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Prólogo
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ronlo damar por copia·s cientifioamente exactas, y ei insulso dable, y anunciamos, para :lamentación más general todav1a,
culinarismo d el obtuso alimento espi1-"itual para los ojos o el nuestro propósito de afincarnos en dicho reino. )'ratemos el
espíritu arrancáron"le un grito de reclamo por la bella lógica teatro como un lugar de e~arcimiento, tal como corresponde
de la tabla de multiplicar. ?. una es·tética, e investiguemos qué clase de e~parcimiento
Despectivamente rechaz·aba el culto de lo bello, que nos conviene.
había sido practicado con desprecio de lo didáctico y con
desdén de lo útil, porque ya no se producía nada bello. Se 1
a~iraba a un teatro de la era científica, pero para sus pl-arü- El teatro oonsiste en la elaboración de copias vivientes
ficadores resultó harto dificultoso tomar en préstamo lo bas- de los sucesos tradicionalmente recibido:s o imaginados entre
tante o robar de las existencias de"! arsenal de conceptos los ·h ombres, y ello ciertamente para fines de esp:ncimiento.
estéticos, a fin de poder mantener alejados a los estetas de A e~to a•ludimos en todo lo que ·sigue cuando hablamos de
la prensa, y sencillamente amenazaron con el propósito de teatro, ya sea del antiguo o del nuevo.
"derivar de un e·stimuJ.ante deil placer un objeto didáctico y
de tr·ansformar ciertos establecimientos de diversión en órga-· 2
nos de publicaciones" (Observaciones sobre la 6pem), o sea Par.a. mayor precisión, podríamo-s ag.¡-egar también los acon-
emigrar del reino de lo agradable. La estética, herencia de tecimientos entre "los hombres y los dioses, pero como sólo nos
una clase depravada que se había vuelto par·asitaria, hallóse ocupa una determinación de lo mínimo, ello puede omitirse.
en tan lamentable situación, que un teatt·o ganaba así en Aun cuando 'tomáramos en cuenta dicha: ampliación del pro-
renombre como en libertad de movimiento con llamarse sim- blema, la descripción de la función más generltl del conjunto
plemente teatr-o. Con todo, lo que se había practicado como denominado teatro, como organismo de esparcimiento, segui-
el teatro de una era científica, no . fue ciencia sino teatro, ría siendo la misma. Es la más noble función que hemos halla-
y la acumullación de inno,naciones producida por el cese de do para el teatro.
las posibilidades ·de demost:ración práctica durante la época
nazi y durante la guerra, nos invitan a hacer la tenta<tiva de 3
ex:aminar esa e~ecie de nuevo teatro conforme a su posición Desde ·s iempre la misión del teatro ha sido, así como la
dent,r.o de la estética o, en todo ca·so, señalar los lineamientos de todas las otras artes, la de entretener a los hombres. Esta
de una posible estética para dicha e~ecie. Resultaría muy misión le confiere siempre su particular dignidad; no nece-·
dificu'ltoso presentar la ·teoría del distanciamiento teatral fuera sita de ninguna o'tr·a credencial sino de ·la alegre distracción, .,H
del marc.o de una estética. y el'lo incondicionalmente. En modo alguno resultaría elevado
Actualmente hasta podría escribirse una estética de las a un sitial más encumbrado si se lo convirtiera, por ejemplo,
ciencias exactas. Y·a Gali!leo habla de la elegancia de deter- en merc 3.dü público de la moral; antes bien, acaso no resultara
minadas fórmula·s y de la gracia picante de a:lgunos experi- pTecisamen>te degr·adado con ell.o, salvo en el momento en que
mentos. Einstein atribuye al sentido de la bellez,a una función no hiciera de la mora·l una cosa placentera y por cierto pla-
descubridom, y Rober;t Oppenlheimer, el Hsico atómico, pon- cente:>a para los sentidos. . . con lo cual la mora•l podría salir
dera la acbitud científica, ya que "posee su ·b elleza y parece ganando. Ni siquiera debier·a exigírse~le que enseñe nada, o
hecha a ·la medida de la posición del hombre sobre la tierra". en tDdo caso nada más útil que moverse con placer, así en
Renunciamos, por lo tanto, sin duda para lamentación sentido corporal como e~iritual. O sea que el tea•tro tiene que
general, a nuestro propósito de emigrar del reino de 1lo agm- seguir siendo a"lgo superfluo, lo cual naturalmente significa
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que se vive para io superfluo. Nada necesita menos justifica- ministrar otras copias de la convivencia humana; no sólo co ..
ción que 'los placeres. pias de una convivenda diferente, sino también copias de una
especie dFferen'te.
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Lo que los antiguos, según Aristóteles, se proponían con 8
sus tragedias, no era ni algo más elevado ni algo más bajo,
Siempre con arreglo al entretenimiento que era posible
sino sencil~amente entretener a las gentes. Cuando se dice que
y necesario según el ti<po de convivencia humana, los perso-
el teatro surgió del culto, sólo se eS'tá diciendo que se convir- najes fueron diferentemente proporcionados, y las situaciones,
tió en teatro por efectos de un desprendimiento; de los mis-
e-laboradas .c onforme a otras perspectivas. Las historias han
terio-s no tomó la misión cul,tural de éstos, sino el placer que
de ser re1a:tadas de manera muy diferente para que puedan
producen, pura y simplemente. Y aquella catársis de que ha-· entretener ya sea a los helenos, con su inevitabilidad de l.as
bla Aristóteles, esa purificación por el terror y la piedad, o
leyes divinas, cuyo desconocimiento no protege del castigo, ya
del terrO'r y 'la piedad, es una ablución que fue instituida no a los franceses, con su gracioso autodominio exigido a los gran-
sólo en el ·s entido del placer, sino precisamente como objetivo des de la tier-r a por el código de 'los deberes cortesanos, ya a
del placer. Exigir más del teatro o atribuirle más de lo corres- los ingleses de la era isabelina, con el narcisismo del nuevo
pondiente, es rebajar su objetivo propiamente dicho. individuo que se refocila a sus anchas.
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Aun cuando se hable de una especie elevada y de otra
especie inferior de P'laceres, no se hace sino seguir mirando Y hay que tener bien presente que el placer que produ-
hada e1 arte con una cara, por así decir, de -hierro, dado que cían esas copias de ~tan diferente especie apenas nunca de-
lo que el arte desea es moverse haci-a la·s cosas elevadas y pendía del grado de simili-tud de la copia con su modelo. La
hacia las inferiores y que se lo deje en paz, si en todo ello incorrección, y 'ha·s ta la más evidente inve-rosimilitud, mo'les-
ha-lla placer el pueblo. taba poco o nada, siempre y cuando la incorrección tuviese
Existen, por el contrario, placeres débiles (simples) y pla- una cierta consistencia y la inverosimilitud mantuviera un aire
ceres fuertes ( CO'mP'lejo-s), di5'ponibl-es a través del teatro. Estos constante. Bastaba la ilusión de un decurso inexorable en el
últimos, con los que nos hallamos en las grandes creaciones desarrollo de la historia, producida por toda dase de recursos
dramáticas, alcanzan sus gradaciones más o menos como el poéticos y teatr-ales. También noSO'tros pasamos por alto de
coito alcanza la suya en el amor; son más ramificados, más buena gana semejantes incoherencias, cuando podemos aprove-
ricos en intercomunicaciones, más ricos en cont-r adicciones y charnos de las depuraciones anímicas de un Sófocles o de las
en consecuencias. escenas de sacriificios de un Racine o de lo-s pasajes frenéti-
cos de un S<hakespeare, al intentar apoderarnos de los bellos y
7 grandiosos sentimientos de los protagonistas de esas historias.
Y, naturalmente, 'los placeres de .las diferentes épocas fue-
ron qiferentes, con arreglo a la forma de su convivencia res- 10
pectiva. Aquel demos del circo ih:elénico dominado por los tira- Pues de todos 'los modos de reproducir los acontecimien-
nos tenía que ser entretenido de manera muy diferente de la tos de signj,ficación entre los hombres, llevados a la escena
que prevalecía en la corte de Luis XIV. El teatro debía su- desde los antiguos y que han entretenido pese a sus inexacti-
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tudes e inverosimilitudes, existe todavía hoy una sorprendente feccionadas con arreglo a l•as antiguas recetas. Nuestra forma
cantidad que también a nosotros nos entretiene. de gozar comienza a tornarse anacrónica.
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Son las incoherencias de las reproducciones de los acon-
Ahora bien, al comprobar nuestras capacidades para de-
tecimientos que tienen lugar entre los hombres lo que reduce
leitarnos en las reproducciones de épocas tan diferentes, cosa
nuestw pil>acer en el teatro. La razón de todo ello es que
que apenas si 'Pudo ser posible para los hijos de esas vigoro-
nosotros .adoptamos frente a lo reproducido una actitud dife-
sas épocas, ¿no tenemos que abrigar, :acaso, la sospecha de que
rente de la que adoptaron los que nos han precedido en el
todavía no hemos descubierto los plaoores especiales, el en- tiempo.
tretenimiento propi•amente dicho correspondiente a nuestro
tiempo?
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O sea que si echamos la vista buscando un entretenimien-
12 to de especie inmediata, un placer •amplio y continuo que pue-
Y nuestro placer en el teatro tiene que haberse tornado da brindarnos nuestro teatro a base de reproducciones de la
más débil que lo fue el de los antiguos, aunque nuestro modo convivencia humana, debemos pensarnos en calidad de hijos
de convivencia todavía sigue asemejándose al de dlos en la de una época científica. Nuestro convivencia como hombres, es
medida suficiente como para que dicho placer pueda tener decir: nuestr·a vida humana, está determinada por las ciencias
lugar todavía. De las obras antiguas nos apropiamos mediante en una medida completamente nueva.
un procedimiento relativamente nuevo, a saber: la compene-
tración emocional o endopatía," para la que aquéllas no oifre .. 15
cen mu()ha base. De este modo, la mayor parte de nuestro Ha·ce algunos siglos, ciertos hombres d~ diferentes paí-
placer se nutre de fuentes diferentes de las que tienen que ses que mantenían entre sí activa correspondencia, realizaron
haberse brindado generosamente a ·los hombres que nos han ciertas experimentaciones mediante las cuales esperaban poder
precedido en el tiempo. Pero nos resarcimos con las bellezas arrancar a la naturaleza su secreto. Pertenecientes a una clase
del lenguaje, con la elegancia en I.a manera de desarrollar la industrial de ciudades ya poderosas, pusieron ·sus invenciones
fábula, con los pasajes que nos arrancan ideas y representa- en manos de gentes que 'las explotaTOn prácticamente, sin pro-
ciones de especie inV'ariahle e intemporal, en suma: con lo meterse de las nuevas ciencias no mucho más que el lucro
accesorio de las obras antiguas. Tales son precisamente los re- personal. Oficios que habían funcionado a través de milenios
cursos poéticos y teatra:les que ocultan las incongruencias de sirviéndose de métodos poco menos que inv.ariables, desarro-
la historia. N u estros .teatros no tienen ya la capacidad o la gana lláronse de manera gigantesca en muohas localidades vincula-
de narrar con claridad didhas historias, ni aun las no tan anti- das entre sí por efectos de la competencia, dando lugar por
guas del gran Sihakespeare, es decir, haciendo creíble el enca- dondequiera a grandes concentraciones humanas que, organi-
denamiento de las historias. Y la fábula es, según Aristóteles, z;¡das según una nueva modalidad, comenzaron una produc-
en lo que estamos de acuerdo, el alma del drama. Cada vez ción inmensa. La humanidad no tardó en poner de manifiesto
nos molestan más e'l primitivismo y el descuido de J.as repro- fuerzas de cuyo alcance ni siquiera se había atrevido a soñar
ducciones de la convivencia humana, y esto no sólo en las obras en épocas anteriores.
antiguas, sino también en las contemporáneas cuando son con..
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16 · las demás, fue ejecutada sin que los nuevos métodos de pen-
Fue como si la humanidad recién entonces de manera samiento que la posibilitaban pusiesen en claro las recíprocas
consciente ry uniforme pusiese manos a la tarea de hacer 'habi- relaciones de los que 'la llevaban a cabo. El nuevo enfoque de
table el planeta que habitaba. Mudhos de sus elementos cons- la natura•l eza no fue dirigido también sobre la sociedad.
titutivos, t·ales como el carbón, el agua, el petróleo, convirtié-
ronse en tesoros. M vapor de agua le fue encomendado move-r 18
los vehículos; unas pocas dhispas y el sa1lto de las patas de la A decir verdad, las relaciones recíprocas entre los hom-
rana reveló una fueiZa natura!} productora de luz capaz de bres se han heoho más confusas que lo fueron nunca. La gi-
llevar la muerte a tr•avés de los continentes, etc. El hombre gantesca empresa común en la que están comprometidos pare-
echó b vista en torno de sí con nuevos ojos, procurando inda- ce separa:r.Jos cada vez más; Ios aumentos de la producción
gar de qué modo podía aplicar para su propia comodidad los ocasionan aumentos de la miseria, y en la explotación de la
elementos de un mundo que venía contemplando desde hacía naturaleza só:lo algunos pocos sa•len gananciosos, y ello en vir-
tanto· tiempo. La realidad que lo rodeaba íbase transforman- tud de que eJCplotan a los demás hombres. Lo que podría ser ..1
do de decenio en decenio, cada vez más, luego de año en año, el progreso de todos conviértese en la ventaja de algunos po-
luego casi de día en día. Yo, que estoy escribiendo esto, lo cos, y una parte siempre creciente de la producción es em-
escribo con una máquina que por la época de mi nacimiento pleada para crear medios de destrucción destinados a podero-
eni desconocida. En los nuevos vehículos me muevo a una sas guerras. En estas guerras todas las madres, apretadas a
velocidad que mi abuelo ni siquiera podía imaginar; en sus sus hijos, angustiosamente escrutan en el cierlo las mortíferas
dí•as nada se movía con semeíante velocidad. Y además me
elevo por los aires, cosa que mi padre no podía hacer. Con
invenciones de la ciencia.
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mi padre mantuve una convers·ación a través de un continente, 19
pero recién con mi hijo contemplé las imágenes animadas de Los •h ombres actuales están frente a sus propias empresas
la explosión de HiroShima. en la misma actitud que los 'h ombres de épocas pasadas adop-
taban frente a las imprevisibles catástrofes de la naturaleza.
17 La dase burguesa, que debe a la ciencia su impuoJso de pros-
Mas a pesar de que las nuevas ciencias han posibilitado peridad, al cual supo tranS'formar en dominación, convirtién-
una tan inmensa h·ansformación y sobre todo la transformabi- dose en única usufructuaTia, sabe mury bien que el enfoque
lidad del mundo que nos rodea, no se puede decir que su espí- científico dirjgido sobre sus propias empresas significaría el
ritu trans.formador nos tllene a todos de un modo determinante. fin de su dominio. Así, la nueva ciencia, que se entiende con
La razón de que las nuevas formas de pensar y sentir no pe- la esencia de 1a sociedad humana y que fue fundarda hace
netren efectivamente en las grandes masas humanas, hay que aproximadamente unos cien años, fue fundada en la lucha de
buscarla en el hedho de que las ciencias, tan eficaces en la los trabajadores, cuyo elemento vital es la producción masiva;
explota·ción y el sometimiento de la naturaleza, se ven traba-· desde allí 'las grandes catástrofes fueron divisadas como em-
das precisamente poT la clase que les debe su dominio, o sea presas de los poderosos.
la burguesía, la cua•l les impide trabajoar dent!:To de un terri-
torio que yace aún bajo las sombras, es decir, el de las rela- 20
ciones de los hombres entre sí en .la explotación y sometimien- Pero la ciencia y el a·r te coinciden en que ambos existen
to de la natura•leza. Esta ocupación, de la que dependían todas para aligerar un poco la vida de los hombres: una atiende ::11
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sustento, el otro al entretenimiento. En la época que se .ave- que producen mucho y viven con dificultades, a fin de que
cina, el arte extraerá el entretenimiento del fondo de la nueva puedan entretenerse con alguna utilidad con sus propios pro-
product1vidad, la cual puede mejorar tanto nuestro sustento blemas. Es posible que les resulte difícil pagar nuestro arte y
material y que, así que actúe sin trabas, podría convertirse en que no comprendan de buenas a prime1~as esta nueva especie
el mayor de todos los placeres. ~e entretenimiento, y es evidente que en muchas cosas hemos
de aprender a descubrir qué necesÍotan y de qué modo lo nece-
21 sitan, pero podemos estar seguros de que contaremos con su
En caso de que queramos entregarnos a la poderosa pa- interés. O sea que estos seres que parecen estar a tan gran
sión de producir, ¿qué aspecto han de presentar nuestras re- distancia de la cienci.a de la naturaleza, están a distancia sólo
producóones de la convivencia humana? ¿Cuál es la actitud porque se los ha mantenido alejados de eHa, y para lograr
creadora f·r ente a 1a naturaleza y frente a la sociedad, que nos apropiársela tendrán, antes que nada, que desarrollar y prac-
cabe adoptar a nosotros, hijos de una época científica, en lo ticar por sí mismos una nueva ciencia de la sociedad, siendo,
referente al tea-tro que nos interesa? por 1lo tanto, los hijos propiamente dichos de la era científica,
y su teatro no podrá ponerse en movimiento si ellos mismos
22 no lo mueven. Un teatro que hace de la productividad la fuen-
La actitud es una actitud de crítica. En presencia de un te principal de entretenimiento, forzosamente tiene que hacerla
río dicha actitud ha de consistir en la regulación del curso su tema preferido, y con celo muy especial en los días que
de agua; frente a un árbol frutal ha de consistir en el injer- corren, en que por dondequiera el 'hombre se ve obstaculizado
to del árbol frutal; frente a un problema de locomoción, en la por los mismos hombres de producir para sí, es decir, de pes-
construcción de automóviles y aviones; fr·e nte a la ·sociedad, car su propio sustento, e impedido de divertirse y de divertir
en la transformación .total de la sociedad. Nuestr;as imágenes a otros. El teatro tiene que comprometerse con la realidad, a
reproductoras de la convivencia humana las elaboramos para fin de poder elaborar las más eficaces reproducciones de la
los que canalizan ríos, pam los fruticultores, los constructores realidad.
de vehículos de transportes y los reformadores de la sociedad,
a quienes invitamos a nuestro teatro y a quienes rogamos que .24
en nues-tra casa no olviden sus intereses más queridos, a fin de Esto 'le facilita al te;atro el acerca:rse en todo lo posible
entregar el mundo a sus cerebros y ·a sus corazones, para que a la función de los organismos de enseñanza y de publicacio ..
los transformen conforme a su buen saber y entender. nes. Porque si bien no se lo puede abrumar con toda clase de
materia'! de conocimiento, con lo cual dejaría de ser placen-
2.3 tero, queda en libertad de procurarse placer a través de la
Claro está que el teatro puede adoptar una actitud tan enseñanza y la investigación. Elabora reproducciones practi-
libre sólo si se entrega a .Jas corrientes más ar·roHadoras de la cables de la sociedad, e9pecialmente apropiadas para ejercer
sociedad y se une .a quienes son los más impacientes en llevar
l su influencia sobre ésta, haciéndolo a guisa de juego, es decir:
a cabo las may.ores transformaciones. Si no por otra cosa, el
mero deseo de que nuestro arte se desarrolle conforme a la
época, empuja a nuestro teatro de 1a época científica inme-
¡ que ánte los constructores de Ia sociedad va exhibiendo las
eXlperiencias recogidas en el estudio de la sociedad, así las pa-
sadas como las presentes, y todo esto de tal manera que pue-
di,atamente •h acia los arrába•les, donde se mantiene, por así de- dan ser gozados aqueHos sentimientos, aná•lisis e impulsos que
cirlo, abiertamente a diSiposición de las grandes masas de los del seno de los sucesos del día y del siglo exfraen los más lj:
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apasionados, los más sabios y más hábiles de entre nosotros. Media, época de brujas y monjes. Ver y oír son actividades
Resultan, por lo tanto, entretenidos con la sabiduría que sur- en ocasiones agradables, pero estas gentes parecen eximidas de
ge de la solución de los problemas, eon la cólera en que puede toda actividad y tales como si con ellas se estuviese haciendo
convertirse la piedad hacia los oprimidos, con el respeto que
1 algo. El estado de éxtasis en el que parecen entregados a inde-
se tiene por todo lo respetable del hombre, es decir, de lo finidas pero profundas sensaciones, aih óndase tanto más cuan-
humano; en suma, con todo lo que puede deleitar a los que to mejor es el trahajo de los actores, de modo que nosotros,
producen. a quienes semejante estado no nos gusta, desearíamos que los
actores fuesen los peores que pueda imaginarse.
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Esto también permite al teatro hacer disfrutar a los espec- 27
tadores :la moralidad peculiar de su tiempo, cuya fuente es En lo que hace al mundo que allí se ofrece, de-l cua-l se
la productividad. Al hacer de la crítica, o sea el gran método extraen trozos para la pToducción de esos estados de ánimo
de la productividad, un placer, en el terreno de la ética d y pujos emocionales, preséntase ante nosotros de ta'l modo,
teatro no tiene ya obligación alguna, pero sí posibilidades. elaborado de cosas módicas y mezquinas, como ser un algo de
Incluso del elemento asocial puede la sociedad extraer un pL1- cartón y un poco de mímica y otro poquito de texto, que
cer, en la medida en que ese elemento haga su aparición con forzosamente ha de admirarse a la gente de teatro, dado que
vita'l idad y grandeza. A menudo en ese tipo de elementos con una tan mísera copia del mundo consiguen conmover los
muéS'trase una facultad intelectual y una suma de crupacida- sentimientos de sus espectadores más vigorosamente que po-
des de valor muy especial, aunque aP'licados a la destrucción . dría hacerlo el mundo real mismo.
Libremente puede gozar la sociedad del espectáculo sabet'bio
que ofrece un torrente desatado hasta la catástrofe, siempre 28
y cuando pueda dominarlo, porque entonces ya le pertenece. Pero debemos eximir de toda culpa a la gente de teatro,
ya que esos placeres que le son pagados con dinero y fama
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no podrían producirlos ni con más exactas reproducciones del
Para llevar a cabo semejante empresa no ·es posible que mundo ni cO'locando sus inexactas copias de un modo menos
dejemos el teatro tal como lo hemos encontrado. Penetremos mágico. Su capacidad pa1a copia;¡- seres humanos la vemos
en uno de estos edificios y observemos el efecto que ejerce so- por doquier en operación; especialmente los pícaros y las fi-
bre 'los espectadores. Echando la vista en torno, es dable ver guras secundarias muestran bueNas de su conocimiento del
figuras completamente . inmóviles en un estado muy singular: hombre y aparecen muy bien diferenciados, pero en las figu-
todas parecen mantener 1los músculos contraídos en una fuerte ras centra•les están obligados a mantenerse en un plano común
tensión, en la que éstos no alp arceen relajados en un podero- y general, a fin de que los espectadores puedan más fácil-
s.o agotamiento. Apena-s si se advierte entre ellas ·alguna comu- mente identi'fica;¡-se con ellos, y, en cada caso, todos los rasgos
nicación; la reunión es como una reunión de g·e nte dormida, tienen que ser tomados del estrecho círculo dentro del cual
pero cuyo sueño está lleno de sobresaltos, porque, tal como todos pueden decir de inmediato: slí, así es. Porque el espec-
dice la gente de los que sueñan pesadillas, duermen de espal- tador des·e a llegar a la posesión de sensaciones bien definidas, 1¡
da. Tienen los ojos abiertos pero no ven, clavan la vista; así tal como puede desearllo un niño que cabalga un caballo de
como tampoco ayen, aunque escuchan. Miran el escenario co- madera en la ca•lesita, o sea: la sensación de orgullo de poder ¡1:
mo hi,pnotizados, con una eX'presión que proviene de la Edad cabalgar y poseer 1,m caballo, o ei placer de sentirse llevado
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al pasar f·rente a los otros chicos, o el ensueño aventurero de soio dominio de la naturaleza, sin atreverse a librado al do-
que es perseguido o de que persigue a los demás, etc. Para minio de las relaciones humanas. Pero el ínfimo sector prole-
que el niño eX'perimente todo eso, no tiene ninguna importan- tario del público, robustecido insegura y superficialmente por
cia que el artefacto de madera se parezca a un caiba>llo, ni la tarea del grupo intelectual apóstata, siguió necesitando del
molesta que el desplazamiento· del cabalgar se ·limite a dar antiguo modo de entretenimiento que le hacía más Nevadera
siempre vueltas sobre un mismo lugar. Todo cuanto importa su inmutable modalidad de vida.
a los espectadores de esos establecimientos es el poder trocar
un mundo lleno de contradicciones en un mundo armonioso, un 32
mundo especialmente no conocido por un mudo soñable ... ¡Sigamos adelante, sin embargo! ¡Así caídos como en
plena lucha! Evidentemente hemos entrado en una lucha,
29 ¡pues entonces luchemos! ¿No hemos visto acaso de qué
De tal especie es el teatro con que nos encontramos ai co- modo la falta de fe ha trasladado montañas? ¿No es bastante
mienzo de nuestra empresa; y ya con anterioridad ha demos- con que hayamos descubierto que injustamente se nos oculta
trado haHarse en condiciones de trans1formar a nuestr.os opti- algo? Delante de esto y de esto otro se ha tendido una cor-
mistas amigos, a los. que hemos dado el nombre de hijos del tina. . . ¡Descorrámosla!
siglo científico, en una multitud amedrentada, crédula, como
"embrujada". 33
El teatro, tal como lo encontramos, muestra la estruc-
30 tura de la sociedad (reproducida allí sobre la escena) como
Es cierto, por otra pa1·te, que desde hace aproximada- algo no influenciable por obra de la sociedad (presente en
mente medio siglo han tenido oportunidad de ver reproduc- la sa1a). Edipo, que ha lesionado algunos principios que
ciones a:lgo más fieles de la convivencia humana, así como apuntalan la sociedad de su tiempo, es condenado; los dioses
también figuras que se rebelaban contra ciertos males sociales cuidan de que la sanción se cumpla, ellos están encima de
o hasta contra la estructura completa de la sociedad. El inte- toda crítica . .Los grandes personajes de Shakespeare, que lle-
rés que demostraron fue baSitante intenso, de modo que du- van en su pecho la estrella de su destino, cumplen su alocada,
ran•te cierto tiempo soportaron una extraordinaria reducción vana y mortal carrera de un modo indetenible; a sí mismos
del lenguaj·e, de la fábula y del horizonte intelectual, pues la se precipitan a la muerte; en sus trágicas caídas no es la
brisa de espíritu científico marchitó o poco menos el encanto muerte sino la vida la que se torna obscena; la catástrofe está
tradicional. Los sacrificios no fueron recompensados. El refi- por encima de toda crítica. ¡Por dondequiera sacrificios hu-
namiento de '1as copias de la realidad deterioraba un placer, manos! ¡Bárbaras diversiones! Ya sabemos que también Jos
sin dar lugar a otro. El campo de las relaciones humanas ha-· bárbaros tienen su arte. ¡Hagamos nosotros el nuestro!
cíase visible, mas no c'laro. Las sensaciones, producidas con
arreglo al antiguo modo (el modo mágico) siguieron respon- 34
diendo a didho antiguo modo. ¿Hasta cuándo han de procurar nuestras almas, al amparo
de la oscuridad y abandonando los "estúpidos" cuerpos, pene-
trar en esos fantasmales cuerpos que giran sobre el tablado
31 para participar en sus impulsos, que "de ordinario" nos son
O sea que los teatros continuaron siendo lugares de di-
versión de una clase que tenía sujeto el espíritu científico al negados? ¿Qué clase de liberación puede haber allí, cuando '1
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al final de todas esas pieza·s, final feliz s6lo para e1 espíritu que también nuestra época pueda ser vista en su carácter
de la época (es decir, con arreglo a la Providencia, al orden de fugacidad. (Para esto, de nada puede servirnos, desde lue-
del reposo), asistimos a la fantasmal ejecución que castiga go, ni el colorido local ni el folklore, empleados por nuestros
esos mismos impulsos como actos de libertinaje? Nos arras-· teatros precisamente para poner de resalto con tanta mayor
tramos penosamente en el Edipo, pues en él siguen Ios tabús fuerza las similitudes en las formas de conducta de los hom-
su existencia, y su desconocimiento no proteje contra el cas- bres en las diferentes épocas. Más adelante hemos de indicar
tigo. Y lo mismo sucede con el Otelo, a causa de que los ·celos lo referente a los recursos teatrales.)
siguen dándonos qué hacer, y todo está pendiente de la pro-
piedad. Y también con el Wallen.steín porque tenemos que 37
ser libres para la ludha de la competencia y además leales, Si nos limitamos a mover nuestras figuras sobre la escena
dado que de otro modo cesa la luoha. Estos hábitos de íncu- tan sólo a partir de mórviles sociales, diferentes según la época,
bos son también fomentados en piezas tales como Espeotros le>. resultante es que dificultamos a nuestros espectadores toda
y Los tejedores, en las que incesantemente la sociedad apa- compenetración emocional ( endopatía) con el asunto, Enton-
rece, como medio ambiente, con carácter más problemático. ces ya no le es posible sentir sencillamente que "él habría
En virtud de que los sentimientos, las ideas y ·los impu1lsos actuado también así", sino que a lo sumo podría decir "si hu-
de las personas principales los recibimos de manera compul- biera vivido bajo las mismas circunstancias"; y si representa-
siva, lo que recibimos con referencia a la sociedad no es más mos las piezas de nuestra propia época como piezas históricas,
de lo que el medio ambiente nos ofrece. es posible que ·el espectador descubra las circunstancias en
que vive como algo especialmente singul•ar, y ello constituye
35 el comienzo de la crítica.
Tenemos necesidad de un teatro que no solamente haga
posible los sentimientos, las ideas y •los impulsos que permite 38
el respectivo campo histórico de las relaciones humanas en Las "condiciones hi~tóricas" no han de ser pensadas (ni
donde tienen lugar las acciones en cada caso, sino también un construidas) como potencias oscuras (trasfondos), sino que
teatro que aplique y procree aquellos pensamientos y senti- esas condiciones han sido creadas y mantenidas por hombres
mientos que representan un papel importante en la transfor- (y también •p or e·llos han de ser transformadas), es decir, que *:r;
mación de aquel campo mismo. la acción que allí se desarrolla es lo que las constituye.
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Es necesario que didho campo sea caracterizado en su rela-
tividad histórica. EtHo significa la ruptura con nuestra costum- A'hora bien, si a una persona se la presenta de manera
bre de despojar de sus diferenciaciones a las diferentes estruc- historicista, esto es, que responde a una época y que hubiera 1r,¡
turas sociales de épocas pasadas, a fin de que todas más o respondido de manera diferente en otras diferentes épocas,
menos tengan el aS>pecto de la nuestra, la cual recibe, median- ¿no se la está presentando sencilla.mente como a cualquier
te esta operación, algo ya existente, es decir, algo sencilla- otra? Sí, según el tiempo que corre o la clase a que pertene-
mente eterno. -Pero lo que noso tros queremos es dej ar a cada ce cada uno, responde de manera diferente, de vivir en otra
una de ·esas épocas los caracteres diferenciales que le son época o de no haber vivido 'mucho todavía o de estar viviendo ·:¡'
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propios, sin perder d e vista su carácter de fug acid ad, a fin de en el lado oscuro de la vida, infaliblemente habrí~ respondido f
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como habda respondido cuaiquiera en esa situaciÓn y en esá están formados de ias huelias de bosquejos y de Íos eco:; de
época; ¿no es de rigor entonces preguntar si existen otras for- reFerencia.
mas diferentes de la respuesta? ¿'En qué situadón el hombre
es él mismo, el ser viviente, impermutable, es decir, que no se 42
asemeja en un todo a sus semejantes? Claro está que la ima·· L 1 fmma de represel!tación que se ensayó entre Lt pri-
gen tiene que presentarlo de una manera visible, y esto suce- mera y la segunda guerra mundial en el Schiffbauerdammthea ·
derá en la medida en que esta con'h·adicción sea troquelada ter de Berlín con el objeto de producir taies imágenes, descan-
en la imag-en que decimos. La imagen que se historiza ha de sa sobre lo que se llama efecto de distarnciamiento (Verfrem~
tener en sí algo de aquellos bosquejos que muestran, en cuan- dungseftekt - V-Eftekt). Una reproducción con distanciamien-
to a la figura elaborada, las huellas de otros movimientos y to es una que permite reconocer los objetos, haciendo al mismo
rasgos característicos. Piénsese, pongamos por caso, en un hom· tiempo que dichos objetos aparezcan como algo extraño. El
bre que en medio de un vaHe está pronunciando un discurso teatro antiguo y el medieval distanciaba sus figuras mediante
en cuyo desarroUo algunas veces camhia de modo de pensar o el empleo de máscaras de hombres y de animales; el teatro
simplemente eX!presa frases que se contradicen, de tal suerte asiático todavía 'hoy utiliza efectos de distanciamiento mediante
que el eco, al producirse, realizaría la confrontación de las el empleo de elementos musicales y pantomímicos. Estos efec-
frases. tos obstaculizaban, sin duda, la compenetración emocional o
endopatía, pero esta técnica se basaba más en un fundamento
40 de sugestión hipnótica que aquella otra técnica con la que se
Semeíantes imágenes demandan, naturalmente, un modo de procura producir la endopatía. Los objetivos sociales de aque-
representación que mantiene en libertad y movilidad al espí- llos viejos efectos eran completamente diferentes de nuestros
ritu que observa. Dicho espíritu tendrá que interponer, por objetivos.
así decirlo, espontáneos montajes imaginarios a nues·tra cons-
trucción, eliminando in mente los móviles sociales o sustitu- 43
yéndolos por otros móviles, mediante lo cual el comportamien- Los antiguos efectos de distanciamiento sustr~en de ma-
to actual recibe algo de no-natwraL De este modo los móviles nera completa lo reproducido del ámbito de captación del es-
actuales pierden, por su lado, toda su naturaiJidad y se con- pectador, haciendo de lo reproducido a·l go inmutable; los nue-
vierten en algo cuestionable, modificable. yos no tienen en sí nada de caprichoso. Sólo la mirada no
adiestrada científicamente estampa un sello de cosa capricho-
41 sa a lo extraño. Los nuevos e'fectos de distanciamiento debie-
Tal es la forma en que e1 ingeniero fluvial ve el río, re- ran quitar la marca de cosa familiar a todos los procesos ca-
uniendo en una imagen de conjunto su lecho primitivo y los paces de ser influenciados socialmente, porque es una marca
diferentes ledhos imaginarios que aquél podría ha'ber tenido que los preserva de toda intervención.
si la inclinación del terreno fuese diferente o diferente el vo-
lumen de agua. Y mientras el ingeniero ve en su imaginación 44
un nuevo río, el socialista escudha en su imaginación las nue· Lo que durante mudho tiempo no ha sido objeto de mo-
vas formas de conversación de los trabaj·adores rurales ju'Jtn dificación termina por aparecer como algo inmutable. Por
al río. Y así, nuestro espectador debe haBar que los aconteci- dondequiera siempre topamos con algo que es demasiado so-
mientos que transcurren en el teatro entre esos trabajadore.) breentendido como para que nos tomemos el trabajo de com- "1
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conocimiento de lo que pasó después, lo más importante de sus aquello?, en vez de preguntar: ¿de qué modo debo escu-
manifestaciones relativas a aquel momento, dado que allí sólo char a este hombre cuando dice tal cosa y de qué modo verlo
es de importancia lo que antes fue imiportante. Dicho proceso cuando hace tal otra? De esta manera, recogiendo elementos
de distanciamiento de una persona como "justamente esta per- de aquí y de allá, podrá ir troquelando la figura con la cual la
sona" y "justamente esta persona precisamente ahora", sólo es historia relatada va siguiendo su curso. . . ¡y algo más! La
posible cuando no re cre:J. la ilusión de que el actor es el perso- unidad del personaje resulta, por lo tanto, formada confor-
naje mismo y la representación es el acontecimiento mismo. me a una modalidad en la cual sus propias cualidades se con-
tradicen.
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Mas para esto es preciso abandonar otra ilusión más, a 54
saber: la de que cualquiera actuaría tal como lo 'hace el per- La observación es una parte crupita'l del arte dramático. El
sonaje. Del fondo del "yo hago esto" surgió un "yo hice esto", actor observa a sus semejantes con todos sus músculos y ner- '¡
y, actwi.Jmente, del fondo del "él lh izo esto" tiene que surgir vios, en un acto de imitación que es al mismo tiempo un pro-
un "él hizo esto, pero nada más". Constituye una excesiva sim- ceso de elaboración mental, ya que de la mera imitación podrí.:t
plificación acomodar los hechos al carácter y el carácter a los surgir a lo sumo lo observado, lo cual no es bastante en vir-
heC'hos; de este modo no quedan de manifiesto las contradic- tud de que el original expresa en voz muy queda todo cuanto
ciones que revelan los heciho·s y el carácter de los hombres dice. Para pasar del mero calco al retrato fiel, el actor obser-
concretos. Las leyes que rigen los movimientos de la sociedad va a los demás hombres como si éstos estuvieran exhibiendo
no pueden ser demostradas a través de "casos ideales", ya que delante de sus ojos todo lo que hacen, es decir, como si estu-
la "impureza" (la contradicción) es algo p ropio del movimien- vieran invitándolo a reflexionar sobre lo que eHos hacen.
to y lo movido. Es necesario -pero esto incondicionalmente-
crear en grande algo así como condiciones para la experi-
mentación, es decir, que en cada caso resulte pensable un ex-
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perimento en contra. En términos generales, la sociedad es Sin particulares puntos de vista y objetivos determinados
tratada at¡uí como si lo que hace lo hiciera a título de experi- no es posible elaborar las reproducciones de refer~ncia. Sin un
conocimiento no es posible mostrar nada. Ahora bien, ¿cómo
mentación. se sabe cuándo una cosa es digna de ser sabida? Si el actor no
quiere ser un simple loro o un mono, tendrá que apropiarse
53 el saber de su época ·a cerca de la convivencia humana, parti-
Aunque en los ensayos preliminares es posible hacer uso
de la compenetración emocional en el personaje (cosa que se cipando en las luchas de las clases. Para mudhos esto puede
ha de evitar en la representación), ello ha de ser empleado parecer una humillación, en virtud de que colocan el arte, re-
sólo como uno entre los muchos métodos de observación. En guladas ya 1las cuentas, . en las más elevadas esferas; ello no
los ensayos 'p reliminares didho método es de utilidad, y ha obstante, las decisiones más categóricas para el bien de la hu-
conducido, pese a su aplicación desmedida por el teatro con- manidad son deba:tidas sobre la tierra, no en los aires; en lo
temporáneo, a una sutil y refinada configuración de caracteres. "exterior", no en las cabeza'S. N adie puede estar por encima de
Sin embargo, el actor incurre en la e9pecie más primitiva de las luchas que Hbran las clases, porque nadie puede estar por
compenetración emocional, si sólo pregunta: ¿qué 'ha·r ía yo si encima de los hombres. La sociedad carecerá de un vocero
me pasara tal cosa?, ¿qué pasaría si yo dijese ¡;:~to ~ hici¡;:~~ común mientras esté dividida en clases. De ahí que, en el ám-·
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bito del arte, ser imparcial sólo significa pertenecer al partido reservas personales, sus críticas y perplejidades, a fin de que 1
éstas no resulten aniquiladas en la configmación final del per- 1
dominarnte. sonaje de que trata, ai ser "superadas", sino que han de perma-
necer vigentes e inteligibles, en virtud de que la figura o
56 personaje y todo lo demás deben sorprender antes que pene-
Por lo ta·nto, la elección del punto de vista representa otro
elemento capital del arte qramático, y Iba de ser adoptado fue- trar en el público.
ra del ámbito teatral. Lo mismo que la transformación de la
naturaleza, 1a transformación de la sociedad es un acto de libe- 58
ración, y son las alegrías de 1a li'beración las que ha de pro- Y el actor tiene que emprender el estudio de su papel
porcionarnos un teatro correspondiente a la era científica. junto con los otros adores, y su composición del personaje
junto con la composición de otros personajes, ya que la más
pequeña unidad social no es un 'hombre, sino dos hombres.
57 También en la vida nos modelamos recíprocamente.
Adelantemos un paso má's, investigando de qué modo, por
ejemplo, ha de leer su paspel el actor, adoptado ya dicho punto
de vista. Aquí resulta de suma importancia que el actor no 59
orea que "comprende" las cosas ,con excesiva ra,pidez. Aunque Aquí podemos deducir alguna enseñanza de un vicio de
descubra de inmediato el tono más n~tural de su texto, la ma- nuestro teatro, a saber: el a'Ctor principal, la ,e strella del con-
nera más cómoda de decirlo, no ha de considerar estas mani- junto, logra "destacarse" haciendo que todos los otros actores
festaciones mismas como la cosa más natural y simple, sino lo sirvan, o sea que si protagoniza una figura terrible o pru-
que entonces debe vacilar y apelar a sus puntos de vista co- dente, fuerza a sus compañeros a que hagan las suyas como
munes, trayendo a consideración otras formas de manifestación personafes temerosos o solídtos, etcétera. A fin de conceder
posibles; en suma, que ha de adoptar la actitud del hombr~ esta ,v entaja a todos por igual, sirviendo por este medio al cur-
que se maravHla y se SOl'prende. Esto deberá hacerlo no ~ólo so de la obra, los actores deberían cambiar entre sí los papeles
para no fiíar demasiado prematuramente una figura determi- durante los ensayos, para que de este modo los personaíes re-
nada, es decir, sin antes ,h aber revisado bien todas las formas ciban los unos de los otros aquello que los unos de 'los otros
de mani.feS'tación posibles y en especial las referentes a las necesitan. Mas asimismo es saludable que los actores observen
otras figuras de la obra, viéndose después en la necesidad de el aspecto que presenta la copia de sus personajes o también
rellenar la suya, sino también -y esto princilpalmente- a fin el de otras composiciones. Representado por una persona de otro
ge introducir en la composición de la figura aquel "no sólo sexo, la figura pondrá más de maniifiesto su propio sexo; pero
esto, sino también esto otro", que adquiere tanta importancia representado por un cómico, de manera trágica o cómica, re-
cuando se pretende que el público, que representa a la socie- velará nuevos aspectos. Pero, sobre todo, al contribuir al desa-
dad, asista o contemple los procesos que ante él se desarro- rrollo de la,s contra-figuras o por lo menos al representar a
llan desde el ángulo más susceptible de influencia. En vez de quienes 'las presentan, el actor consolida ,el decisivo punto de
inco11porar sólo lo que más le cuadra como "lo d ecididamente vista social en el cual él se coloca para representar su perso-
humano", el actor tiene que procurar tambi<én alcanzar e incor- naje. El amo es wlamente un amo en cuanto el siervo SP
porar particularmente lo que no le cuadra a su personalidad, permit,e, y así sucesivamente,
los elementos especiales y peculiares. Y juntamente con '611
texto ha de memorizar asimismo sus primeras reacciones, sus
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que pasa entre los hombres, éstos reciben a través de ella todo es preciso ponerse de acuerdo sobre títulos como los del pá-
lo que es susceptible de discusión, de crítica, todo lo que rraJo anterior. Los títulos deben contener una aguda alusión
puede ser modificado ..Aun cuando el hombre particular que social, pero al mismo tiempo deberán mani-festar algo Jelativo
el actor pone en escena se adecua sin duda para muoho más a la forma más conveniente de Iepresentación, es decir, que,
que lo que la acción demanda, ello es así principalmente a según las circunsrancias, imitarán el título de una crónica o el
causa de que el acontecimiento resultará mudho más sorpren- de una hatlada o el de un periódico o el de una pintura de
dente si se cumple en un ihombre bien definido. La mayor em- costumbres. Una forma de representación muy simple y ten-
presa del teatro es •la fábula, la composición integral de todos diente a distanciar los ohjetos es, por ejemplo, la que se aplica
los •procesos del gesto, cuyo conrenido son las comunicaciones para mostrar los usos y las costumbres. Una visita, el trata-
e impulsos que desde a1hora han de constituir el placer del miento que se da a un enemigo, el encuentro de dos -a mantes,
público. los convenios comerciales o de índole política pueden ser tra-
tados como si a través de ellos se presentase la costumbre
66 predominante en un determinado lugar. Presentado de ese
Todo acontecimiento particular tiene un gesto fundamen- modo, el suceso único y pa1 ticu1ar adquiere un aspecto extra-
tal, es decir: Richard Glostet te quiere de amm·es a la viuda de ño, ya que aparece como algo genera•!, como algo que se ha
su víctima. Por intermedio de un círculo :de tiza se descubre transformado en costumbre. Ya la sola pregunta de si ese SU··
a la verdadera 11Uldre del niño. Dios hrice una apuesta con el ceso o algo perteneciente a él se ha de convertir ·3fectivamente
diablo poniendo en juego el .alma del doctor Fausto. Woyzeck en una costumbre, opera un distanciamiento del suceso. El
compra un cuchillo barato para liquidar a su mujer, y así su- estilo poético de las crónicas históricas puede estudiarse entre
cesivamente. En la agrupación de los personajes en el escena- nosotros en eso-s puestos de mercado que se llaman Patn ommen.
rio y en el movimiento de dichos grupos, la belleza requerida Como el distanciar también significa haoer célebre una cosa,
se alcanza mediante la elegancia con que es presentado el ciertos sucesos pueden ser presentados como simplemente cé-
repertorio de gestos y expuesto a los ojos del publico para so- lebres, como si fueran cosa común y corriente y conocida des-
metei'lo a su juicio. de mudho tiempo, incluso en sus detalles, y como si uno se
empeñ-ara en no ir contra la tr-adición. En suma: existen mu-
67 chas formas de nanación, las ya conocidas y las que todavía
Como ya al público no se lo invit·a a arrojarse a la fábu-la pueden inventarse.
como si lo 'h iciera en un río, y a dejarse llevar de aquí •para
allá indefinidamente, es preciso que los sucesos particulares 68
sean anudados de ta-l manera que los nudos aparezcan bien vi·· De la interpretación que se dé al suceso en su conjunto
sibles. Estos sucesos no pueden sucederse de manera imper- depende lo que se haya de distanciar y la manera de llevarlo
ceptible, sino que ha de resultar siempre posible introducir el o cabo, a cuyo efecto el teatro ha de tener poderosamente a
enfoque crítico entre unos y otros. (Si lo interesante :fuera pre- la vista los intereses de su tiempo. A los efectos de la interpre-
cisamente la oscuridad de los nexos causales, esta circunstan- tación escojamos, por ejemplo, una pieza antigua, el Hamlet.
cia deberá ser distanciada convenientemente.) Las partes de A la vista de los sangrientos y oscuros tiempos en que esto
la fábula han de colocarse cuidadosamente unas frente a otras, escribo, tiempos de criminales clases dirigentes, en que cada
dando a cada una su estructura propia, al modo de una pe- vez se cree menos en la razón, de la que sin cesar se hace uso
queña pieza dentro de otra pieza. Para alcanzar esta finalidad abusivo, creo poder leeer esa fábula de hi manera siguiente: la
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época de que trata es belicosa. El padre de Hamiet, rey de tierra es muy nohie y admirable, a Ía vista cíe tantas y tan
Dinamarca, en el curso de una victoriosa guerra de rapiña ha diferentes 'transformaciones y generaciones como incesante-·
dado muerte al rey de Noruega. Cuando el hijo de éste, For- mente se producen en ella."
timbrás, se prepara para una nueva guerra, el propio rey dina-
marqués pierde la vida a mano de su 'hermano. Los hermanos 70
de los reyes muertos, reyes a su vez, declinan el proseguir la La interpretación de la fábula y su mediación a través de
guerra, autorizándose a las tropas noruega•s a cruzar por terri .. un apwpiado proceso de distanciamiento, es la misión capital
torio dinamarqués rumbo a una guerra de conquista contra del teatro. Y no todo ha de quedar librado a 'lo que 'h aga el
Polonia. Pero mientras esto sueede, el joven Hamlet es incita- actor, si bien nada puede hacerse con prescindencia de él. La
do por el fanta·sma de su belicoso padre a vengar la mala fábula es interpretada, elaborada y presentada por el teatro
muerte de que fue víctima. Tras alguna vacilación en respon- en su 'totalidad, a través de sus actores, sus escenógrafos, sus
der a un hedho de sangre con otro lhecho de sangre, y ya dis- maquilladores, sus modistos, sus músicos y coreógrafo-s. Todos
puesto a marchar al exilio, el joven prínópe encuentrase en la éstos reúnen sus artes en beneficio de la empresa común, con
costa con el joven Fortimbrás, quien con sus tropas marcha lo cual en modo a.lguno pierden su independencia.
rumbo a Polonia. Subyugado por este ejemplo de belicosidad,
vuelve Hamlet sobre sus pasos y en una bárbara carnicería 71
ejecuta a su tío, a su madre y se suicida, abandonando Dina- El gesto general ·p ropio del mostrar, que acompaña siem-
marca en manos del noruego. A través de estos hechos vemos pre al gesto de lo que es mostrado en particular, está subraya- ~ur
a un hombre joven pero ya algo entrado en carnes, hacer un do en las canciones que el actor dirige a] público. De ahí que
empleo harto deficiente de la nueva razón de que ha tenido los actores no deberán "pasar" directamente aJ can'to, sino que
noticia a su paso por la Universidad de Wittenberg. En el seno éste ha de ser claramente separado de todo el resto, lo cual
de los intereses feudales donde se encuentra a su regreso, ese puede tener el mejor apoyo en algunos recursos teatrales como
nuevo 'tipo de razón no funciona. Cae, pues, como trágica víc- ser los ·c ambios de iluminación o el empleo de varios títulos.
tima de la contradicción entre semejante forma de razonar y La música, por su parte, deberá oponerse categóricamente a
el estado de cosas imperante. Esta versión de la pieza, la cual que se la emplee como coordinadora general, según suele ha-
sin duda tiene más de una versión 'posible, podría, según yo cerse con ella, con lo cual se la rebaja a la condición de sierva
estimo, resultar de mucho interés para nuestro pú'hlico. rutinaria. La música no debe •a:ctuar de "acompañante", a me-
nos que lo haga por medio de comentarios. No debe darse por
69 satisfecha con sólo "eX'presarse" a sí misma, vaciándose de>l es-
O sea que todos los avances, toda emancipación de la na- tado de ánimo que le provocan los acontecimientos. Eisler,
turaleza por medio de la producción, conducente a una trans- pongamos por caso, ha procurado ejemplarmente el enlace de
formación a fondo de la sociedad, 'todos aquellos ensayos de los diferentes acontecimientos al componer para las escenas
él'brir nuevos caminos que hfl, emprendido la .!humanidad para del carnaval del Galilei, para la procesión de máscaras de las
m'ejorar su suerte, nos brindan, ya sean descritos como triun- corporaciones, una música triunfal e int1midatoria que pone
fos o como fracasos en las diferentes literaturas, un sentimiento de manifiesto el giro sedicioso que el bajo pueblo dio a las
de triunfo y confianza y nos pwporcionan el goce de las posi- teorías del sabio. Del mismo modo suceqe en El círcu;lo de tiza
bilidades de cambio radical de todas las cnsas. Esto mismo es caucasi•ano, donde la fría e impasible forma de canto que em-
lo que expresa Galilei cuando dice: "Mi opinión es que la plea el cantor cuando describe la ~alvación del niño por parte
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