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Coronación por el papa León III del emperador Carlomagno considerado «el padre de Europa» el día de
Navidad del año 800 en Roma. T. Friedrich Kaulbach, 1861, colección Maximilianeum, Munich.
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La ideología de género trata de destruir la base antropológica en la que se asienta nuestra sociedad
y se implementa según una agenda internacional impuesta por activistas e instituciones como la ONU o
el Parlamento Europeo. Su meta es lograr una sociedad sin clases de sexos, implantando la
indiferenciación sexual por medio de la deconstrucción del lenguaje, de la relación familiar, la
reproducción, la sexualidad y la educación. Lleva a la crisis de identidad de las personas, como señalan
pediatras y científicos, con evidente repercusión en el ámbito social, político, educativo. Frente a la
ideología de género, que pervierte la realidad y fomenta la desintegración de la persona, la naturaleza
humana y la dimensión cultural se unen en un proceso amplio y complejo que constituye la
formación de la propia identidad femenina y masculina.
La denominada ‘perspectiva de género’ es normativa, imperante, y cada vez más intolerante. Se cumple
la profecía de Tocqueville sobre la degeneración de la democracia: “el despotismo democrático dejará
de lado el cuerpo de los ciudadanos para ocuparse y apoderarse de su conciencia, y degradará a los hombres
sin atormentarlos”.
Mediante las leyes y la manipulación del lenguaje se desarrolla en Occidente una fuerte ingeniería social
para cambiar las ideas y las costumbres, y crear una sociedad que pone en crisis la vida misma y lleva a
la destrucción de nuestra civilización, que es el objetivo. Por ello se impulsa el multiculturalismo derivado
de la inmigración musulmana, que se promueve como una aliada en la destrucción.
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Campaña en Polonia por la Vida. Febrero 2021.
En el ámbito del pensamiento y la sociedad, el escritor italiano Antonio de Felip, en su reciente artículo
Nuevas páginas de libertad desde Francia. Una historia con raíces profundas, repasa la historia de las
ideologías en Francia y de los movimientos culturales inconformistas, hasta llegar a la situación actual.
En la época más próxima, en la década de 1970, nació la Nouvelle Droite de Alain de Benoist, todavía
viva, con su think tank GRECE (Groupement de recherche et d'études pour la civilisation européenne)
apoyada por otros intelectuales, y destaca que hoy, la cultura ‘inconformista’ (el término ‘cultura de
derecha’ es estrecho para un fenómeno intelectual más complejo) está muy viva y combativa en
Francia. El globalismo, la destrucción de las soberanías, la inmigración islámica, el ‘Gran Reemplazo
de los pueblos’ que está en curso, la dictadura de las grandes finanzas son los elementos que han
hecho emerger nuevas sensibilidades intelectuales, con autores también provenientes de la izquierda.
Estos autores, señala De Felip, no tienen una vida fácil en Francia – como tampoco en Italia –, el
mundo liberal y de la izquierda ha implementado una ocupación sistemática de las instituciones
culturales: escuelas, universidades, medios de comunicación, editoriales, etc. Se aplica un activo
convenio contra quienes no se adhieren a los dogmas imperantes. Las leyes se utilizan como arma
contra cualquier opinión no conformista o revisionista. Editores de revistas, como Valeurs actuelles,
escritores como Éric Zemmour y Michel Houellebecq (este del mundo de la izquierda) han sido llevados a los
tribunales con las habituales acusaciones de “racismo” y "discurso de odio", con las inevitables secuelas de
un boicot de las editoriales y de los medios de comunicación.
A pesar de la represión cultural, y aún más, el frente identitario, soberanista y antiinmigración, está
plagado de nombres de intelectuales, muy diferentes entre sí, que plantean la batalla cultural en
defensa de la civilización europea, contra la invasión islámica, la corriente de la cancelación, la
disolución de los valores del derecho natural y de la familia, y la dictadura del relativismo. Entre otros,
el citado Éric Zemmour, Robert Ménard, Richard Millet. Dos libros de autores que se inscriben en esta
‘resistencia cultural’ francesa han sido publicados recientemente en italiano y glosados en el artículo
de De Felip. Se trata de ‘Católicos e identitarios. De la Manif pour tous a la reconquista’ de Julien
Langella (2017) y ‘¡Coraje! Manual de guerrilla cultural’ de François Bousquet (2019).
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En Católicos e identitarios. De la Manif pour tous a la reconquista,
Langella lanza un llamamiento de resistencia total y reconquista cultural
contra quienes quieren redibujar los contornos de la humanidad. El autor
muestra el vínculo entre el mensaje cristiano y la lucha por la identidad.
La portada elegida es significativamente una imagen de la Reconquista
española contra la invasión musulmana con su adalid el apóstol Santiago.
Julien Langella fue cofundador de Génération Identitaire en 2011,
asociación que ha impulsado numerosas manifestaciones y acciones
contra la inmigración ilegal y por la defensa de la identidad francesa y
europea; tras una larga persecución judicial, el régimen de Macron la
disolvió por los habituales "delitos de racismo” en marzo de 2021. Ahora
continúa su batalla con publicaciones y colaborando con Academia
Christiana, asociación católica tradicionalista para la formación de
jóvenes y “por la defensa de la Verdad, la Belleza y el Bien”.
El libro, en este tiempo de dictadura globalista, es una reivindicación valiente del derecho y el deber de
defender la identidad religiosa, cultural, histórica. Aporta argumentos y datos para las polémicas con los
sostenedores del caos, el desorden moral y el multiculturalismo; y al mismo tiempo, identifica los
"principales enemigos" que quieren conducirnos a la homologación y al desarraigo: "La sociedad del
consumo contra la fe y la familia"; "La inmigración masiva, resultado de la ideología globalista, la necesidad
de una mano de obra servil alentada por el deseo liberal de abolir las fronteras, y el asistencialismo promovido
por el Estado social". Langella coincide con otros autores en que “La actual afluencia de no europeos
corresponde a un proyecto ideológico destinado a hacer desaparecer con el tiempo a los cristianos de Europa".
El libro es una invitación a todos, valiente en el lenguaje y el contenido, a no rendirse, a luchar, cada uno
según sus posibilidades y en su propio ámbito: "Donde haya espacios que ocupar, incluso una mínima
posibilidad de ganar y un mínimo margen de maniobra, debemos estar ahí".
El análisis de Bousquet sobre el estado de la cultura identitaria tanto en Francia como en Europa,
es realista, implacable: “estamos dominados ideológicamente, somos culturalmente “subalternos”. [....].
A la luz del tratamiento mediático que se nos reserva, nosotros somos identitarios, franceses, europeos,
un grupo social de rango inferior”. Y aclara: “Los cuatro medios que utiliza el sistema para
descalificarnos son: 1) la invisibilidad, 2) la inferiorización, 3) la demonización, 4) la patologización”.
Y señala de donde proviene la tiranía: “Este tirano es el izquierdismo cultural, los liberal-libertarios, el
pensamiento único. Tiene sus informadores e inquisidores: rectores universitarios, directores de teatro,
periodistas, magistrados y profesores, …”. Sin embargo, no hay victimismo, ni resignación en Bousquet.
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Todo el libro es un grito decisivo a la reacción, al rescate, a la reconquista. Hay un recordatorio de
la lección de Solzhenitsyn: no vivir en la mentira, la fuerte llamada a ser una minoría intransigente.
"Nosotros, los militantes, soldados políticos, intelectuales orgánicos, debemos ser la vanguardia
inteligente de la mayoría silenciosa, de los alienados, [...] prisioneros de una falsa conciencia que les
hace balbucear palabras que no son las suyas". Y el terreno de la batalla es la cultura, la información.
Debemos ocupar todos los resquicios que nos deja el régimen.
Son dos libros en suma, que contienen una llamada a la acción, que como destaca De Felip, va mucho
más allá de la controversia política y la actualidad. Es una llamada metapolítica a la Civilización, a
la Belleza. Se trata de dos obras instructivas e interesantes, pero que además son guías luminosas en la
oscuridad del momento, y sobre todo, exponentes de un movimiento cultural inconformista en Europa y
que, junto con otros hechos políticos y sociales positivos mencionados más arriba, son una muestra
reconfortante de que el combate por la reconquista de la civilización Occidental está en marcha.
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