ESCUELA MARITIMA
Surgen dos preguntas centrales, la primera es: ¿cómo hacer que los docentes adopten e implementen
estrategias y metodologías que permitan mayor autonomía a los estudiantes? Si bien esta no es la pregunta
que trataremos de responder en este documento es necesario tenerla en cuenta; la segunda pregunta
central es ¿cómo hacer que los estudiantes se hagan más protagonistas, más responsables, más dueños de
su propio proceso de aprendizaje? Y, adentrándonos en esta cuestión, tenemos que tener en cuenta que,
si los estudiantes nunca han tenido la experiencia de ser responsables, nunca ejercerán la responsabilidad.
Y es aquí donde debe tomar protagonismo el rol del docente y la institución para dotarles de recursos
para que puedan ejercer esa responsabilidad, en todos los niveles. Porque es importante tener en cuenta
que si bien se reducirá la actividad presencial esto no significa dejar sin recursos ni atención a los
estudiantes.
Se debe repensar la docencia (no solo las clases) en función del estudiante y de sus condiciones. No
empeorar la situación anterior o hacerla más pesada; sobre todo tomando en cuenta la emergencia
sanitaria que atraviesa el país por el COVID-19. Sino incorporar componentes básicos de la acción
docente como: lecciones magistrales (para grupos grandes), seminarios, talleres (para grupos pequeños)
y tutorías (de manera individual). Tomando en consideración el “posible” tiempo de dedicación a cada
actividad planificada y adaptándolas a las herramientas a utilizar.
Aunque hay docentes que han interpretado este cambio de lo presencial a lo semipresencial, o en algunos
casos a lo virtual, como que ya no se debe atender al estudiante como se lo hacía antes, dejándolos ahora
más solos y tomando una actitud de: ya no tengo que dar clases y ya no tengo que estar atendiendo a mis
estudiantes porque no pasan ese tiempo conmigo como docente.
2. DESARROLLO
Si se define el aprendizaje autónomo como “…un proceso donde el estudiante autorregula su
aprendizaje y toma conciencia de sus propios procesos cognitivos y socio-afectivos. Esta toma de
conciencia es lo que se llama metacognición. El esfuerzo pedagógico en este caso está orientado hacia
la formación de sujetos centrados en resolver aspectos concretos de su propio aprendizaje, y no sólo en
resolver una tarea determinada, es decir, orientar al estudiante a que se cuestione, revise, planifique,
controle y evalúe su propia acción de aprendizaje…” (Martínez, 2005) El proceso de enseñanza-
aprendizaje tendrá el objetivo de desarrollar conductas de tipo metacognitivo; es decir potenciar niveles
altos de comprensión y de control del aprendizaje por parte de los estudiantes. Entonces el rol del
docente de alguna forma será el de preparar al estudiante para la formación a lo largo de la vida y ser
un mediador del aprendizaje de sus estudiantes. Pues como señala Zabalza (2009) el aprendizaje
autónomo es una forma de aprendizaje en la que el estudiante asume una parte importante de la
responsabilidad de la organización de su aprendizaje.
Se debe entender que para un estudiante es difícil estar en condiciones de poder trabajar por cuenta
propia si no cuenta con las herramientas precisas. Las universidades tienen (o tendrían que tener)
muchas bibliotecas que estén siempre llenas, con enormes filas para poder ingresar. Aunque
curiosamente nadie coja un libro, sino que más bien lean (estudien) sus apuntes. Esto a veces debido a
la falta de conocimiento sobre el proceso de pedir un texto, otras veces porque la institución tiene una
“irónica” prohibición (no escrita ni señalada sino supuesta por el bibliotecario de turno) que no permite
que se saquen los libros, por temor y desconfianza en que sean dañados, perdidos o robados.
Efectivamente gracias a Internet se tiene mayor acceso a bibliotecas digitales donde se puede descargar
los libros en diversos formatos; aunque también (aunque no haya un bibliotecario) los estudiantes
tampoco suelen leerlos; suelen descargarlos y guardarlos nada más. Esto tiene que ver con la ausencia
de la costumbre de trabajar con artículos de revistas científicas, bases de datos, investigaciones, etc.
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Eje control-autonomía (Brown y Atkins, 1988)
Participación y
control del docente
Participación y
control del estudiante
El aprendizaje autónomo requiere un sistema intenso de tutoría, ya que no consiste en delegar toda la
responsabilidad del Proceso de Enseñanza Aprendizaje al estudiante sin tener la seguridad de que vayan
a lograr asumirlo con responsabilidad. Esto exigirá un mayor esfuerzo docente y del estudiante en la
preparación y el dominio de ciertas técnicas de trabajo, sobre todo en el uso de las TIC. Requiere poseer
capacidades y habilidades genéricas y transferibles a cualquier situación de aprendizaje (manejo de
fuentes y gestión de la información). También va a requerir de una nueva “actitud” de docentes y
estudiantes. Y requiere finalmente infraestructuras tecnológicas y didácticas. Cualquier estudiante
puede aprender cualquier cosa por su cuenta, pero siempre con una condición: que tenga materiales
adecuados y una orientación adecuada.
Para que un estudiante pueda desarrollar el aprendizaje autónomo precisa también de ciertas
competencias que de alguna manera también deben ser trabajadas con la guía del docente en un inicio.
- Capacidad de iniciativa
- Saber configurar un plan de trabajo realista
- Manejarse con fuentes de información y saber contrastarlas
- Comprender informaciones y textos (resumirlos)
- Plantear y resolver problemas
- Voluntad para conocer cosas nuevas y profundizar en ellas
- Transferir, extrapolar y aplicar conocimientos a situaciones nuevas
- Reflexionar y evaluar su propio trabajo
Lo importante es que todo esto puede y debe ser enseñado en el Proceso de Enseñanza Aprendizaje.
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3. CONCLUSIONES
Se debe motivar a los estudiantes y apoyarlos para que desarrollen las competencias necesarias para un
aprendizaje cada vez más autónomo. El docente debe, salvo cuando se pretenda negociarlo, tener
establecido de antemano un plan global de trabajo claro (el estudiante organiza su tiempo, no decide
sobre lo que se ha de aprender). También se debe definir las condiciones del curso y los niveles de
exigencia para que el estudiante y el docente estén conscientes de la cantidad de esfuerzo y trabajo que
se llevará adelante durante el Proceso de Enseñanza Aprendizaje. Y finalmente se debe especificar el
sistema de evaluación y, en su caso los productos o pruebas a desarrollar, esto como parte fundamental
de la verificación de la efectividad del trabajo realizado tanto por el docente como por el estudiante.
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BIBLIOGRAFÍA
Brown, G. y Atkins, M. (1988). Effective Teaching in Higher Education. London, Methue & Ltd.
Martínez Fernández, J.R. (2004). Concepción del aprendizaje, metacognición y cambio conceptual en
estudiantes universitarios de Psicología. Tesis doctoral, Universidad de Barcelona.