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Los símbolos del pasado, Tiahuanaco

Por José Luis Aguilar Moreno, F.R.C.

El área arqueológica de Tiahuanaco está situada en las orillas meridionales del Lago Titicaca, en
la zona fronteriza entre Perú y Bolivia. En esas alturas el aire es un tanto enrarecido, por lo que
la respiración se agita. El complejo arquitectónico ubicado en una zona árida, sin árboles ni
vegetación importante, caracterizada por su sol quemante y sus fuertes vientos, constituye una de
las grandes interrogantes históricas no resueltas hasta el día de hoy. El sitio, con grandes ruinas
de origen prácticamente desconocido, en la actualidad se encuentra muy degradado. Además de
las enormes figuras de piedra que ahí se hallan, se observan numerosas columnas de granito,
terrazas escalonadas y repetidos recintos.

Las leyendas tradicionales de los pocos habitantes que moran alrededor de la zona de
Tiahuanaco, se remontan a una época muy antigua “antes de que hubiera sol” y cuentan que en el
inicio del mundo, el sol y la luna llegaron hasta los cielos ascendiendo por los escalones de uno
de sus templos. Los primeros hallazgos en las gigantescas ruinas fueron grandes estatuas,
bloques de piedra, puertas, escaleras y pilares derruidos y los enigmáticos monolitos que han
desafiado el paso de los siglos y siguen encerrando su indescifrable misterio. Todos estos restos
atestiguaron en silencio la existencia de un gran centro de población con avanzada cultura y
definidos espacios destinados al ceremonial de sus deidades. Algunos investigadores describen a
Tiahuanaco como el principal santuario del dios Viracocha.

Aunque inicialmente se pensó en una antigüedad de varios miles de años, oficialmente se le


atribuye a Tiahuanaco una edad de no más de dos milenios. No se sabe realmente quienes fueron
los autores de las grandes construcciones que ahí fueron edificadas. También, el misterio de las
fuerzas que utilizaron para realizarlas prevalece, tal como sucede en otros sitios arqueológicos del
Continente Americano y del resto del mundo. Las precisiones matemáticas de que se valieron los
constructores, denotan que hubo una cultura tal, que alcanzó un desarrollo de dimensiones
apreciables. La tradición de los nativos urus que viven a la orilla del Lago Titicaca, conserva los
términos de “gigante” y “hermano grande”, referidos hoy a los monolitos que aún se conservan.

Se pretende que las primeras construcciones, las más antiguas, fueron levantadas por los
habitantes primitivos y las de menor antigüedad en cambio, son atribuidas a los Incas. Sus
templos guardaban la disposición de ciertas estrellas. Las principales imponentes estructuras que
aún se conservan, son la pirámide de Acapana, el Templo de Kalasasaya y un monumento
verdaderamente interesante que es la famosa Puerta del Sol, esculpida en un bloque de piedra
único de casi cuatro metros de altura por tres de ancho. En la parte delantera está representado un
personaje central, que denota rasgos tanto humanos, como de cóndor, de jaguar y de serpiente, de
cuyo rostro brotan lágrimas, y además, 48 figuras aladas más pequeñas. Los jeroglíficos
grabados en estas edificaciones no han sido descifrados hasta la fecha.

El conjunto labrado en la Puerta del Sol, ha sido interpretado por algunos investigadores como
una escena de danza alrededor de una divinidad, inclinándose otros, sin embargo, por
identificarlo como la representación propia de un calendario, semejante a la Piedra del Sol o
Calendario Azteca de México. La Puerta del Sol es relacionada con un misterioso pueblo de
gigantes y, asimismo, con la mítica Atlántida. Es interesante observar otras similitudes
existentes, como la que hay entre los impasibles monolitos que desafiando el tiempo se conservan
todavía en Tiahuanaco, portando en cada mano los báculos con las insignias propias de sus
cualidades y atributos, y los pétreos Atlantes de Tula en México, que son también esculturas
monolíticas de mayor volumen y altura, cerca de tres metros.
Otra es la de la trilogía Incaica, representada por el cóndor, el puma y la serpiente, que en las
tierras de los antiguos mexicanos correspondió a la del águila, el jaguar y la serpiente. Una
similitud más, relacionada con el origen de la vida del hombre, es la que se refiere a que de las
lágrimas que brotan del dios cóndorjaguar-serpiente de los antiguos pobladores de los Andes,
brota la vida para el hombre. “El dios llora vida”, se dice en las antiguas leyendas de los
moradores de ese sitio. Y en función de creador, el dios da la vida a los primeros hombres, con
sus lágrimas. En las antiquísimas tradiciones de los antiguos mexicas, Quetzalcóatl, el dios
serpiente-emplumada, llamado Kukulcán entre los mayas y quien sirvió tal vez como prototipo
original del dios Viracocha sudamericano, también infunde vida al hombre, tomándola él mismo
de su propio líquido vital, de la sangre de su propio cuerpo.

Los gigantes de la llamada Puerta del Sol, fueron en realidad los creadores de la cultura de
Tiahuanaco, que extendió su influencia a través de los Incas, sobre gran parte de Perú. Acerca de
la modalidad de esta difusión cultural, los estudiosos proponen teorías contrastantes como:
movimiento religioso, campañas militares, expansión comercial. Hasta ahora no ha sido posible
establecer cual de todas las hipótesis es la correcta.

En todos los pueblos de la tierra existen leyendas de una Gran Inundación y tal vez es por ello
que muchos pueblos de América se refugiaron en las partes altas, como Cuzco, Tiahuanaco y el
Valle de México; zonas que van de los 2,400 a casi los 4,000 mts. de altitud sobre el nivel del
mar. Este es el caso de Tiahuanaco, de los Incas en Perú y otros pueblos del Valle de México,
precisamente los Toltecas de quienes suponen los estudiosos proviene el origen de las tradiciones
de los demás, ya que estos últimos descienden de los Olmecas, pueblo que heredó directamente
las tradiciones y el contacto de los Atlantes.

Los pueblos del altiplano en Sudamérica y los de Mesoamérica y México, observaban la


revolución sinódica de Venus y el año venusino, además del año solar. ¿Qué hay en este planeta
encantador que transforma su nombre en el Seth de los egipcios, la potencia sombría, que ocho
siglos después del Exodo, será llamado la Estrella Matutina? ¿Qué relación guarda Venus con el
hundimiento de la Isla Poseidón que a decir de Platón en sus famosos diálogos: “…bastó un día y
una noche para desaparecer e incluso gran parte de la tierra quedó a oscuras…”?

Creo, Fratres y Sorores, que gracias a las leyendas y a los restos arqueológicos descubiertos que
se conservan aún hoy en día, las antiguas tradiciones de los pueblos no se pierden, sino que,
aunque se esconden más, se conservan bien preservadas, para ser entendidas y develadas sólo por
aquéllos que a través de sus Símbolos, encuentren la identificación con la Verdad que vienen
encerrando desde muchos siglos atrás.

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