a significar la participación misma; y, por
A 2, 405a30 y sigs.). cierto, la posibilidad de una participación cada
Por otra parte, el alma del mundo en el Timeo vez mayor, y alguna vez plena” (1993: 70).
parece concebirse para la inmortalidad y su 28 Frente a estas posibilidades, lo que parece más
función es harmonizar el cuerpo del universo. En correspondiente al diálogo sería un alma indi-
general, consideramos que esta tesis, que aquí se vidual (un “sujeto espiritual”) que subsiste a la
rechaza demasiado pronto, se va a convertir en vera de la formalidad, pero que está tan cerca de
una clave de comprensión fecunda y potente en el ésta que asimila de alguna manera su naturaleza;
pensamiento de nuestro filósofo. no obstante, es evidente que el texto en cuestión
25 Cf. Testimonios sobre Arquitas de Tarento en promueve una ambigüedad a este propósito, como
DK 47 A 17 (cita Diels la obra de Porfirio en que ya decíamos que sostiene O’Brien (1967: 228).
comenta el Harmónico de Ptolomeo 107, 15 y 29 El tema de la autopredicación de las Formas, que
sigs.). Pensamos en este pitagórico por ser un refe- para los estudios contemporáneos puso de boga
rente histórico fundamental en la vida de Platón. Vlastos (1954), tiene antecedentes significativos
Sobre su doctrina matemático-musical. en las primeras obras de Platón. Específicamente
26 Cf. DK 47 A 16 (cita también el texto de Porfirio). se dan tres ejemplos muy claros: la belleza
Aunque el texto de Arquitas es de orden teórico, es bella (Hipias Mayor 292c), la justicia justa
no se puede olvidar la famosa descripción de (Protágoras 330c) y la piedad pía (idem 330e)
Platón de los músicos, que creemos confirma lo [afirmaciones semejantes se encuentran en el
que decimos: “¿Te parece, querido amigo, que Eutidemo 301b-c] (cf. Malcolm 1991: cap. 2).
un hombre músico, al harmonizar la lira, quiera Más allá de las objeciones lógicas que se puedan
sacar ventaja a otro en la tensión y distensión de hacer a las proposiciones platónicas, en nuestro
las cuerdas o que se tenga por más digno (por respecto parece importante el que algo individual
ello)? (República 349e10-13). no pueda ir más allá de sí mismo para explicarse
27 Tesis sostenida por Hackforth (1952: 161-166). y que, en consecuencia, sus posibles atributos
Esta posición ataca la clásica interpretación de parezcan reiterar innecesariamente su esencia: lo
Burnet 1984: 123), quien suponía que la afir- que es es.
mación en 105d de que el alma porta la vida al 30 Cf. Keyt 1963: 167-172. Este autor encuentra dos
tomar posesión de algo, debe interpretarse como tipos de falacia en esta sección del Fedón: equí-
una metáfora militar, que no se puede aplicar a voco y composición, ambas relacionadas con la
la teoría metafísica. Guthrie, de forma menos cuestión de la traducción de la forma-vida en las
radical, cree que en Platón el alma sería sola- correspondientes formas de la incorrupción y la
mente análoga a las Formas (1990: 348). Por su inmortalidad.
parte, Frede sostiene que, más que ser una forma 31 Esto se podría ver desde otra perspectiva, como
encarnada o una Forma castigada, se trata de una la que destaca O’Brien (1968: 106), quien consi-
substancia independiente con sus propias pro- dera que el último argumento de Platón a favor
piedades y capacidades (1978: 36). En tanto que de la inmortalidad es análogo a la conocida
Robinson estima que no es una idea pero está más prueba anselmiana de la existencia de Dios –el
próxima a las entidades superiores que a los obje- argumento ontológico–, en la medida en que se
tos sensibles: “whatever the perfection of soul, it supone que el alma excluye esencialmente la
is of a lesser degree than that of de paradigmatic inexistencia: “Plato has drawn on the opposition
Ideas. All this still tells us little about what soul between existence and non-existence not as part
itself is meant to be, but it is worth noticing that of his general division between one and many,
for Socrates the superiority of soul to body lies changeless and changing, non-sensible and sensi-
precisely in its approximation to a reality which ble, but in some way exclusively. the soul is shown
is static and unchanging” (1995: 30). Finalmente, to be indestructible not because it is incomposite,
Eggers Lan, intentando también buscar un punto changeless, or non-sensible. It is indestructible
medio, habla de una especie de participación because, ultimately, it is related in a distinctive
superior: “la presencia del alma en el cuerpo way to existence”.
significa más que la presencia de la Idea en 32 Preferimos hacer una traducción tradicional, y
cada ‘cosa’... la presencia del alma en el cuerpo quizás literal, del término pese a las
no es apreciada por Platón respecto de la posible variables que puede generar (“ideas” -Jowett-,

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“proposiciones” -Eggers y Hackforth-, “concep- en partes del alma: cada una parece constituir a
tos” –Valgimigli. Gil y García G.-), muchas de su vez un individuo que posee las condiciones de
estas resultan muy atractivas filosóficamente, las otras; de esta manera, “reason has desires of
pero pueden más bien forzar una exclusiva inter- its own; desire can carry out enough reasoning
pretación. En ello optamos por seguir a Guthrie to attain its goals. All three parts have enough
1990: 140. cognitive capacity to recognize one another,
33 F. A. Wilford (1959: 58) sostiene a este propó- conflict or agree, and push their own interests”.
sito que la tripartición es una descripción de las De manera similar Reeve (1988: 140) sostiene
tendencias del alma, que están motivadas por su que las partes del alma serían similares a “almas
encarnación, y no de las condiciones ontológicas primigenias”, que tienen sus propios intereses y
de la misma: “all three alike are fragments into posibilidades: “appetite, aspiration, and reason
which the prior unity of the soul is split by the now emerge... not simply as unified sources of
impact of incarnation. What is one in that world motivation, each pushing the psyche towards its
is three in this. There is indeed hierarchy among own peculiar good, but as psychic unities, each
them, but not division, and the hierarchy is quite with its own characteristic vision of reality, its
of this world.” own peculiar weltanschauung, to impose on the
34 Platón utiliza en la República el término psyche it rules”.
para referirse al Estado en 428e7, 429b2 y 8, 42 Cf. Moutsopoulos 1959: § 243-4.
432e10, y directamente al alma en 442b11, c5, 43 A este propósito, como señala J. Moline: “a com-
444b3, 581a6, c9, 583a1 y 586e5. Es importante mon awareness of means/end relationships in
también su aparición en Timeo 88c7. each part suggests precisely the sort of versatility
35 referido a grupos sociales se puede ver en a capacity for usurpation presupposes. It suggests
Rep. 429a1, 434b9, c8, 435b5 y 7, 441a1; referido a minimal capacity we might call ‘cognitive’ even
al alma aparece en 441c6, d9, 443d3, b5. Por otra in part C [1978: 10-11]. Es
parte, en el Timeo signa cuestiones anímicas en esta usurpación, según el autor, quizás una de las
69d5, e4, 70a6, 72e7, etc. razones fundamentales para rechazar el común
36 Con este término se habla de las especies de alma uso del término “facultad” en la
en República 435c1 y 5, e5, 437d3, 439e2, 440e8 interpretación de estas “partes” (cf. pp 1-2 y 7-9).
y 9, 580d3, 612a5, etc., sin duda en paralelo a los 44 “A person is just, then, if each part is acting virtu-
géneros del Estado (cf. 432b3, 433b2 y 3, 435b2, ously and as it should: if reason is ruling, spirit is
etc.). ensuring that reason has adequate motivational
Se debe recalcar que Platón para hablar de estas backing and desire is acquiescing in control by
partes o géneros de alma por lo común utiliza the other two rather than pressing its own particu-
la sustantivación de adjetivos o una oración de lar claims” (J. Annas 1981: 132).
relativo con artículo 45 Guthrie, por el contrario, considera que la argu-
[439e3], por ejemplo) –es particu- mentación platónica de esta sección evidencia “un
larmente llamativo el uso del en 435e5 para desarrollo sorprendente, innecesario y segura-
referirse también a ello–. mente desafortunado” (1990: 519). Entre Grube y
37 Cf. Crombie 1979: 358-9, Guthrie 1990: 458-9, Guthrie, la posición de Robinson parece una pers-
Robinson 1995: 39-40, etc. pectiva intermedia más adecuada (1995: 57-8).
38 Cf. J. Kim 1996: cap. 4: “Mind as a Computer: 46 Atrás se han distinguido los hombres de gobierno
Machine Functionalism” y N. Block 1980: en cinco clases: aristocrático, timocrático, oligár-
“Introduction: ‘What is Philosophy of quico, democrático y tiránico (543c y sigs.).
Psychology?’”. 47 Este sustantivo en el Gorgias aparece en 496e1 y
39 Platón cita en 441b6 el verso inmediatamente 492a8 y d7 para hablar del pleno disfrute de los
anterior a este. deseos, de la misma forma en Filebo 31e8, 37a1,
40 es en la nomenclatura musical grie- 2 y 7, etc.
ga el intervalo de octava, es decir, el que mejor 48 Cf. McCabe 1994: 268. Esta autora destaca las
equipara los sonidos. Cantar en octava equival- dificultades que conlleva la visión tripartita para
dría a cantar al unísono, aunque unos lo hagan en sostener la unidad. Según su lectura, hay una
niveles más agudos o graves que los otros. evidente modificación en el concepto de uno (el
41 J. Annas (1981: 131) recalca el carácter antropo- Estado, el ciudadano, y como luego se verá en el
mórfico que tiene la descripción de la división Timeo, son “unos” complejos), pero esto no deja

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LA PARADOJA DE LA IDENTIDAD DE LEONCIO 91

de suscitar dudas cuando intentamos discernir la (esta y su adverbio correspondiente están en el


personalidad (cf. pp. 267-270). libro V [478d6, e2 y 479d5]),
49 Cf. Peters 1989: 180-5. Este artículo desarrolla o la expresión
una lectura de la República centrada en los aspec- La calificación de como acabamos
tos que hemos recalcado en este apartado; para el de ver, aparece como parte de lo que se habrá
autor se deben reivindicar, entre otras cosas, la de saber en la otra vida (612a4). Finalmente, es
unidad de la persona humana, el carácter pasional muy posible que la referencia en 611b10 a otros
de la razón platónica y la necesidad de traducir argumentos a favor de la inmortalidad exija que
en el orden práctico lo que hemos alcanzado en el tengamos presente en todo esto lo expresado en el
intelectivo. Fedón en tal sentido.
50 Cf. Grube 1987: 215, así como Guthrie 1990:
533.
51 R. Bett (1986: 17-8) llega incluso a poner en un
mismo bloque las psicologías del Fedón y la
Bibliografía
República, que se unen para afirmar que la verda-
dera naturaleza del alma está exenta de cambios y Fuentes
de composición.
52 Según R. Hall (1973: 72-4), estos pasajes de Platón (1902), Opera. Oxford: Clarendon Press. Del
la República dejan la idea del alma como una Fedón se consultaron las versiones de Cambridge,
unidad compleja o diferenciada, que en el caso 1952 (trad. y notas Hackforth), Cambridge, 1984
de aquella que lograría la vida bienaventurada [1911] (edición y notas de Burnet), Eudeba,
compaginaría adecuadamente placeres, deseos y Buenos Aires, 1993 (trad. y notas Eggers Lan),
afecciones con su vida cognitiva o racional; de Gredos, Madrid, 1986 (trad. García Gual), Labor,
esta manera corresponderían a una de las posibles Barcelona, 1994 (trad. Gil), Laterza, Roma,
lecturas de la tripartición del libro IV. 2000 (trad. Valgimigli). De la República se
53 Annas (1981: 345) se muestra especialmente dura consultaron las versiones españolas de Aguilar,
con esta argumentación sobre la inmortalidad: Madrid, 1966 (trad. Míguez), Centro de Estudios
“this is one of the few really embarrassingly bad Constitucionales, Madrid, 1981 (1947) [trad.
arguments in Plato, and thought Glaucon is quic- Pabón y Fernández], Gredos, Madrid, 1986 (trad.
kly satisfied with it, we have good reason not to C. Eggers Lan),
be”; una de las principales razones de ello es su Diels, H. & Kranz, W. (1967-9), Die Fragmente der
discordancia con respecto al tema de la justicia Vorsokratiker. Zürich: Weidmann.
(cf. pp. 344-8), aunque esta resulta ser el tema con
el que decide Platón cerrar el diálogo. Apoyo
54 Frente a esto, para Robinson (1995: 54), el alma
de que se habla aquí en su verdadera naturaleza Annas, J. (1981) An Introduction to Plato’s Republic.
no es exclusivamente racional: “be this as it may, Oxford: Clarendon Press.
the “soul in its purified state” is the same soul Bett, R. (1986), “Immortality and the nature of the soul
as the ‘marred’ soul: it has the same gamut or in the Phaedrus”. Phronesis 31, 1, pp. 1-26.
extension”. Cf. también Robinson 1967: 147-151, Burnet, J. (1963) Early Greek Philosophy. Londres:
donde insiste en que estando libre el alma de la Adam & Charles Black.
corporeidad habría de ser aún una combinación Block, N. (ed.) [1980] Readings in Philosophy of
de los tres géneros, pero en estado puro. Psychology. Cambridge: Harvard University Press.
55 Desde el punto de vista de los términos de aque- Colli, G. (1998) La sabiduría griega. Madrid: Trotta.
llo con lo que puede asimilarse el alma, entre Crombie, I. M. (1979) Análisis de las doctrinas de
las descripciones del Fedón y de esta sección de Platón (dos volúmenes). Madrid: Alianza.
la República hay una notable cercanía, pues se Festugière, A. J. (1967) Contemplation et vie contem-
repiten los adjetivos (611c3; cf. también plative selon Platon. París: Vrin.
614e1), (611e2) y (608c9, d3, Frede, D. (1978) “The final proof of the immortality of
610c8, 611a2, 7 y 8, y e3), así como la expre- the soul in Plato’s Phaedo 102a-107a”. Phronesis
sión (611a1). Otras palabras que 23, pp. 27-41.
podríamos considerar fundamentales en el primer Gadamer, H. G. (1995) El inicio de la filosofía occi-
diálogo no aparecen aquí, a saber: dental. Barcelona: Paidós.

Rev. Filosofía Univ. Costa Rica, XLV (115/116), 71-92, Mayo-Diciembre 2007
92 LUIS A. FALLAS LÓPEZ

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