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Genesis Diaz Articulos
Genesis Diaz Articulos
Cuando hablamos del valor de cambio de una mercancía, entendemos las cantidades
proporcionales en que se cambia por todas las demás mercancías. Sabemos por experiencia
que estas proporciones varían hasta el infinito. Si tomamos una sola mercancía, trigo por
ejemplo, veremos que un quarter de trigo se cambia por otras mercancías en una serie
casi infinita de proporciones. Y, sin embargo, como su valor es siempre el mismo, este
valor tiene que ser distinto e independiente de esas proporciones en que se cambia. Cuando
comparamos el área de triángulos diferentes o cuando comparamos triángulos con
rectángulos o con otra figura rectilínea reducimos el área del triángulo a una expresión distinta
de su forma visible. Y como sabemos que su área es igual a la mitad del producto de su base
por su altura, esto nos permite comparar entre sí los diversos valores de toda clase de
triángulos y de todas las figuras rectilíneas, puesto que ellas pueden dividirse en triángulos. El
mismo procedimiento tenemos que seguir en cuanto a los valores de las mercancías. Tenemos
que poder reducirlos todos a una expresión común, distinguiéndolos por la proporción en que
contienen esta medida igual. Como los valores de cambio de las mercancías son
funciones sociales de las mismas y no tienen nada que ver con sus propiedades naturales, lo
primero que tenemos que preguntarnos es: ¿cuál es la sustancia social común a todas las
mercancías? Es el trabajo. Para producir una mercancía hay que invertir en ella una
determinada cantidad de trabajo. Y no sólo trabajo, sino trabajo social. El que produce un
objeto para su uso personal y directo, para consumirlo él mismo, crea un producto, pero no una
mercancía. Como productor que se mantiene a sí mismo no tiene nada que ver con la
sociedad. Pero, para producir una mercancía, no sólo tiene que crear un artículo que
satisfaga alguna necesidad social, sino que su mismo trabajo ha de representar una parte
integrante de la suma global de trabajo invertido por la sociedad. Ha de hallarse supeditado a la
división del trabajo dentro de la sociedad.
OFERTA Y DEMANDA
La oferta y la demanda no regulan más que las oscilaciones pasajeras de los precios en el
mercado. Por qué el precio de un artículo en el mercado sube por encima de su valor o cae por
debajo de él, pero no dicen jamás este valor en sí. Supongamos que la oferta y la demanda se
equilibren o se cubran mutuamente, como dicen los economistas. En el mismo instante en que
estas dos fuerzas contrarias se nivelan, se paralizan mutuamente. En el instante mismo en que
la oferta y la demanda se equilibran y dejan, por tanto, de actuar, el precio de una mercancía
en el mercado coincide con su valor real, con el precio normal en torno al cual oscilan sus
precios en el mercado. Por tanto, si queremos investigar el carácter de este valor, no tenemos
que preocuparnos de los efectos transitorios que la oferta y la demanda ejerce sobre los
precios del mercado Y otro tanto cabría decir de los salarios y de los precios de todas las
demás mercancías.