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Un sistema bipartidista (o bipartidismo) es un sistema de partidos políticos que favorece la aparición de dos

coaliciones políticas (por lo general antagónicas en el espectro político) para generar una exclusión o una
discriminación positiva de minorías políticas, sucediendo en todas las elecciones que uno de ellos alcanza el gobierno de
la nación y el otro ocupa el segundo lugar en las preferencias de voto, pasando a ser la oposición oficial al gobierno. Sus
defensores argumentan que genera una estabilidad política al excluir sectores extremistas que podrían alcanzar una
representación parlamentaria o presidencial. Por el contrario, sus detractores argumentan que el hecho de que excluye
a estas minorías es antidemocrático.
Esta situación suele conllevar que esos dos partidos acaparen (además de la representación) casi en exclusiva la atención de
los medios y de la opinión pública, pasando el resto de partidos algo desapercibidos de cara al grueso de la población.
Sobre el sistema bipartidista existen grados. Siendo algunos sistemas políticos más bipartidistas que otros. En general la
mayor parte de los sistemas lo favorecen en cierta medida aunque algunos están diseñados de forma bipartidista ya de raíz.

Otro ejemplo de este concepto lo tenemos en la situación política de España, país en el que desde 1982 los dos partidos
políticos que se han repartido el poder son el PP y el PSOE, estando desde entonces siempre uno de ellos ocupando el
gobierno (la mayoría de las legislaturas con mayoría absoluta) y el otro como principal partido de la oposición. El mapa
autonómico, sin embargo, es más variado. Existen comunidades donde solo hay dos partidos como Extremadura o Castilla -
La Mancha, mientras que en otras como Aragón (5) Cataluña (6), Comunidad Valenciana (5), País Vasco(7) o Navarra (6)
existen hasta siete partidos con representación. El modelo político español no es estrictamente bipartidista, aunque a
excepción de Izquierda Unida (con 2 diputados y el 4 % de los votos en las últimas elecciones) y Unión, Progreso y
Democracia (con 1 y el 1,20%), el resto de partidos presentes en el arco parlamentario son de ámbito autonómico o regional
(hay que tener en cuenta que el número total de diputados es de 350).

Turnismo:El turnismo o bipartidismo fue uno de los elementos fundamentales del sistema de la Restauración
Borbónica. Consistió en la alternancia en el gobierno de los dos partidos dinásticos (conservador y liberal). La formación
de gobierno por parte de cada uno de ellos no dependía del triunfo en las elecciones, sino de la decisión del rey en función de
una crísis política o de desgaste en el poder del partido gobernante. Su origen estuvo en la exigencia de Sagasta de que el rey
llamase a gobernar en 1881 a su partido como alternancia al de Cánovas.
La cesión del rey a esta petición instauró el precedente del relevo pacífico en el poder, y alejó el riesgo de
pronunciamientos y motines. Se rompía así con lo que había sido la práctica del reinado de Isabel II, que se
fundamentó en el monopolio del gobierno de los moderados, por lo que los progresistas solo tenían la vía del
levantamiento para alcanzar el poder.
Lo normal en este relevo era que antes existiese un cierto desgaste del gobierno y que la oposición presionase para que se
produjera el cambio. Pero en la práctica esto no era lo esencial: se instauró un acuerdo tácito de que los dos partidos que
apoyaban a la monarquía de Alfonso XII se turnarían el poder, mediante la manipulación del proceso electoral, de un
verdadero fraude que permite hablar de democracia puramente formal o "sistema liberal sin democracia".
El sistema turnista seguía estos pasos:
• El rey llamaba a gobernar a uno de los dos grandes partidos del sistema: si gobernaba el Liberal, llamaba al
Conservador y viceversa. Es decir, el primer paso era contar con el apoyo de la corona.
• Como el régimen de la Restauración era un sistema parlamentario, se hacía preciso que el nuevo gobierno contara
con el respaldo de las Cortes. Para ello el rey disolvía las Cortes y se convocaban nuevas elecciones, que se
manipulaban para que obtuviera mayoría el partido que debía formar el gobierno.

La consolidación del turnismo tuvo lugar en la etapa de la regencia de María Cristina (1885-1902), especialmente tras
el gobierno largo liberal (1885-1890) y el llamado Pacto del Pardo, que estableció el acuerdo entre Cánovas y Sagasta y
la regente de turnarse el poder con el fin de asegurar la propia monarquía ante la doble amenaza carlista y republicana.

La secuencia de ocupación del poder entre el Partido Conservador y el Partido Liberal muestra a la perfección cuál
fue el modo en que esta práctica se llevó a cabo.

Sistema canovista:Canovista, lo relativo a Antonio Cánovas del Castillo, es un nombre utilizado por la
historiografía para designar al sistema político de la Restauración, caracterizado por:
• la vigencia de la Constitución de 1876 (teóricamente hasta 1931, pero suspendida durante la dictadura de Primo de
Rivera), que establece la soberanía compartida entre las Cortes y el Rey;[1]
• el turnismo entre el Partido Liberal-Conservador de Cánovas y el Partido Liberal Fusionista de Sagasta (partidos
dinásticos);
• el caciquismo en la vida política local;
• la manipulación de las elecciones a través del encasillamiento, el pucherazo y otros tipos de fraude;
• el predominio de los civiles en el ejercicio del poder político, frente al predominio de los espadones en el periodo
anterior (incluso el general Martínez Campos, que con su sublevación de 1874 había sido el que permitió la vuelta de
Alfonso XIII fue relegado), quedando la figura del rey como equilibrador entre el poder civil y el militar (que
conserva un gran ámbito autónomo de actuación).
• Encasillamiento:Tipo de fraude electoral cometido en el gobierno de Cánovas.

• Caciquismo: El caciquismo (no confundir con los "caciques" indígenas) es una forma distorsionada de gobierno
local donde un líder político tiene un dominio total de una sociedad del ámbito rural expresada como un clientelismo
político. Este sistema, aunque también tuvo su expresión en España, es marcadamente americano. En algunos países
latinoamericanos se usa muchas veces figurativa y peyorativamente la palabra "cacique" para aludir a quienes
detentan el poder de "redes clientelares" aunque nada tengan que ver con los pueblos originarios de América.

Los caciques pueden controlar el voto (elecciones) de sus clientes por lo que pueden negociar con los políticos centrales y
ser la cara y base del partido. De esta forma se crean "democracias" que en el papel funcionan pero que no son el
gobierno del pueblo. Funcionaron durante el siglo XIX y gran parte del siglo XX en muchas regiones de América y España.

En 1884, el término "caciquismo" fue incorporado al Diccionario de la lengua de la Real Academia con su significado
actual en sus dos acepciones:
• Dominación o influencia del cacique de un pueblo o comarca.
• Intromisión abusiva de una persona o una autoridad en determinados asuntos, valiéndose de su poder o influencia.

El pucherazo era uno de los métodos de manipulación electoral usados principalmente durante el periodo de la
Restauración borbónica en España para permitir la alternancia pactada previamente entre el Partido Liberal y el Partido
Conservador, es decir, el turnismo, dentro del modelo de dominación política local (sobre todo en las zonas rurales y las
ciudades pequeñas) conocido como caciquismo. Para llevar a cabo la manipulación, se guardaban papeletas de votación (por
ejemplo en pucheros, de donde viene la denominación que se popularizó), y se añadían o se sustraían de la urna electoral a
conveniencia para el resultado deseado. Otros métodos consistían en la colocación de las urnas en lugares de imposible acceso
o la manipulación de las votaciones con lázaros (votos de fallecidos que, al menos sobre el papel resucitaban como el Lázaro
de los Evangelios) y cuneros (electores que se inscribían irregularmente en una circunscripción que no les correspondía). En
los periodos posteriores de la historia electoral española, el nombre de pucherazo siguió empleándose como sinónimo de
fraude electoral.

La oligarquía, en cienciapolítica, es una forma de gobierno en la que el poder supremo está en manos de unas pocas
personas.[1] Los escritores políticos de la antiguaGrecia emplearon el término para designar la forma degenerada y
negativa de aristocracia (literalmente, gobierno de los mejores).[2] Estrictamente, la oligarquía surgirá cuando la sucesión
de un sistema aristocrático se perpetúe por transferencia sanguínea o mítica, sin que las cualidades éticas y de dirección de los
mejores surjan como mérito reconocido por la comunidad, siendo esta definición muy cercana a la de monarquía y más
todavía a la de nobleza.
Los oligarcas dueños de propiedades, de tierras o de grandes acumulaciones de dinero, son poseedores de fuerza en la
dirección política gracias a sus fuertes influencias económicas. Poseen estándares éticos posiblemente dudosos, con diversos
medios de legitimación, que tienen como piso el poder acumulado y el símbolo histórico que haya significado la sucesión que
les dio fuerza.
La oligarquía es un grupo minoritario de personas, pertenecientes a una misma clase social, generalmente con gran poder e
influencia, que dirige y controla una colectividad o institución.

El clientelismo político es un sistema extraoficial de intercambio de favores, en el cual los titulares de cargos políticos
regulan la concesión de prestaciones, obtenidas a través de su función pública o de contactos relacionados con ella, a cambio
de apoyo electoral.
En un sistema de clientelismo, el poder sobre las decisiones del aparato administrativo del Estado se utiliza para obtener
beneficio privado; el patrón —sea directamente un funcionario él mismo, u otra persona dotada de suficiente poder como
para influir sobre los funcionarios— toma decisiones que favorecen a sus clientes, y que estos compensan con la perpetuación
en el poder del funcionario implicado o de su entorno. La relación puede fortalecerse mediante la amenaza de utilizar esa
misma capacidad de decisión para perjudicar a quienes no colaboren con el sistema. Resulta paradigmática, a este respecto,
la habitual relación entre los principales medios de comunicación comerciales y privados, y los principales partidos cercanos
a cualquiera de los principales organismos de poder, fenómeno particularmente característico de sistemas con fuerte
consolidación o predominio de situaciones de bipartidismo. En general, los sistemas clientelares aparecen donde la necesidad
de integrar rápidamente un elevado número de participantes a un sistema político sin tradición organizativa lleva al
desarrollo de sistemas de mediación informal entre la acción estatal y las necesidades de las comunidades.
El nacionalismo es una ideología y un movimiento social y político que surgió junto con el concepto de nación propio de la
Edad Contemporánea en las circunstancias históricas de la Era de las Revoluciones (Revolución industrial,
Revolución burguesa, Revolución liberal) desde finales del siglo XVIII.[1] También puede designar al
sentimiento nacionalista y a la época del nacionalismo.
Como ideología, el nacionalismo pone a una determinada nación como el único referente identitario, dentro de una
comunidad política; y parte de dos principios básicos con respecto a la relación entre la nación y el estado:

• El principio de la soberanía nacional: que mantendría que la nación es la única base legítima para el estado.
• El principio de nacionalidad: que mantendría que cada nación debe formar su propio estado, y que las fronteras del
estado deberían coincidir con las de la nación.
El término nacionalismo se aplica tanto a las doctrinas políticas como a los movimientos nacionalistas: las acciones colectivas
de movimientos sociales y políticos tendentes a lograr las reclamaciones nacionalistas. En ocasiones también se llama
nacionalismo al sentimiento de pertenencia a la nación propia, algo en principio identificable con el patriotismo, pero distinto
si va más allá del mero sentimiento e incorpora contenido doctrinal o acción política en un sentido concreto.[2]
La historiografía también usa el término nacionalismo para referirse la época del nacionalismo: el periodo histórico de
formación de las naciones y el surgimiento de la ideología y movimientos nacionalistas, lo que ocurrió en torno al siglo XIX,
coincidiendo con las revoluciones liberales o revoluciones burguesas. En el siglo XX se produce una renovación del
nacionalismo, en el periodo de entreguerras vinculado al fascismo, y tras la Segunda Guerra Mundial vinculado al proceso de
descolonización y al tercermundismo, cuando surgen numerosos grupos denominados Movimiento de Liberación Nacional.
Se habla también del nacionalismo musical, expresión artística de la segunda mitad del siglo XIX que coincide con el
nacionalismo político en la valoración de la etnicidad (folclore), y que deriva del anterior romanticismo, movimiento
intelectual y artístico también muy vinculado con el nacionalismo romántico, aunque sea de más amplia extensión temporal y
conceptual que éste.

El republicanismo federal es una ideología que entiende la República como asociaciones locales de ciudadanos y
promueve la participación ciudadana en los asuntos públicos. Una parte importante es el concepto del
federalismo, buscándose la descentralización o distribución y las unidades de administración y gestión más pequeñas,
para así evitar gobiernos centrales fuertes con una alta concentración de poder. Fue la antesala del cantonalismo.
Francisco Pi y Margall y el Partido Republicano Democrático Federal son los referentes de esta tendencia importante en la
España del siglo XIX.

El republicanismo unitario fue una tendencia de los republicanos españoles durante el sexenio
democrático (1868-1874), enfrentados al republicanismo federal. Estaba representado por el Partido
Republicano Unitario. Entre sus dirigentes estuvieron el último presidente de la Primera República
Española, Emilio Castelar, y otros dirigentes, como Eugenio García Ruiz o Ríos Rosas, que fueron
los dos únicos miembros de las Cortes que el 1 de junio de 1873 defendieron la república unitaria
frente a la república federal.[1]
La asamblea nacional del Partido Republicano Democrático Federal inaugurada el 6 de marzo de 1870 en el teatro de la
Alhambra fue, en realidad, el origen de la escisión de los unitarios. La "Declaración" que este grupo emitió suponía un
ataque directo a la doctrina federalista de Pi y Margall, que según ellos amenazaba la unidad nacional con sus naturales
consecuencias de unidad de legislación, de fueros, de poder político e indivisiblidad del territorio.

El socialismo es un orden político basado en la apropiación de los medios de producción por parte de la clase obrera. También
se define por socialista a toda teoría, doctrina o movimiento que aboga por su implantación y a su vez se deriva de la esencia
política del comunismo. El socialismo puede ser no-estatal (mediante la propiedad comunitaria en un sentido amplio) o estatal
(a través de la nacionalización y la planificación económica de la producción).
En un sistema socialista, al establecerse la propiedad social (colectiva) de los medios de producción, desaparece cualquier
forma de propiedad privada de los bienes de capital y con esta el capitalismo como forma de apropiación del trabajo
asalariado, que supone en la teoría marxista una forma de explotación por vía económica. Siendo el capitalismo la última
sociedad con clases dentro de la secuencia histórica de los modos de producción de Karl Marx, esto comportaría a su vez la
desaparición de las clases sociales que son generadas por los diferentes orígenes del ingreso, dando así por superada la lucha
de clases y quedando únicamente la dialéctica, la lucha entre lo nuevo y lo viejo como motor histórico en procura de la
superación constante en espiral ascendente para el bienestar y la felicidad de la raza humana.
El anarquismo es una filosofía política y social que llama a la oposición y abolición del Estado entendido como gobierno, y por
extensión, de toda autoridad, jerarquía o control social que se imponga al individuo, por considerarlas indeseables,
innecesarias y nocivas.[1] [2] Sébastien Faure, filósofo anarquista francés, dijo: «Cualquiera que niegue la autoridad y luche
contra ella es un anarquista». Bajo una formulación tan simple, pocas doctrinas o movimientos han manifestado una tan gran
variedad de aproximaciones y acciones, que no siempre fueron bien entendidos por la opinión pública. Históricamente
hablando, el anarquismo se centra en general en el individuo y en la crítica de su relación con la sociedad, su objetivo es el
cambio social hacia una futura sociedad, en palabras de Proudhon, «sin amo ni soberano».[3]

No existe acuerdo académico en cuanto a una taxonomía de las corrientes anarquistas; algunos hacen una distinción entre
dos líneas básicas de pensamiento, individualistas y comunistas;[4] también es común señalar las cuatro corrientes
más importantes, el anarquismo individualista, mutualismo, anarquismo comunista y anarcosindicalismo,
y según algunas fuentes, también el colectivismo.[5]
Con movimientos precursores desde la antigüedad, el punto de partida del debate doctrinal sobre un pensamiento anarquista
moderno se remonta a finales del siglo XVIII, en la obra de William Godwin,[6] aunque el anarquismo se desarrolla
en el siglo XIX a través de distintas corrientes, dándose algunas de las experiencias libertarias más significativas a lo
largo del siglo XX.[7] Tras el declive del anarquismo como movimiento social en la década de 1940, las ideas
anarquistas han sido recuperadas y reelaboradas por estudiosos y pensadores, y han estado continuamente insertadas en
multitud de doctrinas y movimientos contemporáneos, especialmente tras su emergencia en el contexto de los movimientos
estudiantiles y antiautoritarios de la década de 1960.

El Internacionalismo es un movimiento político que aboga por una mayor cooperación política y
económica entre las naciones para el beneficio mutuo.
Los partidarios de este movimiento, como por ejemplo los seguidores del Movimiento Federalista Mundial, afirman que las
naciones deben cooperar entre ellas, porque sus intereses mutuos a largo plazo son más valiosos que sus intereses individuales
a corto plazo. El internacionalismo se opone por naturaleza al ultranacionalismo y al chovinismo nacionalista, así como a los
movimientos de globalización estrictamente económicos que niegan el valor de la cultura y las diferencias entre las naciones.
El internacionalismo presupone el reconocimiento del resto de las naciones como iguales a pesar de, y respetando, todas sus
diferencias. El término internacionalismo se usa frecuentemente de forma errónea como sinónimo de cosmopolitismo,
término éste que es usado a su vez por los seguidores del internacionalismo para describir el abuso de esta cultura (véase
anacionalismo).

La Renaixença [rənə'ʃɛnsə] o [rena(j)ʃɛnsa] es un movimiento cultural catalán que llega a su esplendor durante la segunda
mitad del siglo XIX. Su nombre surgió de la voluntad de hacer renacer el catalán como lengua literaria y de cultura
después de los siglos de diglosia respecto al castellano (periodo llamado genéricamente Decadència). Es paralelo a
otros similares, como el Rexurdimento gallego.
Los autores más importantes de este movimiento fueron Joan Maragall, Jacint Verdaguer y Bonaventura Carles Aribau y
uno de los puntos clave de su difusión fueron los Jocs Florals. El estilo de la Renaixença es parecido al Romanticismo
europeo, predominio de los sentimientos, la exaltación patriótica y los temas históricos. La lengua utilizada mezclaba
cultismos y neologismos con palabras de la cultura popular.

La independencia es la situación de un país o nación que no está sometido a la autoridad de otro.


Como concepto político apareció con la Declaración de Independencia de los Estados Unidos en 1776[1] como respuesta al
colonialismo europeo y se extendió con las declaraciones de independencia de los países latinoamericanos dependientes del
Imperio español en la Guerra de Independencia Hispanoamericana (1810-1821). Más adelante el concepto se relacionó
estrechamente con el principio de no intervención y el derecho de autodeterminación de los pueblos.
La independencia se distingue de la autonomía. La autonomía es un régimen de descentralización del poder, en el cual ciertos
territorios o comunidades integrantes de un país, gozan de algunas facultades ejecutivas, legislativas y judiciales, en ciertas
materias, o competencias, que quedan así fuera del alcance del gobierno central.

Con el término autonomía se pueden entender los significados listados en la parte inferior. Para los movimientos o corrientes
que enarbolan la "autonomía" como principio ver autonomismo.
• La autonomía es un concepto de la filosofía y la psicología evolutiva que expresa la capacidad para darse normas a
uno mismo sin influencia de presiones externas o internas (ver libertad individual). Se opone a heteronomía.
• Referido a la autoorganización de organismos en la naturaleza.
• La autonomía es también un término perteneciente al ámbito del Derecho sobre la libertad de contrato.
• Sinónimo de autogobierno de asociaciones de tipo político, regional, cantonal, distrital, gremial, etc. (ver
autodeterminación, soberanía).
• En Bolivia, es un estatus político-administrativo; ver Departamentos autónomos
• En España, es una división político-administrativa; ver Comunidades Autónomas.
• En muchos países (como Argentina, Ecuador, Austria o España) la autonomía universitaria, es la figura Jurídica
que garantiza a las Universidades una autonomía político-administrativa del gobierno central, resultado del
movimiento de reforma universitaria.
• Además es la capacidad de valerse por sí mismo. Usado tanto para personas (relacionado con la discapacidad) como
para instrumentos y máquinas.
• En el ámbito de la técnica esta capacidad es el tiempo que un dispositivo con una fuente de alimentación
independiente puede permanecer en activo, hasta el agotamiento de la fuente de alimentación. Así, un dispositivo
eléctrico, como una linterna, tendrá una autonomía de horas en función de la capacidad de sus baterías y un
automóvil podrá recorrer una cierta cantidad de kilómetros sin repostar en función de la capacidad de su depósito
de combustible. Las mejoras en la autonomía de los equipos se pueden lograr bien incrementando la capacidad de la
fuente de alimentación o bien aumentando el rendimiento y, por tanto, reduciendo el consumo del dispositivo.

Los fueros locales, fueros municipales o, fueros eran los estatutos jurídicos aplicables en una determinada localidad cuya
finalidad era, en general, regular la vida local, estableciendo un conjunto de normas, derechos y privilegios, otorgados por el
rey, el señor de la tierra o el propio consejo. Fue un sistema de derecho local utilizado en la Península Ibérica a partir de la Edad
Media y constituyó la fuente más importante del Derecho altomedieval español. También fue utilizado en ciertas zonas de
Francia.

El Partido Liberal Español fue un partido político español de la derecha liberal creado por Ángel López-Montero en 1976
cómo asociación política con el nombre de Agrupación Liberal Democrática y registrado cómo partido en 1977. Centraba su
programa en el fomento de la iniciativa personal y al derecho a la propiedad personal.

Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT) fue un partido político comunista español, de tradición trotskista ortodoxa
(morenista). Era la sección oficial española de la Liga Internacional de los Trabajadores - Cuarta Internacional (LIT-CI).
Formaba parte de la coalición Izquierda Unida.[cita requerida] Se fundó en 1994 por unión del PST (La Verdad Socialista) (sección
del Partido Socialista de los Trabajadores) y el Grupo por la Construcción de un Partido Obrero Revolucionario (GPOR) (escisión
del POSI).
En el III Congreso celebrado en Madrid en mayo de 1999 se enfrentaron dos proyectos, y se acuerda la separación del partido
en dos experiencias, la mayoritaria, que conservaría el nombre de PRT, y la minoritaria, que se pasará a llamar Lucha
Internacionalista, ambas vinculadas a LIT-CI. Al presentarse LI a las elecciones municipales de junio de 1999 en listas
separadas, el PRT decidió su exclusión del partido. En 2001 inicia un proceso de acercamiento con Izquierda Revolucionaria
(IR), que se plasma en la creación de un periódico unificado del PRT e IR llamado A luchar por el socialismo, y en la fusión de
las dos organizaciones en PRT-Izquierda Revolucionaria.
Revolución es el cambio o transformación radical y profunda respecto al pasado inmediato. Se puede producir en varios
ámbitos al mismo tiempo, tales como económicos, culturales, religiosos, políticos, sociales, militares, etc. Los cambios
revolucionarios, además de radicales y profundos, y sobre todo traer consecuencias trascendentales, han de percibirse como
súbitos y violentos, como una ruptura del orden establecido o una discontinuidad evidente con el estado anterior de las cosas,
que afecte de forma decisiva a las estructuras. Si no es así, debería hablarse mejor de una evolución, de una transición o de
una crisis. Si lo que falta es su carácter trascendental, debería hablarse mejor de una revuelta. Las revoluciones son
consecuencia de procesos históricos y de construcciones colectivas, para que una revolución exista es necesario que haya una
nueva unión de intereses frente a una vieja unión de estos.

Regulacionismo: Esta corriente desarrolló el concepto de fordismo que es la articulación entre producción en
masa y consumo en masa. La crisis del fordismo se presenta a nivel macro como incapacidad del Estado para
articular consumo y producción en masa al elevarse más los salarios que la productividad en la década de los
setenta; y a nivel micro en los procesos productivos, por la rigidez del taylorismo que no permite elevar la
productividad. Los regulacionistas plantean que existen desajustes que crea el neoliberalismo, que no existen
tendencias espontáneas hacia el equilibrio y que se requieren nuevas instituciones reguladoras. Estas teorías
se centran en los procesos productivos y las relaciones laborales e industriales. Algunas se enfocan en el
mercado de trabajo y otras en el proceso de producción.
También argumentan que la necesaria flexibilización para salir de la crisis, es la del proceso de trabajo y no la
del mercado. Además, se postula una flexibilidad negociada entre empresas, trabajadores y sindicatos;
proponen acuerdos en escala macro para impulsar el consumo. Plantean a los sindicatos pasar de una
estrategia defensiva con respecto de la flexibilidad, a una ofensiva, con propuestas sobre mejoras en el proceso
productivo, protección del empleo y reparto de las ganancias.

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