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Los que destruyan, oculten, falsifiquen o alteren el testamento de la

persona de cuya sucesión se trata y quienes, a sabiendas, hagan uso de


un testamento falsificado
Esta en el Código Civil chileno, artículo 968, inciso 5, referida al que ha detenido u
ocultado dolosamente el testamento. Condena a las personas que intervienen una vez
consumado el acto testamentario o siendo este inexistente. Como señaló Lanatta (179' p.
14) en su Anteproyecto, la destrucción u ocultación puede ocurrir con respecto al
testamento ológrafo v al cerrado, y la falsificación o alteración en el testamento ológrafo
o en el pliego interno del cerrado.
PERDÓN DE LA INDIGNIDAD
El perdón de la indignidad puede ser otorgado por el causante o los demás sucesores. El
primero a tenor de lo prescrito en el artículo 669, que señala que el causante puede
perdonar al indigno de acuerdo con las normas de desheredación. El perdón otorgado
por el causante puede ser expreso o tácito. Es expreso cuando lo manifiesta claramente
en el testamento o por escritura pública, en concordancia con lo dispuesto en los
artículos 743 y 753. Es tácito cuando instituye heredero o legatario al indigno, en
aplicación de las reglas de la desheredación', que, tal como determina el artículo 669, le
son aplicables.
LA ACCIÓN DE EXCLUSIÓN Y SUS EFECTOS
Los herederos y legatarios a quienes les corresponde recibir la parte del indigno pueden
pedir su exclusión dentro del año de haber tomado esta posesión de los bienes
trasmitidos, por mandato expreso del artículo 668.La acción se concede tanto a los
llamados a suceder a falta del indigno o en concurrencia con é1.
Lanatta (178, p. 271) explica que el plazo de un año a que se refiere el dispositivo legal
citado debe entenderse desde que el indigno entra en posesión real y efectiva de la
herencia, y no desde que el sucesor adquiere la posesión de lege que, según el artículo
660, es al momento del fallecimiento del causante. En el mismo sentido, Valverde (344,
p. 2a9) expresa que la posesión del indigno de los bienes de la herencia, como uno de
los elementos necesarios para purgar el vicio que invalida su título sucesorio, no es la
posesión jurídica sino la posesión material. Igual opina Borda (44, p. 122).
No podría ser de otra forma, pues si se tomara en cuenta la posesión de derecho, la ley
hubiera dicho que la calidad de heredero o legatario del indigno sería impugnable dentro
del año de la apertura de la sucesión y no dentro del año de haber entrado el indigno en
posesión de la herencia o del legado, como establece el artículo 668. Debe entenderse
bien que el término favorece a los sucesores, pues solo trascurrido el plazo podrá el
indigno invocar la caducidad.
Con relación a la referencia a los legatarios a quienes les corresponde recibir la parte del
indigno, encontramos dos supuestos:
A. El legatario sustituto designado conforme al artículo 740 denuncia la indignidad del
legatario instituido para recoger su parte.
B. El legatario instituido acciona contra el heredero si el legado no puede cumplirse en
su integridad por exceder la cuota de libre disposición.
La declaración de indignidad implica el apartamiento forzoso del sucesor,
entendiéndose que no ha tenido lugar la delación de la herencia a su favor. Esta deberá
deferirse a quienes hubieran sido llamados si el indigno hubiese fallecido al momento
de la apertura de la sucesión, si es que hay representación sucesoria, o acrecerá la
herencia que corresponde a los coherederos, o pasará a otros herederos.
El declarado indigno deberá devolver los bienes hereditarios. Al respecto, el actual
Código es más explícito que el anterior al señalar, en su artículo 671, que declarada la
exclusión del indigno, este queda obligado a restituir a la masa los bienes hereditarios y
a reintegrar los frutos. Este principio se ínfería en el antiguo ordenamiento, al
establecerse que el poseedor de buena fe hacía suyos los frutos (artículo 83a) y el de
mala fe estaba obligado a entregarlos o su valor equivalente (artículo 841), reglas que el
Código de 1'984 repite en sus artículos 908 y 910, respectivamente. El indigno debe ser
considerado como poseedor de mala fe, no pudiendo presumirse lo contrario.

El artículo comentado de nuestro Código agrega que, si el indigno hubiera dispuesto de


los bienes, la validez de los derechos del adquiriente se regirá por el artículo 665 y el
resarcimiento a que está obligado por la segunda parte del artículo 666, los que hemos
comentado al tratar de la acción reivindicatoria. Es decir, rigen las siguientes reglas:
a. El adquiriente a título oneroso de mala fe queda obligado a entregar a los herederos el
bien y los frutos percibidos, así como a indemnizarlos.
b. El adquiriente a título gratuito de buena fe queda obligado solo a restituir el bien.
c. El adquiriente a título gratuito de mala fe queda obligado a la restitución del bien, a la
devolución de los frutos percibidos y a pagar una indemnización.
d. El adquiriente a título oneroso de buena fe mantiene sus derechos, quedando
obligado solo a pagar el saldo del precio, si lo hubiere, a quienes corresponde heredar en
defecto del indigno.
La indignidad no opera retroactivamente. No comprende las donaciones y los anticipos
de herencia, a excepción del caso de quien comete homicidio contra el causante; pues,
de acuerdo al artículo 1644, caduca la donación si el donatario ocasiona
intencionalmente la muerte del donante.
El actual Código declara en su artículo 670 que la indignidad es personal, principio que
reitera el título de representación al reconocer esta cuando hay indignidad. Agrega que
los derechos sucesorios que pierde el heredero indigno pasan a sus descendientes,
quienes los heredan por representación; indicando, además, que el indigno no tendrá
derecho al usufructo ni a la administración de los bienes que por esta causa reciban sus
descendientes menores de edad. Igualmente, el artículo 436, inciso 3, exceptúa del
usufructo legal de la herencia que ha pasado a los hijos por indignidad de los padres o
por haber sido estos desheredados; disposición que preceptuaba el Código anterior en el
artículo 401, inciso 3.
Finalmente, en relación a la indignidad, el actual Código consagra dos nuevos
importantes principios, a saber:
A. El causante puede desheredar por indignidad a su heredero forzoso conforme a
las normas de la desheredación (artículo 669), con lo cual las causales de
desheredación quedan ampliadas con las de indignidad.
La desheredación por cualquier causal la impone el testador mas no el juez, pues, tal
decisión se materializa en el testamento; a diferencia de la exclusión por indignidad que
debe ser declarada por sentencia, en acción promovida contra el indigno por los
llamados a suceder, en concurrencia o en sustitución de é1. Exp. N" 3583-1997-Litna.

B. No pueden ser excluidos de la herencia por indignidad los incapaces menores de


edad ni los mayores que por cualquier causa se encuentren privados de
discernimiento. Esta norma se halla en el título correspondiente a la
desheredación, en el artículo 748, y tiene como fundamento que siendo personas
incapaces de practicar actos jurídicos, deben ser considerados como
irresponsables al incurrir en los actos u omisiones que la ley permite sancionar
con la desheredación o con la indignidad.

INCOMPATIBILIDADES PARA HEREDAR

La inhabilidad la determina una condición de la persona; la indignidad un hecho de la


misma. La incompatibilidad limita la voluntad del testador, la indignidad no, pues existe
el perdón; he aquí la diferencia fundamental: la primera es de orden público mientras la
segunda está establecida en atención al interés particular del causante. La inhabilidad
revela una nulidad ipso iure si existen cláusulas testamentarias en favor de una persona
incursa en una incompatibilidad; la indignidad significa que las disposiciones a favor
del indigno son impugnables 5 por tanto, solo anulables. El indigno es heredero' pues
adquiere la herencia, aunque luego sea privado de ella; el inhabilitado no puede ser
heredero en momento alguno.
En nuestro ordenamiento jurídico encontramos las siguientes causas de
incompatibilidad:
Extranjeros:
De acuerdo al artículo 71 de la Constitución del Estado, "dentro de cincuenta
kilómetros de las fronteras, los extranjeros no pueden adquirir ni poseer, por título
alguno, minas, tierras, bosques, aguas, combustibles ni fuentes de energía, directa ni
indirectamente, individualmente ni en sociedad, bajo pena de perder, en beneficio del
Estado, el derecho así adquirido".
Esta disposición reproduce el principio enunciado en el artículo 126 de la Constitución
de 1.979, el cual, a su vez, repitió textualmente, el numeral 36 de la Constitución de
1920, que fue la primera dictada después de la Guerra del Pacífico. Obviamente, el
origen de esta disposición constitucional obedeció al celo del legislador de que las
partes más sensibles del territorio que configuran su demarcación no caigan bajo la
influencia económica de un país limítrofe, como un primer paso para su influencia
política, tal como ocurrió con las inversiones salitreras chilenas en Antofagasta cuando
esta región era de Bolivia, y que fueron factor desencadenante del conflicto bélico
mencionado.
Padres:
En nuestro Derecho Familiar encontramos una figura en el artículo 398 cuya tipicidad
se acerca más a la indignidad que a la incompatibilidad; artículo que es reproducción del
numeral 362 del Código derogado. Dice así: "El reconocimiento de un hijo mayor de
edad no confiere al que lo hace derechos sucesorios ni derecho a alimentos, sino en caso
que el hijo tenga respecto de él la posesión constante de estado o consienta en el
reconocimiento".
El legislador ha querido evitar que personas inescrupulosas se aprovechen de la figura
del reconocimiento para adquirir derechos sucesorios y alimentos. Por ello, la salvedad
de que el hijo consienta en el reconocimiento o que tenga el padre o la madre la
posesión constante del mismo. Tanto al que es verdaderamente padre o madre como al
que no lo es, se le considera que está obteniendo beneficio de una circunstancia. En
consecuencia, se le excluye.
La norma es de Derecho Sucesorio, por lo tanto, debería estar ubicada en el Libro
correspondiente en el Código' En Argentina, la Ley 23.264 lo ha hecho así, agregando al
Código Civil una nueva causal de indignidad. Esta causal está referida únicamente a la
sucesión intestada, rigiendo las cláusulas testamentarias a favor de la persona
contemplada en esta situación, sin que ello signifique necesariamente un
reconocimiento por parte del causante.

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