UN MILENIO DE ARTE
RUSO
VI
ESTILO IMPERIO Y
ROMANTICISMO
DL V- Pendiente
II.- PINTURA 04
III.- ESCULTURA 07
IV.- MÚSICA 12
V.- ARQUITECTURA 14
UN MILENIO DE ARTE RUSO 1
CAPITULO I
SINOPSIS HISTÓRICA
otra faceta autocrática, voluntariosa y nebulosa, y en el gobierno interior del Imperio sus
principales consejeros fueron todos rusos, aunque no ancianos estadistas. Speranskii,
hijo de un sacerdote ortodoxo y educado también él en un seminario, se inclinaba a la
reforma administrativa dentro de un marco tradicional; pero después de su caída en
desgracia en 1812, la escena política fue ocupada por el extraño y violento Arakcheiev,
cuyo carácter nunca ha resultado inteligible para los observadores occidentales. Catalina
II, una princesa alemana, había sabido ser lo bastante astuta como para mantenerse en
equilibrio en un mundo al que era ajena; pero un monarca ruso que se tomara a s í
mismo tan en serio como lo hacía Alejandro I tenía necesariamente que sentirse dividido
entre su educación principalmente occidental y las primeras sensaciones vitales
recogidas en el ambiente que le rodeaba. Cuando los ejércitos rusos barrieron a los
franceses hasta París en 1813 – 1814, la imagen anecdótica en el oeste era hordas
salvajes y el dominio del látigo; pero Rusia no podía seguir presentándose como el
gigante con los pies de barro (Diderot), y muy pronto, los parisinos que deseaban
atraerse la buena voluntad del zar, se asombrarían de su cautivador encanto y del
inteligente comportamiento de las personas de su séquito. El ejército de ocupación ruso
no fue especialmente impopular (cualquier desmán de un soldado ruso era castigado a
la rusa); muchos de sus oficiales más jóvenes fueron bien recibidos en los salones
avanzados, y algunos de ellos volvieron a s u patria con ideas y esperanzas que les
llevaron o al cadalso o a Siberia después de diciembre de 1825.
Los problemas campesinos, que se multiplicaban (más de 700 casos entre 1826 y
1854) y que finalizaban, en ocasiones, en una verdadera insurrección regional, como en
1839, en doce gobiernos del centro, no modificaron el problema de la servidumbre,
cuyo debate demuestra una violenta adhesión de los nobles a sus privilegios. El fracaso
UN MILENIO DE ARTE RUSO 3
Alejandro I
Nicolás I
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CAPITULO II
PINTURA
La llegada del romanticismo se anuncia con las primeras obras del destacado
retratista Kiprenskiv, movimiento en el que participaría activamente. Entre sus primeras
obras destaca el Retrato de E.V. Davidov, de 1809, que si bien se muestra heredero de
las tradiciones de los retratistas del siglo XVIII, visible en el detallismo con que trata su
uniforme, en la forma en que ha logrado penetrar en la psicología del personaje, nos
proporciona un prototipo del personaje romántico, el dandy a la rusa, indolente y
decidido a la vez, viril y melancólico. En cuanto al paisaje, no se desarrolla este género
como tal en la pintura rusa del siglo XVIII. Lo que se realizó fueron pinturas de
arquitectura y ruinas, de perspectivas y vedute. En este género, no obstante, destacaron
dos pintores rusos del siglo XVIII: Fiodor Iacolevich Alexeiev, 1753 – 1824, fue uno de
los primeros paisajistas rusos. Después de en la Academia de Bellas Artes de San
Petersburgo pasó tres años en Venecia estudiando las obras de famosos paisajistas
franceses e italianos. Al regresar a San Petersburgo para trabajar, su popularidad creció
con el tiempo. En 1800, el emperador Pablo de Rusia le encargó una serie de pinturas
de Moscú. Silvestr Feodosievich Shedrin, 1791 – 1830, se especializó en paisajes
urbanos y se le considera como el primer auténtico paisajista ruso. Vivió la mayor parte
de su vida en Italia, si bien en principio fue discípulo de la Academia de San
Petersburgo. En 1820 r ompe con el clasicismo y se deja seducir por la nueva
concepción libre y romántica de la belleza del mundo real, proclamada por la joven
generación de la época de las revoluciones. Se le ha tenido como iniciador de la pintura
plein air en el arte ruso. Se le conoce como autor de una serie de pequeños lienzos con
vistas a R oma, Nápoles y Sorrento, que, comparadas con los paisajes decorativos del
periodo clásico semejan retratos vivos de la naturaleza. La vida bulliciosa y cambiante
de estas pequeñas ciudades del litoral italiano le apasionaba, logrando cantar, de forma
ya romántica, la vida cotidiana en armonía existente entre el hombre y la naturaleza.
Destacó también Ivanov, que alcanzó la fama posteriormente por la obra más
emblemática del arte ruso del siglo XIX La aparición de Cristo al pueblo. Sin embargo,
a principios de siglo se muestra apegado al estilo académico, como denota su obra
Heroísmo de un joven de Kiev, de 1810, mezcla de clasicismo escultórico y ambiente
nacional. Frente al anterior, Karl Bruni representa la vuelta al tema clasicista dentro de
los dictados de la Academia, en la que fue alumno Ivanov. En 1818 marchó a R oma
donde pintó La muerte de Camila, de 1824, dentro del más estricto estilo académico.
Tanto las actitudes teatrales de los personajes como su disposición son totalmente
académicas, en un momento en que los nazarenos alemanes ya habían desarrollado sus
mejores obras. La corriente costumbrista que se inició en el siglo XVIII con Shibanov,
se continúa en el siglo XIX por Aleksandr Gavrilovich Venetsianov, 1780 - 1847, que
reivindica, por primera vez en el arte ruso, la preponderancia de la pintura popular y
costumbrista que más tarde se impuso como la principal corriente de la pintura rusa. Se
esforzó por ser fiel a la naturaleza concreta y carente de todo artificio. En los tipos
campesinos trató de afirmar la dignidad del hombre humilde; además, fue el primero en
II
Venetsianov. Arado
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captar la peculiaridad y sencillez del paisaje ruso, porque muchos autores lo consideran
como el primer realista, inaugurando con su obra esta corriente de la pintura rusa del
siglo XIX, pese a lo precoz de su actividad, que coexiste con artistas románticos e
incluso clásicos. El otro único pintor comparable es Fedotov.
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CAPITULO III
ESCULTURA
Tras Shubin y Koslovski, el tercer gran escultor ruso de esta época es Feodosi
Fiodorovich Shedrin (1751 - 1825), Estudia en la Academia de Bellas Artes de San
Petersburgo y luego fue enviado a Italia y a París en 1775, donde se perfeccionó en el
taller de Allegrin. Su Venus de 1773, hija de la célebre Bañista de su maestro, traiciona
claramente su filiación. Sus mejores obras las realiza en Rusia, concretamente las
fuentes de Perseo (1800), Neva (1804) y de las Sirenas (1805) para Peterhof. En los
últimos años de su vida se especializa en la gran escultura decorativa, colabora con los
arquitectos de Alejandro I: Thomas de Thomon y Zajarov, que le encargarán el uno los
adornos para su Columna de Poltava de 1809, el otro los dos grandes grupos de
cariátides que encuadran la puerta principal, las Ninfas marinas soportando la esfera
terrestre (1812) y las figuras de guerreros en la base de la flecha del Almirantazgo. En
Peterhof, mito y realidad están muy próximos, pero Shedrin intenta más traducir los
ideales de la Antigüedad que detenerse en una mera apariencia exterior de las cosas. En
las cariátides que flanquean la puerta principal del Almirantazgo, combina
perfectamente la gracia de las ninfas con la fortaleza de las cariátides que sostienen la
esfera del mundo. Estos grupos de las ninfas señalan una etapa importante en la síntesis
entre la arquitectura y la escultura: si el Almirantazgo está ricamente decorado con
relieves, mascarones y esculturas diversas, las ninfas son grupos exentos que, además,
no tienen relación directa con el muro trasero, adornado por glorias aladas. Los otros
alumnos de Gillet tienen una personalidad más difusa: Gordeiev (1749 - 1840) imita en
su Prometeo al Millón de Crotona de Falconet cuyo original había sido ofrecido a la
Academia de San Petersburgo. Prokofiev, 1758 - 1828, hábil escultor de vidrio, no es
más original en su Morfeo, de 1782, en su Acteón de 1784 ni en sus bajorrelieves de la
gran escalera de la Academia de Bellas Artes. Ambos encuentran su ocasión en la
escultura funeraria que comienza hacia 1780 a desarrollarse en Rusia.
perfectamente todos los estadios del clasicismo y con sus peculiaridades y sus mejores
representantes, en escultura todo queda muy vago, como bajo una sutil neblina. Mijaíl
Ivanovich Koslovski, 1753 – 1802, sin duda el escultor clásico dieciochesco de más
talento, murió en el apogeo de su carrera. Otros artistas, sobre todo Martos y Shedrin,
prosiguieron su obra entre la nueva generación afirmando su propia autoridad y
presentándose como maestros. Ivan Petrovich Martos (1752 - 1835), es un escultor
romántico. Su obra cae d e lleno dentro del periodo de transición. Gusta Martos de
plasmar sus concepciones en monumentos funerarios, sencillos por su composición,
pero llenos de sentimiento sincero y de una profunda vibración elegiaca. Caso curioso:
el romanticismo empujó poco a p oco a es te escultor a l o largo de su obra hacia el
clasicismo.de origen ucraniano como Losenko, Levitski, Borovikovski, los mejores
pintores rusos de la época. Trabaja en Roma en los talleres de Cánova y Thorwaldsen;
pertenece a esta generación romántica que prefiere Roma a París e introduce en el arte
un sentimentalismo muy acusado. Uno de sus contemporáneos afirmó que hacía llorar el
mármol. Es efectivamente un escultor funerario. Sus mejores obras de juventud son los
monumentos funerarios; Desde los años 1780, abandonó las representaciones de horror
místico de la muerte - tan queridos de las tumbas barrocas - para evocar en su lugar un
sentimiento de resignación que tradujo en el mármol con ternura, claridad y pureza de
ritmo. Los dos cementerios más aristocráticos de Rusia, el del Monasterio del Don en
Moscú y el de la Lavra de Alejandro Nevski en San Petersburgo están llenos de estatuas
de plañideras cuyo mejor ejemplo es el monumento a la princesa Gagarin, (1803), un
excelente ejemplo de su estilo de madurez; es una obra que no solo resume veinte años
de trabajo, sino que revela cualidades trascendentales. Abandona la alegoría y adopta
formas enteramente geométricas frente a los drapeados anteriores; el mismo personaje
es monolítico, mostrando la tierra donde han sido enterradas sus cenizas, en un gesto
nada ambiguo. La complejidad de los monumentos de otrora, con cortejos fúnebres,
deja paso a la misma difunta a u n tiempo en su misma muerte y en su inmortalidad,
como en la tumba de la princesa Kurakin de 1792. Es él al que la sentimental
emperatriz María Fiodorovna encargó para el parque de Pavlosk el mausoleo de sus dos
hijas y el su marido el zar Pablo I, esposo benefactor. Su talento se acomoda mejor a la
estatuaria funeraria que a la áulica o histórica. Ejemplo de esto último es el monumento
a Minin y Poiarski elevado en 1804 en la Plaza Roja de Moscú; los jefes del
movimiento nacional que expulsó a los polacos en 1611 e instauró a la dinastía
UN MILENIO DE ARTE RUSO 9
Romanov en el trono, fueron ejecutados sin modelos previos en los que Martos pudiera
guiarse, ya que la estatuaria monumental fue escasa en el siglo XVII en Rusia; además
había que combinar dos personajes en una misma obra. Poiarski no se ha recuperado de
sus heridas y, espada y escudo en mano, se alza con gran dificultad; este proyecto fue
discutido ampliamente; si fue comenzado en 1804, no se terminó hasta 1818, cuando
Rusia se alzaba victoriosa sobre Napoleón; la importancia nacional que revistió el
monumento entonces fue enorme; la victoria de Minin y Poiarski fue la victoria de
Kutusov sobre Napoleón. Minin, en un gesto voluntario, muestra el Kreml, símbolo de
la eterna Rusia, señalando su defensa. El vestido del ambos no se corresponde a las
corrientes reinantes en Europa o América a finales del siglo XVIII; pero quizás porque
los dos héroes vivieron en el siglo XVII, en una época de transición para Rusia entre la
Edad Media y la Edad Moderna, Martos adopta una solución ecléctica: utiliza la túnica
clásica junto con una jupe de la antigua Rusia, ceñida por un cinturón y sobre unos
pantalones. El clasicismo de Martos no es refinado ni naturalista, sino heroico y
majestuoso. Están vestidos de conspiradores romanos con una absoluta renuncia a la
verdad histórica. Este estilo pseudoclásico aplicado a personajes de la historia nacional
choca con el estilo ruso de las murallas del Kreml y de la Catedral de San Basilio. Todo,
las figuras como la composición misma, respira el claro ritmo helénico, resuelto el
equilibrio de las formas monumentales en una serena armonía superior. Las estatuas del
Duque de Richelieu en Odessa (1825), de Lomonosov en Arcángel (1829) son otras de
sus obras de carácter histórico. El mayor éxito de Martos es el bajorrelieve que ejecutó
para la catedral de Kazán, en San Petersburgo, Moisés haciendo brotar agua del
desierto (1804 -1807) esculpido en piedra de Pudoi. No hay en esta obra, que corre
sobre la parte superior del edificio, trazas del estilo barroco; la acción se desarrolla
sobre un fondo neutro, sin paisaje, y se organiza a partir de los dos extremos hacia el
centro; los personajes se agrupan en pequeños grupos organizados por un evidente
ritmo; es quizás la obra más clásica de Martos. Mientras, Martos ejerció una gran
influencia sobre toda su generación, su escuela en la que se puede incluir a Sokolov,
Halberg, Krilov, Pimenov, Orlovski, es casi tan numerosa como la de Gillet. Como
profesor y director de la Academia, ejerció Martos enorme influencia, singularmente - y
sin excepción apenas - sobre la escultura rusa de la primera mitad del siglo XIX, cuyos
autores se atuvieron fielmente a las enseñanzas y preceptos de Martos, de quien
aprendieron la delicadeza del modelado y la perfección técnica.
IV
CAPITULO IV
MÚSICA
entre los pueblos, se revela al auditorio atento como un One-step, una danza próxima al
Ragtime en boga en los años diez. La Russish (Rusa) de Jo Knümann pertenece a otro
grupo de composiciones a la moda rusa que retoma, como su nombre indica, melodías
populares originales. De esta manera, Knümann laza un puente hacía Joseph Küffner, el
ancestro del género. Pero los músicos de salón del cambio de siglo no se contentaron
con adaptar temas de la música popular rusa o producir calcomanías musicales, querían
integrar también la gran música rusa a sus actividades. Los arreglos sacrificados a este
propósito lograron un gran éxito entre el público, sobre todo la popular Melodía en Fa
de Anton Rubinstein. Junto a los arreglos de obras de Nikolai Rimski-Korsakov,
Alexander Glazunov, Peter Tchaikovski y Mijaíl Glinka, constituyen la tercera corriente
del Salon Russe. Solamente por su título las obras de este último grupo conservan
todavía una relación con Rusia: la Petersburger Shilittenfahrt (Carrera de trineos en San
Petersburgo) de Richard Eilenberg podría venir de un miembro de la dinastía Strauss; en
cuanto a la melodía de la Marche de Petersburg arreglada por Leopold Weninger,
admitida en 1817 con el número 113 en la colección de marchas militares prusianas,
aunque clasificada como escrita para un zar, sólo conoció un relativo éxito con el título
de Swinemünder Badegalopp (El galope de Swinemünder). Durante este tiempo, con la
misma melodía, los berlineses cantaban su impertinente Denkste denn, denkste, du
Berliner Pflanze…
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CAPITULO V
ARQUITECTURA
Edificio de la Bolsa
representante del Estilo Imperio en Rusia. En 1814, a los veintiséis años, fue a
perfeccionar sus estudios en Roma con influencias de Piranessi, Clèrisseau, Clèrisseau
Robert. Sorprendido por la Revolución francesa (1789) emigró a Viena, donde el conde
de Artois le nombró su arquitecto en 1791, pasó luego a Budapest a ruegos del príncipe
Esterhazy y desde allí se trasladó a S an Petersburgo en 1798. Allí fue nombrado
profesor de la Escuela de Aplicación de Ingeniería y de la Academia de Bellas Artes. Su
más importante obra en Rusia es el edificio de la Bolsa, 1805-1816, encargo de
Alejandro I. Un primer proyecto -1801- fue tomado de P. Bernard (según los Premios
de la Academia de Bellas Artes de París, publicado por Van Cleempitte en 1779):
Constaría de cuatro pórticos de 10 columnas en las cuatro caras de un rectángulo. El
segundo y definitivo proyecto fue de 1803, según el cual se alzaría una columnata
continúa alrededor del edificio, simulando un templo períptero (como Paestum o la
Bolsa de París) con columnas dóricas sin acanalamientos. Un frontón sin adornos,
lunetos rebajados y columnas rostradas. En la fachada principal, el dios Neptuno con los
ríos Neva y Voljov. En el frontis occidental, el Dvina navegable y Mercurio con ninfas.
Engloba el edificio preexistente, de estilo holandés, con la columnata dórica, por encima
de la cual se levanta el frontón con un gran arco lucífero. Eco todo el conjunto del neo
helenismo en boga en la arquitectura europea de la época y de las fantasías
arquitectónicas, también, del periodo postrevolucionario francés. Urbanísticamente,
forma parte de una ordenación de conjunto del extremo de la Vasili Ostrovski: un
malecón de granito en forma de gran semicírculo con amplias escalinatas que
descienden hasta el Neva, mientras que a un lado y a otro del palacio sendas columnas
rostradas, dotadas de espolones, que cumplen funciones de faros o puntos de luz para
facilitar la navegación nocturna por el Neva, acentúan la solemne traza de este templo
del comercio. Las columnas rostradas, de treinta y dos metros de altura tienen en la
base estatuas de las divinidades fluviales de los ríos Dniepro, Volga, Voljov y Neva y en
los capiteles, faros, lo mismo que en las tazas de cobre. Su austeridad formal se
combina con una perfección y con una claridad en la realización verdaderamente
admirable. Grandioso espectáculo - escribió Gothcar - es el que ofrece la austera masa
de este templo antiguo al destacarse contra el cielo a la luz del poniente, flanqueado
por los purpúreos mástiles de sus columnas rostradas. Otras obras suyas son un
Proyecto para la Catedral de la Madre de Dios de Kazán en 1799, según el Panteón y
el templete de Bramante, el Mausoleo de Pablo I, 1806-10, con severas columnas
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Plaza de Palacio
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columnatas y los bajorrelieves blancos con el contraste de los muros amarillo pálido.
la capital. No fue Rossi un gran creador de formas, pero si un gran creador de conjuntos
arquitectónicos y un gran urbanista. Siguió los planteamientos urbanísticos de Francia:
las plazas de los Vosgos, Vendôme, Concordia, son en San Petersburgo las plazas de las
Artes, Ostrovski, del Palacio de Invierno, y de San Isaac de Dalmacia. Fue el último
gran representante, sino el único, del Estilo Imperio en Rusia. Su contemporáneo,
Ricardo de Montferrand, será más ecléctico que clásico. Construye un palacio por orden
de Alejandro I para la Emperatriz madre María Fiodorovna. Fue su primer éxito y la
puerta para otras empresas. Entre sus mejores obras están los Edificios del Estado
Mayor y del Ministerio de Finanzas, el Palacio del Gran Duque Miguel, los Palacios
del Senado y del Sínodo y el Teatro Alejandra. En la isla de Elaguin (94 Ha) en la
desembocadura del Neva, se alza el Palacio de Elaguin, 1818-1820, propiedad del
magnate Elaguin desde 1770. Es un edificio sobre terraza de piedra con verja artística
en una isla de marismas, desecada en el siglo XVIII, con un sistema de parapetos,
canales con compartimentos estancos y desagües para las inmundicias del Neva. Su
fachada principal da al parque por una pendiente y amplia escalinata, con esculturas de
leones y cerca de forja. La entrada principal tiene un pórtico con siete columnas. La
fachada posterior da al Neva y la parte central de la misma es el saledizo de la sala
ovalada. Una con columnata, culminada con un friso corre encima de las ventanas de la
planta baja. Adornan también jarrones del mismo Rossi de mármol blanco con
bajorrelieves de tritones. Otros edificios del conjunto palaciego son el pabellón de
cocinas, un semicírculo de dos plantas sin ventanas en la fachada (solamente al patio
interior), el pabellón de caballerizas en forma de herradura con columnata dórica, un
pabellón junto al muelle de granito (punta este) y el pabellón de la música.
Pero su obra magna, por decirlo de algún modo, es el edificio conjunto del
Estado Mayor General y Ministerio de Finanzas, 1819, un hemiciclo alrededor de la
plaza de Palacio., formando un conjunto heterogéneo (traza rococó de Rastrelli junto
con traza imperio de Rossi), pero armónico. En puridad son dos edificios simétricos
enlazados por un arco triunfal, la Puerta de la Victoria, monumento a la victoria rusa
contra Napoleón en 1812, que al mismo tiempo sirve de réplica a la imponente arcada
del Almirantazgo de Zajarov. Todo el conjunto de los dos edificios formando un muro
de una monotonía casi absoluta, las columnas dobles, la arcada, el ático y el grupo de la
Victoria, logra un efecto de serena solemnidad difícil de hallar en otras partes. La
VIII
perspectiva Nevski, separado de la ésta por una plazoleta - jardín que se interpone entre
el parque Anitchkov - con los pabellones ya reconstruidos por el mismo arquitecto en
1818 - y la Biblioteca Nacional para la que Rossi proyecta una nueva fachada. La calle
del Teatro recibe el tratamiento de complejo unitario, en una fuga perspectiva de
columnas que se desarrolla a ambos lados de la calle, en el consabido orden de origen
paladiano. Vista por el lado contrario, la calle del Teatro aparece cerrada al fondo por la
fachada posterior del teatro; por su otro extremo se abre a la plaza Chernisev, con su
forma en semicírculo dirigido hacia el paseo de la Fontanka, para recoger un tridente de
calles. La arteria central del tridente penetra en la plaza mediante la habitual solución
del arco triunfal de enlace entre los edificios, aquí en una versión de triple arcada, de las
dos que se corresponden con la plaza y la tercera sirve de acceso al palacio de los
Ministerios.
Palacio Miguel
No podemos dejar esta etapa del arte peterburgués del reinado de Alejandro I sin
nombrar a Agustín de Betancourt y Molina (también figura como Bethencourt) (Puerto
de la Cruz, Tenerife, 1 de febrero de 1758 – San Petersburgo, 14 de julio de 1824), uno
de los ingenieros más prestigiosos de Europa. La biografía y los descubrimientos de
Betancourt no tienen cabida en este libro. Expondremos sólo su etapa al servicio del
Emperador de Rusia Alejandro I a partir de principios del siglo XIX, ya que por las
intrigas del valido del malhadado Carlos IV, Godoy, tuvo que abandonar España. A
finales de 1807 viajó a San Petersburgo invitado por el Zar Alejandro I de Rusia y
permaneció allí durante seis meses. Tras regresar a P arís para presentar con Lanz
el Ensayo, regresó a Rusia donde permaneció hasta su muerte al servicio de Alejandro I.
Nombrado mariscal del ejército ruso, quedó adscrito al Consejo Asesor del
Departamento de Vías de Comunicación. Posteriormente fue nombrado Inspector del
Instituto del Cuerpo de Ingenieros y, en 1819, Director del Departamento de Vías de
Comunicación. A lo largo de los 16 años de su estancia en Rusia alternó la dirección
académica del Instituto de Ingenieros con numerosas obras públicas, como el puente
sobre el Malaia Neva, la modernización de la fábrica de armas de Tula o la fábrica de
cañones de Kazán, la draga de Kronstadt, su intervención como ingeniero en la Catedral
de San Isaac o la Columna de Alejandro I de Montferrand, el canal Betancourt de San
Petersburgo, la Catedral de la Transfiguración de Nizhni Nóvgorod, la fábrica de papel
moneda, el picadero de Moscú, la navegación a vapor en el río Volga, sistemas de
abastecimiento de aguas, ferrocarriles, etc. A partir de 1822 comenzó a tener problemas
con el Zar y fue sustituido en la dirección del Instituto, quedando relegado hasta su
muerte en 1824.
Calle de Rossi
Teatro Aleksandr
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Teatro Bolshoi
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