La guerra AÉREA
EL DÍA QUE EL ARCHIDUQUE FUE ASESINADO EN SARA-JEVO, HACÍA POCO MÁS DE UNA DÉCADA QUE LOS HERMANOS WRIGHT, ORVILLE Y WILBUR, HABÍAN MAN-TENIDO EN VUELO DOCE SEGUNDOS SU INCIPIENTE AEROPLANO POR LA FINCA DE KITTY HAWK, CAROLINA DEL NORTE, DONDE ESTABA INSTALADO EL COBERTIZO QUE LES SERVÍA DE TALLER.
En los años siguientes, enormes avances tanto en alcance como en fiabilidad demostraron que el avión era una opción viable –aunque algo exótica–, como medio de transporte. Primero, Louis Blériot, aquel 25 de julio de 1909, cuando con mal tiempo y a 64 kilómetros por hora logró cruzar por primera vez el Canal de la Mancha apenas a 76 metros de altura. Después, en 1913, Roland Garros –hoy mundialmente conocido por el torneo de tenis que lleva su nombre–, realizó un inimaginable viaje hasta entonces que le llevó sobre el Mediterráneo, desde la Costa Azul francesa hasta Túnez.
UN NUEVO ESCENARIO DE COMBATE
En 1910, Francia estableció el Servicio de Aeronáutica. Los resultados fueron prometedores, y el 22 de octubre de ese año, el general de ingenieros Pierre Auguste Roques creó la Aeronáutica Militar. A él se debería también la denominación de avions, como homenaje al aparato creado por Clément Ader, con el que mantenía correspondencia con regularidad, y la de escuadrilles –escuadrones–, para designar lo que hasta entonces se denominaba etablissements d’aeronautique –establecimientos aeronáuticos–. Las maniobras aéreas que llevaron a cabo los militares franceses en Reims en 1911 –también las primeras del mundo–, para evaluar "científicamente" las primeras aeronaves, le llevaría a decir: "Los aviones son tan indispensable para los ejércitos como los cañones y fusiles, y aquellos a los que les parecen un riesgo y no son de su agrado, llegará un día que habrán de admitirlo por la fuerza". No hay duda de que tenía razón, pero no nos engañemos, por entonces para el ejército, la aviación no era más que un pasatiempo considerado muy peligroso que interesaba sólo a hombres indiferentes a la longevidad, poco preocupados por tener una exitosa carrera militar.
Pese a todo, los franceses continuaron con su interés por aparatos que tuviesen diseño y fabricación nacional. Bleriot aprovechó su experiencia para construir una notable industria de aviones y lo mismo hicieron Raymond Saulnier o los hermanos Morane, Robert y , cuyas modernas fábricas incluso comenzaron en 1913 a estudiar un mecanismo para poder sincronizar los disparos de una ametralladora a través de la hélice.
